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Historias Infames Cristina Ravazolla PDF
Historias Infames Cristina Ravazolla PDF
Historias infames:
los maltratos en las
relaciones
\
l\\ilx
t¡-
ptnós
Buenos Aires r Barcelona ¡ México
Cubierta de Gugtavo Macri
ISBN 950-12-46?l-X
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Ínotcn o
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Aeradecimienlos l3 t
Prcf¿cio .,. . .... .. .
PróIogo............
15
l9
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Prinera parte
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o
l. I¡roducción
Las infamias puerlen cambiar, 26. Conceptos y definiciones relaciona-
o
o
t
dos con los abusos, 28. Apotes de los estudios sobre autorihrismo, 34.
Autuitarismo y génem, 35.
Tercera parte
Cuart¿ parte
Quinta parte
Ap&dice
14.Violacióninrasntirionial:unodelosabusosenelmaüinonio..........25l
Niveles legales, 254.
17.EnÍenamientodeterapeutasyotosoperadores......'.....'......'.....' 265
lS.Hacianuevasconvivenciasposibles.........'."..'......'.................271
Bibliografia ------ n3
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A ni ¡¡nrida, Gastótt, con quien reeditamos todos los o
días Ia hisnria posible dc unn relación de amor que
puede y consigw seguir creciendo, integranda errores !
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conflictos. o
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AGRADECIMIENTOS
ideas y recursos desde los conflicto$, como mis hijos Luciana y Gastón.
No alcanzo a expresarlo con palabras, pero me siento deudora de
todos los generosos comentarios y opiniones de estas personas que con-
tribuyaon a inspira¡ mis ideas y a organizar mis propuesms.
4. Bta autora mencion4 para ilustrar, ejemplos del biólogo molecular Francis Crick
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PRÓLOGO o
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En la novela El sueño de América la escritora pnnoniqueña Es- )
m¿ralda Santiago nos presento m personaje, América Gonzólez, u¡w o
mucu¡u de hotel que vive con su¡nadre alcoMlica y Rosalinda, su hija
d¿ 14 años. Conea, surwvio padre de su hija, es unhombre casado que
t
la visita con trecuencia y
y
le pega seguida.
América estó acostumbrada a
a no poder levannrse por los ilolores corporales que sufre a la mariaaa o
siguiente. Y ya sabe muy bien cóma dkimular los chichones y los mo-
o
retones con tnaquillaje, o cómo cambiarse la raya ilel pelo para cubrirse
el ojo negro. Aun4ue a veces se pregunta si ha perdido todo su au- I
torrespeto, América nunca actúa la posibilidad de denmciar a Conea, o
de terminar la relación o ilmplemente ü
irse. La altemntiva de huir es o
sólo vislumbrada plenamente cwndo pierdc la lealnd y el respeto de
su hija adalescente.
o
o
Hay en el mundo cienos de miles de mujeres como América González. I
Y aquellos que se percatan de estas situaciones de violencia se asombran
y pregunt¿il ¿por qué se queda?, ¿ por qué él le pega?,
a
¿cómo es posible
que la violencia surja en un contexto de amor? ¿El alcohol y las drogas o
están siempre involucrados? ¿Cuáles son los efectos de la üolencia en a
los hijos? ¿Hay algo que se pueda hacer? ¿Cur4les son los abordajes
o
útiles? ¿Y cuáles no son efectivos o perpehian el problema?
Una mirada a la lista de los capítulos que ofrece este libro convencerá e
al tector de que muchas de estas preguntas son coherentemente formu- I
ladas e iluminadas por la doctora Ravazzol4 con reflexiones y respuestas a
que avanum nuesfro entendimiento de la üolencia infafamiliar y abren
nuevos caminos de conceptualización e intervención.
o
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a
HISTORTAS IMAtvfES: LOS MALIRATOS BN LAS RELACIONES
cuidados que ellas aprenden, desde muy chicas, estimuladas por lo que
ven eu sus madres (Chodorow, 1978) a incrementar la ternura, la compa-
sión y la solidaridad hacia aquellos que les muestran sus carencias,
postergarido Ia conciencia y la satisfacción de las propias necesidades a
punt0 tal que e$ta actitud llega a convertine en un hecho ..natural" que
va má¡ allá de las oecesidades concretas de los hijos?
¿Aprenden ellas
por todo esto a que les produzca honor la sola idea de que alguien se
aproveche de la indefensión de otro?
Este rasgo parece ser un pilar de la continuidad de la especie: que un
adulto, individualmente, no sólo no abuse de la indefensión del cachono
sino que asuma la actitud de postergar sus necesidades para responda
a la demanda de ese oto ser humano que no puede autoabastecerse ni
manejarse con autonomía. Este pilar se sostiene habitualmente sobre los
hombros de mujeres. Pero por el mismo hecho de considerar ..natural"
esta capacidad de empatla y de responsabilidad por el cuidado de la cría,
no siempre se la reconoce como valiosa e importante ni se retribuye a las
mujeres con un prestigio social en concordancia con su función,
Sería deseable dar su justa medida de valor a estos especiales entre_
namientos empáticos de las mujeres y extenderlos a todos, hombres y
mujeres. De no ser así, el carácter automático de esa disposición a ayudar
termina siendo un rnandato social restrictivo para las mujeres. Eso,
sumado a la falta de reconocimiento social efecüvo de su tarea., les
impide distinguir, en cada caso, si quien les demanda atención está o no
en condiciones de hacerse cargo de cuidarse a sf mismo. Creemos que
esa disposición a cuidar, cuando se toma ilimit¿da e incondicional,6
ayuda a manten€r circuitos en los que algunas personas se desvían de
aprendizajes de resp€to por sf mismos y por el oüo.
Debemos asumir colectivamente la responsabiüdad de apoyar a las
mujeres-maüe para que ejerzan su autoridad como un poder activo y
positivo, también en la capacidad de poner lírrite a los erusos de que se
las hace víctimas. l¡s bebés, con el paso del tiempo, crecen, póro el
condicionamiento que ellas tienen no las deja negarse a ser usadas como
protectoras porhijos crecidos, maridos, pa&es, etcétera.
euedan funcio_
nando como si el orno siempre gatillara en ellas reacciones de cuidado
que las llevan a olvidarse de sí mismas.
10. En ests c¿so, mi interlocutora era la liceneiada en Psicologla Muía del Carmen
Fondó.
I t . Al final del libro ilustro, con ün cuento cofo, los riesgos de sost€ner este supuesto.
12. Escribe Mauricio Szusteren "Joumey''(€n castellano, '"Tr¿vesla", artfculopub.li
cado en Di¡pos¡:¡i¿, á merican loarruJofComparative andCttltural Swdies, vol. 18, n'45,
1993, University of MichigaD).
34 HISTORIAS INFAMES: LOS MALTMTOS EN LAS REIACIONES
o autoritarios.
defensivas tales como piquetes que enfrenten por la fuerza a los agreso-
res, difundir información y dar testimonios de la agresión, etcétera).
Todo esto, aun en las formas más siniestras del engaño -el holocausto
de los desaparecidosralo hemos conocido y padecido hace todavfa muy
poco tiempo, en estos palses nuestros de América laüna:
En el ámbito familiar, la sociedad no parece e$t¿r aún bien preparada
para poner en práctica defensas eficaces ante la violencia, ni a üavés de
sus instituciones ni a través de la acción concreta de las víctimas prota-
gonistas. A menudo nos enconlramos con que ni siquiera existe un modo
adecuado de nombrar las experiencias, como ocurre, por ejemplo, con
la violaCióñ infamarital, que las propias mujeres vlctimas ni siquiera
llaman "violación".
Algunos elementos del contexto sociocultural, como el no reconoci-
miento de la importancia del rol de las mujeres como f¿ctor y eje del
trabajo familiar, que aparece tan clarament€ en la invesügación men-
cionada antes, la impunidad de la que gozan conocidos toltuladores, las
imágenes degradadas de las mujeres tomadas sólo como objeto de placer
sexual que aparecen frecuentemente en los medios, la violencia "natu-
ralizada" pua consumo masivo de los televidentes, para citar sólo unos
pocos, son antesalas propicias para la continuid¿d de estos actos de
honor.
O
Un enfoErc de la violeneia familiar en su relación t
con las formas autorítarias de organiwción social o
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I
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o
El recorrido de estas páginas constituye un intento de abarcar -+n la a
teorla y en la práctica- el fenómeno de la violencia famiüar, establecer
algunos de los factores que contibuyen a su aparición, y determinar
o
cómo podrían implementarse políücas para su manejo. Refleja, al mismo o
üempo, la tarea de un equipo interdiscipünarz cuya inquietud compartida o
fue la de profundizar el estudio de la organización de la vida cotidiana
en ámbitos institucionales conelacionados enue sí, como lo son la
o
faudlia y la escuela, o
Estos estudios, que ayudan a contextualizar la violencia famiüa¡ o
-histórica y socioculturalmente-, nos llevan a pensarla como parte de
una estuctur4 y a ubicarla en el extremo de una lfuea continua que
o
abarca las distintas formas en que los seres humanos ejercen su poder y
o
dominación sobre oros. Asimismo nos conducen a enfocu el análisis de o
la vida famiüar en dos de sus aspectos: el stsrsMA oe cÉNrno y el stsmue o
cENERAcroNAr, y a profundizar algunos de los temas ligados a sus formas
organizativas, como la AUToRIDAD, el poo¡n y tas nnenqules.
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I . Preseiltado en el I Congruo ñgentim de Terapia Faniliu, Buenos Aires, en el. año
o
1985. E¡te ardculo no fue nunca publicado ni enüado para su publicación; asf y todo, se o
4if¡qli{ y cn¡sidero que continúa vigente en tanto pa¡¡orama en mosaico de muchos de
los desarollos posterior€s que he realizado sobrc el teüa. o
2. El coo¡dinado pol la doctora en Sociologfa B. Scbmukler, y cotstituido por la
licenciada en Antropologí¿ M. Savigliano, la licenciada en Sociologfa y Psimlogfa S.
o
Mest€r¡nan y yo, M. C. Ravaz¿ola, médica psiqui¿tra y t€rape8ta familiar, ha desanollado o
programas de investigación en la FIáCSO fugentina, ea las temáticas de las rclaciones de
autsid¿d enre la escuela y las familias, y el popel del gÉnem en est¡s relaciones. o
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o 40 HISToRIAS INFAMES: LoS MALTRATOS EN LAS RELACIONES
a Pr¿Nr¡o DE cuEsloNEs
o
o l¿s cuestiones básicas propuestas son:
¿Cómo definir la violencia tamiliar?
I ¿Desde cuándo se reconoce la violencia familiar como un problema
o Definición
o
o En un gupo social doméstico que manifiesta una relación cotidiana
y significativa, supuest¿unente, de amor y proteccidn existe .tiolencia
o familiar" cuando una persona, físicamente miás débil que otra, es víctima
o de abuso físico o psíquico por parte de otra. A los actos mismos se suman
o las condiciones en que se producen, que son de tal naturaleza que resulta
difícil implementar recursos de control social capaces de regular
a impedir esas prácücas, Ias que, por lo tanto, tienden a repetirse.
e
o ción gue de ella hacen sus propios miembros, aun con las posibles
heterodoxias resultantes.
o Desde el siglo pasado vienen registriándose denuncias aislad¿s acerca
o de esposas golpeadas e hijos malffatados, pero sólo en los últimos veinte
io
io a) que se produzcan ideas que proporcionen un sustrato teórico;
b) que estas ideas se transmitan y se reproduzcan en interacciones, y
o c) que los distintos sectores sociales las reconozcan como legltimas,
cos¿ que generalmente se expresa a través de esúucturas.
]O
o Así y todo, podemos creer que el discurso autoritario es difícil de asi-
ra milar y justificar, ospecialmente pma los oprimidos.
o A fin de exarninar con ¡nayores precisiones los rasgos de este dis-
e nuestra cultura.
No cabe pensar que este análisis del discurso autoritario agote las
o explicaciones posibles en torno al autoritarismo. Nos hallamos ante un
o discurso que necesita apoyarse en fenómenos com '.r.ion¿¡ss? que fa-
t manos. Pa¡a aceptar este aserto, es preciso creer que hay diferencias
jerárquicas enüe rasgos distintivos "esenciales" y "naturales" (como el
o sexo, la raza, etcétera), o bien sacralizar otras diferencias (creer, por
o ejemplo, que "el que sabe", el que tiene más accesos porque posee dinero,
o 7, J. J. Brunner menciona los fenóme¡os comunicacionales como uno de los pilares del
autoritarismo; tambié¡r los contenidos del discurso, asl como
*el
o disciplinamiento''.
o
'?UERTAS ADENTRO": ¿REFUGIO O TERROR? 45
8. Elitismo: atribución ubitrmia de valores, que son definidos desde los que ocupan
lugares jerarquizados, quienes tambi&r definen las reglas de accesoy penenencia a lales
venicales o piramidales con
¡eiarquias. Serialismo: concepción organizacional en escalas
un solo polo superior que da lugar a competencias y no a solidaridades (concepto que tomo
a panir de un desanollo de Nelly Casas, periodista argentina)' También se llaman -'en
lógica formal- "o,pciones disyuntivas por oposición" a las conjuntivas'
46 HISTORIAS TMAMES: LOS MALTMTOS EN LAS RELACIONES
hombrc dando papilla a un bebé, rcdeado de sus otros hijos, Una nena que está a su lado,
de pie, lee en voz ala: '?apá, aoá dice que con cada cucharada que le das, estás defor-
mando su modelo de identificación sexual"... Cada ve¿ m¡ás l¿rs uiriras posmodemas a las
concepciones eserciali$ta¡ van demostrando.la confusión entre las funciones familiares y
el sexo de los padres. Pem, an la Argenüna, en 1985, es¿s esencias tenían bdavía gran
predicamento.
HISTORIAS II,IfAMES: LOS MALTMTOS EN t-AS REL-AC¡ONES
o
o La persona abusadora no puede controlarse.
I-a persona abusada es inferior.
o Ioms La familia debe mantenerse unida a cualquier costc.
o
o Están reificadas. Se consideran por encima de las
o Esrnucrunns personas. Mantienen una organización con jerarquías
o
o
o 2. En oto ardculo de estaobn, "'Dobleciego' o 'No vemos que no vemos"', se describe
la perturbación como uno de los pasos necesarios pam produci¡ cambios en los sistemas
o autoritarios tales como los que padecen el pmblema de la violencia famili¿r.
o
EL C]RCTIffO DEL ABUSO EN EL SISTEMA FAMILI,AR 5 ?
