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Multiculturalismo y racismo

Resumen de Peter Wade 2011

Sergio Abraham Barrera Hernández

2022-09

En este artículo, Peter Wade analiza la relación entre la racialización y el


multiculturalismo para el caso latinoamericano, en términos de sus interacciones
histórico-políticas, así como su impacto posible en políticas públicas o
acciones afirmativas que algunos países como Brasil han realizado desde un
multiculturalismo sin razas.
En primer lugar, el autor afirma que el multiculturalismo no necesariamente
posibilita una reducción de la desigualdad, especialmente en aquellas vertientes
que, a su juicio, se han quedado en meros reconocimientos, «gestos retóricos» y
que no involucran políticas dedicadas a disminuir o compensar la desigualdad
producida por el problema que enuncian.
Por otra parte, aquellas políticas afirmativas derivadas del reconocimiento cultural
evitan la elaboración que implique racismo y prefieren en su lugar hablar de
grupos étnicos, pueblos indígenas, otras culturas. Sin embargo, eso tiene como
consecuencia, según el autor, una especie de enterramiento en vida del racismo
en américa latina, una invisibilización discursiva de un fenómeno que causa daños
reales a los países que buscan combatir la desigualdad ignorando deliberadamente
que hay procesos de racialización que envuelven esas condiciones históricas y
sociales.
Así, existe una negativa explícita para hablar de racismo por parte de gobiernos,
instituciones académicas, sociedad, discurso cotidiano; esto produce la idea de
que el racismo no es, ni ha sido, un problema de américa latina, cuando en
realidad es un problema que siempre ha estado, pero jamás ha sido reconocido.
Para él, el racismo es excluido de los discursos multiculturales por ser visto como
un asunto biológico y no cultural, pero esto ignora el hecho de que en el racismo
ambas categorías están correlacionadas: hay una biologización de la cultura y
una culturización de la biología.
Para mostrar que el concepto debe ser reconsiderado en las discusiones actuales,
el autor se enfoca en «las Américas negras» (p. 16) ya que, sin este concepto esa
idea no podría concebirse, como en efecto ha sucedido en muchos países, muy
pocos de los cuales han realizado esfuerzos por reconocimiento, y aún menos por

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políticas específicas con miras a resolver la situación.
Además, argumenta a partir de categorías usadas explícitamente, por ejemplo
cuando dice que «la categoría indio o indígena es una categoría racializada»
(p. 18). Y este uso es heredado del colonialismo: negros, blancos, indios, mestizos,
así como el uso de atributos fenotípicos racializados como el color de piel, la
forma de ciertas facciones y el tipo de pelo usados como características relevantes
para identificar a las personas (Wade, 2011, p. 17).
Ahora bien, el intento de incorporar el concepto de raza en la discusión general
latinoamericana ha visto sus problemas, como el caso de Brasil que el autor
comenta, donde hay quienes creen que hablar de raza, aunque se admita su
existencia, es en sí mismo racista en ámbitos institucionales o quienes pugnan
por reconocer a los grupos que lo practican y lo padecen, porque la práctica
racializante produce el racismo.
Ante dos objeciones posibles que se plantean a su propuesta, el autor responde
como sigue:
1. Objeción: El reconocimiento del racismo implica que las “razas” serán
socialmente asignadas a las poblaciones históricamente discriminadas y eso
es conflictivo. Respuesta: pueden ser conflictos necesarios porque sin ellos
no podría haber un cambio significativo
2. Objeción: Que la vuelta del “racismo” puede desviar la discusión de
otras desigualdades percibidas como “más profundas”, como las de “clase”.
Respuesta: son categorías entrelazadas y forman en muchos sentidos, parte
de la misma lucha.
Al final del texto argumenta que la incorporación de la raza, más allá del
discurso multicultural puede ayudar a identificar y entender cómo la violencia en
Latinoamérica, que el autor liga a las políticas de la modernidad, afectan mucho
más a poblaciones racializadas.

Comentario crítico
Hay varios puntos que vale la pena deshilar para ahondar en la propuesta. Para
hacerlo más fácil habrá que exponer algunas proposiciones y sus consecuencias:
1. El racismo existe y siempre ha existido en América Latina
2. La racialización se ha producido en categorías como indio, que son
actualmente más entendidas como étnicas o culturales que como raciales
3. Hay una negativa histórica a abordar la raza y el racismo como realidades
latinoamericanas, pero eso no elimina el racismo
A partir de aquí hay varia preguntas que hacer:
1. ¿Las poblaciones afrodescendientes fueron racializadas en un sentido
racialista? Si no es así, ¿la incorporación de la raza en la discusión no
produciría ese mismo efecto, sin que necesariamente elimine el racismo?

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2. Cualquiera que sea la respuesta, no implica que esas personas no hayan
padecido racismo o que ese racismo pueda ser necesariamente mejor
combatido, como se verá a continuación
3. En la p. 25 comenta la posibilidad de un racismo neoliberal sin raza, o lo
que sería lo mismo, un racismo sin racialismo
4. Por tanto, puede haber racismo sin pasar por un racialismo explícito
5. La racialización del indio es posible sin racialismo más por el hecho de que
el indio es no-blanco que por el hecho de que indio sea considerado una
raza. En otras palabras, la categoría relevante para discutir y combatir es
la blanquitud, más que la idea de una raza india o raza afrolatina
6. Del mismo modo que la racialización es un proceso que produce la raza
y ese proceso se implementa a través de un vocabulario que da sentido a
ciertas prácticas; la introducción de un vocabulario racializador como el de
raza-indígena o raza afro-latina pondría en circulación, con consecuencias
incontrolables e impredecibles, la idea de unas nuevas razas, contribuyendo
a producirlas.
7. ¿Es necesario producir unas razas para poder combatir al racismo, no
parece contraintuitivo?
8. Dado que la propuesta se enmarca en una reforma al multiculturalismo, las
críticas a éste se extenderían a la propuesta: más allá del reconocimiento o
las políticas afirmativas, los grupos diversos, racializados o no, necesitan
en muchos casos lo único que el estado es incapaz de ceder sin ponerse en
peligro a sí mismo: autogobierno, autodeterminación y autonomía
En conclusión, aunque es cierto que el racismo nunca se fue y es necesario
visibilizarlo, no queda claro cómo el concepto de “raza” podría ayudar sin producir
un nuevo racialismo latinoamericano, ni mucho menos cómo el racialismo podría
resolver más problemas de los que causa, sobre todo si hay lecturas alternativas:
el racismo en muchos países no gira en torno a un prisma multiracial (análogo al
multiucultural) sino a un polo binario de lo blanco y lo no-blanco. Sería posible
combatirlo sin producir en el camino identidades racialistas (independientemente
de que estén racializadas) a través de estrategias como cuantificar poblaciones
afrodescendientes en los censos.

Ficha
Wade (2011)
Wade, Peter. 2011. «Multiculturalismo y racismo». Revista Colombiana de
Antropología 47 (2): 15-35. https://doi.org/10.22380/2539472X.956.

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