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161 por tres estrofas y dieciséis lineas versales, en sa mayoria heptasilabos. La imagen floral, breve, inicia ef poema: Rosa de mis recuerdos deshecha entre los vierttos de la noche Con resabios de modernismo, la “Rosa que rie” de Manuel de la Parra (1878-1930) es un sonetin sonstruido con versos hexasilabos, una rose mignon que paso desapercibida en su momento, pero que Novo rescata, para deleite nuestro. La composicién establece el nexo roméntico entre flor y mujer, ademas, ef tono cantarin del metro escogido Je imprime una gran musicalidad: Tu mano de seda, tu mano ambarina en tu pelo enreda rosa purpurina. Por besarte, teda, ta rosa se inclina Jen tu frente queda gloriosa y divina. De un corte también modernista, pero con tono sentencioso, Enrique Gonzélez Vazquez 0s entrega un soneto endecasilabo cuyo largo nombre, “Entre el polvo que ignora de la rosa”, esconde ef matiz roméntico en el que la flor, a trechos corazén de mujer, a otros, encuentro con ef ser amado, reinstaura el romanticismo, ef cual se expresa ahora de manera conceptista: Voy hacia et vuelo de su vor desmeda, Hama de corazén, rosa que muda de su color la forma deliciosa. En un vuelco temitico profundo, Jesus Zavala (1892-1956), a través del poema “Yo bendigo la muerte” (Z?) retoma el sentido funerario en un soneto en alejandrinos, también simbolista, en el que la rosa cumpie la emblematica funcién de vida. Curiosamente, el poema no expresa ya la 162 angustia frente alo efimero de la existencia sino que, por el contrario, exaita ol fin desde un angulo cristiano: Ja muerte es depuracion de fa existencia y reencuentro con la verdad de} universo: La muerte ex consecuencia natural de ia vida. La vide es una rosa, la muerte ex un gusano. El gusano y fa rosa son la vara florida que a los muertos descorre el velo del arcano El sentido del poema es de dignificacion, de exaltacién de !a muerte, de invitacion ne af goce, como en et topico clisico, sino en el realista, quizds cristiano, de aceptaci6n de la inevitabilidad, en la creencia que corresponde a un estadio superior: GBs ta tierra el peor 0 1 mejor de los mundos? GOh los graves problemas insondables, profundos!) Cada dice que pasa la vida se reneva... Yo bendigo la muerte y bendigo ta vida. ¥ si la sangre brota de mi punzanie herida, june oracion at Padre rai corazén se elera! Ent mismo tenor, la “Rosa, flor de verdad” de Rafael del Rio (1915), retoma el carpe diem desde un enfoque reflexivo, filosofico y io materializa en un soneto endecasilabo de corte simbolista. La descripcion domina ampliamente la mayor parte del poema; sin embargo, hay lineas versales que merecea ser citadas: Rosa, oh flor de verdad, delicia, fruto, pasion completa del total sentido, pequefia concrevién de ta vivido, de humana soledad goce absoluto Mayor amplitud simbélica involucra “La rosa blanca” de José Tiquet (1924), puesto que aqui, flor y mujer, signo y simbolo, siempre singular, se desdoblan y producen la imagen de un calidoscopio. El trabajo poética de este autor constituye una sintesis en la que nos ofrece tas imiltiples variaciones teméticas que el motivo alberga 163 El color de su nombre ya es idioma @ paema sin vo2 por tu tristera. Lo que sigue después... jhay la certeza que de arriba legs en oido aroma! Pero es el énfasis en !a soledad, elemento caracteristico del siglo XX, lo que confiere a este poema un caracter existencial, que hasta ahora desconociamos: Hermosa de tan sola... jsiempre solat Su Sueho es uno mismo -de agua en ola- si al sofiarse de flor un dngel vierte... Mi amor entonces britia mas por ella. Si hay un poco de hu2... en rosa es bella Ja entrada o ka salida de la muerte. A veces, el caricter simbélico sufre thrones hacia la referencialidad. Asi suicede con las “Rosas Luto de Juérez", de Raymundo Ramos (1934). La especificidad con que ef autor remits, por medio del nombre, 2 una tonalidad y a una especie conereta de fosas pareciera, de alguna manera, circunscribir su referencia. Sin embargo, a pesar de que ello permanece como sustrato, no impide el acendrado lxismo de !a composicién: Rosas tuto de dngeles, oscuras: belteza det silencio encristalada en el abril de una manana helada, entre fortnas espléndidas y puras. Se tata de un homenaje funerario: todos fos elementos que Ja conforman nos hablan de majestuosidad, solemnidad, serena impasibitidad, los rasgos que se atribuyen al personaje evocado. El trabajo poético es impecabie; ademés, incorpora un motivo més a la imagen. Dos capullos, finaimente, cierran la muestra de manera espléndida: ef “Soneto a la rosa” de Nettali Beltran (1916-1995), y “Bicho con rosas" de Roberto Cabra! del Hoyo (3913...). Ambas 164 composiciones recuperan ¢l motivo grecolatino de ta hermosura y el caracter efimero de Ia flor y constituyen, cada una por su lado, muestras excelentes, exquisitas, de un trabajo podtica de especiales configuraciones Beltran abre la composicion con un vecativo, pasa ala descripcion, que domina los cuastetos y, en fos tercetos, concluye con fa tesis de! “magisterio” sorjuanesco: es “la muerte presurosa” una verdad eterna que asegura fa permanencia eterna de la rosa. Esta seccién es, quizis, la mas lograda Mas no mucres det todo, flor hermosa. Nos queda la verdad de tu presencia, a verdadd cde tu muerte presurose Nos queda tm fragancia deliciosa \y la eterna vision de tu presencia, pues siempre habré una rosa... y otra rosa. Cabral del Hoyo, a fa inversa, inicia ef poema de manera descriptiva y guarda el vocativo para ef Ultimo terceto. Toda la primera parte esta construida con base en contrastes, en fos que reutiliza jos vigjos atributos clasicos: la coloracion, roja o blanca, la actitud, erguida o deshojada, ef nacimiento o ia muerte Se trate de un buen ejemplo de rosa-muerte que, participando de la angustia de este vivir individual, halla en la muerte la sublimidad: siempre la mucrte quedaré burleda al paso de las rosas iemartales. Ay, pero este morit ex de otro meda, rose ideal, belleza conquistacta, porque soy uno y moriré del todo! En generai, tas rosas que Novo recorta det jardin poético mexicano, constituyen buen ejemplo de Jo que el siglo XX prodiga como manifestacion de un modelo todavia vigente: rosas roménticas, las menos, reflexivas, preocupadas por ef fin de ta existencia, tas més. Sin embargo, estas dos 168 ultimas que hemos revisado constituyen las mejores muestras de un tipo de composicion que, otilizando como pretexto ef 1pico, yuxtaponen varios atributos, de manera que enriquecen notablemente al texto, pues te dotan de una profiundidad temética sin par. Ademas, ol trabajo lexical