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Dean MacCannell Relat ; 2 Visita turistica y estructura social La integracién moral de la modernidad El lugar de la atraccién en la sociedad moderna La sociedad moderna se constituye como una estructura laberintica de normas que gobiernan el acceso a sus talle- res, oficinas, vecindarios y lugares semipublicos. A medida que aumenta la densidad de la poblacion, este dédalo de nor- mas se manifiesta en divisiones fisicas: paredes, techos, cer- cas, pisos, setos, barricadas y signos que marcan los limites de una comunidad, un establecimiento o el espacio de una persona.' Este sistema social contiene corredores intersti- ciales: vestibulos, calles, ascensores, puentes, vias fluviales, rutas aéreas y metros. Estos corredores estan repletos de objetos que cualquiera puede ver, lo quiera o no. Erving Goff man ha estudiado la conducta humana en lugares publicos y las relaciones en publico en cuanto a lo que pueden revelar acerca de nuestro orgullo, vergiienza o culpa colectivos.? Deseo seguir su ejemplo y sugerir que la conducta constitu- ye solo una de las representaciones visibles y publicas de la estructura social que puede hallarse en sitios publicos. Asi- mismo, encontramos deterioro, residuos, marginados hu- manos e industriales, monumentos, museos, parques, pla- zas adornadas y espectaculos arquitecténicos que exhiben la virtud industrial. La conducta publica y estos otros aspec- 53. 54 EL TuRISTA tos publicos visibles de la sociedad constituyen las atraccio- nes turisticas. Visita turistica y el orden moral La organizacién de la conducta y de los objetos en lugares publicos es funcionalmente equivalente al texto sagrado que atin sirve como base moral de la sociedad tradicional. Es de- cir, los sitios publicos contienen las representaciones del bien y del mal de vigencia universal para el hombre moderno en general. Se requiere una actitud turistica de respetuosa admiracién hacia las atracciones mas destacadas, los monumentos, y una no menos importante actitud de repugnancia hacia los mon- tones de basura sin control, los atracos, los edificios abando- nados y en ruinas, los rios contaminados, etc. La repugnancia hacia tales objetos constituye el polo negativo del respeto ha- cia los monumentos. Tanto la repugnancia como el respeto proporcionan una estabilidad moral para la consciencia turis- tica moderna, que se extiende mas alla de las relaciones so- ciales inmediatas, hasta la estructura y la organizacion de la sociedad en su totalidad. Las visitas a comunidades de los apalaches y a los vecin- darios marginales del norte que realizan los politicos consti- tuyen ejemplos negativos de visita turistica. Este tipo de vi- sita, por lo general, esta capitaneada por un personaje local que posee conexiones fuera de su comunidad. El personaje local sefiala, explica y eleva sus quejas al politico sobre las carrocerias de automdviles que se oxidan al aire libre, el maiz que no crecid, los borrachos y los drogadictos, los da- fios por inundaciones y otras caracteristicas de la zona. El po- litico, a su vez, expresa su preocupacion. Mientras que los politicos y otras figuras ptiblicas como Eleanor Roosevelt y los Kennedy sin duda son los lideres en estas situaciones, es- ta clase de visita turistica se extiende cada vez mas a la clase media en general. The New York Times informa que setenta VISITA TURISTICA Y ESTRUCTURA SOCIAL, 55. personas respondieron a un anuncio que invitaba a los turis- tas a pasar «21 dias “en la tierra de los Hatfields y los McCoy” por $378, viviendo con algunas de las personas mas pobres de los Estados Unidos en el condado de Mingo, en Virginia Oc- cidental»*. De modo similar, en 1967, la Penny Sightseeing Company inaugur6 las visitas guiadas a Harlem.* La recien- te conciencia ecoldgica ha dado origen a algunas variaciones imaginativas: durante la «Semana de la Tierra», organizada en abril de 1970, podian realizarse visitas en autobtis a «Los diez principales contaminadores en accién». Esta forma turistica de compromiso moral con distintas re- presentaciones ptiblicas de raza, pobreza, estructuras urba- nas, males sociales y, por supuesto, el «bien» publico, los mo- numentos, constituye una alternativa moderna a los sistemas de moralidad de estar dentro del grupo, construidos sobre la base de oposiciones binarias: el de adentro contra el de afue- ra, nosotros contra ellos. En la sociedad tradicional, el hom- bre no puede sobrevivir a menos que oriente