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La comprensión de la marginalidad a partir de la narrativa de Viscarra

Felipe Jhonel Reyes Alvarado (20150284)

Resumen

Este trabajo pretende hacer un recorrido de los itinerarios de la marginalidad


desarrollada por Víctor Hugo Viscarra. Asimismo, reflexionar sobre los enunciados de
reflexión que se muestra en su obra, con el propósito de revelar esa critica que dirige a
la sociedad. Problematizado algunas situaciones y como también los sujetos que
aparecen en la narrativa del autor boliviano. De igual forma, que contribuya a una
mirada más filosófica de la propia existencia de los personajes marginales y su relación
con el contexto de violencia.

Palabras clave: violencia, marginalidad, sociedad.

Abstract

This work aims to make a tour of the itineraries of marginality developed by Victor
Hugo Viscarra. Likewise, to reflect on the statements of reflection that are shown in his
work, with the purpose of revealing that criticism that he directs at society.
Problematized some situations and the subjects that appear in the narrative of the
Bolivian author. In the same way, that it contributes to a more philosophical view of the
very existence of marginal characters and their relationship with the context of violence.

Keywords: violence, marginality, society


Introducción

“Puede que ser que llegue o no llegue a conocer aquella ciudad de las
que tantas veces oí hablar a mis congéneres.
Puede ser que muera en el intento. No importa, porque estoy convencido
que soy un tanto diferente a los que siendo míos hoy pretendo abandonar.
Y si ellos se conforman con vegetar
una existencia sin sentido, yo al menos he
emprendido el camino que ellos no
se van a atrever a transitarlo”
Víctor Hugo Viscarra

Las obras de un artista revelan el mundo en el cual se encuentra sumergido, son


como lo signos para interpretar la experiencia que llega a atravesar el autor en el
transcurso de su relación con los otros. En tal sentido, la vida del escritor Viscarra oscila
en los márgenes de la sociedad, más específicamente, la de Bolivia, pero que a fin al
cabo también permite reelaborar en términos críticos el medio desde cual nuestra
existencia fluye en relación con las personas no reconocidas y rechazadas.

Víctor Hugo Viscarra nace en 1958 y fallece en el año 2006, su capacidad como
artista radica en la habilidad de mostrar las cosas sin tapujos, bajo un lenguaje
entendible para la mayoría. Aunque siempre acompañado bajo los vicios que
caracterizan esos espacios de marginalidad. Conocido por sus lectores como el bebedor
empedernido, cercano a la vida nocturna y sobre todo amante de la borrachera, a fin de
cuentas, un amigo del alcohol (Choque, 2020). Su literatura se define bajo el recorrido
de los senderos mundanos y marginales. La vida de un autor es comprendida a partir del
análisis de las facetas o ámbitos que marcan o señalan el contraste entre la realidad y su
obra.

Por tanto, lo que se busca es analizar y reflexionar sobre cada punto crítico que
sus obras nos muestran. En primera instancia, abordar la conflictividad de la ciudad
como centro que aglutina a los marginales. Como segundo aspecto, mencionar el papel
del sujeto lumpen, debido a su presencia peculiar en la obra de Viscarra que, en cierta
forma, se desliga de concepciones que optimizan su potencialidad como agente del
cambio social. Por otro lado, indagar sobre su literatura y su valor contestatario que
puede adquirir para pensar los espacios de marginalidad que el mismo contexto
capitalista genera y promueve. Por último, tratar de complementar con la película
“Viejo calavera” aquellas líneas dramáticas presentes en la narrativa de Viscarra.

Ciudades en conflicto

La narrativa de Víctor Hugo Viscarra nace debido a la existencia de conflictos o


contradicciones en el espacio social. Trabaja desde la oscuridad que penetra en los
espacios urbanos. Más allá de profundizar en el origen histórico de la ciudad y sus
efectos dispares que trae consigo en la estructura social, su conformación como un
espacio tan amplificado de redes sociales requiere una serie de características: en las
que se encuentra la estructuración de la división del trabajo, lo que implica de por medio
una jerarquización de relaciones de status y roles; que a su vez, se expresan en una
pluralidad de intereses. Tal como Signorelli (1999) señala:

Las ciudades no han sido jamás, ni en el caso de la polis griega, o de la comuna


italiana, ni tampoco en el de la pequeña capital del generoso e ilustrado soberano
medioeuropeo, sistemas equilibrados de relaciones humanas integradas y
serenas: al contrario, las ciudades han sido siempre el punto de máxima tensión
de todo sistema social, a causa de la marcada división del trabajo que las
caracteriza, de la interdependencia de las funciones y del antagonismo de los
intereses que de ellas derivan. (p.37)

Entonces, esta misma diversidad de intereses y la ciudad como punto de partida


para las construcciones de alteridades a partir de circuitos institucionales que legitiman
la realidad social, sirve como premisa indispensable a fin de comprender el desarrollo
de la narrativa del "Bukoswski boliviano”. La ciudadanía desde su acepción
democrática, concibe a los sujetos como iguales mientras sean partícipes de los códigos
o significados compartidos y ligados a un sistema de productividad. El “proyecto
moderno” resulta ser la piedra angular de este proceso.

