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Análisis Del amor y otros demonios

Isabel Rodríguez Vergara

Este ensayo discutirá la novela histórica más reciente de Gabriel García Márquez, Del
amor y otros demonios (1994) con sus matices mágico-realistas y autoconscientes, es decir, que a
la vez que expone una historia, discute su proceso creativo. 1 La fricción entre el texto 'original' de
la historia colombiana y el ficticio de la novela, será motivo de meditación en este trabajo. El
discurso de ella se interpretará como una exploración de la identidad hispanoamericana bajo el
sistema colonial español que se construye y se destruye a la vez mediante la exposición del
personaje central, Sierva María de Todos los Ángeles, niña de doce años (hija de una mestiza y de
un marqués español), metáfora del colonizado.

La exposición del 'ser’ bajo el colonialismo será analizada a través de la herencia étnica y
familiar, el estado físico, mental y moral de esta joven mujer, es decir, su condición de enferma y
loca, de santa y de prostituta, características que la sitúan en fronteras geográficas, médicas y
morales límites. Sierva María se localiza en una frontera indefinida entre dos mundos: el negro e
indio americano y el blanco europeo: el mundo sano y el mundo enfermo; el mundo moral y el
amoral. La enfermedad de María Mandinga, su locura (supuestamente originada por una
mordedura de perro), será vista como una metáfora política e histórica en Del amor y otros
demonios, a la vez que el exorcismo y la Inquisición, serán expuestos como los medios represivos
para acallar al colonizado.

Bajo el aparente relato de la breve e intensa historia de amor entre Sierva María de Todos
los Ángeles de doce años de edad con el sacerdote Cayetano Alcino Del Espíritu Santo Delaura y
Escudero, de 36 años, el discurso de la novela debate la complejidad de sistemas simbólicos,
durante el período colonial español, entre los cuales el lenguaje, las reglas de matrimonio y del
amor, las relaciones económicas, el arte, la ciencia y la religión cuentan como las más
importantes. Consciente de la incapacidad de las culturas de ofrecer a todos los humanos la
misma forma de entrar en el orden simbólico, el discurso de la novela centra a una mujer -
situada normalmente en un punto intermedio entre la cultura y la naturaleza, en un nivel más bajo
que el hombre- para diseminar su significado cultural. De aquí la importancia del papel de Sierva
María como transgresora del orden colonial.

El fecundo y ambiguo título de la novela sugiere el estado de enamoramiento (entre dos


transgresores en un sistema colonial), como un demonio más, a la vez que el narrador identifica
varias veces en la ficción al "demonio" como la serie de prejuicios que despiertan en Sierva María
impulsos instintivos reprimidos que proyecta al mundo exterior (convulsiones obscenas, ladridos
en jergas idólatras, gritos, agresividad contra otros, etc.), interpretados como enfermedad. 2

La novela se abre con dos páginas introductorias sin título, a manera de prólogo (gesto
similar al volumen de Doce cuentos peregrinos, 1992) que enfatizan dos eventos pertinentes a la
creación de la novela: el primero, la destacada posición del narrador quien como reportero testigo,
en el ano de 1949, presencia el vaciamiento de las criptas funerarias del antiguo convento de
Santa Clara, vendido ya para construir un hotel de cinco estrellas. Allí encontró "la noticia", es
decir, el cuerpo de Sierva María de Todos los Ángeles, con una larga cabellera de "veintidós
metros con once centímetros", (11) (alusión al cabello del epígrafe de Santo Tomás en la novela)
protagonista de la historia, en medio de desórdenes de huesos de tres generaciones de obispos y
abadesas, entre otros. El evento de presenciar la "noticia", le confiere autoridad al narrador, a la
vez que el discurso le identifica con el grupo de escritor-historiador y arqueólogo, todos ellos
rescatando temas (cuerpos), clasificando información (huesos) e identificando los objetos
(palabras).3