su conducta en un marco «nosotros somos buenos - ellos son malos». Si bien algunos de sus fragmentos todavia pueden hallarse en la polt- tica moderna, dicha moralidad tradicional no resulta eficaz en el mundo moderno. La diferenciacién entre estructuras so- ciales ha destruido las lealtades tradicionales. Hoy en dia re- sulta imposible determinar con exactitud quiénes somos «nosotros» y quiénes son «ellos». Asi, el hombre no puede so- brevivir en el mundo moderno si intenta continuar orientan- do su conducta en el marco tradicional «nosotros somos bue- nos - ellos son malos». A medida que el hombre se adentra en el mundo moderno, la gama entera de hechos sociales —po- breza, raza, clase, trabajo— permanece abierta a una constan- te evaluacién e interpretacién moral. Esta locura de meras distinciones obliga a la consciencia moderna a explorar mas alla de las fronteras del prejuicio y la intolerancia tradiciona- les en su busqueda de una identidad moral. Unicamente los «norteamericanos medios» (si es que éstos realmente exis- ten) y los pueblos primitivos —aquellos cuyas vidas son «coti- dianas» en el sentido peyorativo y demoledor de la palabra— } 56 EL TURISTA pueden sentir que verdaderamente forman parte de su propio mundo. E] hombre moderno esta condenado a buscar en otro sitio, en todas partes, su autenticidad, a intentar captar un re- flejo de ésta en la simplicidad, la pobreza, la castidad o la pu- reza de otros. La estructura de la atraccién He definido la atracci6n turistica como una relacion empi- rica entre un turista, una vista y un marcador (una informa- cién sobre la vista). Puede representarse un modelo simple de la atraccién de la siguiente manera: [turista / vista / marcador] atraccién Obsérvese que los marcadores pueden adoptar formas muy diferentes: gufas, placas informativas, presentacion de diapositivas, documentales sobre viajes, cajas de cerillas a modo de souvenirs, etc. Obsérvese asimismo que no resulta posible ninguna definicién xaturalista de la vista. Entre las vistas con marcadores que atraen a los turistas se encuentran. algunas cadenas montafiosas, el sombrero de Napoleon, las rocas lunares, la tumba de Grant, hasta Estados nacionales - enteros. A menudo las atracciones son dificiles de diferenciar de sus parientes menos famosos. De no estar marcados, re- | sultaria imposible para alguien no entendido en la materia dis- tinguir, sdlo por su apariencia, entre las rocas lunares traidas por los astronautas y un monton de guijarros recogidos en el monumento nacional Craters of the Moon, en la zona voleéa- __ nica localizada en Idaho. Las primeras constituyen una vista y ~ los segundos un souvenir, una especie de marcador. De la misma manera, los hippies son turistas, y cuando vuelvena st hogar.en Haight Ashbury, en San Francisco, también const tuyen vistas que los turistas vienen a ver, 0 por lo menos ast solia ser. VISITA TURISTICA Y ESTRUCTURA SOCIAL, 57 La caracteristica distintiva de los objetos que colectiva- mente son considerados «vistas verdaderas» viene sugerida por una segunda mirada al ejemplo de la roca lunar. Los sow- venirs los coleccionan individuos, los turistas, mientras que las vistas las «coleccionan» sociedades enteras. Estados Uni- dos en su conjunto esta tras la recoleccion de rocas lunares, o por lo menos eso se supone, y los hippies constituyen un re- flejo de la afluencia y decadencia colectiva de ese pais. E] origen de la atraccion en la consciencia colectiva no re- sulta siempre tan evidente como cuando una sociedad drama- _ tiza sus valores y capacidades enviando a sus representantes ~ aun viaje al sistema solar. No obstante, la determinacién co- lectiva de las «vistas verdaderas» esta bien delimitada. El tu- rista no tiene dificultad en decidir qué vistas debe ver. Su tini- -o problema consiste en llegar a verlas todas. Incluso bajo -ondiciones en las que las cosas para ver no tienen fin, alguna tnisteriosa fuerza institucional opera en la totalidad antes de la legada de los turistas y separa las vistas con un interés espe- atraccién es La Gioconda. resto es arte indiferenciado en abstracto. Los modernos de algtin modo conocen cuales son _ Jas atracciones importantes, incluso en lugares remotos. Este ilagro de consenso que trasciende las fronteras nacionales basa en un conjunto elaborado de mecanismos institucio- nales, un proceso dual de sacralizacién de la vista que se co- rresponde con una actitud ritual por parte del turista. La visita turistica como ritual moderno » Erving Goffman ha definido el ritual como un «acto some- ro y convencional por medio del cual un individuo manifies- ta su respeto y estima por algun objeto de valor fundamental o _ stistituto»®. Esto se traduce en la consciencia individual _ ¢omio un sentido de obligacién, si bien una obligacién que se _ realiza con agrado. Bajo condiciones de alta integracion so- | cial, la actitud ritual puede perder toda apariencia de exte- 58 EL TURISTA riorizacion coercitiva. Es decir, puede impregnar el ser intimo de un individuo de tal manera que éste desarrolle sus obliga- ciones rituales con afan y sin pensar ni en si mismo ni en las consecuencias sociales. Las visitas turisticas internacionales modernas poseen su propia estructura moral, un sentido colectivo segun el cual existen ciertas vistas que uno esta obligado a ver. Sin duda, al- gunos turistas se resistiran a admitir que lo que les motiva es un impulso elemental, andlogo al que anima la reverencia aus- traliana por sus placas de piedra grabada llamadas churingas. E] australiano, que duda cabe, no admitira tal sugerencia. No obstante, los tours guiados modernos, en palabras de Goff- man, son «vastas agendas ceremoniales que comprenden Jargas cadenas de ritos obligatorios». Si una persona viaja a Europa, «tiene que visitar» Paris; si va a Paris, «tiene que ver» Notre Dame, la torre Eiffel, el Louvre; si va al Louvre, «tiene que ver» la Venus de Milo y, por supuesto, La Gioconda. Exis- ten, literalmente, millones de turistas que han invertido sus ahorros en realizar este peregrinaje con el fin de ver estas vis- tas. Algunas personas que no estuvieron «alli» me han dicho que desean ver esas vistas «con todo su corazon». Resulta llamativo el hecho de que nadie escapa al sistema de atracciones excepto quien asume una postura tradiciona- lista, refugiandose en el permanecer-en-su-casa: es decir, na- die esta exento de la obligacion de la visita turistica excepto la persona local. El habitante de Manhattan que nunca ha visto la estatua de la Libertad constituye una imagen mitica en la sociedad norteamericana, al igual que su reverso: la imagen de las personas de ciudad que van al campo y expre- san fascinacion por cosas a las que la gente local presta poca atencion. La actitud ritual del turista se origina en el acto del viaje mismo y culmina cuando aquél se encuentra en pre- sencia de la vista. Algunos turistas experimentan un sentimiento tan profun- do hacia la vista que desean estar solos en su presencia, y se enojan con los demas turistas por profanar el lugar arremoli- nandose «como ganado». Algunas vistas se tornan tan impor- | | | i | : VISITA TURISTICA ¥ ESTRUCTURA SOCIAL 59 tantes que los turistas evitan utilizar nombres propios: en el noroeste de Estados Unidos, el monte Rainier se denomina «el Monte», y en toda la costa oeste de Estados Unidos, Ila- man a San Francisco «la Ciudad». Las instituciones religiosas tradicionales en todas partes se adaptan a los movimientos de turistas. En «la Tierra Santa» el tour ha seguido el sendero del peregrinaje religioso y poco a poco lo reemplaza. En todas partes del mundo las iglesias, catedrales, mezquitas y templos pasan a cumplir una funcién turistica en lugar de religiosa. Las etapas de sacralizacion de la vista En los estudios estructurales, no basta con construir el modelo de un aspecto de la sociedad tomando como base tini- camente las actitudes y conductas de los individuos. También es necesario especificar en detalle los vinculos existentes en- tre las actitudes y la conducta y los escenarios institucionales concretos. Acaso existan, o hayan existido, algunas vistas tan espec- taculares en si mismas que no requieren ningtin tipo de apo- yo institucional para marcarlas como atracciones. El conjunto original de atracciones se denomina, al estilo del hombre pri- mitivo, con el nombre del sentimiento que supuestamente suscitd: «Las Siete Maravillas del Mundo». Las vistas moder- nas, salvo contadas excepciones, no reflejan de modo tan evi- dente los valores sociales importantes que debieron haber re- flejado las Siete Maravillas. Atracciones tales como Cypress Gardens, la estatua de la Sirenita en el puerto de Copenha- gue, el faro de cabo Hatteras y otras, pueden perder su signi- ficado socio-simbdlico mas amplio y convertirse una vez mas en meros aspectos de un escenario social limitado. A menu- do, se requiere un apoyo institucional masivo para sacralizar Jas vistas en el mundo moderno. La primera etapa de la