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Procesos y respuestas sensoriales


Richard Carr

Introducción: del pasado al presente


Los seres humanos procesan y perciben el mundo interno y externo de una forma que se
ha ido configurando a lo largo de una trayectoria evolutiva increíblemente larga.
Durante los últimos dos o tres millones de años, hemos alcanzado una relación
cerebro/masa corporal (medida en una escala logarítmica para eliminar los efectos del
tamaño general de los animales) de seis a siete veces la media del reino animal
(Dawkins 2004; Schoenemann 2006). La relación entre el cerebro y el cuerpo parece
correlacionarse con la necesidad de una especie de inhibir los impulsos
conscientemente (Finley, Darlington y Nicastro 2001; McKinney 2000), y de regular el
afecto con conciencia intuitiva (Schore 1994). En el caso de los humanos, el neocórtex
o nuevo cerebro encarna muchos de estos cambios. La neocorteza o corteza cerebral
más grande que se muestra con divisiones principales en la figura 2.1 refleja la
capacidad del cerebro para gobernar corticalmente los impulsos que, de otro modo,
estarían controlados por el instinto subcortical o los estados pulsionales.
Dentro del lóbulo frontal del neocórtex (Figura 2.1), la corteza prefrontal (CPF)
(Figura 2.2) se encuentra justo detrás o posterior a la frente. La determinación de la
relación entre la CPF y el volumen cerebral en una escala logarítmica establece que los
humanos tienen la mayor relación de este tipo en el reino animal (Schoenemann 2006).
En el caso de los mamíferos, incluido el ser humano, esta proporción se correlaciona
con el tamaño de los grupos sociales típicos en los que se reúne la especie (Sapolsky
2004). De ello se deduce que, durante la evolución, la regulación de la conciencia
psicosocial se volvió más crítica que la regulación de los momentos de supervivencia.
En consecuencia, las prioridades dentro de los procesos sensoriales cambiaron un poco
de las impulsadas por las necesidades de supervivencia definidas por la naturaleza a las
definidas por los determinantes psicosociales. Con el tiempo, en lugar de perseguir,
atacar o huir de quienes nos enfadaban o amenazaban, aprendimos a manipular las
cuerdas vocales para hablar o gritar, y a veces incluso conseguimos reducir las
amenazas mediante expresiones de empatía psicosocialmente sensibles. La
organización en torno a las señales psicosociales sigue dando nueva prioridad a las
complejas percepciones e interacciones humanas con el mundo.
Nuestro córtex prefrontal se ha especializado en las funciones ejecutivas:
resolver problemas, anticiparse a los acontecimientos que nos afectan, conjurar
cómo reconfigurar las percepciones y decidir cómo dirigir las acciones. El CPF nos
ayuda a modificar y diversificar nuestro entorno vital. Las manipulaciones
manuales humanas, que reflejan más de 3.500.000 años de

43
44 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

DORSAL
Lóbulo
Lóbulo frontal parietal
P
A O
N S
T Occipital T
E Lóbulo
Temporal E
R Lóbul
o R
I I
O Tallo cerebral Cerebelo O
R
R

VENTRAL
Figura 2.1 La corteza cerebral, la capa más externa del cerebro, ha cambiado
significativamente durante la evolución humana. La zona oscura delineada muestra la corteza
cerebral (neo). También se muestran las direcciones de orientación: dorsal, ventral, anterior
y posterior. Ilustración de Tise Chao.

especialización, exhiben mayor destreza y sensibilidad al tacto que cualquier otra especie.
Es muy posible que nuestras habilidades para gesticular, apuntar y lanzar nos hayan elevado
de presa a depredador, reforzando las orientaciones de meta y debilitando las de
supervivencia (Sapolsky 2004). Decir con confianza: "¡Puedo con esto!" puede suscitar
profundos sentimientos de superioridad que reconocen inconscientemente el cambio de ser
presa.
Los sofisticados gestos de las manos también integran muchas funciones
cerebrales que contribuyen a la creación de arte. Los pigmentos rojos y negros
hallados en yacimientos humanos primitivos de hace 400.000 años sugieren la
existencia de arte corporal o decoración de herramientas. Una figura femenina de
piedra de hace 3 a 400.000 años, la primera pieza de arte conocida, aunque
posiblemente sea un subproducto de la naturaleza, parece haber sido mejorada por
el hombre y enrojecida con ocre. Representa un cambio significativo hacia la
externalización u objetivación de nuestra experiencia mental durante nuestra
evolución psicológica (Potts 2007). El registro arqueológico revela que los
humanos manifestaron cada vez más su vida interior mediante creaciones
simbólicas visiblemente concretas que exponían la emoción y el pensamiento
humanos (Bradshaw 2001). Otras innovaciones que hicieron más fácil la
recolección de alimentos, la vida más segura y confortable y la comodidad más
asequible siguen mostrando el adorno artístico.
¿La creación de arte encarnaba un proceso primitivo para expresar y acceder a la
conciencia del yo y del otro? La arqueología sugiere que las pinturas rupestres y el arte
rupestre de alrededor de 18.000
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 45

hace años pueden haber plasmado los intentos espirituales o de empatía primitiva de
hacerse uno con los animales fundamentales para la supervivencia humana (Potts
2007). Estas expresiones artísticas surgieron de la alteración del estado de ánimo de
los artistas, de modo que la sintonía con los hábitos de las presas o con las
enfermedades compartidas con ellas resultaba más fácil de entender. Las flores
esparcidas sobre una tumba, los adornos de los collares de hueso y concha, las
pinturas rupestres, los murales egipcios y, finalmente, el arte y la arquitectura
modernos, nos obligan a reconocer los repetidos y animados intentos de
comprender, representar, cambiar, compartir y definir un mundo alterado por
creaciones psicosociales, sensoriales y emocionales.

Sentir el mundo
Los estímulos sensoriales siguen moldeando e influyendo subliminalmente en los
procesos de comunicación verbal y no verbal. Observa cómo cambian tus sentidos y
tu atención cuando imaginas que oyes y ves lo siguiente: Mientras gesticula, exulta:
"El sol, un orbe llameante, desciende hasta que sólo una bola rosada se desliza bajo
la superficie plateada y azul tinta, llevando a la tierra grisácea hacia un sueño
tranquilo". Esta descripción gestual, hablada, concreta, abstracta, metafórica y
emocional invita a una activación compleja y organizada en nuestro recién
evolucionado neocórtex.
Las vías y los mecanismos neuronales facilitan al ser humano la percepción de su
entorno. Los receptores sensoriales especializados que reaccionan ante determinados tipos
de estímulos, como la luz, el sonido, el calor, el frío, el olor, el sabor, la textura, la
propiocepción y la interocepción, ocupan los lugares del cuerpo más propensos a encontrar
estos estímulos: los ojos, los oídos, los labios, la lengua, las manos, los pies... Los receptores
sensoriales estimulados reaccionan activando neuronas que provocan ráfagas de energía
creadora de sensaciones para energizar a las neuronas subsiguientes de una manera que
sigue al líder. Las señales entrantes se dirigen a redes neuronales discretas que transportan
información y que están destinadas a llegar a zonas cerebrales más evolucionadas. El paso
del mensaje de neurona a neurona continúa hasta que áreas cerebrales específicas reciben e
inician una respuesta a las sensaciones (Figura 2.2).
Si es lo suficientemente fuerte, un estímulo se reproduce muchas veces en su
camino hacia la conciencia o la reacción. Cuando las áreas neocorticales se activan, se
despiertan respuestas complejas y conscientes que pueden dar lugar a experiencias
sutiles, como sentirse envuelto por la música o la poesía.
Sin embargo, las señales sensoriales que atraviesan y comprometen neuronalmente
estructuras cerebrales especializadas no siempre alcanzan la conciencia. El cerebro
registró nuestro viaje evolutivo apilando cerebros de evolución posterior sobre los
primeros. A veces, esta jerarquía evolutiva impide que las respuestas a los estímulos
lleguen a la conciencia, ya que las adaptaciones evolutivas anteriores encontradas en
nuestros cerebros de reptil o de mamífero anterior usurpan el procesamiento. La
ceguera, por ejemplo, estimula incluso a las personas ciegas a responder a ciertos
movimientos no conscientes visualmente (Ramachandran 2004). Debajo del tálamo
(figuras 2.2, 2.3 y 2.4), una estructura llamada colículo superior (figura 2.4) conserva la
capacidad reptiliana de responder al movimiento sin involucrar a los centros visuales.
Así, un objeto en movimiento y no identificado puede orientar reacciones de
autoprotección que nos protegen de estímulos no vistos, como girar o parpadear sin que
sepamos por qué (Ramachandran 2004). Estructuras que
46 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

Prefrontal Somatosensorial
Cortex Cortex
Tálamo

Amígdala
Olfativo
Lóbulo
Espina dorsal
Cordón

Figura 2.2 Vías sensoriales hacia el cerebro. La vía del olfato difiere de las vías del tacto y la
temperatura.
Ilustración de Tise Chao.

facilitan las respuestas de supervivencia, como el colículo superior, reducen el


gasto de energía y el esfuerzo consciente que se necesita para formar una
reacción.
El modo en que un estímulo se hace consciente viene determinado por la estructura
cerebral que regula el comportamiento: el neocórtex nuevo y específicamente humano,
la corteza límbica de los mamíferos, que ha cambiado menos, o el antiguo cerebro de
los reptiles. Cuando los centros cerebrales inferiores se activan exclusivamente, las
respuestas van de lo reflexivo a lo afectivo, algo típico en los reptiles, los mamíferos no
primates (Panksepp 1998) y las personas asustadas. Por ejemplo, la respuesta
subcortical de sobresalto permanece fuera de la conciencia hasta que el cuerpo
reacciona.
La lateralización de los dos hemisferios del cerebro (Figura 2.5) divide aún más la
orientación funcional utilizada para procesar un estímulo. La dominancia del hemisferio
derecho o del izquierdo altera la conciencia. El procesamiento en el hemisferio derecho
genera sentimientos más intuitivos o "viscerales" a través de la conciencia directa y
preconsciente de los cambios corporales y su impacto en ellos (Schore 1994). El
procesamiento en el hemisferio izquierdo aumenta la conciencia explícita a medida que
la memoria consciente se activa e influye en la percepción, la comunicación y el
comportamiento. Tanto las orientaciones neocorticales del hemisferio derecho como las
del izquierdo promulgan percepciones que han demostrado ser ventajosas a lo largo de
la evolución. Quizás si los humanos hubieran evolucionado por
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 47

Al obtener alimentos nocturnos, la "oscuridad" podría golpearnos de manera


diferente y las "sombras" podrían ofrecernos consuelo.
La ontogenia, el entorno, los genes y las respuestas construidas a partir de patrones
de atención aprendidos modifican selectivamente las estructuras cerebrales, las
funciones y las interacciones dentro de las vías neuronales. Los periodos críticos y
sensibles del desarrollo, excepcionalmente vulnerables y maleables, como el
aprendizaje de la marcha y el habla, se producen cuando estructuras y redes neuronales
específicas se vinculan inicialmente y se perfeccionan. Estas influencias se combinan en
última instancia para definir las habilidades posteriores con las que una persona imagina
y anticipa el mundo.
El procesamiento inconsciente o preconsciente temprano implica a estructuras
neuroanatómicas como el tálamo, la amígdala, el córtex somatosensorial, el córtex
cingulado anterior, la ínsula y el córtex prefrontal que se muestran en la figura 2.3.

