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«MI AMIGO SE CAYÓ DEL MURO»

Autor: Gabriel González

Me contaron que Humpty Dumpty estaba sentado en un muro, que había sufrido una gran
caída, que sus partes quedaron regadas por todo el suelo del parque. El chismorreo creció y
algunos dijeron que tenía problemas con la bebida desde hacía tiempo. Que a lo mejor se
pasó de copas, se tambaleó sobre el borde del muro, mirando al sol, y cayó.

Escuché otras historias más tristes. Supuestamente Humpty cargaba una melancolía a
cuestas, se le veía deambular por las calles con la mirada perdida y la respiración pesada;
la soledad lo empujó a desear morir. Habían muchos lamentos, quejas, decían que debía
haber ido a la iglesia, a Dios, para que diera paz.

Pero la mayoría creía algo más simple: Que Humpty era, sin ánimos de ofender dado
que su bondad era conocida, estúpido. Era probable que se hubiese quedado dormido en el
muro, y con un simple rodar, se fuera hasta el fondo.

Le dije a todos que no sabía en qué creer. Que mi amigo era una gran persona y que
estaba destrozado. Puse mi cara triste, lloré y me quejé de Dios por la tragedia. Pero
también suspiré de alivio y sentí un cosquilleo en las entrañas. El mismo cosquilleo que
sentí el día anterior, después de encontrar a Humpty Dumpty sentado en el muro, y
empujarlo.

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