sacralizacién de una vista ocurre cuando ésta se separa de otras similares por ser digna de pre- 60 EL TURISTA servacién. Puede llegarse a esta etapa deductivamente, a par- tir del modelo de la atraccién [turista / vista / marcador| atraccion o también puede alcanzarse inductivamente, por obser- vacion empirica. Las vistas poseen marcadores. A veces se requiere una ley aprobada por el Congreso, como en la de- signacion oficial de un parque nacional o de un santuario his- torico. Esta primera etapa puede denominarse fase vocativa 0 sacralizacion de la vista. A menudo, antes de la fase vocativa, se requiere una gran cantidad de trabajo en cuanto a la au- tenticacién del candidato a la sacralizacion. Los objetos son. sometidos a rayos X, horneados, fotografiados con equipos especiales y examinados por expertos. Se presentan informes en los que se atestigua sobre los valores estéticos, histéricos, monetarios, recreativos y sociales del objeto. En segundo lugar se encuentra la fase de enmarcado y ele- vacién. Elevacion es el acto de colocar un objeto en exhibi- cién, ya sea en un estuche, en un pedestal o abierto al publi- co para ser visitado. Enmarcado es la colocacién de un limite oficial alrededor del objeto. En un nivel practico, existen dos tipos de enmarcado: de proteccion y de realce. La proteccion parece haber sido el motivo que origind la decisién, tomada recientemente en el Louvre, de colocar La Gioconda (ningtin otro cuadro) tras un cristal. Cuando se colocan reflectores en un edificio o en un cuadro, éstos son realzados. La mayor par- te de los intentos por proteger un objeto sagrado, como por ejemplo colgar un cordon de seda delante de él 0 disponer de mas vigilancia a su alrededor, también pueden ser interpreta- dos como una especie de realce. Asi, la diferencia entre pro- teccidn y realce termina por desaparecer. Los turistas que mi- ran La Gioconda suelen comentar: «Ah, es el unico que tiene cristal», o «Debe de ser el mas valioso, tiene un cristal en- frente». Se produce un enmarcado alejado cuando el resto del mundo es obligado a separarse del objeto y el espacio que me- VISITA TURISTICA Y ESTRUCTURA SOCIAL 61 dia es ajardinado. Versalles y el monumento a Washington es- tan «enmarcados» de este modo. Cuando el propio material de enmarcado que se utiliza ha ingresado por derecho propio en la primera etapa de sacrali- zacion (marcado), se accede a una tercera etapa. Dicha etapa puede denominarse consagracién. El modelo que ilustra este caso es la Santa Capilla, la iglesia construida por san Luis pa- ra albergar la «verdadera corona de espinas» que le compré a Baldwin de Constantinopla. La Santa Capilla, por supuesto, constituye una atraccién turistica por derecho propio. De la misma manera, en el museo Gutenberg, en Gutenberg, en Alemania, la Biblia original de Gutenberg se exhibe bajo lu- ces especiales en un pedestal situado en un recinto oscuro de una habitacién mas grande. En las paredes de la habitacion mas grande cuelgan documentos preciosos, entre los que se incluye un manuscrito de Beethoven. La siguiente etapa de sacralizacion se denomina repro- duccién mecénica del objeto sagrado: la creacién de graba- dos, fotografias, modelos o efigies del objeto, que son a su vez valorados y exhibidos. Se trata de la fase de reproduc- cién mecanica de la sacralizaci6n que mayor responsabili- dad conlleva en cuanto a movilizar al turista en la busqueda del objeto real. Ademas de las copias, tiene que existir El Objeto Real. La etapa final de la sacralizacion de la vista consiste en la veproduccion social, como ocurre cuando grupos, ciudades y regiones comienzan a llamarse a si mismos como las atrac- ciones famosas. Las atracciones turisticas no son meramente una colec- cién de representaciones materiales elegidas al azar. Cuando éstas aparecen en los itinerarios, ejercen un derecho moral sobre el turista y, al mismo tiempo; tienen una tendencia hacia lo universal: incorporan ambitos naturales, sociales, histéri- cos y culturales en una tinica representacién que el recorrido turistico hace posible. Tal universalidad impuesta por lo mo- ral constituye la base de un sistema general de clasificacion 62 EL TURISTA, de elementos sociales producidos sin esfuerzo consciente. Ninguna persona ni agencia es oficialmente responsable de la proliferacién mundial de las atracciones turisticas. Estas han aparecido de manera natural; cada una parece responder a causas locales. No obstante, cuando se las considera como una totalidad, las