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Maldonado, como departamento tiene sol y playa, no es lo único que da que hablar,

sino que también existe un mito que se ha repetido mucho entre sus habitantes, la
existencia de túneles coloniales que pasan por debajo de los edificios más importantes.

Pero la historia de los túneles es tan antigua como la propia ciudad, forma parte del
folklore maldonadense. Los relatos continuaron de generación en generación y se
transformaron en leyendas que mostraban y difundían, las primeras construcciones de
la ciudad conformadas por túneles, incluso se dice de un túnel, que conecta desde la
Torre del Vigía a la Plaza de San Fernando.

Luego se comenzó a hablar de que habían túneles que conectaban Maldonado con
Punta Del Este y que había túneles hasta en la Isla Gorriti, pero los lugares que más se
mencionan, son una conexión entre Torre del Vigia, Catedral de Maldonado y el
Cuartel de Dragones. El Cuartel de Dragones, es quien más ha sonado en los mitos
como epicentro de los túneles y ha sido un punto fundamental en la investigación.

Varios historiadores dicen, que por más que no exista ningún plano que demuestre
que hay túneles, el mito tiene su razón de ser, ya que era donde se asentaba la fuerza
militar y el gobierno civil del lugar y podría tener un refugio en el caso de que los
criollos tuvieran alguna actitud represiva, accediendo al Cuartel de Dragones.

En base a todas estas leyendas, se juntó un grupo de vecinos en Maldonado hace unos
años a investigar y a tratar de testificar el asunto, los cuales estuvieron 10 años
trabajando hasta con geo radar, aportaron fotos y videos de investigaciones que
enriquecen bastante el mito, pero no encontraron nada concreto.

Hay incluso videos, como el del vecino de Maldonado “Pocho” Hernández, hombre
mayor, que asegura haber entrado a los túneles de Maldonado cuando tenía 16 años;
dijo que iba caminando por la Mansa y encontró una puerta en el suelo, cuando la
abrió y entró, se asustó porque se cerró por el viento, por lo cual se volvió a salir. El
testimonio de Carlos Sámano también fue bastante intrigante:
“En el acceso a la Torre del Vigía había una piedra grande, que una vez se comenzó a
hundir y entonces llamaron a la Intendencia y apareció un pozo enorme, vinieron los
obreros de la Intendencia y bajaron por ese pozo, los gurises bajaron y yo también,
comenzamos a caminar desde la Torre del Vigía en dirección a la iglesia pienso yo y
caminamos unos cuantos metros y los muchachos iban con los faroles e iluminaron dos
esqueletos con grilletes en las paredes, en posición como si hubieran muerto allí hace
mucho. Ahí se acabó la aventura, yo volví a mi casa con un gran susto, era en la época
de la dictadura y taparon la entrada al túnel, para que nadie tuviera acceso”.

Estos relatos han hecho que de a poco, comprendamos que podríamos estar frente a
una parte muy importante del patrimonio histórico de la sociedad. Fue por este interés
local en los túneles, que las autoridades pusieron interés en el asunto y en la década
pasada, se realizaron varias investigaciones de rigor científico.

También obtuvo en su momento el respaldo de la Dirección General de Cultura de la


Intendencia fernandina. Pero finalmente sus miembros se dispersaron; se dieron por
vencidos.

Sin embargo, la chispa sigue encendida. Otro de los miembros de la comisión, Carlos
Samano, dijo a El País que "en el presupuesto del quinquenio anterior había US$
72.000 para que el georradar tuviera acceso, y se dejaran los subterráneos prontos
para que la Intendencia fuera a abrirlos. Pero a pesar de todas las pruebas que había
del georradar, ese presupuesto fue rechazado. Hace unos meses contrataron a la
Facultad de Humanidades, que sacó una declaración diciendo como que acá no había
nada. Jamás preguntaron nada a la gente de la comisión, que se tuvo que abrir porque
después de dos años de trabajo se cansó. No les hicieron caso".

