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PROLOGO Estos “Elementos de Filosofia’ son, en reali- dad de verdad, “elementos”. Es decir —para que no quede lugar a dudas—, exposicién sencilla, sim- ple, simplificada y aun, a veces, deliberadamente su poquito simplista, de las ideas basicas de la Filosofia. Volverse “elemental” en la exposicién de lo mismo que uno viene, desde hace afios y a veces desde su cuarto de siglo, desarrollando técnica y magistralmente, no resulta protetsmo facil, ni ali- ciente para la natural vanidad o soberbia de profe- Sor universitario o de escritor profesional. Pero, entre otras reflexiones que en este punto y para esta ocasién me he hecho, una ha sido deci- siva: el derecho de toda persona a ser culta en filo- Sofia, sin imponerle la obligacién de ser estudiante 0 profesor de Filosofia. La obrita presente podria, pues, lamarse: “Ele- mentos de cultura filosofica’. Y parodiando una D _ FILOSOFIA La filosofia, tanto por su nombre como por su contenido y problemas, es una invencién de los griegos. Por su nombre significa amor (philia) ala sabiduria (sophia); y, por tanto, se lamar filésofo al amante de la sabiduria. Hay amor por las riquezas, hay amor por los padres, hay amor hacia las mujeres, hay amor al arte, hay amor hacia Dios... gEn qué consistira este amor especial que se Ilama, desde tiempo de los griegos, amor por la sabiduria? ‘Antes de contestar esta pregunta conviene de- jar bien claro, para siempre, que la filosofia no es simple conocimiento; no es tnicamente sabidurta, sino ademds amor: formando amor y sabiduria un todo especial, una unidad extrafia, dificil de expli- car, pues, como vamos a ver, a lo largo de los siglos ha habido muchos y grandes filésofos, 0 amantes de la sabiduria, pero cada uno ha amado la sabidurta a su manera, y cada uno también ha amado en la sabiduria un aspecto dilecto. ‘ Porque a la manera como cada uno a mujer por un motivo especial —por su distine por su belleza, por su cardcter afable y tierno, fuente de inspiracién...—, asé los filésofos | amado la sabidusta por diversas razones. Y la toria devestos tipos de amor hacia la Sabidu la historia intima de la filosofia. Y como de amores diversos hacia la Sabiduria vamos poner este asunto. I. LA FILOSOFIA GRIEGA COMO AMOR A LA CONTEMPLACION, En tres textos famosos nos declara Platén qué es ser filésofo. Dice —en su Didlogo Repiblica (457 e)—, que el filésofo genuino y auténtico es el amante de contemplar la verdad, amigo de mirar (philothea- mén). Y en el mismo Didlogo —480 a—, dice que se ha de Ilamar filésofos a Jos que son capaces de abrazar, de dar la bienvenida a todos los seres, y besar en cada uno de ellos lo que tengan de inmu- table, de eterno, de siempre idéntico (ibid. 484 b). La actitud mas ordinaria de los hombres no es, por cierto, la de mirar pura y simplemente. Somos amigos de poseer, nos gusta dominar, servirnos de las cosas, gastarlas y consumirlas en nuestros gus- tos, transformarlas para nuestras conveniencias. Y asi, no nos contentamos con ver las frutas, sino con comerlas; ni nos agrada dejar la madera en el bos- que y el agua en el rio, sino cortarla y calentarn con la primera, beber y bafiarnos en la segunda; y_ nos servimos de otros hombres cuando podemos, © bien otros se sirven de nosotros. La actitud prac tica es la que’ predomina en el hombre, y la que _ tomamos ordinariamente ante las cosas. ‘ Pues bien: no se puede ser fildsofo sin colocar- se ante todo, en otra actitud: en la puramente con- jplativa, especulativa, de simple y desinteresado mirar las cosas, ver lo que son, sirvannos 0 no, val- in o no valgan para algo. La Filosofia es, pues, neramente, faena de ojos, de vista, De aqui que filésofo vea ideas, palabra que significa en grie- clisico lo visible: la figura, el aspecto de las 1° Tenemos, pues, segin Platén, un primer ediente del filésofo: El filésofo es amante de ar. El fildsofo no