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482 _ BSTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL no llegue el miienarismo a precipita los tiempos. Fuera de este conflict, ky relacian de inversion que establece la doctrina entre el mundo terrenaly as allé envuelve alas jerarquias sociales bajo el manto celestial de la rmunidad paradisiaca, ¢ inscribe la dominacidn y el control de los cuerpos terrenales en la espera de un cuerpo celestial glarificado. IX. EL PARENTESCO- Reproduceién fisica y simbélica de la cristiandad [EN 1A cristiandad medieval, las relaciones entre los hombres (sean 0 n0 pa rientes), pero también las relaciones entre los hombres y las figuras divinas, entre las figuras sobrenaturales missnas, se definen en buena medida corno lazos de parentesco. Ademis de las reglas que, como en toda sociedad, clef nen la fliacion y rigen las précticas del matrimonio, se constata Ia omni- presencia del parentesco espiritaal y diving, Aungue no permite dar cuenta de la toralidad de los lazos existentes en el seno de la sociedad medieval, la rad de estas relaciones de parentesco desempena un papel considerable en la definicién de las relaciones sociales, asf como en la representacién de las relaciones entre los hombres ¥ las fuerzas que rigen el universo. E] fundamento de este sistema de represeniaciones es la instivuctén evangdlica de la patemidad de Dios. En el Evangelio es Cristo quien plan- tea la existencia de un Padre celestial, eyo hija es €l mismo y quien a tra- vs de él se consierte en el pade de quienes lo siguen. Este es el sentido del Padre Nuestro (Mateo 6, 9-13) que Testis ensena a sus discipulos, y que re- cuerda, en el nticleo de toda plegaria cristiana, ese vineulo filial entre el hombre y Dios. La afirmacion de In paternidad celestial poses en el Evange- lio mismo dos coralarios explicitas. En primer Ingar, la paternidad carnal se encuentra ahi devaluada, il acto de fe ha de compen con las lavas com- sanguincos, y debe predominar sobre ellos: “quien viene a mi v no odia @ su padre ya su madre, no puede ser mi discfpulo” (Lucas 14, 26). Jess misino dae] ejemplo, rehusindose a reconacer a su madre y a sts hermanos que vienen a su ecuentro: “,Quién es mi madre y quienes mis hermanos?” ex- lama; luego, al designar a sus discipulos: "Estos son mi madre y mis her- ‘manos, pues todo el que cumpla la vohuntad de mi Padre en los celos, es mi hhermana, mi hermana'y mi madre” (Matco 12, 46-50). Aqui se manifiest el segundo corolario, como en muchos ofros pasajes: puesto que som todos hijos de Dios, los discipulos de Cristo estan unidos entre sf por wn vinculo de fraternidad. Es esto lo que llamaremos Ja hermandad yeneralizads de todos los cristianos. Estos dos aspectos, que siguen siendo fundamentales durante toda la Edad Media, se expresan en los Evangelios con tina violencia 483 484 ESTRUCTUKAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL tan radical que la Iglesia medieval no podré asumislos totalmente, ves que el rechazo de Maria por parte de su hijo ya no convene en una sociedad don, deel culto a la Virgen ha adquirido un lugar central, Le resullard ms cil ¢ tun rebelde como Pasolini recuperar, en las imagenes ardientes de su Evan. selio segrin san Mateo, toda la carga subversiva de este episodio. En virtud de que ¢s el periodo de las conversiones del paganismo a) ristianismo, la época de los primeros Padres de la Iglesia sigue oponiendo radicalmente el parentesco celestial al parentesco tervenal. Tertuliano afi ‘ma que los cristianos son los ms libres de todos hombres: sdlo ellos no es ‘8n sujetos a la determinacién de la filiacién carnal y pueden elegir asu pa dre (entiéndase que pucden clegir al Padre divino en contra del padre humanu). Lo mismo se advierte en las Confesiones de Agustin, quien indi ca, en el contexto del bautismo, que anhelaba pero pusponia: "AS: yo ya cxefa, y mi made creia, y todos en la casa, salvo mi padre [...] Mi madre anhelaba con pasion que tii mi Dios fueras mi padre, antes que él”. Por lo tanto, se trata de pasar de la paternidad carnal a la paternidad divira, me. dliante una verdadera sustitucidn del padre terrenal por el Padre celestial Asi es, desde entonces, el modelo de toda conversién (del paganismo al cris. anism, y luego en el seno del cristianismo): apartarse del padre carnal para acercatse al Padre divino, Hasta san Francisco de Asfs y después, todo ‘cambio de estado religioso se piensa como una conversién de parentesco (véase la foto un), Aunque la configuracion deserita puede parecer consustancial al cris- Uanismo y a sus Evangelios, no forma un sistema estético. Sobre la base de lus fundamentos de las Escrituras, se elabora en la Edad Media una estruc ‘ura compleja y ramificada que permite una proliferacién de précticas, dis- cursos y representaciones, Hegando a veces a la exhuberancia, La importan- cia y complejidad crecientes de las representaciones del parentesco durante la Edad Media indican funciones sociales que adquieren singular intensi- dad. Para dar cuenta de ello, os trabajos de Anita Guerreau-Jalabert, quien subraya el pape! est is oposicidn entre parentesco carnél y pa rentesco espiritual, constituyen una aportacién fundamental. Designaré come “parenteseo carnal" los vinculos de consanguinidad y de alanza ma- ‘wimonial que la antropologia ha estudiado en forma clasica. El califcativo “carnal” no pretende dar a entender que esos vinculos responden a ctiterios. puramente bioldgicos, pues el parentesco es siempre un hecho que se ela bora socialmente, El parentesco carnal se refiere a vinculos definidas a la vez por norms instituidas y por la existencia postulada de un vinculo carnal ructurante de EL PARENTESCO 495 se trata de vinculos que se derivan de un ejercicio socialmente regulado de la reproduccién sexual. Se lo llama carnal para dar cabal cuenta de las concep. ciones medievales que lo oponen a otra forma de parentesco, llamado espi- ritual. Designaré como “parentesco espiritual” las relaciones entre indivi- duos, 0 entre hombres y figuras sobrenaturales, que Vienen definidas en rérmtinos de parentesco (alianza matrimonial, iliaci6n, hermandad), aun- que reivindican expresamente la ausencia de todo vinculo carnal entre las personas a las que concierne. Esta forma de parentesco es “espiritual” por que transinite la vida, no del cuerpo sino del alma, y da derecho a una he- rencia que no es material sino espiritual (Ia beatitud celestial), Por tiltimo, afiadité un tercer nivel, aunque cercano, diferente del parentesco espiritual: como éste, el “parentesco divino” excluye toda referencia