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NO ERA LO QUE IMAGINABA

Al oriente de la ciudad
PALABRAS DIANA CRUZ

Juan soñaba migrar de su comunidad para

conocer los pasajes de la Ciudad de México.

A
quella tierra prometía buenos salarios y transportes públicos inno-
vadores. Sus vecinos más cercanos ya habían ido a probar suerte
a la gran ciudad. Ignacio, amigo de su hermano Joaquín, relataba
que allá el trabajo era mejor pagado que en el campo y que además era
divertido conocer a gente nueva.
Al año siguiente, en un día caluroso, Ignacio llegó al pueblo. Con una en-
trada triunfal, vestido con chaqueta de piel y con tenis Nike, lentes obscuros,
con una sonrisa y un porte de galán, se dirigió a Juan y le ofreció trabajo.
—Mí patrón necesita un chalán en la obra, yo te puedo dar posada en
mi departamento ¿Cómo ves, quieres jalar?
Emocionado, y con altas expectativas por conocer el nuevo paisaje que
lo rodearía, Juan hizo lo imposible para convencer a su madre para poder
trabajar en la gran ciudad.
—Amá, déjeme ir, le prometo mandarle un dinerito para que usted ya
no trabaje tanto en los cafetales de don Jacinto.
Con temor y duda, lo dejó ir en busca de sus sueños, haciéndole prometer
a Ignacio que cuidaría bien de él. Ignacio y Juan salieron muy temprano del
pueblo. Durante el camino, Juan sonreía mientras miraba por la ventana
del autobús los diferentes paisajes, pues nunca había viajado tan lejos.
—Hemos llegado —dijo al chofer.
Entre semáforos y altos edificios, Juan estaba asombrado, pues entre
ellos imaginaba su futuro hogar. Salieron de la central camionera y abor-
daron el transporte del que alguna vez Ignacio le refirió.
—Juanito, vamos al metro no te me despegues —dijo Ignacio.
ILUSTRACIÓN PETER KUPER

Lo abordaron y descendieron en Iztapalapa. Juan pensó que el metro

era el último transporte para llegar al departamento de Ignacio. Tenía
múltiples expectativas de su nueva vida, sin saber que se llevaría una gran

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desilusión. En el trayecto miró un arco que tenía
la leyenda “Bienvenidos a Iztapalapa”, la cuna de
la mexicanidad.
Iztapalapa, en los años 90, estaba compuesta
por una atmósfera y mancha urbana que no
era nada similar a lo que había observado en
la delegación donde se encontraba la Central
de Autobuses, y donde también se hallaban
aquellos edificios de los cuales él había quedado
hipnotizado.
—Órale, Juan, apúrate y súbete al camión —
Ignacio gritó desde el camión.
Juan quedó en shock, pues no sabía cómo iba
a subir al camión ya que estaba lleno .
—¡Hijo, empújale si no te vas a quedar! —dijo
una señora.
Se subió a empujones. La cosa empezaba a
empeorar, pues ninguna de las promesas que
daban sus compatriotas sobre la gran ciudad era
como lo imaginaba Juan. Después de una hora,
bajaron del camión y por último abordaron una
combi. Juan veía cada vez más lejos el mundo
que había imaginado. Cada transporte que
abordaban los alejaba más de los edificios que
lo habían impresionado al llegar; de las grandes
avenidas, parques y de las tiendas comerciales.
—Chofer, aquí bajamos —dijo Ignacio.
—Mi buen amigo, hemos llegado a la casa —le
dijo Ignacio a Juan al bajar del camión.
Juan volteó a todas direcciones y solo miró una
avenida sin pavimento; la mayoría de las casas
eran de un nivel y pocas tenían dos niveles. Nada
era lo que había imaginado.
Ignacio abrió la puerta de la vecindad donde
vivía, los vecinos lo saludaron y después llegaron
por fin al lugar de descanso.
—Bueno, Juanito, este es mi departamento o
cuarto, como le dicen aquí. Puedo ofrecerte estos
trastes, mi parrilla de luz y mi mini-refrigerador;
mientras dormirás en el piso en lo que juntas
para tu cama.
—¿Y ese cuarto de allá que está desocupado
no lo puedo ocupar?—Juan preguntó.
—Sí, amigo, pero sólo cuando tengas lo del
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alquiler, mientras duerme en el piso que mañana
nos toca un largo día de trabajo —le respondió
entre carcajadas.
Al día siguiente, se levantaron a las 4:00, pues
el trabajo estaba a dos horas de distancia y tenían
que estar ahí a las 7:00 am.
—Ignacio ¿y el metro que debemos tomar
para ir al trabajo no está cerca de aquí?
—No, mi amigo, tenemos primero que viajar
en dos camiones para llegar al metro.
Juan comenzaba a asimilar que nada era como
lo que había imaginado. Vivió con Ignacio durante
tres años y aprendió todo lo que un buen albañil
debía aprender para sobrevivir. Pasó el tiempo y
un día de otoño estaban muy contentos porque
les había surgido un trabajo grande, lo que im-
plicaba más ganancias para los dos.
—Amigo mío, ahora sí podrás ponerle a tu
mamá la tienda que tanto quiere —Ignacio
respondió.
—Esperemos que se pueda cumplir. Hay que
echarle ganas para que quede lo mejor posible
para ir teniendo más jale.
Ese mismo día, Ignacio durante el transcurso
de regreso a casa, fue asaltado cerca del metro
constitución. A bordo del microbús, a punta de
mano armada, Ignacio fue asesinado.
Los vecinos quienes vieron una patrulla afuera
de la vecindad fueron a ver rápidamente a Juan.
—Juanito, nos mataron a Ignacio, nos mataron
a tu gran amigo —le dijeron tristemente y con
lágrimas en los ojos.
Juan no podía creer aquella terrible noticia.
Aquellos proyectos que imaginaba a lado de su
gran amigo se desvanecieron por completo. Ya no
estaría aquel joven mayor que le enseñaba a ser
mejor albañil y persona cada día, aquel hombre
que le había prometido a su mamá cuidar de él.
Sabía que con llorar no cambiarían las cosas.
Pero lo que sí podía hacer, era darle a su amigo
un entierro digno con su familia presente, en su
tierra natal. En el entierro de Ignacio, Juan juró
nunca volver a ilusionarse con las promesas falsas
de vivir en la gran ciudad. Y lo mejor que podía
Ilustracion de Peter Kuper
hacer para honrar esa promesa, era esforzarse
para aprender y ser de los mejores de su oficio.
Al paso del tiempo, Juan se dio cuenta que
la gran ciudad no era lo que él imaginaba. Las
grandes avenidas y suburbios estaban prometidos
a la gente con mayores ingresos para rentar un
departamento en zonas más cercanas a algún
transporte del sistema colectivo, a los centros
comerciales, a las universidades y a las zonas con
menor delincuencia.
Juan se casó a los 22 años de edad. Tuvo tres
hijos. Se compró una casa en Iztapalapa, en una
colonia con difícil acceso a transportes públicos,
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por lo cual, al verse en problemas para llegar a
su trabajo, durante largos años, siguió traba-
jando para poder comprar una casa con mejor
acceso a avenidas públicas, escuelas y tiendas
de alimentos.
Más adelante tuvo la oportunidad de com-
prarse otra casa, cerca de una avenida principal.
Juan siempre le contaba a sus hijos, los ilusos
sueños de la vida en la capital con los que llegó
de su tierra natal y sus aventuras con Ignacio.
—Tienen que estudiar, mis niños, la vida no es
lo que parece, tienen que aprovechar el acceso
de todo el conocimiento que puedan y aprender
para ser los mejores en lo que sea, eso sí, con
humildad ante todo; para que algún día puedan
comprarse una casa cerca de su trabajo y del
metro de la ciudad y no esperar a que un milagro
cambie al mundo en el que vivimos.
Al poco tiempo de esa charla, el ingeniero que
le pasaba trabajos a Juan le marcó.
—Maestro, salió un proyecto cerca de su casa,
para un transporte grande llamado Cablebús,
que conectará con metro constitución —le dijo
el ingeniero.
Al cabo de más de un año, el transporte había
sido inaugurado. Juan fue de los primeros en
subirse a aquel primer transporte del sistema
colectivo cerca de su casa.
DIANA CRUZ Estudiante de Comunicación y Cultura en la Uni-
versidad Autónoma de la Ciudad de México y amante de la in-
vestigación.
 SONIDOS DEL AYER
Sábado 26
PALABRAS JOSELINE ALPÍZAR