atracciones turisticas se revelan como una taxonomia de elementos estructurales. Curiosamente, dicho sistema taxo- nomico natural incluye la clasificacién analitica de la estruc- tura social actualmente en uso por los cientificos sociales. Un itinerario norteamericano, por ejemplo, incluye estableci- mientos nacionales, comerciales e industriales, ocupaciones, servicios publicos y medios de transporte, vecindarios urba- nos, comunidades y miembros de subgrupos solidarios (0 al menos identificables) de la sociedad norteamericana. Entre las atracciones especificas que representan estas categorias estructurales se incluirian el Empire State Building, una casa eduardiana en el Back Bay de Boston, un oficial de la policia montada canadiense, un puente sobre el rio Mississippi, la presa Grand Coulee, un totem indio, el Barrio Chino de San Francisco, un tranvia, Tijuana, indios, cowboys, una mansién anterior a la guerra civil norteamericana, una granja amish, el cementerio nacional de Arlington, el Instituto Smithsoniano y la catedral de Washington. ‘Tomadas en su conjunto, las atracciones turisticas y la con- ducta que las circunda constituyen, en mi opinidn, uno de los tantos cédigos universales mas complejos y metédicos que conforman la sociedad moderna, aunque no tan complejo y metédico como, por ejemplo, un idioma. Claude Lévi-Strauss afirma que no existe tal sistema en la sociedad moderna. Creo que vale la pena explorar el posible fundamento de dicha afirmacién, que de ninguna manera se limita a los comentarios intempestivos de Lévi-Strauss. De modo similar, Erving Goffman ha sugerido que: en la sociedad contemporanea, los rituales realizados ante los sustitutos de entidades sobrenaturales han caido en decaden- VISITA TURISTICA ¥ ESTRUCTURA SOCIAL, 63, cia en todas partes, como también las grandes agendas cere- moniales que comprenden largas series de ritos obligatorios. Lo que queda son breves rituales que un individuo leva a ca- bo por otro, dando fe de la urbanidad y la buena voluntad por parte de quien lo realiza, y de la posesién del receptor de un pequefio patrimonio sagrado.® Creo que el hecho de que Goffman y Lévi-Strauss hayan pasado por alto la existencia de integracion social en un nivel macroestructural de la sociedad moderna puede deberse a una deficiencia metodolégica: ninguno de los dos ha desarro- llado el uso de variables sistémicas para el analisis de la es- tructura social. En mis propios estudios pude obviar la critica de Lévi-Strauss elaborando la dimensién misma de moderni- dad que él mencionéd como su rasgo mas sobresaliente: su fragmentaci6n cadtica, su diferenciaci6n. Es interesante resaltar que el enfoque que utilicé fue an- ticipado por Emile Durkheim, quien inventé el uso de varia- bles sistémicas para el andlisis sociol6gico y menciono las atracciones turisticas («obras de arte» y «monumentos his- téricos») en su listado basico de hechos sociales. Durkheim escribio: Los hechos sociales, por el contrario [el autor acaba de escri- bir sobre hechos psicolégicos], merecen de forma mas natu- ral e inmediata ser tratados como objetos. La ley esta plasma- da en cédigos... las modas son preservadas en la ropa; el gusto en las obras de arte... [y] los vaivenes de la vida diaria se re- gistran en cifras estadisticas y monumentos histéricos. Por su propia naturaleza tienden a una existencia independiente fue- ra de la consciencia individual, la cual dominan.’ Hasta el momento, ningun socidlogo retomé la sugerencia de Durkheim segtin la cual «la ropa», «el arte» y «los monu- mentos» constituyen claves para la estructura social moder- na. La estructura de la atraccion fue descifrada de manera ac- cidental por el critico cultural Walter Benjamin mientras trabajaba en un problema diferente. No obstante, Benjamin, 64 EL TURISTA acaso por estar comprometido con una versién ortodoxa de la teoria marxista, invirtio todas las relaciones basicas. Escribié Jo siguiente: La originalidad de una obra de arte resulta inseparable del he- cho de que ésta se encuentra inserta en la tradicién. Esta tra- dicion vive y es extremadamente variable. Por ejemplo, una estatua antigua de Venus se situaba en un contexto tradicional diferente entre los griegos, quienes la convirtieron en objeto de veneracién, del que le otorgaron los clérigos de la Edad Media, quienes la consideraron un idolo ominoso. No obstan- te, ambos tuvieron que hacer frente de la misma manera a su originalidad, es decir, a su aura. Originalmente la integracién contextual del arte en la tradicion hallé su expresidn en el cul- to. Sabemos que las primeras obras de arte se originaron en el servicio del ritual, primero magico, después religioso. Resulta significativo que la existencia de la obra de arte en referencia a Su aura nunca se separa completamente de su funcién ritual. Es decir, el valor unico de la obra de arte «auténtica» tiene su base en el ritual, el lugar de su valor de uso original.