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Colegio Mirasur 4º ESO Lengua castellana y Literatura

LITERATURA
EL ROMANTICISMO

1. CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XIX español se abre con la Guerra de la Independencia y se cierra con el llamado
“Desastre del 98”.
Tras la invasión francesa de 1808, sube al trono español José I, hermano de Napoleón, hecho
que desencadenará la Guerra de la Independencia y que provocará que el país se divida entre afran-
cesados, que apoyan la invasión (algunos ilustrados como Moratín o Meléndez Valdés) y los que se
oponen a la invasión extranjera, grupo muy heterogéneo ideológicamente.
En 1812 se aprueba la Constitución, de signo liberal, en las Cortes de Cádiz, pero dos años
después queda anulada al llegar al trono Fernando VII y el rígido absolutismo que durará hasta su
muerte en 1833. Este reinado se caracteriza por una fuerte represión que obligó a muchos intelec-
tuales liberales a huir a Francia o a Inglaterra, hecho de gran trascendencia pues a su regreso traje-
ron consigo las nuevas ideas y tendencias culturales que estaban cuajando en Europa.
Durante la minoría de edad de Isabel II (1833-1843), asume la Regencia su madre, María
Cristina. En este periodo se dan los primeros pasos hacia la instauración de un régimen liberal y
comienzan a regresar los liberales exiliados.

2. EL ROMANTICISMO
El Romanticismo es un movimiento no sólo literario, sino también ideológico, que alcanzó a
todas las manifestaciones de la cultura del siglo XIX. Tuvo su origen en la Alemania del siglo
XVIII (“Sturm und drang”) y surgió como un movimiento cultural que se opone a los principios de
la Ilustración. El declive de los valores tradicionales, la despersonalización del individuo ante la
masa, el auge del materialismo..., condujeron al rechazo de la nueva realidad bien añorando un
pasado perdido, bien forjando mundos ideales, bien reivindicando un progreso que tuviera un mode-
lo social más humano y en el que tuviera cabida la imaginación, la espiritualidad y la justicia.
Como movimiento estético supuso una reacción contra el Neoclasicismo que, como ya
hemos visto, suponía una interpretación rígida y escueta de las normas y preceptos de la literatura
grecolatina. Se rompe con las reglas y con la moderación y el buen gusto: los románticos mezcla-
ron los géneros, combinaron prosa y verso en muchas obras, recurrieron a la polimetría en la lírica y
en el teatro, rompieron con las tres unidades dramáticas y mezclaron de nuevo, tanto en novelas
como en dramas, lo trágico con lo cómico.
El subjetivismo y el individualismo adquieren categoría de dogma, por eso el romántico
despreciaba el aspecto externo del poema, la forma por la forma, atento únicamente a la creación
individual y subjetiva. En las obras se expresa el alma exaltada del autor, cuyos anhelos son de
amor, pero también de justicia social, de añoranza del tiempo ido, de deseos de felicidad frustrada...
El genio creador se impone por encima de todo.
Se defiende el instinto, la intuición y la imaginación como formas de conocimiento, ya que
la razón es incapaz de descubrir la esencia de la vida (irracionalismo).
Ahora bien, ese subjetivismo exacerbado tenía que llevar forzosamente a buscar la soledad,
el aislamiento, la lejanía y el drama: el romántico se siente distinto a los demás y afirma constan-
temente su yo frente al resto del universo, por eso busca la evasión hacia un mundo ideal, del que
procede el gusto por la Edad Media, que en España lleva a la revalorización del romance y a la
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recuperación de sus leyendas con las que cobra importancia el elemento mágico y maravilloso,
presente en casi todas las ellas, lo mismo en prosa que en verso.
El paisaje se convierte en la proyección espiritual del poeta: se exaltan las ruinas, la noc-
turnidad, lo tormentoso y sepulcral, lo triste y melancólico. Cambia la visión serena y dulce, clásica,
del paisaje, y se da paso a la devoción por una naturaleza agreste, dura, sin pulimentos, en libertad,
virgen.
Es frecuente el contraste entre lo feo y lo desagradable (elogio del patíbulo, de los bajos
fondos) y la exaltación de la mujer y del amor. La mujer, como el paisaje o la sociedad, es una
creación subjetiva que produce un choque entre lo real y lo ideal que ocasiona un tremendo desen-
gaño, una decepción que se traduce en el suicidio (como Larra) o en esa desesperación y melan-
colía romántica tan enfermiza. Este idealismo les provoca una sensación de insatisfacción constan-
te.
En oposición al internacionalismo dieciochesco, el nacionalismo reivindica el concepto de
pueblo como entidad espiritual a la que pertenecen un conjunto de hombres con características co-
munes (historia, lengua, costumbres). Se exalta lo peculiar de cada país, y fruto de ello serán el cos-
tumbrismo y la preferencia por los temas legendarios e históricos.