y retérico llega 2 su culminacién: dejan de tocar a la rosa justamente cuando ya es rosa, como indicara Villaurrutia, Lamentablemente, cosresponden a autores poco conocidos, ya que sus respectivos trabajos podticos hasta ef momento, estan fuera del circuito de difusion. Son fas rosas de ese jardin provinciano, semi-oculto, que exige una poda a su alrededor, a fin de resaltar esa belleza hoy ignorada. TH, Bataligs floraies Lugar cimero entre los géneros literarios clasicos fo ocupa ef discurso de tos tribunales al que, desde aquellos lejanos tiempos se conoce como “discurso”, entendido en su acepcién de “pieza oratoria”. Sus casacteristicas esenciales consisten, en primer término, en proponer una tesis, misma que habra de ser sostenida mediante la concatenacion de argumentos, juicios y pruebas que Proporciona {a experiencia, en segundo término, su caracter polémico: Ja tesis imenta probar y afirmarse frente a otro punto de vista, aludido implicita o explicitamente. Con frecuencia, esta base polémica da pie a verdaderos combates verbales en los que podemos constatar -a fin de cuentas, tarea de tribunal- fa interpretacion que, acerca del asunto discutido, expresan los contendientes. Pero el género no atafie exclusivamente al 4mbito judicial; con relativa frecuencia, Sin que sea necesario derrumber los limites establecidos entre los generos, sus caracteristicas se wrasladan hacia otro tipo de textos y afectan su comportamiento. Baste recordar al respecto los celebérrimos discursos de La Edad Dorada y de Las Armas y tas Letras que pronuncia don Quijote. Las tesis propuestas se construyen con base en los sopoi, los lugares comunes propios de cada sociedad, cultura 0 época: la preeminencia de las letras sobre las armas, de ta justicia sobre la injusticia, de los tiempos antiguos sobre los modemos, Si observamos con atencién, las rosas podrian constituir uno de esos topoi, ahora en el terreno de fa poesia, de ahi que, en el fondo, la actualizacion sucesiva del tema configura también, a su manera, un combate floral (o tornco 166 postico, al estilo de los trovadores proverzales), al que cada escritor coneurre con una tesis particular 0 con una nueva manera de expresar una tesis ya convenida que funge como base: “la vida humana es deébil, transitoria y efimera, como las roses”. Pero este torneo al que nos ha side dado concurrir, asume modatidades especificas: si de base los enunciados que dan pie a la composicién estin implicitamente esiablecides, lo que importa es, entonces, Ja configuracién retdrica del mensaje, su manera de hacemos saber, su excelencia en ef arte de cantar. Problema de revestimiento retorico, sblo en apariencia. Hay que observar, sin embargo, otra arista importante: los combates florales son tanto mas explicitos, cuando ef ambiente cultural en el que se generan pone énfasis en fa discursividad, es decir, en la formulacion retérica. No es casual, por ello, que Ja floracién de rosas potticas se produzca en aquellos periodos que suponen un énfasis excesivo sobre la forma (por ejemplo, en ef barroco, el modernismo o fa vanguardia), Etlo indica que las preocupaciones dominantes se transladan de lo tematico (ya fijo y establecido) hacia io estilistico, A veces, el matiz de cada composicion tiene que ver con el lexico, la adjetivacién, fos atributos, manteniéndose de base ia misma significacion (pensemos, a guisa de ejemplo, en las semejanzas entre Gongora y Sor Juana, © en las variaciones de Tablada, Cervantes y Ortiz de Montellano). En estos casos, Ja exploracion del objeto postico adquiere el sentido y foncién de un calidoscopie. En estos casos, la potencialidad def andtisis estructurat se ve limitada, puesto que una lectura de las compesiciones involucra la alteridad: tener a la vista ese otro texto contra ef cual se yergue la tesis, ef atribuso o Ja estructura de la composicion estudiada. Requerimos, forzosamente, le comparacién, Pero atin un tedrico invocade como tutor de la metodotogia estructural, como fo es Romtén Jakobson, habia considerado ia necesidad de contraponer ef lenguaje poético a dos dimensiones paralelas, aposicién sin la cual el andlisis careceria de sentido. Tales dimensiones son: 4) el horizonte de fa lengua comunicativa operante en el momento de escritura del texto estudiado; y ) la tradicion literaria en la cual éste se inscribe, sea como acatamiento de las normas vigentes © como contraposiciin a elias. Empero, esta posibitidad de tectura ha estado confinada, hasta ahora, a Ios profesionales de la lectura 0, cuando menos, a los lectores cautivos en un genéro especifico. 167 Los combates floraies vienen ahora a cuento porque la historia de Ja poesia mexicana registra varios de estos acontecimientos, el mas célebre de los cuales, sin duda, lo constituyé ef affaire Villaucrutia/Maples Arce. Recientemente, el episodio vuelve a repetirse no con el encono y Ia excelencia de aquél otro, pero sf con una larga duracién y cierta trascendencia. En realidad, el asunto no paso ai terreno de la controversia o la polémica, sino que mas bien permanecid en los limites de un juego de ingenios, al modo de fos certémenes cotoniales, “Bl debate de Ja rosa” se escenifica entre los muros de la clerecia ilustrada, Sabido es que Abside constituye «1 ejemplo loable de una longeva tarea de promocién de Ia cultura mexicana. Fundada en 1937 por Gabriel Méndez Plancarte (1905-1949), dirigida después por su hermano, Affonso (1909-1955) y, finalmente, por Alfonso Junco (1876-1974), tercia de ases de la Academia Mexicana de la Lengua, a través de sus paginas pasan lista las pumas de mayor reconocimiento de este amplio periodo, sin importar filiaciones sociales 0 ideolbgicas pero sin esconder, detras de su afén humanista, cf timon del espiritu cristiano ya que, ex buena medida, los colaboradores tenian o habian tenido algiin nexo con la religida (no de balde, ef término asi lo indica: re-iigare) Pues bien, la anécdota da inicio en el mimero (34:2), correspondiente 2 abritjunio de 1970, y tiene a Manuel Ponce y a Joaquin Antonio Pefalosa (1922...) como detonantes. Bajo ef subtitulo de “La rosa es culpable”, se inserta ahi “La siesta de la rosa” de Ponce, que ya hemos examinado antes, asi como “Defensa de la rosa", del ilustre poeta y crftico potosino. A continuacisn, transeribimos un fragmento del segundo: con qué cara te juzgan pasajera ellos, y ti, color, calor, espuma, igual en todo, igual como tt eres, argumente falaz de primavera, vida, muerte, fugacidad en suma; Jos que mueren te acusen de que meres. Si recordamos el poema de Ponce y observamos Ja vehemencia de los tercetos de Peflalosa, Kegaremos a la conclusion de