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DANIEL CALMELS * juegos de cridnza El juego corporal en los primeros afios de vida Editorial Biblos / COLECCION EL CUERPO PROPIO 2 Daniel Calmels Los juegos de crianza fundan un orden de interés primigenio para la vida del nifio pequefio. ‘Otea de las caracteristicas notables de los juegos de crian za es que inauguran una serie de tematicas bdsicas que se ex tienden en la evolucién del nifio y que llegan a tener presen- cia en la vida adulta. “Jugar es haces”, dice Donald W. Winnicott; en los pri- meros afios de vida este hacer tiene una condicién p: es un hacer que involucra al nifio y al adulto en un vinculo corporal. Este libro comprende un andlisis de las acciones lidicas tempranas desde el punto de vista de la psicomotricidad, lo cual implica trascender el andlisisaislado del plano motor pa- ra integrarlo con los aspectos emocionales y cognitivos. PRIMERA PARTE. CARACTERISTICAS PREDOMINANTES DE LOS JUEGOS DE CRIANZA' La mayorfa de los estudios interesados en la temética del jue - go se ocupan preferentemente del juego del nifio. Las referencias al juego y al jugar se vinculan con més fa- lad a las acciones ltidicas de la nifiez y prescinden de la participacién del adulto. Mi intencién es estudiar al nifio y al adulco en un mismo momento de juego. Para esto me voy a referir a los juegos que se comparten durante la crianza y al jugar del adulto con el nifio. Estos juiegos ocurren en Jos pri- ialmente juegos corporates. ijos son generadores de una modalidad vincular, matriz lidica que esté presente en los juc- gos que el nifio comparte con otros nifios, con otros adultos, Los juegos de crianza se transmiten generacionalmente y fueron creados a partir de un encuentro, de una necesidad. ‘Tienen una extensa variedad de formas y de nombres, v ciones del tema con contenidos similares. {Para que las acciones se constituyan en juego se requiere En Tos juegos corporales Ta presencia de esce fae Is, Del sstén a la sransgrsion, Buenos Aires, Novedades Edducativas, 2001 3) “ Daniel Calmels acuerdo se expresa a través de una gama de matices no verba- ddos, variedad de gestos, actitudes, posturas, semblantes, es, que podemos reunir nterjuego de tensiones y distensi bajo el concepto de acuerdo tdnica-emocional. En su gran mayorla los juegos de crianza no son. progra- | mados de antemano, ni hay una destacada explicacién verbal al les en la organi- ‘previa de lo que se va a reaizas, pero son vi “acién de un estilo psicomotor. El contenido de los juegos corporales desarrollados du- rante los primeros afios de vida constituye la matriz desde a tual se organizan los juegos de la nifiez, la adolescencia y la vi- da adulta. Podemos nombrar\los juegos elementales de la crianza como juegos de: a) soténs b) ocultamiento, y c) perce tos juegos tienen eft comin la caracteristca de desatr To largo del crecimiento, manteniendo el contenid6 primario que le ha dado-origen, pero transformindose a través de la os 0 de la sustitucién del cuerpo propio ¥ del otro por objetos y espacios!A medida que transcurre ¢l esstollo, se practican.en grupos y3¢ organizan a partir de {ealas aprendidas y aceptadas colectivaments. — “Fe Tseede este punto de vista fe manifiescan como juegos ge - sradares, en tanto son fundantes dé mileiples modalidades (del juego corporal. ‘No todos los juegos de erianea son juegos generadores pe- ro, en sus formas primarias, los juegos de sostén, oculzamiento y perecucién, presentes en diferentes culturas y desarrollados 4 partir del encuentro del nifio con el adulto, mantienen esta particularidad. Desde muy temprana edad, los juegos corporales (an y.actu Jos miedos bésicos y en el mismo acto las he- rramiencas para claborarlo. Con relacis i dos bisicos pueden resumirse en el temor a la feroncia téctil (iuegos de sostén) y en el temor a la pérdida dela sencione (Caracteritioas predomi delos juegos de etna Is secundaria y resultante de las anteriores, se despliega en los juegos de persecucin, en los cuales se pone a prucba Ja capaci- ‘dad del cuerpo en movimiento y la confiabilidad en el refgio. En primera instancia el refugio es un lugar en el cuerpo del adulto que luego es trasladado a un espacio fisico, lugar cor- porizado, donde estar a resguardo, donde estar Las caracteristicas predominantes de los juegos de crianza son las siguientes: 1. Integran al nifo y al adulto en un mismo momento de juego. 2. Son actividades Iidicas o preltidicas que se comparten durante la crianza. 3. Ocutren en los primeros afios de vida y son esencialmen- te juegos corporales. 4, Se transmiten generacionalmente. 5. Fueron creados a partir de un encuentro. 6. Para que se constituyan como juego es necesario un acuerdo, Este acuerdo, desde el punto de vista psicomo- tor, es un acuerdo ténico-emocional. * 7. No son programados de’antemano, ni hay una destacada explicacién verbal que anteceda la accién liidica. 8. Son vitales en la organizacién de un estilo psicomotor. 9. Podemos nombrar los juegos elementales de la crianza co- mo juegos de: a) wstén; b) ocultamiento, y )persecucién Es importante descacar que estas reflexiones parten de los fenémenos de la cotidianidad, de lo sentido como comin y familiar. Indagan en la relacién entre el adulto y el nifio, tal como se muestran en nuestra sociedad, sabiendo que rasgos comunes a otras formas culturales. Lo excep¢ 16 Daniel Calmels Generalmente los “gestos” cotidianos no son sometidos a preguntas. La intencién de este trabajo es pensat las acciones familiares que forman parte de un saber intuitivo transmitido de generacién en generacién. No estin escritos en libros, no Forman parte del conocimiento académicos estén inscriptos cn el cuerpo, memoria de vinculos pasados, actualizados en la fclacién con el nifio pequefio, en la cual el aduleo transfiere su saber’ sobre el jugar corporal y ubican al nifio en situacio- nes preltidicas que seguirén un camino de complejidad max yor, hasta transformarse en un acto de jugat. 