Está en la página 1de 39

REPUBLIVA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION SUPERIOR

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS OCCIDENTALES


EZEQUIEL ZAMORA

TINAQUILLO, COJEDES.

MODULO IV

ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA

Rocío Hernández

C.I.: 19.889.053
INTRODUCCION

Cabe destacar que cuando en un Estado moderno, asume el carácter de


Estado de derecho, la legitimidad del poder ejercido por el Estado se fundamenta
en su sometimiento a la legalidad, en dos aspectos: quienes ejercen el poder
estatal deben estar autorizados para ello por el ordenamiento jurídico, se trata de
la legitimidad en el origen del poder; pero además dicho poder debe ser ejercido
conforme a lo establecido en la ley. Entonces se encuentra allí la relevancia de la
legalidad propia de la teoría del Derecho y la legitimidad propia de la teoría
política, que dan origen y fundamentos al Derecho Venezolano como Institución
Social. Se podría decir que el principio de legalidad es la regla de oro del Derecho
público y en tal carácter actúa como parámetro para expresar que un Estado es un
Estado de Derecho, pues el poder del mismo tiene su fundamento y límite en las
normas jurídicas que evolucionan con la sociedad.

Conforme al principio de legalidad, la Administración pública no podría


actuar por autoridad propia, sino ejecutando el contenido de la ley. Ello obedecía a
una interpretación estricta del principio de la separación de poderes originado en
la Revolución francesa. Esta tarea de ejecución, llegó a ser interpretada como
una función de realización de fines públicos en virtud de la autonomía subjetiva de
la Administración, pero dentro de los límites de la ley. La ley sería entonces un
límite externo a la actividad administrativa, dentro de cuyo marco la Administración
es libre. El Estado sólo puede hacer lo que la ley específicamente le faculte a
hacer, todo lo demás queda fuera de sus facultades y por lo tanto no lo puede
hacer, o sea que nada queda a su libre albedrío.

Actualmente, en cambio, se considera que es el derecho el que condiciona


y determina, de manera positiva, la acción administrativa, la cual no es válida si no
responde a una previsión normativa actual. El principio de legalidad opera
entonces como una cobertura legal previa de toda potestad: cuando la Administra
con ella, su actuación es legítima. 
Por lo anteriormente expresado, puede afirmarse que el principio de
legalidad es un principio fundamental del derecho público conforme al cual todo
ejercicio de potestades debe sustentarse en normas jurídicas que determinen un
órgano competente y un conjunto de materias que caen bajo su jurisdicción. Por
esta razón se dice que el principio de legalidad asegura la seguridad jurídica. Se
podría decir que el principio de legalidad es la regla de oro del derecho público y
en tal carácter actúa como parámetro para decir que un Estado es un Estado de
derecho, pues en él el poder tiene su fundamento y límite en las normas jurídicas.
En íntima conexión con este principio la institución de la reserva de ley obliga a
regular la materia concreta con normas que posean rango de ley, particularmente
aquellas materias que tienen que ver la intervención del poder público en la esfera
de derechos del individuo. Por lo tanto, son materias vedadas al reglamento y a la
normativa emanada por el Poder Ejecutivo. La reserva de ley, al resguardar la
afectación de derechos al Poder Legislativo, refleja doctrina liberal de la
separación de poderes...
Actividad administrativa. Principio de legalidad.

El principio de legalidad es aquel según el cual toda actividad


del estado debe estar conforme con el Derecho de Estado.

Noción general. Fundamento constitucional

El principio de legalidad es, por tanto, el primero de los principios del


derecho administrativo que han sido constitucionalizados, como consecuencia de
la concepción del Estado como Estado de derecho (Art. 2), que implica la
necesaria sumisión de sus órganos al ordenamiento jurídico. Este, compuesto por
la propia Constitución, que tiene aplicación directa como norma, por las leyes y
además, por el conjunto de reglamentos y normas dictados por las autoridades
competentes.

El primer elemento del principio de la legalidad, por tanto, es el de la


supremacía constitucional, que la Constitución regular en forma expresa, en el
artículo 7, al disponer que “La Constitución es la norma suprema y el fundamento
el ordenamiento jurídico”, a la cual quedan sujetos “todas las personas y los
órganos que ejercen el Poder Público”; constituyendo uno de los deberes
constitucionales de los ciudadanos y funcionarios, el “cumplir y acatar” la
Constitución (art. 131).

Todos los órganos del Estado, por tanto, están sometidos a la


Administración, y dentro de ellos, por supuesto, los que conforman la
Administración Pública, a cuyo efecto, el artículo 137 de la propia Constitución
dispone que “la Constitución y las leyes definen las atribuciones de los órganos
que ejercen el Poder Público, a las cuales deben sujetarse las actividades que
realicen”; y el artículo 141, al precisar los principios que rigen la Administración
Pública, dispone que esta debe actuar “con sometimiento pleno a la ley y al
derecho”.

Por tanto, conforme a este principio de sumisión del Estado a la ley y al


derecho, es decir, el principio de legalidad, todas las actividades de los órganos
del Estado, y de sus autoridades y funcionarios, deben realizarse conforme a la
Constitución y la ley, y dentro de los límites establecidos por las mismas. Ahora
bien, en relación con el principio de legalidad, en el ordenamiento jurídico se
distinguen siempre por una parte, las normas que integran la Constitución en sí
misma, como derecho positivo superior; y por la otra, las normas que son
sancionadas por una autoridad con poderes derivados de la Constitución.

En otras palabras, particularmente en aquellos sistemas con Constituciones


escritas, siempre puede establecerse una distinción entre la norma constitucional y
legislación ordinaria; y luego, entre la legislación y las normas dictadas en
ejecución de la misma; pudiendo decirse que las normas que integran el
ordenamiento jurídico siempre se organizan deliberada o espontáneamente en
forma jerárquica, de manera que existen normas en un nivel superior que siempre
prevalecen sobre otras normas de nivel inferior. Se trata del principio de la
formación del derecho por grados, derivado de las ideas de Hans Kelsen sobre los
sistemas jurídicos como una jerarquía de normas, lo cual permite determinar la
relación jerárquica que existe entre el conjunto normas o de reglas de derecho que
forman el ordenamiento.

Ello implica que en el análisis global del ordenamiento jurídico, se puede


establecer una distinción entre aquéllos actos de Estado que se dictan en
ejecución directa e inmediata de la Constitución, es decir, que son dictados
directamente en ejercicio de poderes constitucionales, y aquéllos cuya ejecución
no está directamente relacionada con la Constitución y que se dictan en ejercicio
directo de poderes establecidos en normas de derecho inferiores a la Constitución.
Estos son actos de ejecución directa e inmediata de la legislación y de ejecución
indirecta y mediata de la Constitución. Los primeros, es decir, los actos realizadas
en ejecución directa e inmediata de la Constitución, precisamente por ello, sólo
están y pueden estar sometidas a lo que dispone el texto fundamental, no
teniendo competencia el Legislador para regularlas mediante leyes; los segundos,
en cambio, son actos realizados en ejecución directa e inmediata de la legislación
e indirecta y mediata de la Constitución, las cuales, precisamente por ello, además
de estar sometidas al texto fundamental (como toda actividad estatal), están
sometidas a las regulaciones establecidas, además de en la Constitución, en las
leyes y en las otras fuentes del derecho.

Los primeros por otra parte, dada la ejecución directa e inmediata de la


Constitución, sólo están sometidos al control de constitucionalidad a cargo de la
Jurisdicción Constitucional que corresponde a la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo (Arts. 334, 336,2 y 4); los segundos, en cambio, están sometidos al
control de constitucionalidad y de legalidad que corresponden a las otras
Jurisdicciones del Poder Judicial, tanto a las ordinarias, como sucede con las
apelaciones y la Casación en lo que concierne a la actividad judicial; como a la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa y a la Jurisdicción Contencioso-Electoral
(Arts. 259, 297) cuando se trata de actividades administrativas.

Las actividades administrativas, por tanto y por esencia, constituyen


actividades estatales que se realizan siempre en ejecución directa e inmediata de
la legislación y por tanto, en ejecución indirecta y mediata de la Constitución; y
precisamente por ello se dice que esencialmente son de carácter sublegal, pues
están sometidos no sólo a la Constitución sino a la ley, y por eso es que su control
corresponde a la Jurisdicción contencioso administrativa y en su caso, a la
Jurisdicción contencioso electoral.