Actores
o con organización muy estable y rígida, como lo son los sistemas auto_
ritarios y el sistema de género.
o Por lo común, los sistemas sociales se han tipificado en tanto tales
o sobre la base de tomar como criterios distintivos las diferencias entre
sus
o y el autoritario- tienen,
de género
en ese sentido, una estrucfura comparable, ya que
5. Algunas de estas ideas, propias de los sistemas autorifarios, se describen en " 'Puefas
adanno': ¿refugio o tenor?" -.capftulo 2 de este volume& en el que se desarrolla la relación
enEe la violemcia familiar y los estudios sobre sistemas autoritarios-, y también en
Ravazzola 1987.
62 HISIORIAS INFAMES; LOS MALTMTOS Et\ LAS RELACIONES
o anula tanto
a 1.1i]ÍjT^1T T ll x 6e Eudefine
porenctatmente amenaz{nte:
por ta negativa y tíende
,rl4t6 no
at inñniro, lo que ta hace
es nunca comparable al de X. Si el paradigma
de
o "lo humano'queda insarado en el hombre -x- y la mujer queda marcada
otro"' ho x", el desrizamiento valorativo ente una categorfá y oira se proouce
como ..ro
o fácilrneote.
o
EL CIRCUITO DEL ABUSO EN EL SISTEMA FAMIUAR 65
esencid superfluo
real ineal
público
mundo mundo privado
masculino femenino
verdadero falso
sano enferino
esoísta altruista
individualista cooperativista
racional emocio¡al
competitivo solidario
hetefosexual homc'sexual
. Descontextualizacioness
formas de organizar el discurso (y el pensamiento)
-Son en frases y
palabras con implícitos que elimin* .rf*nriu,
at * .omí..quién es el
o EN LAS RELACIONES
a raborsade.o,,'.,ioro,¿flJo'ixTJl#:TÍ$,.o:fl
tr*:il.Jil'"::
o dantes, cuyos propietarios preferían qo.r,
o-d.rr.h*-*t , qo. ioon_
o dar el mercado con ellos y bajar sus pricios. El uabffiilrr,i.o ,. pug.
a en zonas urbanas entre ó00 y g00 dólares por mes. Áúo ,rno,
rurales oen países vecinos, como en Cnü,
,oo.,
o el hemisferio norte la cuesti *t'l
OouOe se hffi
"o
mitad. En
distinta: hay gran demanda de
o trabajadoras domésticas ,o'lT I
a servicio es,uy. .o,,o,o.
:.hi::l1l*:Tl*J1ll lT:hil:
objetivo, normal, natural o esencial?
o ,,
fol intenoqantres surgen apena$ recuperamos el
contexto, ya que con
o él recobramos la incertidumb
o ¿. ro,
"r,m,otos;¿s
;;"ffitiill: trfi'ffi:;Hf; [l*lj:n:
t¿s en los sistemas cogrritivos estables.
o
o Io¡es y cnrnncr¡s
o pRoprAs DE Los
srsTEMAs AuroRrrAR¡os
o
o - "Los grupos son eficaces cuando siguen aunjefe. Alguien
estar al comando.'l
tiene que
:o
EL CIRCI.]ITo DEL ABUSO EN EL SISIEMA FAMILIAR 69
lamujer." "Puede controlat sus emociones, usar una cabeza más frfa, más
racional."
- "Los expertos saben más y los oüos deben entregarse."
- "Discuti¡o disentires peligroso, ohaceperderel tiempo cuando bay
que tomar decisiones."
- "Quien es superior y rcsponsable es quien debe ser obedecido y tiene
derechos sobre sus subordinados."
-'T.as organizaciones de.ben ser verticales o piramidales" (el que
sostiene est¿s ideas es el principio serialista autoritario).
- "Las familias son más importantes que las personas."
- "No es bueno meterse en los problemas entre marido y mujer. Es
preferible que los arreglen entre ellos."
- "[,a privacidad familia¡ debe ser respetada."l0
Algunas organizaciones son sagradas e incuestionables: por lo tanto,
no cabe contextualizarlas.
- "Nadie tiene derecho a intervenir en algo que me ocune con tttt hijo
(o 'con ur mujer')."
- "En mi casa mando yo. El dueño soy yo."
10. Sin ernbargo, frases como éstatienen v&lor real en cóntextoo especllicoa, donde la
ley ampara Ia privacidad por.ejemploanlE intomisiorcs ilegales de fuerzas piblicas en
domicilios privados.
70 HISTORJAS IMAMES: LOS MALTMTOS EN
LAS RELACIONDS
La enumeración y
. el análisis que siguen se centan en las
ticas que con mayor frecuencia comparieo
caracterrs-
tu, p"rron* uüusadoras y las
personas abusadas, y las actitudes
de los tercerós, testigos Je h situación.
Se examinan abora más detalladamente con ,f oUirto-¿, pron ndirdus
y debatir hasta qué punro puede supo*.
qu. ,o.r;*p;á"n u p..roo*
pertenecientes a una raza especial.
O haü quC p*to,oo más bien
formas exremas de tendencüs lamentables
pamos.
d;il;;; Loos partici_
Persona abusadora
o
o
o
o 72
o
HISTORIAS NFAMES: LOS MALIRATOS EN LAS RELACIONES
o c) Centralidnd
t "Mi criterio es el que vale. Para eso los homb¡es tenemos más calle.
más experiencia
a "Las mujeres necesitan una mano ñ¡e¡te a veces."
a 'No puedo contener mis impulsos si ella me provoca. Sabe qu€ no
I
daño que tienden
a no tegistrar o a minimizar. Su socializacién fi¡e
orjentada a tomar en
t cuenta primordialmente sus propias pasonas _sus necesidades
ses-, sin desanollar al mismo üempo las cualidades empáticas que
e intere_
o d) Control
a - 'No le voy a tolerar desplantes delante de mis amigos. Tengo que
o del3gtrarle clamrnente que el que manda acá soy yo.,'-
e) Autoridad
En nuestro sis8ema social, las mujeres no están acostumbradas a verse
como figuras de autoridad en su propia familia. Los hijos, al llegar a la
adolescenci4 cuestionan el supuesto de la familia a cargo de dos
personas adultas y con igual statas jenárquico: desafían abiertamente la
autoridad de la madre, particularmente en lo que hace a las obligaciones
relativas al área de la organización doméstica, que identifican con las
funciones maternas, mienhas siguen considerando al padre como au-
toridad familiar. Es habitual que la madre haya delegado los atributos
concernient€s a la autoridad en el padre, fiel a lo que se espera de ella
como proveedora de afecto, clima emocional positivo, cuidados, bie-
nestar, etcétera. En la socialización de las mujeres, estas cuestiones
colisionan con la práctica de la autoridad. El padre es visto, general-
mente, como el "real" jefe de la familia, en quien reside la autoridad
"real": es la persona "realmente" importante, cuyo sueño y cuyo humor
hay que cuidar por encima de los de los demás. La propia mujer sostiene
la figura de autoridad del padre, en tanto represent¿nte familiar que la
sociedad percibe y toma en cuenta. Y en e¡ momento de rcivindicar su
autoridad matema, hace mucho que los hijos y el marido se han dado
cuenta de que ella no ocupa ese lugar, y ya ni la escuchan.
El marido cree entonces que él es la única autoridad farniliar. Y acaso
'74 IISTORIAS II\TAMES; LOS MALTMTOS
EN LAS REIACIONES
a) Incoüicionalidnd
en que son socializadas, las mujeres
..^,1_ol aprenden a dar
valor ".TTro.
a actitudes de
incondicionalidad hacialas
Forma parte de los requisitos
necJát, Ur lo, onor.
su disposición a la matemida¿,
q'e ta cultura l;";;r;"b;;r- asegur¿n
que intervienen en ella. Pero, adenás, depende del contexto en el que esa
relación tiene lugar.
Este es un teneno de fuerte confoversia denffo del pensamiento
político y, además, de enorme impofancia, por cuanto determina las
intervenciones de los operadores sociales convocados pata actuat en
situaciones de abuso familiar.
Podemos explicarnos la indefensión y la falta de poder de un niño
abusado, pero es más diflcil comprender por qué una mujer adulta sigue
conyiviendo con alguien que la maltrata. Es fácil y cómodo pensar que
o
o
EL CIRCUITO DBL ABUSO EN EL SISTEMA
FAMILIAR 77
en bombres y en mujeres'
Estos ejes de socialización, tan diferentes
parciales y
rcJ* negativos cuaRdo son rígidos y reduciivos por sei
muj eres por
frufi*t pof'*it.Oos en relaciones de poder distintas para las
un hombre y una mujer
un lado y para los varones por el otro' Cuando
,onuiu.n,'tt probable que, en las complejidades de la organización
doméitico, crianza de hijos, aportes' gastos' relacio-
"iilii^u-oi¡orl
nrs *n fu* fa*ilias de ambos, etcétera- tengan que dirimir cuestiones
;;; q"" no siempre están de acue¡do' Entonces' es evidente que el
para sostener su propia
varón eitá mucbo mejor preparado que la mujer
en
posición en el conflicto, ya que la mujer ha sido entenada para tomar
L"i..1 p-t ¿e vista de é1, tal como él mismo' En estos
casos' habrá
potio *t'n*o.s votos a favor de é1, y tal vez uno' o ninguno' a favor
'de al hombre dos a
ella. El poder -de este modo- se declara favorable
cero o tres uno. Entendemos que esto no refleja las reales capacidades
a
juicio crítico ni- para. asumir un criterio
de ella para ejercer su propio
'St ejercer
p*p¡o traü, más bión, iel hecho de no hallarse habituada a
po¿.t, lo que en la práctica funciona como si no lo tuviera
i*
-'Coan¿or.
roltivanñhcionesdeamory separticipadeconversaciones
diferencias pueden
Oan espacio a dudas y opciones' estas
iguutitariut qo.
para
t!rn.tor*t. y convertirse en cambios operativos' beneficiosos
todos, superando los condicionamientos culturales'
están
En las familias que nos preocupan aqul, las conversaciones
de poder
plagadas de dogmas y certJzas, con lo cual las diferencias
que los protagonistas más o menos registran'
i*"*i- uuototlpetidos,
ilr
t 80 HISTQR¡.AS INFAMES: LOS MALTRATOS EN LAS RELACIONES
h
if Interacciones
h Por un momento, el examen de las idbas deja ahora paso a las irrter_
p acciones.l-og tetapeutns pueden observa¡ habitualmente, ert su presen-
p cia, gestos, frases o acciones que conllevan abusos y malos tatos más
,r
,o
tiene un hijo de 4 años como el de ella, a buscar ayuda para su marido
drogadicto y violento. La vecina de lajoven es la que paga el colectivo,
se queda con- los niñoscuando las cosas se agravan, se preocupa y percibe
:f los daños y la necesidad de ayuda. La joven vecina se muestra malhu_
ro morada" ataca de palabra a la psicóloga que la eDhevista, y parece
,f bien la descalifica.
Las actitudes de maltrato que con mayor frecuencia se observan de
il parte de la persona abusadoral4 para con la persona abusada
t
son:
o
o 14' Algunas de estas acütudes fuemn ya mencionados al consignar
sadas en los discursos autori¡arios.
las ideas expre-
.
t
EL CIRCUNO DEL ABUSO gN EL SISTEMA FAMILIAR 8I
a) Globalizaciones
Consisten en el uso de una sola palabra para denominar unidades
complejas. De este modo, se trat¿n como si fueran unidades simples, "la
familia, nosotros, ustedes, el pals, América, Europa, Ia Argentina".
Las globalizaciones enmascaran diversidades, conflictos y conhadic-
ciones entre los componéntes de la unidad global, cuya complejidad pasa
asíinadvertida, y generan emociones y acciones también indiscriminadas
y en bloque (Thorne, 1982).
I 5. Para poder ilustar estas formas de inte¡acción sólo se consignan algunos de estos
Estructuras
17. E. Goffrnan ( 1992) analiza esta caracterlstica propia de instifuciones que él llama
'totales": hospitales psiquiátricos, comunidades terapéuticas con internación, intemados
escolares o mili¡a¡es, algunas famili¿s, etcétera.
EL CIRCUITO DEL AEUSO EN EL SISTEMA FAMIIIAR 85
19, Una autora" ya clásica en l¿ temática de las mujeres golpeadas, I¡onore Walker,
denomim "slndrome de iddefensiñn aprendifu al conjuno de conductas que llevan a la
mujer a no dar pasos en su propia defensa" y a permitir que el abuso continúe".