3. ROMANTICISMO ESPAÑOL.
El Romanticismo en España es impulsado e introducido de manos de los emigrados en Eu-
ropa, fundamentalmente de Francia e Inglaterra, que huyeron durante la época absolutista y volvie-
ron después de la muerte de Fernando VII. El apogeo del Romanticismo español comprende los
años que van desde 1834 a 1850.
Veamos, a continuación, su producción atendiendo a los géneros.

3.1. POESÍA.
Dentro de este género surgen dos tendencias claras que sirven de vehículo para la manifesta-
ción de las ideas y visión de este nuevo movimiento: la poesía lírica y la poesía narrativa.
En la poesía lírica encontramos como temas habituales la melancolía o el hastío y el tono
pesimista, o, por el contrario, la exaltación y la protesta contra las normas sociales. Sus ambien-
tes preferidos son la noche, los cementerios, el mar embravecido, la tormenta.
En cuanto a la métrica destaca la polimetría1 y la adopción de un lenguaje simbólico me-
diante la búsqueda de imágenes nuevas diferentes a los tópicos clasicistas, y el uso de expresiones
y palabras llamativas por su sonido. Abundan también las exclamaciones e interrogaciones retó-
ricas en correspondencia con la exaltación sentimental. Destacan autores como José de Espronceda
y los postrománticos2 Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro.
Con la poesía narrativa, la que gozó de más éxito en este período, se logra el verdadero
lirismo romántico con temas históricos o legendarios donde se combinan descripciones, diálogos
y momentos líricos. Destacan como cultivadores de esta tendencia el Duque de Rivas, José Zorrilla
y, sin duda, José de Espronceda.
Vamos a desarrollar, brevemente, a los autores más relevantes.

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Combinación de distintos metros y estrofas en el mismo poema
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Pasado ya el movimiento romántico en Europa y cuando dominan otras tendencias artísticas surgen estos líricos.
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3.1.1. José de Espronceda (1808-1842)


Fue un joven rebelde, inconformista y defensor del liberalismo de cuya vida cabe reseñar su
relación amorosa con Teresa Sancha, una mujer casada que murió joven y que dejó una honda hue-
lla en el poeta.
Sus temas predilectos se centran en la huida irreparable del tiempo, la impotencia del hom-
bre, que sobrevive a todo lo que ama, la nada de las esperanzas humanas y el inconformismo y la
rebeldía ante una sociedad que está podrida a través de la crítica. Estos temas surgen en su poesía
lírica, dentro de la cual destacan sus cinco Canciones (Canción del pirata, El canto del cosaco, El
mendigo, El reo de muerte, El verdugo) que son creaciones simbólicas de su ideal de libertad.
Dentro de su vertiente de poesía narrativa destacan dos obras esenciales: El estudiante de
Salamanca y El diablo mundo.

3.1.2. Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)


Nació en Sevilla, pero se trasladó a Madrid, donde vivió de su oficio de redactor del periódi-
co El Contemporáneo, en el que publicó muchas de sus leyendas, tradujo obras de teatro y fue cen-
sor de novelas. Tuvo una vida amorosa convulsa y murió en Madrid a causa de una pulmonía a la
edad de 34 años. Toda su poesía se reúne en las Rimas.

3.1.3. Rosalía de Castro (1837-1885)


Nació en Santiago. El hecho de tener que abandonar su Galicia natal produjo en ella un sen-
timiento de profundo desarraigo.
Como Bécquer, escribe una poesía intimista, une lo culto y lo popular, busca la expresión
natural y sencilla de los sentimientos y tiene preferencia por la asonancia.
Escribió en gallego sus Cantares galegos y Follas novas. De su producción es castellano
destaca como la mejor En las orillas del Sar, en la que domina, como en sus obras gallegas, el do-
lor, aunque ahora provocado por el desengaño y la pérdida de las primeras ilusiones.