De lo anterior resulta, que toda actividad administrativa es, ante todo, desde
el punto de vista formal, una actividad que siempre es de carácter sublegal, es
decir, de ejecución directa e inmediata de la legislación (así las leyes
reglamentarias correspondientes no se hayan dictado) y de ejecución indirecta y
mediata de la Constitución. Por supuesto, también las actividades judiciales son
siempre de carácter sublegal, siendo la diferencia entre una y otra de carácter
orgánico, en el sentido que las actividades judiciales siempre las realizan órganos
autónomos e independientes en ejecución de la función jurisdiccional, como lo son
los órganos que ejercen el Poder Judicial.

En cuanto a los actos de gobierno, son dictados por el Presidente de la


República en ejercicio sólo de atribuciones constitucionales, razón por la cual no
pueden estar regulados o limitados por la Asamblea Nacional mediante leyes.
Tienen el mismo rango que la ley, y por ello, el control judicial sobre ellos es un
control de constitucionalidad.

De lo anterior resulta, por tanto, que lo que constituyen las normas de


derecho en relación con cada órgano del Estado, varía y tiene un ámbito diferente
dependiendo de la posición que tiene cada norma o acto del Estado en el sistema
jurídico jerarquizado. Por ello, para el Legislador, legalidad quiere decir
constitucionalidad o sumisión a la Constitución, igual que para el Jefe de Estado
con respecto a los actos de gobierno. En ambos casos, dichos actos se adoptan
en ejecución directa e inmediata de la Constitución, sin la interferencia de actos
del Parlamento, en forma tal que sólo están subordinados a la Constitución y no
puede en general haber ley alguna que los condicione, dando origen al control
judicial de la constitucionalidad de los actos estatales (Jurisdicción constitucional)
”La Justicia Constitución. Además de los actos dictados en ejecución directa e
inmediata de la Constitución, en los sistemas legales graduados que han dado
origen a los sistemas de control judicial o jurisdiccional de la constitucionalidad, es
evidente que el principio de legalidad, por su ámbito, desempeña un papel mucho
más importante en el segundo nivel de ejecución del ordenamiento jurídico, es
decir, en aquellos actos del Estado dictados en ejecución directa e inmediata de la
legislación, o en ejecución indirecta y mediata de la Constitución. Aquí, el principio
de legalidad se ha desarrollado en el pleno sentido de la palabra, particularmente
con referencia a la Administración Pública, dando origen al control judicial o
jurisdiccional de la legalidad de los actos administrativos (Jurisdicción contencioso
administrativa)8, y por consiguiente, al derecho administrativo.

En consecuencia, en un Estado de derecho, el grado de sumisión de la


Administración Pública al principio de la legalidad, es de mayor ámbito que el de la
sumisión a las normas de derecho por parte de los órganos constitucionales del
Estado. La Asamblea o el Parlamento están sometidos a la Constitución e, incluso,
el Jefe de Estado o de Gobierno, cuando dicta actos de gobierno sólo está
sometido en general, a la Constitución; mientras que los órganos y las autoridades
administrativas están envueltos en un área de legalidad de mayor ámbito puesto
que están sometidos a la “legislación”, la cual ejecutan. Esta es la razón por la
cual, en este campo, el principio de legalidad tomó el significado que normalmente
tiene en relación a la actividad administrativa del Estado contemporáneo.

LA ILEGALIDAD es la violación del principio de legalidad por


una autoridad administrativa cuyo acto se vicia.

FORMAS DE ILEGALIDAD

La inconstitucionalidad: esta se subdivide en;

A.- La inconstitucionalidad de actos administrativos: son aquellos actos que


se encuentran viciados de inconstitucionalidad cuando la autoridad administrativa
que los dicto ha infringido algún precepto, principio o garantía constitucional.

B.- La usurpación de funciones: la constitución y las leyes definen las


atribuciones del poder público y a ellas debe sujetarse su ejercicio. Toda autoridad
usurpada es ineficaz y sus actos son nulos. Existen dos tipos de usurpación de
funciones: la usurpación de la autoridad y la usurpación de funciones propiamente
dicha.

La usurpación de autoridad: el usurpador de autoridad es aquel que la


ejerce y realiza sin ningún tipo de investidura, ni regular ni prescrita.

La usurpación de funciones: existe, por otra parte, usurpación de funciones


cuando una autoridad perteneciente a una de las ramas del Poder Público usurpa
funciones correspondientes a otra rama del mismo Poder Público.

Formas de legalidad del acto administrativo:

La forma es la manera en la que el acto se manifiesta. Los actos


administrativos tienen que cumplir con una serie de requisitos y uno de ellos es la
forma en la que se producen

Teoría de los Poderes Discrecionales.


Según algunos autores “Hay poder discrecional siempre que una autoridad
actúe libremente, sin que su conducta le sea dictada de antemano por una regla
de derecho. “

El poder ejecutivo ejerce poderes discrecionales y esta determinación no


puede ser sometida a ningún control jurisdiccional.

Se dice también que existe un Poder Reglado siempre que, frente a ciertas
circunstancias de hecho, la autoridad está obligada a tomar una decisión,
señalada por la Ley, sin libertad para escoger entre varias posibles soluciones,
pudiendo decirse que en tales casos que la conducta le está dictada de antemano
por el derecho. Ejercen poderes reglados los administradores de rentas, los
rectores de las universidades del Estado, los funcionarios encargados de expedir
certificados de solvencia de un impuesto o tasa, el registrador de la propiedad
industrial, etc... En todos estos casos, el funcionario actúa, en cumplimiento de
una pauta legal, sin libertad alguna de elección.

Puede advertirse que la administración conserva un mínimo de facultades


discrecionales, aunque sólo sea para la elección del momento, esto es, la libertad
de apreciar, según las necesidades del servicio, cuándo podrá adoptar una
decisión que no puede evitar.

El poder discrecional debe emanar del propio ordenamiento jurídico, de la


regla expresa de la Ley, y no de la ausencia de la norma aplicable.

Según BALBÉ “La potestad discrecional no se funda en ausencia de


preceptos jurídicos que limitan la actividad de la administración sino en la
atribución por el derecho de una libertad de apreciación.”

Hace algunas décadas se establecía la división de las decisiones de la


autoridad administrativa en actos reglados y actos discrecionales o de pura
administración. Respecto a éstos, no era admisible ninguna objeción fundada en
irregularidad jurídica; tales actos, por la naturaleza particular que se les atribuía,
estaban libres de todo control de legalidad. No eran susceptibles de ser
impugnados ante ningún tribunal: gozaban de inmunidad jurisdiccional.
HAURIOU observa que en realidad todos los actos de la administración
encierran un poder discrecional, y que, en consecuencia, es preciso examinar en
el fondo si en el caso contemplado la administración ha excedido sus poderes,
pues no puede sostenerse la inadmisibilidad de todo recurso jurisdiccional
respecto al acto.

Hoy en día la categoría de los actos discrecionales ha desaparecido


completamente, en el sentido de que no constituye una causa para la negativa de
control jurisdiccional. Los actos para los cuales la administración pública dispone
de un amplio poder discrecional, no escapan al control de la legalidad, esos actos
pueden ser ilegales y ser declarados nulos por incompetencia del órgano, vicios
de forma, inexistencia de los motivos alegados o desviación de poder.

Teoría de las Circunstancias Excepcionales.

Fue en Francia donde el Consejo de Estado ha forjado la teoría de las


circunstancias excepcionales, la cual acepta la validez de ciertas decisiones de la
administración que aunque contrarias a las reglas legales, aparecen plenamente
justificadas en ciertas circunstancias, en vista de la necesidad de asegurar el
mantenimiento del orden público y el funcionamiento de los servicios públicos.

En los años de la Primera Guerra Mundial fue concebida esta teoría. En esa
época, y lo mismo durante la Segunda Guerra Mundial, la circunstancia
considerada fue la circunstancia de guerra y de allí derivaron para el ejecutivo los
poderes de guerra, o sea, facultades no previstas en el ordenamiento jurídico de
las cuales podría hacer uso el ejecutivo mientras durase la crisis bélica.

En la jurisprudencia del consejo de Estado se han fijado para el


ejercicio de los poderes de excepción, los siguientes límites:

 No podrán ser ejercidos esos poderes sino únicamente durante el lapso de


la crisis que los ha requerido.
 El ejercicio de los poderes excepcionales sólo significa una ampliación de
las competencias normalmente conferidas por la ley de la administración un
ensanche del dominio de la actividad administrativa.
 Los administradores conservan la facultad de demandar a la administración
por el resarcimiento de los daños y perjuicios que les causen las decisiones
tomadas en el ejercicio de los poderes de excepción.