al ejercicio de la reproduccidn sexual, pero en este caso une figuras divinas o sobrenaturales, EL PARENTESCO CARNAL Y SU CONTROL POR PARTE DE LA IGLESIA La imposicién de wn modelo clerical del matrimonio ‘Muy pronto la Iglesia se interes6 en las instituciones familiares para intro- ducir em ellas las considerables perturbaciones que Jack Goody ha hecho patentes. Dos fases dan testimonio de tensiones particularmente agudas En los siglos wv y v, cuando la Iglesia deja de ser objeto de persecucion y pasa a ser una institucion, v mientras el Imperio romano se desintegra, la ma- Nor parte de los elernentas claves de las antignas estmicturas del parentesca declinan 0 desaparecen en Occidente (entre otros la adopcign, el concubi- nato, el divorcio, el levirato). Por el contrario, desde el siglo vt, se desarro- lian practicas nuevas, en particular el padrinazgo v todas las relaciones aso- ciadas con el parentesco bautismal. También Ia concepcién del matrimonio se transforma profundamente, Hay que recordar que, durante los primeros siglos del cristianismo, la ruptura evangélica con la moral judia de la fecun- didad y sobre todo con la exigencia natalista que imponta al ciudadano ro- mano el deber de dar hijos a la ciudad, genera una desvalorizacién radical cl matrimonio, asociado con el contacto sexual y; por lo tanto, con el peca’ do: sélo fa continencia y la virginidad se consideran entonces dignas de ser exaltadas. La salvacién dnicamente se alcanza huyendo del mundo v de la sociedad, es decir, también de la familia. Posteriormente, al traer las conse- cuencias del cambio de posicién de la Iglesia, Agustin inaugura un proceso 48 ESTRUCTURA FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL fundamental que continia durante el largo milenio medieval. Inicia en cfc. to una rehabilitacién moderada del matrimonio, en particular al sfirmay que Dios lo instituyé entre Adan y Eva en el paraiso terrenal (es decir, anies del pecado original, en el estado de inocencia y perfeccion que el Creador quiso para le humanidad). El comienzo de esta evolucion es bien com, prensible, al imponerse la necesidad de lidiar con la organizacion terrens de la sociedad y en primer lugar con su reproducci6n fisica. De alli esulia tuna concepcisn ambigua, en la cual el matrimonio y la reproduccton sexwal la vez se desprecian en relacion con la castidad, y sin embargo se aceptan a condicién de que se controlen y asocien con un vinculo espiritia.. Todo esto conduce al desarrollo de un modelo de matrimonio que impone la vez la monogamia, la indisolubilidad (ya afirmada en Mateo 19, 4-6) v unaexoga, ‘mia mucho mas fuerte que en Roma, que sin embargo en la prictica sélo se va imponiendo paulatinamente, Tal combinacién conduce a un modelo de alianza matrimonial inédito y extraordinariamente apremiante que censtits ye probablemente una excepcién historica (Alain Guerreau). Se asoca aun primer momento de afirmacién de la posicién de la Iglesia, entre otras ra zones porque estas limitantes tienen como efecto la multiplicacién de las parejas sin descendencia, Jumto con los abstaculos a las nuevas nupcias de Jas viudas (en contraposicién al levirato antiguo que obligaba a casarse con el hermano del difunto esposo), transforman las modalidades de transtai- sidn de las herencias y favorecen su concentracion en favor de la Iglesia (ack Goody). Pero més allé de las ventajas materiales que la Iglesia puede obtener de estos trastornos, su intervenci6n en el dmbito del parentesco le proporciona una poderosa palanca en la obra de conversion y de control de la sociedad, En los siglos x1 y xn, la reestructuracién de la sociedad produce otro momento de tensién méxima, Las reglas de la alianza matrimonial son ob jeto de numerosos conflicios, que suelen servirle a la Iglesia para manifes tar su fuerza ante los grandes sefiores laicos como, por ejemplo, durante la excomunién del rey de Francia, Felipe I, en 1094 y 1095, acusado por Urba- no II de bigamia e incesto (Georges Duby). Tales términos no hacen mas que nombrar (y condenar) desde la perspectiva eclestastica las practicas aristo- cxaticas del concubinato, el repudio de la esposa legitima y las nuevas mup- cias, asf como la union entre parientes cercanos, por ejemplo ent-e pri mos hermanos. Estas costumbres eran comunes en la alta Edad Media y casi nadie se oponfa a ellas. Al igual que otros pueblos germinicos 0 escan dinavos, los francos practicaban, ademas de la alianza matrimonial prixcipal, = EL PARENTESCO a7 tun matrimonio secundario (sin transferencia de bienes, aunque formaliza- {do}, sin contar el concubinato: Eginardo, bidgrafo de Carlomagno, enumera impasible las cuatro esposas y las cinco concubinas del emperador, y comta- biliza los vastagos de todas ellas. Aunque Ia situaci6n evoluciona entre los siglos DX y XI, entre otras cosas en lo que concierne @ la exigencia de la mo- nogamia (0 al menos sus apariencias), las costumbres que la aristocracia considera licitas segtin sus propias normas chocan de frente con el modelo clerical del matrimonio, que preconiza la indisolubilided y que alcanza en tonces su grado maximo de exigencia exogémica. Pedro Damian y el papa Alejandro If, en una decretal de 1065, reafirman, en efecto con vigor la prohibiciOn de la alianza matrimonial hasta el séptimo grado canénico (es decir, segtin el modo de céleulo més exigente, que cen ta las generaciones hasta llegar al antepasado comin de fas dos personas a Jas que concierne la unidn, no segrin el cOmputo romano, que cuenta las ‘generacfones entre tna persona y le otra, pasando por el antepasado comin, Jo cual duplica la cantidad de grados). Durante sigia y medio, le Iglesia blande esta regla, a pesar de su inaplicabilidad. 