Corteza
motora Corteza somatosensorial
Anterior Cingulado
Corteza cingulada Cortex
Prefrontal Posterior
Cortex Cingulado
Cortex
Orbitofrontal
Cortex
Corpus
Hipotálamo
Callosum
Amígdala
Tálamo
Locus
Coeruleus

Figura 2.3 Sección transversal del cerebro que muestra la ubicación de las estructuras.
Ilustración de Tise Chao.

El tálamo, que funciona como puerta de entrada sensorial del cerebro desde el cuerpo y el
tronco encefálico (Figura 2.1) hasta los centros cerebrales superiores, difunde su
información por amplias zonas de la corteza (Castro-Alamancos y Calcagnotto 2001).
Representa un centro desde el que cualquier sitio de la corteza puede comunicarse con otro
u otros sitios de este tipo" (Llinás et al. 1998, p.1841; Figura 2.4). Los bucles de
retroalimentación entre el tálamo y las estructuras recíprocas alteran dinámicamente las
interacciones, de modo que cuando tomamos conciencia de algo, es como si diferentes áreas
cerebrales accedieran simultáneamente (Edelman y Tononi 2000). Por ejemplo,
48 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

Experimentar dolor sensibiliza la conciencia y la anticipación de posibilidades similares


posteriores. Cuando aumenta la anticipación del dolor, el tálamo, la ínsula, el córtex
cingulado anterior, el córtex prefrontal y otras regiones del cerebro aumentan la
intercomunicación. Si se anticipa una disminución del dolor, la actividad de estas
estructuras disminuye, reduciendo casi el 25 por ciento de la experiencia subjetiva del
dolor (Koyama et al. 2005). Así, "la conciencia surge de un 'diálogo' continuo entre el
tálamo y el córtex" (Llinás y Ribary 2001, p.167). La anticipación de sucesos
significativos hace que las áreas cerebrales refinen la información sensorial entrante y
cambien la conciencia. La retroalimentación y el "diálogo" manipulan críticamente la
conciencia sensorial y, por tanto, la experiencia.
Los viajes sensoriales tardan milisegundos en mezclar rápidamente las
respuestas de los estímulos en las estructuras cerebrales superiores y/o inferiores.
En consecuencia, se producen interesantes mezclas de respuestas evolutivas y
cerebrales/corporales. Imaginemos el resultado expresivo cuando partes del
neocórtex dirigen algunas partes del cuerpo para que respondan de forma
exclusivamente humana, mientras que otras, dirigidas por áreas cerebrales
reptilianas, responden de forma más refleja, similar a un lagarto. Al final, un
resultado o comportamiento único tiene que lograr la coherencia. Imaginemos una
orquesta compuesta por diferentes secciones musicales. Cada una de ellas combina
sus efectos, creando una experiencia armónica, consciente y personal de la realidad.
Si se producen desajustes, como los que acompañan a las alucinaciones inducidas
por las drogas, los traumatismos craneales o la psicopatología, la realidad
experimentada se distorsiona. Las respuestas y los patrones de respuesta se
desajustan y surgen los problemas.

El tálamo: puerta de entrada de sensaciones y acciones


entre el cuerpo y el cerebro
Casi todos los sentidos, excepto el olfativo, dirigen inicialmente sus neuronas al
tálamo. Esta estructura, formada por dos masas del tamaño de una nuez y con forma
de huevo situadas en el centro del cerebro, constituye la estación clave de
transmisión de las sensaciones del cuerpo al resto del cerebro (Figura 2.2). La
información sensorial se reúne allí y se envía a múltiples destinos de procesamiento
en el cerebro. La estimulación destinada a la toma de conciencia se conecta con
redes neuronales especializadas que enlazan el tálamo con áreas específicas de
procesamiento sensorial en la corteza cerebral (Castro et al. 2002; Figura 2.4). La
estimulación que debe afectar a la conciencia de forma indirecta se envía a las
estructuras límbicas cercanas, de procesamiento más rápido, en la región del
cerebro central situada bajo el neocórtex (Figura 2.6). El tálamo, potencialmente
sujeto a la sobrecarga y el desequilibrio, facilita muy activamente la comunicación
con y entre los sitios corticales.
La retroalimentación cortical al tálamo, más del doble de la entrada sensorial del
cuerpo, frena el flujo de información talámica entrante según sea necesario.
Imaginemos mensajes rápidos y concisos -redundantes, suficientes o más- que
retroalimentan al tálamo y ayudan a regular aún más la distribución de la información
sensorial (Castro-Alamancos y Calcagnotto 2001). La comunicación corticotalámica
crea un diálogo complejo y constante sobre la inhibición de los estímulos y las
ocurrencias simultáneas (figura 2.4).
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 49

Figura 2.4 Las conexiones de los núcleos talámicos con las estructuras cerebrales, junto con el colículo
superior, son esenciales para la visión ciega y la orientación visual: Núcleos talámicos: AN: Anterior; LD:
Dorsal lateral; LP: Lateral posterior; Pul: Pulvinar; MD: Dorsal medial; Mid: Línea media; VA: Ventral
anterior; VL: Ventral lateral; VPL: Ventral posterolateral; VPM: Ventral posteromedial; LGB: Cuerpo
geniculado lateral; MGB: Cuerpo geniculado medial; IL: Intralaminar; CM: Centromediano. El LGB y el
MGB transmiten respectivamente estímulos visuales y sonoros. El VPL transmite las sensaciones
corporales desde la médula espinal a la corteza somatosensorial, mientras que el nervio trigémino facial
transmite la información facial a la corteza somatosensorial.
50 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

El área somatosensorial (SSA, Figura 2.4) del lóbulo parietal del cerebro (Figura 2.1) es
una zona primordial para la clasificación de los estímulos sensoriales. El surco central
(un surco que separa las partes anterior y posterior del neocórtex) delimita la corteza
motora anterior (de la que se habla en el capítulo 3) de la corteza sensorial posterior
(figura 2.3), donde se encuentra la SSA. La SSA contiene áreas de representación para
toda la superficie del cuerpo: mano, pie, lengua, labios, etc. Cada área de representación
es proporcional a la densidad de los receptores de su respectiva parte del cuerpo. Por lo
tanto, las áreas altamente sensuales de los labios y las manos táctiles son grandes en el
SSA en comparación con las áreas menos sensuales del estómago o las áreas táctiles de
las pantorrillas y los antebrazos.
La estimulación de áreas corporales inicia la activación talámica en las áreas SSA
correspondientes (Figura 2.4). En concreto, el área de la mano de la SSA activada se
corresponde proporcionalmente con la cantidad de estimulación experimentada en la mano.
Desde la SSA, esta información se transfiere a áreas corticales más refinadas hasta que la
conciencia de que la mano toca algo se hace consciente. La retroalimentación cortical ayuda
a disminuir la conciencia de las sensaciones irrelevantes, como una mano apoyada en un
reposabrazos. La disminución de la conciencia irrelevante facilita el procesamiento
consciente de otros estímulos relevantes, como un volante sostenido por la otra mano. La
unión de las cantidades cambiantes de entrada del tálamo con la salida cualitativa necesaria
para el procesamiento superior requiere bucles de retroalimentación sintonizados que
ajusten las interacciones talámicas y corticales en cada momento (Llinás y Ribary 2001).
El control cortical sobre el tálamo coordina esencialmente los impactos
generalizados de las sensaciones corporales de forma coherente (Destexhe 2000). Las
señales que recibe el tálamo sobre las funciones corporales básicas, como la excitación,
la respiración, el ritmo cardíaco, etc., pueden verse alteradas por una estimulación del
tronco cerebral de muy alta o baja intensidad (Castro-Alamancos y Calcagnotto 2001).
Tanto la desregulación "ascendente", impulsada por el afecto, como la "descendente",
impulsada por la cognición, pueden dar lugar a trastornos neuropsiquiátricos (Llinás y
Ribary 2001).
Los traumas abrumadores que conducen al TEPT (trastorno de estrés
postraumático) y a la disociación muestran una inactivación talámica significativa
(Lanius et al. 2001, 2005), al igual que la privación sensorial en la negligencia infantil
grave. En la negligencia, la estimulación insuficiente de los circuitos talámicos durante
los períodos críticos del desarrollo minimiza la creación de bucles de retroalimentación
eficaces (Schore 2001b). Durante el trauma, los estímulos sensoriales excesivos ponen a
prueba la fuerza de los bucles de retroalimentación para disminuir la entrada cortical y
recuperarse rápidamente cuando los estímulos traumáticos cesan. El debilitamiento o la
disminución de la retroalimentación corticotalámica crea una vulnerabilidad que
culmina en diversas disfunciones cerebrales y en una mayor priorización de las
funciones cerebrales subcorticales, basadas en la supervivencia.
Las prácticas de arteterapia sensorial estimulan las conexiones talámicas hacia y
desde las regiones cerebrales corticales y subcorticales. Estas regiones pueden ser
puestas a prueba, afinadas y reforzadas. Se sabe que los entornos enriquecidos
sensorialmente, multimodales y regulados por uno mismo y por otros, ayudan a que
los enfoques "ascendentes" y "descendentes" coordinen y vuelvan a regular las
funciones de la puerta talámica que cambian la conciencia afectiva, la atención y la
con-sciencia (Cozolino 2002; Schore 1994).
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 51