Todas las políticas y las instituciones estatales (la escuela, las constituciones, el
derecho, los hospitales, las cárceles, etc.) vendrán definidas por el imperativo de
la "civilización", es decir, por la necesidad de disciplinar las pasiones y
orientarlas hacia el beneficio de la colectividad, a través del trabajo. De lo que se
trataba era de ligar a todos los ciudadanos al proceso de producción mediante el
sometimiento de su tiempo y de su cuerpo a una serie de normas sociales que
venían definidas y legitimadas por el conocimiento. (Castro, 2015, p.85)

No obstante, es menester señalar estos aspectos característicos de la propia


modernidad, entendida como un sistema de productividad que aglutina a los sujetos
hacia el imaginario de nación; porque es justamente lo que se puede apreciar en los
textos de Vico. Trata de romper, en cierta forma, con la imagen de progreso. La
modernidad cumple una función lógica equiparable la barbarie.

Por tanto, Víctor Hugo habla de los sujetos negados y los lleva al plano de lo
abstracto para hacer compresibles esos espacios mundanos e imprecisos que escapan a
las regulaciones institucionales. No significa que esos espacios de marginalidad evadan
integrase hacia la sociedad mayor; por el contrario, son creados por la propia dinámica
conflictiva del corpus social.

Los sujetos de Viscarra nutren así, a su manera, los bestiarios marginales de la


modernidad, deteniéndose morosamente en el estado de supervivencia de los
excluidos del sistema: los alienados, los presos, los homosexuales, los sin techo,
los perdedores. Desfilan entonces los espacios orilleros (los basurales y las frías
calles del altiplano, los comedores y cantinas de mala muerte, las carpas y los
prostíbulos, los reformatorios de menores y las comisarías, el cementerio y la
morgue) y sus flâneurs del subdesarrollo (borrachines, drogones, huérfanos,
prostitutas, rateros, pesados, estafadores); articulados casi siempre en la
improvisación de “los paraísos artificiales” que se ofrece para la escoria social
latinoamericana: el alcohol y las drogas de segundo rango (el vino barato, la
pasta base y los trapos empapados de thinner). (Hernán, 2019, p. 04)

Esos individuos representados y pertenecientes a una lógica diferente de


relaciones, marcados por las perversiones impuestas por la ciudad, desde la concepción
de Viscarra, se asemeja al concepto de lo contemporáneo a partir de la revisión de los
manuscritos de Nietzsche en atención con la figura del artista y el posicionamiento para
enunciar lo no mencionado por la época. Tal como el filósofo Agamben (2008) señala
con respecto a la definición de esta categoría:

El contemporáneo es aquel que percibe la oscuridad de su tiempo como algo que


le concierne y no deja de interpelarlo, algo que, más que toda luz, se dirige
directamente a él. Contemporáneo es aquel que recibe en pleno rostro el haz de
tiniebla que proviene de su tiempo. (p. 04)

Precisamente, Viscarra, paga en vida el tiempo de la contemporaneidad: trasluce


todas las contradicciones de la ciudad, como aquella que imposibilita el desarrollo
humano y degrada la existencia. “Los textos de Viscarra no solo describen lo que
sucedía, y sucede en los espacios marginales de la ciudad de La Paz sino que expresan,
profundamente, un tipo de protesta hacia la sociedad paceña” (Choque, 2020, p.159).
Critica esta asimilación entre muerte y modernidad, porque los límites de la
institucionalidad democrática se esconden entre los callejones, noches oscuras y
marginalidades degradantes. Como todo artista busca modificar el sentido de la vida
mediante los contrastes que existen en lo social.