es hombre de accién, no se opone transformar las cosas, gastarlas, aprove- atlas, sino sdlo verlas, ver lo que ellas nos entan. _ -Verdad significaba en griego clasico lo mismo _ que estar descubierto, no tener velos. El fildsofo es amante de la verdad, de ver lo que las cosas nos manifiestan, Y no cuesta mucho darse cuenta de cudn dificil es colocarse en plan y actitud de ver lo fe que las cosas nos estan ensefiando, ostentando. Du- rante siglos y siglos, el hombre ha estado viendo, y j 10 con todo hasta no hace mucho no ha sabido cémo esta hecho el ojo; esté el hombre discurriendo con el entendimiento desde miles de afios, y todavia no sabemos seguramente cémo funciona ese aparato que es el pensamiento. Han pasado siglos y siglos desde que el hombre contempla el cielo, y sélo des- de Newton, alld en el siglo xv, se vio la ley sim- plicisima que rige todos los movimientos de los astros. ¢Y la luz? Clarisima se ostenta a nuestra vista, pues ella nos hace ver; y sin embargo bien pocos aitos hace que comenzamos a saber lo que realmente es. El filésofo es el hombre que se propone ver integramente las cosas. El hombre ordinario, pre- cisamente por su afan de servirse de ellas, de utili- zarlas, no ve lo que son, y s6lo sabe aprovechar lo més externo y superficial. El filésofo se propone, pues, conocer las ideas de las cosas, no sus utilidades, sus valores practicos, quiere saber gué son, y no para qué sirven al hombre. A esta actitud y propésito se lama actitud especulativa, propésito tedrico. Y no es preciso ad- vertir que cuando se ha llegado a saber qué es una cosa, a descubrir su idea, se puede llegar a domi- narla muchisimo mds que cuando sélo se sabe usar de ella. Por esto la técnica moderna es capaz de do- minar lo real, de construir aparatos infinitamente més complicados y potentes que las maquinas anti- 11 guas, porque Ja ciencia moderna ha Iegado a saber _ qué es la luz, la electricidad, el aire, el agua, el calor; ha Ilegado a saber sus ideas; sin dedicarse, como los antiguos a manejar tales cosas sin saber antes de sus ideas. El filésofo pretende, pues, conocer las ideas de las cosas. A este conocimiento podra seguir o no la accién: pero al filésofo no le interesa primera mente la accidn. 2° No es menos interesante el segundo com- onente que distingue, segiin Platén, al filésofo: la bienvenida a todos los seres. _ La palabra griega que en este pasaje emplea Platén puede traducirse tanto por dar la bienve- _nida, como por besar y abrazar, y aun por unirse inseparablemente con todas las cosas. Y qué dificil se nos hace, por poco que lo pensemos, dar la bien- venida a todos los seres, a todos sin excepcién. Y _ dar la bienvenida significa acogerlos carifiosamente, con interés, en la casa del alma, en el palacio del entendimiento, y enterarnos atentamente de quéo quiénes son, de qué se componen, cuales son ‘sus relaciones, qué es lo que nos ensefian o relatan. Y hacer esto no slo con las cosas agradables y dis- tinguidas, sino con todas, aun las, al parecer, des- preciables, como el barro y los cabellos, investigar su idea, como nos dice Platén acerca de estos ejem- 12 los de cosas despreciables, en el didlogo Parmé- nides. Este deber de universalidad, de acoger y dar la bienvenida, abrazarse con todos los seres, es di- ficil de practicar, pues el hombre ordinario sola- mente esté interesado por algunas cosas: las que le sirven a las faenas y menesteres de todos los dias. Y si hacemos el recuento de las cosas que nos interesan, veremos qué reducido es, frente al ni- mero inmenso de las que quedan fuera del 4mbito de nuestras preocupaciones. Pero el filésofo genui- no se interesa por todas, y las abraza, se entera de sus esencias, de lo que tienen, de lo que las compone. \Afiadamos, pues, al componente de amor a la contemplacion el de universalidad. Amor universal del fildsofo. 