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| FRANCISCO BARRIGA PUENTE LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANOS Un enfoque areotipolégico UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO MEXICO, 1998 I. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS Al observar una lengua se evidencian dos clases de relaciones. Por una parte, cuando se la considera objeto integro, se advierte que desde el sonido hasta el discurso hay una organizacién en diferentes niveles. Y por la otra, al examinarla en funcién de otras lenguas, se puede comprobar la existencia de nexos con algunas de ellas. Esto significa que es posible abordar la des- cripcién de las lenguas desde cualquiera de estos dos puntos de vista. El primero, refiriendo sus relaciones internas, analiz4ndolas en diferentes planos. Y el segundo, dando cuenta de sus relaciones externas, sintetiz4n- dolas en conjuntos de lenguas vinculadas, como elementos constitutivos de agrupaciones. Sobra apuntar que ambos enfoques no son excluyentes entre sf, sino més bien complementarios.! La disciplina asociada a la primera vision, la concepcién analitica del objeto, es la gramatica. Fista se constituye con una serie de reglas mediante las cuales se especifica la sistematicidad de un estado de lengua, la organizacién de sus diferentes categorias. Su cardcter puede ir de lo des- criptivo a lo explicativo, dependiendo de los postulados teéricos en que se sustente su doctrina. Por su parte, la concepcién sintética del objeto se concreta en diferentes modelos de clasificaci6n. Dichos agrupamientos de lenguas son, fundamen- talmente, de naturaleza geogréfica, si el criterio clasificatorio es espacial; genética, si es temporal y distribuye a las lenguas en familias originadas a partir de un ancestro comin; tipolégica, si el criterio es formal, fundamenta- do en la concordancia estructural, independientemente de los aspectos espa- cio-temporales; y areotipolégica, si se combina el criterio geogrdfico con el tipolégico y los rasgos compartidos se explican por el fenémeno de di- fusiOn. Asf, pues, las lenguas pueden ser ordenadas por regiones geografi- | Las ideas basicas de lo anterior se encuentran contenidas en Hjelmslev 1976. 14 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANOS. cas, en familias, en tipos o en dreas lingiiisticas, siendo estos ordenamientos esencialmente diferentes, como se verd a continuacién. Los agrupamientos geogrficos se rigen tnicamente por el marco de refe- rencia espacial. Esto significa que el espectro de la clasificacién esté en fun- ci6n del territorio abarcado.-La delimitacién geogrfica se efecttia bajo crite- tios fisicos 0 politicos. De tal forma, es posible referirse tanto a las lenguas de E] Chaco —regién natural de tierras bajas y Ilanas que se extiende sobre el vértice fronterizo de Argentina, Bolivia y Paraguay—, como a las lenguas del Estado de Oaxaca, en México. Por supuesto, estas clasificaciones basadas en la sola reparticién geografica de las lenguas, carecen de impor- tancia lingiiistica, pues el hecho de que una lengua se hable en tal o cual parte es meramente circunstancial, hist6rico. Asi, para dar un ejemplo, no se puede argumentar ninguna razon lingiiistica para justificar la presencia del kickapoo —lengua de filiacién algonquina— en El Nacimiento, Coahuila; pero sf existe para ello una explicacién hist6rica que se remonta hasta 1775, cuando emigrados desde la regién de los Grandes Lagos y empujados cada vez més hacia el sur por la voracidad territorial de los hombres blancos, los kickapoos decidieron pedirle permiso a Carlos III para habitar en las cer- canfas de lo que es hoy San Antonio, Texas. El monarca espafiol, magndnimo, se los concedi6, pero a cambio de que ayudaran a mantener a raya a los comanches, cuyas bandas asolaban perpe- tuamente a toda la comarca. Posteriormente, cuando la estrella solitaria se integr6 a los Estados Unidos, una parte de la tribu determin6 trasladarse a territorio mexicang. Y fue asf como, entre 1859 y 1862, llegaron primero al Municipio de Monclova y poco después a su residencia actual. Las clasificaciones genéticas, por su parte, se basan en el principio de que todas las lenguas al ser sometidas a la accién del tiempo y al uso de los hablantes —con todo lo que esto implica— experimentan una serie de cam- bios que les provocan, primero, su divisién en dialectos, y, posteriormente, su diversificacién en otras lenguas. En este sentido, se afirma que dos 0 més Jenguas guardan una relacién de parentesco entre si, cuando son con- tinuaci6n y diversificacién de un mismo antepasado. Por supuesto, entre més remoto se localiza su origen comtn, mayores son sus diferencias. En 2 Tocante a la historia de los kickapoos, pueden consultarse Gibson 1975 y Cémara 1961. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 15 consecuencia, s6lo se puede probar que dos o mis lenguas estén emparen- tadas, pero no lo contrario, pues siempre existe la posibilidad de que su relaci6n sea tan distante que ya por ningtin lado quede huella de ella. Segiin la tradicién que pervive desde el siglo XIX, las Unicas pruebas fe- hacientes para demostrar ante el tribunal de 1a ciencia cualquier parentesco entre lenguas, han sido las leyes de correspondencias fonéticas regulares. Sin embargo, en ajios recientes, Joseph Greenberg le ha restado importancia aeste argumento y en su lugar ha propuesto una nueva metodologfa basada en la comparacién multilateral de todo tipo de fuentes, encaminada a la ob- tencién de etimologfas compartidas y rasgos gramaticales comunes. De esta manera, el autor en cuestién ha logrado reducir el impresionante inventario de lenguas americanas, a s6lo tres familias.3 Empero, el mismo Greenberg ha circunscrito las posibilidades de su método a la mera formulacién de hipétesis, mismas que deberdn ser probadas y avaladas por el procedimiento convencional. En realidad, Greenberg no es el pionero de la comparacién multilateral con fines genéticos. Su antecedente més relevante, como reconoce el propio autor, se encuentra en el trabajo de Dixon y Kroeber, a principios de siglo, con las lenguas de California. En éste, tras estériles intentos de comparar a las lenguas de dos en dos —tal y como dictan los cénones— se procedié a la confrontacién simult4nea de toda la muestra. Y fue de esta manera como los cientfficos en cuestién pudieron identificar a las familias hokana y penu- tiana, cuyo alcance, a final de cuentas, no s6lo rebasé los limites estatales, sino los del mismo pais. Por cierto que en esa ocasién los numerales desempefiaron un papel rele- vante, incluso al grado de que sirvieron como referencia para bautizar a las familias en cuestién, pues fue a partir de los nombres del ntimero ‘dos’ de donde provinieron ambas designaciones. En efecto, ‘dos’ en algunas lenguas hokanas se dice:’ hogi (atsugewi), xoku (chimariko), haq (achomawi), haikia (tonkawa). Y por su parte, el mismo numeral en algunas penutianas es:6 pene (maidu), ponoi (yokuts), uti-n (costanoan), oti-ko (miwok). Como se puede observar, en el primer caso se utilizé la forma 3 Greenberg 1987. 4 idem. 5 . 6 Silverstein 1975. 16 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANos, etimolégica ‘hok’ para etiquetar a la familia, mientras que en el segundo se recurrié a las rafces ‘pen’ y ‘uti’ para componer el membrete. Aqui cabe mencionar que, afios ms tarde y a propésito del grupo ™Mosan, Angulo y Swadesh también se auxiliaron de los numerales, tanto para iden- tificar a la familia como para ponerle un nombre.7 : Al respecto, es obligado hacer notar que para los indoeuropeistas, los nombres de los nimeros también se han significado por su estabilidad dia- cr6nica y que, incluso, han sido invocados como argumento para justificar la inclusi6n de alguna lengua en la familia o para establecer sus grandes di- visiones.® La raz6n de esto es que muchos numerales, atin después de mas de veinticinco siglos documentados, siguen siendo reconocibles en las lenguas modernas. Este hecho, aunado a los casos hokano, penutiano y mosan, pueden hacerle suponer a cualquier incauto que las palabras para mentar ntimeros tienen una longevidad excepcional, mucho mayor que la del testo del vocabulario. Pero hay que andarse con cuidado ante esa clase de impresiones, porque los numerales no gozan de ningtin fuero que los exima de someterse a las leyes histéricas, a los Procesos diacrénicos de transfor- maci6n fonética. Y por si fuera poco, las lenguas tampoco les son comple- tamente fieles, pues en muchas ocasiones toman Prestados numeros ajenos © crean otros completamente nuevos. De tal forma, resulta que el caso parti- cular del indoeuropeo es una excepci6n, mas que una norma, lo cual pudo ser consecuencia de un establecimiento temprano del intercambio comercial Por parte de los pueblos indoeuropeos primitivos.? Una variedad de clasificacién genética, es la que surge de la aplicacién de la glotocronologia. Este método de fechado fue creado por Swadesh a me- diados del presente siglo, con la intencién de medir el intervalo que separa a dos estados de una misma lengua o calcular los siglos de divergencia entre dos lenguas emparentadas.