El punto de partida de este libro consiste en dejar definitivamente
de lado la idea de oralidad opuesta a escritura, con el objetivo de alcanzar un nuevo horizonte teórico acerca de la producción iconográfica. El viaje intelectual de Severi va hacia atrás en el tiempo y se detiene en la utopía final de Aby Warburg, cuando, a partir de la idea de la evolución biológica de las imágenes, heredada del darwinismo, estudiaba las obras de arte en función de las operaciones mentales y perceptivas que ellas mismas implicaban. Pero Severi va más allá. No sólo acepta la teoría de la cultura warburgiana, sino que además postula que las imágenes de los pueblos indígenas de América procuran resguardar la memoria de la cultura o, en otras palabras, resguardar la cultura a través de la memoria iconográfica. Así, Severi redefine el concepto de pictografía, afirmando que no se trata sólo de un mensaje codificado en signos icónicos, sino de una cadena de imágenes en la que el paralelismo o secuencia iterativa de íconos equivale al paralelismo verbal típico del rito y del relato. La escritura, como casi siempre se ha pensado, no sustituye a la oralidad; más bien, la oralidad presupone el desarrollo de estas formas iconográficas, anteriores a la escritura misma.
A estas alturas, Severi se adentra en el papel del oficiante y del
paciente en los ritos chamánicos y descubre que aquellas que Lévi- Strauss consideraba como formas proyectivas de la curación de los enfermos en realidad son mecanismos complejos por los cuales el enfermo asiste a un rito incomprensible que lo comunican con la memoria arcana del lenguaje y del mundo. Las representaciones indígenas de Cristo, así como su presunta reencarnación en algunas figuras del siglo XIX entre los indios de América, constituyen una puesta en conflicto de ritos, de imágenes consolidadas y de memoria no compartida.
Severi devela, con melancólica y lucidez, el carácter transitorio de
todo aquello que conocemos, además de que se adentra en las tradiciones culturales de la América indígena, para fundar una antropología de la memoria.