La amígdala: puerta de las emociones


La amígdala, situada en la región límbica inferior del cerebro central, es una de las
primeras en responder a la salida talámica (figuras 2.3 y 2.6). Reacciona mucho antes
de que comience la conciencia, entre 20 y 100 milisegundos (ms) aproximadamente
después de un estímulo (Repa et al. 2001). Esta rápida respuesta altera drásticamente
importantes funciones cerebrales y corporales a través de las conexiones con el sistema
nervioso simpático (SNS), el sistema nervioso más rápido del cuerpo. La rápida
iniciación en la amígdala de la respuesta de huida o lucha del SNS permite la
reactividad y, se espera, la recuperación durante el estrés, las crisis o las situaciones de
supervivencia.
En comparación, acciones conscientes como pulsar un botón tras ver una luz
parpadeante suelen llevar a los individuos unos 220 ms. Las tareas más
discriminatorias, como pulsar un botón en respuesta a un estímulo rojo parpadeante
pero no a uno blanco, requieren casi medio segundo (420 ms; Kosinski 2006). La
diferencia en los tiempos de reacción refleja la toma de decisiones corticales necesarias
para inhibir los impulsos rápidos que inician las reacciones no conscientes.
Un par de cuerpos con forma de almendra forman la amígdala del cerebro.
Una amígdala reside en el hemisferio derecho y la otra en el izquierdo. Casi
todas las estructuras cerebrales comparten la división lateral que se ve en la
figura 2.5.

Hemisferio derecho Hemisferio izquierdo


Corteza cingulada
Corteza prefrontal
Cuerpo calloso
Ínsula
Amígdala
Hipocampo
Figura 2.5 Sección transversal del cerebro que muestra la lateralización de las estructuras. Las
zonas oscuras son espacios ventriculares. El espacio central oscuro, el tercer ventrículo, no
tiene gemelos como los demás ventrículos cerebrales. El eje de esta sección del cerebro se
muestra a la derecha. Ilustración de Tise Chao.
52 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

Cada amígdala del par participa en todas las etapas del procesamiento de la información
relacionada con el afecto: codificación, almacenamiento y recuperación. Los indicios de
la experiencia se cargan con valencias positivas o negativas para que la memoria en
contextos emocionales pueda ser buscada y activada más fácil y eficazmente (Adolphs,
Tranel y Denburg 2000; Atkinson y Adolphs 2005). Los estímulos no conscientes,
aversivos o que causan miedo, activan frecuentemente la amígdala (Schore 2001b; Zald
2002, revisión). Sin embargo, también se activa durante el aprendizaje apetitivo, el
reconocimiento de miembros de la misma especie (Izquierdo y Murray 2004), la
felicidad (Haman et al. 2002) y al reconocer señales sociales y expresiones faciales con
valor emocional (Suslow et al. 2006). La amígdala derecha reacciona más a las caras
enfadadas que la izquierda, mientras que ambas reaccionan para discernir las caras
temerosas de forma consciente (Suslow et al. 2006). Las evaluaciones y la mediación
de la amígdala durante los acontecimientos experimentados emocionalmente y su
codificación y consolidación en la memoria afectan a cualquier procesamiento
corporal/mental posterior (Markowitsch 1999).
La entrada talámica a la amígdala derecha se evalúa en función de la forma y el
movimiento que podrían señalar el potencial de amenaza del estímulo. La amígdala derecha
realiza una evaluación adicional, ya que hace referencia a las experiencias impresas y a un
sistema de memoria muy rudimentario y potencialmente genético. Los resultados se
transmiten al hipotálamo (HY), una glándula endocrina del cerebro (Sapolsky 2005). Si se
induce el miedo, la amígdala envía inmediatamente señales por la "vía baja" a través del HY
al SNS, para que se cree una respuesta de estrés. El SNS se conecta con todos los órganos
del cuerpo, provocando una excitación preconsciente rápida, global, emocional y corporal

Figura 2.6 Camino bajo-camino alto: Los estímulos sensoriales recorren rápidamente la
vía baja desde el tálamo hasta la amígdala. La respuesta garantiza una respuesta rápida a
las amenazas de supervivencia, ya que la amígdala estimula el hipotálamo, que a su vez
activa el sistema nervioso simpático. También viajan por la vía superior desde el tálamo,
pasando por el hipocampo, hasta los sitios corticales, donde las evaluaciones basadas en
la memoria y los procesos cognitivos determinan conscientemente qué acciones necesitan
ser inhibidas o iniciadas. Ilustración de Tise Chao.
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 53

(Gläscher y Adolphs 2003). La carretera baja y su compañera, la "carretera


alta", ilustrada en la figura 2.6, se analizan más adelante en el texto.
Las evaluaciones rápidas de la amígdala derecha sobre posibles amenazas
evitan la muerte o los daños. Imagínese que se asusta. Usted se echa hacia atrás y se
congela mientras el tálamo procesa más información. El ritmo cardíaco, la presión
arterial, la frecuencia respiratoria y la energía de los músculos grandes aumentan
porque la amígdala derecha ha detectado un movimiento que indica una amenaza
potencial. Su credo es actuar antes que pensar. Las reacciones de "huida o lucha"
continúan desarrollándose hasta que se toma conciencia de lo que te ha "asustado".
Si no se materializa ningún peligro real, el corazón y otros órganos se han
ejercitado.
En la amígdala izquierda, la excitación refleja la reactividad a los detalles de los
estímulos que necesitan decodificación (Tabla 2.1). La amígdala izquierda ayuda a
consolidar la memoria declarativa para los eventos emocionalmente excitantes
(Adolphs et al. 2000), especialmente si es estimulada por una imagen visual de alto
interés, ambigua, o durante emociones positivas visualmente provocadas (Haman et al.
2002). Las evaluaciones de la amígdala izquierda muestran un refinamiento relacionado
con las amenazas basadas en el lenguaje (Phelps et al. 2001; Williams et al. 2004), ya
que reestructura la memoria para incorporar el conocimiento léxico y visual (Adolphs et
al. 2000). Esta percepción más articulada de los estímulos excitantes antes de la
conciencia refleja las evaluaciones de la amígdala izquierda (Gläscher y Adolphs 2003;
Markowitsch 1999). Una vez evaluado conscientemente, el sobresalto producido por la
amígdala derecha puede resultar irrelevante. La amígdala izquierda puede ayudar a
redirigir los impulsos de huida o lucha cuando su cónyuge sale de las sombras y habla.
El alivio resultante podría desplazar los impulsos de huida hacia la risa. Los lados
derecho e izquierdo de la amígdala alteran de forma dinámica y rápida el cuerpo y la
mente de manera diferente mientras se relacionan con otras estructuras cerebrales.
Véase la Tabla 2.1 para más detalles sobre esas diferencias.

Tabla 2.1 Contribución de la amígdala derecha e izquierda


diferentes aspectos de la valoración de los estímulos tempranos.
Amígdala derecha Amígdala izquierda
Enfadado, temeroso, en los
Expresiones faciales hombres feliz Temeroso, en las mujeres feliz
Potencial de amenaza
del estímulo Forma, movimiento, impresión Detalles del estímulo descifrados,
memoria, memoria genética amenazas lingüísticas
incorporados en el léxico y
conocimiento visual
Excitación Startle o SNS: huida, lucha,
congelación Memoria
Impri
respuesta, en los hombres se
me las amenazas, construye lo
activa para los estímulos visuales
implícito
que estimulan la emoción, en las
memo
mujeres se activa para el aumento
ria
de la activación del hemisferio
emocional, integra Alto interés, imágenes visuales
estímulos, emoción y cuerpo ambiguas o emociones positivas
funcionamiento durante los tres provocadas visualmente, en las
primeros mujeres aumenta la activación del
meses, influye en el potencial hemisferio, la depresión y el
archivo adjunto síndrome del intestino irritable

Consolidación de la memoria
para eventos emocionalmente
excitantes, ayuda a conectar el
tono de voz y la función del
lenguaje
54 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

