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Francisco Ortega Andrade (1993), “La construcción etrusca”, Teoría e Historia de la

Arquitectura, 19, pp. 65-72.

Texto 1
“Los etruscos mantenían fuertes creencias de ultratumba y por ello reconocían en la
tumba el hogar perenne de la familia y la entendían como la casa de los muertos, en la
que debían reflejar el nivel socio-económico de la familia. Por ello, la tumba se
adornaba con aperos y utensilios de la casa, además de dotarla de ricos vasos de traza o
procedencia griega y orientales. También, la decoraban con magníficas pinturas que
reflejaban escenas de caza, banquetes familiares y otras tantas que recordaban al difunto
su nivel social y familiar, (así puede verse en las tumbas tarquinias)”.

Texto 2

“Los etruscos utilizaron diversas formas de enterramiento y suele admitirse que hasta
6500 años a.e. fue la incineración y conservación de las cenizas del difunto en vasos
cinerarios el tratamiento general. Después de esta fecha, el inhumado pasó a ser la
forma más generalizada y el sarcófago de madera o de piedra constituyó parte del mito
de ultratumba. No obstante, esta forma se alternaba con la incineración, como pudo
demostrarse en la tumba Regolini-Galassi, donde hay restos incinerados e inhumados.
Los primitivos vasos cinerarios se depositaron en pozos o fosas excavadas en el suelo,
en torno a la cual se colocaban piedras alargadas a modo de pequeños menhires”.

Texto 3
“El tholo etrusco es una construcción semienterrada, de planta circular, levantado con
sillares de piedra caliza blanda o tufo, bien labrados y escuadrados. Estos anillos de
sillería se alzaban, con escasa altura, sobre cimentaciones y plataformas pétreas
cuadradas, bien dotadas. El tholo tomó grandes espeso res en sus muros de arranque y
se cubrió por una falsa cúpula sobre la que se situaba un túmulo o montículo artificial.
Dentro de este anillo se abrían las galerías de enterramiento, pudiendo, en cada tholo,
haber una o varias tumbas, del mismo modo que cada tumba podía disponer de una o de
varias cámaras”.

Texto 4
“Las tumbas de corredor estaban constituidas por un estrecho pasillo cubierto con falsa
bóveda. A mitad de éste, se abría un pequeño vestíbulo que daba acceso a dos salas
laterales que quedaban localizadas una a cada lado del citado corredor, de modo que sus
puertas quedaban perfectamente enfrentadas. Al fondo del mencionado pasillo se
disponía una tercera cámara funeraria, que aunque también era pequeña alojaría al
propietario o al difunto más importante. Esta última estancia solía cubrirse con cúpula y
túmulo. Esto hace que algunos autores hablen de sólo dos tipos de tumbas, las de
túmulos y las excavadas”.

Texto 5
“El corredor se coronaba con una falsa bóveda apuntada y las salas se cubrían con
cúpulas a modo de falsa bóveda (de hiladas horizontales en anillos de sillares
avanzados) de directriz parabólica. En algunos casos la situación de inseguridad
mecánica les llevó colocar un pilar en el centro del espacio, levantado en fábrica de
piedra perfectamente aparejada y aglomerada, para sostener el peso de la clave. Con ello
la cubrición en cúpula podría mantener algún interés formal y desde luego ninguno
desde el punto de vista constructivo”.

Texto 6
“El tholo como primitiva construcción funeraria fue abandonado pronto para dejar paso
al hipogeo mausoleo rupestre abierto en las laderas de las colinas, al que se accedía
directamente o a través de un corto pasillo. El problema principal que ha de resolver la
construcción excavada u oradada en las faldas de las montañas, laderas o acantilados y
de la cual tenemos una larga historia en el Mediterráneo con sus abundantes cuevas y
catacumbas, es el de las infiltraciones de agua, es decir, procurar un espacio seco. Para
ello se requiere elegir muy bien el tipo de suelo bajo los parámetros de estabilidad, (que
proporcione seguridad en el tiempo); homogeneidad (garantía de comportamiento y de
posibilidades de trabajabilidad) y por último, impermeabilidad. Los etruscos, a quienes
la tradición de los enterramientos les debió venir de hebreos y fenicios, encontraron en
Etruria (desde Florencia a Roma) la tufo, una toba volcánica blanda de carácter
puzzolánico ideal para sus aspiraciones y que además de ofrecerle la posibilidad de
desarrollar sus habilidades plásticas, les brindaba las condiciones de habitabilidad
suficientes como para conservar sus pinturas. Tampoco a los primeros cristianos se les
escapó estas bondades del suelo romano”.