Ahora bien, los conflictos que se producen en el fenómeno urbano o, al menos,


en territorialidades periféricas que, en cierta forma, se relaciona con lo descrito por
Víctor Hugo de la ciudad paceña, germina la cuestión de la desigualdad como marcador
distintivo de las relaciones humanas. Para ello, la visión de Signorelli (1999) resulta
importante para comprender dicho fenómeno, “la ciudad es instrumento de libertad y
creatividad para algunos, en cuanto que es sede e instrumento de opresión y de
explotación de unos sobre otros” (p.39). Por tanto, la prosa de este escritor resulta
descollante sobre la base de la mezcla que realiza entre desigualdad y muerte, este
último elemento, como acompañante de la miseria humana. Por ejemplo, el siguiente
extracto de una de sus obras puede dar cuenta de lo recorridos de su narrativa.

Hay que caminar de la mano de la muerte. Es decir que a ella hay que tenerla
presente en todo momento y en ningún instante marginarla. Porque si se lo hace,
ella, la muerte, se torna vengativa y despechada, y al mortal que le ha hecho un
desaire, le hace sufrir mil calvarios por segundo, y los policías encargados de
recoger los cadáveres en las calles, temen mirarlos a los ojos para no espantarse.
El terror ha quedado eternamente marcado en esas miradas. (Alcoholatum y
otros drinks)

Por tanto, la ciudad es comprendida como lugar de muerte y de vidas paralelas


entre el día y la noche. Donde el deceso de los moribundos no repercute en el sentido
histórico de la vida; mas bien, gira de un modo opuesto debido a que los sujetos
retractados de Viscarra son los denominados lumpen, que en la vida social son
materializados como sujetos no pertenecientes a la lógica racional moderna. Son cosas
inexplicables para la sociedad ya que no presentan un origen en común, es decir, la
propia moral establecida rechaza y se indigna de las miserias de estas personas; y su
“concepción”, en términos burdos, sobre este problema nace de una asociación simplista
con la violencia subjetiva, esto es, concentrase en las particularidades del sujeto como
fuentes de maldad, ignorando su relación con las estructuras sociales y su proceder de
una sociedad que lo produce.

Los denominados lumpen y la marginalidad en Viscarra

La marginalidad cobra vida y sentido en la literatura del boliviano en función de


lo desafiante que puede ser potencialmente. Lo que pretende Viscarra es, en cierto
sentido, recorrer esos itinerarios del fluir de los lumpen; no obstante, es menester
efectuar antes que nada una aclaración de este término. En primera instancia, se
consigue mediante una lectura marxista que lleva a la idea de perdición (basura social) y
al sentido utilitario de este sujeto. Son grupos de personas que no pertenecen al sistema
de la dinámica de clases, no poseen la conciencia revolucionaria dentro de la estructura
social (Marx y Engels, 1948). Asimismo, son usados bajo la óptica de medios y fines
por la clase dominante para contrarrestar cualquier sentido histórico de la práctica
negativa1 de las clases oprimidas.

Como todo devenir histórico que trastoca las conceptualizaciones, la categoría


de “lunpemproletariado” ha sido reutilizada; hasta en todo caso, autores como Marcuse
(1985) sostuvieron que el lumpen es un sujeto revolucionario, porque en sus
condiciones materiales de existencia prevalece las potencialidades para el cambio
social; puesto que a diferencia de las clases primigenias acorde con la lógica productiva
de las contradicciones, estas se integraron al sistema debido a la racionalidad
tecnológica que anula todo impulso de cambio social. En cambio, la perspectiva del
boliviano disiente de la perspectiva marcusiana del sujeto lumpen, ya que Viscarra es un
autor que comparte las experiencias de la marginalidad, lo vive en carne propia y no
necesariamente piensa en la revolución; por el contrario, invita ser partícipes de esa
atmosfera de marginalidad a fin de reflexionar sobre nosotros y la alteridad marginal.
Por ejemplo, la temática que desarrollada Viscarra (s.f) en sus memorias:

1
La negatividad de acuerdo con la idea marxista es entendida como la recuperación del sentido de
cambio dentro de una sociedad a partir del sujeto imbuido de conciencia social. Que se contrapone a lo
ya dado para buscar una nueva posibilidad.
Ahí se dan cita lo más selecto y granado del hampa de la mafia y de las minas
que aflojan rapidito y se meten tanto con el que tiene plata como con el que no la
tiene también se dan cita homosexuales, lesbianas y alguno que otro limosnero
del Ei prado. (Borracho estaba, pero me acuerdo, p.23)

Del anterior enunciado, al igual que la muerte es un elemento presente en los


espacios urbanos; el alcohol, es otro signo presente y que define la distintividad de los
marginados: los vicios ligados con una cultura de marginalidad que conlleva una
experiencia de dolor y sufrimiento en el marco de una sociedad que no se inmuta por la
presencia de ellos. Lo que busca, Viscarra es entender o traspasar esa frontera que nos
separa con ese otro marginado.