El segundo evento anunciado en este prólogo, que pone en tela de juicio la autoría de la
novela, es la feliz coincidencia de haber encontrado en el cadáver de Sierva María de Todos los
Ángeles con su espléndida y mágica cabellera, la fuente de la leyenda que su abuela le contaba
cuando era niño, origen a su vez, del texto de la novela. Una escurridiza leyenda (oral), una
incipiente arqueología (huesos en fosas erradas) y un episodio autobiográfico, se citan como
fuentes de la novela que se comienza a construir en 1949, tres siglos más tarde de haber sucedido
los eventos y se publica en 1994, cuarenta y cinco años después del desmantelamiento de la
cripta.4
Sin embargo, García Márquez no cuenta en su introducción, que además de la leyenda
oral que su abuela le transmitió, Sierva María existe en la 'Historia Oficial' de Cartagena de Indias,
en textos, que por sus abiertas 'coincidencias' y conociendo el rigor investigativo del escritor
colombiano, seguramente consultó. Me refiero a la 'hechicera' Lorenza de Acereto, juzgada por el
Tribunal de la Inquisición en 16135 García Márquez entonces, estaría reescribiendo el texto de un
caso histórico de una víctima de la Inquisición en Cartagena de Indias en el siglo XVII (que supera
la mera leyenda en detalles) como pretexto para recrear los conflictos culturales que dramatizan
una situación colonia¡, emparentando la antropología con la novelística y el psicoanálisis, como
disciplinas hermenéuticas (ya que todas ellas giran alrededor del estudio de significados). El
narrador-analista, funciona como una especie de intérprete, estableciendo comunicación entre los
variados sectores de poder (el estado, la iglesia, los textos); la lealtad de García Márquez aquí no
parece inclinarse hacia el discurso del poder colonial ya que no busca para el personaje central
una posición 'cultural aceptable', sino más bien, una aceptación equitativa de la cultura del 'otro'
(el colonizado).

El discurso de la novela acertadamente dramatiza el intrincado proceso de interpretación


cultural tanto en la antropología como en la historia, proceso que en última instancia, se disipa en
los ficticios signos del lenguaje. El ilustre comentario del controvertido antropólogo Clifford Geertz
-que afirma que: "Las culturas no pueden ser vistas a través de verdades objetivas. Ellas tienen
que inscribirse y ser entendidas como una novela. Las sociedades como las vidas, contienen sus
propias interpretaciones"6-, es comparable a las contradicciones de interpretación y de imprecisión
del lenguaje histórico, ajeno al científico de las ciencias exactas, del que ya alertó Hayden
White. 7 García Márquez también confunde historia y novela hasta el punto de declarar que
escribió, El general en su laberinto (1989), novela sobre Simón Bolívar, para "escribir la verdadera
historia de Colombia... no la historia oficial, para que nos cuenten en un solo tomo cómo es ese
país en una novela". Agrega que estima que él escribió la verdadera historia de Bolívar. 8 Y así
como ocurrió que el pasaje de la masacre de las bananeras en Cien años de soledad pasó de
ficción a la historia oficial, no sorprendería que la novela de Bolívar y la de Lorenza de Acereto
adquieran el distinguido rango de 'historias'. García Márquez, siguiendo un marco de referencia
antropológica de la cultura, (definida ella en situaciones de poder colonial), ubica el
comportamiento de una comunidad, expone sus acciones y actitudes para entenderlas y
calificarlas a la luz de contextos más amplios y más concretos en el tiempo y en el espacio; es
decir, más históricas. Sin embargo, el texto de la novela, como la historia, no puede ser objetivo
ni científico; es interpretativo y por lo tanto ideológico.

El texto de la historia 'oficial' y el ficticio se debaten creando fricciones, coincidencias y