Mientras se producen alteraciones de la "vía baja" en el estado corporal y la


información interoceptiva, una "vía alta" más lenta lleva los impulsos neuronales de
los receptores sensoriales al tálamo, al hipocampo y a las estructuras sensoriales
corticales, como las cortezas SSA, auditiva, visual y parietal; y a las áreas corticales
orientadas a la acción, como las áreas motoras, la corteza prefrontal (CPF) y la
orbitofrontal (CPO). La evaluación consciente de la comunicación por carretera
termina en el PFC, que contiene el OFC, para las evaluaciones emocionales, y el
córtex prefrontal dorsolateral (DLPFC), para la memoria de trabajo y el
procesamiento de la memoria más contextual. Las entradas de las cortezas
sensoriales a la OFC y la DLPFC permiten comparar la situación con eventos
anteriores y la disposición del cuerpo a responder. Los procesos informados por la
emoción y la memoria basada en los hechos inhiben el sistema límbico según sea
necesario y dirigen el tálamo, los músculos y los órganos del cuerpo hacia una
acción más refinada (Schore 1994).
Los factores de estrés psicosociales estimulantes encienden las respuestas actuales
de la amígdala con más frecuencia que las amenazas de supervivencia basadas en la
naturaleza. Aunque está idealmente adaptada a nuestro pasado evolutivo "salvaje", la
amígdala puede ser condicionada para responder a miedos modernos no pasados, como
ser evaluado por otros. Los recuerdos condicionados se fusionan y almacenan en el
crudo depósito inconsciente de la amígdala los posibles precursores del peligro, creando
pistas que aumentan las reacciones de miedo y ansiedad. Las imágenes de películas de
gente corriendo o los sonidos de la música de fondo en un tono menor emparejados con
estímulos inesperados y aversivos, como gritos que hielan la sangre, nos sobresaltan.
Aunque se produzca para nuestro entretenimiento, esta ilusión provoca una respuesta de
la amígdala, a pesar de saberlo. El entretenimiento basado en la adrenalina hace las
delicias de nuestra conciencia posterior, que disfruta de la oportunidad de practicar la
respuesta excesivamente rápida de la amígdala. El placer a veces se produce
conscientemente medio o un segundo después, cuando las estructuras neocorticales
superiores reúnen los detalles sensoriales y descubren la amenaza ilusoria. El miedo se
convierte en alivio: la risa descarga la tensión muscular y la hipervigilancia disminuye a
medida que llega la retroalimentación cortical más lenta, cautelosa y refinada. Si las
señales condicionadas se repiten con frecuencia, la amígdala se habitúa o deja de
responder a los estímulos. Los buscadores de emociones y los cinéfilos buscan sin cesar
nuevos giros para evitar la habituación o el desacondicionamiento de la amígdala.
Las incertidumbres psicosociales o los pensamientos que las anticipan suelen
encender el miedo, la ansiedad y el estrés, en cuyo caso, las respuestas de huida o lucha
no nos protegen y pueden dañar el funcionamiento cerebral y corporal a largo plazo
(McEwen 2003). La memoria inconsciente condicionada, basada en la amígdala, se
forma más rápida y eficazmente durante las situaciones peligrosas y emocionales que
durante los acontecimientos no amenazantes y neutros. Los sobresaltos y las reacciones
inconscientes basadas en el miedo revelan el condicionamiento a recuerdos estresantes
y psicosociales amenazantes de la vida anterior de una persona.
Los estímulos emparejados o condicionados como los mencionados anteriormente
pueden no reflejar los estímulos externos. Las mezclas de memoria, las respuestas
pautadas, los esquemas, las suposiciones basadas en el miedo, los sentimientos y los
pensamientos reactivos pueden combinarse para crear respuestas implícitamente
condicionadas aparentemente irracionales o no sensitivas. Las supersticiones suelen
variar según las culturas y las regiones. Las muertes cardíacas aumentan un 7% el día 4
de cada mes en Japón y China.
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 55

estadounidenses. El número cuatro, que suena como la palabra para muerte en


mandarín, cantonés y japonés, excita el miedo inconsciente (Phillips et al. 2007). Los
estadounidenses pueden eliminar el desafortunado decimotercer piso de un edificio,
mientras que los británicos, que también temen el viernes trece, soportan el aumento
estadístico de los accidentes de tráfico en ese día.
La reacción de la amígdala a las amenazas percibidas o imaginadas provoca
intensos cambios corporales. La calma consciente necesaria para ordenar las diferentes
perspectivas y significados se escapa. En consecuencia, una "mirada", un "tono de voz",
una metáfora, una expresión idiomática, un gesto, una "visión" o una imagen pueden
impactar con más fuerza a una persona reactiva que a otra. Las interpretaciones
privadas e inconscientes de los acontecimientos motivan y crean estresores
psicosociales internos que predisponen las respuestas al estrés. Si las respuestas de
sobresalto o de huida o lucha se producen con demasiada frecuencia, aumentan el
envejecimiento, agotan los recursos energéticos, desregulan el tálamo, causan estrés
crónico y enfermedades autoinmunes, y establecen patrones de respuesta que se
producen demasiado rápido o demasiado lento (McEwen 2003).
Durante el desarrollo y la integración funcional en el sistema nervioso, la amígdala,
como todas las estructuras en formación, muestra una importante vulnerabilidad a muchas
influencias. La amígdala derecha, activa tanto al final del embarazo como después del
nacimiento, parece liderar la integración de estímulos y funciones corporales durante los tres
primeros meses de vida postnatal (Schore 2001a, 2001b). Las investigaciones realizadas en
animales como ratas, gatos y chimpancés durante el periodo prenatal descubrieron que las
respuestas de estrés extremas o prolongadas de la madre provocan un aumento de la
densidad de las neuronas de la amígdala y de su interconectividad. Este resultado parece
aplicarse también a los humanos (Salm et al. 2004). Como resultado, el condicionamiento
futuro a los estímulos aversivos se produce con mayor facilidad, predisponiendo a patrones
de interacción basados en la emoción que potencian la amígdala, como los que dan forma a
los vínculos posteriores entre madre e hijo (Lemche et al. 2006). Las altas excitaciones
basadas en el miedo y la alegría de la madre y el niño influyen fuertemente en la formación
de la per-sonalidad durante la infancia y la niñez temprana (Schore 1994). La valencia que
le atribuye la amígdala modula a perpetuidad los procesos perceptivos, especialmente los
visuales (Hendler, Rothstein y Hadar 2002). Las propensiones hacia el miedo, la ansiedad o
el apaciguamiento varían de una persona a otra; a menudo reflejan respuestas condicionadas
colocadas por la amígdala en la memoria procedimental durante los períodos de desarrollo
formativo. La dominancia del hemisferio derecho/izquierdo cambia según los periodos de
desarrollo y las circunstancias en las que predominan las habilidades de razonamiento
(aprendizaje de causa y efecto) frente a otros periodos en los que se organizan los
comportamientos basados en las emociones (psicosociales). Sin embargo, todas las etapas
posteriores del desarrollo reflejan y se basan en patrones de reactividad basados en la
amígdala límbica.
Las diferencias de género se manifiestan durante el funcionamiento de la
amígdala. Por ejemplo, la amígdala derecha de los hombres muestra más actividad
durante el procesamiento de la memoria emocional, especialmente en relación con
las imágenes visuales, mientras que en las mujeres la izquierda es más activa
(Cahill 2006, revisión). La amígdala derecha de los hombres y la izquierda de las
mujeres reaccionan ante las caras felices y la actividad aumenta en el hemisferio
correspondiente. Las mujeres muestran una mayor activación de la amígdala
izquierda durante la depresión y el síndrome del intestino irritable (Cahill 2006).
La amígdala da prioridad a las señales emocionales para la corteza visual y
actúa como una fuerza orquestadora automática durante el aprendizaje afectivo
(Schupp et al. 2007). En el arte
56 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

En la terapia, es fundamental interrumpir este automatismo y permitir que las


estructuras corticales superiores inhiban y ayuden a reacondicionar la amígdala. Las
reacciones no conscientes pueden influir en las elecciones y las expresiones
emocionales mientras se atiende y/o se crea el arte. Las reacciones basadas en la
ansiedad y el miedo pueden ser estimuladas mientras se hace, se discute, se titula o
simplemente se mira el arte que revela recuerdos previamente almacenados en la
amígdala. ¿Qué aspecto de la terapia artística podría ayudar a interrumpir y
reacondicionar los procesos amigdalares? Schupp et al. (2007) señalan que "los
estímulos emocionales guían la atención selectiva durante el procesamiento visual"
(p.16), y que gravar el procesamiento de la atención emocional con una tarea visual
competitiva interfiere, especialmente cuando la tarea competitiva aumenta la demanda o
la carga de la tarea al requerir explícitamente la localización de detalles relevantes para
la tarea (Schupp et al. 2007). A partir de esto, podríamos hipotetizar que la creación de
arte en un entorno terapéutico ralentiza la guía de la atención emocional por parte de la
amígdala. Los requisitos de coordinación motriz y la selección consciente de los medios
podrían apoyar las ventajas inhibitorias de la "vía alta". Puede producirse una sensación
de seguridad, calma y tiempo adicional para abordar los momentos previamente
moldeados por los efectos de la "vía baja", impidiendo que la amígdala inutilice el
funcionamiento cortical superior. Realizar obras de arte de forma terapéutica puede
generar una sensación de entrada en un espacio mental en el que el miedo y la ansiedad
(emociones perturbadoras) disminuyen, mientras que la acción, la intuición, la reflexión
y las emociones positivas aumentan. Tal vez los recuerdos y el procesamiento de
estímulos previamente provocadores se desacondicionen o habitúen.

La corteza cingulada anterior


Si la amígdala fuera la única que diera forma a nuestra respuesta al mundo, la vida sería una
cadena de excitaciones rápidas y reacciones de supervivencia en las que el miedo y la
ansiedad serían más comunes que la alegría. Por suerte, la respuesta de la amígdala es
limitada. Las estructuras corticales más altas del cerebro, como el cíngulo y la corteza
orbitofrontal, ayudan al vecino subcortical de la amígdala, el hipocampo, a modificar el
impacto de la amígdala (Figura 2.3). Para la mayoría de las personas, estas modificaciones
aumentan la experiencia basada en la recompensa (Bechara, Damasio y Damasio 2003).
El córtex cingulado, la mayor estructura límbica, descansa sobre el cuerpo calloso
en la interfaz entre el área límbica y el córtex. Muchas estructuras corticales y
subcorticales, como la OFC, la ínsula, el hipocampo y la amígdala, se interconectan con
la corteza cingulada (Tamminga et al. 2000; Figuras 2.3 y 2.5). Desde el punto de vista
fisiológico, el córtex cingulado se divide en secciones anteriores (delanteras) y
posteriores (traseras) (Figura 2.1). Denominaciones más precisas, como rostral (hacia la
boca), caudal (atrás), dorsal (arriba) y ventral (abajo), añaden significado a las
discusiones sobre las funciones del córtex cingulado anterior (ACC) o del córtex
cingulado posterior (PCC), como la regulación del afecto, la selección de respuestas, el
procesamiento visoespacial o el acceso a la memoria. El CAC funciona durante el
autocontrol emocional, la resolución de problemas focalizados, el reconocimiento de
errores y la adaptación a condiciones cambiantes (Allman et al. 2001). El CAC detecta
y corrige los errores durante el procesamiento cognitivo y emocional (Raz 2004). El
PCC activa
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 57

