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Augusto Boal y el Teatro de lo Oprimido

Para crear dicho teatro Augusto y Paulo Freire, realizan una dura crítica
sobre el papel del teatro en la sociedad y su “forma” de perpetuar las
estructuras opresoras. Plantean entonces la posibilidad de utilizar el
teatro como herramienta de transformación social, como una oportunidad
para brindarle la palabra a aquellos a quienes se les ha negado. Boal
reconoce que el teatro, así como cada una de las actividades que el ser
humano realiza, es una actividad política y negarlo reflejaría,
necesariamente, una postura política. Plantea entonces la necesidad de
rescatar el teatro para ponerlo el servicio de las minorías oprimidas,
evidenciando con ello la posibilidad de utilizar el teatro como herramienta
de transformación social y como una oportunidad para brindarle la
palabra a aquellos a quienes se les ha negado.

Boal afirma que las distinciones que se dan desde el teatro entre actores y
espectadores son un reflejo de las distinciones que acontecen en la vida
real. Así como en el teatro, también en la vida real son unos los que
actúan y otros los que contemplan el “espectáculo”. El teatro del oprimido
propone, entonces, romper con la barrera impuesta entre actores y
espectadores para que todos, unos y otros, nos concibamos como
“espectactores” es decir, como individuos que, al mismo tiempo que
contemplan son también capaces de actuar activamente en la
construcción, ya sea de una puesta en escena, ya sea de la realidad social.
Lo que se busca desde el teatro del oprimido, entonces, es transferir los
medios de producción del teatro a aquellos a quienes se les ha negado la
posibilidad de acceder a ellos.

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