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CONTAR HISTORIAS Y ESCRIBIR LA HISTORIA

Es importante ver cómo la historia nos evoca a un origen o principio del mundo en
que vivimos, en el que hay avances y un futuro esperanzador; al mismo tiempo
nos habla de un fin que no sabemos cuándo llegará. Éste fin, sobre todo, fue tema
a tratar durante el siglo I d. C.; Sin embargo, contamos con una historia que solo
intenta afirmar y saber cómo ha sido la constitución del mundo y nuestra propia
historia; en la Biblia nos encontramos con una historia de salvación que aterriza en
Jesucristo.
Con estos antecedentes el autor de este capítulo nos dice que se busca con
mayor precisión si la historia que propone la Biblia es fiable. De esta manera, en
un primer punto nos habla acerca de la historia antigua y el mundo de la televisión,
en donde nuestro mundo está dominado por los medios de comunicación,
creándonos una realidad ficticia e ilusoria. De manera particular en la televisión es
donde más se nos ha metido una idea de mundo que nos distrae de la realidad,
que distorsiona la historia del hombre y del mundo, y que llevan a no pensar en su
proceder.
Por otra parte, se presenta la historia antigua y la “pietà” de Miguel Ángel en
donde hace la comparación la historia ficticia con la historia que nos quiere
plasmar el escultor italiano en su obra de la piedad, ya que el escultor, aunque no
necesita a tener físicamente a los personajes que va a esculpir, sí los muestra en
la escultura con la realidad para dar un mensaje y la exactitud de la crónica fiel.
Con esto se pretende formar más que informar.
También dice respecto a la verdad de los relatos bíblicos que es necesario corregir
o mejorar la representación de la historia bíblica y la definición de verdad. Para
ello, se debe tener presente que la Escritura no es de autoría simplemente
humana como cualquier medio de comunicación, sino que es por inspiración divina
a partir de la creación.
En un último punto, nos habla de historia e historias, en donde el bautismo de
Jesús narrado en los sinópticos nos muestra cómo hay un narrador omnisciente
que sabe lo que Jesús está experimentando al momento de ser bautizado.
También el autor dice que se debe hacer distinción entre escribir una novela y
escribir como novela, porque los escritos bíblicos utilizan más recursos literarios
de novela moderna que de cronistas, sin ser novela.

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