Texto 7
“Las tumbas tarquinias se caracterizaron por las espléndidas pinturas que cubrieron sus
paredes. La frescura, la espontaneidad y el colorido invitan al estudioso a adentrarse en
este tema de gran interés y que nosotros, que no aspiramos a una publicación en color ni
llegar con el presente trabajo hasta esos límites, dejamos para personas más
especializadas esa invitación, no sin antes hacer constar que la calidad de conservación,
que mantienen esas pinturas es debido a las condiciones ambientales del interior de las
tumbas y a las propiedades o características de la piedra y de los estucos. En cuanto a
impermeabilización y capacidad de respiración de los materiales o impermeabilidad al
vapor telúrico podemos asegurar bondades y cualidades similares”.

Francisco Gracia Alonso y Gloria Munilla (2004), Protohistoria. Pueblos y culturas


en el Mediterráneo entre los siglos XIV y II a.C., Barcelona

Texto 8
“El tipo inicial de las estructuras funerarias etruscas a partir de la configuración de los
grupos aristocráticos es la tumba de tholos, basada en el principio de la protección del
loculi funerario, es decir, el lugar en el que se depositaba la urna cineraria en necrópolis
de campos de urnas características del período vilanoviano. El túmulo se forma a partir
de dos elementos: el zócalo de piedra denominado krepis y la construcción o domos
(casa). Este elemento es importante desde el punto de vista conceptual por diferentes
motivos. En primer lugar, la estructura arquitectónica del interior de la tumba, dividida
en dromos (corredor), vestíbulo y cella (cámara) intenta reproducir fielmente la casa de
los difuntos en el mundo funerario”.

Texto 9
“Las tumbas de dado, características de los períodos Clásico y Tardío de la cultura
etrusca, significa el acceso de un mayor número de personas a la cultura del
enterramiento con la importancia que este factor tiene en relación con la dinámica de las
creencias y las relaciones sociales en las ciudades-estado. Tipológicamente, las tumbas
de dado presentan una forma genérica cúbica, sin túmulo superior, con una escalera
adosada que permite el acceso a la techumbre para poder realizar en ella parte del ritual
de enterramiento, y una puerta lisa o bien decorada con falsas columnas y dintel de tipo
dórico situada al nivel de calle por la que se accede al interior de la cámara funeraria. La
puerta tiene un significado ideológico fundamental ya que se considera la
representación del acceso al mundo de ultratumba”.

Texto 10
“El espacio de las tumbas plantea un empleo diferente para cada una de ellas. Así,
mientras las ofrendas y los sacrificios de las víctimas propiciatorias se realizaban sobre
la techumbre, el banquete tenía lugar bajo el porche inferior, y la cremación en un lugar
colectivo de la necrópolis. La estructura interior de las tumbas presenta cámaras
reducidas con bancos laterales empleados para depositar los contenedores funerarios”.

Texto 11
“La pintura funeraria se basa en la representación de la concepción ideológica del
mundo de ultratumba, con la inclusión de escenas de la vida cotidiana como
identificación del tipo de clase social del difunto y como fórmula de interconexión entre
el muerto y su integridad psico-física. La clasificación evolutiva de la pintura
comprender las siguientes fases: período inicial (VII a.C.); período de consolidación (VI
a.C.) y período de homogeneización (V-IV a.C.). El periodo inicial corresponde a la
fase de Orientalizando etrusco, en el que la organización y la tipología de los motivos
responden a un intento de resaltar iconográficamente la importancia y el estilo de la vida
del mundo aristocrático de las ciudades-estado, con un registro similar al de la cerámica
del mismo período (motivos de leones, felinos rampantes, flores de loto y palmetas
tipológicamente referidas a la iconografía fenicia y chipriota del Mediterráneo
oriental)”.

