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TEATRO ESPAÑOL DESDE 1940 HASTA NUESTROS DÍAS

El teatro en la posguerra. La figura de Antonio Buero Vallejo


La vida teatral de la posguerra no se reanuda hasta el estreno en 1949 de Historia de una escalera de Buero Vallejo. El
autor, consiguió estrenar Historia de una escalera, con un gran éxito de crítica y público. La importancia de este drama
cotidiano y realista, estriba en que, por primera vez en la posguerra, se mostraban la pobreza, la angustia y la imposible
realización de las ilusiones, tanto por el ambiente y las circunstancias como por la incapacidad personal. A partir de la
miseria material y espiritual de varias familias trabajadoras de una casa de vecinos, se retratará la falta de salidas de una
colectividad atrapada en un mundo hostil y sin futuro.
Buero Vallejo confirmó su prestigio con La tejedora de sueño y Hoy es fiesta. Esta etapa de su obra esta teñida de un
existencialismo que se traduce en un interrogante sobre la autenticidad de nuestro vivir y el deseo de ahondar en ciertos
aspectos de la naturaleza humana: la soledad, la felicidad, el amor, la libertad..., lo que vino a coincidir con el auge de la
literatura existencialista europea.
Desde finales de los años 50 a principios de los 70, hallamos en su teatro una etapa de crítica social. Con el estreno en
1958 de Un soñador para un pueblo, se abre ese nuevo período. La ambientación histórica en el pasado consistió en un
recurso para sortear la censura franquista, ese fue el modo del autor para hacer un teatro posible, transponiendo los
problemas y las cuestiones actuales a otro tiempo histórico. La obra relata el fracaso de un hombre empeñado en mejorar
la vida de un pueblo. El protagonista, Esquilache, ministro ilustrado de Carlos III.
Otros dramas históricos son Las Meninas, que tiene como protagonista a Velázquez, y la obra maestra del período, El
concierto de San Ovidio: ambientada en el París de los años previos a la Revolución Francesa. A partir de un grabado que
representa el espectáculo de la orquestina de ciegos, Buero reconstruye un drama en el que aflora la injusticia y la falta
de ética… Los temas son la explotación del hombre por el hombre y la lucha de este por su libertad.
El tragaluz, constituirá su éxito de crítica y público más importante de esos años. La obra se centra en las relaciones entre
dos hermanos, Vicente y Mario, separados tras la guerra civil. El interés de ambos hermanos por Encarna hará todavía
más conflictiva la trama. El magisterio de Buero Vallejo no decayó a lo largo de las siguientes décadas con títulos como
La fundación, Diálogo secreto…
El teatro social
Surge en 1950, año en que Alfonso Sastre crea el «Teatro de Agitación Social». Poco después, en 1953, Sastre estrena
Escuadra hacia la muerte, con un argumento que desarrolla la tensa convivencia entre un cabo tiránico y un grupo de
soldados.
Teatro del humor y del absurdo
Su éxito comercial no impidió hacer girar la comedia de costumbres hasta un humor vanguardista. Ocurre así, con Mihura,
quien con su obra maestra Tres sombreras de copa, expresó el vacío existencial y el sinsentido de la vida cuando ésta es
regida por la moral y las convenciones que despojan de libertad al individuo. Sus orígenes estéticos están en la vanguardia
de los años 20. Su humor rompe la lógica del diálogo, mezclando situaciones y frases tópicas con otras absurdas y juegos
de lenguaje. Trata de decidir entre la vida burguesa-provinciana, rutinaria y monótona, y la alegría y libertad fuera de las
normas, siendo esta última opción la se nos muestra como imposible. En muchos aspectos esta obra se adelantó «Teatro
del absurdo». El otro protagonista, Poncela, también apostó por un humor extravagante, al que aderezó con dosis de
intriga y misterio como en Los ladrones somos gente honrada.
El teatro de Vanguardia
En este aparatado los más importantes son Arrabal y Nieva. Arrabal, instalado en Francia desde 1955, escribió diversas
obras que revelaban un nuevo concepto del teatro: imaginación, antirrealismo... De esa primera etapa de Arrabal
destacan obras como El cementerio de automóviles. Sus creaciones posteriores se encuadran dentro del «Teatro pánico»,
que recoge ingredientes del teatro del absurdo y de las vanguardias históricas. Introduce elementos expresionistas,
situaciones eróticas...
El teatro de Nieva camina por la senda de lo surrealista, lo fantástico, y lo imaginativo. Se trata, de un teatro en el que
cobran gran importancia la escenografía, el vestuario, el maquillaje, las luces... Destacan obras como Tórtola, crepúsculo
y.… telón, Trilogía italiana... La obra dramática de Nieva puede dividirse en dos grandes grupos: «Teatro furioso» y
«Teatro de farsa y calamidad». Es, sin duda, el autor más influido por el esperpento de Valle-Inclán.
El teatro independiente
Es una mezcla de diversos géneros, representaciones teatrales callejeras, musicales, marionetas… Los mejores
representantes de este nuevo tipo de espectáculo escénico han sido La Cubana, La Cuadra…
LA POESÍA ESPAÑOLA DE 1940 -1970