contradicciones, y en última instancia, la ficción toma, como en la pintura de Botero, giros
ideológicos previsibles para los conocedores de la obra previa del escritor colombiano. Como la
novelesca Sierva María, Lorenza (la hechicera) nace en Cartagena de Indias; la primera, hija de
un marqués español y de una mestiza; la segunda, hija de un aventurero genovés y de una
española. Los Acereto se establecen en Cartagena de Indias por el año 1585 y en el 86 nace
Lorenza; los padres de Sierva María, Ignacio Alfaro de Dueñas, segundo marqués de Casalduero y
señor del Darién y Bernarda Cabrera, viven durante el siglo XVII. La unidad familiar de las dos
niñas es inexistente por diversas razones: en Sierva María, por falta de amor entre los
progenitores; en Lorenza, debido a la muerte de su madre y la dedicación a los negocios de su
padre. La primera se enamora a los doce años de un sacerdote y poeta llamado Cayetano Alcino
del Espíritu Santo Delaura y Escudero de 36 años de edad. La segunda, contrae matrimonio a la
edad de once años con un hombre de 38. Sierva María confronta la cultura española al
enamorarse de un sacerdote, hablar lenguas africanas y vestirse como negra; Lorenza, a su vez,
se casa sin amor con un hombre que le es infiel en múltiples ocasiones y tienen hijos con él, hasta
que, cansada de sus maltratos decide tener un amante y hacer uso de la hechicera para
deshacerse de su marido, de acuerdo con la interpretación de los historiadores que han escrito
sobre su caso. El tiempo en las dos historias difiere: la 'historia' de Lorenza abarca hasta muchos
años de su vida adulta, pero se concentra en el proceso inquisitorial; la de Sierva María relata
aproximadamente cinco meses de su vida, acumulados en detalles de su enfermedad, exorcismo,
encarcelamiento, enamoramiento y muerte. Las dos sufren el proceso de Inquisición, con cargos
de delitos análogos relacionados principalmente contra la fe católica: por hacer hechizos, uso de
supersticiones, mezcla de asuntos sagrados y profanos e invocaciones del demonio en procura del
futuro que 'le pertenece al creador', según los inquisidores; a Lorenza particularmente se le acusa
además, por haber llevado vida deshonesta y atentado contra la integridad de su marido. Las
incriminaciones a Sierva María, aunque similares a las de su doble, aparecen poetizadas en el
discurso de la novela; sin embargo, García Márquez interfiere para agregar las suyas, o exagerar
las existentes contra los colonos, llevando el discurso de la novela a sus límites. Podríamos
condensar esos 'límites' en dos rasgos sobresalientes: primero, la relación de Sierva María,
culturalmente negra africana, con un sacerdote blanco; y segundo, su enfermedad (inventada por
los colonos). El fin de las dos 'historias' asimétricamente marca también la condena del narrador
de la novela, al sistema colonizador. Si bien Lorenza, en la historia original, irónicamente recibe
una leve condena de dos años de destierro voluntario de la ciudad de Cartagena, algunas
penitencias y el pago de cuatro mil ducados de Castilla, (debido al peso de la familia Acereto que
contaba con tres familiares en el Santo Oficio) Sierva María se autocondena al suicidio al perder su
amor y ante su impotencia para sobrevivir el sistema Colonial. Gesto que debe entenderse como
una censura de García Márquez a dicho sistema.

El narrador usurpa el papel del analista en esta novela y deconstruye su 'sujeto' de


análisis a través de complejos procesos de significación. No existe por lo tanto, una
inseparabilidad absoluta entre los términos 'sujeto' y 'discurso'; el sujeto humano es el tema de la
semiótica relacionada con el psicoanálisis; la significación ocurre sólo a través del discurso. 9 El
'sujeto' será aquí una mujer, Sierva María de Todos los Ángeles, definida por su subconsciente y la
determinación cultural (consciente); mujer 'expuesta' como producto de discursos históricos
coloniales, entre ellos, la etnografía y el psicoanálisis.

Sinteticemos las características del sujeto Sierva María de Todos los Ángeles o María
Mandinga, y veamos cómo se 'construye' su realidad, es decir, sus actividades significativas,
culturalmente específicas y generalmente inconscientes. Su nacimiento, su apariencia física,
infancia, localización y lenguaje; sus gustos e inclinaciones; la percepción de los otros hacia ella, y
su condición de "enferma" sitúan a este personaje en la frontera, en bordes indefinidos entre los
dos mundos: el negro americano y el blanco europeo; el mundo sano y el mundo de la locura.