3° Pero no termina con esto la caracterizacién que Platén nos da del filésofo por vocacién, Debe amar y abrazar todas las cosas, y precisamente ver, dar la bienvenida, unirse con lo eterno, lo inmuta- ble, lo que permanece siempre idéntico, sin cambiar. Porque en las cosas hay muchos componentes que cambian, Asi los animales nacen y mueren; los astros se mueven; el calor se enfria, el aziicar se diluye, el agua se evapora o se hiela; los Arboles cambian de hojas; las estaciones del afio alternan; cambiamos 15 de sentimientos, de amigos, aumentamos o dismi- nuimos en cantidad, obramos y dejamos de obrar, obran otros sobre nosotros y padecemos, pero tam- bién estos padecimientos © pasiones pasan; vamos de un lugar a otro... Es claro que /o mudable no es poseible en seguridad y firmeza: apenas damos la bienvenida a un movimiento cuando se nos va, sin que tengamos tiempo de enterarnos de lo que es; y quien se abrace al agua, se expone a que se __ le trueque en vapor, se le evapore de las manos; _ ¥ fo nos ¢s posible tratar largo tiempo con cada ‘uno de los hombres, porque al cabo de unos aifios — se nos mueren. Sdlo con lo eterno, lo inmutable, lo ‘siempre idéntico de las cosas puede uno tratar lar ente; puede abrazarlo, puede darle la bienve- ida y conversar largamente sobre él, pues no se va dejandonos con la palabra en la boca, como acen las cosas transitorias. ; Y gqué es lo permanente de las cosas, lo eterno de ellas? Es su idea, su esencia, su definicion. Cada individuo humano muere; pero tanto los que mueren, como los que nacen y naceran, son hom. bres, es decir, son y tienen que ser animales taci nales. Eso de animal racional, de animal capaz de hablar segiin légica, no cambia jamas, aunque cada uno de los hombres cambie y perezca. Y es claro | que el sol describe en el cielo, una circunferencia, pero como el sol es un cuerpo perecedero —y los cea 14 astronomos han calculado ya aproximadamente cuanto tiempo durar nuestro sistema solar—, po- demos afirmar que de aqui a un cierto nimero de millones de siglos, el sol dejara de existir, dejara de describir una circunferencia; pero la definicién de circunferencia: curva cerrada, plana, cuyos puntos equidistan de uno interior, Hamado centro, conti- nuaré siendo para siempre, aunque le falte ese caso en que ahora luminosamente se halla encarnada y hecha sensible. Igualmente: si hay en el mundo actual 3.300.000.000 de hombres, aunque perezcan algunos millones de ellos, es claro que el ni- mero dicho no se resiente, no pierde ni una uni- dad, porque se muertan muchos o algunos hom- bres. El 3.300.000.000 sera siempre y pata siempre 3.300.000.000, ni mds ni menos, sin que nada pueda sucederle o cambiarse en él. Las ideas, pues, las esencias, las definiciones son cosas eternas, inmu- tables, no sometidas al tiempo; y el filésofo tiene por oficio descubrir en todas las cosas, aun en las mudables, su esencia, su micleo eterno, su idea siempre idéntica. Tenemos con esto un componente mds del filésofo: ef fildsofo es contemplativo, abraza todos los seres, y en ellos lo eterno, lo inmutable, sus ideas 0 esencias, y las expresa en definiciones. Y asi Platén estudiard las ideas de las cosas sensibles, del mundo real y visible; \a esencia del 15 alma, la esencia de las ideas logicas, matematicas. ,. la esencia de las virtudes... Y desde él, desde q trazé este plan, todos los filésofos tendrdn por te y problema, por tarea propia de la filosofia, con- templar las esencias de todas las cosas, aun de las més insignificantes, y buscar en todas, aun en las perecederas, un niicleo eterno € inmutable. Este mismo modelo de filosofar hallamos en \Aristoteles. Todos los hombres tienen un apetito natural de saber, comienza diciendo en sus Metafi- sicos; y a esta palabra “saber” corresponde en grie- go la de saber, por ver ideas; ver ideas, esencia (eidénai), Y aiiadiré mds adelante que Ja filosojia se engendra en estado de ocio, de liberacién de las upaciones y menesteres cotidianos. La filosoffa es teoria; palabra que significa, una vez més, con- nplacién; y con esta palabra de teoria esta empa- tada etimoldgicamente la de teatro que es lugar contemplacion, de descanso, de visién de un es- : ‘a Y afiadir Aristételes que la filosofia se en- gendra sobre todo de la admiracién ante las cosas extrafias y sorprendentes que nos rodean. Y es bien — _ sabido y experimentado que la admiracién paraliza _ la accién. Sélo nos atrevemos a servitnos de lo que conocemos bien y tenemos usado. 