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El verdadero deleite en Él nos hace perder de vista lo que queremos para

anhelar lo que Él desea. El mandato de deleitarse en Dios aparece en medio


de esta lista que el rey David escribió en los Salmos como el antídoto para su
pueblo inquieto:

Conozca el destino de los malhechores ( Salmo 37: 2 )

Confía en el Señor (37: 3)

Haz el bien (37: 3)

Hacer amistad con la fidelidad (37: 3)

Deléitate en el Señor (37: 4)

Comprométete con Él (37: 5)

Descansa y espera pacientemente a El Señor (37: 7)

Dios nos creó con el anhelo de admirar todas las maravillas de quién es Él y
su excelente grandeza. Cuando te deleites en las excelencias de Dios,
comprenderás que todo acerca de Él es la respuesta a tus anhelos. Dedícate a
descubrir en la Biblia lo que Él revela sobre su carácter y formas y no puedes
evitar deleitarte en su excelencia.

El Señor quiere que inclinemos nuestros corazones hacia Él –– a inclinarnos


hacia Cristo donde descubriremos un gozo indescriptible. Santiago 4: 8
promete: «Acércate a Dios y Él se acercará a ti».

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