0 mas bien, en funcién de sus intereses, las estrategias de! clero son eminentemente selectivas frente a semejantes imperativos, a la vez tan rigidos y tan impracticables. Ya sea que niegue o acuhe dispensas, Ja Iglesia funge como censor de la legitima dad de los matrimonios en el seno de la aristocracia —aspecto fundamental dela organizacion de la clase dominante, pues determina la transmisién de los bienes y del poder sobre los hombres. En este sentido, no es exagerado decir que el matrimonio es “a piedra angular del edificio social” (Georges Duby) y que, al finalizar los conflictos de los siglos x1 y Xt, la Iglesia habia logrado consolidar sv control sobre la sociedad. En custilo dos, la praetica del matrimonio en el marco estrecho del universo deo cono- cido (la comunidad y las aldeas vecinas) no parece contrariar las neglas de- terminadas por la Iglesia, gracias quizas a uma estrategia colectiva tacita de olvidar los vinculos genealdgicos con el fin de evitar el bloqueo de los in tercambios matrimoniales. Mas tarde, el concilio de Letrdin TV reduce los limites de la prohibicion matrimonial hasta el cuarto grado canénico. Pero esta medida probablemente no es tanto un indicio de debilidad de la Telesis como wna seftal de su triunfo: uma vez que se ha impuesto en lo esencial cl ‘modelo clerical del matrimonio, le resulta posible dar pruebas de mayor mo- deraci6n, abandonar un arma de combate concebida para um periodo de conflicio abierto y adoptar una norma mas moderada y mas realista. Durante este periodo, los clérigs se ocupan en reforzat e imponer en la 488 _ESTRUCIURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL prdctica el modelo del matrimonio que los teéricos earolingios ya habfan pre. wlizada del vinculo matrimonial que limita el eiercicio de la sexualidad al tinico propésito de la procreacién y que hace de la pareja casta el ideal supremo. El marco de la sexualidad ‘mutrimonial —que siempre se percibe con ambivalencia, como una teal dad a la vez necesaria y peligrosa— queda asegurado entre otros aspectos por el ntimero elevado de dias festivos durante los cuales se proscribe la actividad sexual, e incluso por Ja insistencia sobre las actitudes y las diver sas posturas sexuales prohibidas. Sin embargo, el cuntrapeso de este papel represivo de la Iglesia es Ia rehabilitacién creciente del matrimonio, que por ejemplo have que Tomés de Aquino considere como legstimo el placer sexual Aunque la condicién sea que se manifieste en el marco de una unién legit sa y se asocie con el propésito de la procreacién, resulta una novedad no- tabilisima en comparacion con la condena inapelable del placer fisico por parte de los autores anteriores, En el siglo xn, interviene un aspecto decisie yo de la rehabilitacién del matrimonio, cuando al concebirlo como imagen de la unién mistica de Cristo y la Iglesia, se lo incluye entre los siete sacra: mentos. Es resultado de un largo proceso y en definitiva de una total aver sion de la actitud de los primeros cristianos respecto al matrimonio. Al mismo tiempo —mientras que antes el maltinionio constitufa un acto privade que incumbfa exclusivamente a las Familias—, el desarrollo de la liturgia nup: cial manifiesta cl esfucrzo de los clérigas por intervenir en el ritual de la alianza con las bendiciones, en particular de la cdamara nupcial, o med ante la celebracién del casamionto ante las puertas de la Iglesia en presencia del saverdote, Pero el ésito de tales intervenciones varia mucho segtin les re- siones y, de todas maneras, en nada son necesarias para la validez del acto que, segtin el derecho candnico, se basa esencialmente en el consentimien to de los esposos. La intervencién del sacerdote en el ritual matrimonial Glo se haré obligatoria tras el concilio de Trento. El proceso de encuadramiento del matrimonio de los laicos se de ala par que la reafirmacién del celibato de los sacerdotes (una de las posturas principales de la mienza a afirmarse a finales del siglo vt como norma constitutiva de un ‘grupo social (y no como simple ideal personal), pero su realizaciGn efectiva \in esti lejos de lograrse a prineipios del siglo 21. Adem de sus objetivos morales, permite trazar una delimitacién radical entre clérigos y laicos, que ¢s el propésito central de la reorganizacién de la sociedad que emprende la Iglesia. Por una parte, los laicos se consagran al matrimonio va la repreduc- cisado, es decir, una concepcién espi forma de la Tglesiu). Cierlamente, el celibato clerical co- EL PARENTESCO a9 cién corporal de ia cristiandad; por otra, os clérigos, que se caracterizan por el celibato y el abandono de los vinculos despreciables de la carne, se vuel: ‘yen aptos para una tarea mas noble, la reproducci6n espiritual de la sociedad. Por el prestigio que les confiere la renuncia a los lazos carnales, se afirman como los especialistas de lo sagrado, como los intermediarios que reivindi- can la exclusividad en las relaciones con el mundo divino: a fines del siglo ‘il, el Jiturgista Guillermo Durand los califica explicitamente de “mediado- res” entre los hombres y Dios. Transmision de patrimonios y reproduccion feudal Son numerosas las sociedades en las que la filiaci6n s6lo se transmite a tra vés de uno de ios dos sexos: cada individuo pertenece o bien al grupo de pa- rentesco de su padre y de sus ascendientes en linea masculina (sistema patri- lineal) o bien al grupo de su madre y de sus ascendientes en linea femenina (sistema matrilineal), Asi sucede en parte en el mundo romano antiguo, ‘que presenta raszos patrilineales notables, Dichos rasgos desaparecen des- delaalta Edad Media en favor de un sistema de parentesco indiferenciado, en el cual ambos sexos transmiten por igual el vinculo de filiacién: cada indivi- duo por lo tanto posee su propia “parentela", la cual retine a todos los con- sanguineos tanto de su padre como de su madre (sin contar los parientes atines, es decir los det coyuge), Este sistema indiferenciado (o cogntico), que sigue vigente hasta el dia de hoy, es caracteristico de la Edad Media en sx totalidad, aun cuando experimenta ciertas adaptaciones. La principal adap- tacién se relaciona con la reonganizacion de la aristocracia y, en forma mas general, con la de la sociedad feudal, durante los siglos x1 xi 1a historiografia con frecuencia ha caracterizado este movimiento como cl nacimiento del “linaje aristocratico” (pero no es demasiado adecuado el {é:mino, puesto que designa, en el vocabulario de los antropblogos, ¢! con- junto de descendientes de un antepasado comin, lo cual supone un sistema patrilineal matrilineal); también se ha querido advertir la transicién de tuna organizacién horizontal (como la Sippe germénica de la alta Edad Me- dia, grupo familiar amplio que otorga un papel determinante ala solidaridad entre hermanos y primos) a una organizacion vertical que estrecha el grupo familiar v pone el acento en una linea de transmision genealdgica de gene- racién en generacién, En realidad, Anita Guerreau-Talabert ha demostrado que no se trata de un cambio de reglas que definen la filiacion (es decis, que 490 _ESTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL determinan para cada individuo las personas que socialmente se conside. ran sus parientes), sino de una adaptacién de las representaciones 5 las practicas del parentesco 2 la tervitorializacién de la aristocracia, la cual se generaliza desde principios de la Edad Media central. Lo que desde enton. ces define @ la nobleza es el