20. De modo similaral de las reflexiones sobrc la klentidad que popotte Gergpn (1992),
se advierte que las pasonas despliegan distintos s¿lr¿s (véase la nota 3).
rt
o
o
EL CIRCUITO DEL ABUSO EN EL SISTEMA FAMILIAR o
t
81
hagan cargo elloc de ese honor. Lo que debe bacerse' más bie& es hatar
de-rlevolvirelmensaje angustiosoylograrque ese mensajehagaimpacto
o
en el sistema familiar. t¡
pertBrbe. Esto es parte del arte de la terapia' a
Una típica emoción que circula en estos sistemas es la vergüenza'
bace algo
a
Pero en lugar de sentida A1, que es quien verdaderament€
vituperable [vergonzoso], advertimos que el que la siente es A2' En o
efecto, A2 padece una sensación sutilrnente semejante
a la vergiicnza e
ajena qte ixpimentamos cuando alguien de nuestro grupo' o a quien o
tros unen lealtades o amor, comete un acto iudigno'
La persona abusada siente genuina vergüenza y suPo.ne
que hizo o o
está haciendo algo que nadie debe sabel. En estos casos,
la incongruencia a
consiste en que un sujeto asume una
.
emoción que "debería" senth otro'
qu" esa emoción es ajena' Las mujeres y los nifios
o
pero no .tgitt
y
ubusados citen g"nuinamente que están en falta esto les impide,
o
muchas veces, hablar francamente con oüos sobre Io que están viviendo' a
En cuanto a los p rocesos, catr- pensar que los rciterados mensajes de a
condicionamiento de la pertenencia, y de justificación de la dominación,
por
o
al no ser suficientemente examinados sino más bien reforzados
culturales socializadores que defienden y elsalzan la "Fami- o
mensajes
lia" y il lugar rtel "Padre", crean el sustato emocional para un estado
de I
nance trlpnOticozl que el abusador activa con sólo algunas señales
cerebro" de los
o
disparadóras y que fiineiona al estilo de los "lavados de
de torftra, Estos procesos provocan un estado tal en las
o
sisiemas
vlctimas, que se cienan a influencias capaces de favorecerlas' Como
se t
ha visto, a veces sólo quienes han pasado por el mismo trance üenen la
o
llave para conectarse y hacerse escuchar por ellas' De ahl la
la participación de las mujeres golpeadas y los niños abusados
utiüdad de
en grupos
a
ae patts. Con ello pueden lograr aprender a revertir esos mecanismos' o
y a defenderse de las inducciones a través de procesos casi educativos ¡
de resocialización. t
a
o
a
o
21. Información citada por el doaor Reynaldo Pomre en el Congreso
de Toapia
pamiüar orgatz¿¿o por h Áociacidn sistémica de Buenos Aireü Mar del Plat8, Argen- o
tina, 1994. a
a
o
*NO
4. "DOBLE CIEGO" O VEMOS QUE NO VEMOS"T
l. Iá expresióo "dobl eaego" -donblz blinden el original inglér (von Foerster' 1994)
¡Dunta a u; fenómeno emanado de la capacidad bumana de construi¡ realidades sin
dirivartas de las posibiüdadés prceptivas: 'ho vsmos que no vemos'. A sabiendas, se
buscó aproxima ü frase doubl¿ bliü ("dr¡ble ciego") a tuuhle biü
("doble vlnculo"), de
lo oue rcsulta una frucdfem metáfoa explicativa de fendmenos psicóticos' propuestr por
Bieson y el grupo de investigadoru del Mental Resea¡ch Institute (MRI)' Palo Alto'
Califo¡nü en loi comienzos de la consfucción de las teorlas sistémicas. La a'estesia
recursiva a la que alude la metáfora "doble ciego" se sustenta-en numerosat pruebas
biofisiológicas acerca de la ligazdú entfs ilusion y percepci64 en firnción de Ia ¡nodalidad
cocnitivalonst¡uctiü$a del ser huma¡o. El autor toma como ejemplo un ejetcicio que
deíruestra, en oftalmologla, la exist€ncia de un "punto ciego ' en la letina' El ejercicio
comi$e en ac€¡car un papel con una mancha y una cruz dibujadas' hasta que el sujeto -un
oio ta¡ado y el oÍo enfocado en la cruz- deja de ver la mancha. Explica por qué no sólo
no vemos ti mancha, sino que '!emos" la hoja blanca. Eso demuesra que no podernos
que no es tal'
registsa¡ que no ve¡nos porque nuestra "[¡ente" consÍuye una cohaencia
Eiisre uná disconünuidad perceptiva pem c¡eamos la ilusión de una continuidad'
2. Recotdemos que las ideas constituyen una categorfa importante enfe las desc¡itas
en el esquema del ab¡¡so (véase el capltulo 3).
HISTORIAS INFAMESI LOS MALTMTOS EN LAS RELACIoNES
I Un chiste.
o Tal vez sea rÍtil, como muesüa, volver a mencionm y describir con
mayor cuidado uno de esos frecuentes e in¿dvertidos trucos, el que da
I su nombre al problema. En efecto: para hablar de este tema empleamos
ü
"DOBLE CIEGO" O "NO VEMOS QUE NO VEMOS" 93
FAMIUARES
ANEsresIAs QUE FAvoREcEN EL MAüRATI EN LAs RELAcIoNES
Para analizar cuáles son las anestesias propias de cada uno de los
ahora
actores y cómo es posible que ellos no vean que no ven, retomamos
el esquema del circuito de la violencía familiar't
En la violencia familiar se producen -como queda dicho- circuitos
como acto'
repetitivos, y en ellos participan por lo ¡nenos tres inst¿ncias
o
o - cree en los efectos positivos qu'e el amor incondicional fendrá
sob,re la persona amada: "alguna vez, con amot, ella va a lograr
o cambiaflo";
o - cree en la generación espont¡ínea de reciprocidad en el trato: "si
o -
yo lo trato bien, lo atiendo, él tiene que darse cuenta y cambiar";
cree que vale más tolerar y aplacar que defenderse, y que si
o muestra algo de su fuerza o su poder puede "provocar" m¡ís al
o marido y agravu la violencia: "si lo enfrento, se pone peor";
a - cree que ella es quien tiene que aliviar el malestar de él: "como yo
estaba camada, no lo acompañé y ahí él se sintió muy solo";
o - cree que ellano tiene ningún poderpara cambiar las cosas: "intenté
o de todo, pero yo no puedo con é1. A veces, si le habla mi padre,
o él se calma. Pero a ml ni me escucha"'
o en general, sólo que üenen en cuenta las de los otros antes que las suyas
o 8. Segfn conceptos mencionados por muchas autoras, enre ellas Rachel Hare-Mustin,
o
"DOBLE CIECO" O'NO VEMOS QIJE NO VEMOS" 91
üt"i.i .t"s
¿. -"rtÉadores óambian. y tiónden a eguipararse' cuando los golpeados son
sexuales sobre ¿dultas y sobre niños. Alll loa vioimarios son, oha vez, mayoritariamente
masculiros.
a
o
o
t
'DOBLE CTECO" O 'NO VEMOS QUE NO VEMOS"
t fanílíae.
b) La terapia familiar sistémica propone, como Écnica, que los
I terapeutas familiares se ocupen y consideren rfnicam eüe "lo que íafami-
lia les üae como problena". Desde este punto de partida, cate rupon",
o lafanilin dentncia cono problema_
que -con ese sólo guiarse por lo qu e
a se alcanz¿ "objetividad" y neumlidad política. pero..no vemos que
no
o vemos" que todos los miembros de una familia no tienen igual capácidad
o que ella, otra vez sonriend{, intervenía p¡¡ra confirmar que nunca
-
a había sido buena como ama de casa, y que todo el desastre que el marido
enumeraba era por su causa, que no sabía cómo aüeglarse cuando la
o muca¡na faltaba.
o Este pediatra, lejos de negar 10 que "ven', percibe su propia confusión,
o y esas afirmaciones. Siente que, $i se guiara por las palabras del señor
A y la señora B, podría pensar que es problema de ellos, sin confrontar
o el relato con loque él piens4 y evitar así incomodarlos. Si sigue esalínea,
o también puede pensar que, en definitiva, ambos -A y B- se muestran de
Algo muy diferente puede suceder, con un objetivo más justo que
incluya una mejor calidad de vida para todos -mujeres, maridos y ni-
ños-, si los krapeutas consultados son capaces de llevar adelante el
proceso de generar conversaciones diferentes, al modo del pediatra,
registrando y enfrentando lo que molesta, y persistiendo en la posición
de no negarlo.
No es fácil. Todos -aun la propia víctima* pueden enúar en la com-
plicidad de los abusos y volverse doblemente ciegos: creer que bay que
aplacar, sílenciar, esconder, minimizar, para no molestar a los actores
protagónicos ni a sí mismos.
Necesitamos una co¡exión reflexiva con las emociones, que estiín
ligadas con nuesftos valores y principios éticos, para hacer lugar a los
conocimientos (perspectivas de socialización de género, efectos de las
desigualdades jerárquicas en los sisternas autoritarios, técnicas y jue-
gos comunicacionales, etcétera) capaces de orientarnos sobre la manera
de poner límites efectivos a los hechos nefastos de la '\¡iolencia fam!
liar". Estudiar los fenómenos comunicacionales del autoritarismo y
analizw las formas de socialización que ptoponen estereoüpos, tanto
para los varones como para las mujeres, ayudan a poner en evidencia las
anestesias mencionadas y a que, entonces, diferentes agentes sociales
(médicos, abogados,jueces, policías, asistente$ sociales, etcétera) puedan
también reconocer e identificar aquellos factores invisibilizadorcs es-
pecíficos que pertenecen al campo de sus propias profesiones,
o
o
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I
I
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Tercera parte a
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o
5.INCLUSIÓN DEL HOMBRE ABUSADOR
ENLA TEMPIA DE LA VIOLENCIA FAMILIAR O)
Cr.: Voy a pedirles que me cuenten qué les ha parecido esta consulta.
C.: Bueno, piden una entrevista, , . consultan bs dos porqae üenen un
problcma que los preocupa. En algunos momentos tienen episodios de
violencin muy importantes. Quisieron ver la eausa, ver un modo d¿
cambiar, modificar.
Cr. (a Fina): ¿Vos llamaste por teléfono y peüste una consulta?,
¿sobre qué pediste una consulta?
o
o
INCLUSIÓN DEL HOMERE ABUSADOR EN LA TERAPI.A O) III
t
F,: Sobre vialencia familiar Nosotros anteriorm¿nte nos habíamos t
ttegado aun jugado de me¡wres. Habíanos ido los dos iuntos, o sea que I
Ios dos tws dinos cuenta dc que necesitüanos algún tipo de ayuda'
porque nosotros sohs rw poillanos solucionarlo. Hetnos llegado a la I
conchnión dc que esto así no pueile seguir, Pewamos que si llegarrcs o
a solucionarlo, podemos segúir con nu$tra rclación, y si no, pensamos o
en cortarla. Desde nuesfio punto de vist4- Ia relacün se hobía tornado
dennsia.do violenta. No nos peganms siempre, pero ctnndo llega el
I
momento en que to podemos conlenernos, no$ matonos' o
C.: Ilsteiles me habínn dicho que sabíancwánlo iba a producirse el a
epi.sod.io de violencia...
F.: Sí. Sabemos que ese mom¿nto va a llegar. La sabemos, cómo va
o
a ser; es mtís, sabemos qw estamos en ese momento,pero no podemos o
evita¡lo. Mi esposo üce que "lnsta puedo olerlo". o
Percibo el clima tÉnso y lo diflcil que es hablar del modo en que
o
suceden conoetamente las cosas' Percibo el esfuerzo que hacen Fina y
a
Celia para transmitir una información que no hiera a Julio. Tanteo si el a
lenguaje en plural no es el código que ellas esu4n emple¿ndo para a
proteger a lulio de senthse mal, y a todos, de su reacción en ese caso.
o
Cr.: A mí, la descrtpción'.. (como pensando, a Fina) Esnís ndo el o
tiempo lwblanilo como de los das. Nome queda claro qué es de cada uno' o
Por ejemph, no me queda claro si el descontrol es de ambos ni en qué
a
sentido.
J.: E¡ de ambos el descontrol, o por lo nenos ninguno tiene la a
capacidad dz controlar aI otro o d¿ evitat esa sitwción' o
Cr.: ¿Cómo es, Julia?, ¿vos podrías contanne wr episodio ile lo que o
llantís violencia familiar ?
I
Desde aquí y por 1a oportunidad que é1 me brinda al responder, le I
pregunto a é1. Le pido que él cuente un episodio, desde é1' Fina hace o
ademán de querer empeza¡ a hablar.
o
Cr. (parando a Fina y dirigiéndose a Julio): Ella ya te va a ayudar, I
pero por ahora no quiero quz te ayude' o
J, $rosigue) : Por ejanplo, se tienen que dar algwas circunstancias
para que proútzcan esos episodios.
C
se
a
I
o
o
o
ir ll? HISTORIAS IMAMES: LOS MALTRATOS EN LAS RELACIONES
io
.t Cr; Por ejemplo, ¿cuóles?
J,: Por ejemplo, a lo mejor yo, por mi pa,fe, tengo un mal estado de
,l ónimo por algún otro problema, independiente de lo nuestro, de pareja.
o Algún problema de tabajo.
a como urut entilail colectivq como si entre las dos fueran una solo.
o Mírar s e cada mo a sí mismo va a c o starle s,.. p orque eI,' noso tro s,' e st tí
muy fuerte. Pane dcl trabajo que yo creo que los puede ayudar mucho
o a aprender a controlarse, a evitar que suceila la barbaüdad que es un
a episodio de violencia, conskte en que caila uno pueda cenffarse en
I pensar "a mf me pasa tal cosa" . Por eso estoy pidiend,o a cada uno el
a
en
elco¡reFesolnr€m¿ciwaldeTaapiaFamiria¡. Bue¡os Ai¡es, I9g5 (capítuio 2 del prsente
volumen). El ace¡to está en la importancia de desentañar .trucos; del tenguije para
o permitir que cada actor tome conciencia de lo que hace.
I
o
INCLUSIÓN DEL HOMBRE A3USADOR EN LA TERAPIA (I) 113
Julio hace una pausa y la tensión vuelve a quedar entonces sobre mí.
Si pregunto en forma muy directa, estoy provocándole malestar. Si
üluyo la molestia al pregunt¿r, estoy acordando y validando su modo de
armar los ftrgumentos.
a como una función, como sí supervisara esa situación entre las dos. No
o sición
no
Yo nuchas veces he razonado dos posibilidades de vivir cuandn
nos entendemos, Cuand,o es imposíble, en algunas ocasiones, en-
o tendemos, yo opto por impanen
o L'. No sirve.
I
a
o
INCLUSIÓN DEL HOMBRE ABUSADOR EN TA TERAPTA G) I I?
En esta larga lista de "hucos", Julio está hablando de que siente que
él tiene que parar, pero no significa de hecho que se hace cargo de esto.
Está protestando porque piensa que los demás le adjudican esta respon-
sabilidad. Una afirmación de ese caübre, si fuera asumida por é1, tendría
una consistencia en las actitudes, que todavía no se advierte. Habla como
en uÍ tono de recítar una lección, y un poco enojado.
Cr.: ¿l,o sentís porque alguien te lo dice o porque pensás que es así?
J.: Primero, porque hc de aporfar mí parte para parar esa situación
que no es conveniente.
Cr. (no convencida): No se me hace muy claro, ¿lo decís porque
penuÍs que es así, que vos debés parar?
I.: O por Io menos, que debería aportar, y por lo menos, que debería
pararla ruis que aportar. Pararla mds que nada porque no vivo en mí
casa sino que vivo: en la casa de mis viejot.
Cr.: Esto último no Io entíendo...
I 18 HISTORIAS INFAMES: LOS MALTRATOS EN LAS RELACIONES
I qaé hacer para que no suceda. Entoncesyo le dije: ,,No me vas a pegar,
no quiero que ne pegues", Y baeno,., no se lo dije así. Como estaba an
a poco histérica se lo dije gritanilo. Y bueno... Mi histeria, Io puso mós
o histérico. Y bueno... pasó... ne golpeó. Y yo ffaté de ¡lefenderme. Me
o de que mi hija esrd allí y que nosotros no podemos paro r esa situación
nosotros mismos, mc hacer pensar que ella (la niña) nunca nos va a
o respetar como padres. E¡ una situación 4¡¡e nosotros provocumos y que
Cr; Desdemí, por lo que vi hasta ahora, es tnn suerte que vivan con
otras personas. Ustedes, no sé por qué, por ra?.anes económicas, están
122 HISTORIAS INFAMES: LOS MALTRATOS EN IAS RELACIONES
Juüo apela a una alianza con Fina, que no la deja concordar conmigo.
t
oportunüad de decirte que vas a darte esta explicación, vas a dafte
cien,
antes de hacer pie y decir: "yo soy responsable, no ella" yo,'.
liÍíentras
3 tanto va a ser rwponsable : ,, Ia histeria ile ella,, ,,to que
,
te.provoca", " qae ella no para", .,qae el desconffol de los
ella hace que
o de menores.)
