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SONSON

A Asdrúbal Valencia

Por el sur, a lo lejos,


las montañas verdes se transforman en azules cordilleras
y luego en grises picos que atrapan blancas las nubes.

El sol brilla en los campos, brilla con luz de diciembre.


Hay música de fin de año en la vereda.
La brisa llega suave hasta mi casa que mira al mediodía.
Lejos, muy lejos, veo el albor del final,
el que trae los días de mi infancia en el barrio.

Tímidos, los caciques-candela se acercan a mi silla


y el canto ronco de la soledad pide la fruta.
Las ausencias del carriquí y la tucaneta me confunden.
Mi perro brinca por entre los arbustos con su energía de cachorro.

La guitarra espera a que los brazos sanen.


Las noches se hacen más placenteras al compás de las caminadas.
A veces hasta sudo por las noches altas, a 2600 metros.

Allá a lo lejos Sunsún retoza en el pasado


con la imprudencia de Carimagua
y la angustia de Paucarama por cazar al tapir.

Dispara y piensa en la bella Itaraibe,


en los cuyrcuyr orgullosos de su tierra,
los pipintá y los caramanta,
los irra, los supía y el país de los samanaes.

El Arma arrastra su corriente desde lo alto de Los Medios,


donde el orfebre perdió la cera y halló la áurea escultura.
Su ladeo le impulsó a nuevos caminos
que hoy reposan en grandes ciudades,
a donde llegan los cuyrcuyr de vez en cuando.

Luis Ovidio Ramírez A.


Vereda Perico, Envigado.

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