durante las funciones de emoción y recuperación de la memoria, especialmente


la recuperación de la memoria autobiográfica (Maddock, Garrett y Buonocore
2001, 2003).
Hace unos 100.000 años, las cortezas cinguladas de los humanos y los grandes
simios desarrollaron unas neuronas únicas llamadas células fusiformes, que conectan y
coordinan diversas regiones del cerebro (Allman et al. 2001). La distribución de las
neuronas fusiformes o de Von Economo (VEN) ayuda a resolver problemas difíciles
con evaluaciones intuitivas rápidas de situaciones complejas (Allman et al. 2005), como
la comprensión de las interacciones de grandes grupos psicosociales, la comunicación
sobre estados mentales y el intercambio de experiencias (Frith 2002). Las VEN pueden
permitir un sentido de agencia a través de representaciones de estados mentales e
intencionales en uno mismo y en los demás (Frith 2002). La integración de una multitud
de funciones sensoriales, de memoria y ejecutivas refleja la activación cingular. Quizá
las VEN también se activen durante la selección de qué y cómo representar en el arte
y/o cómo procesar el significado en el resultado.
La experiencia consciente activa muchas funciones del ACC. Se ha demostrado que
experimentar un afecto negativo por el dolor activa el ACC rostral, lo que provoca la
liberación de opioides endógenos, el analgésico natural del cuerpo, que inhibe la
conciencia del dolor inducida por el ACC (Derbyshire 2002). Los participantes a los
que se les dio información inmediata sobre su activación exitosa del área rostral del
ACC obtuvieron el control del dolor clínico crónico (deCharms et al. 2005). El dolor
emocional y el físico comparten áreas de activación en el CAC. Ser consciente de un
afecto mientras se centra en la retroalimentación puede fomentar cambios en el
funcionamiento del ACC rostral. Experiencias como la espera de resultados adversos
(en un caso, una descarga eléctrica) o la sensación de temor también activan el área
ACC rostral (Berns et al. 2006). Por el contrario, sentirse excluido (rechazo social)
excita el OFC derecho, que normalmente interrumpe y regula la actividad del ACC
(Eisenberger, Lieberman y Williams 2003).
El ACC ayuda a una persona a clasificar y atender conscientemente la
información relevante mientras ignora la irrelevante. Permite la toma de
decisiones cuando se producen tendencias conflictivas en la respuesta a un
estímulo (Awh y Gehring 1999). Las tareas de memoria de trabajo, la
planificación, la comprobación de hipótesis y las adivinanzas activan el CAC
(Elliott y Dolan 1998). La selección de movimientos motores, mientras se
procesa información basada en la recompensa, también excita el ACC rostral
(Shima y Tanji 1998). La investigación de neuroimagen en el futuro podría
mostrar que el deseo de producir expresiones artísticas satisfactorias y
coherentes, mientras se conceptualizan y seleccionan los materiales artísticos,
activa el ACC en presencia de emociones difíciles o cambiantes.
El procesamiento de los errores, la supervisión de los conflictos, el control motor y
la selección de la respuesta median en la excitación corporal. Estas respuestas están
moduladas por el CAC dorsal (Critchley et al. 2003). Por ejemplo, durante el
comportamiento cognitivo y motor de esfuerzo, el CAC dorsal contribuye a la
excitación cardiovascular autónoma. El CAC dorsal también se activa durante los
intentos fallidos de corta duración de inhibir los impulsos neuronales, mientras que los
fracasos inhibitorios más prolongados activan el CAC ventral, que se sabe que influye
en la regulación de las emociones (Matthews et al. 2005). Las numerosas conexiones
del tálamo y la amígdala con el CAC sugieren que éste influye fuertemente en el
procesamiento del afecto (Derbyshire 2002). Las personas cuya biología las predispone
a una gran ansiedad sobreactivan el CAC, incluso cuando el riesgo de hacer
58 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

errores es muy baja (Paulus et al. 2004). Las imágenes, los medios de
comunicación, las concepciones y el producto artístico pueden quedar por debajo de
las expectativas, lo que genera cierta decepción. En los contextos de arteterapia de
bajo riesgo se dan repetidas oportunidades para experimentar y recuperarse de los
fracasos a corto y largo plazo. Compartir la intención y el significado de la obra de
arte también puede disminuir la relevancia de estas decepciones creativas iniciales.
Las entradas talámicas y de la ínsula almacenadas en el CAC mantienen
representaciones del estado del cuerpo que se comparan con las entradas límbicas del
CAC que motivan la acción. Si la entrada de cada fuente sugiere que la capacidad del
cuerpo para satisfacer las demandas límbicas coincide con los recursos del cuerpo para
la acción, entonces la entrada límbica, incluida la de la amígdala, se facilita. Si se da la
condición contraria, la entrada límbica se inhibe. El conflicto y los errores detectados
provocan reacciones del CAC que favorecen las respuestas límbicas habituales a los
estímulos. El funcionamiento del córtex orbitofrontal favorece las respuestas novedosas
(Schore 1994). Los procesos de habituación, extinción y reconsolidación de la memoria
conforman estrategias de afrontamiento que permiten que las respuestas habituales del
ACC y las soluciones novedosas del OFC influyan en la reactividad de la amígdala y,
posiblemente, en la creación de arte de forma eficaz. El acceso funcional a través de
estos procesos al funcionamiento del CAC y la comprensión de las influencias del CCE
facilitan varias formas de terapia, quizás la más importante sea la terapia artística.

Resumen
Los seres humanos desarrollaron hace mucho tiempo una capacidad única para
concretar, comprender y transformar sus experiencias internas a través del arte. La
interdependencia con grandes grupos sociales fomentó complejos procesos interactivos
que requerían funciones cerebrales superiores para regular con éxito las funciones
subcorticales de carácter afectivo tanto en contextos familiares como novedosos. La rica
y dinámica información sensorial distribuida por el tálamo fluye a través de intrincadas
relaciones de retroalimentación entrelazadas con áreas corticales que dan forma a la
conciencia y la percepción. La terapia artística invoca estas funciones de
retroalimentación a la vez que revela e involucra áreas disruptivas de expresión afectiva
que emergen de estructuras subcorticales, como la amígdala. Se sabe que invocar
estructuras límbicas superiores, como el ACC, para inhibir la impulsividad de la
amígdala y posiblemente iniciar patrones de procesamiento más regulados y familiares
ayuda a remodelar los errores de procesamiento interno. Las prácticas de arteterapia
parecen involucrar al ACC, así como a los complejos centros reguladores del CPF que
utilizan la memoria explícita e implícita para resolver problemas y crear nuevas formas
de disminuir los conflictos expresados. Los contextos multimodales disponibles durante
la terapia de arte invitan a posibilidades creativas, orientadas a la comprensión y
expresivas que evitan convertirse en algo simplista, lineal o impulsivo. La orientación
bilateral de la arteterapia se basa en las diferencias funcionales de ambas hemiesferas
para facilitar la resolución individualizada, coherente e integradora de las
perturbaciones presentes, pasadas y evolutivas del funcionamiento del yo dentro de un
contexto psicosocial seguro y manejable.
PROCESOS Y RESPUESTAS SENSORIALES 59

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El córtex: Regulación de la experiencia


sensorial y emocional
Darryl Christian

Introducción
El córtex, concretamente el córtex prefrontal, nos hace singularmente humanos. El
córtex nos vincula con los demás mediante el control y la regulación de los estados
internos de cada uno a través del contacto visual, el tacto, el lenguaje corporal, los
patrones relacionales y las narrativas de representación (Cozolino 2006; DeVries,
Glasper y Detillion 2003; Greenspan 1997). Las estructuras y funciones cerebrales
de la corteza contribuyen a la elección consciente, la acción, las emociones
complejas y las interacciones sociales significativas. Un análisis de las estructuras y
funciones corticales es esencial para comprender cómo se desarrollan estos
procesos relacionales a partir del procesamiento de la experiencia sensorial.

Vías de procesamiento de la información


El cerebro está dividido de delante a atrás por la fisura longitudinal, creando dos
hemisferios cerebrales cubiertos por la corteza (o neocórtex). La corteza forma
cinco lóbulos en cada hemisferio: occipital, parietal, temporal, insular y frontal. La
figura 3.1, con direcciones anatómicas, ofrece un mapa de la corteza.
La ínsula se encuentra oculta entre los lóbulos frontal, parietal y temporal que se
muestran en la figura 3.1, y las estructuras del mesencéfalo están situadas en el centro
entre los hemisferios derecho e izquierdo. Las funciones corticales superiores a las
inferiores se organizan de delante (anterior) a detrás (posterior) y de arriba
(superior/dorsal) a abajo (inferior/ventral). Dentro de estas regiones, las vías neuronales
se organizan estructuralmente en diferentes capas que forman circunvoluciones, las
cuales dan a la corteza su distintivo aspecto arrugado. Estas colinas y valles,
respectivamente giros y surcos, consisten en materia gris que forma la parte superior de
los giros, que cubre la materia blanca subyacente (Berninger y Richards 2002). Los
surcos profundos ayudan a identificar los límites entre los cinco lóbulos, mientras que
los surcos, en general, aumentan la superficie cortical y varían un poco de una persona a
otra. El córtex rodea estructuras subcorticales más antiguas del cerebro: las áreas del
tronco cerebral responsables de las funciones involuntarias o
62
EL CÓRTEX: REGULACIÓN DE LA EXPERIENCIA SENSORIAL Y
EMOCIONAL 63

(DORSAL/SUPERIOR)

Área somatosensorial primaria


Área motora primaria
Lóbulo
Área premotora parietal
O
N
A

R
E

Lóbulo Broca Temporoparietal

(POSTERIOR)
Occipital

frontal Dorsolateral coyuntura


prefrontal
corteza
Wernicke
Prefrontal
corteza
Lóbulo
temporal lóbulo

Orbitofrontal Superior
corteza surco temporal
Tallo cerebral
Cerebelo

VENTRAL/INFERIOR

Figura 3.1 Vista lateral de los lóbulos corticales y áreas especializadas. No se


indica la ínsula, que está oculta por los lóbulos frontal, parietal y temporal, y las
localizaciones mediales situadas en el centro entre los hemisferios derecho e
izquierdo.

