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Una mirada compartida

penetrante y sostenida

todo lo dice desde el comienzo;

En la pista suena un D’Arienzo

y el bailarín disfruta, extasiado,

de ese compás tan ensayado

mientras espera a su pareja.

Ella, esquiva, levanta una ceja

desafiando la propuesta del varón.

Él, guapo, no se come el garrón

y se acerca a tomarle la mano

para que la música no suene en vano.

Llega el primer cero, el original;

el bandoneón ejecuta un solo genial

y se largan a bailar.

se deslizan por la pista al compás

entre giros, sacadas y ochos por detrás

una íntima relación se va creando.

Al principio ella se deja llevar, disfrutando

disfrutando de la destreza del bailarín

y de los tonos del melodioso violín.

Pronto comienza a tomar confianza

y quiere llevar ella la danza!

El bailarín sonríe, encantado:

En su vida lo habían desafiado!

Decide seguirle el juego

mientras el vals enciende el fuego

de una pasión hecha baile

de tres minutos de amor recíproco

Interacción de calor inequívoco

incondicional

perfecto

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