* Dejando a un lado, de momento, el interés marxista por el «valor de uso», quiero sugerir que la sociedad no produce ar- te: los artistas lo producen. La sociedad, por su parte, sdlo puede producir la importancia, la «realidad» o la «originali- dad» de una obra de arte mediante la acumulacién de repre- sentaciones junto a ella. Benjamin creia que las reproduccio- nes de la obra de arte se realizan porque la obra posee un «aura» social, un remanente de sus origenes en un ritual pri- mordial. Benjamin deberia haber invertido el orden. La obra se convierte en «, en la ciudad de Filadelfia, se abren al pubblico una vez al afio para poder ser visitadas por turistas. Es muy comtn que a quienes visitan Japon se les ofrezca la oportunidad de entrar, observar y, hasta cierto punto, participar en las casas de familias de clase media. En el ministerio de Turismo francés pueden ha- cerse arreglos individuales para tomar un café en una casa francesa, y hasta para salir a pasear en automoévil por el cam- po con un francés de «aproximadamente el mismo nivel social del interesado»™, Una versién de la sociologia sugiere que la sociedad no se compone de individuos sino de grupos, y los grupos, también, figuran como atracciones turisticas. Ciertos grupos elaboran un espectaculo de sus propias caracteristicas grupales (sus ceremonias, patrones de establecimiento, vestimenta, etc.) en especial para beneficio de los visitantes: Ayer, en un encuentro abierto de empresarios indios, funcio- narios del gobierno y representantes de aerolineas, el jefe Ea- gle, de Dallas, portavoz y director de la nueva agencia United States Indian International Travel informé que la cooperativa espera poder ofrecer en el mes de junio tours de bajo coste pa- ra grupos de turistas alemanes."* Otros grupos, incluso otros grupos indios, se resisten con vehemencia a semejante demostracién, si bien sus lideres son conscientes de su potencial turistico, ya que consideran degradante esta clase de conducta para los turistas.'® Dada la naturaleza multiple que poseen los canales de la comunica- cién humana, estas dos versiones del grupo (el orgulloso y el VisITA TURISTICA Y ESTRUCTURA SOCIAL a7 practico) no son necesariamente excluyentes. El siguiente re- lato sugiere que un miembro timido de una de nuestras re- cientemente surgidas minorias conscientes de si mismas pue- de llevar a cabo su propia actividad y realizar algo mas para los turistas al mismo tiempo: El dia de ayer las matriculas de automéviles de Nueva Jersey, Connecticut e incluso Pennsylvania fueron conspicuas en Tompkins Square, lo que indica que el nuevo refugio hippie del Lower East Side esta comenzando a atraer turistas de otros estados. «Uno va donde esta la accion», dijo una muchacha rubia con shorts tras una gruesa capa de pintalabios blanco. La mucha- cha, que dijo llamarse Lisa Stern y ser estudiante de primer aiio en la Universidad de Rutgers, agrego: «Solia pasar los fi- nes de semana en Greenwich Village, pero ya no». No obstan- te, Lisa no encontré mucha accién en el parque Tompkins Square, el lugar en donde cierto Memorial Day,* doscientos hippies se enfrentaron con la policia. ... Ayer nadie puso en du- da el derecho de un hippie a sentarse en la hierba o a tender- se sobre ella. Algunos turistas de Nueva Jersey estaban inclinados sobre la baranda que encierra un trozo de césped, como si estuvieran de visita en el zoo, y contemplaban a un hombre con brazos ta- tuados y rostro pintado de azul que les saludaba ligeramente con la mano, mientras resonaban los bongos."* Otros grupos —los «holandeses» de Pennsylvania, los ama- nas, los vascos y los campesinos en todas partes— probable- mente se encuentran mds o menos a medio carnino entre la resistencia y la aquiescencia frente al turismo, u oscilan entre la demostracion afectada y la aceptacién a regafiadientes. Acaso porque hay un hombre dentro, las ocupaciones son atracciones turisticas populares. En algunos sitios, los artesa- * Memorial Day: en Estados Unidos, el tiltimo lunes del mes de mayo, dia en que se recuerda a los caidos en las guerras. 