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La leyenda del cacique Guatavita

Primera escena:

Cuenta la leyenda, que en Guatavita había un cacique muy joven y muy apuesto

Sale cacique*

Este se enamoró de una bellísima doncella de la tribu vecina, la cual en un inicio lo rechazaba, pero
ante los hermosos regalos del cacique esta se terminó enamorando y casando con este

(Hacen corazón)

Pasados unos años tuvieron una hija hermosa hija, todo era amor y felicidad en aquel palacio.

Se retiran por la derecha.

Sin embargo, pasado un tiempo, el cacique se sumió en sus deberes de cacicazgo y en los amores
oportunos, traicionando y dejando de lado a su mujer.

(Cacique se va con todo y esclavos)

Un día en una opulenta fiesta, la cacica se dio cuenta de la traición de su amor así que quedó
sumida en la tristeza y el enojo.

Estaba tan enojada que cuando pasó un apuesto guerrero, esta lo cortejo y lo convenció de irse de la
fiesta con ella, sin percatarse que un guardia del Palacio los estaba espiando.

(al lado de la laguna)

Al observar esto, el guardia rápidamente corrió donde el cacique a contarle la traición de su esposa,
el cual muy embejucado mando a que capturaran al amante de su esposa.

Al llevarle el amante, este decidió que el castigo era la pena de muerte.

(Segunda escena)

A la siguiente noche, el cacique planeo otra fiesta con la intención de castigar a su mujer en publico

(música)

Entre música y alegría, le ofrecieron a la cacica un exquisito manjar: el corazón de un animal salvaje.

La cacica lo miró con recelo, siendo sus miedos confirmados al percatarse de que contenía un
pedazo cercenado de su amante.

La música y las risas se detuvieron al escuchar tal grito tan desgarrador y terrorífico.

La cacica desesperada y humillada salió corriendo y busco a su hija y sin pensarlo se sumergió con
ella en la sagrada laguna de Guatavita.

Los Chuques fueron apresurados a contarle la tragedia al embriagado monarca, quien desesperado
salió corriendo hacia la laguna
enojado al no ver a su esposa ordeno a los chuques entrar en la laguna.

(los chuques entran en la laguna)

Los Chuques le comunicaron que se hallaba feliz, se había desposado con una serpiente amorosa la
cual la había consolado por lo del joven guerrero.

Desconsolado, pidió al menos recuperar a su hija, ellos le llevaron a aquella caciquilla

El pesaroso cacique perdonó a su esposa así que prometió ofrendas para que en su vida en el más
allá tuviera la felicidad que conociera fugazmente a su lado. Mientras él se refugiaba en su tristeza
dentro de su palacio

(se mete el zipa detrás del biombo)

Tercera escena

Los muiscas después de esta historia convirtieron la bella laguna de Guatavita, en un adoratorio en
donde eran ofrendadas preciosas figurillas en filigrana de oro y esmeraldas a la cacica que se volvió
Diosa.

Pasado un tiempo el ceremonial se volvió un acto religioso-político que se efectuaba por la


consagración de un nuevo Zipa.

(sonido de tambores) salen cargando dos la balsa y la dejan en la orilla

(Palacio hacia la laguna)

La multitud salía adornada con sus mejores joyas, para rendirle honor a la divinidad. Cargaban al
zipa de su palacio a la laguna, el cual estaba bañado en oro.

A corta distancia de la laguna desciende el soberano e inicia el trayecto hacia la balsa real,
caminando sobre las mantas que colocan güechas y cortesanos.

En medio de los humos del sahumerio, el Zipa, de pie, dirige su mirada a Oriente, en espera del sol y
empieza a remar en su balsa hacia el centro de la laguna.

(en la barca real, dentro de la laguna)

Cuando el cielo se tiñe de rojo el soberano entona también murmullos de oraciones. En el instante
en que el sol surge y baña la balsa con su luz, el Cacique de Guatavita levanta los brazos y emite un
grito de gran alegría, que es seguido por la algarabía de la muchedumbre desde la orilla.

Para Terminar el ritual de consagración, el Zipa se sumergía en la laguna y nadaba hacia la orilla.

Las fiestas comienzan en el bohío real. Entre la multitud, que termina en la embriaguez de la chicha.
El fastuoso ceremonial que pronto se convirtió en fiesta tradicional del cacicazgo llegó a oídos del
codicioso aventurero español Sebastián de Belarcázar, el cual promovió la leyenda de "El Dorado".

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