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Este domingo 24 de junio la Palabra partía del Salmo 139 para que entendamos que nunca

debemos estar seguros de lo que creemos ser, sino que debemos ir a Dios para que examine
nuestros caminos. Porque es muy fácil odiar a los enemigos por lo que hacen y lo que dicen; pero
qué difícil es descubrir que también tenemos caminos torcidos que dañan a otros y que no le
agradan a Dios.

El salmista nos enseña a emprender este camino, no por lo que la gente o nosotros mismos
sabemos o pensamos que somos, sino del conocimiento de Dios, de su poder para levantarnos y
de su misericordia. Muchos estudiosos han querido catalogar a Dios a través de estas capacidades
llamándolas omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia divina. Sin embargo, no se trata de creer
en un Dios que está en todo lugar de manera fisgona o en un Dios que todo lo sabe y lo puede de
manera absoluta y determinista. Mas bien, Dios es aquel que, con su amor, está en todo lugar para
salvarnos y tiene un conocimiento de nosotros que rebasa la comprensión humana y, si algo
puede, eso está en la medida que le permitamos hacerlo en nuestra libertad.

Desde ese conocimiento, amor y poder divino es que tenemos oportunidad de descubrir lo que
somos y crecer hacia lo que Él anhela de nosotros. Lastimosamente, dejamos que sean las palabras
y pensamientos de los demás los que nos vayan moldeando en lo que somos y hacemos, no
dejamos que sea el Señor quien nos muestre lo que en realidad debemos ser. Solo aquellos que
experimentan esta relación con Dios pueden declarar este hermoso salmo con alegría y convicción
diciendo como el salmista: “¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!”

Compartimos el link de la Palabra de este domingo 24 de julio de 2022 en nuestro primer servicio:
https://youtu.be/f9wxvFQYXPA

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