que ambos, a manera de tesis, rebaten el topico mismo de fa 168 transitoriedad puesto que, en palabras del potosing, ef hombre es menos rosa todavia (verso SEXLO}. En el siguiente alimero, (4:3) (iutio-septiembre de 1979), hora bajo e! subtitulo de “La rosa en conflicto”, Alfonso Castro Pallares responde, en el mismo soneto, a ambos poeias: Tienes razon, Manuel: la rosa es rosa en fragil y encendida arquitectara jd desire: barro de muerie y' amarguta, no puede reprochar a la hermosura de la rosa, ser muerte y ser hermosa. Tienes razcn, Joaquin. Mas no det todo. El hombre es mds que rosa, es mas que Hama, aungue, arcilla tenas, se vuelva todo; es mas yue wr argumence de rovio, porque, fuego excondide en rosa y rama, na moriré del wdo, amigo mio. respuesta que, en su ingenio, involucra ciertamente un acervo pottico evidente y que corresponde al horizonte cultural cristiano. En el mismo mimero, ef poeta michoacano Jorge Eugenio Ortiz Gallegos (1925...) unos cuantos aflos mas tarde autor del poemario Det jenjibre y de In rosa, remite desde Monterrey su “Tercio por la rosa”. Coincide con Ponce én afirmat a la flor como simbolo de vide (...) por su hermosura, pero objeta la cualidad de “mortal” planteada por Pefialosa, por Jo que concluye: Dirimen los poemas: por la muerte, por el hombre, ta resis y por ta vida: Tercio en protesta par mi Amada rosa. Porgae mi vide es to yue tlaman muerre, digole muerte lo que llaman vida: ami ser, a mi vida y 0 mi rosa. 169 Entre paréntesis. hay que destacar que, en el mismo niimero, se inserta una reseia de Alberto Valenzuela acerca del libro Pardbola del viento, de la poeta tamaulipeca Isaura Calderon, proximo debatiente, de quien se transcribe un soneto que, al decir del reseflista, resulta “digno de Sigurar al lado de Pura, encendida rosa...” (obviamente, de Rioja), aunque se afirme que ella “ha * (sic) ( 1970:365-366). leido y gustado a Sor Juana y a Sigdenza y Gongora. La edicidn (34:4), subtitula ahora Ja seccién como “Dialogando en sonctos" ¢ inserta mucvas aportaciones, José Luz Ojeda, desde Celaya, Gto., abre irdnicamente su poema con un (Pobre de mi, que ignore qué es la rosa! , que no €s sino un golpe bajo contra Ponce y contra Ia tradicion. toda det carpe diem: Que “viva engaisa y que, muriendo enseRa? Que es lo mismo veraz que mentirosa? Que nos guarda una espina, mientras sueda? {Qué se yo... No la tenga por dolosa ni la quiero por regia y por sedefa: da quiero simplemente porque... ex rosa. Por su parte, la peruana Esther M. Allison, desde Monterrey, rescata también una rosa al estilo de Jas mejores composiciones femeninas del XIX Tan en lo suave como en to feline fa rosa asume on su perfocta gloya Jo delicadameme femenina Pero cuando la muerte sw le adosa trasciende mas allée su destino y ex sobre el viento como muna rosa Las colaboraciones se interrumpen bruscamente y volverin a escena hasta ef mimero (35°3) (julio septiembre de 1971), nimero en ef que la poeta tamaulipeca anteriormente citada, haciendo gala de ingenio, replica a todos y cada uno de Tos contendientes y, sin dejar titere con cabeza, remata a todos ellos con un tiro de gracia_ coméa. A Ponce, cantor de Maria, recrimina la escritura de un 470 soneto prehado de amargura (pig. 261), a Pefialosa, poeta def alma candorosa te increpa por medir af rasero al hombre y a la rasa’ evangélico en todo, hasta en la ira (262), de don Alfonso Castro, juriste al fin... ducho en latines , se mofa parque dando y quitando la razdn a todos (...) decanta del polve fuego y fodos (263). Jorge Bugenio Ortiz, et enamorado de Ia rosa, sale menos librado, pues de confuso no to baja: Con qué razén Hama muerte a lo que es vida/ sien ta entratia vival va. su querida...! (263), a José Luz Ojeda confiesa: ef mito de ia rosa me exaspera (..) yopongo’ ef nardo, que de aroma y gracia pura/ se viste todo entero y la supera (264). Por su parte, Alison tampoco sele bien fibrada, y su estética femenina se ve ampliamente cuestionada: Yo dria que Esther mas se asemeja ala blanquidorada margarita que ala rosa disimbola y compleja; ¥, por cuanto a fos similes que cita, aia flor del beleho fantasiosa que a la fabula en sureties, nos incita, Que es una respuesta aspera y malintencionada, En la “Réplica @ todos los pafadines”, ensalsa a ta rosa, ena perenmidad' de eterna Hama, puesto que nadie osa/ disentir del consenso que la aclama’ manantial de Belleza prodigiosa, para Ginalmente salir al paso con un airoso “Pues bien, idisiento!” Una cosa es ef mito y otra cose es ho que pulps el tater y to supesee far euriunic dle fa forma fiel, itesa, no la variable imagen de ta rosa, Ya mi mew sedivma y amorosa al asir la fiecion ee ta Belleza que iste espusneo Hama y que la opresa sabe el preci que pga quien le accosa, Fasscing come espetcla y ex abiona; de nube tiene el alma vapurosa yen la fiecion emma al espejisma; del arcoirty tiene to engahosa ya misiva y colur, ex simbolismo del umor, por voluble y espinost. vay En fin, que en alarde de ingenio y atrevimiento, la poeta reta abiertamente & todos los involucrados y los reduce @ caricatura, Uno termina, a esta altura de la polémica, muerto de risa, porque en iiltima instancia, ni siquiers estd de por medio ef métito artistico o la profundidad de la imerpretaciéa, sino més bien el artificio retdrica con que tna tras otra, todas las tesis son rebatidas y reducidas al absurdo, siguiendo ef adagio popular de que “quien tiene mis saliva, wage mas pinole”. Desde fuego, que para conseguirio, se presupone una iectura de cada poema y su reduccién a enunciados simples, mismos que son objeto de discusion. La historia, sin embargo, no ha terminado. La edicion (35:4) (octubre-diciembre de 1971), subtitulada “Y todavia la rosa...”, incluye abora tres sonetos escritos por don Alfonso Castro, todos dedicados en conjunto a Isaura Calderon. Ei primero, titulado “Es rosa todo lo que pasa” (484), ilustra ya, desde e! titulo mismo, la generalidad a que ha Negaddo ef concepto. El iiltimo terceto explaya fa tesis, ..