16 "| I. FILOSOFIA ROMANA CLASICA COMO AMOR A LA ACCION Cicerén, el famoso orador romano del siglo anterior a Cristo, definié la filosofia diciendo que era ciencia de las cosas divinas y humanas, y de las causas en que todas ellas se contienen. Ya Aristételes habia afiadido al programa cla- sicamente griego de la filosofia, como contempla- cién de esencias, el de buscar las causas: pero en él, tan buen griego, la busqueda de las causas, de lo que produce las cosas, tenia como término final contemplar Ia cosa hecha. La accién se ordenaba a la contemplacién. Y creia ademas que de muchisi- mas cosas no habia causas. Asi las ideas no tenian para él causa alguna; lo tnico que se causaba o producia era que esta cosa concreta tuviera esta idea. Por ejemplo: la idea de citcunferencia no la pro- ducia nadie; era algo inmutable, no engendrable; pero se causaba o producia el que esta madera fuera tedonda (rueda), el que este metal fuera redondo (moneda). Asi en los Metafisicos, Z, 1033 b. Y pa- recidamente no habia causa alguna que produjera la idea de hombre; lo que realmente se produce es el que este cuerpo o materia sea hombre. Por esto podemos afirmar que en Aristételes la inmensa ma- yoria de las cosas no tienen causa. La accién inter- viene muy poco en las cosas, aunque ciertamente intervenga mas en Aristételes que en Platén, el gran contemplativo. 17 En cambio, pata el romano clasico, hombre accién por excelencia, organizador y domefiador del _ mundo conocido, creador del primer imperio digno de este nombre, inventor de las leyes, de las normas _ para regir pueblos (regere populos), genio del dere. cho, la filosofia ser4 propiamente accion, y la con- templacién o visién se ordenard, como a fin ultimo, a la accién. Todas las cosas se contienen en Clertas causas, acaba de decirnos Cicer6n, el orador maximo de Roma. En la filosofia romana, que desarrollé amplia-— _ mente algunas ideas que se hallaban ya en filosofias — _ griegas secundarias, como los estoicos —no hay mas causas que la material, el material de que se hacen Jas cosas—, la eficiente, la fuerza que las hace; | modo como del mérmol, cual de material, se hace f a estatua, y es la operacién del estatuario la que _ Ja estatua. Conocer ya no serd, como entre los griegos Asicos, mirar, contemplar; especular, sino obrar, _ aprebender, captar, capturar para Si. El dguila fue el animal simbédlico, el sotem, del pueblo romano, casi su mascota, con palabras de nuestros dias. Pues bien, la accién peculiar y distintiva del Aguila es la de captar, robar, posesionarse por la violencia de las cosas que le convienen. El Aguila es ave de tapifia. 18 i El romano, que se vio simbolizado en el Aguila, que no hallé otto animal que mejor le sirviera de mascota, dijo que el conocer tiene que ser y terminar en accién que capte, que se posesione del objeto conocido. Conocer la circunferencia es conocerla para servirse de ella y transformar los objetos en redondos, siempre que nos convenga. La simple idea de circunferencia no vale para nada. Y si el hombre es animal racional, esta idea de hombre tiene que llevarnos a poder obrar sobre los hombres: poder convencerlos, hacerlos aceptar leyes y opiniones, organizarlos en sociedad. Sd/o cuando una idea se convierta asi en accién, dé efectos reales, sera verdadera, La filosofia estudiard, pues, las ideas que sean instrumentps de accién. Nuestro tétmino de juicio mental, por el que