Cierra los ojos y déjate llevar, que la música y las voces

del pasado te lleven a ese lugar que solo en fotografías
podrías conocer.

08.00 am
Anoche tuve uno de los sueños más raros en mi vida, estaba montada
en un caballo, este era enorme, ojos negros, patas largas, su pelaje negro
con manchas blancas, parecía más una vaca que un caballo. Su cola se
meneaba de lado a lado y yo rebotaba mientras el animal avanzaba, de la
nada se escucha algo explotar y después el inconfundible sonido de una
turba enojada. A lo lejos se alcanzaba a ver un grupo de personas con rifles
antiguos, ellos llevaban sombreros y sandalias. Eran de un tiempo que yo
solo había visto en las fotografías de la revolución. Qué era lo que peleaban,
no lo sé, tampoco sé si lograron ganar, mi sueño se terminó y desperté en
la comodidad de mi cama, con el incesante sonido de mi alarma.

08.30 am
Habían pasado 30 minutos desde mi sueño y aún no podía eliminarlo
de mi cabeza, y me pregunté, cómo habría sido vivir en el pasado, en los
1900 o 1800. ¿Habría sido difícil? ¿Mi situación habría sido difícil? ¿Habría
querido luchar? O ¿Me habrían dejado luchar en primer lugar? No tendría
cosas como el internet, o la mensajería instantánea, la música sin duda
sería diferente, al igual que los medios de información. Con todo esto
dentro de mí, decidí abrir mi computadora y saciar mi curiosidad, así fue
como llegué a la página de la Fonoteca Nacional. Miré los horarios, hoy
cerrarían hasta las 18.00 pm.
El metro sin duda es una de las construcciones más imponentes de la
Ciudad, la red que se teje debajo del concreto puede llevarte casi a cual-
quier punto de la ciudad. Cuesta tan solo 5 pesos y puedes viajar todo el
día si así lo quieres. En esta ocasión llegué a estación Mixcoac. Antes del
ILUSTRACIÓN CENTRO TIERRA.

