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1.

El imperialismo del siglo XIX

Las transformaciones socioeconómicas operadas en la segunda mitad del siglo


XIX fomentaron una expansión imperial muy distinta a la del colonialismo de la
época moderna, forjado este en torno al comercio mercantil y la constitución
de colonias de poblamiento. El nuevo imperialismo fue el resultado combinado
del intenso desarrollo económico de la Segunda Revolución Industrial y de la
consolidación de Estados nacionales poderosos, que se sentían superiores a las
demás sociedades preindustriales.

1. 1. Las causas del imperialismo

La formación de los nuevos imperios se debió a esa extraordinaria y rápida


expansión del poder y de la influencia de los países industrializados en función
de varios factores.

a) Factores económicos

El firme crecimiento capitalista del último tercio del siglo potenció una
expansión imperial que le permitió controlar colonias que fueran centros
suministradores de materias primas valiosas (caucho, algodón, madera, frutos
tropicales, minerales, etc.); crear mercados reservados para la inversión de
excedentes de capital o para la venta asegurada de los productos industriales
de las metrópolis; y disponer de zonas de emigración preferente para la
creciente población europea.

b) Factores políticos y diplomáticos

Los dirigentes y los sectores influyentes de los países industrializados


promovieron la expansión colonial como vehículo de autoafirmación nacional
y de consecución de prestigio exterior; por motivos geoestratégicos de
rivalidad con otras potencias (evitar que otro país ocupara determinado espacio
o controlara una ruta marítima); como medida de protección para garantizar la
seguridad de las fronteras y costas propias o de sus rutas de navegación
principales.

c) Factores ideológicos y culturales

Se creó un clima de opinión culta y popular que compartían la creencia en la


supuesta superioridad de la civilización europea sobre las demás. Ese
sentimiento de gozar de una neta ventaja cultural y tecnológica permitió
emprender los planes de conquista con medios abundantes y novedosos, y sin
costes excesivos por tener enfrente una oposición indígena armada con medios

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primitivos. Al mismo fin contribuyó la voluntad de expandir las doctrinas
religiosas misioneras cristianas, la difusión de teorías de supremacía racial
blanca y occidental, y la expansión de teorías demográficas sobre la imperiosa
necesidad de asegurarse espacio vital para el futuro.

1.2. Los medios de la expansión imperial

Los medios que hicieron posible la expansión imperialista fueron los avances
tecnológicos derivados de la Revolución Industrial. Esos medios instrumentales
fueron claves para llevar a cabo la exploración, conquista y explotación de los
nuevos territorios ocupados por las potencias imperialistas. Entre ellos cabe
destacar los siguientes:

 El barco de vapor. Permitió remontar las corrientes de los ríos hacia el


interior y penetrar en las cuencas hasta entonces inaccesibles. Sobre
todo cuando se les instaló en su cubierta una serie de cañones dispuestos
a hacer fuego sobre blancos a gran distancia. Desde entonces, la
«diplomacia de la cañonera» sería un recurso habitual de las potencias
imperialistas en todas sus conquistas.

 La industria química. Descubrió y produjo los medicamentos necesarios


para preservar la salud de los conquistadores en climas y espacios hasta
entonces hostiles. Por ejemplo, la quinina (disponible desde finales de
la década de 1840) se convirtió en el profiláctico idóneo contra la
malaria, una enfermedad endémica en el África subsahariana, que había
frenado la entrada de europeos dadas sus altas tasas de mortalidad.

 La industria armamentística. Concedió a los países industrializados una


clara ventaja respecto al armamento antiguo, Así, el rifle de retrocarga
y repetición (hacia 1860) y la ametralladora (1884) hicieron inútil la
resistencia de los viejos fusiles de solo un disparo y avancarga, que se
cargaban por la boca del cañón, o los arcos y las flechas, que todavía
eran el principal armamento de muchos pueblos indígenas.

1.3. La expansión imperialista: etapas y modalidades de colonización

Etapas de la expansión colonial

La expansión imperialista en la segunda mitad del siglo se desarrolló en tres


etapas muy claras:

I. Penetración y exploración. Sus apoyos tecnológicos fueron el barco de


vapor y los medicamentos. África fue el continente que más interés

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despertó entre los europeos. Los primeros protagonistas fueron viajeros
exploradores y misioneros, que abrieron las rutas de entrada y ofrecieron
la información geográfica precisa para conocer el territorio y las
poblaciones. El caso más representativo fue el del misionero británico
David Livingstone, que recorrió durante más de veinte años el centro de
África y fue el descubridor de las cataratas Victoria en el río Zambeze,
en 1855.