L: Debiéramas tambiéru.. Se presenta como un deber para nosotros,
a - Cr.t Exacto, porque desde Ia persona que ustedes o*on, ,rruprron
o la
_sennción
¿lel hanor que es que etk veá al papá y a la
mamó en algo
t no vuelva a
s1c1d1r, ustedes tienen que trarrsitar un proc"soirrfuáerarnente
fuerte
o (a Julio) de hacerse urgo, y uor (a Fina) Enés qae hacer un proceso
mal consigo mismo, se le ponen los ojítos rojos y sufre con lo que éI
rnismo se esai diciend.o, y animarte a dejarlo que sufra, no a calmarlo
para que no se sienta maL
(Sigue dirigiéndose a Fina:) El ilene que sentirse mal para cam-
bínr esto. ¿Me entendés lo que te digo? Es d.ifícil, pero es así. Cuanila
él sufre, te pasa lo que Ie pasó recién a Celia Decís algo para que se
calme.
É1, Julio, entonces, cree que no puede hacerse cargo de lo que se está
iliciendo a sí nismo, que no va a poder aguantarlo.
F.: ln que me pa:ia es que tengo que protegerlo. Por más que me
pegue. Después él se pone así. Veo que no e s una persona mala y me dan
ganas de protegerh.
Ct.: Ia que pasa es que así no mbés a quién protegés: si al pegador
o aI noble, No sabés. Mientras no Io sepas, es mejor que w Io protejás,
que él se lnga cargo d.e su suftimiento.
(Sonriendo a Fina:) No puedo convetrcerte.
(A Celia:) Yo no voy a lograr convencerla, porque esto lleva cierto
tiempo para pensarlo. Lo prímero que les diría es que escuchen y que
ln próxima vez converxen con vos sobre Io que escucharon, y lo que
fuspertó en cada uno, lo que cada uno se oyó decir a sf mismo. Uno del
otro. Otra cosa que te d.iría avos es que no te sientas obligada a que los
das vengan a toilas lns entrevistas. Va a ser muy ímportante que algunas
entrevistas se realicen solamente con Fina, y otras, sólo con lulio. Si en
cierlo momento te parece bíen, incluso, es esencial que ellos escuchen
y participen nuis de algo que sí puede ser muy fuerte para ambos, que
es Ia miradn d.e latuna. En ese caso, podés cítarla con tranquilüatl. Lo
terrible en la vida de esa nenn no es lo que le pase aai tino lo que le pasa
ante ese típo ile episodio, cuandn el papó se descontrola
C.: Yo creo que sí, y que los dos tienen mucho deseo d¿ cambiar. Creo
nmbién que tienen un buen pronóstico.
Cr .: P ero no tenés que pelear por el buen pronóstico. Ellos tienen que
pelear por el buen pronóstico.
F.: No sá ustedes se entíenden, nosotros no entendemos. Venimos
buscando ayuda. Si la encontramos, hien y si no, haremos de otra
manera. Pero sabemos que no podemos seguir así.
Fina es capaz de enfrentarme a mí por defender a Celta. No de
defenderse a st misma.
126 HISTORIAS INFAMES: LOS
MALTMTOS EN L¿S RELACIONES
::i!ii::ix¿::;;;"v#n:"x::.!x*iwrm,
vuewena cncontrafie.
o
a
t
6. INCLUSIÓN DEL HOMBRE ABUS$OR EN LA TERAPIA o
DELA VIOLENCIA FAMILTAR (II)
O
I
a
I
o
o
a
o
It'¡coxcnueNctes oE "r¡¡vesr" y ',coNTEnIDo,' O
O
En las familias donde se dan episodios de abuso se advierte muchas
veces qu€ los roles de las personas no concuerdan con sus edades.
a
Llamamos -metafóricamente- a esta característica, la *incongruencia a
de envase-contenido": en un envase de adulto hay un niño, y en un envase o
de niño, un adulto.
o
Se nanscribe aqul una sesión que ilusüa este rasgo importante y
habitual en la problemática de los abusos, rasgo cuyo examen resulta o
-ademi4s- muy útil para los que intentamos encarar el trabajo con los a
hombres, aprovechando los potenciales de la familia. o
Vale la pena rccordar que algunos autores clásicos en terapia familiar
ya hablaron de estos obiños", a los que denominaron ..hijos parenta-
t
lizados", pero en el concepto no quedaba formalizada la figura com- t
plementaria. Se veía a estos niños como adultos responsables de o
otas personas, generalmente hermanos más pequeños, y también de sus
padres. En la familia del ejemplo, el niño real
o
-hijo de Antoniojt¿r,¡or_
no está presente en la entrevista. Se puede inferir que ha de hatarse de o
un niño parentalizado ya que, aunque convive con la mamá, a veces está o
con su padre, Antonio junior, especialista en conducirse eternament€
a
como un niño. También sabemos, por algunos comentarios de los fami_
liares, que el niño auténtico se comporta mÉs sensatamente que el padre- o
niño. Por lo demrís, conviene asimismo aclarar que me refiero a aspectos o
-a .relvas, a personajes, que todos tenemos y podemos represcwar-, y no o
a personalidades integrales. Pero en estos casos, estas personus .on io-
congruencias de envase-contenido -reforzadas por el entorno- se viven
I
o
a
o
a
o
o
o 128 ItrSTORÍAS IMAMES: I-Os MALTRATOS EN LAS RELACIONFJ
o a sl mismas y son vividas por los dem¡ís en total identificación con los
t en
La sesión de consulta que sg transcribe a continuación se desaffoila
u¡ Ce¡tro de Asistencia y Formación en Terapia Familiar (CEF), de
¡ Porto Alegre, Brasil, y es pane de un raller sobre-violencia
familiai que
o conduje, y en el que entrevisÉ a familias que iban a ser tratadas por
equipos de la insritucién. En la sesión del ejemplo
ios
lootyJto¡ fl.), y
de la terapeuta
se explica la modalidad Oe trabajo con cámara de
o 6esell. Pero consignar esos preliminares con todos sus
detalles resulta
a tedioso y poco relevante a los efectos de la información
aquí requerida.
o Transcunen en un clima amable: se hacen bromas
actitud de los íntegrantes de la pareja, que se
,oUrá n reiterada
a sientan separados. A la
terapeuta le cuesta reconocet a la pareja de la cual
se habla, y todos ríen.
o
a T. (A todos): Para no ocu.pay muyho tiempo: tengo entendüo
Uds. llegaron aqrí(a Antonio jr.) derivatoí por psiquiatra.
que
o regularmenteT
tu ¿Vas
o grande" (la madre asiente con Ia cab eza). No, yo veo que ustede le ha-
blan, Io convencen, como si fuese verdad¿ramente de diez años. (A
o Antonio:) Te ponés caprichoso. "Yo quiero dinero',, y ln exigís,
¿no?
o L. (agregando): Va a las fiestas.
o C.; Sí, va a las ficstas, gasta todn el dinero. Sale, va al caharé, gasta
el dinero.
o
o
INCLUSIÓN DEL HOMBRE ABUSADOR EN LA TERAHA (]]) I33
I
T.: Total, después va a venir a pedir dinero de nuevo. Porque tiene
quién se lo dé. ¿CuáI es suproblema?
M; Pero ahora estoy de acuerda en no darle dinero,
T.: Si n¿ le dan dinero va a trabajar,
M.: Si ¿o se le da dinero, éI alguna vez va a tener que trabajar,
(Hablan varios a la vez).
T. (A Antonio): Tu madre ilice que vas a trabajar. Yo no sé si
trabajaría si tuviera tu especialidad.
A: Trabajo con transportador. Hago " collectatron " (se ríen porque
ha dicho algo en inglés).
A. (se hace el sonso, mientras mira al hermano): ,,, que sea mds alto
que yo, ¿es eso lo que dice ? (Rosa le explica que no y Carlos también,
que la terapeuta se refiere a que su hijilo es más independíente, superior).
T.: No superior, El (por Antoniol, en su especialidad, es superíor a
134 HISToRIAS IMAMES: LoS MALTRATOS EN LAS RELACIONES
ml. Yo trabajo como loca y él se las arregla sin trabajar, De lo que estoy
hablando es de crecimíento, ile responsabilidad.
L. (A Antonio): Tu hijo en muy poco tiempo te va a pa^sar en
responsabilidad-
T. (Al padre de la familia, que ha estado muy silencioso y con cara
de sentirse contrariado): ¿Qué es lo que el señor piensa?
P.: Lo que estoy viendo aquí. Que es una vergíicnla que una persona
grande, adalta, tenga que acudir a tn rnéilíco, apersonas extrañas, para
que le ügan lo que fiene que hacer. Que no pueda resolver por sí mismo,
Y toda la familia... acepta a ese niñito. Eso estoy viendo.
C. @irigiéndose agresivamente al paüe): ¿Tenemos que seguir así,
entonc es ?, matdn¡lono s...
P.: Realmente.
T. (A la madre): La sefiora, ¿es*í dc acuerdo?
o
M.: Sí, él (señala a Antoniohijo) siente vergüenza. a
T.: ¿Cómo sabe? a
M: ÉL ne labl.a de eso...
a
Es muy diffcil i¡stn¡mentartodalatgtdezade prcepción y expre- o
sión quebay que desplegaren eltratami€ntode esteproblem4 sobretodo a
cuando no se está manejando la propia lengua. Al ranscribir la sesión,
la terapeuta advierte que la mamá de Antonio utiliza el pronombrc "é1"
o
como en mayísculas -EL-, y que sobreentendió que de quien se hablaba a
era de Antonio hijo. Si hubiera manejado mejor la lengua" la terapeuta o
tendrfa que haber intervenido para amplificar esta interacción madre-
hijo que, al.sobreentender el uso del pronombre, quedó minimizada-
a
o
T.: Esto es un problema, señora Lil¿. No es lo mismo lablar de o
responsabiliilad y vergiienxa que verd¿deratwnte comprometerse a no a
lacer rruís lo que lo avergiimza No ba$a con que alguien diga " Asumo
la responsabilid.ad, y Ia vergüenza que siento signífica que nwrca nas
o
voy a comater esa agresión", sino que es preciso que los hechos con- o
firmcn lo que dice. o
R.: ¿EntendiÁ? Cuanilo alguien tiene responsabilidad y realmcnte
o
siente vergüenza -por ejemplo- de un acto agresivo, no va a haeerlo
ruis. Sí. Nunra ruís lo repeürd. I
A. (Comienza a hablar, otr¿ vez con tono de niño): .., ln maw ma- o
chucada (se señala una mano) es la misma mtno que se golpeó, Me
golpeé la mano en Ia mesa.
o
o
R.: ¿Es la m,ano con la que agredü aI padre? ¿Por qué?
A.: Para descargar energía t
a
La coterapeuta estiá empezando a manifestaÍse eondolida po,r Ia
expresión de Antonio y la relación casi psicológica que hace con su mano
o
machucada. La tefapeuta siente necesidad de cambiar esa:interacción. o
T. (A Rosa): No entiendo, ¿la mano que le queü machucada fue la' ,
a
que golpeó al po.dre?,.. (A Antonio) Cuando las penonas crecen sa-
bemos que Ia rabia la tenemas que...
A. (intenumpe): ... engullir.
o
o
v
o
o
o
o I 36 HISTORIAS INFAMES: LOS MATTRATOS EN LAS RELACIONES
o para Antonio hijo. (Al padre) Cuanda usted habla de vergüenry, no por
o eso quiere decir que ustedes cambien el programa. TaI vez siguen
reiterando sus errorcs.
o
o
NCLUSIÓN DEL HOMDRE ABUSADOR EN LA TER.APIA {D 137
M.: (Asiente).
Necesito que ustedes me cuenten, con mucho detalle, cómo es que
T .'.
continúan haciendo cosas equivocadas en esto de tomsr responsabili
dadcs por los hijos.
A. (Hace, con el dedo, un gesto molesto, acusando alpadre): EI padre
estd aquí pero estó pensmdo en algo dc afuera Siempre compromisos
ile afuera,. en negocios... (sacude el dedo acusador hacia el padre).
Cuanilo yo lncía terapia ocupacional, éI sentía vergüenza de la mujer
(con esa frase se alía con la madre en el ataque al padre), y ella (señala
a la madre) quería pagar pero el padre nn pagó más.
M.: Es que Antonio (el padre) iba a pagar pero él (Antonio htjo) no
fue nós,
P.: Yo le daba dinero y él no iba y no pagaba. Decía que íba y no iba
(con tono enojado).
T.'. ¿Y usteiles le daban el dinero?
A: Nunca,
P.t Tiene toda Jácil. Yo ili siempre porque éI era enJerma, para que
él se levante. Ahora quíero que sepa que la vida..Yo quiero corregirme.
T.: Para eso son importantes las entrevistas. Lo que el padre d.ice es
muy importante para entende.r. (A Antonio) PorErc si él pensaba que
vos eras enfermo...
138 HISTOTqS INFAMES: LOs MALTRATOS EN LAS REL"ACIONES
(Silencio.)
o A.: Sí.
o A.; Yosoy así. Nadie me cree. Aquí no vengo wie Nadie cree en mi
cambia (lo dice muy despacio, sin energía).
o T,: Sólo si esaís decídido a hacer cambíos vas a querer venir.
o Mientras estés con nucha rabia no yas a querer venir. Tu psiqaiatra
o pewó rnuy bien que ese prcgrcttut de uecer es muy dificil para vos si
no te ayuda tufamilia. Y ellos están aquí para ayudarte. (Atodos) Si éI
o viene, va a aprender a tragar la rabia.
o (A Antonio) Es mejor que vengas porqae vas a crecer mds rápido,
a pero para ellos es igual. Si vos rw venís, ellos igual van a aprendcr a
o rcnemos que aceptar, en ese mom¿nto ectd crecíeüo. Acó en este equipo,
a
o
INCL1JSIÓN DEL HOMBRE ABUSADOR EN LA TERAPIA OI) I4I
Antonio está quieto, con la cabeza baja, menos tenso' muy atento.
