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Padre Nuestro …
Recibe ¡oh Espíritu Santo!, la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser, que te hago en
este día para que te dignes ser en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida, en cada
una de mis acciones, mi director, mi luz, mi guía, mi fuerza y todo el amor de mi corazón. Yo
me abandono sin reservas a tus divinas operaciones y quiero ser siempre dócil a tus santas
inspiraciones.
¡Oh Santo Espíritu! Dígnate formarme con María y en María, según el modelo de tu amado
Jesús. Gloria al padre Creador, Gloria al Hijo Redentor, Gloria al Espíritu Santo Santificador.
Espíritu Santo, alma de mi alma, yo te adoro, ilumíname, guárdame, fortifícame, consuélame.
Dime lo que debo hacer y dame tus órdenes; te prometo someterme a todo lo que desees de
mí, acepto todo lo que permitas que suceda, quiero únicamente reconocer tu santísima voluntad
y cumplirla lo más perfectamente que me sea posible. Amén.
Hijos amados: rezad diariamente tres Avemarías para conmemorar los privilegios que recibí
de la Santísima Trinidad: el poder que me concedió Dios Padre, la sabiduría que me comunicó
Dios Hijo y la misericordia con que me enriqueció el espíritu Santo.
Os prometo protección durante la vida y una especial asistencia en la hora de la muerte.
Propagad esta devoción, porque el que consigue la salvación de un alma, ha asegurado la
suya. Guardad estas palabras en vuestro corazón como un tesoro.
Repetidlas con mucha frecuencia.
Hacedlo de la siguiente forma:
1. María, Madre mía: líbrame de caer en pecado mortal, por el poder que te concedió el
Padre Eterno.
Dios te salve Oh María, llena eres …
2. María, Madre mía: líbrame de caer en pecado mortal, por la sabiduría que te concedió
el Hijo.
Dios te salve Oh María, llena eres …
3. María, Madre mía: líbrame de caer en pecado mortal, por el amor que te concedió el
Espíritu Santo.
Dios te salve Oh María, llena eres …
En vez de Gloria:
V/ Huid poderes malignos.
R/ Venció Jesucristo el Señor.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la pelea y sé nuestro amparo contra la maldad y las
asechanzas del demonio. Reprímale Dios como rendidamente se lo suplicamos y Tú, príncipe
de la milicia celestial, armado del poder divino precipita al infierno a satanás y a todos los
espíritus malignos que para perdición de las almas andan por el mundo. Amén.
Glorioso Patriarca San José, cuya intercesión sabe hacer posible las cosas imposibles, ven en
mi ayuda en estos momentos de angustia y dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones
tan serias y difíciles que te encomiendo, a fin de que tengan una feliz solución. Mi bienamado
Padre: toda mi confianza está puesta en ti y dado que lo puedes todo ante Jesús y María,
muéstrame que tu bondad es tan grande como tu poder. Amén.
Santísimo confesor del Señor, Padre y jefe de los monjes, intercede por nuestra santidad, por
nuestra salud del alma, cuerpo y mente. Destierra de nuestra vida, de nuestra casa, las
asechanzas del maligno espíritu. Líbranos de funestas herejías, de malas lenguas y
hechicerías. Pídele al Señor, remedie nuestras necesidades espirituales y corporales. Pídele
también por el progreso de la Santa Iglesia Católica y porque mi alma no muera en pecado
mortal, para que así confiado en tu poderosa intercesión, pueda algún día en el cielo, cantar las
eternas alabanzas. Amén.
Santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo, llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo, Bendito el que viene en el nombre del Señor. Hosanna en el cielo.
Isaías 6, 1-3 (repetir 3 veces).
San Gabriel con María, San Rafael con Tobías y San Miguel con toda la milicia celestial,
custodiadnos en la vía. Amén.