Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
!eres Mia, Caprichosa! - Sara Pena Lainez PDF
!eres Mia, Caprichosa! - Sara Pena Lainez PDF
Pasan los días sin apenas darnos cuenta, uno tras otro nos
las pasamos yendo al instituto, estudiando y saliendo con la
pandilla, algunos momentos en los cuales no se dan cuenta los
demás nos escabullimos nosotros y disfrutamos de nuestra
compañía sin tener a las chicas, a mis hermanos o a cualquier
otro de la pandilla riéndose o haciendo bromas de mal gusto.
Sin habernos dado cuenta estamos en abril y Sam y yo nos
vemos menos entre semana a causa de la selectividad, le
obligo a estudiar, aunque él es muy inteligente y no le hace
falta estudiar tanto para aprobar, yo le he dicho que debe sacar
buena nota así que si no estudia no nos vemos.
Pero hoy es viernes y es uno de esos días que nos hemos
escaqueado de la pandilla buscando un poco de intimidad entre
nosotros.
—¿Dónde te apetece ir? —me pregunta mientras damos un
paseo por el parque.
—Pues no se pero, aquí no nos podemos quedar porque
seguramente vengan a buscarnos los demás. —le digo
pensando donde podemos ir que no estén los chicos. Y de
repente se me ocurre una idea. —Oye, ¿y si vamos al cine?
Él se queda mirándome por unos segundos sopesando
aquella idea.
—Perfecto. Nunca hemos ido al cine juntos. Venga vamos.
—Asiente y afirma para después instarme a que me monte en
el coche.
Una vez nos montamos, arranca el coche y emprendemos
viaje hacia el centro comercial.
—¿Cómo vas con los autores? —le pregunto mientras le
acaricio la mano que tiene encima del cambio de marchas.
—En serio que de todas las preguntas que me puedes hacer
y de todo lo que podemos hablar, te decides por, ¿cómo voy
con el estudio sobre Nietzsche o Platón? —me dice
mirándome un momento y explotando en una estruendosa
carcajada a causa de lo extraño de la pregunta para su parecer.
—Eres mi novio y lo único que me intereso por tí y por
cómo te va todo, incluso los estudios. —le digo con retintín.
—El problema es que en los últimos días es por lo único
que me preguntas y me obligas a estudiar el doble. —me dice
mirándome con reproche, el pobre lleva toda la razón y eso me
hace reír.
—Me preocupo por tí. —le digo con voz enfurruñada
queriendo que se crea que me acaba de enfadar su comentario.
—Cariño te prometo que agradezco que te preocupes pero,
caprichosa dame un respiro y hoy solo bésame y disfruta del
tiempo que hoy tenemos para estar juntos, deja a los putos
filósofos a un lado junto a todo lo demás. —me dice mientras
me coge la mano y se la acerca a los labios dándome un beso.
—Vale, lo que queda de día no vas a escuchar nada
referente a las clases o a selectividad, te lo prometo. —le
concedo mientras que vuelvo a mirar hacia delante, dándome
cuenta que queda poco para llegar a nuestro destino.
—Caprichosa, mis padres me han preguntado si te
apetecería mañana a almorzar a casa, si no te apetece no pasa
nada, te lo prometo. —me dice demasiado rápido señal de que
se ha puesto muy nervioso.
—Perfecto mañana almuerzo en tu casa. —le digo alegre
mientras que ahora soy yo la que le beso el dorso de la mano.
—¿Por qué te has puesto tan nervioso?
—Yo no me he puesto nervioso. —se defiende orgulloso
ante mi acusación, defensa que a mí me hace reír por lo tierno
que parece en estos momentos.
—Vale tonto hagamos como que te creo. —le digo
acompañando el comentario con una carcajada.
—Te vas a enterar… —me dijo cuando aparcó, lo miré
buscando una señal de lo que iba a hacer pero ya era
demasiado tarde, estaba sobre mí haciéndome cosquillas sin
parar mientras yo me reía y suplicaba que me dejase sin
ningún resultado.
—Sam para, para por favor… —le digo entre carcajada y
carcajada sin poder ya respirar.
—Caprichosa para que aprendas que no te debes reír de mi.
—me dice divertido antes de salir del coche y salir corriendo.