Terminada la Guerra Civil, se produce un vacío artístico y literario en España. La mayoría de los poetas de la Generación
del 27 marchan al exilio. Por otra parte, antes de la contienda habían comenzado a publicar y adquirir notoriedad algunos
poetas más jóvenes como Miguel Hernández o Luis Rosales que con el tiempo serían denominados Generación de 1936.
Miguel Hernández (1910-1942)
Tuvo una formación autodidacta, compaginando la lectura de los clásicos del Siglo de Oro con las innovaciones de Lorca,
Alberti... Su primer libro, Perito en lunas imita precisamente ese afán por la metáfora vanguardista. Comenzada la Guerra
Civil, Hernández se involucra de lleno en la causa republicana: ofrece lecturas poéticas, conferencias y mítines en primera
línea del frente de batalla; fruto de esa actividad sería Viento del pueblo. Tras la guerra, se produjo su encarcelamiento
por sus ideas políticas y murió en prisión. No pudo publicar en vida la que debemos considerar su mejor obra: Cancionero
y romancero de ausencias, en ella alcanza su voz más personal y un pleno dominio de la emoción artística utilizando los
cauces de la lírica popular.
Los Años 40
En 1944 aparecen dos libros fundamentales: Sombra del paraíso de Aleixandre, recreación surrealista y nostálgica del
mundo perdido tras la guerra; y, Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, expresión de la angustia del vivir cotidiano en un
mundo asolado por la miseria, el desamparo y la crueldad de la posguerra en España y la guerra de Europa. En Hijos de
la ira hay un conflicto espiritual, donde el hombre con creencias religiosas pide respuestas a un dios a menudo ausente.
Pero 1944 es también aparece en el exilio Las ilusiones, de Gil-Albert, un excelente conjunto de poemas que destaca por
su tono elegíaco. Asimismo, debemos mencionar el Grupo Cántico, poetas que cultivan una línea esteticista, insólita en
ese momento, y en el que destaca García Baena. Otra rareza fue el Postismo, movimiento de vanguardia de influencia
futurista y surrealista.
Poesía desarraigada y Poesía arraigada
Dámaso Alonso, al analizar la poesía realizada en España durante los años 40 y primeros 50, quien estableció una
distinción: la de «Poesía desarraigada» y «Poesía arraigada». Por «Poesía desarraigada» entendió la expresión de una
angustiosa queja, la visión del mundo como un caos… Hijos de la ira es el libro que inicia este modo poético, pero habría
que citar como mayor ejemplo de desarraigo la obra de Blas de Otero, con dos libros, Ángel fieramente humano y Redoble
de conciencia. Con posterioridad, Blas de Otero evolucionó hacia una poesía menos existencial y de mayor compromiso
político. Salieron los mejores libros de la tendencia llamada Poesía social. Blas de Otero dirigió poemas de claridad
expresiva, pero de gran acierto estilístico y sin renunciar nunca a la calidad poética. Estimable también es la obra de José
Hierro, cuyos libros oscilan de las preocupaciones sociales, como Quinta del 42, a un lenguaje imaginativo y muchas veces
irracional, tal es el caso de Cuaderno de Nueva York.
Lo que se conoció como «Poesía arraigada» es un tipo de escritura donde el poeta busca un centro vital ante el dolor, el
paso del tiempo… y lo encuentra en poemas que cantan a la familia, la patria, la fe y el sentimiento. Dentro de esta
denominación se encuentran poetas menores complacientes con el franquismo. Pero también hallamos libros y autores
verdaderamente apreciables. Destacan dos, por encima de todos: Panero con Escrito a cada instante (1949) y Rosales
con La casa encendida.
La generación del 50
Los poetas pertenecientes a esta generación ocupan un lugar de privilegio junto a los autores del 27 en la historia de la
literatura española del siglo XX. Entre los rasgos literarios que los distinguen, encontramos el uso de un lenguaje que se
acerca a lo conversacional y la confesionalidad, lo que se denominó poesía de la experiencia. Gracias a ello, y a su
profundo conocimiento de la tradición literaria, supieron conjugar las obligaciones éticas del compromiso histórico y
político con una poesía que expresa las adversidades sentimentales, eróticas, vitales... Los nombres más destacados
serían: Ángel González, autor de Tratado de urbanismo; Claudio Rodríguez, con Alianza y condena… El poeta con mayor
reconocimiento es Jaime Gil de Biedma, cuyos libros Moralidades y Poemas póstumos ejercieron una gran influencia en
poetas más jóvenes. Con un mayor grado de experimentación respecto a la poética generacional se muestran José Ángel
Valente, con Fragmentos de un libro futuro y Gamoneda con Libro del frío.
LA POESÍA ESPAÑOLA DESDE 1970