@ pesat dé artera y engafiosa en esta Hama que destruye el viento ya nos quema la Hama de otra Rosa. El segundo, “Engafiemos a la vida” (485), es una invitacion a reconsiderar el estatuto de aspercza consagrado por la tradicion y a glorificar el ensueio calderoniano (pero el de Calderon de ia Barca, no el de Isaura) GPor qué quejarse, entonces, de la espina, de esa armadura iniacta y dolorosa, que por ser dotorosa es ya divina? ¥ si todo es ficeicn esplendorosa 2h este caminar de esqriris a esquitia, engafemos a ta vida con la rosa. Que es, a mi escaso entender, uno de los Unicos sonetos rescatables de la controversia, afiadido a aquellos que te dan pie. El soneto final, “Gracias por tu rardo” (486), constituye una contraposicion entre la imagen floral reivindicada por dofla Isaura: copa de amor devocionaria de gbticas oracionws, y la rosa, cuyo encanto halaga y enloguece los sentidos. El rismo mimero inchiye et barroco recorrido analitico por fa imagen d¢ la rosa, en el simbolismo que le atribuyen V2 diferentes culturas, suscrito por Emma Godoy y def cuat hemos citado la tesis central af inicio de este trabajo {Su titulo? “El misterio esta en la rosa” (pp. 64-74). Cuando creiamos estar saturados ya de sonetos y de rosas, se aliaden todavia otros autores, Alfredo Cardona Pefa, costarricense radicado ea México desde 1938 y autor de Los jardines amantes (1952), acompafia al “Rosa divina...” de Sor Juana con su poema “La rosa del soneto” donde, a partir de multiples imagenes (minima catedral. criatura dgil, mar en Ia gota ), establece la reducci6n -por atra lado, ya tradicional. entre rosa y soneto Fa rosa, por ser rasa, nos iraduce el alma incomparable del soneio E] ultimo numero del debate, el (36:2) {abrit.junio de 1972), inserta ahora, bajo et subtitulo “El torneo de la rosa”, una colaboracion de Alfonso Escarcega (Chihuahua, Chih.), que no es sino explayamiento del mito rosiceo guadalupano, y que culmina a manera de plegaria. jDame, Rosa de rosas, una rosa que arcme mis tristeras y mis males Jan huérfanos de rosas, Rosa hermosa. Por su parte, Alfonse Castro Pallates presenia sus “Nueve antifonas marianas”, ta quinta de las cuales ofrece un matiz amatorio bastante interesente, paralelo a los Sonetos 2 Ia Virgen de Octavio G. Escobedo: Rosa sensual de fina geonretria el corazon seduce en su retnedo. Fine usomo on ef Hanto, pues no puedes fas camparnes tocar de me alegria. i eres des roses que invaagin ef dia, Eres termura que se rompe en besos. Eres Ave que estrena metouia 754 pratiera venterte enamorada! {51 con tu Boca repetir mis rezos! iSt mirar por la flor de iu miradal 3 poema, este si, de resonancias misticas, en el que el amor adquiere configuraciones lo mismo divinas que humanas Asi culmina ef debate amistoso. A to largo de dos afios, la rosa florece en fos rosetones goticos, al amparo de los absides franciscanos. Despliegue de habilidad y artificio, no depara mayor trascendencia que este hacer consciente ef ejercicio postice como sekné. como babilidad. y el poner en ef escaparate, ante los ojos de un pablico formado esencialmente en ta retérica clisica, la prodigiosa versatilidad ded tema, IV._ Tradicién y contemporaneidad El punto de ia discusion no se cierra, por fortuna, con estos alambicados ejemplos. El tema resulta atractivo alin para los poetas mas jévenes. La aseveracion de Sor Juana, en ¢l sentido de que tado poeta “aqui se roza” resulta vigente y nos entrega un buen nimero de composiciones que, de una u otra manera, retoman ef topico en alguna de sus facetas, Siguen siendo ejercicios literarios, pero a diferencia del énfasis retorico que ha caracterizado a las composiciones de Abside, encontramos aqui rosas que asumen de manera mucho més esponténea Ja wadicién, En su mayoria, los ejemplos son transcritos de fa antologia de Hernandez ( | 1996) inicialmente citada. Ha sido dificit seguir su huella cronologica. porque fueron publicadas en plaquettes o textos de tirajes limitados: sin embargo, hasta donde nas ha sido posible, hemos intentado marcar su ubicacion. Abre ef ciclo el brevisimo poema “Una rosa, las rosas” (en Islas a te deriva, 1976) de José Emilio Pacheco (1939....), cuyas dos estrofas polirritmicas invocan ta etemnidad: Nadie conte a ta rosa que esta alli detenidla en su wrérmulo esplendor para el que no hesy miahana Nadie ta corte Déjenta morir (para que exisia stempre en el jardin wna rasa otra rosa 174 El guifio literario se repite una vez mas en “Rosae (Homenaje a Huidobro, con un guitio cémplice a Mallarmé)", poema polirritmico dividido en dos secciones, con endecasilabo dominante, en eb que Jaime Garcia Terrés (1924. .}, muestra interés por estudiar y rescatar los tépicos clasicos (al respecto, baste invocar su célebre antologia Cien imagenes del mar, 1962). En fa primera seccion, tos adjetivos nos ubican en ta paradéjica naturaleza de la rosa: Vangan under aver conte florcee astro de dos alrertox sucestvos, la sempiternas keibal roses, dintea flor que no pasa de moda, En la segunda, a su vez, Jas sinestesias hacer eclosidn: Fengan todos, yuna de cuntares, a escuchar esta rosa con los ojos: respiren su color multicolor con sus aramas y bauticenta subrayérelola ausente de cualquier floritegio. Hay también ejercicios que, respetande los canones, utilizan atin hoy el formato tradicional: el soneto, con rina consonante El que @ contimuacién citamos, del poeta yacateco Radi Renin (1928.._}. ye tituta “De fa cosa”. Su singularidad radica en que conforma sus estrofas # partir de tres cuartetos y un distico como semate De ta rose yu tengo mi tearia: e8 el gutio de ulin misericorde con el bese enconado: vaso y borde toreidos en mecantea alegria. De nuns sanguimuria let tendria ‘1 no fisertr ke secs tan acorde con el fuego un papel, ta monocorde frontera enire la turba y let jauria, 175 El siguiente caso nos remite por enésima ocasién a un nasrador que incursiona en ef género pottico para escribir rosas , Se trata del conocidisimo Femando det Paso (1935...), quien en su Unico volumen de poemas “para adultos”retoma Ja conocidisima frase circular de Gertrude Stein (A rose is a rose is a rose) para oftecernos un Conjunto de imigenes donde ef colorido es avasaliante: La pena, pena roja de mi vida, de no vivir bebiendo ese lascivo licor de boca rasa y Hamarada, rubor de rosa roja y encendida, me ha dejado la bova al rojo vivo, del rojo de una rasa descarneda. En un caso similar se encuentra el narrador y poeta Marco Antonio Campos (1949...) sus “Rosas”, en perfecto endecasilabo, indican la actualizacion de} canon, y recogen explicitamente Ja tradicion para insertarse, aunque sea de manera critica, en ella. Obsérvese, si no, fa huella de los autores grecolatinos en los siguientes versos: En el jardin umbrasa o en el clausiro del amparo, las rosas erart bux hasta que un dia, en un adids perfecto. fa espina verde era la herida abieria. ¢Pere como, ay, cortar en toda gala, flor que poesia » vida hacen emblema, pero que en su hermasuta y artificio representa més bien la antipoesia? Imprecacion que, ya lo habran notado, recuerda mucho las composiciones de Ausonio. Hay casos ‘en que, ain cuando fa imagen retome elementos propios de la tradicion, es proyectada hacia derroteros insospechados y de esa manera, se producen aperturas seménticas que amplian su extension. Lo pademos observar en “La rosa es una herida” de Eduardo Lizalde (1929...), porque si bien parte de Jos t6picos de la “rosa de fuego” (“rosa llamarada”}(Rioja-Machado), y fa “rosa herida” (Villaurrutia), despiaza el sentido hacia una nueva posibilidad, hasta ahora ignorada: 176 La rosa es ines hervide, ures suture en la membrana de algin vecino emundo superior, un fuego accidental gue ha perforado Ja celeste vombe del mundo terrenal, un brove y estallido de belleza de na previsias proporciones. En los porajes de tos que provienen, Jas rosas son fas pustules Mas proximo a nuestra tradicion, y fitiado directamente con Vilaurrutia resulta, sin duda, Efrain Bartolomé {5950...