derrumbe de uno de los puentes de la línea dorada, la estación Mixcoac

era la base de la línea 12, ahí se encontraba un museo dedicado al metro,

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Fonoteca Nacional, Ciudad de México.
una de sus más interesantes exhibiciones eran
los distintos diseños de boletos, desde los más
viejos hasta los más nuevos, siempre conmemo-
rando una fecha importante, un aniversario, etc.
Lamentablemente esta estación y toda la línea
ha estado cerrada por más de 6 meses, así que
tomé el trolebús hasta Zapata e ingresé al metro
en la línea verde, tomé el tren con dirección a
Ciudad Universitaria y bajé en Miguel Ángel de
Quevedo, de ahí solo me tomó caminar por unos
15 minutos hasta llegar a la Avenida Francisco
Sosa donde se encuentra la Fonoteca.
Al llegar te recibe la fachada anaranjada ro-
deada de arbustos, un guardia de seguridad
me recibió e hizo los procedimientos sanitarios
necesarios para permitir el acceso. Dentro se
percibe un olor a viejo, paredes frías y un silencio
respetuoso, de aquellos que te da miedo levan-
tar la voz por temor a perturbar el ambiente, las
conversaciones entre visitantes son entre susurros
que resuenan en las paredes.
Lo primero que me dirigí a escuchar en la sala
fueron los corridos de la revolución, el inconfun-
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dible sonido de un acordeón llenó mis oídos, la
música me transportó a un lugar que no conocía,
pero que había visto en innumerables fotos, podía
ver a los habitantes con el acordeón y moviéndose
al son de la música, incluso podías escuchar el
marchar de los caballos y los gritos de guerra.
Justo a lado de cada audio se encuentra una
pequeña descripción del nombre de cada canción
y un poco de su historia, como lo es el caso de La
Adelita, se les llamó así a las mujeres que tuvieron
un papel importante en la revolución. Escuchando
un poco más, me encontré con títulos como El
Barzón, La toma de Zacatecas, La Valentina, entre
otras que gracias a su música es posible recrear
el momento en el que se peleaba, las reuniones
secretas, el levantamiento, es gracias a la música
que se despiertan las memorias de una nación.
11.30 am
Sin duda los corridos son impresionantes, pero
no solo eso, dentro de la fonoteca, también se
encuentras audios narrados de los eventos de
la revolución, tenemos La Constitución de 1917,
Grabado del archivo Taller de Gráfica Popular
Constitucionalismo y la Convención de Aguas- oficial donde también es posible encontrar las
calientes, Cardenismo, entre otros. La voz de los exposiciones y sus audios, y por el día de la mujer
narradores es tan envolvente que uno puede estará disponible a partir del 8 de marzo Mujeres
cerrar los ojos y sentir al narrador justo a lado, de audio, donde hablará de aquellas mujeres que
contándote la historia de manera puntual, sin han tenido una importante labor a lo largo de la
rodeos, que en conjunto con los corridos nos dan historia. Vale la pena escucharlo, pero vale mucho
una nueva visión de la Revolución. más la pena tener la experiencia completa.
12.00 pm
Para continuar con el recorrido dejé la zona
de la revolución, mi curiosidad había sido ya
completada, la experiencia de haber viajado en
el tiempo no tenía comparación, no es lo mismo
a buscar alguna canción en alguna plataforma
o escuchar un podcast de historia, el ambiente,
el cuidado de las instalaciones hacen que trans-
pórtate a otra época sea una actividad sencilla
como lo es presionar un botón.
Sin embargo, dada la situación actual en la que
vivimos, es entendible que no muchas personas
quieran arriesgarse a tal aventura, no con el nú-
mero de contagios cada vez en aumento, es por JOSELINE ALPÍZAR Partícipe de toda historia que pueda visibi-
eso que la Fonoteca pone a disposición su página lizar lo que pasa en la sociedad.
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 LOS CHACAS
¿La periferia de la periferia?
PALABRAS JOSUÉ VENTURA

Suprimir las etiquetas sociales determinadas por

nuestra forma de hablar, vestir o condición económica
es un hecho difícil de apartar de las costumbres
vigentes.

E
ste rótulo que se imprime sobre las multitudes ansía esclarecer la
identidad del otro sin tomar en cuenta que en su intento por nom-
brar a los sujetos o determinados grupos, tres aspectos surgen: 1- La
óptica académica, que desea estudiarlos a profundidad para entender sus
dinámicas y comportamientos; 2- La estratificación social (indeleble entre
nosotros); 3- El estigma que los estereotipos construyen y que conducen
al desdén entre individuos. Para ser claro, estas clasificaciones tienen his-
toria, pero hoy un nombre las define: tribus urbanas. Un ejemplo de ellas
son los Pachucos —hoy con visible minoría y que surgieron alrededor de
los años 30 y 40—, los Emos, Skatos, Otakus y Chacas también conocidos
como Reguetoneros aunque hay detractores que indican que no son lo
mismo, pero no hay nada claro.
Pero ¿Qué es una tribu urbana? Para Pere-Oriol, Pérez Tornero y Tropea,
en su obra Tribus urbanas. El ansia de identidad juvenil: entre el culto a la
imagen y la autoafirmación a través de la violencia, afirman que las tribus
urbanas son aquellas pandillas, bandas o simplemente agrupaciones de
jóvenes y adolescentes que se visten de modo parecido y llamativo, siguen
hábitos comunes y se hacen visibles, sobre todo, en las grandes ciudades.
Dicho esto, disertemos sobre los Chacas.
Comúnmente se dice que los Chacas son una tribu urbana que surge
con la llegada del reguetón, el género musical con el que más se identifi-
can. Sin embargo, hay quienes afirman que surgen antes con la cumbia,
la bachata y los sonideros, pero nuevamente no hay nada claro con su
ILUSTRACIÓN WENSHI

origen. En la cdmx, se les vincula con la adoración a San Judas Tadeo, el

consumo de drogas y la delincuencia; son originarios de los barrios más
peligrosos de la Ciudad de México, y su vestimenta es extravagante: usan
lentes oscuros, cortes de cabellos tipo militar, pantalones ajustados, tenis