II. Conquista y dominio social y territorial. Su apoyo tecnológico fue la


moderna industria militar. Sus protagonistas fueron los ejércitos y las
armadas, que libraron las batallas para someter a la población indígena
e implantar la pacificación colonial. Buen ejemplo de ello son las dos
guerras entre China y Reino Unido (1839 y 1857), que terminaron con la
cesión de Hong Kong y el permiso para comerciar libremente con otros
puertos costeros. Lord Palmerston, primer ministro británico, celebró la
victoria con estas palabras: «El comercio no debe ser impuesto por los
cañones; pero el comercio no puede florecer sin seguridad y esa
seguridad frecuentemente es inalcanzable sin la demostración de fuerza
física superior».

III. Explotación y desarrollo de las colonias. Sus apoyos tecnológicos fueron


el ferrocarril, el telégrafo y otras obras públicas. El poder de las colonias
estaba en manos de los delegados de los Estados, que administraban los
territorios con sus pobladores indígenas. También representaban a las
empresas que trataban de explotar sus recursos materiales para
integrarlos en los flujos económicos entre la metrópoli y sus nuevos
territorios de ultramar. Una demostración de esta actividad de la red
ferroviaria y telegráfica en la promoción de costosas obras públicas las
comunicaciones y los transportes. Por ejemplo, la construcción del canal
de Suez, abierto al tráfico en 1869 y controlado por los británicos desde
1875, acortaba en un tercio la duración del viaje marítimo desde Europa
hasta India, considerada la joya colonial de la corona británica.

Tipos de colonias

La relación de las colonias con las metrópolis determinó diferentes tipos de


dominación colonial:
 Colonias de poblamiento. Extensos territorios poco poblados (Australia,
Nueva Zelanda, África del Sur, Canadá), que recogían excedentes
demográficos de la metrópoli.
 Colonias de explotación y asimilación. Eran la mayoría. Surtían de
materias primas a la metrópoli, compraban sus manufacturas, podían ser
enclaves estratégicos, etc.

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En cuanto a la situación política y administrativa. hubo diversas modalidades
en el tiempo: los dominios, colonias de poblamiento, con acusada
autonomía y autogobierno reconocido por la metrópoli; los protectorados,
territorios con instituciones y gobernantes autóctonos bajo la autoridad
militar de la potencia ocupante; tras la Gran Guerra surgieron los mandatos,
colonias entregadas por la Sociedad de Naciones a la tutela de Estados
vencedores, etc.

2. El reparto de África

La conquista y colonización de África durante la segunda mitad siglo XIX y


primeros años del siglo XX es una de las manifestaciones más visibles del nuevo
imperialismo. Antes de 1885, África era la gran desconocida y donde la
presencia europea se ceñía a una franja en las zonas costeras. En un plazo de
menos de treinta años, los europeos pasaron a controlar y dominar casi todo el
continente.

Para imponer cierto orden en el reparto, las potencias europeas se reunieron


en la Conferencia de Berlín de 1885, en la que se decidió que solo la ocupación
efectiva del territorio africano podía dar título de legitimidad a la colonización
por parte de un país reclamante. A partir de entonces, se inició una súbita
carrera de las potencias imperialistas para repartirse el continente.

2.1. La geografía del reparto africano

El 90% de África quedó en manos de las potencias europeas. Solo dos zonas
quedaron libres de ese reparto colonial por razones bien diferentes: Liberia,
fundada en 1822 por colonos estadounidenses negros retornados a la «tierra
prometida» como hombres libres, se convirtió de facto en un protectorado de
Estados Unidos; y Etiopía (entonces llamada Abisinia), cuyo rey, Menelik ll,
consiguió frenar la ambición anexionista italiana desde Eritrea al derrotar a sus
tropas en la batalla de Adua (1896).

Por lo que respecta al resto del continente, Reino Unido intentó dominar las
áreas próximas a las rutas marítimas que comunicaban la metrópoli, en las islas
británicas, con su gran colonia de India y con sus dominios más alejados en
Australia y Nueva Zelanda. Por eso implantó un protectorado en Egipto, para
dominar el vital canal de Suez, e intentó establecer una columna continua de
colonias que comunicase El Cairo con Ciudad del Cabo.