La teoría de las circunstancias excepcionales es sumamente peligrosa, porque


deja en manos de las autoridades ejecutivas la posibilidad de suspender en
cualquier momento al régimen de la legalidad.

Teoría de los Actos de Gobierno.

Esta teoría tuvo su origen en Francia, en la jurisprudencia del Consejo del


Estado. Aquí el principio de legalidad sufre otra importante restricción: ciertos
actos cumplidos por las autoridades administrativas denominados actos de
gobierno, no son susceptibles de ningún recurso ante los tribunales, ni para
obtener su anulación, ni para pedir la indemnización de los daños y perjuicios
causados por tales actos administrados.

JÉZE afirma que no se puede encontrar en la naturaleza jurídica de esos


actos la justificación de haberlos sustraídos a todo control jurisdiccional; que las
razones de este régimen excepcional son únicamente razones de oportunidad
política.

BERTHÉLEMY niega la existencia de los actos de gobierno.

DUGUIT rechaza la teoría de los actos de gobierno, aún cuando admite la


existencia de ciertos actos políticos no son susceptibles de recursos
jurisdiccionales, que son aquellos que realiza el gobierno como órgano político.

HAURIOU explica que la expresada teoría es una suerte de compromiso


táctico entre el gobierno y la jurisdicción del Consejo del Estado; que han sido
puestos ciertos actos fuera del control de legalidad, y que mediante este sacrificio
todos los otros actos fuera del control de la legalidad, y que mediante este
sacrificio todos los otros actos podrán ser sometidos al control de legalidad.

La noción de los actos de gobierno ha pasado en Francia por los siguientes


períodos:
Período del móvil político.

La concepción original del acto de gobierno; eran aquellos actos


administrativos cuya impugnación había sido rechazada por la Administración,
mediante el alegato de haber sido dictados con un propósito político o en relación
con la alta política. De este modo, todo acto administrativo que se dijera haberse
dictado con un fin político se transformaba en acto de gobierno. En razón de ese
móvil, el acto administrativo no podía ser impugnado, y por eso, los recursos que
contra ese acto se dirigieran eran inadmisibles.

Esta concepción ha sido vivamente criticada, pues según ella, cualquier


acto administrativo llegaba a ser intachable por el solo hecho de que se dijera
inspirado por un móvil político.

Esta primitiva noción del acto de gobierno fue abandonada el 19 de febrero


de 1875, fecha en la cual el Consejo del Estado dictó la Sentencia Príncipe
Napoleón y en ella se resolvió que no basta que un acto administrativo haya sido
dictado por un móvil político para excluir contra él todo recurso.

Período del objeto o de la naturaleza del acto.

Posteriormente surge la concepción que toma en cuenta la noción de


la función gubernamental. Durante este período se afirma que son actos de
gobierno por su naturaleza los que se realizan en ejercicio de la función
gubernamental, y actos administrativos por su naturaleza los que se realizan en
ejercicio de la función administrativa.

Esta concepción procuró determinar los caracteres propios del acto de


gobierno, por oposición a los caracteres propios del acto administrativo. Conforme
a esta doctrina, un acto sería siempre administrativo o siempre de gobierno, y
nunca podría un acto administrativo convertirse en un acto de gobierno, como en
la teoría del móvil político.

Período de la lista jurisprudencial.


Ha concluido por aceptar una noción meramente empírica del acto de
gobierno. En Francia se consideran hoy actos de gobierno los que el Consejo del
Estado y el Tribunal de los conflictos estiman que deban estar, por razones de
conveniencia, sustraídos a todo debate ante los Tribunales; pero hoy no se
pretende dar una definición general de los actos de gobierno. Se afirma pura y
simplemente que es inadmisible todo recurso contra ciertos actos de la
administración, porque en virtud de consideraciones de orden práctico, resulta
conveniente sustraer esos actos a la controversia jurisdiccional. Estos actos se
denominan actos de gobierno y su lista tiende hacerse cada vez más corta.

Solo se consideran actos de gobierno, los actos del poder ejecutivo


concernientes a su relación con el poder legislativo, la declaración del estado de
sitio, las decisiones tomadas por los agentes públicos de todo orden para asegurar
la ejecución de las convenciones diplomáticas, y los actos del ejecutivo relativos a
la conducción de la guerra

Acto administrativo

Un acto administrativo es toda manifestación o declaración emanada de la


administración pública en el ejercicio de potestades administrativas, mediante el
que impone su voluntad sobre los derechos, libertades o intereses de otros sujetos
públicos o privados y que queda bajo el del comienzo. Ejemplo: conceder o
denegar jubilaciones a personas humanas

Se trata de una declaración de voluntad, intelectual, no son actividades


materiales (ej.: ejecuciones coactivas). Sin embargo, por declaración no ha de
entenderse únicamente la que formalmente se presenta por escrito como tal
(aunque esto sea lo frecuente y lo deseable).

La declaración puede y será normalmente de voluntad, pero puede serlo


también de otros estados intelectuales: de juicio, de deseo, de conocimiento.

La declaración en la que el acto administrativo consiste debe proceder de


una Administración, por lo que se excluyen los actos jurídicos del administrado
que, aunque sometidos al Derecho Administrativo se rigen por disposiciones
diferentes.

El acto administrativo es esencialmente material, lo cual no excluye que la


voluntad del administrado pueda jugar como presupuesto de su existencia (ej.:
resolución de conclusión de un procedimiento por desistimiento o renuncia del
administrado o interesado) o de eficacia (ej.: toma de posesión de un funcionario).
Lo normal es que el acto emane del órgano que directamente tiene competencia
para dictarlo, pero puede surgir de una forma indirecta, es decir ser dictado por
una persona que no tenga la condición subjetiva de Administración, pero que
actúa poderes delegados por una Administración (ej.: concesionarios).

La declaración administrativa en que el acto consiste se presenta como el


ejercicio de una potestad administrativa, es lo que conecta el acto a la legalidad.

La declaración (de voluntad, juicio, deseo o conocimiento) en que consiste


el acto administrativo es unilateral, es decir ha de ser producida unilateralmente
por una Administración pública, sin la intervención ni el concurso ni el consenso o
acuerdo de ninguna otra entidad.

El acto administrativo ha de ser producido por una Administración pública


entendiéndose ésta en sentido amplio.

El acto administrativo ha de dictarse en ejercicio de una potestad


administrativa, es decir de una potestad pública. Cuando una Administración
pública dicta un acto administrativo actúa ejercitando una potestad pública, de
imperium, revestida de prerrogativas, estando en una posición de superioridad
respecto a los particulares. Las Administraciones públicas no pueden emitir actos
administrativos cuando actúan como cualquier otro particular, sin ejercitar una
potestad pública, porque en tal caso están actuando como cualquier sujeto
particular, privado.

La potestad administrativa ejercitada para dictar un acto administrativo es


distinta de la potestad reglamentaria. Ambas potestades son públicas pero la
potestad reglamentaria es una potestad normativa que permite producir normas
jurídicas innovando el ordenamiento jurídico administrativo. Sin embargo la
potestad administrativa productora de actos administrativos no es una potestad
normativa, su producto – el acto administrativo – no innova el ordenamiento
jurídico. Como ejemplo del producto de una potestad reglamentaria podemos citar
un real decreto del Consejo de Ministros, una orden ministerial que regulen el
ejercicio de una actividad comercial, innovando normativamente la regulación
jurídica existente hasta entonces sobre esa materia. 

CONCEPTO LEGAL: La Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos,


en su artículo 7, define el acto administrativo como: “Toda declaración de carácter
general o particular emitida de acuerdo con las formalidades y requisitos
establecidos en la Ley, por los órganos de la Administración  Pública.” A los
efectos de la LOPA, solo se consideran actos administrativos, las decisiones
emanadas de los órganos de la administración pública.

CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS ADMINISTRATIVOS:

1)    Desde el punto de vista del Procedimiento:

Actos de trámite: Son aquellos actos que la administración dicta sin que medie
ningún trámite previo. (Análogos a las sentencias interlocutorias)

Acto principal o definitivo:  Son aquellos actos dictados con el objeto de poner


fin a un determinado procedimiento administrativo y debe contener la voluntad
definitiva del órgano competente sobre la solicitud hecha.(Análogos a las sent.
definitivas).

Acto de ejecución: Son aquellos actos administrativos dictados para dar


cumplimiento a un acto principal o definitivo.