arraigo en un territorio —a lo menos, un seto. rio— donde puede ejercer su poder y fundar su posicién social. La estiate- gia ideal de reproduccién social consiste pues en transmitir como hereacia indivisible este territorio y el poder sobre los hombres que lo acompatic. Se forman asf los “topolinajes’, cadenas de transmision de generaci6n en gene- racién de un mismo poder territorial; dicho de otra manera, son lineas de herederos de una misma tierra y de la funcién de dominacién que con ésta se asocia, La nocién de "topolinaje” pretende expresar la dependencia de las estructuras de parentesco respecto a la estructuracién espacial de le so ciedad feudal e indica que una deseendencia noble "no adquiere sustarcia, coherencia y continuidad mas que mediante la forma en que se implants en tun tervitorio" (Anita Guerreau-Jalabert) Es en este contexto en el que hay que reinterpretar los diferentes rasgos ‘que se asocian generalmente con el desarrollo de wna conciencia dinisica, E] mas evidente es la difusion en los émbitos aristocréticos, desde medis- dos del siglo x y sobre toda durante los dos siglos siguientes, de una litera- tura llamada “zgeneal6gica”. En realidad, estos textos se preocupan menos por reconstruir una verdadera genealogia que por rastrear las modalidades de transmision del poder que detenta una familia aristocratica, yen particu lar del castillo que es el nticleo de dicho poder. Esta literatura tiene coma principal objetivo poner en evidencia, con fines legitimadores, un “topoli naje”, vademas se cuida de mencionar tanto a Jos parientes en linea pater nna como en linea materna (tanto mas cuanto que én virtud de la “hiperga mia’ dominante —o casamiento con una mujer de rango superior— la linea materna con frecuencia es la mas prestigiosa), Por otra parte, durante el siglo x1, comienza a adquirir forma un nuevo sistema antroponimic> (el nombre personal seguido del nombre que expresa la pertenencia a una fa milia). Para los aristécratas, éste sitimo nombre designa sobre todo al gat, muchas veces el castilio, en el cual se arraiga su poder, una manera clarisima de manifestar el vinculo entre el estatuto social y el arraigo local, Por tiltimo, los escudos de armas, que inicialmente aparecen en los estan- dartes que permiten identificar a los combatientes, se generalizan deste la segunda mitad del siglo xn, sin ser nunca una prerrogativa de la aristccra- Gia, Es comiin relacionar los escudos de armas con un principio genealégico ad EL PARENTESCO aor s, efectivamente, pueden transmitirse de manera hereditaria y exhibit un vinculo de filiacién, Sin embargo, mediante un cédigo que autoriza multi ples combinaciones, se hacen igualmente patentes relaciones horizontales, matrimoniales, de vasallaje 0 incluso otros tipos de alianzas. ‘Un cambio importante, en relacién com la formacién de los topolinajes, concieme a las reglas de transmisién de los bienes. Si bien durante la alta Edad Media prevalecta el reparto igualitario de las herencias, la espacializa- cin del poder aristocrstica invita a transmitir @ un solo heredero la enticad territocial que le confiere su posicién a una familia, Atin en forma bastante Jenta y parcial como para frenar la fragmentacitin de los poderes seftoria- Jes, se desarvolla poco a paco la indivision de las herencias. Aunque esta le- jos de ser la unica forma que se utiliza y aunque su empleo esté lejos de ser absoluto en todas las regiones de Occidente, el derecho de primogenitura és la solucion més usual, Su difusion entre los siglos xty sates considerable 4, pese a todos los matices que convendria exponer, se asimilé en forma su ficiente al fancionamienta del sistema feudal como para que se impugnara violentamente en el momento de la desintegracién de este (casa que na el Cédigo Napolednico). La wansmision preferencial dela herencia tiende a crear varios grupos de excluidos entre los descenclientes: hija, hijos me- niores ¢ hijos ilegitimas. Sus situaciones, sin embargo, son muy distintas ‘Alas hijas se les excluye de la herencia mucho menos de lo que suele cxeerse, Puesto que se privilegia Ia transmision en linea directa, antes que Ja lateral, en el caso de no haber descendiente masculino la sucesién se otor za mas facilmente a una hija que a un hermano 0 a un sobrino, Por fo tanto, no es infrecuente que una mujer se haga cargo de tn sefiorfo, de un conda- do, ineluse de un reino (alt esta Isabel de Casilla). Sin duda, la jerarqua de los sexos y Ja imporiancia de los valores guerreros en el seno de la arist eracia son tales que siempre se valora més la posibilidad de un heredero masculino, endencia que se refuerza durante la Edad Media (en el caso del reino de Francia, la regla de la transmisién de la corona en linea exclusiva- inente masculina se forja a partir de 1328 de manera circwnstancial, para descartar las pretensiones inglesas). Por lo demés, desc Ia alta Edad Me- dia, las hijas al casarse reciben una dove de sus padres. Ciertamente, la dove excluye del derecho a la herencia y, en este sentido, su generalizacién con- tribuye a la concentracién de la parte principal del patrimonto en manos de un solo heredero. Sin embargo, aun cuando se entrega en dinero contante, la dote dista mucho de ser despreciable (puede consistir en una parte im portante de los bienes fomiliares, sobre todo a partir del siglo xm). Tambie 492, ESTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL podrfamos seguir los antropélogos que consideran la dote como una par ticipacién anticipada de las hijas en la herencia, La date también puede verse como una de las modalidades de la “devolucién divergente”, insti cidn capital en todas las sociedades eurustéticas (en contraposicién a la sfricanas), “en vietud de la cual la tansferencias se realizan tanto ev faiey de las hijas como de los hijos” Jack Goody). ¥, como lo india también el anismo autor, “la devoluci nte de los bienes en favor tantc de las mujeres como de los hombres estd acomputiada de una serie de mecanis mos de continuidad” que tienen el fin dle garantizar la coherencia er la ut lizacién de los recursos familiares: es esto Jo que ilustra perfeciamente la formacién foudal de los topolinajes. ‘A medida que la primogenitura gana terreno, la situacién de les hijos menores se vuelve menos envidiable que la de las hija, Aunque a menudo sees otorga aleuna compensacidn monetaria y aun cuando su exclusién de Ja herencia se flexibiliza durante ciertos periods, los hijos menores muy a ‘menudo estan comp separados del tronco familiar: Esto es particulaninente Sato cuando desde a nfaia se esate como oblaos sun monsttn © cuando, ya