Cámara 18S – Investigación arqueológica La entrada a la cámara investigada se


encuentra bajo la acera en la calle 18 de Julio, a 44m de la calle 25 de Mayo y a 47m de
la calle Francisco Pérez del Puerto16 (Fig. 15). Mide 4 metros de largo por 2 de ancho y
3 de altura y su eje mayor orienta nortesur.. El techo está formado por una bóveda de
cañón, de ladrillo a soga, de 40x18x6cm asentado en cal y arena. . A través de dos
ductos en pendiente desde la cocina del cuartel, en la pared oeste, se arrojaban los
desechos (Fig. 17 y 18). La parte inferior/interior de la boca de los ductos se encuentra
a los 1,80m del suelo de la cámara, mientras que la exterior se encontraba con la parte
inferior a ras del suelo de la cocina en este caso. Son de figura cuadrancular, tanto en
el exterior como en el interior y tienen 0.60m de lado (Fig. 24 y 25). Cuando se
planificó su investigación en 2008, la entrada a la cámara era invisible en la vereda.
Para ello hubo que calcular su ubicación desde adentro del cuartel y a través de los
ductos, tarea que realizó la Comisión de Construcciones Subterráneas con una
precisión de relojería. Ello permitió romper el área de vereda y calle necesarias para
ubicar la tapa de la entrada. Para acceder al interior se removió solo una de las losas.
La primera tarea a realizar era desagotar el agua que colmataba la cámara. Esta agua
proviene de las corrientes subterráneas ya descriptas para el subsuelo de la ciudad de
Maldonado, que desplazándose sobre la arcilla que conforma el suelo, cuya principal
propiedad es la de ser hidrófuga, rellenan las oquedades que quedan a su paso. Para el
desagote se recurrió a una empresa barométrica a la que se le solicitó que tirara el
agua en un lugar que pudiera luego ser revisado por el equipo, previendo que con la
llegada de la toma al fondo, podrían irse materiales culturales, lo cual ocurrió. Se
recuperó la totalidad de los materiales dentro de la cámara y mediante recolección
dirigida, parte de lo expulsado por la barométrica. En el interior de la cámara se
efectuó un registro pormenorizado y completo de la estratigrafía muraria, así como de
la tecnología de construcción empleada y de las particularidades de la cámara en
general. No fue posible ni lo sería, dejar el suelo de la cámara totalmente seco, debido
a que el agua fluye lenta y constantemente hacia adentro (Fig. 26). Por esta razón, los
materiales se recuperaron de forma asistemática por debajo del nivel de agua lodosa y
completamente oscura pero cubriendo toda la superficie. En este sentido nos
aseguramos de haber recuperado la totalidad de los materiales que quedaron en el
interior (Fig. 27). 26 En el lugar donde la barométrica había vertido el agua se generó
un área de descarte muy amplia, con los materiales distribuidos en forma aleatoria. En
el área de mayor concentración se recolectaron todos los materiales visualizados en
superficie excepto los restos óseos, que fueron recogidos parcialmente en forma
dirigida a partir de la revisión de la totalidad, anotando características y recogiendo
muestras representativas de cada tipo (Fig. 28). Los materiales recuperados abarcan un
lapso que va desde fines del siglo XVIII hasta la década de 1980, con concentraciones
de densidad variable en diversos momentos de todo el período. Comprenden restos de
vajilla de loza y diversos contenedores de cerámica, balines de plomo, balas de hierro
fundido, una posible cazoleta17 de arma blanca larga, bombilla, tinteros de vidrio,
fragmentos de contenedores de gres y de vidrio, dedales, botones, diversos objetos de
metal, un reloj.18 El conjunto de materiales más numeroso corresponde a fines del
siglo XVIII y principios del XIX. Está compuesto por balines de plomo para armas de
avancarga y balas de hierro fundido calibre de a4 para artillería, ambas utilizadas en
nuestro país hasta 1870 aproximadamente; fragmentos de dos platos llanos de
cerámica de origen español producida en el siglo XVIII, decorada (ver Casanova); una
bombilla de hierro laminado, con baño de oro, cuyo modelo corresponde a fines del
siglo XVIII y principios del XIX (cita); fragmentos de botellas de vidrio verde oscuro,
fabricadas con técnica de soplado libre correspondientes al siglo XVIII y primera mitad
