En la revolución cubana, la reforma agraria comenzó en la Sierra Maestra, cuando
el Movimiento 26 de Julio la decretó el 10 de octubre de 1958, en las tierras controladas por el Ejército Rebelde.15 El 17 de mayo de 1959 fue firmada la ley de reforma agraria, aplicada en todo el país, que nacionalizó todas las haciendas de más de 402 hectáreas y entregó hasta 67 hectáreas a cada una de 100 mil familias campesinas. Para ponerla en práctica fue creado el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA). La segunda y definitiva ley de Reforma Agraria, promulgada en octubre de 1963, nacionalizó las fincas de más de 63 hectáreas, dejando el resto en manos del campesinado o de sus cooperativas.16 La Constitución de 1976 declaró que las tierras son propiedad de todo el pueblo, excepto las que son propiedad de los pequeños agricultores o de sus cooperativas.