digo, por ejemplo: dos y dos son cuatro, todo hom- bre es mortal..., proviene de los romanos. Y sig- nifica que el entendimiento actia como juez, ante quien, para continuar con los ejemplos anteriores, se presentan dos, dos, cuatro; y dice, como senten- cia suya, dos y dos son cuatro. Concibe, pues, el ro- mano, el juzgar no como un ver ideas, sino como decidir, sentenciar. El filésofo romano dio mucha més importancia que el griego a la moral, a las virtudes, pues éstas son principio de accién, causas reales por las que 19 nos transformamos a nosotros mismos realmente Y asi para ser justo es preciso practicar actos reales de justicia, que son bien costosos al egoismo huma- no; y para ser leales a la patria es preciso ejercitar un conjunto de actos bien duros, como exponer fa vida, pagar contribuciones, obedecer a las leyes. Esta preeminencia que en la filosofia romana clasica tiene la moral proviene de la preeminencia que el romano daba a la accion sobre la con- templaci6n. E] filésofo romano es amante de la sabiduria, 10 esté enamorado de ella porque le permite obrar e todas las cosas, dominarlas todas, cuando, por plo, el arte del guerrero slo permite dominar emigos en guerra, el arte del carpintero sdlo nos der de transformar maderas... El romano filosofa para dominar, mediante las causas, todas las cosas. "III, LA FILOSOFIA MEDIEVAL CRISTIANA COMO AMOR A LA SABIDURIA PERSONAL DIVINA El filésofo cristiano —tomemos como modelo a Santo Tomas de Aquino— cumple aquella sen- tencia de San Pablo: “todas las cosas son vuestras, pero vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios’. (I Corintios, 22-23). La filosofia, segin una sentencia famosa del Cardenal Pedro Damiano (siglo x1) es “esclava de 20 Bee Ja teologia’ ; hay que filosofar a servicio de Dios, y de lo que Dios ha revelado. Con esto la filosofia deja de ser el conocimiento supremo que puede tener el hombre; y deja, ademas, de ser conoci- miento que el hombre pueda plenamente alcanzar por si mismo. Segin la escolstica, la filosofia est sometida a la teologia, y esta ciencia superior, conocimien- to més excelente y seguro que la filosofia. Asi, para traer sdlo algunos puntos més saliea- tes, Dios es la causa suprema, total de todas las cosas. Las produce todas por creacién de Ja nada, mientras que en toda la filosofia anterior, griega y romgna, el mundo era algo no producido, que existia desde siempre. La filosofia cristiana, siguien- do en este punto a la teologia y ésta a la revelacién, admitira que Dios creé el mundo, que sdlo El es eterno; lo demas, temporal. Dios no es solamente idea del Bien, como dijo Platén, 0 motor inmoble, que, sin moverse, mueve el mundo que él no ha hecho, como sostuvo Aristételes, ni Razon univer- sal del universo, como afirmaron los estoicos ro- manos y griegos, sino Creador, Ommnipotente. Ha- cedor del cielo y de la tierra, de todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, como dice el Credo. La filosofia escoldstica, guiada por estas ideas reveladas, intentard justificarse racionalmente, ex- 21 plicar en lo posible y hacer razonables este y obr puntos. El hombre tiene en la filosofia escolastica 1 laciones personales con Dios. Dios crea el alma del hombre, crea de la nada cada una de las almas, toma a su cuidado personal la de cada uno de los hombres; los padres y demas causas son solamente ‘ instrumentos, algo secundario pata la produccién > del alma, que es obra propia de Dios. Ante El tiene | el hombre que responder de sus acciones; El le im- pone deberes y preceptos 0 mandamientos. Los actos — buenos del hombre son gloria de Dios; los malos, son ofensd suya. 2 _ Filosofar es, pues, segin la escolastica medie- n todo la huella, la imagen de Dios, saber o depende de El y viene de El, cémo todo do Dios causa final y eficiente de todo. mede, por tanto, filosofar escolastica- a Dios. Dios es la Sabiduria vivien- al, ipotente a Ja vez, objeto