}; cuyo poema “La atra rosa” esta construido bajo ef mismo procedimiento de enumeracion. La rose de cristal la rosa péirea la rosa voloidat Ja que crece en la entrata azorada de la mina a que estatia on la orevia de la pefia Ja nacurada rose de! molusco que suetia la rosa hijo el pubis imberke de la nifia que ha Wegado ad wnbral Ja crespa yosa negra sobre ei pubis de la Hembra totat En otros casos, la reiteracign se obtiene yuxtaponiendo estructuras oracionales. Es el caso de “La flor” de Bernardo Ruiz (1953...), integrada en su mayoria por subordinaciones de cardcter condisionante, ASt, si quieres ine guerra, que sea de Koss: i buseas ef poem ahi este -trmévil, floreciente, plirpura- ent ta rosa. Que tu latin diga rosa, que te caronce de espinas se adore con una rosa, que te herida parezca wna rosa, que tu pleygartes sea como rose, que muestre tu estarudarte la Rosa. Que iu rosa see eterna, arquetipics, platamen, come tina reset 17 Por su parte, “Rosa” dé Blanca Luz Pulido (1956...) opta por fa concatenacién de adjetivos. aunque se trate de una composicién muy breve, funge como exordio, dedicatoria u homenaje Ala improbable, fa ausemte de si misma, invisible, gue el aire no recoge: enamorado proyecto de si misma, descomocides tenaz, inagotable. Las caracterizaciones breves, que se flegan a reducir a simples adjetivos, y la bisqueda de imagénes sinestésicas constituyen rasgos filiados directamente con Vitlaurrutin, Sin embargo, existen otras modalidades descriptivas, que se emparentan de manera indirecta con tal escritor contemporaneo, quizas porque los modelos evocados pasan por el tamiz de otras lecturas ¢ interpretaciones. Una composicion que muestra tales caracteristicas lo constituye “Orillas de la rosa”, de Jorge Exquinca {1987..., triptico potirritmica cuya dedicatoria, nada gratuita, a Ali Chumacero, hace explicita su filiacién: Flor adeno esvandes tu secreto, rosa, intititunente. Lejos de ti ef vienta a grandes voces to reparte. Maas ti ead setbes, altive reina, asolas en te imperio siiencioso, Flor eadeniro crece contig, numerose y tice, fa micerte, Intimo expejo de agua sosegaida que en le noche de coniza nos hermana. Menos obvias resultan tas referencias que Eduardo Langagne (1952) instaura en “Aqui bebe la rosa’ Aqui bebe la rosa nts noyebres. Yo te observe, ella me mira: estenta entste ueja fignre ia forma de las cosas. Ghis ta ducita det munda? Hoy se finge inexperia, Peto cncnitos mircindoke perdieron sus palabras. 178 © aquetlas que cvoca Alberto Blanco (1951...) tras la rosa azul, imagen de imposibilidad, en un texto pleno de esperanza, ai que ha titulado “Blue rose” inserta en Cromos, 1987) Anoche ve ide neyo bajo la tuz de las fisrolas chinas Ja mates de roxas plamitenee 9 medio de wes postal thinunuda a mane ese rosal extabee crectenda en una esponja tlena de viele que chupaba con fervor Ja oscurtckad del cielo td Mas anoche gue vi de nuevo este rosal ya no pucde semir mrdo Pi terror ii mehueolia mi soledad me dijo que ke vider ex mas greende que hes que ha de morir. Finalmente, fa “Rosa”, borgesiana y calidoscépica de Fernando Ruiz Granados (1958. ..}(incluida de piedra, 1996), que de concreta y condenada @ sucumbie en aras del tempo deviene en dard sible que aytutina los elementos todos: Toda tase es efimera agua en movimiento Viento que corre Mierra que se disperse fuego vive que se devora Bajo la luz hel edie arde Jes esptred de fuego te Ha roses 179 Esta apresurada panoramica sobre la escritura mas reciente nos permite asegurar que el tema no ha sido agotado, y que en cada una de sus nuevas ejecuciones, a la par que él hipograma se actualiza, se le afiaden auevas facetas que exigen mirario simultaneamente como producto de una tradicion y como acto de engendramiento de nuevas potencialidades significativas, de nuevos recursos expresivos. Son, en suma, ejercicios poéticos relevantes todos ellos, porque dan cuenta del interés que, en las jOvenes generaciones, suscitan los tépicos aliejos 180 EP{LOGO Hemos egado al final del trayecto historico, Resulta ahora pertinente preguntarse: {Qué elementos parecen construire! valor del poema? ,Se trata de un valor en sf mismo o esta fandamentado en criterios socio-histéricos y cutturales? Enterrogantes tales exigen una tespuesia cuidadosa. Gs verdad que cada composicién puede ser evaluada en tanto producto lingaistico, atendiendo a la excelencia de ciertos rasgos: una cima que no incurra en sipios, fa musicalidad interna, la novedad de la imagen o, en ultima instancia, la originalidad de la tesis que ella propone Son, efectivamente, raszos internos al poema, y nos aproximamos a ellos por medio det andlisis Wttratextual, Me encanta, por ejemplo, la “Rosa unica” de Gonzalez Guerrero, Creo que sus caracteristicas fe singularizan en ef conjunto de poemas de este siglo. Pero cuando intento explicarme ef por qué, pongo de relieve e! hecho de que ella resalta en el marco de las rosas post- vanguardistas; las “Variacioncs...” de Tablada me parecen sugerentes, plisticas, multiformes, sobre todo si tas yuxtaponge al conjunto de poemas que fe preceden: patidas, deshojandose, las rosas de Delgado. aAsperos tos abrojos de Flores. En todos los casos, el juicio se apoya en elementos intertextuales. Pero... jatencidn!, en su momente, fos poemas poseen un valor que difiere respect de aquél que te asignamos observando el contimaum, En el marco de un periodo especifico, cada uno de ellas posce un lugar, una posicién. Como si se tratase de una partida de ajedrez, imagen tan proxima a Saussure, las piezas poseen un valor propio, que va modificdndose progresivamente en tanto ellas se muevan en el tablero. Su nivel de excelencia declina 0, por el contrario, adquiere nuevo vigor. La misma analogia puede resultamos Util para problematizar y entender la propuesta de Jakobson: cada poema-pieza posee un valor que depende tanto de sus propias carecteristicas, como de su funcién (ser pedn, o reina). Pero. nuestro caso es ain mas complejo porque, si en ef tablero intervienen dos jugadores, en la poesia los valores se juegan entre diferentes criterios velorativos: éstos se multiptican porque ain en el presente se contraponen diferentes perspectivas criticas en relacion con un mismo poema. Puedo decir ahora con seguridad que. en fos setentas, cuando Maric Benedetti constituia la “revelacion” para innumerables jovenes, compafieros de espiritu militante, a mi sus poemas me parecian 18h demasiado evidentes. De igual manera hoy, 1996, en que la “Fabula de Euridice y Orfeo” de Ponce me parece {atin con su tono gongorino) un poema ejempiar, particularmente en sus dos iltimas secciones, he hallado sonrisas 0 rostros de perplejidad entre quienes, a instancia mia, to han leido. Es decir, en ef presente coexisten, también, diferentes valores, Si es0 sucede en ef instante, {qué no podré ocurtir en ef continuum? Si un valor no esta determinado de una vez y para siempre, también el flujo -temporal, estético ¢ ideolégico- altera y redimensiona la apreciacion del powamw. La composicion sigue siendy fe miama, pero han cambiado Jos puntos de referencia que Jo sujetaban originariameme, tanto a nivel de fengua comunicativa como de fa historia literaria Esa es la razon por fa cual ciertoa poetas 0 escuelas que no han sido comprendidos en su momento, son rescatados por generaciones posteriores. La afinidad emana no de una propiedad profética det poema, sino de! lugar que él ha abierto en el seno de una tradicion que ha caido en ef automatismo y exige, par fuerza, abrir nuevos cauces. Una vez mas, esa pluralidad de criterios y de necesarios redimensionamientos de} objeto exiger de nosotros, criticos y lectores de poesia, asiduos o cofrades de fa sociedad de los poetas vivos y muertos, asumir una actitud menos prejuiciada, que nos Hevea proponer y discutir procedimientos de lectura y analisis sustentados en criterios objetivos que esclarezcan, de principio, tn inevitable telacion entre estética y podtica, estamos obligados a econocer que todo juicio, descriptivo o de valor, esta sustentado en nuestra formacion, en el conjunto de lecturas que han guiado y definido uestras preferencias personales. La neutratidad y la estricta objetividad que fremos eeivindicado durante afios ha sido solamente un espejismo, pero mucho se avanza haciendo consciente el papel de este bagaje informative en fa toma de posicién respecto del vator que asignamos a un poema recién leido La valoracién preside ef acto mismo de seleccionar un objeto de estudio {Qué condiciones debe reunir, entonces, la metodologia de anilisis poético para probijar un anilisis mas amplio. sustentado y objetivo? De principio, hay que admitir la potencialidad, en su justa dimension, de los metodos retérico y estructural, como primer paso en la descripcléa interna del poema, En tamo producto lingutstico, hay factores que exigen la intervencion de categorias descriptivas de corte intratextuat: reconocer el tipo de verso, la forma candnica, el tipo de rima, las 182 figuras reloricas empleadas. la manera en que fa sintaxis o ta morfologia colaboran en la eufonia, ete, A continuacién, la posibilidad de correlacionar el poema con la lengua cotidiana y la historia de ia Steratura, nos permiten insertarfo en sus coordenadas de origen, es decir, en sus condiciones de produccién. Et primer paso restituye et grado de “desviacién” (écart), el segundo, ef modo en que autogstatuye su propia normatividad en el marco m4s amplia de las convenciones literarias. EE métode comparativo, en tal sentido, restituye el valor de los temas, motivos, topicos, imagenes 0 proceduments expresives ca su numifextaciun intermiente 40 fargo de un periods, en ef marco de una cultura. Feliz reconviliacidn entre tiempo y escritura, entre imagen y espacio, entre creacion y lectura ROSARIO POETICO MEXICANO 183 HRA PRESENTACION En ef terreno de la literatura, las antologias cumplen una funcién insustituible: ofrecen al lector una vision panorémica del género abordado salvando, al propio tiempo, la dificultad de localizer todas las firentes necesarias, mostrando los aspectos indditos 0 bien, insertando en un orden determinado aquellos elementos que escapan a Ia clasificacién. Desde e! punto de vista de ‘a investigacion en literatura, especificamente, nos parece necesario insistir en un elemento poco estudiado. aun cuando fa antologia prescinda del aparato critico asual, constituye en sf misma un amplio procesa de investigacion que abarca desde la consulta amplia a las fuentes, el proceso de seleccién (amparado en un criterio tnico que te sirve de fundamento), la disposicisn del material hasta la efeccion de un formato adecuado para los fines de difusion. Disponer, organizar, clasificar, constituyen operaciones estéticas si atendemos a la finalidad del nuevo orden que ¢f sujete intonta construir: tendemos a crear una nueva armonia que prive en un universo fracturado. rasgado de su entomo original. En ese caso, la antologia crea nuevos sentidos al disponer un orden y un entorno diferentes de aquél en el que estaba ubicado el objeto. Peco disponery clasificar implican también, por si mismas, operaciones de indole cientifica, ya que su actualizacién supone un principio central, que organiza y da sustento al nuevo entorno. Un niflo, 10 mismo que un sabio, colecta bajo ta guia de un interés especifico, el cual cifie y da sentido al conjunto. Ese principio rector hace de fa seleccin un proceso que escepa del azar y to fonuito. La investigacion bibliogrAfica y documental previe que supone una antologia nos conduce por los vericuetos de la metodologia propia de las ciencias sociales: exige un dominio adecuado de Jas fuentes, 1a eleecion de técnicas idéneas para la recoleccién del dato, la seleceién de formatos especiales para guardar la informacion, el aprovechamiento de los recursos que oftece el medio, etc, En pocas palabras, la seleccion y organizacion del material ¢s, en si mismo. un procedimiento cientifica Par attimo, fa eleccién de un formato imprime retevancia a datos especificos: ef autor 0 el titulo, el tema o ta época, la corriente o el periodo histérico. Complementario de la clasificacidn, pero 185 esencial e ilustrativo por si mismo, este procedimiento oftece af lector {y al analista) datos relevantes para entender el conjunto. Observar cada uno de estos datos es una pista firme para abordar, cuando no esta explicitamente consignado, ef criterio de una antologia. Es tradicion ya firme justificar ta seleccion mediante unas cuantas palabras que, aunque apresuradas, esclarezcan la finalidad que ésta se propone. Sin