Actos firmes: Son aquellos actos que agotan la vía administrativa, constituyen la


actuación final de la administración pública sobre un problema planteado, razón
por la cual se dice que es un acto firme en vía administrativa. El acto que ponga fin
a la vía administrativa, no podrá ser nunca un acto de trámite. Se entiende como
un acto firme, aquel acto que ha sido objeto de todos los recursos administrativos
previstos que hayan agotado la vía administrativa y que no sean susceptible de
recursos jerárquico alguno. (art. 94 LOPA). Es la última palabra de la
Administración, quedando agotada la vía administrativa para cualquier
reclamación posterior y se abre para los agraviados la vía jurisdiccional.

2) Por sus efectos:   

Generales: Son aquellos actos administrativos dirigidos a un número


indeterminado de personas.

Particulares: Son los actos administrativos referidos a una o varias personas,


pero todas ellas determinadas.-

3) Según su contenido:

Definitivos: Pone fin al asunto administrativo o causa estado. (art. 62.


LOPA).

        De trámite: Es aquel acto que no pone fin al asunto, sino que tiene carácter
meramente

Preparatorio.-

4) Según su manifestación de voluntad:

Expresos: La manifestación de voluntad que produce el acto administrativo


debe ser  expresa y formal. (art. 18 LOPA).

Tácito: Silencio Administrativo. La LOPA consagra el Acto Administrativo


tácito de contenido negativo derivado del silencio administrativo. (art. 4. LOPA)

5) Según su impugnabilidad:

Firmes: Son los actos que ya no pueden ser impugnados por vía ordinaria de
recurso y sobre el cual el único recursos que se puede ejercer es el de revisión.

Impugnables: Es el acto administrativo que puede ser impugnado, bien sea por
vía administrativa (recursos) o por vía contencioso administrativa.

6)    Desde el punto de vista orgánico:


Simples: Son aquellos formados mediante la declaración de voluntad de un solo
órgano de la administración, que puede ser unipersonal o colegiado.

Complejo: Son aquellas declaraciones para cuya elaboración es necesaria la


intervención de dos o más órganos de la administración

REQUISITOS PARA LA VALIDEZ DEL ACTO ADMINISTRATIVO.

 Requisitos de Forma: (art. 18 LOPA).

         Consisten en el contenido del acto, es decir, todo lo que debe contener un


acto administrativo como manifestación externa de acuerdo con la exigencia legal,
para tener plena validez. (LEGALIDAD FORMAL). El artículo 18 de la LOPA,
nos  señala que todo acto administrativo deberá contener:

 1)    Nombre del Ministerio u Organismo a que pertenece el órgano que emite el


acto.

2)    Nombre del órgano que emite el acto.

3)    Lugar y fecha donde el acto se dicta.

4)    Nombre de la persona u órgano a quien va dirigido.

5)    Expresión sucinta de los hechos, de las razones que hubieren sido alegadas y
de los fundamentos legales pertinentes.

6)    La decisión respectiva si fuere el caso.

7)    Nombre del funcionario o funcionarios que lo suscriben con indicación de la


titularidad con que actúen e indicación expresa, en caso de actuar por delegación,
del número y la fecha del acto de delegación que confirió la competencia.

8)    El sello de la oficina.


El original del respectivo documento contendrá, según dispone el precitado
artículo, la firma autógrafa del funcionario que lo suscriba. En el caso de aquellos
actos cuya frecuencia lo justifique, se podrá disponer mediante decreto, que la
firma de los funcionarios sea estampada por medios mecánicos que ofrezcan
garantías de seguridad. En cuanto a los requisitos formales de los actos
administrativos es necesario señalar el contenido del artículo 17 ejusdem, puesto
que todos los actos administrativos deben tener forma de Decretos o
Resoluciones, Ordenes o Providencias Administrativas, Instrucciones o Circulares.

REQUISITOS DE FONDO.

      Son los elementos esenciales de la naturaleza del acto y que la LOPA al


definir el acto administrativo en su artículo 7, denomina requisitos. A saber:

1)    Competencia: No es precisamente un requisito del acto, sino un elemento


externo, anterior al mismo. No existen en la Ley sancionada reglas referentes a la
competencia, solo hay una referencia en el ordinal 4to del artículo 19 de la LOPA,
al señalar que será absolutamente nulo el acto dictado por autoridades
manifiestamente incompetentes. En términos generales para que un acto
administrativo sea completamente valido es necesario que quien lo haya dictado
sea competente, es decir, que para ello tenga facultad expresa que le haya sido
conferida por una norma jurídica preexistente. La competencia de los órganos del
estado no se presume, debe surgir del texto expreso de una norma jurídica, bien
sea la Constitución, la Ley, el Reglamento u Ordenanzas. A falta de esta
disposición expresa, la autoridad carece de competencia para efectuar el acto
contemplado.

2)    Contenido: El acto administrativo, como lo indica la definición legal es una


declaración, esto es, lo que la autoridad ha querido disponer para la cual esta
facultada prohibir, autorizar, sancionar, conceder, restringir, homologar, facultar,
limitar u ordenar en términos generales. El requisito para la validez del contenido
es que sea posible y de legal ejecución, situación esta que se encuentra prevista
en el artículo 19º  ordinal 3ero, pues de lo contrario estaría viciado el acto de
nulidad absoluta.

3)    Objeto: Esta referido al fin perseguido por la autoridad al dictar un acto


administrativo. No hay norma expresa que haga referencia al objeto, pero es
obvio, que el objeto al igual que el contenido debe ser posible tanto material como
jurídicamente. Toda manifestación de voluntad de las autoridades administrativas
deberá concordar con el propósito o finalidad de la Ley.

4)    Motivación: El artículo 9º de la LOPA, señala que todos los actos


administrativos de carácter particular deberán ser motivados, es decir, que
deberán contener la indicación de los hechos y fundamentos legales del acto. Por
otra parte el precitado artículo esta referido solo a : a) Actos de efectos
particulares y no generales; y b) a los actos definitivos y no los de simple trámite.

5)    Voluntad: Todos los actos administrativos emanados de la autoridad


competentes deben ser voluntarios, lo que significa que el comportamiento del
funcionario emisor, tiene que haber sido voluntario.

Elementos

El sujeto: es el órgano que, en representación del Estado formula la


declaración de la voluntad, por lo que dicho órgano cuenta con una competencia,
la cual constituye el conjunto de facultades que tiene el mismo.

La competencia: es la cantidad de poder público que tiene o adquiere el


órgano para dictar un acto, por lo que no es una cualidad, sino una cantidad; por
ello se considera como la medida de poder que pertenece a cada órgano de dicho
acto.

La voluntad: es un impulso generalmente psíquico, una acción con una


intención.

Concurren en la voluntad administrativa elementos subjetivos y objetivos.


Dicha acción del acto Administrativo está compuesta por la voluntad subjetiva
(voluntad al acto mismo) del funcionario y además, la voluntad objetiva del
legislador (voluntad sin saber de las circunstancias particulares de cada caso.)

El objeto: éste, debe ser cierto física y jurídicamente posible; por lo que


debe decidir sobre todas las peticiones formuladas, pero puede involucrar otras no
propuestas con previa audiencia del interesado y siempre que ello no afecte a los
derechos adquiridos.

El motivo: responde al porqué justificativo.

La motivación aparece cuando en el acto existe la posibilidad de la


discrecionalidad por parte del funcionario público. Si un acto es discrecional debe
motivarse, pero si un acto es totalmente reglado no sería necesaria la motivación.

El mérito: se le ha considerado como un elemento del acto administrativo,


entendido como la adecuación necesaria de medios para lograr los fines públicos
específicos que el acto administrativo de que se trate tiende a llegar.

La forma: es la materialización del acto administrativo en sí, además es el


modo de expresión de la declaración ya formada. Por la forma del acto
administrativo se convierte en físico y objetivo. En resumen, la forma equivale a la
formación externa del acto.

CONCEPTO LEGAL DEL ACTO ADMINISTRATIVO

Dentro del ámbito jurídico, es posible distinguir diferentes clases de actos.


Uno de ellos es el administrativo, que consiste en la declaración que se manifiesta
de manera voluntaria en el marco del accionar de la función pública y tiene la
particularidad de producir, en forma inmediata, efectos jurídicos individuales. En
otras palabras, es una expresión del poder administrativo que puede imponerse
imperativa y unilateralmente.

Al ser declaraciones, los actos materiales de la administración pública no se


incluyen dentro de sus actos administrativos; estos últimos, por otra parte, se
califican como ejecutivos debido a que no requieren de una autorización por parte
del Poder Judicial para fijar sus características y que éstas sean de cumplimiento
obligatorio.

EFECTOS DE LA NULIDAD ABSOLUTA.