72 EL TURISTA nos locales se habrian extinguido de no ser por la interven- cidn del turismo en masa y el mercado de souvenirs: Las cajas de Palej estan hechas de cartén piedra y modeladas segiin se desee sobre una forma de madera. Un solo artista fa- brica la caja, la cubre con varias capas de laca negra, pinta la imagen en miniatura, agrega unas tltimas capas de laca trans- parente y firma con su nombre y la fecha. Cada caja represen- ta de dos a tres dias de trabajo. Algunos de los 150 artistas de Palej trabajan en sus casas Por mi parte, observe cémo Constantine Bilayev, un artista de cincuenta y pico afios de edad, pintaba una escena de cuento de hadas que podria haber estado haciendo para sus nietos. Ilustraba Ja historia de una malvada anciana con una hija preferida y una hijastra a quien odiaba. Enviaba a la hijastra al bosque a recoger lefia, espe- rando que algo malo le ocurriera a Ja nifia. En cambio, la hi- jastra triunfaba sobre cualquier adversidad.” Ademas de este aspecto bonito del turismo ocupacional, existe otro lado mds duro y moderno del dia de trabajo. En la misma comunidad de los fabricantes de cajas, trabajan joven- citas reales que triunfan sobre la adversidad mientras sirven de atracciones turisticas. E] informe contintia: Pero la principal atraccin en esta ciudad de 400.000 habitan- tes es la fabrica textil Ivanovo, una enormidad industrial que produce alrededor de 23.000.000 de metros de tejido de lana en un aii. La fabrica representa una inversion de 55 millones de délares. La maquinaria de la fabrica produce un ruido in- fernal. Filas de maquinas toman la lana virgen y la convierten en hilo basto, y sucesivas filas de instrumentos extrudan el hi- Jo en filamentos cada vez mas finos. Las maquinas tejedoras suenan al unisono, como una brigada en marcha: raz, dva, raz, dva, raz, dva, como si un sargento ruso invisible marcara el pa- so. Los 7.500 trabajadores son en su mayor parte jévenes y mujeres. Un tablon de anuncios les exhorta a una mayor pro- duccién para honrar el centenario de Lenin. Ademas de las artesanjas y de la labor industrial especia- lizada, existen otras atracciones ocupacionales que incluyen VISITA TURISTICA Y ESTRUCTURA SOCIAL 73 a los sopladores de vidrio, los buceadores de perlas japone- ses, los cowboys, los pescadores, las geishas, los desholli- nadores londinenses, los gondoleros y los artistas calleje- ros. Potencialmente, todas las divisiones del trabajo en la sociedad pueden transformarse en atracciones turisticas. En algunos distritos de Manhattan, hasta los hombres con traje de franela gris han sido sefialados como foco de aten- cion del turista. Las redes de transporte conectan las diferentes areas ur- banas de la sociedad cuyos segmentos e intersecciones constituyen atracciones turisticas. Ejemplos de ello son: el ptuente de Londres, los Campos Eliseos, Hollywood y Vine, Ponte Vecchio, el Golden Gate, Red Square, los canales de Venecia y Amsterdam, Broadway, la plaza de Tiananmen, la rue de Rivoli, la escalinata de la plaza de Espafia, Telegraph Avenue, el paseo marilimo de Atlantic City, el tunel del Mont Blanc, Union Square y los puentes cubiertos de Nue- va Inglaterra. En esta linea, el siguiente comentario trata de una atraccién no muy conocida pero que suscita espe- ranzas: La ciudad de Birmingham abrié recientemente su primera autovia. Para hacerlo tuvo que realizar un corte profundo en la famosa Red Mountain a fin de completar la construccion y poder transportar rapidamente a la gente hacia y desde la ciu- dad. Para los conductores de Birmingham, la autovia significa tuna nueva comodidad, pero para los miles de visitantes, el cor- te gigante en la cima de la montafia se ha convertido en un pun- to panoramico fascinante ... una nueva y emocionante atraccién turistica’®. Ademias de las calles, plazas, intersecciones y puentes, los vehiculos que estan restringidos a un extremo de la red mun- dial de transportes también figuran como atracciones: cale- sas, géndolas, los tranvias de San Francisco y los carros tira- dos por animales en todas partes. 