(Silencio. Rosa traduce.)
o colegas, Vos te mostrds tan dispuesta (Marita está sentada con todo el
o torso hacia adelante, como esperando la oportunidad de hablar) 4ze si
o querés contanne,..
M; El motivo d¿ mi consulta a Marcela es eI problema de coüucta
o d¿ los chicos. Tengo tres chicos, de cinco, cuatro y ilos años. Estoy preo-
o cupada porque ne di cuenta de que no hnbía fonna de relaci¿narnot.
o
o
TERAPIA INDIVIDUAL DE ¡.A MUJER VÍCTIMA DE VIOLENCIA FAMILIAR 145
También pude haber preguntado: 'iQué fue lo que ocurrió, a qué lla-
más nso?".
o pensanilo asl, tal vez tomarías meiliilas para que eso no suceda más'
-Pero,
por lo qae confás, parece que te prestás a que esté tofu perfecto,
o justDtnente para que Pablo no se sienta contariado y, entonces""
t -
xafastemomento. Es decir, pasó el momento, Pero pasó porgue éI
ese
o p r e gunt o ha s ta c uá.ndn.
o interlocuioras.
o
TERAPIA INDIVIDUAL DE LA MUJER V'CTN4A DE VIOT¡NCIA FAMTLIAR I4g
la ügnidad dc una bueru vida para Marita pasaría a ser Marcela' Por
con ese
ahí, Marín hasta te ileiaúa sola en eso. EIIa haría causa común
aspecto tan esnÍpido dc Pablo, y no quedaría conectada con
vos Wra
ayudar a cambiar las cosas' (A Marik) ¿Se entiende? Sí, porque esta
e'strate Bid tuya te estaría llevando a sobrevivir en esa especie de campo
minado en que vivís.
Porque -veatnos-yo vengo muy ile afueray me pregunlo, Marcela) (a
es una persona
Ct ,'. Si vosfueras una criutwita J v ieras que tu mamd
150 HISTORIAS INFAMES; LOS MALTMTOS EN LAS RELACIONES
amorosa fodo el dfa, salvo ctwndo estti por llegar tu papó, y que, en ese
mamento, se muestra cotno tonta, porque aparece haciendo algo que ni
quiere, ni estd de acuerdo en hacer... buenn, algo raro se te produce en
Ia cabeu. AIgo que no vas a entender. Algo dcl amor que sentís por esos
Seres se te presentú confuso y raro.
o de estar una personn que hnbl'a conmigo y que hahla con Marcela, hay
o una persona que estó en wrmanente conversación con Pablo, que está
e4 lo que piensa Pablo, o en lo que Pablo viviría, en lo que Pablo
o pensaría.
o M.: Claro, realmenfe con él es comn que yo vivo de sensaciones. l,o
o que pasa que lo no tengo comunicaciones con é1. A mí esto me gustaría
o me in¡ulta" ?
I no hago bien lns cosas, que yo k conte sto, que Io contradigo, No le gusta
que lo contradiga, ni yo ni ningma otla persot tr. No es sólo conmigo
o
o
TERA?TA NDIVIDUAL DE LA MUJER VÍCIIMA DE VIOLE¡'¡C'I,{ FAMILL{'R t53
así. En su trabajo también es así (üclto sin aflicción, más bien con
orgullo).
Cr.; ¿Conocés a algún malcriado qae valore lo qu¿ se hace nor él?
Yo no conozco a ninguno de ellos que reconozca y nrpa" ai que b
malcría Mós bien le falta el respeto.
M.: Indudablemente, eso ha ocunido, porque ellos üenen wn madre
muy especiaL Digo " e.Ilos" porqtu son tres hermanos, y realmente han
sido así, rnalcriodos. El et muy sobreprotegida, buew,-.. que te hon dadr
ndo hecho, Iwsta ponerle azúcar al café.
Yyo estoy coma hacicndo eso ahora pero a la ye¿ (el malúato a su
ma&e) w prodrcía nalestar: ¿qué derecho tiene para tatarla así? yo
me decla, bueno, si viene mal, bueno, total se le pasa, pero mimtras
tanto, la que queda mal soy yo. A éI se le pasa, pero la que queda mal,
con toda la angusrta, soy yo, con toda la carga.
o preocupa es el hecho de qae los chícos cada veZ creen tnenos en cuentos
dc lndas. A veces Ia sacude4 pero ella sigue preguntándnse si seni
o realmente asf, Y son hs chicos los que Ie muestran: . Mirá, mamó, ésta
o es la realidail" . Y ella no siempre parece decidirse acerca de sí misma.
o Cr.: Yo queríe decirte que en las farnilias donde ocurren estas cosas,
la gente se acostambra a efectuar una especie de delegación. Si te hacés
o cargo demasiado de que elln cambie, y de que ella realmente asuma Iw
o responsabilidades de una mujer a.ilaln en relación con su propia vida
o (A Marita:) Cua ndo escuchés la grabacüin, vas aver que se nota que
es coma si estuvieras clwrlnnd.o de algo que Ie pasa a otro persona, No
o es deliberailo, no lo estis haciendo deliberadamente: pero en este mo-
t con La conciencia que puede tener una, criatura, más chiquita que tus
hijos. Porque Ia conciencia de Ana, cuando se imaginn o sueña que el
t
o
IEMPIA INDIVIDUAL DE LA MUJER VICru'4A DE VIOLEI.ICIA FAMILIAR I5'I
Silencio.
Ct: En cambío con los chicos no pasa esto. I'os chicos no pueden
ozestesiarse, y entonces haten lo que pueden, y eso deriva en la situoción
de angustia que nosotras, como terapeutas, sentitws. Atención: el qae
la sintamos nosotras no quiere decir que esté en la garganta de Marita.
l¿ voz de eIIa contando su tortüra se oye mrcho mtís calma qae l4 mla,
Se trata" a mi entender, de un chequeo muy fino, dondc tenés que
emminar continuamente si ella estd caminando al lada tuyo, o no. Te
diría que si podés müttenerte un pasito detnús de ella, neior, porque es
la única manera de que ella logre hacerse cargo de esta sifinción. Para
esa, poilés ped.irle que venga sola o que venga con los chicos, Vas a tener
que tomar muclws cosaÍ en consíderación' Por ejemplo, qae sistenuiti
calnente ella se lleve un calete grabado de Ia entrevista, y cownte lo
que escuché cuando venga de nuevo' Sobre lodo , tenés que tener cuidado
con tu propia cabeza: ¿por qué? Porque.sos también una personaioven,
agradable, que querés ayudnr; querés que ella viva bien' Pero rc poüs
querer que ella viva bien más que lo que ella misma quiere.
Yo pondría fin a la entevista ac¿í. Creo que la información, tanto
para ella coma para vbs, ya estd, No tendría mayor sentido conversar
m.á.s. Convíene eontinuar, si la Marita con Ia que conversaras es la que
te piile tomar su vid.a y sus riendas y ayudarse, pero no sólo en las
entrevístas: porque en la.s enlrevistas todos hacemos ifttentos de cambio
que a veces se frwtran y no llevan a ningún lado. Si todo se lilnita a que
ella venga a la entrevista y sólo cuente que quiere cambiar, no pasa
na.da.
M.: Quiero hacer una Preguntita.
158 HISToRL S INFAMES: LOS MALTRATOS EN LAS REIáCIONES
L Licenciaalas en Psicologla María Ballvé, Marfa del Ca¡men Fondó y Diana Garcla'
con el asesoramiento bibliográfico de la licenciada Silvia Crescini.
162 HISTORIAS INFAMES: LOS MALTRATOS EN LAS RELACIoNES
Cot"tu¡{IcnctóH FAM¡LIAR
_ .9. My4l-g$
(l994),
ta{9, aparece una e¡celenre compilación y propuesta
de Rafael
Echeverrfa en Chile, que me hubiera ayudado mucho
10. L¿mentablemente sólo hace muy poco llegó a mis
manos Cozocer, de F. Varcla
(1ee0).
a
o
.SÍNTOMAS" COMT'NICACIONALES EN LOS EPISODIOS DE ABUSO 16'I o
igualrrente conscientes de que apuntábamos a distinguir formas del
o
lenguaje ordinario, a las que entooces llamábamos 'Juegos de lenguaje", o
'Tenómenos comunicacionales" o "tucos en las conversaciones", mo- I
dos de conversa¡ con efecto poderoso sobre las emociones y las acciones
de las personas, que los tetapeutás y los operadotes teníamos que reco-
o
nocer si queríamos interferir tales efectos. o
Se ha de volver sobre el tema de esas formas, que creo por ahora más o
apropiado llamar "síntomas comunicacionales" en la interacción, que
circulan en el lenguaje comrin y que nos es dado identificar cad¿ vez con
a
mayor clmidad.
o
Siempre en el proceso de ubicamos en la familia, y de profundizar el o
análisis de la comunicación de un tipo de familia especial -como Io es o
la que produce conductas abusivas-, seguimos algunos caminos trazados
porautores comoNewcomb (1984)que, medianteenfoques psicológicos
o
que postulan relaciones causalesll lineales, sistematizaron elementos o
básicos de la comunicación y registrarol la dificultad de olganizar las o
complejas relaciones asiméficas y las variables de frecuenci4 emocio-
a
nalidad y distancia efectiva entre quienes se comunican' Asimismo,
buscaron enriquecer el mencionado esquema orientador de Lasswell a I
tavés de la inclusión del fenómeno de la ¡efoalimentación y de las o
paradojas autorrefe¡enciales.tz Algunos autores sistémicos tomaron
prestados estos esquemas a fin de avanzar en sus propuestas, y poder
o
incluso emitir algunas hipótesis comunicacionales para explicar la o
esquizofrenia (como Jackson, 1971 y Jay Haley, 191 4), y sus es'quemas o
resultantes fueron de enorme utilidad para el anflisis del lenguaje t
ordinario.
Nuevamente centrados en la violencia familia¡, cabe recordar que
o
para que se produzca, quienes participan de ella deben, de alguna o
manera, convalidar expücaciones que permitan aceptar que un miembro I
de lafanilia, delque seesperaqüe cuide y protejaalos demás miembros,
en los hechos los agreda lastime o destruya. En estas familias que sufren
o
a
ll.Re¡o¡rle¡nos que el pensarnienm sistémico inroduce la rcq¡nividad y la rcro-
alimentación en la causalid¿d. Para explicar aco €cimienüos, la lfnea sisténic¿ no se
o
satisface con argumentaciones lineales. a
12. El discurso autoref€rencial condiciona pandoju.
siempre miento", o
*Yo
Pc ejenplq si digo: "Yo
soy mentirosa", mi intfflocutor se encuenha ante la disyuntiva de a
consi-derar mi frase como verdadera y, entonces, cuando la formulo esmy expresando una
I
verdad, con lo que nomiento; o bien considerarla como falsq con loque, si €6ta vez miento,
es verdadero el conten¡do opuesto I lo afimado I
a
t
HTSTORIAS INFAMES: LOS MALTMTOS EN LAS RELACIONES
o menos visibles, como los que aparecel ea los siguientes ejemplos toma-
dos de la vida cotidiana, que utilizamos en nuesüo curso con carácter
a didáctico, y sobre los que pedíamos comentarios e impresiones a los
o alumnos:
o Mujer: I[o me gusta que dejés todo tirada cuando comés algo.
o Hombre (Se enoja): ¡Por favor! Otra vez me estiis criticando y
I reprochando. Siempre sos la misna quejosa. Termiruila,
¿querés? No
o entiendo por qué me molestós.
t Con este ejemplo, señalamos los efectos del uso del presente del
t
o
.SfNTOMAS" COMUNICACIONALES EN LOS EPISODIOS DE ABUSO 169
que ocune
indicativo que da la sensación de que se está hablando de algo
srEMpRE, que funciona como meta¡regla
y que no da lugar a que se
produzcan cambios' En este diálogo, refuerzan la idea el empleo del
adver¡¡o "siempre", y la fonna verbal con gerundio, que denot¿ conú-
nuidad en la acción. Eso provoca indirectamente malestar' El hombre se
enoja y abiertamente descalifica a la mujer, también molestándola'
que se repiúe
Rec-une asimismo a palabras que provocan el efeclo de algo
eternamente.
Al dar el ejemplo, planteiíbamos: ¿cómo es posible cambiar esto en
,,-,i,$::iH'J,:?;":l'":1,:Tjrj',.TlT3l,l'.I'_T':n"debería"
pondlente. Lo que un sujeto dice es lo cue
"SÍNTOMAS" COMIJMCACIONALES EN LOS EPISODIOS DE ABUSO 173
a me esdis dicindo?
o :_raorh.o,
piensen con su p,ropia cabeza y den sz propia
Iorma comunicacional evidensia que, en cambio,
respuesta. Esta
o .l3..Enelcapltulolldeestelibúo-"I¿smujercsyelabusodedrogas._,secitanvarios
o ejeriplo's que muests¿tr cómo las esposas d" it
esta runera' Nos habtan contándonos to q*
og,fr¡.to;
¿r r*'¿ii"
;o;;ii],e¿uentenenre
r-ii" oio"fr.lii* r. a..o
¿e
a "
er.
I
"SINIOMAS'COMIJMCACIONA].ES EN LOS 8P¡SODIOS DE ASUSO 177
llamó ..identificación
14. En el caurpo del psicoanálisis, este fenómeno int€resante se
con el perseguidod'. I¡
usa¡ actualmente los fundamentalistas que quieren desüuL la
conciencia_de ajenidad del otro y asimilarlo por conpreto, ruregádo de las diferencias,
, cuando_embarag¡n a las mujeres de las comunidades que sojuzgan. Es una forma particular
d€ produch el exteminio del ofo. También durante la dictadua usamn este método ros
mütarcs que se apropiaron rte bebés, hijos de revoluciondrios.
o
o
"SfoTOMAS" CoMUMCACIONALES EN LOS EPISoDIos DE ABUso I7g o
soy torpe, no pntiendo de estas cosas". Lo más grave que pueile suceder
o
es que le tomemos esa voz como si la representara a toda ella, y no la o
ayudemos a discriminarse. a
Para da¡ un ejemplo más completo de la utilidad de conocer y re-
I
gistrar estos "sl¡tomas" comunicacionales del circuito de la violencia
veamos un análisis de la enfrevista con Marit& que figura en un capítulo t
anterior. o
- Presenta un discurso poco firme, ambiguo, del tipo del "disfractofl,
o
en la clasificación de V. Satir. o
- Usa fucuentemente el 'hosotros" en lugar del "yo" (primera o
persona del singular), con lo que se hace diflcil para ella y para nosohos,
o
discriminada en su discurso.