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amplios, gorras, pecheras donde llevan sus per-
tenencias y que ellos mismos nombran como
mariconeras, además, practican un caló peculiar
con un tono fuerte, rápido y preciso incorporando
la jerga del arrabal en la mayoría de los casos. Esta
descripción atiende, desde luego, al estereotipo
de un Chaca, pero no precisa nada. Algunas de
estas vaguedades las señala la revista Chilango
en su edición electrónica publicada en agosto
del 2013: “Los chacas varones se caracterizan por
vestir con ropa de marcas apócrifas o camisetas
sin manga; cejas cuidadosamente depiladas,
cabello rapado en los lados y atrás y se dejan el
copete, cuando no es que la cubren con una go-
rra apretada a punto de salir del cráneo. A veces
andan con lentes obscuros o de pasta”. Es decir,
la revista solo abona al estereotipo. No obstante,
aquí atenderé a otros aspectos de este grupo.
En sus albores, los Chacas intentaban emular
un estilo de vida ostentoso: joyas, bebidas costosas
y un sin fin de mujeres a su alrededor. Hoy, eso
no ha cambiado. Sin embargo, según Chilango,
siempre han sido una parodia de esa vida de
lujos, pues vulgarizan las marcas de prestigio,
ya que toda su vestimenta era apócrifa debido
a que su estrato social les impide adquirir las
prendas y objetos que portan sus modelos a
porta es tu actitud ante esa forma de vida para
su precisa reproducción. Si eres un verdadero
chacal o chacalón debes bellaquear con porte,
parecer un chico malo, el fuckboy del barrio con
pinceladas de gángster al que todos temen. Eso
es lo que importa. El miedo por la sola apariencia
gangsteril.
Se manifestarán opositores ante esta ase-
veración y dirán que esa actitud la han tenido
siempre los jóvenes, y lo cierto es que sí, pero
hoy, esa actitud chacalosa ha penetrado en todas
partes de nuestra cultura. Bad Bunny (con toda
su seudo gangsta) llena el Estadio Azteca y sus
boletos cuestan miles de pesos ¿Eso lo pueden
pagar las juventudes periféricas? Este mismo
artista ha sido nombrado compositor del año
2020 ¿Eso lo decide la clase baja? Lo Chacal llega
a las altas esferas del consumo, la cosificación y el
despilfarro, para convertirse en una moneda de
cambio bastante redituable. Entonces ¿No será
el momento de no desdeñar a esta tribu urbana
para analizar el fenómeno y su forma de seducir
a todos los estratos sociales?
Los Chacas son discriminados como lo fueron
los Emos, los Skatos y todos los demás, pero esta-
mos en la época de la inclusión ¿Qué debemos
hacer con ellos? ¿Se les tiene que desaparecer Fotografia cortesía de Erick Corral

seguir, que por lo regular son famosos cantantes
de Reguetón, pero ¿Esto es con lo que se debería
identificar a los Chacas? Sospecho que no, pues
hoy esa peculiaridad ha sido superada. El Chaca
ha llegado a todas las esferas sociales.
Los jóvenes de clase alta son los que ahora
emulan esa forma de vida y al tener los recursos
su modus vivendi se apega mejor a ese orden.
Ellos sí pueden tener las joyas, bebidas y lujos
que sus superhéroes tienen. Es cierto que los
adolescentes de las colonias populares no tie-
nen acceso a esos artículos, por tal, acuden al
clon para tener algo semejante, por esa razón,
los objetos ya no son un obstáculo. Ahora, a lo
que hay que poner atención es a su actitud. No
importa si eres de Ecatepec, Neza, Pantitlán, la
Roma, la Nápoles, Zona Rosa o Tepito, lo que im-
(matar dirían los subnormales) y desdeñar por-
que su música es misógina, son delincuentes y
no tienen oficio ni beneficio social o es más via-
ble dejar ese discurso de poder donde nosotros
como sociedad nos ponemos uno por encima
de otro para saber quién es mejor? Se nos olvida
que al ser sectarios nos colocamos justo donde
el modelo neoliberal nos quiere: unos distantes
de los otros, sentenciando a nuestro igual y de-
terminando qué es la cultura alta y la baja; qué
es una buena vestimenta y quién vale más por
ello ¿ Cuáles son los buenos modales? y qué sí es
viable para nuestra sociedad contemporánea. Ese
es el fondo de todo: que nos disgreguemos. Me
parece que estamos en una época de profunda
reflexión donde el último ejercicio debería de ser
la discriminación bajo cualquier circunstancia.
Hoy los buenos y conocedores se abalanzan en nos? ¿Nos corresponde desdeñar a los grupos
contra de los chacas mientras la élite tiene bien o saber las razones de su origen, su dinámica y
sujetados sus hábitos y cultura para explotarlos sobre todo su pensar para así actuar en conjunto
y enriquecerse con ellos. Además ¿Cuántos de para encontrar soluciones efectivas?
los que proponen la desaparición de ellos a
cualquier precio promueven soluciones verda-
deramente viables para nuestra sociedad? otra
cuestión: ¿Los Chacas trajeron el mal que se les
adjudica o nuestra sociedad ya lo tenía? Esto
me hace pensar, la periferia se ha señalado por
sus carencias y la zona geográfica en la que se
ubican, pero en la actualidad ¿Quienes son los
periféricos o nos hacen periféricos? ¿Los que no
tienen recursos y viven en la marginalidad o los JOSUÉ VENTURA Amante de la prosa de Raymond Carver, el
que reproducen discursos sin pensar los fenóme- sabor expreso doble y los paisajes citadinos en las alturas.

