Está en la página 1de 4

Mamire, el último niño —¿Y tenemos que esperar hasta que termine el año para irnos?


preguntó a su mujer el padre de Mamire, aprovechando que tocaban
Capítulo 3. Un domingo a la hora del té. el tema.

A quel domingo era día de descanso en la casa de Mamire. A la


—El maestro dice que no es recomendable interrumpir las clases del
niño.
—¿Y tú le haces caso, mujer?
hora del té, las doñas de Aroma se reunieron con Gregoria, porque a
—Es lo que me dijo.
ella le correspondía las onces de esa semana. Entre galletas de chuño,
—Lo que él no quiere es quedarse sin alumnos, porque tendría que
mermelada de damasco, dulce de membrillo y el infaltable té negro
cerrar la escuela. Para él es fácil ganarse el sueldo. Su salario llega
de las cinco, las abuelas comentaron el tema que más las preocupaba.
sagrado cada mes. Yo, en cambio, si hoy no trabajo mañana estoy sin
—¡Qué montón de viejos quedará en este valle cuando se vaya mi
sustento.
nieto! —dijo doña Gregoria, al cabo de un rato.
—Eso no es cierto, hijo —rompió su silencio doña Gregoria—. Sabes
—¿Qué esperanza habrá de que los jóvenes vuelvan algún día? —se
muy bien que laborando en la huerta nunca te faltará de comer y que
lamentó Lastenia Huarache.
tuyo será finalmente cuanto poseo. Y si quieres saber mi opinión,
—Es cierto que los viejos nos esforzamos demasiado por
creo que mi nieto debe terminar el año antes de marcharse.
entenderlos.
—¿Piensas irte de todos modos, hijo? —insistió Gregoria.
Y sin darnos cuenta los empujamos a que nos abandonen para
—Después de la fiesta nos vamos.
siempre —comentó Elcira.
—¿Por qué tanto apuro? —se quejó la anciana—. Déjale al nieto
—Perdemos la tradición —agregó doña Benita—. No hemos sabido
terminar la escuela.
mantener nuestra historia en el corazón de esos hijos. Porque solo
—Madre —protestó el hombre—. ¿Cuántos meses he de esperar
con el corazón echa raíces el hombre.
todavía?
—Cierto es que vienen a visitarnos para la fiesta del día cuatro, la
Mi hijo es el único alumno de Aroma (…) no puedo pasar el resto de
Navidad y el fin de año, pero…
mi vida en este pueblo, cada vez más muerto. Todos los de mi edad
—Pero, ¿cómo los obligamos a quedarse, si hay otros lugares que los
se han ido.
atraen tanto? —comentó con resignación la abuela Ocsa.
Y no quiero irme cuando en la ciudad ni trabajo encuentre.
—Tendríamos que retenerlos con razones que no puedan rechazar
Capítulo 4. En casa de Contreras.
—reflexionó Gregoria.
En la casa de Contreras, Mamire el padre se había unido al resto de
—Ofrecerles un buen encanto, porque así como así, no se van a
los hombres, entre los cuales ya no había otro tan joven como él. Los
quedar.
viejos se alegran de que el último hombre joven acuda todavía a
—Y que vengan niños para que el maestro no se vaya —murmuró
reunirse con ellos.
Mamire.
—Lo que tú deberías hacer, Mamire —exclamó de pronto Perea—,
—¿También el maestro quiere dejarnos? —se inquietaron las
es instalar un museo en la primera habitación de tu casa. En esa que
abuelas.
da directo a la calle.
—Este nieto es su único alumno —meditó Lastenia—. Después de
tener el aula llena de pupilos… ¿Qué puede hacer el hombre ahora
que solo le queda un puro niño? para llevar a cabo un experimento jamás intentado en el desierto. Se
“¿Un museo?”, pensó el hombre. “¿Y para qué un museo?” mostraban decididos a cambiar allí la suerte de esas tierras. Su
—De ese modo se mantendría en el recuerdo la historia del valle. intención era aumentar el verde del valle, instalando pantallas
Porque se está perdiendo. transparentes que, de cara a la bruma nocturna, atraparían la
El anciano no dejaba de tener razón. Pero, ¿quiénes lo visitarían? La humedad de las nubes a baja altura para convertirla en agua de riego.
mayoría de los que se habían marchado regresaban solo de vez en Esa misma noche, don Francisco fue a conversar con el hombre
cuando. (…) Mamire.
De vuelta a casa, el hombre Mamire reflexionó en lo conversado con No se anduvo con rodeos la autoridad del valle, pero sí con mucho
los ancianos. tino.
Se detuvo bajo las ramas del pimiento centenario que dominaba gran —¿Qué es tan importante, don Francisco?
parte de la pequeña plaza. A través del follaje se desprendía la —¿Pero, no te das cuenta, Mamire? —replicó el anciano.
resplandeciente luminosidad de las estrellas. —¡Ah! —exclamó el hombre, sin ninguna expresión en el rostro.
¿Y qué idea era esa del museo? ¿Tendría él la voluntad necesaria Daba la impresión de que nada en el mundo lo pasmaría de asombro
para ponerse a recolectar objetos con historia? En cierta ocasión, una —. ¿Se refiere
de las pocas veces que él había salido del valle para visitar la ciudad a los afuerinos?
junto al mar, vio algo muy parecido. En el lugar, al que sus —¡A ellos mismos! ¡Algo importante se nos viene encima! (…)
habitantes llamaban orgullosamente “museo”, no había más de —¡No es más que una locura, don Francisco! ¡Qué manera de venir