° Se fundamenta en la existencia de un vocabula Presentaba una tasa de retencién por milenio que variaba entre el 76 y el 85 7 Swadesh 1954, 8 Leroy 1969. ° Swadesh 1954. 10 Lees 1953 y Penchoen 1977. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS. 17 por ciento. El hallazgo de un cambio de ritmo tan regular, junto con Ja he- rramienta de la estadistica, le permitié establecer una tasa media de cambio del léxico bésico por unidad de tiempo. En otras palabras, le permiti6 obtener aproximaciones del tiempo transcurrido entre dos estados de una misma lengua, o del tiempo de separacién de dos lenguas divergentes. Independientemente del pulcro planteamiento teérico, en la practica, la glotocronologfa presenta serios problemas metodolégicos, tan serios que, incluso, han llegado a poner en tela de juicio su validez.!! 3 Uno de ellos ha sido el establecimiento del vocabulario basico, ya que a final de cuentas cualquier palabra, por el mero hecho de pertenecer a una lengua natural, contiene una nocién cultural. No obstante lo anterior, Swadesh propuso, como punto de partida, una lista de 215 palabras que, a su parecer, contenfan nociones comunes y universales, ofrecfan resistencia al préstamo y eran suceptibles de ser traducidas en la mayoria de las lenguas. Incidentalmente, dentro de esa primera lista se inclufan los ndmeros del ‘uno’ al ‘diez’, ademas del ‘veinte’ y el ‘cien’. Luego, con el objeto de facilitar los cdlculos, la lista fue ajustada a 200 palabras. En dicho recorte, por supuesto, los primeros en ser eliminados fueron. los nimeros mayores, a saber: ‘seis’, ‘siete’, ‘ocho’, ‘nueve’, ‘diez’, ‘veinte’ y ‘cien’. Finalmente, en un nuevo intento de perfeccionamiento, la lista fue reducida una vez més. En esta ocasién sélo sobrevivieron 100 palabras, dentro de las cuales estaban los ntimeros ‘uno’ y ‘dos’. Otros problemas pricticos de la glotocronologia se han relacionado con el Menado de las listas y con la comparacién de las mismas. Entre ellos, se deben citar la falta de datos, la sinonimia y la heterogeneidad de criterios aplicados para la determinacién de los cognados. Los ordenamientos tipolégicos se fundamentan en las analogfas estructu- rales que presentan las diferentes lenguas. Su naturaleza depende de los ras- gos que se elijan para ello. Y, por supuesto, dichos rasgos pueden ser se- leccionados a partir de cualquier aspecto de la estructura lingiifstica —fonologia, morfologia, sintaxis, léxico, seméntica, categorfas gramatica- les, etcétera—, dependiendo de los intereses del tip6logo y con la tnica condicién de que resulten pertinentes. Tal y como apunté Jakobson: 11 A mi parecer, la critica més demoledora es la contenida en Cosseriu 1985. 12 Un estudio completo de las listas de Swadesh es el de Smith-Stark 1985. 18 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANos Una tipologia lingiifstica basada en rasgos arbitrariamente seleccionados no puede dar resultados satisfactorios, como no los darfa una clasifica. cién del reino animal que en lugar de la divisién entre vertebrados e in. vertebrados, mamfferos, aves, etc., usara, por ejemplo, el criterio del color de la piel, y segdn éste agrupara la raza blanca humana con los cerdos de piel rosada,!3 Sin duda, la cita del moscovita les podra parecer barroca a los més re- calcitrantes fans de Malcom X, mas no por eso hay que ol churrigueresco de Max Miiller que, durante el tercer cuarto del siglo XIX, se atrevié a clasificar a las lenguas del mundo en dos grandes grupos: lenguas de poblaciones con pelo lanudo (en melena o ensortijado) y lenguas de poblaciones con pelo liso (lacio o rizado).!4 El grado de complejidad de una tipologia depende, en gran medida, de la manera en que se estructura internamente el rasgo seleccionado y/o se rela- ciona externamente con otros rasgos diferentes. Sin embargo, la solucién final corre por cuenta