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 DOBLE ADICCIÓN
Entrevista con el baterista Abraham
PALABRAS ALEJANDRA LINO, MAURICIO RIZO Y EDUARDO SALAZAR

Adicción, música y punk: Un salto entre el caos

y el orden.

A
braham alias “El Pelón” (integrante de una banda de punk) en esta
entrevista nos cuenta un poco sobre cómo fue que, tras introducirse
al tan apasionante mundo de la música, conoció también un lado
oscuro que lo convirtió en un adicto desde hace ya varios años. Así Abraham
encontró una doble adicción, una enfocada al orden, y otra al desorden.

La droga la fui conociendo no tanto en la música,

sino por la misma banda, las tocadas, y las fiestas,
uno busca un poco de diversión
¿A los cuántos años comenzaste a involucrarte en
la música y en qué género?
Empecé en esto de la música a los 14 años, actualmente tengo 33. Mi
primera banda fue de punk, punk hardcore.
El punk era para los jóvenes una escapada de su realidad, en las letras
de este género resaltaba la rebeldía y la destrucción que hacía que algu-
nos adolescentes se identificaran con este movimiento contracultural. Sin
embargo, el punk así como otros géneros como el rock urbano o el punk
hardcore son perseguidos por estereotipos en donde las adicciones están
muy presentes.

Esto contestó Abaraham cuando le preguntamos sobre

el vínculo que percibe entre las drogas y la música:
La droga la fui conociendo no tanto en la música, sino por la misma banda,
las tocadas, y las fiestas, uno busca un poco de diversión. Para subirme a
tocar, me gustaba subirme drogado para prenderme un poco más, sentir
la sensación de la banda y el público, desde ahí comenzó mi vínculo entre
la música y las drogas.

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Fotografia cortesía de Abraham.
¿Consideras que tus canciones incitan a las
personas a consumir drogas?
Al contrario, nosotros hay veces que hacemos
canciones en contra de la droga, aunque iróni-
camente nos gusta drogarnos. Incurrimos en
inculcar al público, que no prueben las drogas.
No porque la cantemos y le hagamos (a la dro-
ga) tiene que ser por igual. Nunca he mezclado
la música y las drogas como uno solo, conside-
ro que son cosas diferentes.
El punk se caracteriza por ir contracorriente y
fuera de lo convencional. Una forma de ser dife-
rente a través de la música y, por ello, Abraham
nos da un claro ejemplo de lo que esto significa
para él.
Al sistema le
podemos batallar
con palabras, puedo
decir lo que quiera
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¿Qué géneros has tocado desde que iniciaste
con la música y que significan para ti?
El rock urbano, el punk, el punk rock y el punk
hardcore han estado presentes a lo largo de
mi vida. Representan desde mi punto de vista,
destrucción al sistema y repudio hacia el go-
bierno. Al sistema lo podemos batallar con pa-
labras, puedo decir lo que quiera cantando. No
es necesario romper puertas o destruir edificios,
a últimas el gobierno lo compone. Es como si
les estuvieras haciendo un favor también para
seguirnos echando tierra. Entonces para mí, el
punk es un medio para expresarme y mentarle
la madre al sistema.
Una droga en particular
(crack) fue la que me
enganchó más y por eso
he dejado de tocar
con la banda
¿El consumo de drogas ha intervenido en que
sigas haciendo música?
Me gusta mucho hacer música pero ahora
han pasado algunos años que no he pisado un
templete, por lo mismo de engancharme a las
drogas.
La drogadicción ha llevado a muchos músi-
cos y exponentes a perder la esencia artística e
inclinarse por dichas sustancias. En este sentido,
Abraham, mejor conocido como “El pelón” nos
narra su transición respecto a su momento más
oscuro entre la música y su adicción a las drogas y
cómo esto ha incurrido a su abandono a la música:
Hubo una ocasión que estaba en el cuarto de
ensayo, me excedí de cocaína, sentí el peligro,
sentía el peligro del “pasón”, pero, aun así, como
todo, se pasa y seguí consumiendo. He dejado
de tocar por estarme drogando, he preferido
drogarme que subirme a un templete y a con-
secuencia de eso vendí mi batería y mi guitarra.
¿Has pensado alguna vez en la rehabilitación?
Ha habido ocasiones en que he pensado dejar las
drogas, pero simplemente no he tenido la volun-
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tad de hacerlo, me fumo un toque y se me olvida.
Finalmente, para concluir esta entrevista “El
pelón”, nos comentó respecto a las nuevas gene-
raciones de músicos y su relación con la droga,
y aconseja a quienes puedan verse inmersos en
este mundo:
Escuchen más música y aléjense de las drogas.
Yo sé que es algo imposible porque siempre están
presentes en todo evento, pero mejor diviértanse
haciendo música y hagan a un lado sus adicciones.
El claro ejemplo soy yo, porque en vez de ir para
adelante sigo retrocediendo, me he estancado y
simplemente no he podido salir de ahí.
ALEJANDRA LINO, MAURICIO RIZO Y EDUARDO SALAZAR
Estudiantes de la licenciatura de Comunicación y Cultura de la
UACM. Apasionados por el periodismo y la documentación de
ciertos aspectos de la realidad social.
 ARTE AMBULANTE
En el centro de la ciudad
PALABRAS Y FOTOGRAFÍA MIRNA HERNÁNDEZ

Los artistas callejeros intervienen el espacio,

el tiempo, a los otros y a ellos mismos.

