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Este otoño han llegado a España los principales asistentes digitales guiados por voz, en

lo que se supone que será un nuevo paso en la interrelación entre el ser humano y la
máquina. En 30 años, hemos pasado de utilizar pantallas en negro en las que picar
código a hablar con nuestro aparatos electrónicos utilizando el lenguaje natural. Un paso
adelante a través del cual podemos no sólo manejar nuestros electrodomésticos, sino
también comprar productos, reservar entradas, escuchar noticias o comunicarnos con
nuestros contactos.

La carrrera por el dominio el hogar de los usuarios es la última frontera de las cinco
grandes: Alphabet (Google), Amazon, Facebook, Apple y Microsoft. Estas compañías
dominan de largo la nueva economía digital, y pronto dominarán la economía en
general. Si sumamos a Netflix a la ecuación, entre estas seis compañías han acumulado
casi el 40% del crecimiento del índice S&P 500 de la bolsa de Nueva York. Amazon
mantiene el 40% de todo el comercio electrónico en Estados Unidos. Google domina el
mercado de los buscadores online, con el 92% del total de búsquedas a nivel mundial. Si
atendemos a la publicidad onlline, sólo dos firmas, Google y Facebook se reparten más
de la mitad de los ingresos generados por este tipo de publicidad en Estados Unidos.

El proceso de concentración de la economía digital en grandes gigantes tecnológicos es


una de las consecuencias de la estructura de mercado: en ausencia de regulaciones, los
mercados digitales tienden a concentrarse en las firmas más productivas, en un proceso
en el que el ganador se queda con todo. Si alguna nueva compañía despunta en el uso
de una nueva tecnología o aplicación, es bastante probable que termine recibiendo una
oferta de una de las grandes firmas. Lo que no se consigue a través de cuota de
mercado, se consigue a través de compras millonarias e integraciones en el ecosistema.
Así, Google compró Youtube en 2006 por un valor de 1300 millones de dólares, y
Facebook compró Whatsapp por 22.000 millones en 2014. La mayoría de las firmas
tienen además sus propios fondos de capital riesgo, para invertir en proyectos
prometedores desde los momentos iniciales.

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