funciones automáticas, y la región límbica responsable de las funciones


autonómicas, emocionales, de memoria, de motivación y de comportamiento
(Figura 3.2).
Las estructuras límbicas, que incluyen el núcleo caudado, el tálamo, la
amígdala y el hipocampo, se conectan al córtex mediante proyecciones de fibras
de materia blanca (Berninger y Richards 2002).
La estructura neuronal cortical se caracteriza por tener materia gris y blanca. La
materia gris está formada por cuerpos neuronales no mielinizados que procesan la
información, mientras que los axones de las neuronas mielinizadas son de color blanco
y sirven para transferir la información entre las neuronas. La maduración de la materia
gris se produce a medida que las neuronas se mielinizan, lo que aumenta la eficacia y la
sincronización en la transmisión de información entre las estructuras neuronales. El
aumento de la densidad de la materia gris facilita el procesamiento de la información
mediante la formación de más vías entre las neuronas (Berninger y Richards 2002).
Las vías neuronales de la sustancia blanca forman conexiones a lo largo de ejes
cerebrales ascendentes y descendentes denominados vías de proyección que enlazan las
estructuras corticales y subcorticales. Los receptores sensoriales de cada parte del
cuerpo se proyectan a través del tronco cerebral y
64 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

Corteza cingulada
Cuerpo calloso
Caudado
núcleo
Orbitofrontal
prefrontal
corteza Tálamo
(medial ventral)

Hipocampo

Amígdala

Tallo cerebral

Figura 3.2 Vista medial que indica la ubicación de las estructuras subcorticales.

tálamo a un área específica de la corteza que proporciona información visceral.


A lo largo de un eje antero-posterior, las fibras de asociación conectan áreas del
mismo lado de los hemisferios corticales derecho o izquierdo (Berninger y
Richards 2002).
Un principio general de procesamiento es que el procesamiento vertical arriba/abajo
se asocia con procesos cognitivos complejos que moderan los procesos sensoriales o
emocionales. Los procesos anteriores/posteriores se asocian con la integración cognitiva
y la regulación de los procesos sensoriales y emocionales (Berninger y Richards 2002).
Las vías de asociación permiten que las cortezas sensoriales y motoras se conecten para
que lo que se percibe pueda integrarse funcionalmente en las decisiones y la acción.
Estas vías contribuyen a las funciones específicas de los lóbulos y apoyan la integración
transhemisférica. Las vías de proyección primarias transfieren la información sensorial
a lo largo de las vías sensoriales o aferentes desde las estructuras cerebrales inferiores
y/o el cuerpo hasta la parte sensorial o posterior del córtex. Las regiones posteriores de
la corteza procesan primero la información sensorial: la información visual en el lóbulo
occipital, la información auditiva en el lóbulo temporal y la información sensorial del
cuerpo en el lóbulo parietal. La información procesada (abajo/arriba) pasa a través de
las áreas de asociación al lóbulo frontal, que planifica el movimiento y la acción
(arriba/abajo). Las vías de proyección también envían mensajes de acción desde la parte
frontal o motora del córtex a lo largo de las vías motoras o eferentes hacia los centros
cerebrales inferiores y/o el cuerpo (Figura 3.3).
EL CÓRTEX: REGULACIÓN DE LA EXPERIENCIA SENSORIAL Y EMOCIONAL 65

Sensorial Primaria
información de corteza somatosensorial
Movimiento de los
músculos cuerpo
Motor primario Sensorial
corteza asociación
corteza
Planes para Dorsal "donde"
Asociación de movimientos
motoristas Percepciones vía visual
corteza y recuerdos
Visual
Percepciones y información
los recuerdos son
Corteza visual
integrado en primaria
planes y acciones
por el frontal
lóbulos Auditivo Ventral "qué"
información vía visual
Primaria Asociación sensorial
auditivo
corteza
corteza
Figura 3.3 Las vías de proyección transmiten información sensorial de las regiones inferiores a la parte
posterior del cerebro, y mensajes de acción de la corteza frontal a las regiones inferiores. Otras vías
conectan las cortezas posteriores y frontales. Los procesos límbicos subcorticales (no mostrados) también
contribuyen al procesamiento cortical.

La mayoría de las áreas corticales contienen áreas de asociación de tercer nivel


o terciarias que reciben información de las áreas de asociación secundarias.
Estas vías de asociación terciaria y secundaria utilizan estímulos más complejos
y abstractos, que están menos influenciados por la información sensorial
primaria. La asociación compleja contribuye al pensamiento de orden superior y
a las habilidades computacionales (Berninger y Richards 2002).
Al cruzar la brecha entre los hemisferios, los haces de neuronas mielinizadas,
llamados comisuras, conectan las estructuras correspondientes en cada lado del cerebro.
El cuerpo calloso (Figura 3.2) es la mayor de estas vías bilaterales (Berninger y
Richards 2002). La integración bilateral de los sistemas sensoriales visuales y táctiles, o
la vinculación bilateral de los hemisferios y sus modos distintivos de procesar la
información sensorial, emocional o cognitiva, proporciona un medio para coordinar un
complejo sistema neural funcional fundamental para la autorregulación y el sentido del
yo (Siegel 1999).
Las pruebas de la lateralización de las funciones de los hemisferios derecho e
izquierdo procedían de pacientes con epilepsia a los que se les había seccionado el
cuerpo calloso durante una operación. Esta división del cerebro dejó el
funcionamiento de cada hemisferio aislado del otro (Berninger y Richards 2002).
Los experimentos de división del cerebro identificaron la especialización del
hemisferio izquierdo para el lenguaje y las funciones que requieren un
procesamiento secuencial, y la del derecho
66 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

La especialización del hemisferio para las habilidades visuales espaciales y las


funciones que requieren un procesamiento simultáneo. La popularización de
estos conceptos dio lugar a la creencia errónea de que las personas eran
aprendices o pensadores de cerebro derecho o izquierdo. Los denominados
aprendices visuales y auditivos ejemplificaron aún más la simplificación
excesiva de procesos complejos que implican numerosas estructuras y vías
corticales. El procesamiento funcional y el pensamiento requieren la integración
de la información utilizando vías verticales y laterales en todo el cerebro.
Las estructuras corticales y sus funciones proporcionan redundancia, de modo que
si un área cortical falla, otra puede compensar la función perdida. Las variaciones
normales en la composición genética y las experiencias ambientales varían aún más las
formas en que se desarrollan las vías neuronales. Estas variaciones normales
proporcionan una especie de mecanismo de seguridad para la supervivencia: es mejor
tener varias vías neuronales para resolver un problema o alcanzar un objetivo que
depender de una vía neuronal invariable (Berninger y Richards 2002).
Las vías neuronales se disparan en procesos paralelos, de modo que se
puede formular más de una tarea cerebral al mismo tiempo. Los sistemas
funcionales trabajan juntos para proporcionar eficiencia. Desde el punto de vista
funcional, el córtex está asociado a la organización de las experiencias
sensoriales, motoras y conscientes; al procesamiento de la información sensorial
perceptiva y al movimiento voluntario, así como a las funciones de tipo
ejecutivo, como el razonamiento, el pensamiento y el lenguaje. Mientras que las
estructuras y el desarrollo del tronco cerebral reflejan en gran medida los
determinantes genéticos, el desarrollo cortical depende en gran medida de la
experiencia y las interacciones aprendidas (Berninger y Richards 2002).

Los lóbulos occipitales y la corteza de asociación


El sistema visual es un excelente ejemplo de cómo los sistemas neuronales trabajan
juntos. El lóbulo occipital es el área de procesamiento visual de la corteza. La
estimulación sensorial de la retina se comunica a través del tálamo a la corteza visual
occipital, que construye continuamente una especie de mapa visual del mundo. El
córtex visual mapea la orientación de bajo nivel, la frecuencia espacial, el movimiento,
la profundidad y la distancia, y el color en pequeños campos receptivos. La información
se transfiere a lo largo de las dos vías, los flujos visuales ventral y dorsal, a otras áreas
de procesamiento visual en el lóbulo occipital y luego a otras regiones corticales para su
posterior procesamiento e integración (Berninger y Richards 2002).
El sistema visual utiliza dos vías para procesar la información (figura 3.3). La vía
ventral, que va del occipital al temporal y a las cortezas frontales, identifica los objetos,
el color y los detalles finos, mientras que la vía dorsal, que va del occipital al parietal y
a las cortezas frontales, procesa el movimiento y la ubicación en el espacio. Los lóbulos
occipitales-parietales-temporales forman el córtex de asociación, que sirve para enviar
información a los lóbulos frontales. El sistema visual envía información a la corteza de
asociación para que los lóbulos frontales actúen sobre la información visual (Berninger
y Richards 2002).
Desde una perspectiva relacional, alrededor de los dos meses de edad, la
función visual occipital, especialmente la corriente ventral al lóbulo temporal, gana
dramáticamente
EL CÓRTEX: REGULACIÓN DE LA EXPERIENCIA SENSORIAL Y
EMOCIONAL 67

protagonismo al organizar las interacciones no verbales entre la madre y el niño. La


mirada del bebé hacia el rostro y las expresiones emocionales de la madre, así como
su escucha de las vocalizaciones de la madre, conducen a interacciones de apego
entre el bebé y la madre que desarrollan la regulación del afecto en el bebé (Schore
2001).