del XIX, y fragmentos de huesos correspondientes a restos de alimentación (Fig. 29 a
33). El total de restos óseos recuperados y analizados es de 245 piezas. La fauna
representada corresponde: en un 84,5%, a ganado bovino (Bos taurus). El 4,5% lo
componen: restos de aves de corral (Gallus gallus domesticus y Anser anser
domesticus) y otras aves no identificadas; pescado (especies no identificadas); y cerdo
(Sus scrofa domestica). El 11% de las piezas no se pudieron identificar. Los huesos
sometidos directamente al fuego, incinerados o apenas quemados, representan casi
un 4% de la muestra y corresponden al ganado bovino. Esto coincide con el
rendimiento anatómico de dichos animales ya que es donde se concentra la mayor
cantidad de carne. Para la región apendicular predominan los huesos largos
pertenecientes a la pata trasera, fémur, y a la pata delantera, escápulas, y corresponde
a un 18% aprox. del total del conjunto. Las modificaciones más recurrentes que
presentan la mayoría de los huesos son fracturas por golpes con instrumento de metal
con filo, asociadas al procesamiento secundario y/o consumo, con marcas de cortes de
descarne. Como señalamos antes, en el plano de 1793 se prevé la construcción de
cámaras “p.a las inmundicias” y en él está indicado cual será el destino de las
diferentes habitaciones dentro del cuartel. El ángulo noreste, desde el portón de
acceso sobre la parte norte hasta donde comienza hoy la Sala España en la parte este,
estaba destinada a los cuartos de oficiales, sus criados y todas las dependencias de la
oficialidad, incluyendo cocinas y letrinas (Fig. 34). Por otra parte, el resto del cuartel
estaba destinado a la tropa, cárcel y cuarto para la guardia en el área perimetral y las
cocinas y letrinas ubicadas en diversas partes del área central. Algunas de ellas son
visibles actualmente –cocinas y reservas de agua- (Fig. 35). Las cámaras sépticas a las
que nos hemos referido, se encuentran frente a las habitaciones de los oficiales. No
hay datos, ni documentales ni materiales, de la existencia de cámaras similares para
uso de la tropa, que resolvía el desecho de los desperdicios en forma colectiva o
individual. Sin embargo, la existencia y ubicación de las cámaras que conocemos, nos
permite reconocer las diferencias generadas por los privilegios jerárquicos a favor de
los oficiales. Las cámaras representan, en primer lugar, una forma de higiene, de
limpieza más sofisticada que los pozos o lugares comunes que claramente no
compartían con el resto de los ocupantes del cuartel. Incluso, es posible reconocer el
estatus del Comandante por encima del resto, ya que es la única habitación individual,
con área de esparcimiento, dormitorio y letrina propia. Estaba ubicada justo sobre el
ángulo noreste y le corresponde en exclusividad, la cámara ubicada en la esquina de 25
de Mayo y 18 de Julio. Actualmente es posible reconocer los cimientos 28 que
pertenecieron a este conjunto de habitaciones19. El resto de los cuartos para oficiales
tenían letrinas y cámaras comunes. La cocina de oficiales forma parte del conjunto y
junto con una de las letrinas, corresponde a la cámara investigada. Las características
de la agrupación mayoritaria de objetos –cronología y tipología- se corresponden con
el uso intensivo de la cámara durante un lapso entre fines del siglo XVIII y principios del
XIX. El tipo de materiales, su calidad –incluyendo los restos de alimentación- y el alto
costo para la época de la vajilla recuperada y la bombilla, indican que pertenecieron a
un grupo de élite. La tropa y clases sociales de menores estatus utilizaban vajilla
principalmente de peltre. Por otra parte, tampoco la cantidad de restos parece
obedecer al número de individuos que debía corresponder a una tropa de soldados. Es
muy acotado. La discontinuidad de este conjunto de materiales con respecto a los
otros recuperados de la cámara, nos permite proponer que se corresponden con la
oficialidad del corto período de uso español del cuartel, a partir de 1797, interrumpido
por la invasión inglesa de 1806.
La idea de la comisión era poder abrirlo al turismo. No sienten haber recibido apoyo de
autoridades. En san Carlos debajo de la escuela construcciones subterráneas. Centrado
en el valor turístico que puede tener.