Texto 12
“El en período de consolidación, a partir de la segunda mitad del siglo VI a.C., los
ceramistas de origen griego que trabajan en los obradores de las ciudades-estado
toscanas son los autores de la pintura funeraria. […] Condicionada asimismo por la
estructura aristocrática de la sociedad, la tipología decorativa de este período mezcla
conceptos propios del mundo etrusco con otros asimilados a partir de la influencia del
mundo griego en la Toscana, siendo elementos básicos de esta nueva iconografía los
juegos, las carreras de carros y los ejercicios ecuestres, la música, las danzas y los
juegos ofrecidos en honor del difundo, la temática profana, frecuentemente relacionada
con los lazos entre los miembros de la clase aristocrática y el banquete funerario,
entendido como la sublimación del ideal de la vida, por el hecho que reúne en un mismo
concepto la expresión de la riqueza y de la estructura de clase”.

Texto 13
“La pintura del período final del mundo etrusco, a partir del siglo V a.C. pude
relacionarse por técnica y estilo con las producciones cerámicas coetáneas. […] En estas
representaciones se produce una ordenación académica de los motivos iconográficos,
desarrollando el concepto de plafones ya empleado anteriormente, con la inclusión de
elementos florales como motivos orgánicos. La temática se configura en torno al tema
principal del banquete funerario, pero con amplia variación en la fórmula de
representación de los personajes que pierden el aspecto de heroicidad que tenían en las
pinturas de los siglos VII y VI a.C. para acercarse conceptual y figurativamente al
realismo iconográfico”.

Tema 14
“La protección de las tumbas en relación con los conceptos de origen griego sobre los
guardianes del mundo funerario puede ejemplificarse en las esculturas de carácter
apotropaico de tipo animal (leones, panteras) y fantástico-legendario (esfinges y
centauros). […] La protección de los lugares funerario por animales simbólicos de las
divinidades, de la fuerza, o bien de principios mitológicos, es un concepto ideológico
propio de las comunidades cincunmediterráneas representado también en el mundo
ibérico y en el griego, derivado de las estructuras complejas del mundo de ultratumba”.

Tema 15
“La presencia de sarcófagos en las tumbas es el resultado de la necesidad de preservar el
cadáver en el sepulcro de acuerdo con la concepción ideológica del mundo funerario
etrusco. Con la evolución del concepto de la vida post-mortem durante los siglos V y IV
a.C., el contenedor funerario mantendrá exclusivamente una función de preservación del
estatus y el prestigio del difunto. A partir de los tipos de urnas cinerarias de la cultura
Vilanoviana, especialmente las urnas metálicas y cerámicas en forma de cabaña, el
mundo funerario etrusco desarrollará una serie de ítem para recoger los restos del
difunto, entre los que pueden citarse las urnas cinerarias, los vasos canopos, los
sarcófagos y las estatuas cinerarias”.

Texto 16
“En la tapa de las urnas se representan con frecuencia al difunto reclinado en un lecho
de banquete (kliné) en actitud de participar en sus propias honras fúnebres. En el caso de
los hombres lleva en la mano una patera símbolo de la libación pero también de la
relación entre el mundo de los vivos y el de los muertos y su papel destacado en la
comunicación entre ambos mundos, mientras que las mujeres, junto a la pátera pueden
mostrar una granada como símbolo de fecundidad. El concepto de la representación de
los difuntos varía desde el período inicial de estas producciones (V a.C.) hasta época
helenística, cambiando progresivamente la imagen heroizante del muerto propia
también de la pintura mural funeraria, hacia una visión naturalista en la que los rasgos
del difunto se presentan bajo la perspectiva del retrato”.

Texto 17
“Los sarcófagos (sarx/faghein: comedor de carne) son los contenedores funerarios más
conocidos del mundo etrusco. Su concepto básico es la representación escultórica de
figuras humanas sobre la cubierta. Pueden distinguirse cuatros grupos iconográficos
principales. El primero es el formado por los sarcófagos de esposos esculpidos
básicamente en actitud de celebrar el banquete fúnebre estirados en una kliné. […] Los
grupos restantes corresponden a los sarcófagos con representación del difundo y una
divinidad menor del mundo de ultratumba; los sarcófagos femeninos con representación
de una mujer en actitud de embellecerse o de participar en el ritual funerario; y los
sarcófagos masculinos que por regla presentan al difunto participando en el banquete
funerario”.