ms grandes, ingresan en la carrera eclesiéstica. Es probable Que la psi de destenajaen ue se pone alos ios mesures, itn does de los intereses materiales de su parentela, ne haya hecho mis que preparar y dar més fuerza todavia a la convetsiGn y ruplura con el parentes <0 carnal que supone la jntegracion al lero. Junto con los fenémenos ana- lizados en la primera parte (como los efectos de la redistribucion de los car gos episcopales en favor de la pequetia y medians aristocracia), esto Fernie entender por qué, a pesar de tener un mismo origen social, las alisnzas y ELPARENTESCO s ios a participar en la parte més noble de Ia reproduccién de los miembros de ls cormimidad, hace evidente para todos la preeminencia del parentesco spiritual y la desvalorizacién del parentesco carnal | papel del padrino en la educacion religiasa del nifio es muy a menudo te6rico, de acuerdo con los principias que prescriben su intervencién tnt- Camente a falta de los padres, Ademés, en ciertos medios, los padres no pax teen buscar tanto padtinos para sus hijos como campadres para ellos mis- ‘nos, como queda claro en Jos estudios de Christiane Klapisch-Zuber. El Compadrazgo en efecto permite establecer una relacién horizontal, pensada en términos de amistad y fraternidad, que amplia el eirculo de aliados y que es capaz. de apaciguar las tensiones sociales o polticas. Ya en el siglo vt, los reyes merovingios utilizan el compadrazgo para poner fin a sus huchas fra- cidas y teestablecer entre ellos relaciones pacificas. En otros contextos, e compadrazgo conserva una dimensitn ands vertical y se superpone a las re laciones de clientelismo, por ejemplo, en la Florencia de finales de la Edad Media: tener como compadre a un negociante rico significa a a vez benef ciarse de su protecci6n e integrarse a su clientela politica y econémica, Tan- toen un caso como en otro, es probablemente porque permitia multiplicar tos lazos de solidaridad y reforzarlos mediante un cardctersacralizado que el parentesco espiritual pudo gozar de tanto favor entre Ios laicos. Sin embar= +0, no podriamos subestimar la importancia del padrinazgo, en virtud de st papel en el ritual bautismal y de su lugar prominente en la economia gene ral dl sistema de parentesco, Esto lo confirma el desarrollo de las prohibi- ciones matrimoniales por eausa de parentesco espiritual. Silas principales prohibiciones —entre padzino y ahijada, madrina y ahijado, compadre y Comadre— se plantearon desde el Codigo de Justiniano en el ano 530 0 poco mids tarde, éstas se extienden en el Occidente durante el siglo sar (también entre ahijado e hija carnal, o entre ahijada e hijo carnal de una misma per sona; entre los cényuges de aquellos que el compadra7go unc). Como en el caso del parentesca carnal, es la época en la que la Iglesta enuncia las re las més prohibitivas con el propésito de extender su posicién de arbitro de las practicas matrimonieles. Mediante el bautismo también se establece la fiiacién de los hombres respecto a Dios. ET niio que ha nacido de sus pares en el pecado original, 1e- nace del agua purificadora como hijo de Dios, Entonces se vuelve hijo de Dios, algo que no era en virtad de su nacimiento: el bautizo es una adapeién divina, Efectivamente, las concepciones medievales hacen de Ia paremidad de Dios, mas que una caracteristica de todos los hombres, un privilegio es 496 ESTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL lusivo de los bautizados. Cierto, Dios creé a todas los hombres a sttimagen y semejanza (Génesis 1, 26), pero no es por esta relacién que son sus hijos puesto que tal semejanza, pervertida por el pecado original, no pus taurarse mas que con el bautismo. Asi, la paternidad de Dios no define a humanidad entera: histéricamente iniciada por la Encarnacion del Hijo y transmitida a cada uno por el bautismo, sefiala la condici de los cristianos y los distingue de los demas hombres, excluidos de la gracia y de la salvaci6n, Por el bautismo, el cristiano también se hace hijo de la Madre Iglesia La importancia de esta figura, que no desempefta esta funcién en d Nueva Testamento, aumenta en la medida en que se afirma la i No deja de poseer la ambigtiedad que le confiere la noc su acepcidn ori ulter tituci6n eclesial de eccles'a, entre nal de comunidad de todos los cristianos y la tendencia, identificarla con sus miembros clericales (véase el capi Aun cuando desde el siglo ix y mas todavia desde el siglo x1 Ia s acepcién prevalece, la prime: vunda unica desaparece toalmente. En la época que nos ocupa, la Madre: es la personificacion de la institucién o de Ja comunidad, beneficidndose aquella de tal indefiniciGn. La maternidad de la Iglesia aparece entonces como la contrapartida femenina de la pater nidad de Dios, con tania importancia como esta titima. A “aI di espisitualmente’; y subrayando aun més el caracter indisociable de bos: “nadie que desprecie a su madre la Iglesia podra encontrar e sia es para nosotros una madre. Es de ella v del Padre que nacimos recibimiento paternal’. As{ como Diosesel Padre, la Iglesia es verda te la Madre, puesto que da nacimiento al cristiano en el bautismo. La pila bautismal es el Srgano de este parto, y Agustin, seguido en esto porla tradi cin patristica y litirgica, la califica de “matriz de la Madre Iglesia". La inscripcién de cunda sus aguas, al [ruto virginal qu buptisterio de Letran, hacia 440, precisa que el Espiritu fe tal suerte que “la Madve-Ile concibis por el soplo de Dios can la procreacién carnal para espiritualizarla mejor: y es que hay que concebir el bautismo coma un auténtico parto espiritual. También se le sia una funcién alimenticia que refuerza su ecndicién maternal. Como sefiala Clemente de Alejandria, la Iglesia “atrae sus pequeios y los amamanta con una leche sagrada, el Logos de los nliios de pecho”. Y si las imagenes ilust relacion al mostrar a la Iglesia amamantando a los fieles (véase la ilustracién 1X.1), es porque los ndo el principio divin que permite crecer en la fe, Tuusteacon Le od-gbsia ana du i Comentarios de los Evangelion e sax Jeronimo, Engelserg Sufshibliorhek, ms. 48 divinay el pan de vida, Por Ta tanto, no est fu 30 clea, mostra fcacion de luna Imagen ef no hace mas que exaltar su maternidad 49) _ESTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL mediante la ensefianza de la Palabra y el don de la eucaristia, alimento es piritual y pan de vida. Por sltimo, la funcion maternal dela Iglesia derive en stumerosos temas que la describen como una madre que prodiga evida, dos y amores a sus hijos. Segtin san Bernardo, por ejemplo, la Iglesia a los files