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Los mensajes a las siete iglesias

Por Jaime Mazurek B. publicado originalmente en CONOZCA edición 2004.1


Por Jaime Mazurek
 
Una de las secciones mas fascinantes del Apocalipsis de Juan consiste de los mensajes a las siete
iglesias (capítulos 2 y 3). Para algunos esta porción es confusa, pues su estilo y contenido parecen
ser diferentes al resto del libro – como si fuera un “injerto” literario. La verdad es que es una de las
partes claves del libro, íntimamente ligada al resto. Las descripciones de Cristo, las promesas,
advertencias y profecías de estos mensajes son de incalculable valor y deben ser objeto de nuestro
serio estudio.
No hay espacio aquí para comentar detalladamente cada uno de los mensajes. Lo que se intentará es
brindar una introducción fundamental a las mismas, y ojalá motivar a su mayor estudio.
 

UNA INTERPRETACIÓN NO-IDONEA


Una interpretación muy popular de estos mensajes es la “histórica-profética”. Esta dice que los
mensajes son profecías de siete etapas de la historia eclesiástica, desde los tiempos de Juan hasta el
tiempo de la segunda venida de Cristo. Según esta apreciación, la iglesia de Efeso representaría a la
iglesia del primer siglo; el mensaje a la iglesia de Esmirna sería profecía de la iglesia perseguida de
los años 100-312dC; la iglesia de Pérgamo representaría a la iglesia imperial de los años 313 –
606dC, etcétera, culminando con la iglesia de Laodicea representativa de la iglesia desde comienzos
del siglo veinte hasta el presente.
Es una tesis muy interesante y atractiva, que inicialmente pareciera ser una verdadera clave a la
interpretación del texto y que aparece en muchos comentarios; sin embargo, existen varios
problemas con esta visión del pasaje.
1)      Es una interpretación muy subjetiva, pues impone la historia sobre el texto, siempre de tal
modo que la explicación culmine con el siglo actual del intérprete que esté aplicando este criterio. 
Esta técnica no es nueva, pues nació en la Iglesia Católica durante la Edad Media. El abate Joaquín
de Flores, quien falleció en el año 1202, elaboró un análisis de la historia eclesiástica de siete etapas
culminando en su día, como clave de interpretación de Apocalipsis, capítulos 2 y 3.[1]
Durante la Reforma hubo otros esfuerzos para dividir la historia de manera similar para “probar” que
entonces se vivián los tiemplos de “la iglesia de Laodicea”.  El puritano inglés Tomás Brightman
(1557-1607) elaboró otra serie de siete divisiones de la historia eclesiástica con el mismo fin. Así ha
continuado esta manera de interpretar el texto, desde entonces hasta hoy. Cada generación procura
reconocer en los siete mensajes una clave para demostrar que sus tiempos son los tiempos finales.[2]
2)      Es una interpretación que motiva al lector a concentrarse más en el mensaje para la iglesia “de
su tiempo” que considerar a todos los siete mensajes por igual. Insistir que “somos la iglesia de
Laodicea” puede servir para ayudarnos a reconocer las similitudes que podemos tener con aquella
iglesia, pero, ¿cómo no decir también, “somos la iglesia de Efeso” o “somos la iglesia de Tiatira”, ya
que es enteramente posible que a veces tengamos más semejanza con una de esas que a Laodicea, y
que necesitamos prestar mayor atención a aquellos mensajes?
3)      En casi todos los mensajes Cristo advierte que viene pronto (2:5, 16, 25; 3:3, 11, 20).  Si un
mensaje fuera dirigido particularmente a la iglesia de cierta etapa de la historia, dicha advertencia no
tendría sentido. Esta característica resalta la naturaleza universal de los mensajes.
4)      El número siete se emplea muchas veces en el Apocalipsis y estas mayormente de manera
simbólica, señalando algo completo, entero. Hay siete sellos en el rollo, los siete Espíritus de Dios
(simbolizando al Espíritu Santo en sí), siete copas, siete trompetas, etcétera. En el caso de las
iglesias, al ser estas siete en número, es mejor considerar que representan a la iglesia de todo tiempo
y lugar y no como la definición de siete etapas históricas particulares. Comenta Edward McDowell:
Las siete iglesias son representativas de todas las iglesias de la provincia de Asia y quizás de todo
el imperio romano. No es error afirmar que también son representativas de las iglesias de hoy.[3]
 

LOS “ANGELES” DE LAS IGLESIAS


Una pregunta que siempre surge en el estudio de estos textos es la cuestión de la identidad de los
“ángeles” destinatarios de los mensajes. La palabra “ángel” ocurre más de setenta veces en el
Apocalipsis y, salvo por esta sección, siempre se refiere claramente a seres angelicales, y no a seres
humanos. No obstante, existen varias ideas sobre el significado de la expresión “ángel de la iglesia”,
tales como:  1) son seres angelicales, ángeles guardianes, enviados por Dios para velar sobre las
iglesias;  2) son la personificación de la naturaleza o del “espíritu” de cada iglesia; y  3) son los
“mensajeros”, obispos, pastores, o líderes humanos de las iglesias.
Las opciones dos y tres son las mejores y la tres es quizás la mejor entre esas dos. El hecho que Juan
ve a las siete estrellas (que simbolizan a estos siete ángeles de las iglesias) en la mano de Cristo
expresa una idea del cuidado y protección que El da a sus siervos durante tiempos de persecución y
necesidad. A estos ángeles se les exhorta y llama al arrepentimiento, cosa ilógica si se tratara de un
destinatario de naturaleza angelical.