3.2. TEATRO
El género que realmente contribuye al éxito del Romanticismo en España es el teatro, ya que
por ser espectáculo, llega a más gente.
El principal género dramático del Romanticismo es el drama, cuyas características son las
siguientes:
Por la imposición de la libertad como principio creador, se mezclan los géneros dramáticos
y la prosa y verso con una rica polimetría. Se rompen las unidades de espacio, tiempo y acción,
esta última se desarrolla siempre en épocas pasadas, con preferencia de la Edad Media. El drama
romántico se divide en, normalmente en cinco jornadas.
En cuanto a los personajes, los rasgos definitorios del héroe del drama romántico son el
misterio (origen desconocido) y la pasión fatal, signo y símbolo de la nueva concepción romántica
de la vida. Es portador de un destino adverso para él y para todo el que le rodea. Hermoso, con una
belleza tanto física como espiritual, hay a la vez en él algo de angélico y diabólico. En medio de
esta borrascosa existencia, la heroína romántica es un “ángel de luz”, un ser divinizado capaz del
mayor sacrificio y heroísmo y predestinada, desde el momento en que ama, a la muerte. Alrededor
de ellos los demás personajes parecen existir para oponerse al cumplimiento del amor de la pareja
protagonista, o para asistir impotentes a la catástrofe final.
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Los temas predilectos serán el amor, que se desarrolla en complejas tramas argumentales, y
3
el sino , que generalmente viene impuesto por una serie de casualidades e infortunios que conducen
a los personajes a la tragedia final. Es un teatro muy espectacular, con muchos cambios de luz,
peleas en escena y mucho colorido.
Desarrollaremos brevemente las obras principales y autores significativos.
3.2.1. Duque de Rivas (Ángel de Saavedra)
Con su obra en cinco actos, Don Álvaro o la fuerza del sino (1835), causó mucho asombro
debido a que su autor incorpora los grandes temas del Romanticismo: el hombre marginado, el
amor, la superstición, el pesimismo, la melancolía, la incorporación del lenguaje cotidiano... Por
encima de todos, la fuerza del destino que se impone a la voluntad del hombre y que es producto de
una serie de casualidades fatídicas que le empujarán al suicidio como única salida. La fatalidad es el
verdadero eje del drama. Rompe, además, con la regla de las tres unidades dramáticas y mezcla
prosa y verso.
3.2.2. José Zorrilla
Don Juan Tenorio (1844) es la obra más representativa del teatro romántico junto con Don
Álvaro. En ella el autor retoma el tema del libertino que recupera la fe. El drama se basa en la obra
de Tirso de Molina (siglo XVII) El burlador de Sevilla, pero el final cambia gracias a su mejor
creación: Inés, ángel de amor que logra la salvación del libertino y la redención romántica del hé-
roe. La obra se divide en dos partes bien diferencias: una comedia de capa y espada, con gran des-
pliegue de acción y violencia, y concentración de tiempo; y una segunda que tiene lugar cinco años
después, cuando Don Juan regresa a Sevilla y triunfa el amor que redime su vida del libertinaje.
Rompe con las unidades dramáticas y está totalmente escrita en verso con rica polimetría.
3.2.3 Otros autores y obras
La conjuración de Venecia, Martínez de la Rosa (1834)
Macías, Larra (1834)
El Trovador, García Gutiérrez (1836)
Los amantes de Teruel, E. Hartzenbusch (1837)

3.3. PROSA
Salvo contadas excepciones, no hay durante la primera mitad de siglo prosistas de calidad.
Sin embargo, sirve de preparación para la novela de la etapa posterior.
El género más representativo de la prosa romántica es la novela histórica. Las principales
producciones del género son El señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco; El doncel de don
Enrique el Doliente, de Larra y Sancho Saldaña de Espronceda. Los protagonistas no son grandes
figuras históricas sino personajes de segunda fila o inventados que representan los valores del pa-
sado y en el que el lenguaje está lleno de arcaísmos en consonancia con la época en que se sitúan.
Vinculado con la prensa periódica se desarrolla el género literario en prosa que llamamos
cuadros de costumbres en los artículos de costumbres. Los autores de estos artículos quieren re-
tratar personajes o situaciones y costumbres característicos de la vida colectiva en España. El cos-
tumbrismo que domina es conservador (a excepción de Larra) y su finalidad es presentar lo propio
español desde la nostalgia. Los principales autores son Estébanez Calderón, que recreó una Anda-
lucía pintoresca en sus Escenas andaluzas, y Mesonero Romanos que se dedicó principalmente a
retratar el Madrid de la época con gran detallismo es sus Escenas matritenses. Frente a ellos, Larra
muestra un tono progresista en sus artículos e insiste que la finalidad de los mismos no es agradar,
3
Sinónimo de ‘destino’ adverso, del que no se puede huir.
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sino corregir y educar, con esa ansia reformadora de los males de la patria. España es el tema cen-
tral de su obra crítica y satírica. En cuanto al estilo, suele ser claro, directo, evidente, muy gráfico y
sencillo.
El gran éxito lo consigue G. A. Bécquer con sus Leyendas, veintiocho relatos cortos de ca-
rácter fantástico y ambientación romántica. En ellas tratará temas como la mujer ideal y el amor
imposible (El rayo de luna), lo exótico (El caudillo de las manos rojas), el ansia del amor absolu-
to... Sus dos temas centrales son la fuerza del amor y la presencia en la vida cotidiana de lo sobre-
natural y maravilloso. Destacan entre otras: El rayo de luna, El monte de las ánimas, Los ojos
verdes, El beso, Maese Pérez el organista...

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