1. Integean al nifo y al adulto en tun mismo momento de juego El nifio y el adulto comparten diferentes momentos a lo largo de la vida. En la mayotia de los casos durante estos mo~ meritosel cardcter asimétrico de la relacién esté marcado por Lpelaciones de dependencia del nifio y por los cuidados que el ‘adulto debe prodigatle. Tos cuidados maternales y paternales fueron profunda- mente estudiados y codificados. Se organizaron con carécter de recomendacidn y prescripcién durante el crecimiento y la maduracién del nifio. También el tiempo de juego encuentra tun lugar en Ia bibliografia médica, psiquidtrica, psicolégica, pedagégica, etcétera. ‘Cicando se contempla o se recomienda el juego dual o bi- personal entre el adulto y el nifio, ése frecuentemente tiene ei cardcter prescriptivo: se hace hincapi¢ en los beneficios de Ir actidn estimuladora del adulto hacia el nifio. Estimulado- 2. Para mis informacién sobre el concepto de saber, véase Daniel Celmels, Guer~ joy saber, Buenos Ales, Novedades Educatvas, 3 ed. 2001 t ———— CCaractristiaspredominances de las juegos de cramaa 7 ra del desarrollo psicomotor y de aprendizajes diversos. Estos suelen estar formulados como ¢jercicios recomendables para que tealice el pequefio o para hacer en conjunto con él. En es- 10s ca50s el “hacet” del adulto eseéen fancin del aprendiza- je del nifio; su accionar tiene una intencionalidad més o me- nos conscience, un objetivo y una legalidad o aval profesional. _Este tipo de actividad (0 ¢jercicios), que puede tener un cardcter lidico 0 preltidico, no comprende acciones que se in- cluirfan en lo que llamamos juegos de crianza. Esto no quia que la caracterizacién y el andlisis de los juegos de crianza se constituyan en una valiosa referencia para la cteacién de jue- gos o para pensar la intervencién profesional en el campo de la salud y la educacién, Este tiempo de juégo adulto-nifio al cual me refieto al hablar de los juegos de crianza remite a aquellas actividades que por lo general no cuentan con Ia biisqueda de.un objeti- | (wo explicico, y en muchos casos ni con el aval de las corrien- Tes tedricas imperantes, Vale como ejemplo las recomendacio- nes de John Broadus Watson:? Las madres, cuando besan a sus hijos, los levan- tan y los mecen, los acarician y juegan con ellos sobre sus rodillas, no saben que estan construyendo poca a poco un ser humano absolutamente incapaz de en- eee el mundo en el qite habrd de vivir més Hay una manera sensata de tratar a los nifios Tratindolos como si fueran jévenes adultos... No los estrechéis en vuestros brazos, ni los bestis; no dejéis que se sienten en vuestea falda, Si no tenéis mds reme- dio, besadlos una vex en la frente cuando os den las buenas noches... Es que las madres no pueden apren- 3, John Broadus Watson (1878-1959), riclgo extaounidense Gila ee sce REE Daniel Calmels Generalmente los “gests” cotidianos no son sometidos a preguntas. La intencidn de este trabajo es pensar las acciones familiares que forman parte de un saber intuitivo transmitido dle generacién en generacién, No estén escritos en libros, no forman parte del conocimiento académico; estén inscriptes en el cuerpo, memoria de vinculos pasados, actualizados en la Telacién con el nifio pequefio, en la cual el adulto transfiere tu sabed sobre el jugar corporal y ubican al nifio en situacio- nes preltidicas que seguirin un camino de complejidad ma- yor, hasta transformarse en un acto de jugar 1. Integran al nifo y al adulto en un mismo momento de juego El nifo y el adulto comparten diferentes momentos a lo Jango de la vida. En la mayotia de los casos durante estos mo- menos el carécter asimétrico de Ia relacién est marcado por slaciones de dependencia del nifio y por los cuidados que el ‘adulto debe. prodigarle. Tos cuidados maternales y paternales fueron profunda- mente estudiados y codificados. Se organizaron con cardcter de recomendacidn y prescripcién durante el crecimiento y la tmaduracién del nifio. También el tiempo de juego encuentra tin lugar en la bibliografla médica, psiquidtrica, psicolégica pedagégica, etcétera. Cuando se contempla o se recomienda el juego dual o bi- personal entre el adulto y el niflo, éste frecuentemente tiene ih eardcter prescriptivo: se hace hincapié en los beneficios de le accién estimuladora del adulto hacia el nifio. Estimulado- 2, Para mas inforraci6n sobre el concepto de saber, véase Daniel Calmels, Cuer - spay saber, Buenos Aires, Novedades Edueativas,3* et, 2001 eee Caractests 4 predominances de los juegos de anos 7 ra del desarrollo psicomotor y de aprendizajes diversos. Estos suelen estar formulados como ¢jercicios recomendables para que tealice el pequefio o para hacer en conjunto con él, En es- tos casos, el “hacer” del adulto esté en funcién del aprendiza- je del nifio; su accionar tiene una intencionalidad mds 0 me- nos consciente, un objetivo y una legalidad o aval profesional, Este tipo de actividad (0 ejercicios), que puede tener un cardcter hidico 0 preltidico, no comprende acciones que se in- luirian en lo que llamamos juegos de crianza, Esto no quita que la caracterizacién y el andlisis de los juegos de crianza se constituyan en una valiosa referencia para la creacién de jue- gos o para pensar la intervencién profesional en el campo de la salud y la educacién. Este tiempo de juégo adulto-nifio al cual me refiero al hablar de los jivegos de crianza remite a aquellas actividades que por lo general no cuentan con Ja bésqueda de un objeti- yo explicito, y en muchos casos ni con el av de las cortien- tes teéricas imperantes. Vale como ejemplo las recomendacio- nes de John Broadus Watson:? Las madres, cuando besan a sus hijos, los levan- tan y los mecen, los acarician y juegan con ellos sobre sus rodillas, no saben que estén construyendo poca a poco un ser humano absoluramente incapaz de en- frentarse con el mundo en el qute habré de vivir més carde.. Hay una manera sensata de tratar a los nifios, Tratdndolos como si fueran jévenes adultos... No los estrechéis en vuestros brazos, ni los beséis; no dejéis que se sienten en yuestra falda. Si no tenéis mas reme- dio, besadlos una vez en Ia frente cuando os den las buenas noches... Es que las madres no pueden apren- 3, John Broadus Waton (1878-1959), pislog exadouniden eae aT Daniel Calnels det, en todas sus relaciones con el hijo, a sustituir por una palabra amable, por una sonrisa, los besos y los abrazos, los arrumacos y los mimos?