LA ESTRUCTURA DE LOS MENSAJES


Un aspecto muy sobresaliente de las cartas a las siete iglesias es su singular y maravillosa estructura.
Todas las cartas constan de siete partes:
1.      La salutación al “ángel” de la iglesia de parte de Cristo (presente en cada caso)
2.      Una comendación a la iglesia por su fidelidad y buenas obras (ausente únicamente en el caso
de Laodicea). En cada caso Cristo dice, “Yo conozco tus obras”.
3.      Una denuncia de su pecado (presente en cada caso menos los mensajes a Esmirna y Filadelfia).
4.      Una exhortación a la iglesia (presente en cada caso).
5.      Una advertencia a la iglesia (presente en cada caso menos los mensajes a Esmirna y Filadelfia).
6.      Una promesa de recompensa (presente en cada caso).
7.      El refrán, “El que tenga oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
La elaboración de un cuadro comparativo de estas diversas expresiones paralelas es siempre de
mucho provecho.
 

LA RELACION DE LOS MENSAJES CON EL RESTO


DEL LIBRO
Como ya se ha señalado en otros artículos de esta misma revista, el Apocalipsis contiene tres
grandes divisiones que se revelan en 1:19, “  las cosas que has visto, y las que son, y las que han de
ser después de estas.”  Los mensajes a las siete iglesias conforman la división “las que son“, pero en
cada mensaje existen conexiones con la parte anterior – “las cosas que has visto” como también la
posterior – “las que han de ser después de estas.”
Cada mensaje comienza con una descripción de Cristo tomada de la visión de El en el primer
capítulo (“las cosas que has visto”).   Los detalles vistos por Juan se emplean para identificar a
Cristo en su condición de poderoso para ministrar a la necesidad de cada iglesia, o para juzgarla. Por
ejemplo, la iglesia de Esmirna era una iglesia que sufría y que pasaría por gran persecución
resultando con la muerte de muchos – “se fiel hasta la muerte”. A ella Cristo se identifica como “el
que estuvo muerto y vivió” (2:8). A la iglesia de Pérgamo Cristo se identifica como “el que tiene la
espada aguda de dos filos”.  Esta iglesia sufría los falsos maestros de “la doctrina de
Balaam” contra quienes Cristo vendría a pelear, justamente, con la espada de su boca. Hay en cada
caso una conexión directa y coherente entre la descripción inicial de Cristo y el mensaje que entrega
a la iglesia.
Así como todos los mensajes comienzan con una referencia a algo de la primera división, todos
terminan con una promesa “al que venciere”, en referencia a algo que se revela de manera más
profunda en la tercera división del libro – (“las que han de ser después de estas”).  Al que venciere
de la iglesia de Efeso, Cristo le dará de comer del árbol de la vida (mencionado en 22:2,14).  Al que
venciere de la iglesia de Laodicea Cristo promete darle “que se siente conmigo en mi trono”
(22:1,3).  Cristo dice sobre el de la iglesia de Sardis que venciere que “será vestido de vestiduras
blancas” y “no borraré su nombre del libro de la vida”.  Las vestiduras blancas se mencionan en el
7:9 y el libro de la vida se menciona en el 20:15.
Como podemos apreciar, hay una relación muy directa entre los mensajes a las siete iglesias y las
partes anteriores y posteriores del libro. Se puede decir que de cierta manera los mensajes forman el
corazón del Apocalipsis y que todo orbita alrededor de ellos. Los elementos visionarios del libro
cumplen una función de dar validez y fuerza a las promesas y advertencias de las cartas. Las
revelaciones del futuro sirven para animar y consolar al pueblo de Dios que sufre en el presente.  
Ningún estudio del Apocalipsis es completo sin una verdadera atención a estas relaciones.
El estudio de los mensajes a las siete iglesias nos permite oír “lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Nos dice que Cristo está con su pueblo, pues camina entre las iglesias y conoce su condición, sus
obras, sus logros, sus desafíos y sus faltas. En su mano, Cristo sostiene y protege a sus ministros. La
confianza segura que Cristo viene debe motivar a toda iglesia a ser todo lo que debe ser y a cumplir
su ministerio hasta que El venga.
 
NOTAS

[1] Richard C. Trench, Arzobispo de Dublin. Comentario de las Epístolas a las Siete Iglesias en


Asia.  Londres: McMillan and CO., 1883. p. 240.
 
[2] Idem.
 
[3] Edward McDowell.  El Significado y el Mensaje del Apocalipsis.  Nashville: Broadman Press,
1951. p. 36.
 
 
Jaime Mazurek B.

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