Cuando más o menos me recuperé de aquel ataque de risa y
pude volver a respirar bien, salí del coche y lo miré desde
donde me encontraba con el ojo entrecerrado.
—Ya me la cobraré love. — le digo con una sonrisa
maliciosa haciéndole saber que me voy a vengar.
—Venga sí que ya te vengarás vamos ratona. —me dijo
mientras que tiraba de mí y pasaba su brazo por encima de mis
hombros.
Andamos uno al lado del otro disfrutando de simplemente
nuestra compañía.
—¿Qué peli quieres ver? —me pregunta mientras juega con
un mechón de mi pelo.
—¨Cuando te encuentre¨, he leído que es preciosa… —le
digo mirando hacia aquel cartel viendo a Zac Efron muy
guapo y diferente a cuando estuvo en High School Musical.
—Pues entonces vamos a ver esa. —dice mientras va y
compra las entradas, dos refrescos y un cubo de palomitas que
creo que van a sobrar.
—Entremos caprichosa, está a punto de empezar. —me
insta a que vayamos dentro de la sala.
Una vez estamos dentro, buscamos nuestras butacas en la
última fila en una esquina.
—El sitio es perfecto, la compañía inmejorable, ¿cómo será
la película?
—Seguro que a mí me encanta, es una historia romántica
preciosa lo que no se si a ti te gustará. Bueno calla que
empieza.
—Pero si ahora salen un montón de anuncios. —me dice a
lo que yo le contesto con un dedo en mis labios en señal de
silencio. Él se ríe pero ante la mirada que le vuelvo a echar, se
calla y sigue viendo los anuncios.
Vemos la película entera entre roces, besos y toques
indecentes, nos aprovechamos que estamos tan aislados de la
poca gente que hay en la sala.
—Me ha encantado. —suelto mientras vamos saliendo del
cine y nos metemos en el coche.
—Bueno la verdad es que no está mal, yo me la esperaba
peor. —dice mientras que me agarra de la mano y se la lleva a
los labios. —Aunque debo de reconocer que todos esos besos
y… muestras de cariño han compensado. —finaliza
pegándome un bocado en la mano que estaba aún cerca de sus
labios.
—Serás… —le suelto mientras levanto la mano para darle
un golpe en la espalda y antes de que pueda dárselo sale
corriendo y entra en su coche.
—Amor solo era sincero. —me dice el muy canalla cuando
entro y a sabiendas de que cuando empiece a conducir no voy
a pegarle ni a hacer nada arranca el coche y comienza a
circular.
—Love cuando pares el coche te las voy a pagar. —le
afirmo dejando una promesa en esta.
Él se ríe de mí y pone música, comienza a cantar en inglés
con aquel acento tan guiri que me vuelve loca y me embelesa.
No pienso en lo que voy a hacer sino que simplemente lo
hago, meto la mano por dentro de su pantalón ganándome una
cara de asombro, excitación y susto.
—¿Qué haces caprichosa? —me dice intentando sacarme la
mano de donde la tengo metida.
—No pequeño, tu concéntrate y mira hacia delante y no
dejes de cantar. —le exijo mientras vuelvo a palpar la
envergadura de su falo, me sorprendo por el tamaño pues
parece bastante grande.
Nunca habíamos llegado a este punto de contacto, me
sorprendo yo misma de llegar a tocarle sin tener ningún pavor
y además de que haya sido yo con mi iniciativa que haya
decidido tocar antes de que él me tocara a mí.
—Daniella para por favor. —me dice con voz estrangulada
mientras intenta sacar mi mano de donde la tengo metida e
incorporarme, en ese preciso momento me doy cuenta que
estamos aparcados en un oscuro callejón. —Por favor quiero
que nuestra primera vez juntos sea especial. —dice intentando
de nuevo que la deje tranquilo.
—Cariño, quiero hacerlo y me apetece, no te preocupes que
tampoco creo estar preparada para culminar pero, déjame que
continúe, déjame darte placer por favor, llevo días deseándolo,
se que siempre has querido ir despacio conmigo pero, ahora te
pido que quites el freno de mano y me dejes disfrutar, te
prometo que cuando terminemos no voy a salir huyendo. —
Parece ser que mi confesión no ha servido de nada pues saca
mis manos de su lugar.
Pero cuando consigue sacarme de dentro de sus pantalones
echa el asiento para atrás y me monta encima de sus rodillas,
al final parece que si le ha convencido mi perorata.