La pretensión británica chocó con Francia, que intentaba constituir un cinturón


de colonias africanas desde el Atlántico hasta el mar Rojo, aprovechando su
temprana implantación en Argelia (1830) y poniendo en contacto terrestre

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Senegal y la Somalia francesa. Et conflicto alcanzó su punto álgido en 1898
durante la crisis de Fashoda (Sudán), que se saldó con la prudente retirada
francesa y el reconocimiento tácito de la hegemonía británica en el Sudán.

De todos modos, la pretensión británica de formar una columna continua no


pudo materializarse por la intervención de Alemania en la zona de los Grandes
Lagos de Tanganica. De hecho, Alemania, que llegaba tarde al reparto
imperialista, no solo pretendió conjurar los planes británicos, sino también
crear un cinturón colonial que uniese su África oriental con África del sudoeste
(hoy Namibia) y las posesiones centroafricanas de Camerún y Togo.

La negativa británica y francesa a ese proyecto germano permitió la instalación


o supervivencia en la zona de colonias de potencias europeas menores, a modo
de estados «tapón»: el Congo, concedido al rey Leopoldo de Bélgica en 1885,
y las colonias de Angola y Mozambique, a Portugal. De igual modo, la rivalidad
anglo-francesa posibilitó la expansión colonial de Italia y España, como estados
amortiguadores y «colchón» de seguridad entre esas grandes potencias; el
Marruecos español (1912) evitó que Francia tuviera acceso al otro lado del
estrecho de Gibraltar dominado por los británicos, en tanto que la Libia italiana
(1912) separaba convenientemente el Túnez francés del Egipto británico.

3. El imperialismo en Asia

Al igual que sucedía en África, la presencia colonial europea en Asia antes de


mediados de siglo era reducida y limitada a enclaves coloniales costeros. En el
área del Pacífico, esa presencia era todavía más escasa y dispersa. La gran
diferencia con el caso africano es que el fenómeno imperialista en Asia no sería
obra exclusiva de las potencias europeas, sino que contaría también con otros
dos protagonistas principales: Estados Unidos y Japón.

3.1. Los imperios europeos en Asia

El protagonismo imperial europeo en Asia correspondió a cinco potencias: Reino


Unido, Rusia, Francia, Holanda

 Reino Unido tuvo en India su principal colonia, surgida a partir de los


primeros asentamientos del siglo XVII. En 1857, después de un motín
sangriento, el Gobierno británico impuso el control directo del territorio
bajo la dirección de un virrey y constituyó el «Raj», un compacto bloque
que incorporaba los actuales Estados de India, Pakistán, Bangladés y
Ceilán. Posteriormente, los británicos extendieron sus dominios hacia
Birmania, Malasia, Singapur y los enclaves chinos, sobre todo el puerto
de Hong Kong.

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El otro gran foco imperial británico comprendía Australia y Nueva
Zelanda, donde había colonias de poblamiento de emigrantes británicos
desde el siglo XVIII, que pasaron a ser dominios del imperio, con un
estatus muy superior a las colonias.

 Desde mediados del siglo XVIII y durante el siglo XIX, Rusia se expandió
fuera de sus áreas europeas, ocupando Alaska (luego vendida a Estados
Unidos en 1867), la zona del Cáucaso y todo el territorio de la inmensa
Siberia hasta el Pacífico. La rivalidad con Reino Unido ocasionó
frecuentes conflictos, que fueron limitados con el acuerdo de mantener
dos Estados independientes a modo de «estados tapón»: Persia y
Afganistán.

 Francia centró sus afanes imperiales en la península d Indochina, donde


estaba presente desde el siglo A partir de 1860 fue extendiendo su
dominio por los actuales estados de Vietnam, Camboya y Laos, formando
la Unión Indochina. El riesgo de conflicto entre Francia y Reino Unido por
sus líneas de expansión en la zona posibilitó el mantenimiento de la
independencia del reino de Siam, como «estado colchón» entre las
colonias respectivas.

 Países Bajos inició su presencia en Asia con la ocupación de la isla de


Java en 1815. Desde entonces, fue ampliando sus dominios por las otras
islas de la actual Indonesia, con el visto bueno de las demás potencias,
que no veían en ello ningún riesgo a su seguridad.

 Alemania, a partir de la década de 1880, ocupó Nueva Guinea Oriental


y distintos archipiélagos del Pacífico (islas Marshall, Salomón, Carolinas)
y enclaves costeros en China.