La descripción de la familia y el lenguaje de Sierva María serán vitales para la formación


de su subjetividad y su campo cultural. Nace en una posición límite, de estrangulamiento,
sietemesina y sin amor: de padre español, con características de algún retraso mental, y
rechazada por su madre mestiza.10 El nombre, la infancia y el entorno geográfico y cultural de este
personaje también son fronterizos: alterna su nombre en español sin apellido con el inventado
nombre africano de María Mandinga; este personaje es también doble culturalmente por su
entorno español (hija del marqués de Casalduero, y de la plebeya, Bernarda Cabrera) y africano
(amamantada, criada y hecha bautizar bajo la tutela de la negra yuruba-católica, Dominga de
Adviento, símbolo de "enlace entre los dos mundos". Sin embargo, Sierva María reconoce a
Dominga como su madre y elige dormir con los esclavos; baila y domina varias lenguas africanas,
se viste con ropa y collares africanos y festeja familiarmente con ellos, con pólvora y música, sus
doce años. Sierva María escoge y construye su identidad africana como María Mandinga: hablar la
lengua yoruba, se niega a aprender español peninsular, a leer y escribir, y a recibir lecciones de
aritmética.

Así como su origen y crianza se tiñen de dos colores, su espacio físico fluctúa entre
desplazamientos de los dos mundos: el de los amos (la casa de sus padres biológicos y blancos) y
el de los esclavos (el patio y zonas intermedias) donde habitan el resto de los negros y Dominga,
su 'madre de leche', (no la biológica, cuestionando así la familia como legado cultural).

Tres 'faltas' en Sierva María activarán la condena al exorcismo y al proceso de la


Inquisición: una social, una moral y una de parentesco. Su 'falta' social, la ausencia de apellido
español, su aparente bastardía, niega la presencia del padre y marca su falta de poder frente al
colono. A cambio, ella autónomamente, sustituye su identidad blanca por la africana bajo el
nombre de María Mandinga, a su elección y en desafío a las leyes coloniales de parentesco. La
segunda 'falta' es moral: al ser cuestionada también en su integridad moral futura, localizándola
en la frontera entre la santidad y la prostitución, según los augurios de Dominga Sarmiento (al
declarar que sería santa) y los de su padre Ignacio de Alfaro Dueñas, segundo marqués de
Casalduero y señor del Darién (al afirmar que sería puta) (59-60). La tercera 'falta' es física: María
Mandinga tampoco es 'normal', padece de alguna enfermedad, ante los ojos de los blancos: la
rabia, la posesión demoníaca y la locura, se confunden en una sola, en una época en que
medicina-religión y superstición estaban indiferenciadas, como bien nos lo recuerda Michel
Foucault. 11 Dicha dolencia físicamente marcada por la leve señal en su tobillo izquierdo, de
mordedura causada por un perro supuestamente rabioso, enfatiza una funesta 'diferencia' que la
conducirá a la muerte; psíquicamente, su comportamiento abierta y malsanamente africano
siendo hija de un noble blanco y una mestiza, amenaza el orden cultural dominante y por lo tanto,
se debe controlar por los medios legales de la Inquisición.

Y es así que María Mandinga, bajo sospechas de posesión demoníaca dictaminada por el
Obispo por "las convulsiones obscenas y sus ladridos en jergas idólatras" (76) es internada en el
Convento de Santa Clara, adonde simbólicamente la conducen vestida de Juana la Loca en un
Domingo de Ramos, hasta "desaparecer en el pabellón de las enterradas vivas" (84). La llevan a la
última celda, al lado del pabellón que sirvió de cárcel a la Inquisición, "a los noventa y tres días de
ser mordida por el perro y sin ningún síntoma de la rabia" (87), mientras es llamada "engendro de
Satanás" por las monjas, pero animada por las esclavas negras que cuidan el presidio. Desde este
momento, la rabia (enfermedad virulenta transmitida por animales) y la posesión de los demonios
(enfermedad inventada o 'interpretada' por la Iglesia) se confunden en una sola en este personaje
que debe ser sometido al exorcismo, (ceremonia usada por la Iglesia Católica para expulsar los
demonios de las personas que han caído bajo su poder), según la ley eclesiástica que sigue las
normas europeas de la Inquisición.