E
l Centro Histórico de la Ciudad de México es el más grande de
América Latina y uno de los lugares más importantes donde
resplandece la diversidad cultural y artística de la gran urbe.
Desde la fundación de Tenochtitlan (1325) hasta nuestros días, ha
sido un lugar de encuentro e intercambio entre culturas. Dentro de los
diferentes espacios que convergen aquí, el arte toma su espacio entre
los recintos y museos como el Palacio de Bellas Artes, el Museo Nacional
de Arte, el Museo de la Ciudad de México, entre otros, así como en su
emblemática arquitectura de edificios y monumentos. Asi mismo, es
importante resaltar que el arte también adquiere su lugar en las calles,
donde artistas callejeros intervienen el espacio, el tiempo, a los otros y a
ellos mismos.

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En el Centro se mantiene el ruido y el bullicio
de las calles. En este sitio, además de los
límites visuales donde las personas ponen más
atención, también se configura el espacio por
la sonoridad de sus ritmos. Resaltan actividades
que reproducen la vida de la música en el
espacio. Los músicos callejeros forman parte
de este paisaje en donde tienen que luchar por
no ser ignorados, pues ellos articulan la vida de
las calles, creando relaciones entre transeúntes
y fomentando su práctica como un oficio con
el que adquieren recursos para ganarse la vida.

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 Los organilleros, pese a las adversidades de ver
desaparecer su oficio en los últimos años, han
sido resilientes para seguir tocando su instru-
mento en el Centro de la Ciudad, su presencia
es como una serenata colectiva que siempre se
agradece.

El arte en las calles es un mundo sensible que

favorece las relaciones sociales. El valor que en-
tregan los artistas callejeros día con día otorga
una gran riqueza cultural donde se desarrollan
identidades, pues en estos espacios de encuen-
tro se abren los diálogos y una invitación para MIRNA HERNÁNDEZ Estudiante de Comunicación y Cultura en
vivir la cdmx. la uacm. Apasionada de la fotografía, el cine y el café.

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 NOCHE PÚRPURA
Entre el amor y la desgracia
PALABRAS GABRIELA GUZMÁN Y AYLIN VAZQUEZ

Existen profesiones que para muchos pasan

desapercibidas, son sujetos nocturnos que se ganan
la vida cuando la mayoría duerme.

J
avier se preparaba para el trabajo, era una noche tranquila y
pensó que quizá con suerte tendría oportunidad de recuperar
el sueño que ya se veía reflejado en las ojeras de su rostro, no
llevaba más de un mes en el empleo, pero ya se notaban los
estragos en su cuerpo por el trabajo nocturno y el poco descanso en el
día… pero bueno.
—Soy joven—pensó —además a quien no le cae mal un dinero extra
por hacer lo que más me gusta, tomar fotografías y andar en moto, ya
tendré tiempo de descansar cuando sea un viejo. Total, retratar cadáveres
es más sencillo.
Es la razón por la que tomó el empleo, un profesor de la universidad
le propuso un trabajo nocturno tomando fotografías de los sucesos que
ocurren por la noche al oriente de la Ciudad de México, la paga era buena
y en sus próximos planes era terminar la carrera, por fin le iba a proponer
a Judith que se fuera a vivir con él, el dinero no le caería nada mal.
—Total, retratar cadáveres es más sencillo que hacer posar a las
chamaquitas con sus aires de realeza en sus vestidos de quince años y
sus caras de la vida me vale madre estoy harto de eso.
El reloj marcaba las 9:30, estaba a quince minutos de la fiscalía de
Santa Martha, tenía el tiempo justo para lavarse los dientes y buscar
las llaves de la moto, ya que como siempre no tenía idea de donde
las pudo haber dejado. Además no podía llegar tarde, había quedado
de ver a Judith unos minutos antes de entrar al trabajo. Celebrarían
cuatro años de salir y no podía esperar a sentir el roce de sus labios.
Así que de prisa buscó su casco, revisó que a la cámara fotográfica no
le faltará nada: pilas, memoria, lentes …
ILUSTRACIÓN AGNES CECILE

—Todo en orden, ¡a darle!

Se subió a la moto y con su afición a la velocidad en menos de 10
minutos ya estaba en los brazos de Judith.