* Esta manera “insensata’ de tratar a los nifios, tal cual ad- jetiva Watson, se basa en un accionar determinado: besa, le- vantar, mecet, acaticias, jugar sobre las rodillas, sentar sobre las faldas, abrazar, mimar, Watson considera perjudiciales es- tas formas de contacto. corporal, Nos advierte que fomentan tuna personalidad “incapaz de enfrentarse con el mundo”. Ge- neraciones de ciudadanos estadounidenses se educaron bajo estas concepciones, ‘Watson propone que a los nifios se los trate como a venes adultos”. Sus indicaciones a las madres se sostienen en. tres claves: la prohibicién del contacto, la prohibicién del jue- go y el borramiento o dilucién de la asimetrfa adulto-nifio, en tanto considera a los nifios como “adultos jévene Los juegos de crianza se orientan en una direccién contra- ria: resaltan la asimetrfa adulto-nifio, lo cual marca diferen- cias entre ambos. En un doble movimiento, se discriminan como personas en trdnsitos diferentes que se retinen en el juc gar, en un espacio y tiempo en comtin. Integrar al nifio y al adulro en un mismo momento de juego implica plantear la problematica del juego bipersonal, desde dos lugares: 4}, Wasson, cad por Desmond Mort, Comporaiemt insimo, Barston Para y Janes 1984 oncrpcién bipesonal puede se ampli igen aa indus de vitesse, de una o lego ala cana, fers, muse). wtovcaln muta bead a cofigurcin gupal los ac de erianan como lo “lealaroy cae bo, van posta lacs To juegos colecvs. Se cence uprimersnstancs generat, ya ema, avid el ceciie aaa lee jugs crporas queen y el aolscene rela icon pal: dmanos qu eden lor jogo de ean augue contin Temas depen ens ge. Carsctetsicas pedominantes de los juegos deerianaa 9 1) No se trata del juego unipersonal, del jugar solo, sino del \Uugar_con otro, que esta presente corporalmente en la ac- _tividad Nidica. No se trata sdlo de un sujeto activo sino interactivo. 2) Esta otra persona marca un punto de simetrfa: persona- persona. Al decir “bipersonal” nos referimos a la condi- cidn de simetria que funciona cdmo fondo de una figura esencial: la relacién adulto-nifio, relacién de necesaria netrfa, La mayorfa de la bibliografia sobre el juego y el jugar se cocupa del juego del nifio o del juego del adulto vistos por se- parado, El adulto tiende a adjudicar las funciones hidicas al nifio y a estudiarlas sin su presencia fisca en el acto de jugar. 2. Son actividades lidicas preltidicas que se comparten durante la crianza Serfa muy dificil delimitar temporalmente lo que llama- mos crianza. Es un término de uso relatiyo en el lenguaje cientifico. Se registra a fines del siglo x1 con la acepcién de “nutrir a un nifio oa un animal” o luego como “instruir, edu- cat”. Proviene del latin creare; creat, producir de la nada, en- gendrar, procrear. En portugués, el término significa nifio.® Desde estas fuentes podemos delimitar el tiempo en que el nifio es engendrado, alimentado, educado, en el cual la pre- sencia y el accionar del adulto son imprescindibles. A este pe- iodo lo llamaremos crianza en el intento de establecer cules son las acciones que el adulto y el nifio comparten y que se constituyen como juego. 6. En la Edad Media, derivado de “crise, se hace corrente el eérmino “creat” eal tambign el céemino “eriavura” 2 Y La figura del jugar adulto-nifio se configura entonces en ‘un fondo donde los adultos se a satisfaciendo necesi fsicas del nifio (crianza) arenes el adulto wee aun nifio de pocos meses, a ve- ces acompatiando ritmo del movimiento con un canto, un fin utlitatio (dotmi, calmar, etc.), podrfamos adjudicar! tina funeién lia, pero diffcilmente la misma calificacién cabria para el nifio, que transita un perfodo de no mer diferenciacién entre su cuerpo y el cuerpo de su madre. Po: Jo tanto el término “compartir” no se refiere espctiamente 4 que realizan una misma acci6n Kidicas no estin ambos in ertos en el jugar de la misma manera o, por Jo menos, no i ria. edad el comienzo de una funcién lidica no es un planteo fic dle sostener, salvo que se lo naturalice y entonces el jugar tenga tina etiologia bioldgica y consticuya un mandato genético Por ex lado, las teorlas psicogenéticas y psicoanaliticas ros juguetes”, ivierte con el ‘que los tolera 0 $€ c Jagat del nifioy- Dos posiciones diferentes caracterizan el juego: tr una partele Io considera una adquisicidn bioTégica, inva” 5 ‘Vimundo animal es la referencia mas lj it fenémeno ruye en un fen Frecuence, y po la ott jugar se consituye en un fer > producto del vineulo corporal, una praxis muy particular En [a accién de mecer ala que aludT anterior +e . aes oy clasi- fio no posee un juguete, ni juega. Tampoco la po os oe i eel fiear como un juego funcional, puesto que no es el propio nifio quien gufa el movimiento ni realiza aparentemente guna praxia particular, Fiantey natural, en Ta 7. Véase §,Leboviel y Re Diatkine, Sigua cin del ago em en, Base nos Aires, Proteo, 1969. / Vea H, Wallon, Ea eolcin pricliice deli, Buenos Aires Prius 1974 Care cas predominances dels juegos de cians an La observaci6n directa de estos nifios que son mecidos en situaciones no calmantes nos da muestras de la experimenta- cidn de placer y de alegrfa, més atin cuando los gestos del adul- to, en forma pro g resiva son levemente exagerados y el vaivén se acentiia. Desde la posicién de sostén el adulto produce, a