En un ambiente intimidado por El Santo Oficio, el discurso de la novela debate el


significado del 'encuentro de dos mundos': el negro africano en América (producto del comercio de
esclavos) y el blanco español (que domina las instituciones gubernamentales y jurídicas); subraya
la tenue frontera divisoria entre la práctica (negra) de la magia negra y los rituales (blancos) del
exorcismo, favoreciendo a la primera, ya que en ella se sacrifican animales, mientras que los
exorcistas y el "Santo Oficio se complace (n) descuartizando inocentes en el potro o asándolos
vivos en espectáculos públicos" (98). Contrapone la eficacia de la medicina de los negros a la -
europea; cuestiona valores y actitudes culturales españolas tales como la persecución y prejuicios
contra los judíos y la relevancia de la honra; anota que la Inquisición había condenado a mil
trescientos médicos, o de profesiones relacionadas, a distintas penas o a la hoguera, en cincuenta
años.

Es Abrenuncio, intencionalmente un médico judío, celosamente vigilado por El Santo


Oficio, quien expone y desenmascara con toda su autoridad científica, los ejemplos lamentables en
que se había confundido la rabia, la posesión diabólica, al igual que ciertas formas de locura y
otros trastornos del espíritu (155). Desmiente privadamente, a su vez, los poderes sobrenaturales
de la niña (levitación o adivinación del futuro y santidad), impotente y penosamente convencido
que nadie se pronunciaría en contra de la credulidad popular. En el plano de autoridad espiritual a
su vez, el sacerdote y poeta Cayetano Alcino del Espíritu Santo Delaura y Escudero, no encuentra
la posesión demoníaco sino que identifica y explica el motivo (al que García Márquez quiere llevar
a los lectores) de las reacciones de Sierva: "Creo que lo que nos parece demoníaco son las
costumbres de los negros, que la niña ha aprendido por el abandono de los padres" (124). Es
entonces la cultura negra la que está en juicio por los europeos y debe exorcizarse, y Sierva María
sirve de chivo expiatorio. Sin embargo, el texto reivindica la cultura negra y acusa a la europea,
destruyendo los valores del colono, al afirmar el mismo Delaura refiriéndose a la abadesa Josefa
Miranda: "Si alguien está poseído por los demonios es Josefa Miranda", dijo. "Demonios de rencor,
de intolerancia, de imbecilidad. Es detestable!" (128). 12

García Márquez trata de articular en esta novela doblemente la historia de los individuos
sobre el inconsciente de la cultura y la historicidad de las culturas sobre el inconsciente de los
individuos, que abren, sin duda, los problemas más generales que se pueden plantear con relación
al nombre.

Y por último, hablaré del amor, que como otro demonio desde el punto de vista europeo,
será también motivo de trasgresión en esta novela. El amor, en parte inconsciente y en parte
construcción cultural, entre la niña y el cura, le permite al narrador explorar dogmas y principios
teológicos de la fe católica (tales como la idea de pecado, la institución del matrimonio, la
ausencia de alma en los indios, y la animalidad de los negros, origen de serios prejuicios raciales
que predominan en el siglo XX), en forma muy polémica y dialógica.

Al surgir la pasión amorosa entre Delaura y Sierva María, el sacerdote, a quien el obispo
le describe el amor como un sentimiento, contra natura', transfiere con el tiempo y el contacto, el
lenguaje de amor de los Evangelios al neoplatónico de Garcilaso de la Vega en las múltiples
instancias en que se dirige a Sierva María rindiéndose culto: "Por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero" (119). 13 Le confesó que "no tenía un instante sin pensar en
ella, que cuanto comía y bebía tenía el sabor de ella, que la vida era ella a toda hora y en todas
partes, como sólo Dios tenía el derecho y el poder de serio, y que el gozo supremo de su corazón
sería morirse con ella" (169). El amor, tema que dominó la literatura española del siglo XVI, es
recreado en esta novela transplantando de Europa dos tópicos literarios bellamente expresados: el
del amor cortés y el del locus amoenus. 14 Dicha pasión amorosa entre monseñor Cayetano
Delaura a los treinta y seis años de edad y Sierva María a los doce, nace en el presidio como una
relación curador-enferma, a través de un lenguaje que se apropia y corrompe a la vez el tópico
medievalista y renacentista del amor cortés, cuya expresión es la lucha del amante por una dama
inalcanzable. El discurso de la novela se impregna de voces de trovadores, en las cuales
escuchamos en su mayor parte el canto del amante Delaura (transgredido por la interrupción
femenina de Sierva María) de la poesía amatoria de Garcilaso de la Vega (1501?-1536), que
recitan, viven y tergiversan los amantes infractores, ambientada en una cárcel y en el soñado
jardín literario de autocreación constante (eterna primavera).