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Ilustración de Agnes Cecile.
—Te siento un poco rara, ¿estuviste bebiendo?
—No, no es nada, solo un trago de cerveza
que me invitó Daniel, es que últimamente
me siento sola y por las noches me hace falta
tu compañía, ya ni siquiera tienes tiempo de
acompañarme a las fiestas con los amigos.
Ella se separó de Javier, las rodillas le temblaban
y sus puños arrugaban el borde de sus mangas,
incluso con Javier delante de ella, no lo miraba
a los ojos, las lágrimas brotaban, delicadas,
una a una hasta que el enojo la gobernó.
—¡Es por culpa de este tonto trabajo
nocturno!, seguramente lo tomaste porque te
encanta ir a ver a las putas que trabajan sobre
la avenida ¿verdad?
—¡¿Es neta, Judith?! yo trabajando de noche
para poder darte lo que mereces y tú pensando
estupideces. No era posible, ¿cómo es que la
mujer de su vida no podía verlo? Ella lo era todo,
esta noche al fin le iba a pedir que se mudara
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con él, no era posible, simplemente no, que
ella le reprochara todo lo que había sacrificado,
no ella. Él la miró, su rostro arruinado por las
manchas negras de los ojos, la ropa arrugada,
¿era esa a quien amaba?
—Ni hablar yo me tengo que ir, largate a la
fiesta si quieres, no me interesa
En la fiscalía ya estaban los otros fotógrafos
que acompañaban a Javier en su jornada
laboral. Estaba todo tranquilo, ningún llamado
y entre ellos se hacían bromas sobre ser
fotógrafos de la nota roja, en su mente Javier se
lamentaba un poco por la pequeña discusión
que había tenido con Judith, pero ya tendría
tiempo de compensarla.
A las 2:00 de la madrugada hacía rato que
una ligera lluvia caía. Recibieron una llamada,
les reportaban un choque entre dos autos, al
parecer el conductor de uno de ellos conducía
en estado de ebriedad.
La ubicación no era muy lejos, estaba casi en las
orillas de Iztapalapa y Neza; se subió rápido en
la moto para no perder detalle de lo sucedido.
Cuando llegó al lugar, ya los peritos tenían
acordonada el área del accidente, un choque letal
de frente ocasionado por el exceso de velocidad
de uno de los vehículos, los dos autos semi
destruidos, los pasajeros no llevaban el cinturón
de seguridad, y para cuando Javier se acercó al
choque, el panorama era un campo minado de
cuerpos que habían salido expulsados por el
impacto. Algunos completos, otros mutilados.
Sacó su cámara fotográfica, había que
documentar el hecho lo más rápido posible, la
sangre comenzaba a regarse por todos lados, la
lluvia se mezclaba con está creando pequeños
ríos de color purpura. Se acercó un poco más
para lograr una mejor toma, y ahí en piso, frío
e inmovil estaba un brazo con un tatuaje, uno
idéntico al de Judith: la cámara se estrelló en
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el asfalto, las piezas rebotaron, esparciéndose
justo como los cuerpos, y la sangre cubrió el
lente. Él no sintió el golpe en sus rodillas, ni el
agua mojando sus pantalones. Sus brazos se
extendieron al cuerpo de su novia, deformado
y enrojecido. Ella había decidido seguir la fiesta
en un paseo nocturno sin retorno.
En el otro extremo se encontraba un colega
de Javier quien se encargó de hacer la mejor
toma que ilustrara el encabezado del periodico
de la mañana Jóvenes ebrios siguen la fiesta
en el más allá, y ahí en esa imagen está Javier
abrazando el cuerpo sin vida de Judith en una
foto que bien pudo haber sido suya.
GABRIELA GUZMÁN Y AYLIN VÁZQUEZ Interesadas en el ámbito
literario en donde si bien no se desarrollan de manera profesiona.
 EL DESEO DE ELENA
PALABRAS BRENDA GONZÁLEZ Y KAREN ÁLVAREZ

Víctor conocerá los mismos lugares cotidianos de la

ciudad solo que con un toque especial de
Elena Montull.

Personajes:
VICTOR HERNÁNDEZ. Trabajador
ELENA MONTHULL. Dueña y Diseñadora de ropa. Treinta y cinco años,
delgada, caderas anchas, alta, elegante, cabello castaño, ojos color miel,
piel apiñonada, nariz refinada, labios gruesos pintados con un labial rojo,
manicura francesa.
CARLOS. Mejor amigo de Víctor/ Hijo del proveedor de Elena
SECRETARIA. De la empresa

ACTO 1
ESCENA 1 Casa de Víctor.

VICTOR
(Se prepara para salir. Se viste con un pantalón negro y una camisa
blanca. Avienta su cabello lejos de su rostro. Se cepilla los dientes en el
baño. Entra CARLOS en escena)

CARLOS
(silba en son de burla y le da una palmada en el trasero a VICTOR)
¡Estás listo amigo!, tienes que llegar temprano porque esta mujer es
extremadamente estricta.
(Se ríe y le da un abrazo, VICTOR lo empuja frunciendo el ceño)
Eso guapo, eres mi muchacho (continua).

VÍCTOR
(Camina por el cuarto rumbo a la puerta)
Amigo déjame en paz, tengo prisa.
FOTOGRAFÍA RICHARD AVEDON

CARLOS
Bueno, no discutiré contigo, solo no me hagas quedar mal y ya vete.

(VICTOR sale del departamento)