ve- ces, un movimiento circular o un alejamiento pronunciado de su cuerpo, que generan reacciones de jibilo en el nifio, Desde este punto de vista, lo compartido es el placer ex- perimentado por el adulto y el nifio en una accién sin fines utilitarios. El placer del primero esté en relacién con el placer del segundo (dedicaremos un apartado a las desviaciones de estos juegos, el “falso juego”). Ambos comparten algunas acciones, porque se trata de un placer sensorial compartido. A pesar de ello, el eje de.esta investigacién pasa mds por la persona del adulto que juega. Tanto en el mecer y en el girar, acciones propias de los 3 de sostén, como en Tos de ocultamiento y persecucion, €l leo participa de Ta accion que él mismo genera, se implica Corporalmente. Al hacer girar al nifio gira él tambign, accion que no suele realizar sin la presencia del nifio en brazos, pues silo hiciera seria mal visto por los demés, qi juzgarian este acto como desprovisto de sentido, Podré girar al bailar, o me- cerse en una mecedora, pero no sin un objeto o una forma re- conocida socialmente. Asi también en los inicios del juego de ocultamiento, cuando el rostro del nifio desaparece frente a la vista del adul- t0, no sdlo el nifio pierde de vista al adulto sino que el adul- xo suspende la visualizacién del nifio (juego de la sabanita).? Si bien este primer juego no genera ansiedad en el adulto, al avanzat el tiempo de desarrollo mds de una madre, ante la de- ‘mora prolongada del nifio que permanece escondido y no se hace ver, siente cierta inquiecud e incomodidad. ju 9. Véase Arminda Aberascury, El mio y sus juegos, Buenos Aires, ds, 1968. | » Daniel Calmels En este sentido el adulto juega a introducir al nifio en su juego, y no se pregunta si el nifio juega. El adulto juega por ly con él, y al mismo tiempo supone que el nifio juega. Lo hace hablar, le genera preguntas que él mismo contesta, mientras vigila que el placer que el nifio muestra se conserve 1 se incremente. Es el nifio el “juguete” del adulto, el jugue- te més deseado, el suefio de Gepetto. 3. Ocurren en los primeros afios de vida y son esencialmente juegos corporales Juegos de crianza son aquellos donde los objetos tienen una presencia escasa 0, si los hay, pueden ser sustituidos por otros objetos o por el cuerpo sin que varie la esencia de! ju- gar. Por ejemplo, en las primeras acciones de ocultamiento reemplazar la tela de la sabanita por cualquier otro objeto que interrumpa la visualizacién del otro. Decir que son juegos cor - rales implica la presencia del cuerpo y de sus manifestacio- ines, como Tos gestos, [a mirada, Ta vor, el contacto, Ta actitud postural, erceeera. Desde un punto de vista evolutivo, los juegos de crianza es- (Goulet pate de Ta mowiedad rea a Ta motredad Fun- ional y de la actividad funcional al comportamiento lidico. Tas adquisiciones motrices mds importantes tienen su prictica anticipada en los brazos del adulto. El camino de lo motriz a lo instrumental se va gestando con la presencia del cuerpo del adulto que acompafia y estimula la maduracién y el desarrollo del nifo al mismo tiempo que lo introduce en situaciones de ficcién, le otorga roles, le asigna personajes: Ficcionalmente lo amenaza, lo persigue, lo devora, lo eleva en elaire haciéndolo “volar” y lo hace “caminat’ cuando atin no gatea. ‘Segiin Manuel Péren Sanchez z: “El incentivo para el mo- \ CCaracteriaticr predominates de a juegos de cianea 23 vimiento, en cualquier etapa ign desarrollo del nifo, eseé ee] terminado por au deen de dirgise hacia la madee™” El mo. wimiento geneado en una tlaeén Corporal toma sentido - mo acciones y actos insertos en usa cultura. El cuerpo del adulto es el primer cuerpo que el nifio re- conoce como ajeno y al mismo tiempo diferente entre otros Es notable que todos estén més o menos de acuerdo en considerar que el nific reconoce a su ma- dre desde la edad de tres semanas aproximadamente; los movimientos voluntarios se observan més tarde." Podrfamos decir que este reconocimiento es mucho més precoz atin, y que no puede compararse al recoriocimiento predominantemente visual que hace un eje de dominio en la vida del nifio grande o en la vida adulta. El nifio pequefio, ms que conocer, sabe"? sobre el cuerpo de su madre, y ese sa- ber esté edificado en experiencias sensibles que identifican un ritmo, un aroma, un sabor, un sonido, la textura de Ia pic, cierto juego de tensiones y distensiones, etcétera. ‘Algunos de estos juegos cuerpo a cuerpo van preludian- do la aparicién de los movimientos intencionados, Algunas acciones espontdneas, no dirigidas voluntariamente por el ni- fio, son rescatadas por el adulto, quien les otorga un sentido, como puede verse cuando el nifio toma la sabanita de su cu- 1a (bajo el mecanismo del reflejo de prensién) y la coloca so- bre su cara, dando pie al juego del cuco, iniciador de una se- rie de juegos de ocultamiento. En otras acciones el cuerpo del nifio es conducido a un 10. M. Pérez Sinchee, Obsernacién de bebés, Barcelona, Paidés, 1981 11, Mautice Bénasy,citado por S. Lebo. ‘iy R. Diatkine, ob. cit. 12. Para mas informacién sobre los conceptos de conocimiento y saber, véase D. Calels, Cuerpo y saber m4 salto figurado, 0 alejado del cuerpo del adulto que simula per- seguirlo, agarrarlo, excétera. Caracterizarlos como juegos corporales no implica la au- sencia de sonidos o palabras, la vozes el elemento corporal del lenguaje verbalizado. En muchos casos los sonidos o las pala- bras emitidos por los adultos son sefiales que dan apertura al juego 0 acompafian los movimientos. Algunas de ellas pue- den ser: “que te agarro", “que te como”, “cuco” 0 “cu-ct”, “acd esta” 0 “acatd”, excétera. los como “grtr”, cuando se personifica a un ani- ‘mal; “tiki tiki”, et de la hormiguita encarnada por la mano; canciones como el “atrorré mi nene”, que acompafian el me- cimiento, etcétera. Los sonidos y las palabras que emiten los