Como amante cortesano, Delaura concibe el amor como un deseo que crece y que nunca
es satisfecho, como fuerza ennoblecedora y en el que se rinde culto a la amada, mientras Sierva
María, acostumbrada a presenciar el amor libre de los negros, se sorprende ante el tortuoso
sufrimiento de su amado. En la novela, los dos yacen juntos uno al lado del otro sin hacer el amor,
pero sin saciarse de hablar de los males del amor: "se revolcaban en cenagales de deseo pero al
límite de sus fuerzas: exhaustos pero vírgenes. Pues él había decidido mantener su voto hasta
recibir el sacramento, y ella lo compartió" (172). Con el tiempo, la pasión de Delaura se
convertirá, según él, en posesión demoníaca que confiesa al obispo después de desnudarse, Dorar
y autoflagelarse: "Es el demonio, padre "o. El más terrible de todos" (159). El amor erótico para
Delaura sólo puede ser sinónimo del demonio; su confesión sincera ante el obispo fue más bien
una diligencia judicial, luego de la cual Delaura es condenado a servir de enfermero de leprosos en
el hospital del Amor de Dios, donde no puede volver a ver a Sierva María.

El tema del locus amoenus se inscribe tres veces en la novela a través de sucesivos


sueños de Delaura y Sierva María. Mientras Monseñor Cayetano Delaura investiga la posesión
diabólica de Sierva María, se sueña que:

Sierva María estaba sentada frente a la ventana de un campo nevado, arrancando y


comiéndose una por una las uvas de un racimo que tenía en su regazo. Cada uva que arrancaba
retoñaba en seguida en el racimo. En el sueño era evidente que la niña llevaba muchos años
frente a aquella ventana infinita tratando de terminar el racimo, y que no tenía prisa, porque sabía
que en la última uva estaba la muerte (102).

En la cuarta parte de la novela, ante el asombro y temor de Delaura, Sierva le relata


haber soñado el mismo sueño (144). En la escena final de la novela, surge una fatal variación: en
lugar de arrancar Sierva las uvas de una en una lo hace "de dos en dos, sin respirar por las ansias
de ganarle al racimo hasta la última uva" (198), y así, queda muerta de amor. García Márquez ha
transgredido el tópico del locus amoenus; el fértil jardín literario renacentista autogenerador
constante de vida, se convierte en esta novela en un jardín de muerte. Prisionera de la Inquisición
y lejos de su identidad africana, al perder su amor, único puente existente con la cultura colonial,
María Mandinga, escoge morir (una muerte blanca ya que la yoruba continúa viviendo otra
vida)15 Al tomar consciencia de su condición de 'chivo expiatorio' del sistema colonial para castigar
los 'demonios' hispanoamericanos por los medios represivos del exorcismo y de la inquisición,
Sierva María elige dejarse morir como una señal de derrota y de protesta ante el mundo europeo.
Su "ser" se perdió bajo la política del colonialismo. América para la niña mandinga-europea ha
dejado de ser el pretendido y soñado paraíso literario renacentista para convertirse en una tumba
donde lo único que queda es apresurar su muerte: el suicidio.