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ESCENA 2. Oficinas de la empresa, sala de
espera.
4 sillones individuales, una mesa de recepción
y un par de secretarias que caminan de un lado
a otro con papeles en mano.
SECRETARIA
Adelante, puede pasar a la oficina de la Srta.
Elena Montull para su cita.
(Victor se levanta y entra a la oficina. Y queda
boquiabierto al ver a ELENA)
ELENA
(Con una cara antipática)
Pasa y siéntate te daré indicaciones, tu oficina
será la de alado, me ayudarás encargándote
de las entradas y salidas de los modelos una
vez que estén concluidos para su oferta en el
mercado. ¿Alguna duda?
VÍCTOR.
(Con voz baja y temblorosa)
Ninguna.
ELENA
Entonces pasa a tu oficina de una vez.
ESCENA 3. Oficina de Víctor.
Oficina con vidrios de cristal. Víctor sacude la
cabeza y organiza el lugar de trabajo. De fondo
suena All for us y cuelga cuadros en la pared.
Elena se coloca detrás del vidrio y observa a
Víctor. Víctor se gira con lentitud. Elena tiene el
dedo índice de la mano derecha en sus labios
y su mano izquierda en su cintura. Víctor se
sienta en su silla nervioso y finge archivos en su
laptop apagada.
El reloj marca las 7 pm. Victor toma su maletín
cuando escucha la voz de Elena.
ELENA
Víctor, ven un momento.
(VICTOR atraviesa la oficina, suda nervioso)
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VÍCTOR ¿Gustas?
Dígame jefa. (Él lo toma, ELENA empuja más la botella
cuando VÍCTOR bebe)
ELENA Llegan al monumento a La Revolución. En
(Se endereza, cruza sus piernas, y ladea su medio de la explanada hay un grupo de
cabeza) personas teniendo sexo en la calle. Desde una
No me digas jefa, dime mejor Elena. (hace una bocina se escucha la canción “Watch Me Burn”
pausa y continua)
Cada vez que alguien llega le damos la ELENA
bienvenida, dime, ¿te gustaría salir conmigo? ¿Y bien? Esta es tu bienvenida a mi empresa,
disfruta con quien tú quieras aquí no hay
VÍCTOR prejuicios.
(Confundido y entusiasta)
¡Claro que sí! VICTOR acerca a ELENA por la cadera, se besan.
ELENA mete las manos en la camisa de VICTOR.
ELENA Él baja el cierre del vestido y la desnuda. ELENA
Perfecto, te veo en la recepción en 10 minutos desabrocha el pantalón de VICTOR y le quita
la ropa. Ambos se recuestan en el piso. Desde
VÍCTOR la bocina se escucha “Here she comes again”
(Titubeando) Victor entra en ella mientras luces rojas y azules
De acuerdo los rodean. Los uniformados aíslan el lugar. La
(Sale con las piernas temblorosas y llega a música cambia y se escucha “The time of our
recepción, espera y llega ELENA) lives” Ambos cansados se tumban en el piso
mientras la canción termina.
ELENA
¿Listo? Acto 3
Escena 1. Restaurante.
VÍCTOR ELENA Y VICTOR están sentados en una
Sí mesa, lado a lado, el mantel cubre las piernas
de ambos. La mano de Elena sube y baja
ELENA por la entrepierna de Víctor, se ve el mantel
(Ambos salen de escena) moviéndose. VICTOR gime. Y los comensales
Pues bien, vámonos. los miran extrañados.
ACTO 2 ELENA
Escena 1. Dentro del Auto de Elena. Contrólate o nos echarán.
ELENA bebe un líquido rosa. Un sorbo cae en su (Las luces se apagan)
escote, ella se limpia con la mano masajeando Escena 2 Auto de Elena.
el seno y esparciendo el líquido. VÍCTOR la mira VÍCTOR
y después gira la vista hacía la ventana Tu chofer está ahí y nos verá.
ELENA ELENA
(En voz baja y ronca ofreciendo la bebida a No te preocupes es de confianza.
VÍCTOR) (ELENA sube y baja la cabeza en la entrepierna
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de VÍCTOR haciendo una felación. Se escucha
arrancar de un auto y las luces los ilumina
ligeramente)
VÍCTOR
(Trata de apartar a ELENA, pero ella se resiste)
Detente, alguien viene
Elena, alguien viene, pará…
ELENA
No, cállate y solo disfruta
El auto pasa de largo, VICTOR se esconde y
ELENA continúa hasta que VICTOR queda
satisfecho. La escena se oscurece, en la
oscuridad se escucha la risa de ELENA.
Escena 3. Cable bus.
ELENA está tomada de la mano de un hombre
desconocido frente a una cabina del cablebus.
VICTOR se acerca a ellos, el hombre besa a
ELENA y VICTOR los mira. ELENA se separa del
hombre y mira a VÍCTOR mientras le extiende la
mano a modo de invitación.
VICTOR
Creí que lo nuestro es especial.
ELENA
(Se ríe mientras el hombre le besa el cuello)
¿Víctor?, ven, anda, será divertido
ELENA
¿Víctor?
BRENDA GONZÁLEZ Y KAREN ÁLVAREZ Estudiantes de la
Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
 EL TORO
Poema
PALABRAS GABRIELA DÍAZ Y JEANET GONZÁLEZ

No era tan libre como ese día, Sin saber qué hacer,
Las flores del campo se movían Y un fuerte resonar
Rayos de sol tocaban su piel negra,

Olé, olé.
Era un buen toro
Un toro fiel.

Dice la canción que el toro estaba enamorado El peor de los momentos,

de la luna El toro tuvo malos presentimientos.
Y así era él
Vida llena de alegría, Una daga clavó su lomo,
Llegó la mañana y un hombre lo tomó. y con su cuello acuchillado
La sangre nubló su vista,
A la plaza de toros llegó ¿Eres tú artista?
En un túnel oscuro se quedó Obra manchada de sangre
Y en el fondo una luz como la luna Belleza cruel .
Lo que pasaría le daría fin a su fortuna,
Allí se encontraba su cruz La fuerza del toro se acabó
débil
Sus ojos quemaban, ardían Mareado cayó,
El infierno estaba en ellos; Cual acto tan vil.
Luz llegaba solamente en destellos,
Fuera las personas aplaudían. Corazón paralizado
Y un público festejando su muerte
Dicen que es una fiesta Oh destino hiriente
Y los aplausos una tortura ¿Merecía un final tan fuerte?
¿Qué les divierte?
La peor de las sepulturas.

Un monstruo de lentejuelas a la vista

Su caminar ovacionan
ILUSTRACIÓN GOYA

Al resonar de su tacón
¿Quiénes festejaban? SAMANTA DÍAZ Y JEANET GONZÁLEZ Estudiantes de la Uni-
El toro corría de un lado a otro versidad Autónoma de la Ciudad de México.

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