No se trata simplemente de una frontera física, sino de la posibilidad de


entender: “se puede observar cualquier cantidad de hombres y mujeres, para
entenderlos mejor, lo único que uno necesita es tener la misma predisposición
que ellos tienen para ahogar sus existencias en alcohol”. (Alcoholatum 42, citado
por Prada, 2007, p. 84)

Trata de adentrarse en la cultura marginal para compartir las vivencias de los


expoliados. Construye una historia que no se objetivize desde el academicismo, puesto
que Vico saca las significaciones desde un espacio que resulta dificultoso penetrar. Él es
un producto de su entorno, lleva el proceso de hacer compresibles los deplorables
estados de la vida humana.

Víctor Hugo Viscarra estaba constantemente rodeado de alcohólicos, marginales,


miserables, a quienes supo manifestarles su lenguaje y sus historias haciendo uso
de su gran vocación literaria. Una de las cosas que demandaba especial atención
fue la manera en que Viscarra vivía, sin importarle su propia existencia, irónico
y mordaz cuando se apropiaba de la palabra. En sus libros expresa una
dimensión de la personalidad y la capacidad que tenía como escritor. (Nacimba,
2018, p. 27)

Efectivamente, debido a esa particularidad, la obra de Viscarra se comprende


también desde una óptica antropológica. Remarcando esas relaciones conflictivas de
identidad y alteridad dentro de un contexto social; en donde el poder político participa
como vehículo de segregación de lo “no mencionado”. No obstante, la labor de Viscarra
como artista, penetra con una propuesta para la construcción de una historia los sujetos
marginados. En donde el significado verdadero de cada historia surge directamente en
relación con el estado de la red de personas a las que afecta la narración” (Carrithers,
1992).

¿Existe una lógica contestataria en la literatura de Víctor Hugo Viscarra?

En el libro Sobre la Violencia de Zizek (2009) especifica dos funciones


remarcadas a pesar de la complejidad de este concepto: la subjetiva y objetiva. Lo
interesante de este análisis reflexivo nace en relación con la lógica contestataria que
puede emerger en un determinado sistema social. Este autor enfatiza, que la
legitimación del sistema capitalista necesita de estos procesos de violencia subjetiva,
que logran ser definidos como la concentración de las insatisfacciones y perversidades
sobre los agentes sociales o los individuos malvados; nacen de algún lugar e
interrumpen la estabilidad “armónica “de un corpus social, mayormente son personajes
que se concentran fuera las relaciones sociales establecidas por su propia sociedad.
Desde ese punto de vista, lo que menciona Zizek resulta decisivo para comprender la
narrativa de Viscarra, ya que las obras del boliviano retoman a estos agentes sociales,
pero como elementos que contrapongan las prácticas y creencias aceptadas como
normales en el pensamiento colectivo.

Aparentemente, esta sociedad acepta a los que son distintos. Sin embargo, es
quizá en el “fondo”, la más indiferente frente a los temas de reconocimiento,
pues como en la conciencia colectiva todos nacen sabiendo que hay borrachos,
prostitutas, indígenas, etc., tal conciencia no exige que debamos crear otro
espacio o asumamos otra postura en el sentido de la tolerancia. La incapacidad
de reconocer que el otro puede ser distinto, representa la forma en la que el
cuento termina. (Choque, 2020, p.160)

Las personas se inundan en la impotencia por lo complejo que puede ser el


modificar el derrotero de su vida a consecuencia de una sociedad que se rige por las
desigualdades socioeconómicas y que promueve exclusiones o, en todo caso, difíciles
accesos a instancias decisivas de participación ciudadana sobre la comunidad política.

Los sujetos de Viscarra no son contestatarios, operan en función de las


condiciones instituidas. Solo adquieren una significación a partir de las relaciones que
existen entre los personajes y el medio en el que subsisten o sobreviven. Justamente esta
condición de impotencia de los marginados se liga con el paradigma objetivo de la
violencia. “La violencia “ultraobjetiva” o sistémica, inherente a las condiciones sociales
del capitalismo global y que implica la creación “automática” de individuos desechables
y excluidos, desde los sin techo a los desempleados” (Zizek, 2009, p.25). Sin embargo,
esto no comporta que la narrativa de Viscarra escape de su valor de crítica. Lo que él
mismo experimenta en carne propia revela ese espectro objetivado que genera
injusticias, que revela la existencia de esos espacios de marginalidad que se modifican y
subsisten a pesar de los avances tecnológicos y las transformaciones urbanas.