Federico Lara Peinado, (2007), Los etruscos. Pórtico de la Historia de Roma,


Madrid.
Texto 18
“Respecto a la evolución de las tumbas se puede seguir la misma desde la época
protovillanoviana, con sepulturas de incineración –caracterizadas por sus urnas
cinerarias bicónicas situadas dentro de pozos, excavados en la toba, bien simples, bien
con revestimiento tumular-, hasta el final de la historia etrusca, con tumbas de clara
inspiración romana. […] El avance demográfico y el mayor número de decesos, ya
entrada la Edad del Hierro, motivó la concentración de tumbas de incineración en
adecuadas necrópolis, distribuidas en torno a las ciudades. Los pozos se vuelven más
complejos, con estancias dobles, y cuando la incineración se ve sustituida poco a poco
por la inhumación, los precipitados pozos, dejan paso a las tumbas de fosa rectangulares
y a las tumbas de cámara (estas entre los siglos VIII y V a.C.), preparadas para contener
diferentes inhumaciones”.

Valeria Riedemann (2019), “Amazonomaquia y pintura funeraria. A propósito de


dos sarcófagos etruscos”, Revista círculo cromático. Notas de Historia del Arte y
Pintura, 2, pp. 11-24.

Texto 19
“Bien es sabido que la adopción y adaptación de mitos griegos en Etruria fue una
práctica común desde el primer contacto con los griegos durante el Período
Orientalizante (VII-VI a.C.) hasta fines del siglo IV a.C. El gran interés por el mito
griego que tuvieron las elites locales se evidencia en la gran cantidad de cerámicas de
figuras negras y rojas importadas a Etruria desde Grecia y que se han encontrado, entre
otras necrópolis, en tumbas de Vulci, Cerveteri, Tarquinia y Orvieto. La recepción de la
iconografía del mito griego, no obstante, no fue pasiva, puesto que algunas
reproducciones hechas en Etruria muestran variaciones e innovaciones respecto de la
tradición iconográfica griega las que han sido despectivamente calificadas como
“banalizaciones” del mito griego. Afortunadamente esta visión de la etruscología
temprana ya no encuentra asidero, puesto que hoy está ampliamente aceptado que los
etruscos ejercieron modificaciones, y en algunos casos, creaciones originales de
episodios míticos en respuesta a intereses locales y a la diversidad de usos que los
etruscos dieron a estos. En este sentido, la introducción de mitos griegos en tumbas
etruscas –una práctica ajena a los griegos”.

Texto 20
“La presencia de la Amazonomaquia en sarcófagos etruscos no se reduce a estos dos
ejemplos pictóricos, puesto que también aparece en otros siete sarcófagos con relieves
escultóricos provenientes tanto de Tarquinia como de Tuscania y Vulci conformándose,
de esta manera, en el tema más frecuente en la decoración de sarcófagos mitológicos
etruscos y de lo que podemos establecer algunas inferencias. En primer lugar y como se
observa en los dos sarcófagos aquí analizados, la elección del tema no muestra relación
con el género del difunto. En segundo lugar y mientras que en representaciones de la
Amazonomaquia en el arte griego se identifican claramente los héroes Heracles o Teseo
como protagonistas de la batalla, en los sarcófagos etruscos no es posible identificar a
un héroe principal, convirtiéndolas en versiones anónimas o, más bien, “etruscanizadas”
de esta. En tercer lugar, las Amazonomaquias en sarcófagos etruscos frecuentemente
aparecen representadas como victoriosas o cerca de derrotar a sus oponentes masculinos
lo que sugiere que la elección del tema no se debe a una alusión del enemigo exótico o a
una representación metafórica de la las Amazonas como el enemigo persa, como se
observa en el arte griego, sino que más bien el tema parece haber sido de interés para los
etruscos por la admiración que sentían hacia las hazañas de estas míticas, peligrosas
mujeres. Asimismo, escenas de combate como esta, entre otras, permitieron a los
artistas representar sangre emanando de los cuerpos heridos, en sintonía con la
costumbre ritual etrusca como se observa en la pintura mural (por ejemplo, en la Tumba
François y en la Tumba del Orco II), sarcófagos, urnas, y otros objetos de uso
funerario”.

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