Y es así como termina esta leyenda de amor que el autor le escuchó contar una vez a su
abuela.
GUÍA DE LECTURA: DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS

Capítulo I:

1- Caracterizar a la familia de la protagonista. ¿Cómo era la relación entre


ellos?
2- ¿Qué le sucede a Sierva María al comienzo de la obra?
3- ¿Qué sentido tiene la descripción de la casa? Relacionarlo con la familia.
4- ¿Quién era y qué función cumplía Dominga de Adviento?
5- ¿Qué ejemplos de dos mundos se presentan?
6- ¿Qué sucede con el problema que afecta a la protagonista? ¿Cómo
reaccionan sus padres al respecto? ¿Qué determinan hacer?
7- Explicar la frase entrecomillada del final del capítulo.

Capítulo II:

1- ¿Quién es Dulce Olivia?


2- ¿Por qué puede decirse que don Ignacio era un hombre sometido?
3- Señalar fragmentos que reflejen época y lugar.
4- ¿Cómo surge la relación entre los padres de Sierva María?
5- ¿Por qué Sierva María tuvo una infancia de expósita?
6- Ejemplificar con el texto casos de dos mundos distintos. Relacionarlos con
el oxímoron y con el cruce de culturas.
7- ¿Cómo era la vida de la madre? Ejemplificar.
8- ¿Qué cambios se produjeron en el padre? ¿Qué sacrificio hizo por su hija?
9- ¿De qué se acusa a Sierva María? ¿Qué deciden hacer al respecto?
10- ¿Quién es Cayetano Delaura?

Capítulo III:

1- ¿Cómo era el lugar donde internaron a Sierva María?


2- ¿Cómo era ese lugar en comparación a donde se había criado?
3- ¿En qué momento y por qué María Mandinga recuperó su mundo?
4- ¿Quién es Josefa Miranda?
5- ¿Qué actitudes de Sierva María se asocian a su supuesta posesión?
6- ¿Cómo era su relación con las monjas?
7- ¿A quién le encargan el exorcismo? ¿Qué dice este personaje al respecto?
8- ¿Cómo es el primer contacto entre Sierva María y Delaura? ¿Cómo va
modificándose esa relación?
9- Ejemplificar casos de dos mundos presentes en el capítulo.
10- ¿Qué hechos pueden considerarse sobrenaturales?

Capítulo IV:

1- ¿Qué dice Delaura del eclipse en relación con Sierva María?


2- ¿Cuál es la explicación que da Cayetano sobre la posesión de la
protagonista?
3- Reconocer el fragmento en que Delaura siente una fuerte pasión por Sierva
María.
4- ¿De qué manera empieza a afianzarse la relación entre ellos?
5- ¿Por qué Cayetano sostiene que Josefa Miranda estaba poseída por los
demonios del rencor, la intolerancia y la imbecilidad? Relacionarlo con el
apunte del análisis del texto.
6- Reconocer fragmentos en que se reflejen época y lugar.
7- Comentar brevemente el episodio con el Virrey y la Virreina.
8- Mientras Sierva María estaba internada ¿Qué pasaba con sus padres?
¿Qué sentimientos invadían al Marqués?
9- Reconocer un fragmento que refleje la fuerza de la naturaleza.
10- ¿En qué casos puede decirse que el amor funciona como un demonio?
11- Reconocer el momento en que Sierva maría reacciona como una poseída.

Capítulo V:

1- ¿Qué confesión hace Delaura al Obispo y cómo reacciona este?


2- ¿En qué sentido Martina reemplaza a Cayetano?
3- ¿Cuál fue el engaño que Abrenuncio le hizo a Cayetano?
4- ¿De qué manera seguían viéndose Dealura y Sierva María?
5- Reconocer fragmentos que reflejen el amor entre ambos.
6- Explicar la siguiente frase: “Lucifer es un bicho”.
7- ¿Qué pruebas de amor hace el uno por el otro?
8- ¿Qué ocurre con el encargado de exorcizar a Sierva María? ¿Cómo se
relaciona con la acusación que pesaba sobre ella?
9- ¿Cómo se descubre la trampa de Delaura para ingresar a la celda?
10- Reconocer los fragmentos que reflejen la degradación total de Bernarda.
11- ¿Cuál es el fin de la relación entre Delaura y Sierva María?
12- Relacionar el título de la obra con el hecho de que hayan encontrado a
Sierva María en la cama de la celda “muerta de amor”.

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