adultos, como. en todo juego ritualizado, no tienen variaciones significativas ni se reemplazan. Si bien son diferentes en cada grupo fami- liar, la persona que juega mantiene un esquema bdsico en su ejecucién. Esta repeticién le permite al nifio reconocer anti- cipadamente cual es el juego que se va a desarrollas. Si bien a la accién de jugar la apreciamos generalmente alejada del cuerpo del adulto, en su génesis estd cercana a él. El jugar es un hacer que siempre involucra al cuerpo, por ello en los juegos de crianza este hacer involucra como minimo dos cuerpos, praxias de manipulacién, de contactos, de apoyos y sostenes. La indisctiminacién primaria del cuer- po del nifio favo rece que la gestualidad del adulto se prolon- gue en él. En ocasiones el lenguaje verbal confirma la posesién o la pertenencia del cuerpo del otro. El adulto ¢jerce un lenguaje de apropiacién de los cuerpos: “mi gordito”, “mi bebé”, Tam- bign se hace presente una jerga de devoracién: “te como"; 0 de dominacién: o de expulsién del cuerpo del ni- fio: “te tiro”, “te hago volar”, etcétera. 2 El jugar se construye cercano al cuerpo, La génesis del jugar esti en Ta accidn que se transforma en acto, en el mo- ee Cars eas predonninantes de lor juegos de cianaa ca vimiento que se transforma en gesto, en la pisada que deja: huella. earl El juego corporal no sélo es “juego de cuerpos” sino y principalmente “cuerpos en juego” 4, Se transmiten generacionalmente Si preguntéramos a los padres quién les ha ensefiado a ejercer estos rudiments ltidicos corporales, dificilmente en- contremos una respuesta que diera cuenta de una persona, un momento o una préctica, que no se remontara a imagenes de su propia crianza o de otras allegadas. Es probable que ningu- no de los consultantes tomara como referencia un libro en particular o una recomendacién profesional. ‘A veces son los abuelos o alguna persona mds experimen- tada que introduce una relacién lidica con el nifio, y ella es tomada después por los padres. Si bien las formas de los juegos son similares, los nom- bres difieren entre distintos grupos culturales y paises. Por cjemplo, el acto de llevar al nifio sobre los hombros tiene dis- tintos nombres: babucha, caballito, cococho, etcétera, Los juegos de crianza tienen un caracter familiar, es lo que transcurre durante la vida cotidiana sin llamar la atencién. Son aprendizajes de los cuales se tiene un saber, aunque no siempre un conocimiento. ‘Transmitidos de padres a hijos, forman parte de un lega- do familiar que no es sometido a interrogantes.” La memo- ria colectiva mantiene de generacién en generacién la presen- in puede ser una desw hay una fill en la relacién \idica que leva a situaciones de falsa juego, lo cual a veces implica un suftimien- to para el nif, Sabre el flso juego, véase el punto 5 de la Tercera Parte ——— 6 Daniel Clmels cia de estos juegos, iniciados en los brazos del adulto que sos- tiene, o en cercania corporal con él. Memoria que se evoca en la gestualidad espontanea, en el contacto, en las acciones. Dice Didier Anzieu: “Para el nifio, el mito o el cuento, especies de fantasias diurnas colectivas, sirven de modelo pa- ra claborar su vida fantasmética consciente, es decis, sus fan- tastas despiertas”.'* Cabria agregar, al mito y al cuento, el jue- g0 de los nifios y entre ellos los juegos corporales que se de- sarrollan durante la crianza. Para el nifio, primero estd el juego, dramatica de la ac- cin, que el adulto introduce sabiendo de los mitos y los cuentos. Los juegos de crianza, como dice Henri Wallon con rela- cién a las emociones, articulan lo individual con lo social Forman parte de una matriz hidica colectiva. Los juegos corporales (que devienen de estos pritineros jue- g08 adulto-nifio) recran una y otra ver los viejos temas, al mar- gen de la investigacién cienuifica o el pensamiento elaborado. De adulto a nifio en un sistema de postas, un antiguo tes- timonio se pasa de mano en mano. En él estan en esencia los rudimentos necesarios que requiere el nifio para elaborar y controlar los.temores bésicos que nos presenta la vida. 5. Fueron creados a partir de un encuentro ues euestion entonces de que el adulto acuda a la cita al mismo tiempo. Sara Pafn, La génesis del inconsciente Encuentro de cuerpos que no necesitan citarse formal- mente para poder jugar. 14, Didier Anticu, El grupo y el inconsciente, Madsid, Biblioteca Nueva, 1978. CCarscteiicas predominantes de os juegos de cianaa 2 El adulto esta un tiempo prolongado con el nifio o jun- to al nifio. Si bien esta presencia es imprescindible para el ni- fio, la del nifio también es necesaria para el adulto; “dan ga- nas de verlo”, aun cuando est durmiendo. A su vez el nifio se ocupa de demandar la presencia del adulto més alld de su necesidad alimentaria. Dice Daniel Stern: Cuando un niffo deja de mirar a la madre y vuel- ve parcialmente la cara (por ejemplo, en cuarenta y cinco grados), pero levanta la cabeza y la cara, ello es considerado por lo general por la madre como un ac- to de lamada."* Durante ese “estar juntos” hay momentos donde no hay tarea aparente para el adulto, y una actividad particular co- mienza a surgir con cierta espontaneidad. El juego aparece por una necesidad de comunicarse con el nifio, a partir del gesto, del movimiento y de sonidos o pa- labras que se repiten como iniciadores 0 enriquecedores del jugar. La pequefiex del nifio conmueve al adulto, tiene su mis- ma forma pero no mantiene las proporciones que tiene el cuerpo del adulto, En ellos se agrandan las diferencias entre los cédigos de comunicacidn y expresién. El adulto, produc- to de la cultura, tiene un refinado instrumento que es el len- guaje verbal, ha apostado todo en ello, y la presencia del ni- fio lo ubica como un extranjero balbuceante, que dice mds a pattic de sefias y sonidos que a través del lenguaje verbal. Am- bos tienen un pasado en comin en la gestacién y la crianza. El adulto carece de memoria objetiva, de memoria volun- tariamente recordada; sus primeros afios son experiencias le- janas y borradas de la conciencia. 