y los acoge en su regazo. La patemidad de los clérigos: un principio jendrquico Definir la posiciGn del clero en esta red no resulta facil, en razén de lad versidad de estatutos que hay en su seno (posiciones jerdrquicas; érdenes -menores y mayores; seculares y regulares; tradicionales y nuevas) y de lassi tuaciones que se encuentran en la linde que separa a clerigos de laicos (el rigs tonsurados pero no ardenados, conversos, donados y miembros de la orden tercera). Pero como ya hemos visto, esa divisin entre clérigos v Iai cos que se defiende con tanto ardor sigue siendo socialmente determninante, Por Io tanto, relacionaremos Jos andlisis siguientes con individuos cuya pertenencia al clero se hace manifiesta por Ja realizacién de un ritual or denacién, toma de habito 0 votos— y por un modo de vida que los distingue de todos Tos demas —esencialmente el celibato— (de hecho, la aparicién, en cl siglo mr, de un rito de ordenaci6n que otorga un papel exclusivo en la ce- lebracion de la eucaristfa constituye el origen de la separacién entre cléri- 208 y Jaicos). Como los dems cristianos, los clérigos son hijos de Dios y de la Iglesia. Sin embargo, su funcidn les confiere una posicion especifica en la red de pareutescv. lumbién son padres. Es por el sacramento del bautuismo que se ‘manifiesta mas claramente la condicién paternal del sacerdote. Desempena asiel papel de representante de Dios en la tierra; o mas bien, en virtud Ge su posicién como lugarteniente de Dios y miembro de la Tglesia-institucién permite la consumacion del alumbramiento que Dios y la Iglesia realizan ‘Sin duda, la paternidad de los sacerdotes nunca podria aspirar a la misma dignidad que la paternidad de Dios, pero aquélla es el agente indispensable de la propagacién de ésta (la evolucisn de la liturgia bautismal subraya e pa- pel especialmente activo del sacerdote, puesto que, en Occidente, la formula ‘yo te bautizo” reemplaza el antiguo giro pasivo, que se mantiene en Bizan cio, mediante el cual el celebrante anuncia que el fel “es bautizado en nom: bre de Dios”). Puesto que son los tinicos que estan habilitados para conierit los sacramentos, Jos sacerdotes son, en la sociedad medieval, los mediado- x EL PARENTESCO 499 res obligatorios del parentesco divino. Por medio de ellos, se instaura, para Ins cristianos, la paternidad de Dios y la maternidad de la Iglesia, Los titulos de los clérigos manifiestan claramente esta paternidad: abate (de abbas, padre) y, sobre todo, papa (papa, papas, términos que se util zan para nombrar a todos los obispos y que luego, a partir del siglo x1, se reservan s6lo al pontifice romano). Es omnipresente este modo de dirigirse alos clérigos: pater, padre... Ademas, la relacion de paternidad no expresa, solamente la dualidad entre clérigos y laicos, sino también las jerarquias en el seno del clero, como lo recuerdan la posicién del abate a la cabeza de sit monasterio y la del papa en la cispide de la institucién eclesial. Asimismo, los vinewlos de dependencia entre los establecimientos monssticos pueden concebirse como relaciones de filiacién espirinual, por ejemplo, cuando se menciona la “descendencia de Claraval” o de otras abadias cistercienses, ‘También son vinculos de parentesco espiritual que dejan ver, en el siglo xv, Jos drboles monésticos, arraizados en el seno del fundador de una orden com san Benito 0 santo Domingo, y cuyas ramas abrigan a la multitud de sus dliscipuslos. Aunque estas representaciones se parecen mucho al arbol de Jessé y a las primeras imagenes de genealogfa familiar en forma de arbol que aparecen entonces, es clara que no muestran el parentesco carnal del samto, sino que expresan la amplitud de su fecundidad espiritual me la exhuberancia del 4rbol al que da origen (este tipo de representacién ade- mas cruza el Atlantico en la época colonial y aparece entre otros ejemplos en el convento de Santo Domingo en Oaxaca). Por iltimo, aunque las here jfas y ocasionalmente las presiones de los laicos cuestionan la posicién pax ternal de los clérigos, ésta experimenta una evolucion dentro de la Izlesia misma. Asi, los miembros de las érdenes mendicantes se hacen llamar "fray (rater fére, fratello), incluso por los laicos, senal de wna inflexion menos jevérquica que, sin embargo, se corrigié y atenué ripidamente, Pero, pese a tales matices y evoluciones, Ja dualidad padres/hijos sigue coincidiendo en Jo esencial con la dualidad clérigosilaicos. No solamente expresa la je- rarguia establecida entre ambas partes, sino que constituye una justifies cin importante de la misma. La paternicad espivitual de los clérigos es ex- presion y garantfa de su autoridad, tanto més cuanto que se articula con la ractica del celibato. Como hemos visto, el clérigo se sustrae a los vincu- los del parentesco carnal, v es por esta renuncia que adquiere la facuiltad de convertirse espiritualmente en padre. Ya Agustin, al presentarle a un nuevo obispo al pueblo, afirma: “no quiso tener hijos conforme a la carne para te- ner mas hijos conforme al espiritu’. Semejante configuracién (rechazo del son. _ESTRUCTURAS FUNDAMENTALS DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL paventesco carnal/posicisn de padre espivitual) funda del clero sobre una doble jerarquta (espiritual/camnal; padrehijo). La posiciGn del clero tambien parece caracterizarse por otr peoffico: una unién matrimonial espiritual. Ast, las monjas son Cristo”, y el obispo contrae nupcias con su iglesia (es decit, su didcesis), en un ritual marvado por la entrega del anillo, Como el obispo también es hijo de la Iglesia, al igual que todos los que han recibido el bautismo, la conju, cign de una relacién de filiacién y de una alianza matrimonial hizo que vax imibdlico" y definicran esta infracciGn como la distancia sacralizante que justifica la posicién dominan. te del cleru (Anita Guerreau-Jalabert). No obstante, el matrimonio con la iglesia s6lo concicrne a los obispos (y sobre todo al papa, tinieo que contiae nnupcias con la Iglesia universal). Ademds, este ritual, que se esbo2s a partir del siglo 1x para afirmanse en el siglo Xu, no es el fundamente del poder es piritual del obispo, el cual se recibe mediante la imposicién de maros 6 la tuncién, simbolos de la efusion del Espiritu, Esta relacién de alianza no pae rece por lo tanto desempefiar un papel determinants en la definic.6n del estatuto del clero, sino que constituye més bien un carsicter suplementatio, propio de la ctispide de la jerarqufa eclesidstica, Para definir al clero como ‘grupo dominante en el seno de una sociedad dual, lo esencial consiste més bien en el doble