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Cuentan los ancianos que, por allá en Paraguay,


ocurrió esta historia de amor que les relataré
a continuación, dijo la cuentera, mientras veía
como el círculo de personas que le rodeaban en
la plaza, iba creciendo.

1
Imagínense, que por esas cosas incomprensibles y
que la verdad yo desconozco, había dos tribus
vecinas que eran enemigas; en una de ellas estaba
Flor, una bella india y en la otra Ágil, un joven y
valiente guerrero, que a pesar de esas rivalidades
estaban enamorados.

2
El hecho es que un día, mientras la joven pareja se
encontraba en el bosque, alguien los vio y por
supuesto, el chisme corrió hasta donde el cacique
que al enterarse del romance de Flor, la obligó a
casarse con un hombre de la tribu. Por esas
injusticias de la vida, Flor y Ágil no pudieron
volverse a ver.

3
La Luna que desde el cielo casi todo lo ve, conocía la
triste historia de los enamorados; una noche le
contó a Ágil que el dios Tupá en respuesta a las
súplicas de Flor, quien le pedía la muerte, pues no
volvería a ver a su amor, la había convertido en una
flor, pero todos desconocían cual, incluyéndola a
ella.
4
Ágil, llevado por la desesperación, le solicitó ayuda
al dios Tupá, diciéndole que le permitiera poder
encontrar a Flor; entonces Tupá, compadecido de
los enamorados, lo convirtió en un colibrí e
inmediatamente Ágil comenzó a buscar entre los
pétalos de todas las flores, el sabor de los besos de
su amada.

5
Por eso, incluso hoy, se puede ver al colibrí,
afanosamente volando de flor en flor, probándoles
su néctar a cada una de ellas, sin perder la
esperanza de algún día poder encontrar a su amada
Flor, dijo la cuentera, mientras tomaba lentamente
aire y hacía una pausa para continuar con la
siguiente historia.

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