Curioso era un angelito rechoncho que siempre quería
saberlo todo. Preguntaba continuamente a Dios todo aquello
que se le ocurría. Preguntaba incluso cuando todos dormían, él solo quería aprender y aprender lo máximo posible, para ir muy preparado a la tierra. Quería ser el mejor de todos, y que Dios se sintiese orgulloso de él. Pero un día Dios quiso saber qué le impacientaba a Curioso. Fue entonces cuando Curioso confesó a Dios todo su miedo a no saber comportarse correctamente, a no encontrar su sitio y perderse en un mundo tan grande.