            El acto nulo de nulidad absoluta no puede crear ni producir ningún efecto,
derecho u obligación. La Corte Suprema de Justicia ha establecido en algunas de
sus sentencias que los actos administrativos nulos de nulidad absoluta se tienen
como si nunca se han dictado. Ej: Un acto administrativo cuyo contenido sea
delito. Por otra parte, el acto nulo de nulidad absoluta, es impugnable en cualquier
momento y así sucede en vía administrativa, pues el artículo 83 de la LOPA
permite que a solicitud de parte, en cualquier momento la administración pueda
revocarlos. Además los funcionarios que emiten actos administrativos nulo de
nulidad absoluta incurrirían en responsabilidad penal, administrativa y civil.

NULIDAD RELATIVA.

            Todos los otros vicios de los actos administrativos que no produzcan la


nulidad absoluta, producen la nulidad relativa del acto, (art. 20 LOPA), es decir,
que la nulidad relativa la originan los vicios que no llegaren a producir la nulidad
absoluta y solo harán los actos anulables, es decir, viciados de nulidad relativa.

EFECTOS DE LA NULIDAD RELATIVA.

            Los actos administrativos viciados de nulidad relativa, producen todos sus


efectos mientras no sean anulados, por lo que los efectos producidos mientras
estuvo vigente son completamente válidos.

            Solo pueden ser impugnados en determinados lapsos, por lo que vencido


esos lapsos es acto queda firme.

            Puede ser convalidado por la administración, subsanando los vicios. (art.


81 LOPA).
            Estos vicios de anulabilidad pueden afectar la totalidad o parte del acto
administrativo. (art. 21 LOPA).

EFECTOS DEL ACTO ADMINISTRATIVO.

            Para que todo acto administrativo sea eficaz, se requiere que sean
formalmente conocidos por sus destinatarios; si se trata de un acto de efectos
particulares, en principio debe ser notificado al particular y si es un acto de efectos
generales debe ser publicado.

            Publicación: El artículo 72 de la LOPA, señala que todos lo actos


administrativos de carácter general o que interesen a un número indeterminado de
personas, debe ser publicado en la Gaceta Oficial que corresponda al organismo
político territorial que tome la decisión. Igualmente deberán publicarse los actos
administrativos de efectos particulares cuando así lo exija la ley. (art. 72 LOPA).

            Notificación: El artículo 73 de la LOPA, establece la obligación de que


sean notificados para que comiencen a surtir efectos los interesados de todo acto
administrativo de carácter o efectos particulares, que afecten los derechos
subjetivo o los intereses legítimos, personales y directos de un interesado. Este
tipo de notificación exige requisitos, a saber: La notificación del acto debe contener
el texto íntegro del mismo; debe señalar igualmente los recursos administrativos
que proceden contra el acto que se está notificando, con los términos para
ejercerlo y de los órganos ante los cuales puede interponerlo. La notificación debe
entregarse en el domicilio o residencia del interesado o la de su apoderado
constituido formalmente por documento poder debidamente autenticado. (art. 75
LOPA). Puede suceder que la notificación sea impracticable, bien porque no se
conozca el domicilio o residencia del interesado o de su apoderado, o porque no
haya nadie, en términos generales no habiendo forma de practicar la citación, ya
que esta no se puede dejar físicamente en el lugar, se procederá entonces a la
publicación del acto en un diario de los de mayor circulación en la entidad
territorial donde se encuentre la autoridad que conozca del asunto, y en este caso
se entiende que el interesado queda notificado a los quince (15) días hábiles
después de la publicación, debiendo advertirse ese hecho en el aviso.-

EJECUTORIEDAD Y EJECUTIVIDAD DEL ACTO ADMINISTRATIVO

En derecho administrativo la ejecutividad se refiere genéricamente a


cualquier acto administrativo y es sinónimo de eficiencia del acto, mientras que
la ejecutoriedad implica llevar la ejecución adelante hasta sus últimas
consecuencias, aun contra la voluntad del administrado. la ejecutoriedad y la
ejecutividad actúan en dos planos distintos: la primera hace a la facultades que
tiene la administración para el cumplimiento del acto administrativo,
sin intervención judicial, utilizando excepcionalmente la coacción; la ejecutividad
en cambio se refiere al título del acto en el plano procesa, siendo ejecutivo -
conforme al ordenamiento argentino jurídico procesal- aquel acto que, dictado con
todos los recaudos que prescriben las normas legales, otorgue el derecho
procesal de utilizar el proceso de ejecución. El título ejecutivo del acto
administrativo no es en la Argentina la regla o el principio, sino la excepción y
debe hallarse fundado en norma legal. Por otra parte, a diferencia del derecho
privado, donde la creación del título ejecutivo proviene del obligado,
la Administración pública (cuando la norma legal la autoriza) es quien crea
unilateralmente el título ejecutivo, siendo éste e rasgo fundamental que caracteriza
la ejecutividad del acto administrativo.

Competencia administrativa

La competencia, en Derecho administrativo, es un concepto que se refiere a


la titularidad de una determinada potestad que sobre una materia posee un órgano
administrativo. Se trata, pues, de una circunstancia subjetiva del órgano, de
manera que cuando este sea titular de los intereses y potestades públicas, será
competente.

Vulgarmente, el término suele ser objetivizado, equiparando la noción de


competencia con la de interés. Así, por ejemplo, se suele decir que las relaciones
internacionales son competencia del Ministerio de Asuntos Exteriores. En un
sentido estrictamente técnico, habría que decir que las relaciones internacionales
son interés del Ministerio.

Juan Alfonso Santamaría Pastor ilustra esta distinción entre la falsa


vertiente objetiva y la más exacta vertiente subjetiva, afirmando que "no se tiene
competencia, sino que se es competente".

Puede decirse que la competencia la constituye el conjunto de atribuciones,


funciones y potestades que el Ordenamiento Jurídico atribuye a cada órgano
administrativo.

La competencia es irrenunciable y se ejercerá precisamente por los órganos


administrativos que la tengan atribuida como propia, salvo los casos
de delegación, sustitución y avocación previstos en la Ley.

Definición de Contratos Administrativos

Determinemos qué significa la palabra contrato según el diccionario de


ciencias jurídicas y políticas de Manuel Ossorio : “ En una definición jurídica , se
dice que hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo sobre una
declaración de voluntades común, destinada a reglar sus derechos. Los contratos
han de ser celebrados entre las personas capaces y no han de referirse
cuestiones prohibidas o contraria a la moral o a las buenas costumbres”

Contrato administrativo: Se entiende por tal el que celebra la administración


pública con los particulares a efectos de asegurar la ejecución de obras, la
prestación de servicios o el suministro de materiales. Estos contratos no se rigen
por las normas del Derecho Civil, sino por las del Derecho Administrativo.

En la legislación venezolana establece el código civil en su título lll de las


obligaciones, capítulo I de las fuentes de las obligaciones , secciones I de los
contratos , artículo 1,333 del código civil venezolano :  “El contrato es una
convención entre dos o más personas, para constituir, reglar, transmitir, modificar
o extinguir entre ellas un vínculo jurídico” los contratos administrativos “son
aquellos celebrados por la administración pública con un fin público, circunstancias
por la cual pueden conferir cocontratante derecho y obligaciones frente a terceros,
o que, en su ejecución más difundida, sustenta que el elemento unificador
o  fundamental para reconocer el contrato administrativo, es  que éste  reposa
sobre la noción del servicio público como objeto del contrato. Postulándose, en
ese mismo parecer, que el contrato celebrado por la administración tenga por
objeto la organización o funcionamiento de un servicio público o de alguna
actividad de interés general, o bien que en alguna forma se desprenda del contrato
que éste tiene por objeto ejecutar un servicio público o dar satisfacción a un
interés general. En tal sentido, para que un contrato celebrado por la
administración pueda ser calificado como administrativo, es necesario que guarde
relación con una actividad de servicio público o de utilidad pública

Por lo tanto, los contratos de la Administración son conciertos de


voluntades, bilaterales o plurilaterales, en cuya celebración intervienen dos o más
entidades administrativas (son los llamados contratos administrativos), o bien,
además de una entidad administrativa, uno o más sujetos de derecho privado

El contrato es, en suma, una de las formas jurídicas de la función


administrativa, y también una de las técnicas de colaboración voluntaria de los
particulares con la Administración Pública, en materia de obras, bienes y servicios.

Según Ulpiano la teoría del contrato administrativo en Venezuela tiene su


inspiración en el Derecho francés. No existe un criterio uniforme en cuanto a su
definición, y dichos contratos no cuentan con una ley que los regularice, estos se
han desarrollado a través de criterios jurisprudenciales y doctrinarios.

