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Castel se desespera por volver a ver a la mujer y elabora en su mente mil formas de
encontrarla. Tienen una primera conversación entorpecida, en la que María le confiesa a
Juan Pablo que recuerda su cuadro constantemente, pero después huye. Al día siguiente,
Castel descubre que María está casada con el señor Allende, un hombre ciego. María se va
a una estancia en el campo del primo de Allende, Hunter, un hombre que Juan Pablo
conoce y desprecia.
Él empieza a pensar que María y Hunter son amantes. Cuando María vuelve de la estancia,
se empiezan a ver con frecuencia. Castel nos muestra cómo se deja llevar por sus
razonamientos sombríos y cómo le demanda a María muestras de su amor. En una de sus
frecuentes discusiones, Juan Pablo acusa a María de estar engañando a un hombre ciego.
María se va de nuevo al campo y Castel vuelve a mandarle cartas. María entonces lo invita
a la estancia. También tiene un momento a solas con María en un acantilado. En este
lugar, María empieza a abrirse a Castel, le cuenta muchas cosas personales.
Pero Juan Pablo está ensimismado y no la oye, piensa en tirarse al mar y arrastrar a María
con él. Castel se va de la estancia a la madrugada del día siguiente sin avisar, convencido
de que María y Hunter tienen un amorío, aunque no tiene pruebas para demostrarlo. Cree
ver en esta mujer una expresión que había visto en María, lo que lo lleva a deducir que
María fingió placer cuando se acostó con él, al igual que la prostituta. María vuelve de la
estancia y queda en verse con Juan Pablo en la plaza de la Recoleta, pero nunca llega.
Castel llama a la casa de Allende y descubre que María ha regresado a la estancia, porque
Hunter estaba enfermo. Después de ver que la luz se prende en el cuarto de María, trepa
hasta la planta alta y entra en su habitación. María le pregunta qué va a hacer y Juan
Pablo le contesta que la tiene que matar, porque ella lo dejó solo. De regreso en Buenos
Aires, se encuentra con Allende en para decirle que María era amante de él y de Hunter,
pero que ahora no podrá engañar a nadie más.