caricter del celibato y de la paternidad espiritual, Es alli donde se encuentra la diferencia que sacraliza a los clévigos y relaciona re- rnunciacién y poder simblico. la dominacién social los historfadores hablaran aquf de un “Incesto s} Hermandad de todos los cristianos ello de cofradlias Ova relacién de parentesco espiritual conciemne a todos los baul.zados: come hijos de Dios ¥ de la Iglesia, los cristianos son hermanos entre si. El bautismo también es lo que instituye esta hermandad yeneralizada, ce suet te que caracteriza a los miembros de la cvistiandad y traza una linea de se- paracion que excluye a los demas hombres. Siendo un potente vector de unidad de la cristiandad y de concordia soc turalmente los elérigos, en particular cuando hay que apaciguar los animos y predicarla reconciliacién. Sin duda, en la tierra este vinculo sigue siendo bastante virwal, ineficaz. Desaparece, muy a menudo impotente, ante la 6 sca de las dominaciones sociales y ls reglas familiares, La hermandad gene- sta relacién la invocan ma- ELPARENTESCO 01 ralizada de los cristianos es un horizonte parcialmente inaccesible aqui abajo, cuya realizacién plena se remite al mas alld ‘Sin embargo, ciertos lazos sociales son capaces de activar esta herman- dad latente, Pertenecer ala Iglesia de los lérigos, pese 2 los vinculos de las jerarqufas que la estructuran, aviva mds el vinculo fraternal, muy parti Iarmente en el seno de una comunidad monastica. Este vinculo puede ex. tenderse a los laicos, quienes gracias a sus donaciones, sobre todo en el caso de Chuny, pasan a formar parte de la furilia monéstica, © por lo menos se asocian con ella en las plegarias. El compadrazgo es también un recurso com el que se vuelve eficaz la hermandad de todos los bautizados. La priictica de las limosnas a los pobres, ya sea directamente por intermediacién de la Iglesia, es otra de sus manifestaciones, que resulta sumamente caracte- ristica de la sociedad medieval. Por titimo, el desarrolio de las cofradias, a partir del siglo x1 y sobre todo del xm, permite extender Ia conciencia pric- a de esta fraternidad. Se trata de un fenémeno de gran alcance, a escala de la cristiandad entera, tanto en el campo como en las ciudades (y que ha- bra de protongarse en el Nuevo Mundo, con formas parcialmente origina- les). Segiin los lugares y las épocas, las cofradias adquieren diferentes fo nas, privilegiando unas veces el aspecta devocional y otras la organizacion corporativa de un oficio o de un grupo profesional. No obstante, todas po- seen importantes aspectos comunes. Se trata de asociaciones libremente establecidas de devocion y de ayuda mutua dedicadas a activar los lazos de amor fraternal entre sus miembros, Su nombre misma (confratersitas en la- tin, confrérie en francés, hermandad en espanol) asi como el de “cofrades” ‘que se da a sus participantes indican, efectivamente, que se fundan en la nocién de la hermandad espiritual extendida, caracteristica de las concep- ciones cristianas del parentesco. La unidad de los cofrades se manifiesta por la devocién comin al pro- tector del grupo, un santo patrén o la Virgen (véase la foto 1}, por las for mas de solidaridad concreta, sobre todo la responsabilidad de los funeral las plegarias colectivas para sus miembros difuntos, o también por las ac- tividades rituales, como el banguete anual donde, en torno a los alimentos compartidos, se realiza simbolicamente la unidad de la corporacion. Asi, I institucién de las cofradias permite una organizacién parcialmente auté- nomi de los laicos, aunque siempre bajo la mirada vigilante de los clérigos. Es sobre todo un instrumento eficaz de integraci6n de los laicos en el seno de las estructuras sociales e ideol6gicas diseftadas por la Iglesia. Las cofra- dias con frecuencia redoblan las estructuras parroquiales y se fundan ente- ESTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCIEDAD MEDIEVAL ramente en las reglas del parentesco espiritual cya elaboracién y contro) dependen de la Inlesia. En sua, la hermandad generalizada de los cristia nos se presenta como una forma ideal pero irealizada del parentesco esp. ritual, La comunidad ritual del bautizo le confiere una existencia abjetiva, ‘que reitera Ia participacién en el sacramento eucaristico; pero el vineulo de amor espiritual que tendria que caracterizarla no loara manifestarse plea mente. En cambio, la pertenencia a una cofradia crea un cfreulo de paren tesco espiritual, cuyos rtos particulares y formas de ayuda mura lo hecen clectivo. La coftadia es —retomando una nocién de Pierre Bourdieu Ia parte prictica, “que se manticne en marcha’, de la hermandad espiituel de tados los bautizados. Si consideramos ahora cl conjunto de relaciones espirituales que aga hemos mencionado, vemos que la conjuncién del parentesco carnal y del parentesco espiritual entranan ciertas paradojas aparentes. Ag que el hifo de un laico, al voluerse obispo, se convierte en padre de su padre, enunciado paradéjico que resulta del hecho de que el vinculo espirivual in vierte al vinculo carnal, Al ilustrar otro caso, Agustin subraya que sus >r0- pios padres carmales se han convertido en sus hermanos espirituales (ellos que fueron mis padres, y mis hermanos ante vos, nuestro Pade, v ante la Iglesia catdlica, nuestra madre”). En este caso, el vinculo espiritual no ine verte al vinculo carnal, sino que iguala una relacion jerarquica. FI parertes: co espiritual proyecta horizontalmente una relacién de naturaleza vert.cal Asi, la superposicidn de los vinculos espirituales en los carnales, mediante tun giro o una inversion, resulta un instramento eficaz de manipulacier del parentesco. Finalmente, el alcance simbdlico de estos lazos es considerzhle, puesto que contribuyen a definir la estructura ideologica de la sociedad. La hermandad de todos los cristianos enuncia la unidad de la cristiandad, aientras que la patemidad espirtual de los clérigos funda la dualidad jer quica que, en el seno de este conjunto unificado, los separa de los laicos. EL PARENTESCO DIVINO, PUNTO FOCAL DEL SISTEMA En el nticleo mismo del dogma, es decir, de las representaciones que funda- ‘mentan la visi6n del mundo y la organizacion de la sociedad cristiana, se unde un ovillo particularmente denso de relaciones de parentesco. Efectiva- mente, existe un lazo de parentesco entre las dos primeras personas ce la ‘Trinidad, el Padre vel Hijo. La cuestién de la paternidad se ubica en el centro EL PARENTESCO 303 de la definicién del dios cristiano, aun cuando la posicién del Espiritu Santa jnvita a subrayar que no todo, en este sistema, esta pensado en