embargo, en textos donde este criterio no juega un papel importante, basta un poco de observacién para entender Ja légica subtendida, por demas, irrecusable y rownda, esta ahi aguardando a ser aprehendida entre las lineas det texto. De mas esta decir, por afladidura, que esa logica las hace diferentes entre si, por mas que coincidan los autores, los textos, las pocas o los temas. El espiritu de cada antologador esta en su antologia. Las antologias en/de la poesia mexicana Por esa razén, cada antologia que consultamos sobre la poesia mexicana constituye una vision diferente: me produce tanto deleite consultar la célebre “Cuesta” como aquélla de Zaid, pero oblengo ina visién diferente det mime objeto. Introyectiva la Poesia en movimiento, genética, casi anticipatoria la Antologia de la poesia mexicana, demostrativo ef Omnibus de poesia mexicana, rigido y jerarquizado el Ocho siglos de poesia en lengua espafiota. Si fa amplitud de la muestra es variada, también lo es el criterio temético, El amor, ef suefio y la muerte en Ia poesia mexicana de Labastida, La poesia veracruzana de Esther Hernandez Palacios y Angel José Femindez 0 ta Poesia joven de México de Aura son ejemplos de un criterio de seleccion explicito, coma implicitas estan fa historia, 'a estética y Ia historia de la literatura en Poesia mexicana, el volumes que para Promexa elaboraran José Emilio Pacheco y Carlos Monsivais. No hay antologia que invalide a otra, si bien los términos que entre ellas exista pueda abrir ta polémica. Baste invocar tan s6lo Ja existente entre aquéllas de Cuesta y de Maples Arce, cuyo tratamiento nos ocupé paginas atras. Por esa razén, aprendemos de ellas mas de fo que exhiben explicitamente: son ejemplares atin en aquello que no esté dicho, pero que s¢ intuye © que se desliza entre lineas. 186 Antes de elaborar la nuestra, tuvamos cuidado de examinar varias antologias, especialmente tas de corte tematico. Ademis de ias ya citadas, y otras mAs, que consignamos en {a bibliografia, no quisiéramos dejar de comentar, por su afinidad con la muestra, algunas de ellas: Las toros em Ja poesia, de José Maria de Cossio (Espasa Calpe, 1944), Cien imagenes det mar de Jaime Garcia Terrés (UNAM, 1962), Las aves en la poesia castellana de Salvador Novo (Empresas Eulitoriales, 1964), Antologia poética de ia muerte de Agusti Bartra (Pax, 1967), Poesia erimen pasi6n de Marco Antonio Montes de Oca {Secretaria de Gobernacién, 1973), La ciudad de México en In poesia de Miguel Bustos Cerecedo (Departamento del Distrito Federal, 1974) y Toluca en Ja poesia (Ayuntamiento Municipal de Toluca, 1976} constituyen cjemplos de disposicion de} materiat con base en criterios histéricos, si bien no introduces, explicita o implictamente, la hipotesis de una retroalimentacion tematica entre los autores incluidos en jas tespectivas muestras. Algunas, incluso, carecen de estudio preliminar 0 justificacion Caracteristicas de esta antoiogia En ef marco de ese conjunto, la antologia que a continuacién presentamas tiene varias intenciones explicitas y otras mas, subyacenies. Explicitamente, sobre el vasto conjunto de la poesia mexicana ha operado una restriccign inicial: ef conjunto de 1a bibliogratia que hemos podido revisar en las instituciones proximas, en fas bibliotecas amigas, persiguiendo datos sueltos en las historias de la titesatura, citas o recuerdos de lectores avezados. En segundo término, seleccionamos de entre ef conjunto de imagenes posibles, una sola: la rosa. E} despliegue ha sido vasto: al principio, cl carpe diem, después, la apertura hacia otras temiticas, parafelas, complementarias, adyacentes, colaterales, de tal manera que han terminado por conformar un corpus amplio, multiveco, ef cual exige un proyecto metodologico firme y amplio, suficientemente explicativo y persuasive. En ef trayecto, hemos dejado atras versos eélebres, imagenes fugitivas, azarosas, diluidas en otras tantas composiciones: en el paisaje, en los jardines poéticos, en los retratos, en la postulacion de podticas, datos importantes para el estudio complementario a esia antologia, pero que no integran de manera pertinente la segunda parte de este trabajo. A final de cuentas, tas composiciones 137 elegidas guardan una correspondencia comin: desarrollan integralmente ¢| motivo de la rosa en cuaiguiera de las siguientes variantes: a) como analogia con la fugacidad de la existencia humana (carpe diem), b) como elemento integrante de fa iconografia guadalupana; c) como analogia con el destino de la virtud Ia dicha humanas; d) como imagen emblematica del arte poética. (Por qué hemos escogido un nombre tan decimondnico? De principio, porque ctimolégicamente, us rosario es un conjunto de rosas, sin agravio a esa santa devocion, esta antologia opera de manera analégica: la constituyen cincuenta y cinco poemas, suscritos por cincuenta autores, distribuidos en cinco etapas (Huerto, Poliantea, Bouquet, Corsage, ¥ Ramillete), que se corresponden con el mimero y disposicién de las Salves. Nuestra antologia es un fervorin paético porque, en ultima instancia, la rosa constituye también una ofrenda E] criterio de organizacion y disposicién de las composiciones es cronolégico porque, a priori, ta interpretacién que predispone este orden esté guiado por fa intertextualidad, en cualquiera de sus manifestaciones. Disponer e! material en este orden y bajo tal principio supone, entonces, no solamente el afin demostrativo, sino también guiar la interpretacion en un sentido particular: cada poema no parte de cero: surge en el entorno de una tradici6n literaria, la cual no deja de imprimir huellas, trazas, estelas, on las mucvas composiciones 0, desde la perspectiva del lector, no deja de producir Fesonancias, ecos, pequelios naidos que escapan a la conciencia pero que ingresan en la percepcion para producir un sentido. En nuestro tazonamiento hay dos hipogramas tedricos: Michael Riffaterre y Harold Bloom son un nuevo Wilhelm de Baskerville conduciendo la bisqueda en medio det prodigioso laberinto que supone la literatura: fos multiples pasillos, las escaleras que suben y bajan para reescontrar la misma sala de lectisras, la presencia de tantos textos que exigen, todos al mismo tiempo, una gozosa lectura simultanea, imposible, irrealizable, in-humana. A! final, consumtidos por ef incendio que supone fa imposibitidad de una lectura tal, quedan aqui tan solo as huellas del intento, como pétalos, diseminadas aqui y allé las letras que conforman fos mil y un nombres prodigiosos de la rosa. HUERTO COLONIAL 188 189 SONETO Francisco de Terrazas, 1577, Dejad las bebras de oro ensortijado que el énima me tienen enlazada