Lóbulos temporales: saliencia emocional y lenguaje


Los lóbulos temporales reciben la información visual y la utilizan para procesar los
estímulos emocionales interpersonales más destacados, como las caras (Schore 2001).
Los lóbulos temporales contienen el córtex auditivo primario que interviene en la
audición. El lóbulo temporal izquierdo parece estar especializado en el habla y el
lenguaje complejos, la denominación, la comprensión y la identificación del sonido. El
área de Wernicke, situada unilateralmente en el lóbulo temporal izquierdo, está
relacionada con la comprensión del habla y la sintaxis (Berninger y Richards 2002).
El área de Broca, situada en el lóbulo frontal izquierdo, está asociada a la
producción y comprensión del lenguaje. Junto con la de Wernicke, cada área se
relaciona, respectivamente, con la producción del habla y la comprensión auditiva
(figura 3.1). Dado que la de Wernicke se mieliniza a los dos años de edad y la de
Broca se mieliniza entre los cuatro y los seis años, los niños aprenden el lenguaje
receptivo antes de aprender el lenguaje expresivo. Como la conexión neuronal entre
ambas áreas se mieliniza lentamente, el desarrollo de la coordinación del lenguaje
receptivo y expresivo es lento (Berninger y Richards 2002).
El lenguaje incorpora procesos complementarios derecha/izquierda (Beeman y
Chiarello 1998). Las funciones del hemisferio izquierdo incluyen el procesamiento
rápido y la selección de interpretaciones categóricas y plausibles del lenguaje, mientras
que el hemisferio derecho contribuye con múltiples significados, la atención a los
detalles visuales en las palabras escritas y a las características acústicas en el lenguaje
hablado, la activación de múltiples conceptos relacionados, las metáforas y la
activación del significado fuera del contexto del lenguaje escrito o hablado. Estas
sutilezas en la lateralización evidencian, una vez más, complejidades neuronales
(Berninger y Richards 2002).
El lóbulo temporal derecho también procesa cualidades sonoras como el
ritmo y la melodía en la música. El lóbulo temporal encierra el hipocampo y la
amígdala, estructuras límbicas importantes para la memoria y la emoción. El
lóbulo temporal medial parece conformar la memoria episódica/declarativa. Una
zona concreta del lóbulo temporal, el surco temporal superior (STS), y la unión
temporoparietal (TPJ) se asocian con el aprendizaje emocional, el conocimiento
de la perspectiva de otro, así como el conocimiento del otro (Frith y Frith 1999).

Lóbulos parietales: procesamiento espacial visual


Desde el punto de vista funcional, los lóbulos parietales integran la información
sensorial del cuerpo (figuras 3.1 y 3.3), por ejemplo en el procesamiento
visoespacial. Son importantes en la orientación hacia ubicaciones espaciales y
en la coordinación de los movimientos oculares (Carter 1998), así como en el
cambio de atención (Berninger y Richards 2002).
68 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

La franja somatosensorial del lóbulo parietal recibe y procesa información de todas


las partes del cuerpo. Se han asociado localizaciones precisas de esta zona con áreas
corporales específicas. Una organización similar se refleja en la corteza motora frontal,
con localizaciones precisas identificadas como fuente de impulsos hacia el cuerpo que
dan lugar al movimiento y la acción. Los lóbulos parietales y el córtex de asociación
actúan conjuntamente con el lóbulo prefrontal para comprender mejor el movimiento en
el entorno. Las neuronas espejo facilitan parte de esta integración. Situadas en el
cerebro, donde convergen los procesos visuales, motores y emocionales, las neuronas
espejo responden a las acciones observadas y a los gestos de las manos de los demás.
Las pruebas de la existencia de redes de neuronas espejo en el lóbulo parietal, el córtex
premotor frontal y el STS explican cómo entendemos la acción intencionada a través de
la observación visual (Rizzolatti, Fogassi y Gallese 2006). Durante la observación y la
imitación, proporcionan una experiencia de aprendizaje. Las neuronas espejo también
se activan en previsión de acciones intencionadas (Iacoboni et al. 2005). Estos
hallazgos también proporcionan la base hipotética de cómo las acciones observadas
socialmente se vinculan con las emociones observadas, la empatía y cómo
experimentamos a los demás (Gallese 2003). Los cuentos e imágenes populares han
reflejado esta cualidad (Figura 3.4).

Córtex de la ínsula: puente entre el cuerpo y el córtex


Oculto dentro de los lóbulos frontal, parietal y temporal se encuentra el quinto
lóbulo cortical, la ínsula o corteza insular (Dupont et al. 2003). Desempeña un
papel integrador entre las estructuras límbicas y los lóbulos frontal, parietal y
temporal. Está organizada somatotópicamente, como las franjas de la corteza
motora y somatosensorial, lo que significa que las localizaciones de la superficie
insular se relacionan con localizaciones corporales específicas. La ínsula vincula el
sentido del yo con el autocontrol. Desempeña un papel en la mediación de una serie
de emociones, la conciencia y la expresión de los estados corporales (propios y
ajenos), los extremos de la emoción (desde el asco hasta el amor) y el
comportamiento. La mirada y las expresiones faciales, como las caras de miedo, las
expresiones de asco y la falta de confianza, activan esta región y están implicadas
en la evaluación de la amenaza y la recompensa (Wicker et al. 2003). La capacidad
de experimentar un sentido somático del yo y de experimentar el dolor de los
demás, la empatía, está relacionada con la actividad en la ínsula (Cozolino 2006).

Corteza prefrontal: decisiones, emociones y memoria autobiográfica


El córtex prefrontal (CPF) desempeña un papel importante en la planificación
ejecutiva, la coordinación y el control del comportamiento, así como en
funciones cognitivas como la formulación del lenguaje, el control de los
impulsos, la memoria, la socialización y la espontaneidad (Banfield et al. 2004;
Figura 3.5).
EL CÓRTEX: REGULACIÓN DE LA EXPERIENCIA SENSORIAL Y
EMOCIONAL 69

Figura 3.4 Un cuento popular habla de un granjero que se queda dormido y una banda de monos se
apodera de su cesta. Cuando el granjero se despierta, los monos se burlan de él y se ponen sus
sombreros. Los monos se limitan a imitar todos sus movimientos, un caso de neuronas espejo en
acción. El granjero persigue en vano a los monos, pero finalmente decide usar la cabeza (y su
corteza prefrontal dorsolateral). El granjero tira su sombrero al suelo y los monos le siguen. Arte de
Robin Vance.
70 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

Prefrontal dorsolateral Cingulado anterior


corteza corteza

Corteza
prefrontal
medial

Ventromedial
corteza prefrontal
Corteza orbitofrontal

Figura 3.5 Áreas del córtex prefrontal.

El CPF se considera la sede de la conciencia y es responsable de las reacciones


subjetivas que conforman la personalidad. A través de su control de los procesos
de orden inferior, crea una mayor autorregulación mediante la planificación y la
ejecución de la conducta. Las funciones ejecutivas del CPF incluyen no sólo la
memoria de trabajo, la atención, la memoria y la elección, sino también el
control de las emociones (es decir, el afecto, el impulso y la motivación).
Las cortezas insulares y de asociación procesan y envían la información interna y
externa a la corteza prefrontal para su posterior procesamiento y toma de decisiones
(Banfield et al. 2004). Las funciones ejecutivas frontales coordinan la atención, las
emociones, la cognición y las acciones integrando la información visceral, emocional y
conductual de otras partes del cerebro. Es en el córtex prefrontal donde desarrollamos
ideas sobre las creencias, intenciones y percepciones de los demás, el pensamiento
empático y la capacidad de regular las propias emociones e impulsos. El daño o la
disfunción en las áreas dorsal y orbital se asocia con el deterioro del comportamiento
empático y las conductas antisociales.
El famoso caso médico de Phineas Gage, que sobrevivió a un daño masivo de la
corteza prefrontal en un accidente ferroviario en 1848, proporcionó pruebas de que la
corteza prefrontal funciona en la expresión de la personalidad y el retraso de la
gratificación inmediata en
EL CÓRTEX: REGULACIÓN DE LA EXPERIENCIA SENSORIAL Y
EMOCIONAL 71

elecciones de comportamiento (Damasio 1994). La vida de Gage se convirtió en una


tragedia al mostrar comportamientos e interacciones sociales extrañas porque era incapaz de
inhibir las acciones placenteras, fáciles e impulsivas a pesar de ser consciente de que estas
elecciones eran autodestructivas.
Las funciones de la corteza cingulada anterior (ACC) están fuertemente
asociadas a las estructuras del lóbulo frontal. El CAC contribuye a las funciones
ejecutivas, evaluativas, cognitivas y emocionales a través de sus conexiones con las
cortezas prefrontal y parietal, y el sistema motor (Carter 1998). Desempeña un
papel en la atención, la detección de errores, la supervisión de conflictos y el
procesamiento y el aprendizaje basados en la recompensa (Allman et al. 2001). El
CAC recibe información de las áreas prefrontales laterales dirigiendo las órdenes a
las áreas motoras y suprimiendo las respuestas motoras inapropiadas (Turken y
Swick 1999). De este modo, el CAC modula los estímulos y las actividades
conflictivas asignando prioridades para lograr un objetivo deseado.
Las áreas de la corteza orbitofrontal (OFC), situadas detrás y ligeramente por
encima de las órbitas de los ojos, están orientadas hacia las funciones ejecutivas del
hemisferio derecho. Esta región también se denomina corteza medial ventral. Sus
funciones "calientes" incluyen la experiencia de recompensa y castigo, el
comportamiento social interpersonal y la interpretación de emociones complejas
(Grafman y Litvan 1999). Por el contrario, la corteza prefrontal lateral o dorsolateral
(DLPFC) proporciona funciones sesgadas hacia las funciones del hemisferio izquierdo.
Las funciones "frías" de la DLPFC incluyen la planificación mecanicista, el
razonamiento verbal y la resolución de problemas. Ambas desempeñan un papel en la
inhibición y el control, aunque sus funciones pueden diferir; por ejemplo, la DLPFC
puede estar implicada en decisiones atencionales, mientras que la OFC lo estará en
decisiones afectivas (Schore 2001; Siegel 1999).
Como parte del sistema límbico, el OFC se conecta con el ACC y la amígdala
en una red que regula e integra las emociones, la motivación y el comportamiento
dirigido a objetivos en experiencias de apego, miedo, recompensa y castigo (Siegel
1999). Si tenemos un buen presentimiento sobre alguien o actuamos por atracción,
es probable que esté funcionando este sistema de valoración emocional no verbal
basado en el hemisferio derecho. Este sistema nos ayuda a valorar las caras que
atraen o repelen, las posibles recompensas o castigos (O'Doherty et al. 2001) y las
situaciones sociales complejas. El proceso de valoración surge de la integración de
la cognición social (por ejemplo, el contexto social interpersonal, la mirada, la
expresión facial, la comunicación no verbal), la conciencia de las sensaciones
corporales y la excitación, y la información procedente de la amígdala y el
hipocampo (Siegel 1999).
La función integradora de la OFC incluye la recuperación de representaciones
autonoéticas -conciencia autobiográfica que proporciona un sentido de sí mismo en el
pasado, el presente y el futuro, así como la capacidad de mediar en las percepciones de los
demás. El modo en que se procesan las interacciones sociales y se les asigna un significado
afecta a la flexibilidad de la respuesta a la acción e influye en nuestra capacidad para elegir
comportamientos ventajosos y adaptativos en respuesta a situaciones sociales complejas.
Esta conciencia autorreflexiva parece depender de las experiencias de apego interpersonal
emocionalmente significativas en la primera infancia. La coherencia y sintonía emocional en
estas experiencias con los cuidadores facilita el desarrollo de la capacidad de regular la
excitación emocional. Las experiencias tempranas dan forma al OFC y a su capacidad para
regular
72 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