El destino del imperio chino es un caso especial en la historia del imperialismo.


En virtud de su inmensidad, su enorme población y el orgullo por su cultura
milenaria, era imposible proceder a un reparto del pastel por parte de las
potencias imperialistas. Sin embargo, todas ellas colaboraron para arrancar a
la decadente administración imperial concesiones territoriales y derechos
económicos y jurídicos, que generaron una profunda hostilidad popular hacia
los extranjeros.

Esa hostilidad motivó la sangrienta rebelión de 1900 de los nacionalistas chinos,


llamados «bóxers» por practicar unas artes marciales similares al boxeo.
Aunque fue aplastada en una operación militar de todas las potencias
extranjeras, su extensión y apoyo popular reforzó la idea de que China no podía
ser repartida ni colonizada. También precipitó el final del imperio y la

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conversión de China en una república asediada por la inestabilidad política y la
conflictividad social.

3.2. Las nuevas potencias imperiales no europeas

Japón y Estados Unidos iniciaron, a partir del último tercio del siglo XIX, una
vertiginosa expansión colonial en clara rivalidad con las potencias europeas.

 Japón. Los objetivos imperialistas japoneses fueron Corea y China. Sus


motivos eran variados: un archipiélago volcánico con escasos recursos
materiales y un fuerte crecimiento demográfico necesitaba materias
primas para abastecer a su población, territorios para asentar su
excedente demográfico, mercados para vender sus productos
industriales y colonias para demostrar su potencia ante los países
occidentales presentes en sus confines. Entre 1875 y 1895, tropas
japonesas ocuparon las islas Kuriles y toda la península de Corea. La
delimitación de su frontera colonial con Rusia provocó la guerra ruso-
japonesa de 1905, que concluyó con la victoria nipona y la primera
derrota de una potencia europea ante un país no occidental. El
enfrentamiento con China concluyó con la cesión de varios enclaves
(Formosa) y la infiltración japonesa en la provincia de Manchuria.

 Estados Unidos dio las primeras muestras de tendencias expansionistas


con motivo de su guerra contra México (1846-1848), que concluyó con la
anexión del territorio mexicano al norte del Río Grande. Poco después,
en 1867, Alaska era comprada a Rusia. Con ocasión de la victoria en la
guerra contra España de 1898, Estados Unidos impuso su control sobre
Cuba y Puerto Rico en el Caribe y sobre las Filipinas en el Pacífico,
reforzada por la anexión de Hawái en ese mismo año. En 1903, bajo la
presidencia de Theodore Roosevelt, impulsor de la política del «gran
garrote» de (big stick), Estados Unidos promovió la secesión Panamá de
Colombia a cambio del permiso panameño para construir y controlar el
canal, que se abriría en 1914.

4. Las consecuencias del imperialismo

El imperialismo provocó consecuencias de gran alcance histórico.

Desde un punto de vista militar, fue causa de numerosos conflictos entre los
países imperialistas, que recurrieron a la guerra para zanjar sus diferencias:
guerras ruso-británicas, guerra hispano-norteamericana (1898), guerra de los
«bóers» (colonos holandeses) contra los británicos (1900), crisis marroquíes
(1905 y 1911), etc. También provocaron múltiples episodios violentos tanto para

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imponer el dominio en las colonias como para aplastar las rebeliones indígenas:
motín de los cipayos de 1857 (India), rebelión de los bóxers en China en 1900,
etc.

En el plano económico, significó un reajuste de los flujos mercantiles y


financieros que favoreció el desarrollo de los países metropolitanos y la
explotación de los recursos materiales y demográficos de las zonas colonizadas.
Implicó cambios en la actividad económica de sociedades tradicionales y
preindustriales, que tuvieron que incorporarse al nuevo sistema económico
internacional en plazos muy breves y bajo condiciones muy duras.

En el orden sociopolítico, el reparto territorial fracturó sociedades forjadas


por vínculos tribales, creando fronteras artificiales y estimulando tensiones
étnicas por el apoyo colonial a diferentes grupos dentro de los nuevos límites
fronterizos. También provocó un elevado grado de aculturación, en la medida
en que las poblaciones coloniales fueron forzadas a aprender las lenguas y las
costumbres de los colonizadores como único medio de promoción social,
subsistencia económica y acción política legal. Así mismo, la intensa presión
misionera intentó extender el cristianismo por gran parte de los países
dominados, especialmente en África.

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