15, Daniel Stern, La primera relacién madre-hijo, Madeid, Morata, 1983. } 28 Daniel Calmels La comunicacién se monta en una jerga de gestos, mimi- cay movimientos. El nifio pequefio es un evocador de sus.an- Encuentro como accidn de enttontrar (algo) y como ac- n de encontrarse (uno). Encontrar algo de uno en el otro, encontrarse pata encontrar, lenguaje del cuerpo, rudimentos del verbo en el gesto. El adulto junto al nifio pone en accién dos fenémenos basicos: el contacto y el juego corporal. En la vida adulta, a di- ferencia de la vida del nifio, ambos estén estrictamente limi- tados y ordenados. Una economia del contacto y del juego corporal prevalece en las sociedades desarrolladas. La “moral dé Te separactén de Tos cuerpos” y el “sentido utilitario” alta- mente tecnificado que debe tener el movimiento del adulto, los aleja de las acciones sin sentido utilitario, sin finalidad aparente; acciones que no dejan un producto terminado. Am- bas acciones, el contacto y el juego corporal, cuando tienen tun reconocimiento positivo del adulto, es dentro de un tra- bajo profesional: docente, terapeuta, investigador, etcétera. En cuanto al jugar, dice Sigmund Freud con referencia al adulto: “Este sabe que de él se espera ya que no juegue ni fan- tasee, sino que obre en el mundo real”."° El nifio aparece ava- lando y motivando el desco htidico al adulto, dando permiso ara que el jugar tenga un lugar. Caer corporal, éte se halla controlado, dosificado, preso de convenciones sociales. Fuera de las accio- nes de crianza el contacto corporal intenso esté destinado a tres actos diferentes: 1) relaciones muy intimas con carga erd- tica y componentes genitales; 2) en forma de continencia ha- cia la persona doliente, presa de una situacién de angust 3) frente a los festejos y acontecimientos importantes. 16, Sigmund Freud, “El poeta y los suefios diurnos", en Obras completa, Freud to - tal, 1.0 (wersén electeénica). iss predominants de los juegos de cranes 29 Los cuerpos adultos estén intermediados por objetos, es- pacios y palabras. El contacto debe estar dispuesto en una “ta- rea” reconocida socialmente, a la cual se le pueda aplicar un nombre y ubicar en un lugar y en un tiempo. En ese orden se encuentra el masaje, algunas danzas, diversas formas de lucha, etcétera, . La danza es una de las formas culturales que permite que los hombres se muevan y se abracen, y las altas emociones co- lectivas ~como en el caso del fitbol~ nos muestran cotidiana- mente el encuentro de los cuerpos en el furioso abrazo des- pues de cada gol. El fiitbol esta dentro de las llamadas “pasién de multitudes” y en sus tiempos remotos, cuando no consti- tufa un deporte profesional, reglado y pautado en todas sus acciones, jugar a la pelota era un juego corporal (véase “Jue- gos de petsecucién’), Cuando las personas se emocionan el propio cuerpo se conmociona y el cuerpo del otro se hace imprescindible. La resolucién emocional requiere de un contacto de cuerpo que no se agota en Ia punta de los dedos. En el nifio pequefio las relaciones incluyen el contacto: acompafiar al otro es darle la mano, llamar a otto es agartar- lo, acercarse es contactar. Frente al nifio pequefio el adulco re- curre a cédigos similares; al bebé no alcanza con mirarlo, lo pide en brazos: “;Me lo prestis?”, o “damelo un poquito”, son demandas cotidianas. Al nifio pequefo se lo piensa con un adulto, “en un adulto”, principalmente en una mujer. En la mayoria de las obras de arte donde tienen presencia nifios pequefios, también hay adultos. Cuanto més pequefio es el nifio se lo representa més cercano corporalmente al adulto El afecto hacia un nifio casi siempre implica un contac- to, En un sentido amplio, no sélo se toca con la piel; también la mirada toca. Al nifio se lo mira con una intensidad despre- juiciada que comienza a tener variaciones en la medida en que se acerca a la pubertad. Al nifio se lo puede mirar “de arri- ba abajo”. Pero, asi como el contacto es necesario para la vi- 30 Daniel Calmels da del nifio, el permiso de mirar todd ~como el de tocar to- do-, legalizado en el adulto, no siempre es practicado con el respeto necesario. El rechazo que algunos nifios tienen hacia determinados adultos denuncia una préctica invasiva del con- tacto y Ia mirada. Al nifio se lo puede tocar con la mirada porque el nifio con Ia mirada toca. Cuando no quiere mirar, por inhibicién 0 por vergiienza, se tapa los ojos con las manos o desvia en forma clara su cabeza hacia otro lado. Dice Daniel Stern: “Las «reglas» culeurales adultas, que te gulan cémo las personas se miran unas a otras en una interac- cién social, no son vilidas cuando consideramos cbmo las ma- ” El aduleo sdlo reserva la pro- fundidad de la mirada para personas muy intimas y el rechazo de otra mirada es controlado con la desviacién de los ojos. Es comtin que los adultos no se inhiban de tocarle la ca- beza aun nifio (como gesto minimo) ni de separarlo corpo- ralmente de un lugar que implique peligro o inoportunidad. La expresin del limite y de la prohibicién, ast como de las emociones y los afectos, es corporal, por lo menos en una pri- mera instancia. Luego la mirada —reguladora, cémplice, en- juiciadora, provocativa, complaciente, enceguecida, encoleri- zada, invasiva, deslumbrada— reemplaza al contacto. En el juego corporal el adulto encuentra el pretexto para correr, luchar, girar, salt bacidn social necesaria. Digamos més: varios de estos “perm 505", ejecutados con la aceptacién y el acuerdo del nifio, cons- tituyen uno de los puntales del buen padre. 