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Anécdota

Recuerdo que en segundo grado de primaria tenía que dar una exposición. Pero antes, había
decidido ir al baño a hacer mis necesidades. Todo muy bien... el baño no estaba concurrido ni nada
por el estilo... hasta que bajé la mirada a los botones de mi falda. A esa edad, y con una exposición
que me ponía nerviosa, no recordé cómo abrochar mi falda correctamente.

Salí del baño convencido de que no sucedería nada si no la abotonaba. Mi falda resistiría, pensé.
Unos minutos más tarde ya estaba de pie frente a la pizarra, delante de todos, nombrando las
partes de las plantas... tallo, hojas, raíz... En medio de la exposición me puse rígida al sentir un
cosquilleo en la cadera. Entonces sucedió. Mi falda resbaló hasta el suelo.

La vergüenza me nubló la vista, ya ni siquiera distinguía las caras de mis amigos, por no mencionar
que durante unos segundos mi mente se quedó en blanco. Mi dignidad me miraba desde un
rincón de brazos cruzados con la frase "Te lo dije" en su boca.

Expuse contra mi voluntad y me senté rápidamente. Aunque mi mejor amiga trató de


reconfortarme, yo sólo quería desaparecer.

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