- Anula con una frase lo que se dijo en la anterior. Marita dice: "A
o
t
'
tt
de comentarios sobre una seriede cuesti-ones que
no sólo están represen_
tadas por palabras sino también por gestos,
silencios, etcétera. En ese
hanscunir intervienen muchas variables que a su vez genaan
efectos,
que de nuevo apa¡ecen en la conversación y generan
nuios efectos. por
D lo común estos efectos son emocione$, pr;ductoras también
de ideas y
o conversaciones.
o y
dirígen ono, cómo lohacen. Desde la disciplina terapéuticá,
a quiénes
es importante
se
;o
ro
ro
l
o
o
o
o
a
o
9. PROVOCACIÓN, UNA FORMA SUI GÉNERIS
DE COMI.JNICAR
Brnucnln¡
Psicod1gatistas
y psicoonalistas como F. Moccio, C. Mardnez
*Friedlet*y
. ?: y E. pavlovsky, L
yH. KesseLnan hal producido uabajos especfficaneme .'oo .*, .r."o .
PROVOCACIÓN UNA FIIRMA SUI GENERIS DE COMI]MCAR I85
en el ritno
que ustedes necesit¿n: me doy cuenta de que
son más rápidos
de lo que yo creí. Igualment€, no sé si estaré a la
altura de lo que ustedes
precisan. A lo mejor, soy demasiado /ezre"¡a". probablerneote,
con esto
terÍiine la escena provocadora y quizás hasa alguien de la famiüa intente
hanquilizar al terapeuta en cuanto a sus habilidades.
Hay que pensar que nunca existe una sola respuesta adecuada.
-,
Siempre aparecen muchas que son útiles: lo importante es
no caer
justamente en las que sabemos de antemano que
son perpetuadoras de
lai funciones rígidas del sistema. Entre estas rfltimas-, si incruven las
respuestas emocionales de enojo, ofensa o ganas de
echar a tcrdos los
consultante$,0 -la peor-, que el terapeuta haga como que no pasa
nada
pr-ro se quede molesto, atontado o acelerado,
lo qui indica que la
provocación lo ha afectado, cargado negativamente, y que
la tensión se
incrementó en el polo terapéutico. Aunque no ,oru.nt , de inmediato
una respuesta adecuad4 el ferapeuta puede reflexionar
sobre sus propios
"enganches' narcisistas en la propuesta provocadora.
Obviamente,
para el polo consultante no resulta útil disminuir
sus tensiones v ..des-
cargarse", cargando al terapeuta: las tensiones han
de descargarse sólo
a favés de la solución del problema que aqueja al consultante.
Eso
significa que la respuesta del polo terapéutico nsa¡ devolverle
la carga
tensional de un modo tal que pueda aceptarla y no defendene
luego del
terapeuta" Toda esta gimnasia comunicacional es
muy necesaria e inelu-
dible si lo que se quiere es ayudar a farnili¿q en situac-iones
de ',psicosis',
o de abusos.
En cuanto a las famiüas con miembros abusadores, que
son las que
nos interaian especialmente, fr prouo.a.iOn upurec.
,o",Uu, más üs_
fibuida ente todos. por lo general, cuidan de que el abusador
sea el que
resulte menos tensionado. No siempre es el terapeuta, por
lo demás, el
blanco principal: también suele serlo la persona sistemáticamente
abusada" Y por lo tanto, el terapeuta no sólo debe
interferir las provoca_
ciones que lo afectan, sino también las que van dirigidas a oúos.
Tratlreygs de e+licar por qué esta intervención es ra¿ iiportante <asi
un eje de la terapia-, tomando algunas ideas, nada
nuevas, expresadas
por Piperno ya en 1979.
J
o
o
PR,OVOCACIÓN, TJNA F1ORMA St]I GÉNERIS DE COMTJNICAR r87 0
a
Fu¡crór¡-pensoNr, Be¡.¡¡cr ¡s rm'rstoNEs
a
Piperno describe las'Tamiüas rlgidas" como aquellas cuyos miem- a
b¡os están con$treñidos a ser sólo lo que los ofios significativos de su I
coexistencia esperan de ellos. Ninguno puede libremente ser. A lo sumo,
algunas personas del grupo, pero no todas, tienen cierto penniso de ser
t
ella$ mismas {egún una clasifi cación antropofanomenológica propuesta o
por Ludwig Binswanger-. Y tal forma de interactuar se mantiene a lo a
largo del tiempo. Piperno emplea ta metáfora de lacapacidadde definir
con claridad los lfmites de los espacios personales, como posibilidad de
a
expresión del "sí-mismo" y casi como un signo de salud mental. o
o
La falta de autonomla, la imposibüdad de propooeme con un espacio
personal propio, lleva a buscarcompañeros dejuego con los que se confunde
a
' el ser por ml" y "el ser por el otro". La i¡fusión en el espacio personal del o
otro, o a üavés de la pérdida del propio, se welve la rfuica posibiüdad de
co-existencia- La proteaividad, la indiferencia, el rechazo,la victtmización
o
y la locura se ransforman, de anibutos individuales, en mles para un libreto a
rfgido (Pipemo, 1979).
o
La modalidad de ser en el grupo puede definirse ahora como "el o
coexistiranivel de función". La nágica descripción que hace Piperno de o
la existencia e¡¡ ft¡nción del oto no es tan ajena a nuesha cultuÍa. Si se o
piensa con detenimiento en los clásicos roles famiüares, se advierte que
las expectativas puestas e,n las madrcs consisten en que ellas tleben vivir I
parte, o toda su existencia, en funcién de las necesidades de sus hijos. o
¿Esto las pone en un mandato social de ser -segrfn la definición de a
Piperno- seres desviados de lo normal? Entonces las madres, por
o
coexisti¡ casi sólo en función dgsu hijo, ¿son enfermas por prescripción
social? t
El sistema que forma un operador social convocado en car¿[cter de o
terapeut4 por un lado, y los miembros de Ia famüa o el paciente indi-
üdual, por el otro, denominado "sistema terapéuüco", puede ambién
o
tansfo'rmarse en un sistema rígido, y sus componetrte$ actuar sólo a
desempeñando aquellas conductas a las que están consteñidos. La o
presencia del miembno nuevo en el sistema -el terapeuta- amenaza con
o
desesabilizarlo, por lo que los miembros de la familia lo aceptan en tanto
el nuevo circule sin causa¡ efectos de verdadera ruptura- El sistema a
puede (corre el riesgo de) ser rnirado o actuado por este miembro nuevo o
a
I
1 88 HISTORLAS INFAMES: LOS MALTITATOS EN LAS RELACIONES
Hugo vive hace seis años con sus pt)dres ancianos, después
de una
tormentosa separación matrimonial, Su hermano mayor,
Sergio, en
tratarnimta por sus problenws personales, relata a su psicoterapeuta
actitudes de maltrato y cond.uctas violentas de Hugo.'lz
cuenta que
Hugo no trabaja porque ningún trabajo se ajusta á sus exigencias y
necesidad¿s, Relnta asinismo la aflicción de us
Wdrcs, que supanen
que Hugo estúafectadopor elfracaso dc sumatrimonio
con-Eleni,y que
constanten ¿nte les pide auxilio, a él y a su otra hermana.
El terapeuta
sagiere a Sergio una entrevhta de terapiafamiliar
con naestro equipo,
Ia madre es quien solicita telefónicamente Ia consulta, ac¡niininta
cotw urgente.
io,
PROVOCACIÓN, IJNA FORMA SU CÉNERIS DE COMTJMCAR 193
vida de todos los días. Cada vez que se responde a una pregunta, se está,
por un lado, respondiendo aunainducción, certificando una pertenencia
a un código social y, por el offo, dando una respuesta personal, Pero no
necesariamente el circuito interaccional se establece de un modo fijo: se
producen, por el contrario, movimientos generados por las necesidades.
particulares de cada sujeto.
En los casos que interesan parlicularmente en este trabajo (maltatos),
el polo diferenciador de los rnensajes parece ser, por alguna rarln, muy
dificil de asumir y, por lo tatrto, se presenta sólo para ser anulado por
algrin offo mensaje, generalmente expresado en otra área (corporal-
conductual, cuando el mensaje diferenciado es verbal). Es asimismo
importante evaluar el contexto donde se manifiestan estas ambivalencias,
y las expectativas que se generan en función de tal contexto. A veces, se
espera que un tercer sujeúo, espectador del mensaje, asuma el polo
diferenciador y 1o convierta en su causa. En esos casos, si quienes
interactúan son el marido y la mujer, frecuentemente ese tercero es un
bijo que hace suya la "causa" de uno de los padres. Cuando estas famiüas
llegan a la consulta, sus miemb¡os proponen mensajes ambivalenües y
esp€ran que el terapeuta sea el gue tome a su cmgo la manifestación
diferenciada. En otras palabras, que asuma la necesidad de cambio de
cada uno.
Por todo esto, los mensajes ambivalentes result¿n importantes pma
el terapeuta familiar. Si la ambivalencia está presente, significa que él
es el candidato óptimo para que se le deleguen las necesidades diferen-
ciadoras de los miembros del sistema familiar. Si las hace suya$, la fami-
lia puede, ahora incluyéndolo como parte de ella, seguir oscilando
indefinidamente o sólo registmr sus tendencias cohesivas.
También es cierto que el terapeuta tiene al mismo tiempo, a través de
estas manifestaciones, una oportunidad rinica de enüar en el sistema
familiar, si logra maniobrar desde una devolución total de 1o expresado
de forma ambivalente (por uno, o enhe dos, miembros de la familia),
hasta producir la amplificación del aspecto del mensaje que -de no s€{
asf- quedaría oculto.
A la luz de estas reflexiones, 1o que llamamos "provocación" resulta
ser, entonces, un tipo especial de mensaje igualmente ambivalente, con
el que un sujeto induce violentamente a otro a que dé pruebas de su
lealtad al sistema de expectativas mutuas en el que ambos se manejan.
Un adolescente, por ejemplo, puede decir al terapeuta, con tono
r94 HISTORIAS IMAMES: LOS MALTMTOS EN
Lq,S RETACIONES
o
o
PROVOCAC]óN, UNA KTRMA SUT GÉNERIS DE COMIJMCAR I95 o
una foma de "slntoma$ en sesión" que apar€cen como itrcon$uencias
a
de sentido en los discursos: sabemos que se trata de las mismas o
ambivalencias de la provocación porque también 'lrovocan" alguna o
forma de molestia en el tÉrapeuta. Cuanto más entenado se encuente
éste para percibir.ras imágenes, sus deseos, st comodidad y bienestar,
o
nás capw será de detener las interac¡iones en las que apareció el a
malestar, y en poducir una nueva n¡ta en la conversación. o
En las enuevistas uanscritas en oros capltulos hay abundantes o
ejemplo$ de estos síntomas comunicacionales que ocunen en la conver-
sación: ente ellos, las provocaciones son algnnas de las fonnas menos a
sutiles. o
o
o
o
e
o
I
o
o
o
o
t
o
o
o
a
o
:o
o
a
o
o
o
o
IO. I.]NA VERGÜENZA ESPECIAL,
LA VERGÜENZA AJENA
duda-
n rgu"*'r*
restictiva y limitante para cuaquñr persona,
*;;ñ*.rró;;;
qJ, po"¿" *nri-
derarse enfermedad Sin embargo, también
es importante lograr un ac_
ceso a-sentrmientos de vergüenza..sana":
con eI que cuentan sólo aquellas personas
funciona aofio * uo*oo*o.
,roriUl.q üp*es de esa
a
O
o
UNA VERGÜENZA ESPECIAI. LA VERGÜENZA ATENA o
I
I99
í:: '
.'.'
muy próximos, y que, segrin los difersntes autores, se denominan de
:: '::-
:.'
"fusión", "simbióticos" o de "identificaciones proyecdvas masivas".
Las relaciones repetitivas de abuso están esúechÍrmente conectadas con
este sustrato relacional.
: ::,,
En cuanlo a la emoción "vergüenza", sólo aparece la vergüenza ajena
i
:.. ..1
y -tal como se dijo- la víctima de ura acción, y no quien la cometió es
a .. la que siente los escnÍpulos.
, :,
. ¿Qué son los "escrúpulos" de los que habla A, Finkielkraut? No se
fata de una palabra muy actualr lament¿blemente, casi no se la escucha.
Alude a la conciencia de estar siendo injusto con el Otro, de saber que
no lo estoy tratando como a r¿ímismo, que no le doy categoría de humano
¿ mi nivel.
En los casos de violencia famiüar, especialmente en los de mujeres
golpeadas, cuando es posible enhevistar al abusador individualmente o
en sesiones conjuntas, esta concepfu alización acercadel fenómeno de la
vergrienza ajena debe enca¡a¡se de manera directa. La vergüenza tiene
:.
que ser visibilizada y redistibuida, recuperada como emoción ligada al
escrfipulo del sujeto victimario. Desde el discurso de é1, las formas en
que define a la mujer (ese Ono) suelen preservarlo del tormento del
escrúpulo. De distintas maneras, él expresa las causas que ella provoca
y que justifican la agresién. Si, además de la negación que él practic4
ella le absorbe los malestares y se los sostiene emccionalmente, a él
nunca llegan r rozailo los escrúpulos,
Es ésta una dimensión a la que es dificil acceder, y que sólo se pone
en evidencia -permitiendo interferir sus mecanismos- cuando se logra
entrevistar a ambos protagoni stas.
En mi erperiencia, se ha mostrado que resülta muy impofiante abor-
dm el tema de la vergüenza ajena en la psicoterapia de la violencia
familim: casi podríamos pensarque la vergüenza ajena es la contrapartida,
el otro polo, de la$ conductas violentas. Mienhas subsista, la víctima no
podrá ejercer su propia defensa (Ioselevich, 1993; Harper y Hoopes,
1990; Fossum y Mason, 1986).
ia, .
Quinta parte
Ft:r
IY',
i
\i.,++
[
E:Se
1I. LAS MUJERES Y EL ABUSODEDROGAS
l#
i# Conrribrciones a un campo particular del problena dzl abuso -el
abuso de drogas- d*sde un abordnje psicoterapéutico
i r#-
i#'
ir;i'
f r*l
! :'.&ri
! .lr¡_r
I ¡ii,..