de con- én (como dirfan los griegos) y de acci6n — sostenfan los romanos). ‘ La filosofia deja de tener su centro en el hom- we: Ya No puede ser ciencia o conocimiento huma- . El centro de la filosofia se halla fuera del ho re, en Dios: y es conocimiento de Dios, dirigi Admitira la escolastica, adem4s de un orden natural, un orden sobrenatural, que excede infini- tamente al natural. El hombre no es ya perfecto en si mismo, aunque tenga completos cuerpo y alma; le sobreviene o se le da una naturaleza de orden superior, por la que participa de la naturaleza. di- vina, por la que nace a vida superior a la ordi- naria. Tal vida superior proviene de la gracia y de las virtudes teologales que, como dice el Catecismo, son fe, esperanza y caridad, Filosofar es amar a Dios, y por el conocimien- to de Dios llegar al conocimiento de todo, como dependiente de Dios. IV. FILOSOFIA DEL RENACIMIENTO COMO AMOR HACIA SI MISMO A ninguna de las filosofias anteriores al Re- nacimiento, y en especial anteriores a Descartes, en quien culmina el movimiento filosdfico del Re- nacimiento, habia acudido centrar y fundar la filo- Sofia en el Yo. El centro de la filosofia lo ocupa- ban Jas cosas con sus ideas —asi lo crefan los grie- gos—, las cosas y las acciones sobre ellas —tal pen- saba el romano—, o bien Dios, como era opinién de la filosofa medieval. El hombre era una cosa mds o menos privilegiada, pero nunca tanto, que pudiera Hegar a ser fundamento de la filosofia; o bien era creatura especial de Dios, pero, por ser creatura, algo secundario frente a Dios creador. 23 a Descartes (siglos xvexvil) asienta la filoso sobre el Yo. Para llegar 4 entender su idea genj y nueva recurramos a una comparacién. Entre I juguetes para nifios se hallan unos mufiecos op plomo en los pies, que, écheselos en cualquier d _ reccién que se Jos echare, siempre caen de p Y por esto a las cosas y personas que tienen seg equilibrio, aun en medio de cambios, dificul. contratiempos, decimos que tienen plomo en “es, Y hombre con aplomo es el sensato, el eto, el reposado y reflexivo. Pues bien: Des. cartes descubrié que el emendimiento tiene plomo en los pies, es decir: que se mantiene firme en 51 mismo, aunque piense en falso. Notémoslo con rocedimiento de Descartes, que se denomina duda — metédica. Si uno piensa que existe, es verdad y es real que existe; pero si uno piensa que no existe, existe a pesar de pensar tal falsedad. Si digo: estoy — escribiendo en inglés, tal afirmacién se deshace a si_ misma porque estoy escribiendo en espafiol. Pare-— cidamente: aunque piense que no existo, aunque dude de que extsta, precisamente por dudar, preci- Samente por pensar, existo. Unas veces mi coal miento es verdadero, como cuando pienso que exis- to; otras veces es falso, como cuando pienso que no existo; pero en ambos casos, € independiente- mente de la verdad o falsedad de lo pensado, mi existencia se mantiene firme. Y este fendmeno, en- trevisto por San Agustin, cuando decia: “si me en-— 24 gasto, soy” —aun durante y aunque me engaiie, en el engaio mismo demuestro que existo, porque nada que no sea real puede engafiarse, lo aproveché Des- cartes para fundamentar la filosofia sobre una rea- lidad tan firme que lo es mas que la verdad y la -falsedad. Parece que las verdades son lo mas firme que hay. Dos y dos son cuatro es una verdad, y dos y dos son cinco es una falsedad, y esta segunda proposicién es inestable porque apenas la piense un poco mds veré que dos y dos no pueden ser cinco, sino que tienen que ser cuatro, como dice la proposicién verdadera. Si no hubiera sino propo- siciones falsas, si todas las proposiciones aritméticas de que dispusiésemos fuesen falsas —si sdlo supié- ramos decir “dos y dos son cinco”, “cinco y cinco son doce’, etc., como malos aprendices de aritmé- tica—, no existiria la ciencia aritmética; pero aun- ue todos nuestros pensamientos aritméticos Jueran falsos, con todo, los