y volved a la nieve no pisada Io blanco de esas rosas matizado. ‘Dejad las perlas y el coral preciado de que esa boca esta tan adornada, y al cielo, de quien sdis tan envidiada, volved los soles que te habéis robado. La gracia y discrecién, que nmuestra ha sido del gran saber det celestial maestro, volvédselo a la angélica natura, y todo aquesto asi restituido, veréis que lo que os queda es propio vuestro: ser dspera, oniiel, ingrata y dura 190 DESENGANOS A LA VIDA DE UNA ROSA Luis de Sandoval y Zapata (1642-16657) Esa rosa que en verde movimiento ta despefié Faetén de primer hora, que siendo travesura de fa aurora fa burlo su carmin el primer viento Vio tan efimeral su lucimiento que huéspeda de un breve sol se Hora; ef mismo sof Ja entierra que la dora, tan cerca esta la muerte del aliento. iQué tasada respira una ventural Aun sin Hegar 4 dos auroras frias topd el hierro fatal tan bella suerte. Piesde respiraciones y hermosura, que si ha de envejecerse com los dias mayor mal ¢s Ia vida que !a muerte. SONETO V Sor Juana Inés de la Cruz (1692) Rosa divina que en gentif cultura eres, con tu fragante sutileza magisterio purpureo en la belleza, ensefianza nevada a la hermosura. Amago de Ia Humana arquitectura, ejemplo de la vana gentileza, en cuyo ser uni Naturaleza a cuna alegre y triste sepultura, Cuan altiva en ew pompa, presumida, soberbia, el riesgo de morir desdefias y luego, desmayada y encogida, de ts caduco ser das mustias sefias, iCon qué, con docta muerte y necia vida, viviendo engafias y muriendo ensefias! 192 BREVEDAD DE LA ROSA Lucas Fernandez dei Rincon (1715) La que mas sobra, mis dura, que muera joven la Rosa es pension de su hermosura: naciera menos hertmosa y viviera mas segura Muchos sigios de florida solo en nacer interesa: nace, mas la edad crecida que ha gozado de belleza, se le descuenta de vida. Si corteses fas Estrellas mueren antes que desbroche Ja Rosa, sus luces beltas eila apagara en fa noche por no competir con ellas. Lagrimas del Alba fria son su primer alimento: poco de la vida fia quien deja en su nacimiento Horada su lozania Discreta, para fucir se adelanta a despertar, y aprovechando el vivir, recompensa en madrugar la presteza de morir. Regia sangre derramada es el matutino ensayo de su vida lastimada: no estd lejos det desmayo Flor que nace desangrada En su ftagancia respira el alma que la alimenta; no es maravilla que admira, que expire apenas alienta si apenas afienta expira. {Con qué raz6n a lucir para tu mal te adelantas, pues razon no hay que pedir ala Muerte, y en ti hay tantas, oh Rosa, para morir? 193 194 FABULA I. LA ROSA Y LA AMAPOLA José Joaquin Femandez de Lizardi (1817) Una Amapola ufana auna Rosa decia -Mirame qué lozana me ostento, prima mia. A todos soy amable, @ todos suave, a todes muy tratable; Y¥ no ta, que, aunque bella, asrogante y putida, aunque del campo estrella, te ostentas presumida y, esquiva cuanto hermosa, te resistes a todos espinosa. Un muchacho maldite a este tiempo lego. Provoca su apetito ja Rosa, mas se hallo buriado, pues se espina, y al cogerla la suelta y desatina. Pero ya recobrado de aguel primer susto, mira mas sosegado todo el jardin con gusto. Ve facil fa Amapola, la coge, fa deshoja y diz: -Mamola Esta infeliz se queja en idioma de flores; mas una y otfa oreja tapo con sus olores la Rosa, entonces fria y con voz scearrona la decia: 198 -Prima, si ta te vieras de espinas bien cercada, si recatada fueras, no te vieras burlada, no s6lo de un muchacho, sino del necio indigno populacho, Sabete que las rosas mas bellas y fragantes, las mas lindas y hermosas, se preservan constantes del libre mentecato solo con sus espinas y recato. Esto parece cuento; mas sin duda aseguto que hablé con gran talento fa Rosa, y aun lo juro, esto es, a las doncellas, que tienen un lugar entre las bellas. POLIANTEA ROMANTICA 196 97 A UNA ROSA MARCHITA Fernando Calderon (1828) Eres td, triste rosa, la que ayer difundia balsaémica ambrosia, y tu altiva cabeza levantando, eras la reina de la selva umbria? 4Por qué tan pronto, dime, hoy triste y desolada te encventras de tus galas despojada? Ayer viento siiave te halagd carifioso, ayer alegre el ave su cantico armoniose ejercitaba, sobre ti posando, tu, rosa, le inspirabas, y a cantar sus amores le excitabas. Tal vez el fatigado peregrino al pasar junto a ti quiso cortarte: tal vez quiso Hevarte algun amante a su ardoroso seno; pero al ver tu hermosura, la compasi6n sintieron, y su atrevida mano detuvieron. Hoy nadie te respeta, el furioso aquilon te ha deshojado; ya nada te ha quedado, ih reina de tas flores! de tu pasado brillo y tus colores. 198 La fiel imagen eres de mi triste fortuna: ay, todos mis placeres, todas mis esperanzas, una a una, arrancandome ha ido un destino funesto, jcual tus hojas arrancé el huracan embravecido! EY qué, ya triste y sola no habra quien te dirija una mirada? 4Estaras condenada a eterna soledad y amargo lloro? No; que existe un mortal sobre {a tierra, un joven infeliz, desesperado, a quien horrible suerte ha condenado a perpetuo gemir: ven, pues, (ch rosa! ven a mi amante seno, en é! reposa, y ojala de mis besos fa pureza resucitar pudiera tu belleza. Ven, ven joh triste rosa! Si es mi suerte a la tuya semejante, burlemos su porfia, ven, todas mis caricias seran tuyas y tu ultima fragancia sera mia. 199 MIRA ESA ROSA, LISI... Manuel Martinez de Navarrete (1855) Mira esa rosa, Lisi, en la maflana con las perlas del alba enriquecida, y en trono de esmeralda bella, erguida, que parece del campo soberana. No tarda, aunque la mires tan ufana, en verse por los vientos sacudida, y advertiras entonces convertida en muerta palidez su ardiente grana. No de otra suerte, Lisi, tu belleza, como si eterna fuese tu esperanza, te adorna de gallarda gentileza; pero vendra la muerte sin tardanza y marchito el verdor de su entereza del trono la haré caer de la privanza. 200 ROSAS HERMANAS Juan A. Mateos (1869) Allé donde ef sol derrama rayos de luz en las olas del Jago y entre la grama, sevantaban sus corolas dos rosas en una rama. Dos capullos virginales que ocultos entre las hojas, escuchaban inmortaies del ruisefior las congojas y el canto de los turpiales, desplegaron su atavio de! alba al puro concento, y entre el rumor somnolento que hace al caer el rocio, yal sacudirlas el viento. -Hermana, dijo fa una, estremeciendo importuna sus hojas llenas de esencia, ¢Qué tienes? -La indiferencia me dio al pasar la fortuna. ~gNi una luz hay en tu cielo? -Si trajese una ilusion ef angel de mi consuelo, se extinguiria con el hielo que tengo en el corazén. -

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