í ,éi
iá
iT;
IrrnoouccróN
: ,:lii:
Las ideas y los abordajes propüestos en este trabajo se b¿san en la '
i .,":!..
i ::i'l: experiencia adquirida al actuar como supervisora en terapia familiar
,'t
I ;lr, '
sistémica y como terap€uta consultora de un grupo de terapeutas fa-
miliares sistémicos, ex aüctos, que coordinan -en equipo- programas
de rehabiliación de drogadictos en Buenos Aires, Argentina.2
Suponen estas ideas y enfoques una perspecüva igualmente sisté-
mica, y un anrílisis de los condicionamientos de género en knto ins-
trumentos útiles que pueden aplicarse en los procesos terapéuticos de
adictos jóvenes que buscan alejarse de la influencia de las drogas.
Los programasresidencialesde autoayudaorgadzadosporex adictos
han sido de gran valor en la recuperación de jóvenes entre diecisiete y
treint¿ años. Con todo, aparecen problemas a1 finalizar la etapa de
residentes, cuando los jóvenes deben r€integrarse a su medio habifual
(familia, amigos, trabajo, etcétera). Justamente en esa etapa, los terapeu-
tas famiüares sistémicos han logrado acercar recursos, y su ftrnción ha
mostrado ser igualmente importante en Fogramas no residenciales que
ciones de las Mujerds, n" 14, 1990), no frguró la palabra'feminista" en el Ítulo del ardculo.
Tampoco esiaba en l¿s ve¡siones más rcducidas que circularon en la fugentina. Tal vea
actualmente la palab¡a no provoque tatta reacción hostil y malentendidos como haoe más
de cinco años.
2. Desde 1987 hast¿ 1990 en el hograrra Andrés, para adictos de diferentes clases
sociales; <lesde entonces ha$a ahora, en un programa ambulatorio privado, "Proyecto
Cambio" para clases medias.
206 HTSToRTAS TNFAMES: LOS MALTRATOS EN
LAS RELACIONES
,,Vengo
acá porque quiero que ustedes me ügan
qué tengo que lwcer
para ayudarlo."
(La que habla es laura" de dieciséis años,
emba¡azada de Da¡r¡ián, de
veintifés, con quien va a casarse y que es consumidor
de cocaína,)
o
LAS MUJERES Y EL ABUSO DE DROGAS 209
6. Véase el ardculo 'Minor Tranquüzen, the Solution o¡ the Problem?", del EoJe¡ín
de la Red de SaM Mental ile las Mujeres Lu'unancricanas y dcl Coibe' n" 1 3' Santiago
de Chile: Isis Intemacional, 1987. Cuando el presente utfculo fue originalmente
escritq
no coniaba cott la información -coincidente-, que aparece en el übro de Mabel Burin
fl990).
210 HISTORIAS IMAMES: Los MALTITATOS EN LAS RELACIONES
9. Véa¡e Ravazzola (1989) donde relato Io ocunido una vez que uua esposa decidió
cerrar la puerta de su casa al ma¡ido adicto, y las repercusiones de su acción.
LAS MUJERES Y EL ABUSO DE DROGAS ZI3
Cabe pensar, por lo que se ha dicho antes, que laLs madres y, más aún,
Ias esposas de los adictos se comportan de este modo debido a la
disposición que han aprendido siguiendo el estereoüpo femenino. Ellas
tienden especialmente a desanollar tales conductas pennisivas y a
tolerar los abusos hasta terminar como víctimas, sin tener -casi nunca-
conciencia de serlo. Muchas veces ocultan los abusos'a la mirda de
ohos miemb¡os de la familia, protegicrulo al abtsador y a sí mismas de
las consecuencias de confrontarlos.
p€f,sonas no han sido capaces de tener con fu, ponerlo a prueba, desa-
fiarlo, etcétera).
Todos éstos son desiguales matices de un rol maternal ideal, que las
lleva a suponer que, si hacen méritos suficientes, pueden lograr con-
verti¡se en las mejores cuidadoras, las mejores madres de Br,r¡s.l2
16. Elvin Reale y Vittoria Sardelli son terapeulas napolitanas que' despu$ t1
-f
¡romulsación de la ley Basagliq üdera¡on la creacién y preservación de Servicios de Salud
intentalÁpecificos para mujeres (Servizi Donne). En su ardculo (1984)' explican cuida-
dosamené ta ligazón enne, po un lado, el exraordinario peso que cargan las mujeres,
por
ser quienes llevan adelante la crianza de los pequeños de la especie hur¡a¡a -sin ayud4
a
ve¡es-, consider¿ndo esta tarea como "n¿tural", y por el otro, los problemas seve¡os de
enfenned¿d mental en mujercs jóvenes con h{ios chicos, un creciente y ¿larnante foco
epideniológico. OFas autóras como Rachel Hare-Mustin y Jean Ma¡ecek (1990) también
desanolla¡on el tema tle la irle¡tidad de la nujer ligada a la naternidad, mostrando cómo
esta función tiende a extenderse mucho mái allá de las necesidades de la crianza de los hijos'
abarcando, por ejemPlo, ¿l marido'
HISTORIAS INFAMES: LOS MALTMTOS EN LAS REI,{CIONES
17.
ln los pogranas de anfoayud4 las f¿se$ son etapas fogr€sivas, cada vez más
cüficadae, que s€ alcaDzatr a medida que s€ progresa .i, ni
Áfirti"ñ,d.t pograma.
a
a
DROGAS t
t
LAS MU'tr.ES Y EL ABUSO DE N3
ENTRENAMTB\ToS NEcEsARros
de discusión constante.
A nuestro eütender,ls es conveniente que las coordinadoras de los
grupos de esposas y novias transiten pot un proceso de sensibilización
y concienciación en toflo al tema de la socialización de género, como
necesario entrenamiento para poder percibir las diferentes maneras en
.18. Con las terapeuos de los equipos que mencionamos, y con Ia licenciada A. M.
Daskal, hemoc dicho en algunas publicaciones que flrguran en la bibliografía, que lm
t¡abajadores en áre¿s de la salud mental que se relacionan con mujercs nécesitanent¡e-
aarse en el registso de las consecuencias que poduce la desiguald¿d de Ia socjalizacjó¡ de
gÉnem en nuesta culnua, y de sus efectoc en la iurplementación de intervenciones
terapéuticas.
LAS MUJERES Y EL ABUSO DE DROCAS N5
o
o
PATRONES DE ABUSO Y ESPECIFICXDADES DE GE}IERO 233
Lila
no lace más que responder
a lo que se espe¡.¿r de ella.
como contó a la familia de su Asl fue
marido queil esru¡¿.¿rog;¿os.e
al programa en busca de awdaparad. y llarnO
Éil";;;;ñiuiio,
ru qo" r. nu.,
cargo de la necesi¿¿¿ ¿e camrio
esa disponibilidad.
d, ;,;;;:
;;;olfrilr.urr* ,oor.
Ni Lila es una excepción ni su conáucm
sde de lo
común: puede pensarque lo.que hace .r;*t;i*iiJ"rpo*,.yu
un aspecto de la socialización qu.
de las dr¡**r-rrp"". Iultivar Ia gran
ilusión de senrirse amadasJ
"uidadas;;;il;i;;";, erigen como
liiLlj'i
convlven no 'o
ese proceso
re$ponde a i:^ry
de;e;ctú;;ür," con er que
lo qu9 esperan ni van a advertir
fastidio, su propio su propio
males,rr,_{¡yl" or¡ii *táü,us
personares, y desde otros proyectos
seres que también las necesítun...
cargo -especialmente_ de é1, se harán
su marido ¿fri¡oi, t.rrtrrnis
ia desvalido y necesitado de eltas
lo s"p""."."v iiji*
ü"ru,
cuanto más
,* or*o*,
a conrinua¡ifn con Ia itusión de que
¿e,i" .g*ü ;iruiüálL, po, nn, rm
o devuelva al se¡ con el que sueñan,
**oo
.p*"¿"irr* . i"".'uilon una figura
OJnl¡.1:rleran.una acción imponante:
o l1r-1,::r_.,
convrerta alguna vez en el hc
que se
Asuso y ¡¡MILI¡
[o que
aquí interesa dilucida¡ es el papel de la familia,
como sistema
socializador, eD la gestión, el mantenimiento o las posiLb
s moilifica-
ciones de ci¡cuitos de conductas abusivas ejercidas por
sus miembros.
Comprendemos en la idea de ,Tamilia" no sólo su
imagen nadicional y
estandarizada sino a todos los grupos convivenciiles
en los quá
interactúan quienes asumen roles de- cuidadores primarios
I personas menos autónomas, que sobreviven,
interdependencia.
pu* ón
aprenden y cre@n en esa
INrsMcctoNEs DE MALTRATo
peño, tal que hace diflcil el proceso de evaluar cr¡iándo un hijo está
capacitado para cada nuevo ejercicio,
Tomamos ejemplos, de los más simples:
¿Cuándo los padres sienüen -€n plena concieacia- que están asu_
miendo su función de calibrar y tomar decisiones en este proceso?
¿y
cuándo achian como simples depositarios obedientes de una delegación
de funciones y responsabiüdades que tal vez ya conesponde que tomen
sus hijos por estar en condiciones de hacerlo?
¿Cémo medirla opommidad
de este traspaso de cargas? ¿Cómo cumplirlo con los mlnimos riesgos?
En las familias en las que se producen abusos de sustancias, se
advierte un área especialmente compücada y riesgosa en la tarea de
socialización. Los p'rocesos de ransmisión de modelos y los de apren-
dizaje y traspaso {e
padres a hijos- de funciones y responsabiüdades,
que parecen haber sufrido inconvenientes o haberse detenido en algrin
punto, son los que conesponden al área del cuidado -+specialmente del
AurocurDADo- relacionada direct¿mente con el aprendizaje de la respon-
ii sabilidad relativa a uno mismo. Y, por alguna razón, se raá de problemas
i1 de aprendizaje que se manifiestan en los hijos adolescentes.
Si pensamos que el beM humano es cuidado por oúos, que no pu€de
cuidar ni cuidarse y que no sobrevive sin que alguien se encargue de la
función de cuidrlo, advertirnos la importancia y el valorde tal función
ydelaspersonasque laejercen. El rrodode cumplirel paulatino traspaso
de funciores enhe cuidadory niño debería sertema de gran interés para
padres y educadores en general. Pero
-y ahí apa¡ece unade las conexiones
con la temática de la conciencia de género- sucede que la cultura delega
esta fi¡ncién sólo en las mujeres, dejando a los hombrcs fuera de estas
a
o
FAM¡LIACOMOEDUCADOM o
LA ZA7
I
ta¡eas de cuidado. En la medida en que los estudios de género son
I
ignorados, sigue considerándose a las mujeres como "naturalmente"
doAdas e inclinadas a ejercer esta$ ta¡€as matemales. La función queda t
entonces asimilada con lo femenino y, en consecuenci4 desvalori- a
zada.
$
t
Se supone que esta función
EsFuERm, y
NAruRAL e NÍnNTNA, se cwnple sttt
al estar desvalorimdas las personas qae la ejercen
que o
-y también la funci,ón misma-, ¿por qué motivo quenía alguien o
aprenderla? o
La gran mayorla de las familias siguen el modelo de mad¡e
superinvolumada y sobrecargada con lo doméstico y la crianza, cuando
a
no también con su caÍffa. El padre, entre tanto, se siente menos o
preocupado, ve las alarmas de la madre como exageraciones, y participa o
más periféricamente de las retaciones familiares y terapéuticas, como
quien está eximido de esa nateria. En las consultas, la madre suele
t
a
quejarse, cuando se trata de las conducks de alguno de los hijos, de que
son a veces muy semejantes a las del padre. Y los hijos se reparten las t
alianzas: algunos, alineados con el padre, no creen en la irnportancia de
t
lo que la madre piensa o dice; oüos, la toman más en cuenta y fatan de
ayudarla.
t
Cuando las acciones consideradas síntomas se vuelven más graves o o
peligrosas, especialmente las adicciones o los actos delictivos, es común
que los papás comiencen también a alarmarse y se mueshen má5
t
dispuestos a intervenir. Esto autoriza a pensar que los síntomas pueden,
a
en ocasione$, tener por objetivo convocar al padre a la conversación o
familiar que, de otro modo, carecería de inteÉs para é1. Y es esa o
conversación familiar sobre la orgaz iznción de Ia vida cotidiana -donde
o
circulan mensajes de reglas, de permisos y de llmites- la arena para
reconsfiui¡ qué pasó y qué está pasando con las responsabilidades I
individuales y colecüvas. Y, consecu€ntemente, el terreno pma recuperar t
el prestigio de las actividades del cuidar.
El otro terreno relevante en las entrevistas familiares es el del trdto
a
en las interacciones: "no tengo ganas", "no me gusta", 'tlo pienso darte
o
el gusto", '!o no te pedf nacer ni vivir acá", "eso es cosa de mujeres", "¿qué o
querés, que el chico sea maricón?", "nunca lo hice, no 1o voy a hacer o
ahora", "qué me importa", '!a está, ya pedí perdón, qué más querés?,
¿que esté toda la vida de rodillas?", "sos una exagetada, no es para tan-
I
to",... son frases típicas del fato en estilo 'Torreada", acompañadas de o
a
o
HISToRIAS IMAMES: Los MAI1RATOS
EN LAS REL{CIONES
FwclóN y REspoNsABruDA_D
te
IA FAMIUACOMOEDUCADORA U9
presión con el cuchillo, ono deberá cortar la carne por él: suena sencillo,
pero.no lo es, Siempre es mucho más complejo, y comtinmente los dos
problemas que antes mencionábamos se imbrican.
¿Por qué este proceso resulta tan arduo, y qué fracasa en el caso de
las conductas abusivas? ¿Qué tienen que ver las jerarquías sexistas
(madre como pura función, padre no comprometido con la crianza) en
esto? ¿Cómo influyen los mensajes y mandatos culturales (maestras,
pediatras) que se refieren a las mujeres, en cuanto al desempeño del rol
de madre? Los mandatos terminan siendo sin lÍmite de tiempo, su'
puestamente ügados a la "natural ezd' y alplacer en lo que hace al destino
de las mujeres, y las ubican incondicionalmente al servicio de los hijos.
Tales mensajes ejercen su influencia al idealizar relaciones de incon-
dicionalidad-sinreciprocidady sinlímites-similares alas que sedescri-
ben en este mismo libro como sustento de los circuitos interaccionales
abusivos.