—Quítate las bragas pequeña. —me dice mientras se baja
los pantalones dejando su miembro fuera de la jaula la cual lo
contenía, cuando ve mi cara vuelve a hablar tranquilizándome.
—No vamos a culminar como tú has dicho pero si yo voy a
dejar que tú me masturbes yo quiero hacer lo mismo.
Tranquila amor todo se va ha hacer como tú quieras. —me
asegura.
Ante mi asentimiento, me levanto como puedo en lo
reducido del coche, me quito las bragas y me vuelvo a sentar
donde me dijo antes con mi espalda apoyada en el volante y
mis piernas abiertas por fuera de las suyas, estando totalmente
expuesta a él como él lo está a mi.
Como dos principiantes aunque ninguno de los dos seamos
vírgenes, nos tocamos, nos exploramos y conocemos nuestras
partes más intimas, gracias a lo grande que es y sus largos
brazos nos damos placer a la perfección.
Le toco su miembro, subo y bajo mi mano con ritmo pero
no rápido, quiero que el placer sea intenso y que cuando llegue
al clímax sea apoteósico así que voy jugando con él mientras
él sigue el mismo ritmo en mi sexo, juega con mi clítoris hasta
que me mira y me hace con sus ojos turquesa una petición para
seguir, yo asiento y él me penetra con uno de sus largos dedos
mientras con el pulgar hace masajes circulares en aquel botón
del placer.
—Dios caprichosa, no he sentido nada igual en mi vida. —
me dice mientras gruñe y remueve su cabeza para contenerse
sin parar de darme placer.
Aumento el ritmo en mis movimientos ya que se por su
rostro y que esta pronto la culminación de su orgasmo al igual
que el mío, cuando el nota mi cambio de ritmo junto a mis
movimientos queriendo que sea más rápido no se hace de
rogar, comenzamos los dos un ritmo frenético deseando
liberarnos de aquel dique que nos separa de una explosión de
placer, no sé cuánto tiempo dura pero, cuando explotamos, es
apoteósico, él dice mi nombre y de mis labios se escapa
también el suyo.
Nos mantenemos durante unos segundos ahí quietos, en la
misma posición recuperando nuestras respiraciones y nuestro
ritmo cardiaco, a pesar de haber sido solo una masturbación ha
sido increíble.
Una vez nos hemos recuperado, me levanto y me pongo en
mi sillón, busco en mi bolso el pequeño paquete de toallitas
que siempre traslado conmigo.
—¿Quieres? —le pregunto mientras le limpio la mano que
se me ha manchado de su orgasmo.
—Seria un detalle Pocahontas. —me contesta con picardía
a lo que yo le contesto con un pequeño golpe juguetón en el
pecho.
Le pasó la toallita y los dos nos encargamos de limpiarnos
todo aquel conjunto de fluidos que es la prueba del placer que
acabamos de vivir en aquel coche.
—Abre un poco la ventana, que se quite el vaho de los
cristales, si no, no voy a ver nada. —me dice riendo.
Cuando ya se ve vuelve a ponerse en marcha en dirección a
mi casa no tardamos más de cinco minutos en llegar, cuando
Sam se paró estábamos bastante cerca de mi casa.
—Buenas noches caprichosa, mañana te recojo a las doce,
¿vale? —me comenta con el mismo nerviosismo de cuando me
preguntó si iba a almorzar a su casa.
—Sí love no te preocupes estaré lista. —le doy un beso
corto y cuando voy a salir del coche tira de mí y me besa con
más intensidad.
—Te quiero caprichosa. —me dice de una manera suave y
bastante reveladora.
—Yo también te quiero my love. —le digo. Después sello
esa declaración con un beso y antes de que me pueda atrapar
para volverme a besar salgo del coche corriendo. —Mañana a
las doce estaré lista. —le chillo desde el portal viendo como
último su sonrisa y un te quiero inaudible de sus labios una tan
grande que solo se puede comparar con la mía.
Siento una felicidad que nunca imaginé que sentiría con un
chico, pensé que jamás volvería a ser feliz porque realmente
no lo merecía, hasta que ha llegado Samuel Colleman para
poner mi mundo patas arriba.
Capítulo 45
Continuará…
Agradecimientos