Los Novísimos y la poesía de los años 70


A mediados de la década de los 60 se produce un cambio en los paradigmas culturales occidentales. La cultura libresca
convive con la procedente de los mass media. Todo ello genera una nueva sensibilidad artística que en la poesía española
vinieron a encarnar los poetas novísimos. El nombre proviene de la antología aparecida en 1970 con el título Nueve
novísimos poetas españoles. De entre los autores que la integran cabe destacar, a Pere Gimferrer, autor de Arde el mar.
Gimferrer retoma en estos libros las estéticas vanguardistas del 27 y de poetas latinoamericanos, a lo que suma una
sentimentalidad propia del mundo del cine y la cultura pop. Sus libros posteriores, mantienen el mismo registro
metafórico, pero ahondan en indagaciones sobre la identidad y la reflexión artística, destaca El espacio desierto. Otros
autores son Guillermo Carnero, con Dibujo de la muerte y Leopoldo María Panero con Así se fundó Carnaby Street.
No incluidos en la antología, pero pertenecientes a la generación, son los poetas Antonio Colinas, Luis Alberto de Cuenca,
cuya obra más célebre es La caja de plata… En todos ellos vuelve a ser una marca de estilo la fusión de la alta cultura con
experiencias biográficas y vitales.
La generación de los 80. La Poesía de la Experiencia
La figura fundamental de todo este panorama es Luis García Montero, un autor que sabe mezclar la claridad expresiva
con un conocimiento profundo de la tradición, a lo que debe unirse su gusto por la metáfora y la capacidad de hacer
trascender los poemas partiendo de situaciones cotidianas. Entre las obras más notables de este autor destacan
Completamente viernes y Vista cansada...
También merecen ser destacados Javier Egea con Paseo de los tristes, Andrés Trapiello, que recoge el conjunto de su obra
con el título Las tradiciones…
Pese a la diversidad de estilos propios que encontramos en estas obras, la crítica suele agrupar a la mayoría de autores
bajo el calificativo de Poesía de la Experiencia.
Hacia el cambio de siglo
Desde comienzos del siglo XXI, los poetas más jóvenes se interesan por matices poéticos que suponen una exploración
de las correspondencias entre sensación y mundo interior, de lo irracional; todo ello los aleja de lo cotidianeidad de la
Poesía de la Experiencia. Los autores de esta nueva forma de entender la creación poética se reúnen en la antología La
lógica de Orfeo, siendo los principales Luis Muñoz y Lorenzo.
Un autor clave es Jorge Gimeno, cuyo libro Espíritu a saltos influirá decisivamente en los poetas que protagonizan la
poesía joven más actual.
Los poetas del siglo XXI: las antologías Centros de gravedad y Millennials
El arte que define al siglo XXI marcha por estilos y caminos muy diversos. Por lo que respecta a la lírica, los autores de
calidad deben convivir con la seudopoesía divulgada por las redes sociales. Por otro lado, nos encontramos con la múltiple
disponibilidad de traducciones de poesía contemporánea en lengua extranjera y de un conocimiento más profundo de la
poesía latinoamericana de las décadas anteriores, mucho más rupturista en cuestiones como la sintaxis rítmica, la mezcla
de versos y prosa, el uso de la ironía, las reflexiones metapoéticas… Hay dos antologías que recogen lo mejor de la poesía
última: Centros de gravedad. Recoge autores a mediados de los años 70 y cuyos primeros libros aparecen a comienzos
del siglo XXI. Los más destacados serían Miriam Reyes con Bella durmiente, Carlos Pardo con Echado a perder, Erika
Martínez con Chocar con algo...
Millennials. Recoge a autores de la generación millennial, nacidos a mediados de los años 80 y cuyos primeros libros
hacen su aparición en la segunda década del siglo. Mantienen un gran conocimiento de la tradición literaria propia y
extranjera, lo que los conduce a una poesía innovadora. Como autores más destacados estarían Unai Velasco con En este
lugar y Luna Miguel con Poetry is not dead.

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