La cultura organizacional es difícil de transformar o cambiar. Por ejemplo, el
comportamiento y las actitudes de los empleados hacia la organización son influenciados por el comportamiento de otros empleados. Al ingresar a una organización, los nuevos empleados están ingresando en un subsistema que transforma sus actitudes y opiniones sobre ciertas prácticas empresariales. Los nuevos empleados puede continuar perpetuando esta cultura hasta que se arraiga como su propia realidad. Por lo tanto, la cultura organizacional puede ser muy difícil de cambiar para aquellos dentro y fuera de esa cultura. Esto es algo con lo que muchos gerentes, consultores y capacitadores tienen que lidiar al intentar transformar la cultura de una organización.