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POR QUÉ EL LAZO AFECTIVO ENTRE MADRE - BEBE Se Denomia La Danza
POR QUÉ EL LAZO AFECTIVO ENTRE MADRE - BEBE Se Denomia La Danza
En el lenguaje de la “Danza”, cada uno busca aprender los ‘pasos’ del otro con
toques, miradas y murmuraciones para encontrar al otro. Se podría decir que este es un
período de prueba y error, ya que su objetivo es obtener resultados más favorables. Las
expresiones iniciales del infante son propensas a ser algo erráticas e indescifrables y la madre
busca descifrarlas y asi responder con éxito.
En los momentos en que alcanza una condición más tranquila, el niño revela constantemente
que es una criatura social innata. Observa, huele, saborea, escucha o simplemente mira a su
madre. El recién nacido no sólo prefiere a los humanos a los objetos, sino que se siente más
atraído por su cuidador, su rostro, su cuerpo y su voz. Además, el recién nacido
puede ubicar el paradero de la madre siguiendola visualmente por toda la habitación, y asi
mantener su presencia tangible. En cada uno de estos intervalos, su cuidador es testigo de que,
cuando el bebe está calmo y atento, puede participar cada vez más en el intercambio de
atención mutua. Mientras que antes se consideraba que los recién nacidos no poseían
habilidades orgánicas, ahora sabemos que el bebé nace con un apetito social preparado para
buscar sus relaciones primarias (validado por la investigación). A medida que se satisfacen las
necesidades esenciales del bebé, su curiosidad y conciencia de su madre y su padre se vuelven
más intensas a medida que sus reuniones se vuelven más frecuentes y enfocadas.
Además, los estudios en niños han demostrado que el niño también está equipado
con competencias internas
que cimentan su naciente apego a su cuidador. Mientras “incorpora a la madre”, también está
registrando sus rasgos físicos y manierismos en una imagen multisensorial cruda y evolutiva de
la que pronto podrá distinguir sus expresiones faciales, el olor de su piel, y mucho más. Con
toda probabilidad, las imágenes de la madre en forma sirven al doble propósito de reforzar en
él que ella es su constante y disponible guardiana y un ser atractivo al que gravita cada vez más.
No cabe duda de que son las capacidades complementarias de la díada las que permiten que
la corregulación y el apego maduren. Sin embargo, la capacidad innata del infante para”trazar
un mapa” de su madre nos permite comprender plenamente cuán involucrado está en el
establecimiento de los cimientos de su relación primaria y en el establecimiento del escenario
para profundizar su vínculo también.
Simultáneamente, la madre se esfuerza y define con éxito las necesidades y rasgos corporales
de su bebé, que incluyen sus ciclos de sueño y vigilia, la exposición óptima al mundo exterior, la
homeostasis básica y las formas más eficientes de restaurarle a un estado de alerta
compuesto. Él responde más contento señalando que ella está progresivamente “en sintonía”
con sus necesidades intrínsecas. A medida que crece la satisfacción del bebé, su curiosidad por
su madre se intensifica previsiblemente en fascinación. Estas habilidades intrínsecas le ayudan
a permanecer en un estado compuesto, mantener el contacto con la madre y avanzar hacia la
co-creación de un apego emocional.
Mientras que esta “Danza” primaria se está formando, el bebé está armando internamente un
esquema más complejo. Él está codificando las prácticas eficientes de crianza en patrones
consistentes que están creciendo a partir de los incontables momentos en que sus”deseos” son
saciados. No sólo el bebe arma sus esquemas emergentes sino que, lo que es más importante,
llega a saber que su cuidador también lo hará; pore ejemplo: que el bebé anticipa que su
madre cuidará bien de él. Al desarrollar esta confianza en su cuidador, su alarma instintiva
disminuye gradualmente a medida que se le asegura que la madre pronto remediará lo que le
moleste. Por ejemplo, el niño de tres meses se despierta de una siesta y quiere ser envuelto en
pañales en los brazos de su madre. Se queja y oye la voz de su madre desde otra habitación,
diciendo: “¿Es mi pequeñín el que se está despertando?”. Sus gritos se debilitan (pero no se
intensifican) y, al acercarse los pasos de la madre, sonríe y mira hacia la puerta. Cuando la
madre lo levanta, se saludan calurosamente con sus ojos y sonrisas. Ahora la llamada de la
madre es suficiente para que su bebé sienta que pronto estará en sus brazos
Debe subrayarse aquí que las capacidades duales del bebé (para “trazar un mapa” de la
presencia sustancial de la madre y sus habitos establecidos de atención básica) han contribuido
instrumentalmente al logro por parte de la díada de la corregulación básica y al
establecimiento de un apego primario. Los notables logros del infante iluminan que el
infante debe “dar sentido” a cada una de sus experiencias para aclimatarse a su cruda
existencia.
Por lo tanto, cada encuentro para el niño adquiere un nuevo significado a medida que la madre
y el niño se encuentran y redefinen su relación de pareja. La naturaleza del apego se basa ahora
no sólo en la confianza sino en el amor envolvente. Al buscar fervientemente expresar y
extender su alegría conjunta, la madre y el bebé inician un intercambio desigual de gestos
afectuosos. Están construyendo gradualmente su propio lenguaje de cariño (3-6 meses)