Elementos del Contrato Administrativo.

El Contrato Administrativo está configurado por una serie de


elementos, objetivos, subjetivos y formales, que deben concurrir en debida forma
para que el contratos se constituya válido. La Doctrina establece que basta la
concurrencia de vicios en uno de los elementos para que el contrato se torne
ineficaz.

La validez de la relación contractual exige la presencia de determinados


elementos esenciales, sin los cuales no habrá contrato. Así como también el
Contrato Administrativo está compuesto por elementos no esenciales, los cuales le
son muy característicos. Éstos dos tipos de elementos se desarrollarán a
continuación.

Elementos Esenciales.

Sujetos. Por lógica, los sujetos por una parte, el particular y por la otra, el
ente de la administración pública que pretende celebrar un contrato. En lo que
respecta al particular, no basta tener la capacidad de ejercicio que señala la
legislación civil, sino que además, si se trata de personas jurídicas, sus
representantes deben acreditar fehacientemente su personalidad. Es oportuno
mencionar que la capacidad del particular se rige tanto por normas de Derecho
Privado como de Derecho Público. Con relación a la Administración Pública, su
competencia para contratar la reconoce la Constitución en su Artículo 234: "
Cuando el Estado tenga que celebrar contratos para realizar obras o adquirir
bienes... deberán someterse dichas obras o suministros a licitación pública,
excepto en los casos determinados por la ley". Entonces tal elemento parte de que
uno de los contratantes debe ser la Administración Pública y el otro una persona
natural o jurídica.

Consentimiento. Es la manifestación recíproca del acuerdo completo de


dos personas con objeto de obligarse cada una a una prestación respecto de la
otra u otras. Presupone el acuerdo de voluntades de los contratantes, si bien la
forma de manifestarlo es diferente en cada uno, ya que la persona natural o
jurídica lo externa en forma simple y llana, como lo haría respetando las normas
del Derecho Privado; pero en el caso de la Administración Pública, el
consentimiento va precedido de ciertos requisitos legales que debe satisfacer,
como la convocatoria y licitación pública, si es el caso. Ahora bien, esa
coincidencia de voluntades que ya vimos que es distinta, es más compleja para el
lado de la Administración Pública, lo cual explicaremos seguidamente y al
momento del perfeccionamiento del contrato. El consentimiento tiene además la
siguiente característica:

Capacidad. Presupuesto ineludible del consentimiento, la cual implica


aptitud para ser sujeto activo o pasivo de relaciones jurídicas. Ahora bien, nos
interesa un poco más conocer la capacidad de la Administración, la competencia
de la administración es el conjunto de facultades que se le han atribuido; es
la competencia para al Administración Pública lo que la capacidad es para los
particulares. Esto se explica porque las entidades del Estado no pueden contratar
libremente, sino dentro de la esfera señalada por las leyes administrativas,
careciendo, por lo tanto, de eficacia aquellos contratos en que la entidad
administrativa contratante no tuviera facultades para conocer lo pactado en los
mimos. Existen además un conjunto de circunstancias que pueden alterar las
manifestaciones de la voluntad que se expresan en el consentimiento de las
partes, privando de validez al mismo al ocasionar la formación de una voluntad
distinta a la que debió formarse y que hubiera sido la verdadera voluntad del
sujeto. No entraremos en detalle en tales circunstancias, basta por lo avanzado de
nuestro nivel, solamente mencionarlas: Error, Violencia o Dolo.

Objeto. Todo contrato requiere un elemento objetivo sobre el cual puede


recaer la voluntad, el objeto es el propósito de las partes de generar los derechos
y las obligaciones, el objeto de los contratos administrativos es un requisito tan
esencial, que sin él no se concibe la existencia, ni se pueden tener por
consiguiente, eficacia ni validez legal. El contenido de los contratos administrativos
está constituido por la prestación o conjunto de prestaciones a que den lugar. El
objeto de éstos contratos ha de ser desde la ejecución de obras hasta la gestión
de servicios al Estado o la prestación de suministros al mismo; dice la doctrina que
el elemento objetivo del contrato viene a estar determinado por todas las
finalidades comprendidas dentro de la competencia de la administración y que
quedará asegurada la validez de un contrato celebrado por un organismo
administrativo, en lo que al objeto corresponde, siempre que dicho organismo sea
competente por razón de la materia, para llevar a cabo la actividad a cuyo
desarrollo se contrata.

Causa. En los contratos administrativos, la idea de causa o motivo


determinante tiene más importancia que en los contratos de Derecho Privado,
porque presupone que el interés público o el objetivo de la institución a que se
refiere es a esos contratos. Es, en fin, en vista del cual una persona se obliga ante
otra. Es lógico pensar que cada uno de los contratantes tenga diversas razones
para obligarse, por un lado, el particular busca obtener un lucro como causa
determinante de su actuación, mientras que la Administración tendrá como causa
fundamental alcanzar su cometidos o mejor dicho, el interés público.

La causa se encuentra en todas las obligaciones que tienen su fuente en la


voluntad del individuo, en efecto, siempre que una persona se obliga lo hace con
vistas a un fin inmediato directo, que la determina a establecer la obligación.
Manifiesta un sector de la doctrina que la causa para la Administración no existe, o
que mejor dicho, se confunde con el objeto del contrato, es decir, que uno y otro
los constituye la obra o el servicio público. Tal teoría ha creado divisiones y no se
logra crear un consenso, ya que otros manifiestan que objeto y causa son
perfectamente separables.

   Forma. La contratación administrativa obedece en esto


a principios diametralmente opuestos a los que rigen en materia civil, en éstos
siguiendo la tradición romana, en el cual se reputaba valedera la obligación o el
contrato, que fuesen hechos en cualquier manera que parezca que alguno se
quiso obligar con otro a realizar un contrato con él. En Derecho Administrativo la
situación es muy distinta, los representantes de la Administración son gestores de
intereses generales y por ello precisa establecer garantías para evitar abusos,
muy posibles cuado las actividades cuyo cuidado se tiene no son las propias, y
esas garantías las constituyen los requisitos de forma, los cuales se consideran
como los límites impuestos a su actividad, que no puede franquear la
administración. Hauriou precisa éstos puntos de vista haciendo constar que la
Administración es un organismo en parte automático, en el cual
la conciencia central no puede estar siempre despierta, este elemento de la
conciencia central es suplido por la multiplicidad de formalidades, por virtud de las
cuales entran en el trámite de la operación varios agentes que se controlan unos a
otros. Partiendo del criterio anterior, la legislación administrativa salvadoreña ha
regulado un sistema de formalidades que constituyen un elemento esencial de la
contratación administrativa, las cuales deben ser cumplidas rigurosamente para
que el acto administrativo alcance la debida validez. Por tanto, los contratos
administrativos, lejos de perfeccionarse a tenor de los preceptos del Código Civil,
exigen una determinada forma legal de celebración, de cuyo cumplimiento se hace
depender precisamente la validez y existencia misma del contrato por el carácter
solemne que los administrativos tienen. Todo contrato administrativo ha de estar
forzosamente sometido a normas determinadas en los preceptos legales
atinentes.

Régimen Jurídico Especial.El contrato administrativo está sometido a un


régimen de estricto Derecho Público, solo por excepción debe remitirse al Derecho
Privado. Es a través de las cláusulas reglamentarias, como la ley asegura
el mantenimiento del interés general, que no puede quedar al arbitrio de los
particulares.

Elementos no Esenciales.

  Plazo. El Plazo se determina de acuerdo con la naturaleza del contrato que


se celebra. En unos casos los contratos demandan plazos muy amplios para que
se pueda operar la amortización de los capitales invertidos y en otros casos, se
fijan plazos breves, como la construcción de un edificio.

Es frecuente que se señalen diversas sanciones por el incumplimiento del


plazo, los contratistas con frecuencia se comprometen a pagar determinadas
cantidades por el plazo excedido. En ésta última parte opera el Derecho
Administrativo Sancionador.
Conmutabilidad. Los contratos administrativos se califican como contratos
conmutativos, porque los provechos y gravámenes que corresponden a las partes,
son ciertos y conocidos desde la celebración del contrato. Éste elemento es la
proporción que debe existir entre las prestaciones que se dan en el contrato, es la
proporción que debe existir en los procesos de contratación pública; se considera
que se desprende de los principios de igualdad y de justicia.

  Intransferibilidad. Al celebrarse un contrato administrativo, la


administración se cerciora de la idoneidad de su co-contratante, es por ello que en
principio se prohíbe el transferir esos contratos a otras personas.