17D. Stern, ob. cit. (Caraceritics predominants de los juegos de crznaa 3 Freud plantea: “El individuo en crecimiento cesa de ju- gars renuncia aparentemente al placer que extraia del juego. Pero quienes conocen la vida animica del hombre saben muy bien que nada le es tan dificil como la renuncia a un placer que ha saboreado una vez”. Propone un mecanismo de susti- tucién por el cual el adulto “en lugar de jugar, fantasea. Ha- ce castillos en el aire; crea aquello que denominamos ensue- fios o suefios diurnos”.'* Si bien este mecanismo es innegable, hay en muchos adultos una continuacién del juego, sosteni- da en la relacién con los nifios, El adulto necesita jugar con el nifio. Si las condiciones sociales lo permitieran, este fenémeno del juego corporal en- tre el adulto y el nifio serviria para consolidar el vinculo y nu- tirfa a ambos de sensaciones agradables y experiencias creat vas. Las instituciones que refuerzan y estimulan el jugar del 6. Para que se constituyan como juego es necesario tun acuerdo El acuerdo que permite que el juego se constituya como tal es de cardcter ténico-emocional. Para pensar el concepto de didlogo ténico es importante acudir a las palabras de quien acufié esta nocién. Dice Julidn de Ajuriaguerra: Lo que yo llamo dislogo ténico es bastante con- creto, Esta nocién corresponde al proceso de asimila- cidn, y sobre todo de acomodacién, entre el cuerpo 18, 8, Freud, ob ce. 2 de la madre y el cuerpo del nifio; el nifo sostenido por la madre se interesa muy precozmente en un in- tercambio permanente con las posturas maternales; con su movilidad, busca su confort en los brazos que le mantienen, Mancener io significa estado fijo de mantenimiento, sino acomodacién reé{proca. El nifio puede cambiar de postura para encontrar una sensa~ Gién de bienestar, 0 para encontrar formas de regula cidn de la proximidad y de la distancia (C. Widmer, 1981) 0 aun para expresar cualquier cos ‘Ahora bien, en los juegos de crianza el “didlogo ténico” se despliega, se intensifica, se complica. Esta acomodaciOn re- praca tiene que realizarse en una cadena de movimientos en cl espacio-tiempo. Los cuerpos del adulto y del nif estén su- jetos a ritmos sobre los cuales debe gestarse un acuerdo, Mas allé de la posibilidad de un acuerdo técnico, guiado por la vo- Juntad o fa destreza adquirida, esté el deseo y Ia necesidad de entrar en acuerdo. Fundamentalmente en el tono muscular, sede y vehiculo orginico de las emociones, reside la materia- lidad del acuerdo. A su vez, el tono y la actitud operan cuali- ficando el movimiento y la gestualidad. Si las propuestas lidicas del adulto son refractarias en el nifio, la accién lidica por entero estd arruinada. En estos ca- 508, 0 se desiste o se entra en un falso juego, 0 en una disputa que tienda a darle primacia a las necesidades de cada uno de os miembros sin considerar las del otro.” iin de Ajuriaguerra, “Organizacidn neuropsicolégica de algunas funci : de los movimientos espontiness al didlogo ténico postural y 2 las formas pprewoces de comunicacién”, Pricomorrcidad. Revisea de Estudios y Experiencias N° 23, 1986. 20, En un fendmeno adulto como la relacién sexual, dela cual nadie negaria la presencia el acuerdo tGnica y los riemas de tensién-distensi6n, més la Sutileza de los gests que de ellos devienen, estin condicionados por un acuerdo ica reciprocidad de necesidades y deseos. Cancers os de cama 33 El acuerdo ténico-emocional implica reciprocidad y aco- modacién mutua. No debe confundirse el acuerdo con la to- lerancia ni con el sometimiento de.uno hacia otro. Podemos diferenciar consentir de acordar. Se consiente un hecho que itremediablemente ocurte sin poder ejercer una resistencia ac- tiva para impedirlo; el nitio consiente cuando se ve implicado en una relacién que no acordé ni propuso y que esta suce- diendo de tal forma que su inicio lo sorprendié y no le dio tiempo para aceptar o rechazar. A veces consiente para agra- das, pues no tolera el conflicto que genera la oposicién al de- seo del adulto Si el jugar no deviene de concersar con el otro, aparece el desconcierto, En el jugar el acuerdo es indispensable, pues se acuerdan deseos, necesidades, y éstas descansan en el cuerpo hasta que el proceso vincular las pone en funcionamiento. A su ver. el otro no es prescindible, pues no hay necesidad, ni deseo, que no tenga referencia a un otro. Si el nifio no esta dispuesto al acto de jugar puede tran- sitar por distintas posiciones: rechazo franco (en el mejor de los casos), tolerancia 0 sometimiento. De ahi que los juegos de crianza cuentan con un alto valor de didlogo y aprendizaje, pero su intento de gestacién puede tropezar con desacuerdos que tifian de sadismo la insistencia del adulto, llegando al for- zamiento y al aucoritarismo. Es lamentable ver a un nilio to- lerando y sometiéndose a maniobras corporales, “lactantes que agachaban Ia cabeza tras haber cedido en su resistencia contra una estil yt ulacién excesiva’ EI nifio pequefio es movido mas de lo que se mueve (se~ rfa més correcto hablar de desplazamientos en el espacio), y en este acto asimétrico el acuerdo toma caracteristicas diferen- tes a otros, en los cuales las posibilidades de las personas son similares. 21. D. Stern, ob. ct, Py Daniel Calmels ‘Tampoco debe confundirse la limitacién que el nifio de brazostiene para moverse con autonomia en el espacio con la pasividad. Una de las puestas del cuerpo més complejas y su- s es la de la actitud postural que realza el aspecto t6nico, aunque socialmente reconozamos y valoremos més el mov i- miento y el desplazamiento (el aspecto clénico), facil de vi lizar y de encontrarle un sentido y una utilidad, La espera” en muchas ocasiones est marcada por una actividad ténica de gran intensidad, asi como en la demora la suspensién de la ac- cidn en sf constituye un acto. 7. No son programados de antemano, ni hay una destacada explicacién verbal que anteceda la accién kidica Decta en pérrafos anteriores: encuentro de cuerpos que no se citan para jugar, en el sentido de que formalmente no se programa un tiempo y un espacio para la accién de jugat. Las