En Maldonado cuando la fuente luminosa se hundió, pasaje subterráneo apareció


como de 5-6metros. Agua por las rodillas soldados entraron túnel se abrió 3 metros.

En tiempos de invasión buscar refugio en los túneles. Túneles militares y civiles. FH no


hay registro. SI construcciones subterráneas.

Pozos negros para inmundicias, sótanos, habitaciones de los torrero, aljibe, cisternas.
Puestos de vigilancia en la torre del vigia, ultima construcción militar que se construyo
en Maldonado 1801 torre.

Todo lo que se ha hecho no comprobaron la existencia de túneles. No afirma ni


descarta al momento actual NO hay túneles. No implica que no hayan existido, no se
registran en el momento actual.

Se encontró bombilla de oro, un reloj casio, vajilla vieja. Luego de sacar agua con una
barométrica.

Un espacio importante es el museo García Oriburo en el cuartel. Georradar en altar de


la iglesia fue el primer lugar que apareció positivo como construcciones subterráneas.

2007-2008 investigadores aficionados desde la comisión, udelar mas la comisión y


arquitecta Carmen curbelo. Segunda etapa udelar mas equipo de comprobación no a
pico y pala.

Relevancia de lo oculto, lo que se esconde, lo que queda por descubrir. Importancia de


diferentes sentidos para la recolección y mantenimiento de los relatos, de la cultura.
Una de las más frecuentes es la creencia en la existencia de estructuras subsuperficiales en
forma de túneles, pasadizos, escondites secretos que remiten a tiempos no bien identificados
ni a actores específicos. La ilusión se nutre además, del desconocimiento de los contextos y las
funciones reales que dieron lugar en el pasado al uso del subsuelo.

La invisibilidad de los objetos los sume en el olvido; la invisibilidad de las acciones, de los ritos,
de las festividades, los hace desaparecer y acaso permanecen en la memoria de una o dos
generaciones a través de la tradición oral, pero ello no provoca los mismos sentimientos que
su existencia real.

El uso del subsuelo identificado conscientemente con actividades y necesidades humanas


cotidianas se rodea de misterios y secretos. Se construye a partir de un imaginario que
pretende ver túneles y cavidades no visibles cotidianamente y que, por lo tanto, pasan a tener
funciones imaginadas, de ocultamiento. En ese sentido abonan a la noción de lo prohibido. Si
está bajo el suelo es un espacio dominado sólo por algunos y prohibido para el resto.
Descubrirlos genera poder, sobreposición a lo que era reservado. Dejan de ser secretos y de
estar ocultos, pueden ser conocidos por lo menos por los individuos que proponen su
existencia.

Enterrados.

Mucho se ha escrito de la historia fernandina. Sin embargo, poco y nada se sabe del
sistema de túneles que, al igual que en Montevideo, unió a varios edificios importantes
de la ciudad. ¿Por qué nadie habla de ello? Porque históricamente, los túneles tuvieron
propósitos militares o clandestinos. Y porque actualmente se encuentran, ya sea en
tramos transitables, tapiados o inundados, en predios privados o cerca de edificios
públicos como el Banco República y la Jefatura de Policía de Maldonado. Tampoco el
Estado ha manifestado demasiado interés en ellos, por cuanto la prospección
arqueológica demanda recursos. Y el mantenimiento de los hallazgos, aún más.

Además, como en otros casos, existe un choque de intereses arqueológicos y


patrimoniales con la imaginación ciudadana y la información aportada por personas
que han visitado, e incluso fotografiado o grabado, estas oscuras galerías.
El resultado de las investigaciones realizadas con el georradar indica, por ejemplo que
"los datos recabados en la Catedral, el atrio y los terrenos laterales son registros que
muestran ciertas formas que pueden asociarse a posibles cavidades". Según Samano,
son varios los lugares del casco histórico en los que hay existencias subterráneas del
pasado colonial.

"Hay que comenzar por la bóveda que está en el museo Nicolás García Uriburu, hacer
un cateo serio ahí. Hay otra bóveda frente a la Oficina de Investigaciones y otra frente
a la Casa de Gorlero, donde ahora hay una academia. También en el bazar San José, en
Ituzaingó y Román Guerra: cuando ellos hicieron la reforma, apareció un túnel
subterráneo que iba de norte a sur. Todos los escombros los tiraron adentro del túnel
y no pudieron llenarlo porque era inmenso", explicó.

En un artículo publicado en Maldonado en diciembre de 1944 por Francisco Mazzoni,


se explica que los túneles subterráneos llegaron a un principio de ejecución y
quedaron en ese estado. Sin embargo, otros indicios aseguran que varios edificios
públicos estuvieron, o siguen estando, conectados por galerías bajo tierra.

También es cierto que muchas de estas construcciones tuvieron funciones bien


mundanas: fueron cisternas de agua o partes de un antiguo sistema de saneamiento.

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