Existen excepciones, como en el caso que la ley lo autorice o que se haya


pactado expresamente por las partes. En los contratos de obra pública la
administración autoriza a los contratistas para que celebren determinados tipos de
contratos con otras personas, como puentes, obras de arte (por ejemplo el
monumento del boulevard constitución) , jardinería y otros análogos.

Licitación. La licitación es el procedimiento legal y técnico que permite a la


administración pública conocer quienes pueden, en mejores condiciones de
idoneidad y conveniencia, prestar servicios públicos o realizar obras. Este
elemento se introduce en los contratos administrativos como un mecanismo
de control del gasto que realizan los entes públicos. Encuentra su justificación en
disposiciones legales, para ser exactos el artículo 59 de la Ley de Adquisiciones y
Contrataciones de la Administración Pública, en adelante LACAP. Para Rafael
Bielsa, la licitación pública "es una institución típica de garantía del interés público
(moralidad y conveniencia administrativa)".

La licitación es entonces un procedimiento administrativo que consta de


varias etapas y por el cual se selecciona la mejor oferta en precio y calidad de un
bien o servicio que requiere la administración pública.

Garantías. La garantía es sinónimo de obligación y responsabilidad. En los


contratos es un medio para asegurar el cumplimiento de las obligaciones
asumidas. Las garantías que se pueden exigir por la administración pueden ser:
las que señalan las leyes o las que se pactan en el contrato respectivo.

Sanciones. El concepto sanción se emplea como pena o represión. Es la


ley la que ordena una pena contra quienes la violen; en otro aspecto es la pena
que se pacta por el incumplimiento del contrato. Acá es donde en esencia
podemos observar el poder sancionador del Estado, ya que ante el incumplimiento
de las cláusulas contractuales o del contrato mismo, la Administración tiene la
facultad de unilateralmente disponer de sanciones en perjuicio del que incumple el
contrato.

Principios que rigen la Contratación Administrativa.

Moralidad. Cualidad de las acciones humanas apreciadas como buenas,


dentro de la ética. Los actos referidos a las adquisiciones y contrataciones deben
ser ante todo honradas.

Libre Competencia. Tendencia del Sistema Económico del esto el Estado


Social de Mercado, donde se busca la mayor, más amplia, objetiva e imparcial
concurrencia, pluralidad y participación de postores potenciales.

Imparcialidad. Proceder con rectitud y sin designio anticipado. Tratando a


todos los postores y personas en igual condiciones. Los acuerdos y resoluciones
de los funcionarios y dependencias responsables de las adquisiciones y
contrataciones se adoptan de me manera estricta a la Ley de Adquisiciones y
Contrataciones de la Administración Pública, atendiendo criterios técnicos que
permitan la objetividad en el tratamiento.

Transparencia. No oculta acciones dudosas. Que todas las actividades y


contrataciones sean públicas y siguiendo los procedimientos de la ley y que eso
sea claro para los ciudadanos. Además todas las contrataciones deben realizarse
sobre la base de criterios y calificaciones objetivas, sustentadas y accesibles a los
postores.
Eficiencia. Que los bienes y servicios proporcionados sean de la mejor
calidad posible, cumpliendo los requisitos de calidad, precio, plazo de ejecución y
usando las mejores condiciones para su uso final.

Economía. Buscar bienes y servicios de precios o costos adecuados.


Siguiendo los principios de simplicidad, austeridad, concentración y ahorro en el
uso de los recursos en todas las etapas del proceso

Vigencia tecnológica. Búsqueda y obtención de bienes y servicios de


punta, o sea, de mayor adelanto y garantía de recuperación en caso necesario.

Trato justo e igualitario. Procesar las posturas con el más amplio criterio de


calificación para garantizar la bondad del bien o del servicio. Esta prohibida la
existencia de privilegios, ventajas o prerrogativas, salvo que lo diga la ley.

DIFERENCIAS ENTRE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS Y CONTRATOS DE


DERECHO COMUN

El contrato es un acuerdo de voluntades entre dos o más personas, que tiene por
objeto producir obligaciones. Esta misma noción es la aplicada tanto para el
derecho privado como al derecho público. Por tanto, esta figura es de carácter
general, común a todas las ramas del derecho. Por tanto, sus elementos son los
mismos.

En cuanto a las partes contratantes

Tanto los contratos civiles como los de derecho administrativos suponen


esencialmente, dos contratantes que se reconocen, pero es importante destacar
que su diferencia radica en que uno representa el interés general y otro representa
el interés privado del contratista.

Según el autor Lares Martinez, “una primera condición exigida para que un
contrato sea administrativo consiste en que una de las partes, al menos, sea una
persona pública estatal: entre nosotros, la República, un Estado, un Municipio, un
Instituto Autónomo, una empresa del Estado sujeta a régimen de derecho público”.
En cuanto al objeto del contrato

El elemento esencial para que un contrato sea considerado como un


contrato de derecho administrativo es necesario que tenga una relación directa
con la actividad de servicio público, de utilidad pública o de interés general.

Según el autor Lares Martínez, “se entiende que los contratos celebrados
por la administración que tengan por objeto servicios industriales y comerciales
idénticos a los que prestan los particulares, encajan normalmente en la categoría
de los contratos de derecho común; se les presume contratos de derecho común,
salvo que en razón de cláusulas especiales o de condiciones particulares de
funcionamiento del servicio, pueda reconocérseles el carácter de contratos
administrativos”.

De acuerdo a Los contratos en la constitución y en las demás leyes de la


República

Como dice Lares Martínez, “No existe, en la actualidad, ni en tiempo


anterior, la existencia en Venezuela de discrepancia alguna en cuanto al
reconocimiento de la capacidad de la administración para contratar, pues todo el
derecho positivo en nuestro país formalmente la ha admitido siempre” .

En consecuencia, los contratos de derecho común y los de derecho


administrativos poseen diferencias determinantes, y dependen de sus cláusulas,
además del interés que tutela cada uno. En todos esos contratos se aplicará en
medida variable, principios de derecho público y de derecho privado.

Competencia para contratar

En Venezuela se dictó la primera una Ley de Contrataciones Públicas en


2008,1 denominación que podría conducir a pensar que se trataría de una ley
destinada a regular toda la actividad contractual del Estado. la ley venezolana
debería tener por objeto regular los contratos suscritos por los entes públicos o
más precisamente, por las personas jurídicas estatales, sin distingo alguno sobre
si se trata o no de “contratos administrativos,” denominación que, por lo demás, no
sólo no se recoge en la Ley, sino que puede considerarse ya totalmente
desaparecida del derecho positivo. La Ley venezolana, sin embargo, a pesar de su
nombre, en realidad no regula todos los contratos estatales, ni regula toda la
actividad de contratación pública que en general desarrollan todos los órganos y
entes públicos que conforman las Administraciones Públicas (nacional, estadal y
municipal). En realidad, con algunos agregados importantes, la Ley sigue siendo
un cuerpo normativo con limitado alcance, básicamente destinado a regular los
procedimientos de selección de contratistas (entre ellos, la licitación) (arts. 36 a
92) respecto de ciertos (no todos) contratos públicos. Por ello, la única Ley que
expresamente se derogó con la nueva ley fue la Ley de Licitaciones.5 Cierto es sin
embargo, que a las tradicionales previsiones de dicha ley derogada relativas a las
licitaciones y, en general, a la selección de contratistas, la nueva Ley introdujo
algunas normas generales referidas a la “contratación” (arts. 93 a 131), incluyendo
previsiones, por ejemplo, sobre las garantías contractuales, el inicio y la
terminación de los contratos públicos, y sobre su modificación, aplicables a todos
los contratos del Estado que caen dentro del ámbito de aplicación. Las previsiones
de la Ley, sin embargo, incluso con ese ámbito normativo, sólo están destinadas a
regular los contratos que tienen por objeto “la adquisición de bienes, prestación de
servicios y ejecución de obras.” Es decir, la Ley se destina a regular solo tres tipos
de los contratos públicos celebrados por las personas jurídicas estatales (el
Estado), los cuales, por lo demás, siempre han sido considerados como “contratos
administrativos.