terminos de parentesco (asimilado @ la efusién de la gracia y la inspiracidin divinas, el Espiritu Santo es el agente de In expansién del amor entre los hombres y Dios y entre ellos mismns; es una potencia de canjuuncién y concordia, ten tonite las ceiaturas como en el sena de In Trinidad cuya coh puesto que Toms de del Padre v el Hiio") quino califiea explicltamente al Espiritu de “nude EL Hijo igual al Padre: paradojas de fa Trinidad La naturaleza de la filiacion entre el Padve y el Hijo constinuye wno de los principales meollos de las controversias trinitarias. Mientras que Arrio (256-336), sacerdote en Alejancicia a principins del siglo 1v, niegs Ta plena divinidad de Cristo y sélo reconace al Padre como verdadero Dios, la ort0- doxia, que se forma como reaccién al arrianismo, esté obligad: bir tun vinculo entre el Pade y e! Hijo que signifique ima auténtica fliacion y que, sin embargo, asegure su comin e igual divinidad. El concilio de Nicea en el afio 325 (segu resulta decisivo y proclama el Credo trinitario, en vietud del cual el Hijo se considera “Dios verdadero de Dias verdadero, consustancial al Padre, en: gendrado, no creado” (mientras que se anatematiza a quiicnes afirman que ‘antes de ser engendrado, no era” o que “el Hijo de Dios nacio"), Efoctiva- mente, el Hijo tiene que ser engendrado, pues de lo contrario no seria hijo; pero no puede ser creado, pues entonces seria una ceiata yo seria divino al igual que el Creador: La diferenciacién entre creacién y en: por lo tanto decisiva para preservar la conjuncién de lo que los contestata- rios arrianos —lo mismo que los paganos ¥ los j ciliable (la posibilidad de concehir a Cristo como Hijo y al mismo tiempo to talmente igual al Padre). De esta manera, una relacién de patcrnidad fundada en cl engendra riento se establece en el seno del niclea divino, entre Ins figuras de la Tint dad, cuyas personas son diferentes pero cuya esencia es ig ado de que ninguna puede hacer alarde de ningiin tipo de preeminencia. Entre el Padre y el Hijo, existe a la vez filiacion verdadera ¥ perfecta igualdad. Se trata de una ecuacién "Pacire = Hijo", en la que Ia igualdad es a la yer jera~ quica y esencial, pero que no supone la identidad di lo por Ins demas concilios ecurménicos del siglo n°) dfos— consideran incon. al, al is personas, El dogma fo). _ESTRUCTURAS FUNDAMENTALES DE LA SOCLEDAD MEDIEVAL trinitario produce asi el modelo de una relacion paradéjica, que contradice lotalmente las caracteristicas de la filiacign en el orden carnal, puesto que laeién que es normalmente jerdrquica. De manera mas preci. si, este modelo niega lo que en el mundo terrenal define a la filiacion es de. En la especie humana, compuesta por seres mor 1a relaciGn supone un ordenamiento, una sucesion de generaciones Por el contrario, el parentesco trinitarie que se por un modelo de filiaciGn sia 1 sin subordinacién, El de fa personas divinas eternas acién entre generaciones y mia trinitario es una paradoja insostenible (tanto en lo que con- cieme In conjuncidn de filiaciOn e igualdad, como en ia delicada coneiliacién de “uno” y “ites"), De entrada, la ortodoxia tuvo que definirse frente a dos peligros opuestos: por un lado, e) atrianismo, gue no admite més que la di Vinidad del Padre y niega la del Hijo; por ou, el subelianismo o el priseila. pismo de los siglos uty 1s, los que se acusa de confundir Padre, Hijo y Espi situ Santo en una Sola persona. Por caminos opuestos, en ambos casos se Linde a volver al monoteismo estricto, mientras que la ortodoxia busea su camino entre los escollas pasa funda la paradoja de un Dios tnico en tres personas (uno por su escncia y trino por la diversidad de las personas) Coma ya hemos visio, no tardan en reaparecer las acusaciones de herejia, pese a las decisiones del coneilin de Nicea: el nestorianismo deshace, siguien- 0 a arrianismo, la légica de lo Encarnacion, separando radicalmente las dos naturalezas, divina y humana, de Cristo: en el otzo extremo, el monofisismo afirma a natnealezs tinica de Cristo, indisociablemente divina y humana. El debate resurge en la Espana del siglo vit con el adopcionisrio: dos obispos, Elipando de Toledo y Felis de Urgel, preocupados por insistir en la hhumanidad del Salvador, que a su parecer se habia descuidado demasiado, separan nuevamente las dos aaturalezas de Cristo, afirmando que por su naturaleza divina es verdaderamente Hijo de Dios, pero que como hombre no es mas que su hijo adoptive, Su doctrina, que hay que situar en el con- texto de la peninsula ibérica y de la confrontacién con el monateismo es- tricto de musulmanes y judfos, la condenan entre otros Beato de Ligbana (celebre por su comentario del Apocalipsis) y subre todo el circulo de Carlo- ‘miagno y el Concilio de Frankfurt, que 2 insltancias de éste se redne en el afio 794, Poco después del aio mil, el cisma entre griegos y latinos incluye tam- bign una dimensién winitaria, puesto que aquellos siguen afirmando que el Espiritu Santo procede Gnicamente del Padre, mientras que éstos conside- ran que procede del Padre y del Hijo (filiogue), Jo que refuerza atin mas su. EL PARENTESCO st igualdad. Si, desde entonces, la reflexién trinitaria en Occidente ya no sale fie los limites de la ortodoxia, no deja de experimentar un intenso desarrollo {4 partir del siglo Xu, se renucva incesantemente por las polémicas contra Judios ¥ musulmanes, y por la necesidad de producir argumentaciones que Sustenien la empresa de la conversién. Es por ello que, si bien el De Trinitate de Agustin sigue siendo un fundamento esencial, no dejan de producirse con profusion tratados sobre la Trinidad, como si fuera necesario perfeccio- har incesanteniente este aspecto medular de la doctrina, reforzarlo y eliminar tas bréchas por donde pudieran infiluarse gérmenes de desviaciones. ‘Todos los recursos de la J6giva y el razonainiento que perfeccionan los ‘escolisticos apenas son suficientes para oponerse a la infinidad de objecio- nes posibles v alcanzar los postulados mejor preservados de la critica, Y esto porque en materia de Trinidad, el equilibrio de Jos enunciados siempre es incstable, siempre esta en peligro, a punto de caer en el defecto de una ex ‘cesiva identidad de las personas 0, por el contrario, de una sospechosa dife- renciacién que supondria alguna jerarquia, La dificultad es mayor atin si se pasa de la abstraccién del discurso teol6gico a formulaciones mas concre- fas, ep particular aquéllas que suelen inventar las imagenes. {Como asociar \isualmente lo uno y To ternario, la filfacton y la igualdad?

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