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Devocional de Hoy

El gimnasio de Dios

"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor."

(Efesios 6:10)

En nuestro día a día vemos personas que van camino al gimnasio para hacer ejercicios físicos. Van con su
ropa deportiva y su buena apariencia, pero muchas de esas personas aparentemente fuertes están
débiles espiritualmente y frágiles psicológicamente.

Así como el cuerpo necesita ejercicio de forma regular, nuestro espíritu necesita ser alimentado y
nuestra fe ejercitada. Si no nos ejercitamos nos atrofiamos, como sucede con la fe cuando no es
estimulada. Por eso debemos fortalecer nuestra fe diariamente.

Entonces, ¿cómo puedo fortalecer los músculos de mi fe? De la misma forma en que un atleta debe
levantar peso y trabajar al límite para mejorar en el deporte, Dios trabaja con nosotros permitiendo
desafíos en nuestras vidas que nos exigen resistencia, esfuerzo y fe. El principal suplemento para
nuestra fe es oír y leer la palabra de Dios.

En la Biblia nos fortalecemos en el Señor para poder soportar lo que se nos presenta para nuestro
crecimiento en Cristo. Jesús es nuestro entrenador y él no coloca más peso que el que podamos
soportar. Por eso debemos fortalecernos, enfocarnos y tener fe. Recuerda que él soportó todo y venció
al mundo. No hay nadie más fuerte que nuestro Dios.

¡Ejercítate!

No te olvides de sudar en oración. Habla con Dios. No escatimes los esfuerzos al buscar al Señor. Él
responde y ama a los que le buscan en espíritu y en verdad.

Crea el hábito saludable de leer la Biblia. Ella te hidratará cuando tengas sed por causa del peso que
cargas.

Haz ejercicio acompañado, esto es siempre mejor. Busca estar en comunión, participa activamente en tu
iglesia. Cuando compartimos nuestra fe, nos fortalecemos.

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