Los contratos públicos, contratos del Estado o contratos estatales son todos
aquellos contratos en los cuales una de las partes (pueden ser las dos –contratos
inter-administrativos-) es una persona jurídica estatal,7 es decir, que está
integrada en la organización general del Estado, sea que se trate de una persona
jurídica político territorial (República, Estados, Municipios), o de personas de
derecho público (pe. los institutos autónomos) o de personas de derecho privado
(pe. las sociedades anónimas del Estado o empresas del Estado) estatales. Estos
contratos del Estado, en nuestro criterio, han sido denominados en la Constitución
como “contratos de interés público” (nacional, estadal o municipal), y en el pasado,
en escasísimas leyes, algunos de ellos fueron denominados como “contratos
administrativos. La Constitución de 1999, como la ley suprema y principal fuente
del derecho administrativo, en materia de contratos del Estado, en la Sección
Cuarta del Capítulo I del Titulo IV sobre el “Poder Público”, regula a los “contratos
de interés público”, noción que en los artículos 150 y 151 se adoptó para identificar
a los contratos suscritos por las entidades públicas, es decir, las personas
jurídicas estatales, o las que integran el sector público y que en general se
engloban en la noción de “Estado”. Esa noción de contratos de interés público
puede considerarse como equivalente a las nociones de contratos públicos8 ,
contratos del Estado9 , o contratos de la Administración10; o a la noción en ingles
de Public Contract11; a la francesa de contrats de l’administration12; a la italiana
de contratti della pubblica ammistrazione13; o a la portuguesa de contratos de
administração pública14; todas tendientes a identificar contratos en los cuales una
de las partes de la relación contractual es el Estado, es decir, un órgano de la
Administración Pública o una entidad pública, los que además, en general, tienen
fines de interés público. Esa fue la intención de la propuesta que formulamos
respecto de esa norma ante la Asamblea Nacional Constituyente durante la
elaboración de la Constitución de 199915 . En virtud de que Venezuela está
organizada como un Estado federal (Art. 4, C.) con tres niveles de gobierno
(nacional, estadal, municipal) (Art. 136 C.), la intención de la regulación de los
“contratos de interés público” en el artículo 150 de la Constitución, que se
clasifican en “contratos de interés público nacional”, “contratos de interés público
estadal” y “contratos de interés público municipal”; fue referirse a los contratos
suscritos, respectivamente, por entidades públicas nacionales, entidades públicas
estadales y entidades públicas municipales16. En consecuencia, la intención de la
regulación constitucional fue considerar como contratos de interés público
nacional, a aquellos concernientes al nivel nacional de gobierno (diferente a los
niveles estadales y municipales de gobierno), porque son suscritos por entidades
públicas nacionales, es decir, por la República o institutos autónomos nacionales o
empresas del Estado nacionales. Sin embargo, debe advertirse que la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia No. 2.241 del 3 de
septiembre de de 2000,17 restringió inconvenientemente esta noción de “contrato
de interés público” del artículo 150 de la Constitución, con el objeto de comprender
sólo aquellos contratos sucritos por la Republica, los Estados y los Municipios en
los que esté envuelto un interés público nacional, estadal y municipal; quedndo
excluidos de la denominación los contratos públicos suscritos por los institutos
autónomos o empresas del Estado.

La figura del contrato administrativo. criterio jurisprudencial

Noción Jurisprudencial de Contratos Administrativos

 En nuestro país, la noción de contrato administrativo fue elaborada por la


jurisprudencia del máximo tribunal de la república, antes de ser acogida por la
legislación venezolana

La sala constitucional del Tribunal Supremo de Justicia señala que los


contratos administrativos son los “negocios jurídicos por los que la Administración
encomienda a otra persona la explotación de un determinado servicio (concesión
de servicio público), mediante una remuneración pactada, la cual puede ser fija o
determinada por los resultados financieros o por cualquier otra modalidad. La
entrega de un recurso (concesiones de bienes o recursos) propiedad de la Nación,
a un particular para que la explote.

En Venezuela, la teoría de los contratos administrativos fue utilizada, por


vez primera, en la sentencia de la Corte Federal y de Casación de fecha 5 de
diciembre de 1944, (Caso: Puerto de la Guaira). El caso se basaba  sobre un
contrato celebrado por el Ejecutivo Federal, por órgano del Ministro de Obras
Públicas, con una compañía holandesa, el cual tenía por objeto la reconstrucción y
mejoras del puerto de la Guaira. Frente a reiterados incumplimientos de la
compañía, el Ministerio dictó una Resolución, declarando la rescisión del contrato.
Posteriormente, habiendo agotado la instancia amistosa, el Ministerio demandó a
la compañía ante la Corte para que fuera condenada al pago de sumas de dinero
por concepto de daños, intereses y restituciones, entre otros conceptos que
derivaron de su incumplimiento y de la consecuente rescisión.

La ausencia de base legal que sirviera de apoyo para calificar el contrato


como “administrativo” y aplicar a la solución del conflicto reglas distintas a las del
derecho civil, fue fácilmente superada por la Corte Federal y de Casación.
Recordó la corte que la teoría general de los contratos administrativos se inició en
el derecho extranjero sin ninguna base legislativa especial previa solo en base a la
doctrina extranjera, la corte entonces considero que los preceptos legales no
debían aplicarse por analogía a los contratos administrativos. El veredicto de La
Corte Federal y de Casación es que el régimen especial para la ejecución del
contrato administrativo se justificaba porque “el interés general del funcionamiento
regular del servicio público en relación con el contrato no debe ser comprometido
por el interés privado del otro contratante”

El 14 de junio de 1983 la Sala Político Administrativa de la Corte Suprema


de Justicia al dictar la famosa decisión Acción Comercial C.A. retoma de forma
definitiva la teoría general de los contratos administrativos. En dicha sentencia el
reconoció la existencia de contratos administrativos, ratificó la noción de servicio
público como identificadora de esta modalidad contractual. En tal sentido
indicó:  “Cuando requerimientos de interés colectivo así lo postulan, acude la
Administración a la figura del contrato administrativo para asegurarse la
colaboración del particular en la satisfacción de determinadas necesidades de
interés general.  La presencia de la Administración –dadas determinadas
condiciones- en el negocio jurídico, marca a éste inevitablemente de
características distintas a las de la contratación ordinaria, para asegurar de esta
manera que aquella, depositaria del interés general o colectivo, pueda
comprometerse sin sacrificarlo en aras de intereses privados de los administrados.

  Sin embargo, en razón de que una de las características fundamentales de


todo contrato administrativo es que una de las partes intervinientes sea
necesariamente la administración pública, podemos inferir que la posibilidad para
los particulares de interponer acciones por ante la Jurisdicción Contencioso
Administrativa, suscitadas en razón de los contratos administrativos en los cuales
sea parte la República, los Estados o los Municipios viene a ser definida por los
numerales 4, 5, 8 y 9 del artículo 9 de la Ley Orgánica de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa”

Posterior a este evento muchos han sido los pronunciamientos de esta sala
en relación a la definición de contratos administrativos,

Como entonces es un contrato, quiere decir que habrá voluntades entre las
partes, una que genera obligaciones que será:

1) un órgano del Estado en ejercicio de las funciones administrativas que le


competen o una persona jurídica estatal 

2) la otra parte podrá ser un particular u otro órgano administrativo también que se
comprometerá a cumplirlas

CONCLUSION

Con respecto a los vicios de la legalidad, puede concluirse que las


violaciones constitucionales se llevan a cabo a través de actos y normas.
Cuando la violación a la Constitución se da por los actos, el carácter normativo de la
misma, vincula por igual a gobernantes y gobernados. Mientras que cuando se
produce por las normas, en este sentido, han dejado de ser un programa político a
desarrollar mediante leyes parlamentarias para pasar a convertirse en
mandamientos obligatorios, que operan por sí mismas. En tal virtud, la no
observancia de alguna de ellas sea por actos u omisiones de quienes ejercen
función pública o también, de los particulares constituye una violación constitucional.
Esta teoría, sustentada por kelsen y adoptada por todas las constituciones
democráticas del mundo no siempre, sin embargo, es observada a plenitud, debido
a que con frecuencia es posible constatar numerosas transgresiones o
vulneraciones al texto constitucional, bien sean por actos o por normas.

El reconocimiento de esta posibilidad ha traído como consecuencia la


creación de ciertos mecanismos de defensa, recogidos por los textos
constitucionales, destinados a proteger la constitución frente a cualquier amenaza o
transgresión, garantizando así la regularidad de las funciones estatales.

A los mecanismos procesales, cuya finalidad es hacer prevalecer el orden


constitucional establecido, la doctrina denomina como la protección jurídica de la
constitución. Su estudio corresponde a una nueva disciplina jurídica, incorporada en
los planes de estudio de las principales facultades de derecho del mundo con el
nombre de justicia o jurisdicción constitucional, que comprende tres aspectos
fundamentales: la jurisdicción constitucional de la libertad, la jurisdicción
constitucional orgánica y la jurisdicción constitucional supranacional.

También podría gustarte