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Es importante para las Universidades y para los profesionales farmacéuticos detenerse a analizar hacía
donde se dirige el ámbito de acción de la Farmacia y el papel del farmacéutico en el siglo XXI. Para
ello, se requiere identificar los conocimientos y disciplinas que deben formar parte de los contenidos
de los planes y programas de estudio. Así se logrará fomentar las potencialidades de los profesionales
farmacéuticos para cubrir nuevas expectativas sociales, todo ello, sin perder la perspectiva del futuro
y el reconocimiento social del farmacéutico, tanto a escala individual como colectiva.
Las tres misiones de la Universidad están claramente definidas: formar profesionales, hacer
investigación y transmitir la ciencia y la cultura.
Se debe reconocer que las Universidades juegan un papel fundamental en la calidad de los
farmacéuticos que se aportan a la sociedad de un país. Lo que se debe tener siempre presente es que
el farmacéutico resulta totalmente necesario, así pues deben establecer y clarificar las contribuciones
de la Farmacia, para cubrir las necesidades sociales de un país, y cuánto, en términos económicos,
vale ese servicio.
Para mejor comprender lo que el medicamento aporta a la sociedad moderna, y el papel que juega en
su actividad cotidiana, es necesario conocer su historia. En efecto, ello hará posible una mejor
apreciación de los progresos realizados y ver como se ha efectuado la difícil evolución para acceder a
la situación actual. La profesión farmacéutica no es sólo lo que la educación universitaria nos entrega
como Ciencia, es también la suma de las acciones de quienes la ejercemos.