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Reflexiones a partir del libro “Balaceras, Narcotráfico y Política” de Carlos del Frade

La lectura del libro del diputado y periodista Carlos del Frade“Balaceras, Nacotráfico y Política”
me llevó a pensar en la sucesión de palabras que se nos hicieron cotidianas: Sicarios,
asesinatos a balazos, soldaditos, búnker, droga, narcomenudeo, narcotráfico. Palabras que se
nos fueron pegando con las noticias cotidianas que nos azoran por su crueldad y que cobran
más horror, cuando advertimos que las acompañan nombre de chicos/as, muy jóvenes, y que
hasta podemos identificar como alumnos/as de nuestras escuelas.

También me hizo pensar en la cantidad de veces que se escucha decir que la salida es más
plomo y paredón y bajar la edad de inimputabilidad. Como denuncia Del Frade, no es que falte
punición en la actualidad, porque las cárceles cada vez están más llenas de pobres y jóvenes.
Lo que sí falta, es justicia y valor para apuntar a los poderosos y desmantelar el entramado de
complicidades políticas, jurídicas y policiales que desgrana con nombre apellido.

Ante esta realidad que nos abruma, nos duele, y muchas veces nos llena de impotencia, nos
tenemos que enfrentar con los ojos bien abiertos y el coraje suficiente para poder hacerle
frente, con la convicción de que podemos cambiar la realidad. Que no es una lucha perdida,
sensación que es quizás el logro más buscado del poder para dejarnos dormidos, sometidos.

La posibilidad de mejorar nuestra vida tiene que venir de la mano de la política. El camino es la
lucha colectiva con distintos sectores de la sociedad, organizaciones sindicales, políticas,
sociales, estudiantiles, de DDHH, universidades, como llama a hacer AMSAFE. Porque como
señala el periodista “La lucha contra el narcotráfico es la lucha contra la ferocidad del
capitalismo”, y el capitalismo no se enfrenta encerrando cada vez más chicos/as, sino
destruyendo lo que con frondosos datos nos muestra, que es la complicidad que desde
distintos niveles del estado, municipal, provincial y nacional hacen posible el crecimiento
sostenido del nacotráfico, la depredación de la naturaleza y el lavado de dinero.

Cuando hablamos de inseguridad, no solamente deberíamos remitirnos a la producida por la


delincuencia. También tenemos que referirnos a la inseguridad ciudadana, que es un concepto
más amplio. Aunque hoy resulte difícil plantearlo, dado el profundo impacto que nos genera la
violencia diaria que vivimos, es necesario que no nos limitemos a los datos policiales, y veamos
la profunda inseguridad que genera en cualquier persona no saber cómo va a poder cubrir las
necesidades mínimas cada día, si se podrá proyectar un futuro mejor, o solamente deberá
conformarse con seguir subsistiendo con aquello que el capital desecha, si los/as niños/as van
a poder tener el tiempo de preparación, de educación o serán soltados cada vez más chicos/as
a la pelea de ganarse el pan gastando caminos con cualquier chuchería para vender, y
expuestos a todo tipo de explotación.

Pienso también que las escuelas públicas, que últimamente han sido objeto de violencia, son
los lugares que tenemos que defender y sostener, porque es allí, donde hoy podemos
construir lazos y tener la oportunidad de transmitir lo mejor de nuestra cultura, que es el afán
de progreso sin que quede nadie afuera.

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