respuestas autonómicas y emociones durante las interacciones sociales que


conducen a la empatía y a los comportamientos sociales de colaboración (Siegel
1999).
El córtex prefrontal lateral o dorsolateral (DLPFC), junto con el hipocampo,
desempeña una importante función ejecutiva en la organización de la memoria de
trabajo, la focalización de la atención consciente y la integración de la información
externa e interna para guiar e inhibir el comportamiento, gestionar los conflictos,
establecer objetivos, planificar, perseverar, controlar y autorregularse (Berninger y
Richards 2002; Cozolino 2002; Siegel 1999). El desarrollo de habilidades de
aprendizaje de secuencias procedimentales refleja la capacidad del DLPFC para
fusionar la información espacial con la memoria de trabajo (Robertson et al. 2001).
Podemos experimentar la conciencia vinculando diversas representaciones (es
decir, estímulos sensoriales externos, imágenes generadas internamente a partir de
la imaginación o la memoria, y material afectivo) en una continuidad con
significado a través del funcionamiento de la DLPFC. La incapacidad de integrar
las emociones a través de la memoria de trabajo puede dar lugar a dificultades para
entablar relaciones significativas, a dificultades para cambiar de conducta o a
dificultades para planificar el futuro como consecuencia de la falta de conciencia de
las emociones propias o ajenas (Siegel 1999; Wood y Grafman 2003). Aunque estos
procesos de autorregulación parecen estar asociados a áreas corticales concretas,
este enfoque es limitado debido a la complejidad de las interacciones entre las áreas
cerebrales que contribuyen a la función integradora del córtex (Banfield et al. 2004;
Siegel 2006).
La percepción emocional, el estado emocional resultante y sus
comportamientos, y la regulación ejecutiva de los estados afectivos y los
comportamientos pueden explicarse mediante dos sistemas neuronales de
percepción emocional de tamaño hipotético: uno ventral y otro dorsal (Phillips et al.
2003). El sistema de percepción emocional ventral está asociado con la
identificación de la saliencia emocional de un estímulo, la producción de estados
afectivos y la mediación automática (inconsciente) de las respuestas automáticas. El
sistema neural de percepción emocional ventral incluye las áreas ventrales de la
corteza prefrontal, la OFC, el cíngulo anterior ventral, la ínsula y la amígdala. El
sistema de percepción emocional dorsal proporciona un control ejecutivo y de
esfuerzo sobre las respuestas y comportamientos afectivos. Incluye las áreas dorsal,
lateral y medial del córtex prefrontal, el cíngulo anterior dorsal y el hipocampo.
Estas áreas integran procesos cognitivos y emocionales que utilizan la atención
selectiva, la planificación y el esfuerzo. Las disfunciones de estos sistemas están
implicadas en trastornos caracterizados por la desregulación emocional y
conductual, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y el trastorno depresivo
mayor (Phillips et al. 2003).
En resumen, el CPF es responsable de la integración de las reacciones
subjetivas internas a las percepciones del mundo externo (Banfield et al. 2004).
Como tal, desempeña un papel vital en la conformación de la personalidad y el
funcionamiento social interpersonal. La clave de esta integración es la
experiencia subjetiva de los demás y la comprensión de la experiencia social.
EL CÓRTEX: REGULACIÓN DE LA EXPERIENCIA SENSORIAL Y
EMOCIONAL 73

Teoría de la mente, empatía y autorregulación


La teoría de la mente (ToM) es la capacidad de comprender la mente, las
acciones y las intenciones de los demás (Frith y Frith 1999). Las neuronas
encontradas en el STS, las regiones frontales inferiores, las regiones
prefrontales mediales y el ACC sugieren que la visión mental (Siegel 1999),
esencial para la ToM, es un proceso que compara el comportamiento que
observamos con nuestra propia experiencia que nos informa sobre las
intenciones de los demás. La mentalización, que combina estos aspectos,
depende de la memoria autobiográfica y activa las regiones prefrontales
mediales (Frith y Frith 2003).
La mentalización puede ser un componente del desarrollo del lenguaje y de
la transmisión de conocimientos (Frith y Frith 2001). El lenguaje puede haber
progresado desde la imitación y los gestos, utilizando acciones boca/cara y
mano/brazo, hasta las vocalizaciones (Rizzolatti y Arbib 1998; Rizzolatti y
Craighero 2004). Esta hipótesis se apoya en un sistema de neuronas espejo para
los gestos situado en el área de Broca. Los síntomas significativos relacionados
con la disfunción de las neuronas espejo incluyen el aislamiento, la falta de
empatía, la incapacidad de mentalizar y evaluar las intenciones de los demás y
las dificultades de socialización (Ramachandran y Oberman 2006).
Los objetivos de acción también se asocian con la mentalización, las
representaciones abstractas de los objetivos y las neuronas espejo en el STS (Frith y
Frith 2001). El STS derecho está implicado en la detección del movimiento. El
movimiento implícito, como una foto de un atleta corriendo, es percibido por el área
que procesa el movimiento real, la unión occipito-temporal (OTJ). Incluso las imágenes
estáticas secuenciales en diferentes ubicaciones espaciales, como los dibujos de
animación, son percibidas como movimiento por las cortezas premotoras y parietales
(Blakemore y Decety 2001). Otras regiones cerebrales implicadas en la mentalización
son el ACC, relacionado con la supervisión de los estados mentales propios; el TPJ,
relacionado con el razonamiento sobre los estados mentales (Saxe y Kanwisher 2003);
la amígdala, relacionada con el aprendizaje emocional (Frith y Frith 2001); y el
cerebelo, relacionado con las representaciones almacenadas de nuestras acciones
(Blakemore y Decety 2001). Frith y Frith (2001) plantean la hipótesis de que la TPJ,
situada aproximadamente a medio camino entre dos flujos de procesamiento de la
información visual, intercala el procesamiento de la información sobre las acciones de
uno de ellos con la información sobre los objetos y los individuos del otro. La
información integrada ayuda al reconocimiento de individuos u objetos y su relación
con las acciones e intenciones.
La comprensión de las acciones de otro evoca funciones cognitivas, motoras y
emocionales que sustentan la comprensión (Gallese, Keysers y Rizzolatti 2004). Los
procesos son implícitos, automáticos e inconscientes. Hipotéticamente, el mismo
proceso y los mismos sistemas neuronales facilitan las sensaciones y emociones que
llamamos empatía: la capacidad de verse a sí mismo en la posición del otro y de
comprender su estado emocional (Gallese 2003).
La empatía se ha conceptualizado como "(1) una respuesta afectiva a otra persona, que a
menudo, pero no siempre, implica compartir el estado emocional de esa persona, y (2) una
capacidad cognitiva para adoptar la perspectiva de la otra persona mientras se mantiene la
diferenciación entre el yo y el otro" (Jackson, Meltzoff y Decety 2005, p.771). Esta
compleja capacidad cognitiva permite una experiencia del yo y del otro como conectados
pero diferenciados.
74 ARTETERAPIA Y NEUROCIENCIA CLÍNICA

La empatía implica un intercambio de emociones de abajo a arriba y una regulación


ejecutiva de la experiencia emocional de arriba a abajo. Como tal, la empatía
ejemplifica la interfaz entre las funciones emocionales "calientes" y racionales
"frías" en el CPF (Grafman y Litvan 1999).
Cuando una persona no puede permanecer diferenciada de un acontecimiento y
comienza a experimentar la situación dolorosa como si le ocurriera a ella, la
angustia personal aumenta. Esta experiencia de fracaso empático y desregulación
del afecto utiliza el procesamiento ascendente que nos permite identificarnos
implícitamente con la experiencia de otro, pero no logra reclutar el procesamiento
de información descendente necesario para la autorregulación emocional. A medida
que se interrumpe la regulación del afecto, la flexibilidad de la respuesta conductual
se ve desplazada por las respuestas automáticas. La autorregulación emocional
acompañada de la conciencia cognitiva de uno mismo y de los demás es más apta
para conducir a la empatía y a los actos beneficiosos hacia los demás (Decety y
Lamm 2006).
La empatía es una compleja interacción de múltiples procesos corticales y
subcorticales. Estas funciones incorporan procesos primitivos de resonancia o
reflejo emocional, procesos de apego y requieren procesos cognitivos superiores
que implican la visión mental, la identificación de emociones y la toma de
perspectiva. Combinados, estos procesos dan lugar a la empatía cognitiva y afectiva
(Watt 2005).
En conclusión, la neurociencia aporta conocimientos sobre cómo se desarrolla la
organización de las redes neuronales en respuesta a contingencias biológicas y
ambientales. Las funciones corticales se desarrollan en contextos interpersonales que
proporcionan modelos para integrar las funciones sensoriales, viscerales, emocionales y
cognitivas. Estos procesos unen el sentido subjetivo de uno mismo y de los demás con
la capacidad de autorregular las emociones y los comportamientos resultantes de las
interacciones sociales observadas. El funcionamiento cognitivo superior depende de la
capacidad de procesar y regular las experiencias somáticas y emocionales.

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