cuarenta o cincuenta objetos dispersos, pertenecientes en su mayoría aquí a botar la plata!
a las familias representativas; en él también se exhibían algunas —Es bueno que llegue al valle gente emprendedora como esa… —
reliquias indígenas, que siempre asoman cada vez que se remueve la comentó Gregoria.
tierra. (…) —¡Así es! Y necesitarán ayuda, si es que no me falla el
Rechazar la moderna ciudad por un cuartucho repleto de objetos entendimiento. Ellos solitos no pueden con estos montes.
viejos, conservados como reliquias y que no serían más que El último hombre joven de Aroma miró a Francisco Panire y tragó
cachureos, le pareció una insensatez, una necedad, y se molestó de saliva.
que sus viejos desearan para él un destino tan oscuro y limitado. —¿Me está ofreciendo trabajo?
—¡Yo me largo! —exclamó el hombre—. No estoy dispuesto a —Yo no, Mamire…¡Ellos lo harán!
enterrarme vivo en este pueblo, que aunque me vio nacer, no atrapará —Oiga, don Francisco… —protestó el hombre—. Usted conoce de
mis huesos. sobra mis planes. Ahora, en cuanto a esos jóvenes malos de la
Capítulo 8. Los jóvenes “atrapabrumas”. cabeza… Seguro que vienen como todos, por un tiempo muy corto, a
Don Francisco ya se hallaba en la plaza cuando llegaron las doñas de dejar aquí la basura que no se llevan. (…)
Aroma, el maestro, Mamire y su padre. Allí, rodeados de ancianos, Al día siguiente, el padre de Mamire sorprendió a su mujer
los forasteros explicaban el objetivo de su arribo. Una muchacha y preparando alimentos para los jóvenes de las “atrapabrumas”. Tuvo
dos jóvenes se disponían a conquistar el desierto, equipados de pies a que aceptar esta nueva labor de Amelia, pues, al parecer, contaba ella
cabeza con implementos de campaña, necesarios para sobrevivir en con todo el apoyo de Gregoria.
los lugares más inhóspitos del planeta. Los documentos que
exhibieron los autorizaban —Sí —respondió Mamire, evocando los edificios de la transparencia
que se disolvían en el viento.
El hombre Mamire siguió laborando en la huerta de la familia y se —¿Y el mar?
negó a aceptar el ofrecimiento de trabajo que los muchachos le —También —a su mente corrieron presurosas las nubes de aquella
hicieron a través de don Francisco. Pero no pudo negarse a proveer a tarde preciosa.
su mujer de verduras y hortalizas para la comida de sus huéspedes. —¿Te importaría esperar unos meses?
Por esos días, el más esquelético de los afuerinos cayó en cama con —No —respondió Mamire —sin el menor atisbo de desencanto.
fiebres altas, consecuencia de la escasa precaución tomada bajo el —Me preocupa la salud de tu abuela —prosiguió el padre de Mamire
poderoso sol de la pampa, en contraste con el intenso frío de las —.
noches. A veces me asalta un miedo terrible, un miedo que a veces se
A regañadientes, presionado por la autoridad del pueblo, por su cumple… —¿Cuál?
madre y por su propia esposa, el hombre Mamire remplazó al —Que la pampa consigue enloquecer a los que la habitamos. ¿No es
muchacho enfermo en la instalación de las pantallas. Los jóvenes del eso lo que le ocurre a tu abuela, quizás? Pero a ratos pienso que todo
experimento, además de pagarle bien por su trabajo, le hicieron un es un engaño… La salud de tu abuela, los viejos que se quedan tan
nuevo ofrecimiento. solos, el terreno de tu madre, las fantasías de las que tanto se habla en
—Su hijo —explicó la joven— nos ha contado que usted tiene un Aroma… No lo sé, hijo. Por primera vez tengo dudas de si será
pozo del que le gustaría sacar agua. bueno que nos vayamos para siempre del valle. (…)
—Ese niño a veces habla demasiado —respondió el hombre, un tanto Víctor Carvajal. Mamire, el último niño
molesto y poco acostumbrado a que gente extraña se entrometiera en
sus asuntos. Después de leer
1. Escribe la información que falta en las oraciones. Obtener información
—Señor Mamire —prosiguió la joven sin dejarse intimidar—,
tenemos un motorcito eléctrico y un colector de energía solar. No los a. El pueblo de Mamire se llama . __________________________
necesitamos… Pero usted puede usarlos mientras estemos en Aroma.
(…) b. La gente le dice a Mamire padre que haga en su casa
Cada tarde, a partir de entonces, mientras la batería solar estuviera un___________________________ para resguardar la historia del
cargada, el hombre ponía en marcha el motorcito de la bomba y pueblo.
sacaba agua en abundancia. Se le veía satisfecho. Tal vez con esto
empezara a desechar la idea de abandonar el valle. Esa era, al menos, 2. ¿Cuál es el conflicto del padre de Mamire con su pueblo y con los
la gran esperanza que alimentaba Gregoria en su alma. Y en silencio mayores?
agradeció a los muchachos de las pantallas todo el bien que le
estaban brindando. (…)
—¿Todavía quieres conocer la ciudad, hijo?
3¿Cuál es la postura de la madre de Mamire ante la posibilidad de
marcharse del pueblo? Integrar e interpretar