74 EL TURISTA Finalmente, el.sistema de atracciones se extiende en la medida en que la sociedad ha ampliado sus obras publicas, sin evitar cosas que bien podrian haberse evitado: Una compaiiia turistica londinense ha incorporado a su pro- grama una visita a los urinarios publicos de Londres. La em- presa, See Britain, informé que las visitas a los urinarios co- menzaran el domingo y tendran un coste de cinco chelines (60 centavos de ddlar). Incluiran los urinarios de la City y del West End. Un portavoz anuncié que los visitantes podran apreciar los mejores urinarios victorianos y eduardianos de dichas areas, con un guia que les explicard el estilo de los interiores, la arquitectura, horarios de apertura e historia.” Pero por supuesto, fa presentacién de los engranajes in- ternos del subsuelo de la sociedad viene dada por la visita al sistema de alcantarillado de Paris. Si bien el turista no necesita ser consciente de ello, aque- Ilo que va a ver es la sociedad y su funcionamiento. El aspec- to social de las atracciones turisticas queda oculto detras de su fama, pero ésta no puede cambiar su origen en la estruc- tura social. Dada la época socio-histérica actual, no resulta sorprendente descubrir que los turistas opinan que las visitas constituyen una actividad de recreo, divertida, incluso cuan- do requiere mas esfuerzo y organizacién que muchos traba- jos. En marcado contraste con el consentimiento a regana- dientes que suele caracterizar la relacién del individuo con su trabajo industrial, las personas aceptan con agrado las actitu- des y normas que les llevan a una relacién con la sociedad a través del acto de la visita turistica. Al presentarse como un objeto de valor por medio de la denominada actividad de «re- creo», considerada «divertida», la sociedad se renueva en el corazén del individuo por medio de relaciones c4lidas, abier- tas, no cuestionadas, que se caracterizan por la ausencia casi absoluta de alienacién si se las compara con otros vinculos contemporaneos. Por supuesto, es la clase de relacién entre individuo y sociedad que los cientificos sociales y los politicos VISITA TURISTICA Y ESTRUCTURA SOCIAL, 75 consideran necesaria para una sociedad fuerte, y probable- mente su opinion sea correcta. Las atracciones turisticas en estado natural, sin analizar, acaso no parezcan tener una infraestructura coherente que las una, y dado que es a través de la atraccion que el turista aprehende la sociedad, es posible que tampoco ésta aparente tener una estructura coherente. No es mi intencién aqui or- ganizar en exceso la consciencia turistica. Esta manifiesta Ja estructura profunda, es decir, la estructura social, que es la que describo aqui; sin embargo, es necesario que dicho or- den sea percibido como tal en su totalidad. La consciencia y la integracién del individuo en el mundo moderno requieren, unicamente, que las atracciones estén vinculadas entre si: un distrito a una comunidad, o un establecimiento a un distrito, o una funcion a un establecimiento. Aunque unicamente se comprenda un solo vinculo en el presente inmediato, este es- labdn solitario constituye cl punto de partida de un sistema esférico infinito de conexiones, que es la sociedad con el mun- do y el individuo localizado en algun punto de su superficie. 188 EL TURISTA no con el fin de difamar ni de desautorizar la preocupacién por la precisién, sino para demostrar a qué se enfrenta, ya fin de explicar la pura potencialidad de la expresion cultural moderna, cuando parece que estamos intentando convertir- nos en una enorme obra de arte. 8 Estructura: genuina y espuria EI objetivo del modelo de cultura moderna presentado en los ultimos capitulos fue disenado para explicar sus cualida- des mas relevantes y misteriosas: la capacidad de modificar- se y transformarse, hallada una y otra vez en una combinacion aparentemente paraddjica con su fortaleza, poder y presencia inmensos. He descubierto que la solidaridad de la moderni-) ‘Kees les..Sin, embargo, es. unica Ja capacidad del mundo) ¢ “la moderno de tansformar las. Telicana materiales en expre- ‘iad en la clave para el desarrollo del mundo modern cuestion de la autenticidad trasciende y subsume las ant divisiones entre ef hombr: anormal, en entre ef y.cl propictario. Al Lintentar -adap- tarse a la realidad moderna, los.campos de la. inologia y de Ia sociologia de la anormalidad atraviesan un proceso de reformulacién radical. Como era de esperar, dichos campos estan confusos en cuanto a la definicién de lo «verdadera- mente» anormal cuando la sociedad se adelanta a las teorias existentes: despenaliza las diferencias sociales, convierte las diferencias entre lo normal y lo anormal en meras diferen- ciaciones, en categorias dramaticas en lugar de categorias le- gales. El campo de la psicologia social, que alguna vez taché 189

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