Refugio de humildes emigrados del campo, prostitutas, delincuentes y


mendigos. Calles sinuosas y eternamente polvorientas transitadas par los
marginados, los niños, las enfermedades y la muerte. Permanente foco de
infección y degeneración social atiborrado de basurales en los cuales los
menesterosos y los animales se disputan algún desperdicio que les sirva de
alimento. (Alcoholatum y otros drinks)

El viejo calavera y la existencia condenada

En la película Viejo calavera, de Kiro Russo, el protagonista oscila entre dos


mundos paralelos: la vida alcohólica y la vida laboral. Su inserción a estas facetas
conlleva un enajenamiento de su propia existencia. El protagonista, Elder Mamani, es
un ente sin sentido desde la perspectiva de sus familiares y compañeros de trabajo, estos
últimos localizados en la mina del cerro Posokoni.

Lo sugerente de la obra cinematográfica es el proceso de relación y construcción


del otro. Las personas que rodean a Elder no comprenden la vida que lleva y él no puede
reconocerse a sí mismo. Pareciese que un inicio los personajes secundarios son las
personas más “razonadas” en contraste con Elder; no obstante, las vidas en ambas
circunstancias han sido absorbidas en lo que Lacan (1976) denomina como el discurso
del significante-amo en el aspecto del lenguaje, puesto que en esas situaciones donde
concurren los actores, la comunicación, no existe como una especie de intersubjetividad
igualitaria. Lo que existe es un discurso con características enajenantes de la vida social:
los trabajadores de la mina concurren y ejercitan su vida en las relaciones de
productividad, a pesar de las condiciones de existencias y expoliadoras de dicho centro
minero

A tal respecto, se puede complementar con la idea de la reificación, ya que


parece ser el eje para comprender esas relaciones establecidas que el propio entorno
determina. Para ello, Marx (1987) menciona, el capitalismo puede funcionar como un
sistema económico sólo porque los productores aceptan las funciones sociales de las
cosas en virtud de sus respectivas voluntades y, de esta manera, puedan actuar como
agentes fieles a ellas. Por consiguiente, esta sumisión de las voluntades se puede
apreciar en gran parte de los trabajadores; por el otro lado, la vida de Elder que oscila en
el marco de una existencia vacía entre dos mundos. Lo cual es una arista presente en el
conglomerado de la marginalidad que describe Viscarra.

Conclusiones

El trabajo de Viscarra se enmarca en reconstruir esos espacios no visibilizados


por la lógica urbana impuesta y, que a su vez, se ajusta a la creación de espacios
marginalizados. La muerte es una constante en la recreación de estos mismos, de igual
forma, su literatura evoca una transgresión de la práctica y creencias que forman parte
del imaginario colectivo. Victor Hugo, quiere mostrarnos esos problemas que pervierten
y dificultan construir un mundo más solidario. Él mismo es testigo que la sociedad
mayor necesita de esas culturas marginales para obtener una legitimación; puesto que la
ciudad se conforma como modelo con dos funciones bien contrastadas entre el día y la
noche.

La mayoría de los personajes son las escorias o residuos de las relaciones de


productividad del sistema capitalista. La sociedad no hace nada para modificar dicha
situación; si bien, Viscarra, como todo artista edifica arduamente esos esapcios
problemáticos que en el proceso conlleva una integración de este. Deja atrás la postura
academicista de estudiar a esas personas; por el contrario, las experimenta desde el eje
intersubjetivo igualitario. La comunicación del boliviano entre sus sujetos retratados
oscila en los callejones, pasadizos, prostíbulos, mafias, basurales, desde esos lugres
enuncia un discurso que conteste y contraponga la noción o valores que niegan e
ignoran la presencia de los sujetos marginales.
Puesto que su función de artista lo lleva más allá de la mera contemplación de la
realidad. Los actores, lumpen, que recrea no poseen la denominada conciencia
revolucionaria, solo son definidos y adquieren un valor partir del contexto narrativo en
el que se circunscriben. Lo llamativo de toda obra es la significación que puede generar
a partir de la relación con el sujeto u objeto que desea expresar.

Por último, como acompañamiento, la película viejo cañavera consiste en hacer


énfasis en esos espacios que describe Victor Hugo. Tomando en cuenta el limbo que
existe entre muchos personajes que recorren los mundos de los vicios y su relación con
el espacio urbano nocturno. A fin de cuentas, la literatura de Viscarra invita a los
lectores a reflexionar de esos mundos descritos por él: ¿son necesarios para el propio
sistema capitalista? ¿Cómo abordarlos y comprender las derivaciones de dichos
conflictos entre la marginalidad y lo normal en la actualidad?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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