recomendaciones dadas o “recetadas” por los profe- sionales para que el padre o la madce jucguen con el nifio al- gunas veces al dfa, si no coinciden con la necesidad de jugar, son dificiles de llevar a cabo, o en el mejor de los casos dan lugar a situaciones de fao juego. Sihay una accién a la cual no es po: le obligar a alguien es.a jugar. Y mis atin, todo lo que se haga en forma compul- “iva o forzada por un mandato para que esta accién aparezca, tiende a impedit que el jugar se concrete como tal. También es cierto que el juego espontdneo no surge stibi- tamente, no aparece de la nada. Si no se cuenta con Ia nece- 22, "Buscar", un poema de Alejandra Pizarnik, nos hace pensar al rspecto: “No 2s wn verbo sina un vitign, No indica accién, No quiere decir ir al encuentro de al ~ ‘gion sino yacer porgue alguien no viene”. Caracteriticas predomi de canes 35 sidad 0 el deseo de estar con el nifio, de tenerlo en brazos, de mirarlo, es dificil que el juego corporal aparezca. - La disponibilidad bidica y la capacidad de sorprenderseS no son cualidades que estan de por sf; necesitan de un apren-S dizaje, de una vivencia y de un ejercicio donde el placer ten-§ ga.un lugar preponderante. En los juegos de crianza, el adulto no da demasiadas ex- plicaciones verbales de fo que se va a hacer, en cambio se ob- ue se Beaks) servan “acciones preparatorias” al jugar que constituyen Uf lenguaje gestual que le brinda al nifio indicios de lo que se va adesarollan Si el adulto toma al nifio de su tronco y lo eleva lenta- mente por encima de su cabeza es sefial de que algo diferen- te de un tener en brazos (de sentido utilitario) se va a dar; lo mismo si comienza un movimiento que sugiera un giro. Pero resultaria extrafio si previo a esto se le dijera verbalmente al nifio cudles son las acciones que se pondrfan en juego. En la mayoria de los casos el contacto de la mirada asegura un pri- mer acuerdo que serd revalidado paso a paso en cada movi- miento. En la observacién de estos juegos es muy frecueite que las “acciones preparatorias” tengan una presencia y que los ni- fos reciban estos mensajes como anticipatorios del jugar, mensajes gestuales y verbalizaciones minimas que se dirigen claramente al nifio. El rechazo a las manipulaciones de sor- presa 0 a las acciones sin previo aviso es una forma de respues- ta del nifio, aunque después éste cambie su acticud. Daniel Stern le otorga a la comunicacién visual un lugar preponderante: “Los periodos de juego se inician imariable mente mitdndose a los ojos madre e hijo. Se produce, por tanto, un momento de mirada mutua’, que en los instances Pp tevios al juego lo consideramos una accién preparatoria. Junto con las miradas, las “acciones preparatorias” (situa- les de iniciacién) del jugar se caracterizan por micromovi- mientos, gestos provocativos, variaciones de! tono muscular. Calms 36 Dani Ellos buscan el acuerdo del otro y en muchos de estos gestos reside potencialmente el desarrollo de la accién posterior. En el propio desenlace del juego, los gestos se amplian, los mi- cromovimientos buscan amplitud y este incremento es digno de gozo por parte del nif. "Antes del afio el nifio ya ha aprendido cémo disponerse a pedir que jueguen con al, a partir de su postura y actitud y de algiin silabeo particular. Para Daniel Stern, en los prime- ros seis meses de vida “el bebé aprender cémo invitar a su madre a jugas, iniciando una interaccién con ell: Las primeras acciones son iniciativas de los adultos, es él quien propone, introduce y organiza las acciones lidicas cor- porales. Lo gufa su propia historia, desempolva uno a uno los gestos mds antiguos, arqueologia del cuerpo que hace luz an- te el “nifio de brazos”, luz iniciada por una chispa gestual, mi- mica, actitudinal, que en muchas ocasiones genera el nifio. 8. Son vitales en la organizacién de un estilo psicomotor Extilo es un término cutioso; proviene de “estilete”, obje- to punzante que se usaba para escribir, tallando sobre una ta- blilla de cera o una plaqueta de arcilla. La forma correcta de tallar era un “buen estilo”. Las caligrafias individuales, si bien surgen de un mismo modelo, mantienen una diferencia que permite reconocer Ia letra de una persona, alejandose, des- viéndose de la norma caligréfica. El estilo psicomotor implica una forma peculiar de mani- festarse corporalmente, todo aquello que hace que reconozca- mos a una persona en su voz, en su ritmo, en sus expresiones faciales, en su acticud postural, en sus gestos expresivos, Ast como en la eleccidn y el rechazo de sabores y aromas, en st letra, en sus praxias, en su forma de contactar visualmente con el otro, de sonreit, de reir, en su modalidad de comar los los juegos de rien fa objetos, y también por supuesto en la actividad hidica que eli- ge y en su forma de jugar. Pero los rasgos que van a configurar el estilo psicomotor de una persona no dependen tinicamente de sus aptitudes sino de sus ineptinudes; no se configuran solamente por las condi- ciones ni por las ventajas que un cuetpo tiene con relcign a otro sino por las carencias, por sus impericias y sus torpezas, O sea que una limitacién puede engendrar un estilo, marca de identidad que me diferencia del otro, que me muestra tini- co y original. Las ideologias ortopédicas, que intentan homogeneizar los cuerpos y los gestos borrando los estilos, parten de un mo- delo al cual hay que adscribir de una forma mimética, anu- lando una gama de modalidades y manifestaciones corpora- les, La identidad es enemiga de lo idéntico. Los juegos de crianza en edades muy tempranas marcan\ un estilo que se hard evidente en el juego corporal donde el “| fio encuentra una forma de manifestarse en su peculiaridad, aun en juegos comunes y reglamentados. 23. Para Georges Braque, “los medias limitados engendran formas nuevas, invi- tannic, cea eto ciado por Grande mao del Mai,

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