pensamientos, en su realidad, ontinuartan siendo bien reales. Aunque el entendi- iento piense mal, piensa; y si piensa bien, piensa también. Lo cual nos indica que la realidad del en- tendimiento es superior a la de la verdad misma; es 4s segura que las ciencias, que cualquier ciencia. in especial: si todas nuestras ideas sobre Dios fue- en falsas o dudosas, los actos de pensarlas continua- fan siendo tan reales como si lo que pensdramos uera real y verdadero, El entendimiento siempre 25 cae de pie, aunque lo echemos de cabeza —aun pensemos cosas falsas—. Sobre esta verdad: yo pienso, luego existo, tan. to que piense verdadero como falso, dudoso com cierto asienta Descartes la filosofia. Mi existencia, mi realidad dada en mis actos —de pensar, de sen- tit, de imaginar, de recordar, porque en todos ellos _ pasa’ lo mismo que hemos descrito en el acto de _ pensar—, es /a realidad privilegiada, la mas firme que existe, y dada inmediatamente, en Si misma, sin intermediarios. 3 ladera. Y \legar4 entre otras conclusiones a mos- Ja inmortalidad del alma, la existencia de Dios, | iendo de las ideas que se hallan en nosotros, ; _ que somos un nuevo punto de partida y la piedra _ de toque de Ia filosofia y de la verdad. El amor a la sabiduria toma en Descartes la forma de amor a mi mismo, a mi yo; y por él amara todas las demas cosas; y la firmeza de mi realid Servira de modelo para poder apreciar la firmeza realidad, la existencia de las demas cosas. Siempre, como desde los griegos, Ja filosofi continuard siendo estudio de lo estable, firme, et no, permanente. 26 FILOSOFIA MODERNA COMO AMOR HACIA $1 MISMO, EN CUANTO ORDENADOR DEL MUNDO DE LAS APARIENCIAS Para Kant (siglos xvi y xix) y la direccién idealista que de él procede, la filosofia tiene como ‘aena primaria y propia ordenar las cosas de modo ue den un mundo humano, una naturaleza orde- ada, Veamos sencillamente qué significa esto. Nacen esponténeamente Arboles, pero no nacen igas, ni entarimados, ni marcos de ventanas; se lan naturalmente piedras en las canteras, pero no dan naturalmente -sillares, columnas, losas...; n todo, el hombre ha sido capaz de transformar universo natural de arboles y piedras, en casa en ¢ habica cOmodamente. En general, el hombre no ive directamente de Jas cosas tal como natural- nte se presentan; sino que con ellas, transfor- ndolas convenientemente, se ha fabricado otras ificiales que le sirven mejor, se ha creado un indo propio. Y asi en nuestros tiempos todo lo mos en plan artificial: agua embotellada, coci- is de gas, fuego obtenido por electricidad, por ; pan, transformacién del trigo o centeno; casa, es modificacin de piedras, Arboles, etc. Vivi- en un mundo artificial que nos sirve mejor que universo natural; y ademas de servitnos mejor indica que el hombre tiene poder eficaz sobre real, que no es un animal abandonado a lo que iera y hubiere. yl Pues bien: se pregunta Kant, (no suceder4 también que el mundo de ideas con que vivimo —las ideas de la aritmética, de la geometria, d la fisica...—, sean productos humanos, transfor. maciones de ciertas cosas, que en si mismas NO nos servirian, como no nos sirven pata nada las piedra en las canteras y como la madera viviente en un | Arbol no es de uso ni pata casas, mi para lefia, ni para bastén? Y responde Kant, y lo demuestra largamente en su Critica de la Razén pura (1781), que asi como en el orden sensible vivimos en un mundo que nosotros nos hemos inventado, trans. o mediante ciertas artes —de carpinteto, | arquitecto...— las cosas naturales que natural no nos son de provecho, o de | > transforma las cosas, las ordena pa s, las hace inteligibles para si, se da el no = formas a priori. Y el conjunto de tales artes joscitivas constituye la Razén pura, artifice su- rior al ordinario, pues el zapatero sdlo transform ciertas pieles, el carpintero sdlo reelabora cie

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