El hijo aprende así que puede contar, incondicionalmente y por
siempre, con un ser que asume todas las funciones y todas las respon-
sabiüdades en su lugar, Si aprieta el botón adecuado, la mamá le hará la
cama, la comida, le alcanzará Io que se olvidó al colegio, Io despertará
si se queda dormido, etcétera. Más artn, sufrirá por él si él üene difi-
cultades (si, por ejemplo, lo reprueban en la escuela), y en tal caso,
cuando está a su alcance, pedirá para él conside¡aciones especiales. En
fin, le alivia¡á la cuga fácttca y emocional de las consecuencias de sus
actos. ¿Seguimos transmitiendo a nuesÍos hijos y a nuestras hijas que
eso es lo que esperamos de una sttEl.¡¡ ma&e? ¿Conrtnúapareciéndnnos
ésa unafunción wnral y sin esfuerzoy arn propiciamos que se In asocie
con Heroísmo, Abncgación y Renuncia de sí? La Madre ¡ecibe de los
actores sociales significativos de su entomo (pediatras, psiquiatras,
psicólogos, mae$tras, famüares) sonrisas de complicidad y compren-
sión cada vez que se mue$Ea comowapurafunción incondicionalpaa
sus hijos. Y de reprobación o castigo si hace oua cosa.
Un niño, una niña pueden entonces -€n un caso extreme- crecer con
la convicción de que su mamá oese obviamente resignar sus proyectos
personales y pasar a constituirse en una pura RINcIó¡ al servieio de sus
necesidádes. Hay que pensar, en tal caso, que si reproducimos los
estereotipos de género en la crianza, perpetuamos la situación de que
apenas el hijo se presenk, su madre deja de ser una persona en sí: sólo
es aceptada y rcspetada socialmente si asume su puesto de atenta y
254 HISToRIAS INFAMEÁ: Los MALTRAToS EN
I.As REI,ACIONES
Nrvq¡s ¡¡c¡¡.es
R¡cur¡oos DE INFANcIA
sin embargo, serla una respuesta defensiva legltima del propio sef
dañado: pero esa acción termina por omitirse; se la vive como pligrosa,
daíina, desleal hacia ese supuesto aliado familiar. La diferenciación y
la discriminación entre el sí-mismo y el otro, parte impoftanúe del pro-
ceso de crecimiento, se hace diffcil. Se pierde la capacidad del cuidado
por sí mismo poryue se pierde esa cualidad de reconocimiento, registo
y alianza con el propio sefi que no se distingue del orno en ese nivel de
fi¡sión. Y la fusión se mantiene porque está al servicio de proteger al otro
de los propios ataques. Supuestamente, entonces, se estaría con ello
protegiendo también al propio sefi, ya que ambos están confundidos y
fusionados. Sólo se diferencían gracias a una gran dosis de indignación
y rabia Qas hijas con las que se comete incesto sólo se indignan y acusan
al padre cuando Io ven abusar de una hermana menor, po¡ ejemplo).
El dilema es desganante: ¿ cómo es posible asurnir la propia defensa
¡
cuando se quiere defender al Otro, agresor, del ataque que uno mismo
quisiera inferi¡le!? Por último, en esta cultura, ¿cómo aprende esa
per$ona a aútoconsiderarse, a autovalorarse, si está recibiendo castigos
-Or-
injustificables y no puede implementar recursos elementales p*u
fenderse y rescatarse apreciativamente en esas interacciones?
Lo primero que esa persona hace a fin de sobrevivir a su ülema es
precisamente eso, int€nt¿r rusnFIcAR el maltato. Cons8uye €ntonces
una etplicación que asigne sentido a esa acción de la que es vlctima. pero
como esa acción fue confta é1, está dispuesto y llega a $uponer que su
propia persona y sus propias conductas son negativas y, ea cambio, la
acción de ese Oro a quien ama y respeta es la positiva y aceptable,
Éste es un exhaordinario mecanismo de confusióndi identidad (en
el aspecto en que la identidad se apoya en el reconocimiento y la
sénsación de continuidad del propio yo), que tonna parte de un proceso
insidioso de auton€chazo. Pueden existir refuerzos socioculturales que
afiancen este proceso, como ocure muy habifualnente con las muieres
y la forma en que son socializaüs. Karen Blaker habla de ..autofóia"
en su libro Mu¡ere s complacientes,lwmbres controladores, publicado en
una colección de autoayuda, y la describe como una caracteística de
EFECTOS DELOS ABUSOS EN LOS
HIJOS 261
Pero, ¿,cómo puedo bacer para evitar esos malos momentos? ¿Cómo
podría compensar los muchos déficit provenientes de mi educación y de
mi preparación, y compartir una vida al lado de alguien con esta
particular sensibilidad?
Y, peor arln, ¿cómo explicarme a ml misma que a veces quiera estar
sola, no verlo por varios días, hgcer de cuenta que se murió, que soy
viuda, que él no está cerca de mí para pmtegénne, para decirme lo que
es mejor para ml, para advertirme que me acechan tales y cuales peligros,
para avisarme que no sé medir las consecuencias de lo que me pro,pongo,
para sugerirme lo que debo hacer para reparar mis torpezas, etcéúera?
tan fría, tan distante, en fin, tan
¿Cómo puedo ser tan desagradecida,
poco considerada pua con aquel que me demuestra tanto ¿von?
El colmo lo constituye algo inexplicable que me asala cada tanto, y
que me hace seutir aúaída y entusiasmada hacia estímulos vilales que no
tienen nada que ver con é1. Como por ejemplo algrfn proyecto de üaje
o de fabajq o aun, algún otro hombre, que, por supuesto, no alcanza ni
remotamente a ten€r sus cualidades ni me merece el respeto y l'a
admiración gue siento Por El.
Llego -y no tengo ofa opción- a pensar que algo falla en rni na-
turaleza, que estoy hecha de un modo que no me permite confiar en mí
misma y en mis inclinaciones porque adolecen de vicios que pueden
perjudicarme seriamenfe. Es etl e$os momentos cuando más reconozco
y agraOezco el privilegio del que disfruo. É1, desinteresada y natural-
menúe, a veces aun sin saberlo, me salva de mí misma, de mis propios
impulsos nefastos de mujer inesponsable.
^Me
prcgunto: ¿qué hubiera sido de mí sin Él? ¿Dónde estarla ahora?
privada de su gula orientadora?
¿Qué elecciones hubiera hecbo, ¿A qué
extremos me hubiera atrevido a llegar? ¿Qué peligros hubiera corrido?
¿Qué hubiera arriesgado y, tal vez'
perdido? ¿Cómo serfa mi vida ahora?
Hasta llego a preguntarme: ¿qué tendrfa colgado de las paredes de mi
propia casa?, ¿quiénes serían mis amigos?, ¿quiénes se sentirian con
libertad de visitarnre y llamarme?, ¿con quiénes saldría?, ¿qué progra-
mas estaría haciendo?; ¿cómo serían mis diversiones?, ¿qué música
estaría escuchando?, ¿de cuánta energfa estaría disponiendo?, ¿dónde
estaría viviendo..,?
No quiero perdeime en estas divagaciones porque ya debe de estar por
llegm, y hay que timpiar estas manchas de sangre que ensucian Ia alfombrA
y también la estatua de bronce maravillosa que él eligió y compró el do-
mingo mientras paseábamos por San Telmo, que casi no llegué a apreciar
de tan hundida que está desde,hace un tato en su cráneo.
n
17. ENTRENAMIENTO DE TERAPEUTAS
Y OTROS OPERADORES
UN ENTRENAMIENTO VIVE¡¡C¡AL?
¿POR QUÉ NECESITAMOS
o
o
o
OFERADORES
I
2Á1
ENISEI.IAM¡ENTO DE TERATET]TAS Y OTROS
que recomenzar
de las ventajas del ejercicio en sl. En ese caso' hay
pidiendo comentarios sobre lo obseryado en sus casas' Cuando el
posterior si se recupera la
intervalo es largo, se favorece el trabajo
retajación y la áubconcentración del comienzo' A ese efecto, suele
bastar con un ejercicio de inaginería corporal.
Para continuar con ohos ejercicios, el grupo tiene que dividirse
en
su posición en el sistema.
-Cuando
todos los subgrupos üenen ya definida la escultura, uno por
uno pa$a al frente a repres€ntarla.
Á examinarlas, los miembros de los otros subgrupos pueden intentar
realizar, con la estatua, los movimientos que la familia debería efectuar
para asegurarse de que los actos de violencia lto se repitan'
' El m-anejo técniio de esta fase está inspirado en técnicas psico-
Ia ima-
dramáticas. Los participantes pueden observar cuidadosamente
que s€
gen total y ponerle títulos alegódcos, acentua¡- los movimientos
insinrfan,-pararse detrás de los personajes y hacer desde allí sus co-
de ofros
nespondieites discursos, incluir personajes dg terapeutas -o
y mudar de lugar a alguno o
ooeradores- en diferentes actitudes, mover
igunos de los personaj es, etcétera. Para cada propuesta' es necesarioque
qu-ienlahace,lalleveadelanteenlaprácticaconlaesculturaviviente
y que, además, explique cuál sería' en una entrevista, la intervención
técnica corespondiente.
Se repite ei trabajo con cada subgrupo. Cuanto más
detalladamente
pueda efictuarse el ejercicio, mayor provecho prest¿' En muchos casos'
y nuevamente pala
lonviene que haya un intervalo entre una est¿tua otra'
(cuasitóxicos)'
no sobrecargar a quienes participancon estos contenidos
y permitirlei recuperarse en la inte¡acción amistosa con los compañeros '
presentación
En parte, tos ejercicios de taller también consisten en la
de videocintas dL entrevistas individuales, de familias o de
parejas'
R¡¡t-p<loN¡s A PosTERIoRI
Como en todos los elleres, siempre conviene hacer una rueda final
de reflexión sobre lo vivido. Esa reflexió¡ es esencial para evaluar la
acüvidad en sl y para ajustar leves -y no tan leves- matices en el tato
que hubieran podido no quedar cuidados suficientemente a lo largo de
los ejercicios. También es válido recunir a encuestas por escrio y al
procesamiento compuBrizado de sus datos.
Enoe las informaciones m¿is intcresaotes (obtenidas de los partici-
pantes) en relación con el efecto de los talleres, figuran las siguientes:
que les sorprendió su dificulud para identificarse con algunos persona-
jes; que les sorprendió su propia negación de las interaccioncs de
nalEato; queles sorprendió todoloquehablan regisrado y eran capaccs
depercibirdesde el contexto de observación pero que no podfanincluir,
traducido en acciones, al constituirse en operadores en contacto con Ia
familia; que les sorprendió que el victimario se sintiera a su vez una
vfctima y expücara sus acciones desde esa posición, etcétera,
En cuanto a ml misma, como coordinadora, no termina de sorprotr:
derme la cantidad de personas de ambos sexos que, en algúa momento
de la acüvid¿d, maniñestan haber vivido, en el seno de sus familias,
situaciones de violencia.
tl
fl
$
o
o
HACIA NUEVAS CO}WTVENCIAS POSELES
o
18.
o
a
o
o
a
o
o
o
culturas' la
o
Tal vez en alguna época y tal vee todavfa para algunas
marginación y elexterminio resulaban métodos
posibles para lidiar con o
los abusadores' o
El [ánsito por toilo este camino plaado de histori¿s
infames de la
sensación
o
violenciafaniüarmehadado, y esperoque noshayadado'
de sano escepticismo con resPecto a la validee
una
y la eficacia de esos o
castigos radicale, .o*o raur.g* conüa los abusos' Qlrienes
abusan de o
,u, Jrpor* o de sus hijos también son seres humanos
que' en osas
t
¿i*.*ion*rdesusvidas,soncapacesdeactitudesderespetoyde o
conftol o, €n todo caso, capaces de aprenderlas'
Encontru un método de contención y disciplinamiento
se welve arfn I
r¡r Oifi.it por el hecho de que los que abusan son' muy
ftecuente y o
p*Jojt*.nrt,
'accionar
amados poi sus vfctimas y que' por oÚa
que reforzar el
parts' el
circuito
o
abusivamentÉ coftra ellos no hace más
de los abusos, tal como lo hemos visto a lo
largo de los capítulos ile este o
libro. o
¿Qué nos
queda entonces para defender exitosament€ -a veces a pesar
o
de illas mismas- a las víoimas? o
Nomucho.Sólounalaborconünuadayconsistente'quemantengaun
timiteOenrme Oesatto ante elmás pequeño de los
malos tratos' mienfras o
se conserve el respeto por la pe$ona de todos, incluida ladel abusador' a
TaI vez esto implique unirevisión muy seria
¿e intervenciOn en miteria de satud sino
no sólo de las técnicas.
también de la necesidad de
o
acciones mancomunadas que integren prácticas
creativas desde el sis- o
ü*a pofi.iaf y .l judicial, y aun la participación de los medios masivos' o
como instrumentos de la comunidad' o
a
o
o
HISTORIAS IMAMES; LOS MALTRATOS EN LAS RELACIONES
Milgram, S.: Obe ilience to Authnrily, Nueva York, Harper & Row'
1973'
Milier, D.: El nuevo políteísmo, Nueva York, Harper & Row' 1974'
ffi
li
lit
jl
ii
il
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I
ll
o
a
o
o
I
Otno título de Paidós
o
a
Vinkrcíafatniliar a
o
Jorge Corsi y otros
o
o
o
o
A partir tle la investigación llevada a cabo e'¡r los últimoe o
r¡einte años, la violenci¿ famiüarha sido identifica'la oomo un
grave problema social que hunde sus rafces en nuestra cultura
o
i *y* oons€cueaciasie ramifican, afectando a amplioe seo
o
tores de la Población. o
Entre losejes temáticoe posibles,los autorcshan selecciona-
ilo eI ile la vióbucia con¡rgal, por eu impac{o creciente en la
o
conciencia comunitaria y por la necesidad de contar con ¡ssur'
o
Bos Dara senerar respu€stas psicológicas, sociales
y políticae' a
i¡,A"ri¡,o t*r¡Iioi ee elproduc"to del trab{o realizado du- o
rante loe rítimos años por quienee han participado en la
Carrera ile especialización enViolenciaFamiliar enlaUniver-
I
siilad ile Buenos Ai¡ee. Si bien los ¡utores son pmfesionales de o
la psicologfa, el habqio social, la medicina o el-derecho, el lecüor a
po&¿ toóot""" un Éngu{e comrtn que resulta indispensable
a
iara la constrr¡cción ae to interdisciptinario, ej9-fundamental
para el trabajo en el canpo de la violencia famiüa¡' t
a
a
o
o
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lrt
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liro
lliio
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lllii¡
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itiio
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liilio
i{o
iiio
ri'
iio
lio
ilo
iir
ilo
Ito
Ho
fo
flr
Io
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io
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o
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a
Otro título de Paidós
El golpeador
Donald G. Dutton