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- ¿Disculpe?
- Vino mi tío a buscarla, estaba como afanado, dijo que pasaba por la
noche.
A Antonio, el tío de Rocío y cuñado de Raquel, fue a uno de los que más
duro le dio la desaparición de su hermano, después de eso casi no se
le veía por el pueblo, ni por ninguna parte; fue él quien le contó a Raquel
que había escuchado hablando a dos tipos, que uno le contaba al otro
que habían cogido hace un tiempo a uno de los infiltrados, que no había
querido hablar, que por más que intentaron no dijo nada, que después
de tanto torturarlo les tocó lanzarlo al río; Antonio dijo que le contaba
todo eso para que dejara de buscar a su marido y armar alboroto,
porque no lo iba a encontrar y sí iba a terminar metiéndose en
problemas.
Desde ese día, cuando Raquel contó en la casa lo que Antonio le había
dicho, Genaro se obstinó con la cadena, decía que, si habían botado el
cuerpo, seguro alguien se había guardado la cadena que él nunca se
quitaba.
Cuando Rocío le dijo que Antonio había pasado a buscarla, Raquel supo
que no sería capaz de esperarlo hasta la noche; hacia tiempo que él no
iba por ahí y seguro tenía algo que contarle. Esperó a que su hija saliera
para el colegio y se subió en el primer jeep que fuera al pueblo. Una vez
que estuvo frente a la iglesia, se bajó y se puso a buscarlo, primero en
la tienda de su mujer, quien no le dio razón de él, luego en la panadería,
luego en la plaza del mercado y, por último, en el parque, donde se
sentó a esperar si lo veía pasar. Después de una hora sin verlo, entró
en la iglesia, prendió una vela y murmuró algunas grases, se fue al
paradero y espero transporte para su casa.
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