3¿Cuál es la postura de la madre de Mamire ante la posibilidad de


marcharse del pueblo? Integrar e interpretar

4. ¿Qué conclusión se puede desprender de la siguiente frase de Mamire, el


niño? Integrar e interpretar
—Y que vengan niños para que el maestro no se vaya —murmuró
Mamire. 4. ¿Qué conclusión se puede desprender de la siguiente frase de Mamire, el
A. El maestro también está deseoso de marcharse del pueblo. niño? Integrar e interpretar
B. Mamire desea marcharse del pueblo y tener nuevos amigos. —Y que vengan niños para que el maestro no se vaya —murmuró
C. Mamire quiere quedarse en el pueblo y hacer una vida normal. Mamire.
D. El pueblo desaparecerá definitivamente, si la escuela deja de existir. A. El maestro también está deseoso de marcharse del pueblo.
B. Mamire desea marcharse del pueblo y tener nuevos amigos.
C. Mamire quiere quedarse en el pueblo y hacer una vida normal.
5. ¿Cómo se siente Mamire padre frente a su situación en el pueblo? D. El pueblo desaparecerá definitivamente, si la escuela deja de existir.
Encierra en un círculo los sentimientos que respondan la pregunta y luego
explica tu elección. Integrar e interpretar
frustrado tranquilo derrotado impaciente feliz 5. ¿Cómo se siente Mamire padre frente a su situación en el pueblo?
Explicación: Encierra en un círculo los sentimientos que respondan la pregunta y luego
explica tu elección. Integrar e interpretar
frustrado tranquilo derrotado impaciente feliz
Explicación:

También podría gustarte