del lingiiista clasificador y se subordina al numero de criterios independientes que aplique conjuntamente. Cada criterio incluido, cada rasgo, se traduce en una dimensién de la tipologia y puesto que el ntimero de criterios empleados puede ser variable, entonces es posible con- formar tanto tipologias unidimensionales, como multidimensionales. De tal forma, una tipologia unidimensional es aquella construida sobre las vari ciones de un solo rasgo, incluso Tegando al extremo de considerar tnica- mente su presencia o ausencia; mientras que una multidimensional es la que se articula simulténeamente sobre dos o més criterios. Por supuesto, la trascendencia estructural de cualquier tipologia est4 en funcion del némero de pardmetros independientes que se correlacionen, o dicho con otras pala- bras, de las implicaciones mutuas de los rasgos contemplados. Por lo tanto, la utilidad de las clasificaciones unidimensionales para la lingiifstica, S¢ limita ala observancia del grado de variabilidad del rasgo seleccionado en snc ss desl deacon det ee =a Probar de esta manera su pertinencia estruct 13 Jakobson 1981, p. 39. 14 Hagége 1987. | FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 19 En cuanto a las caracterfsticas conceptuales de formacién de una tipologfa, de acuerdo con Greenberg, 's ésta puede ser de tres clases: intuiti- va, empfrica y analitica. Es intuitiva cuando su autor no examina sisteméati- camente un conjunto de lenguas para, a partir de dicho andlisis, fijar hipéte- sis, sino que lo hace basado tnicamente en sus experiencias lingiifsticas previas. Por su parte, es empfrica cuando se trabaja con datos provenientes de varias lenguas y la clasificacién se deriva de los propios datos. Finalmen- te, es analftica cuando, primeramente, se establece un esquema tipolégico basado en el agotamiento de las posibilidades légicas de formacién que pre- senta el rasgo, para después aplicar dicho esquema a las lenguas naturales. A esta triple division es posible afiadirle una cuarta clase conceptual, propuesta por Uspensky,!® que consiste en seleccionar una lengua cualquiera para que sirva como punto de comparacién a las demés lenguas. Dicha unidad de correlacién es llamada lengua étalon y la clasificacién, propiamente, se basa en las modificaciones efectuadas a partir de tal estén- dar convencional. Una caracteristica muy importante de los ordenamientos tipolégicos, es su capacidad para poner al descubierto aquellos rasgos que son compartidos por todas las lenguas. Porque, paradéjicamente, por debajo de la enorme diversidad lingiifstica en el planeta, subyace una sola esencia, asociada a la unidad de Ia especie humana. Esto significa que todas las lenguas son, en Ultima instancia, variedades formales de una misma estructura fundamental, diferentes expresiones del mismo tema. De tal manera, los universales lingiifsticos constituyen el punto de partida para postular leyes generales del lenguaje humano. Por lo tanto, representan para la lingiifstica una gran posibilidad de transformacién, la oportunidad de dejar de ser una metodologia descriptiva para acceder a una cientificidad cabal. Mas no se vaya a pensar que entre los lingiiistas existe consenso con res- Pecto al camino que debe seguirse para identificar dichos universales. Efec- tivamente, ademés de aquellos que suponen que la biisqueda debe efectuarse en tantas lenguas como sea posible, hay quienes piensan que la investiga- cién puede Ilevarse a cabo en una sola de ellas. Los simpatizantes de esta filtima idea postulan el innatismo de una gramitica universal, o sea, afirman e Greenberg 1974. Uspensky 1968. ISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERI 20 Los Ss ICANOs que todos los nifios nacen equipados con un conjurto be Prineipioa abstrac- tos que les permiten internalizar una serie de complicadas reglas de transfor. macién y restricciones, para dominar los niveles concretos de la lengua ala que son expuestos durante los primeros afios de su vida. La cabeza mis visible de la primera corriente es Joseph Greenberg quien, atrincherado en Stanford, consiguié que el Language Universals Project, entre 1967 y 1976, publicara la serie Working Papers in Language Univer- sals, y que en 1978 se editaran los cuatro voltimenes de Universals of Hu- man Language, lo cual, sin duda, constituy6 un avance substancial en la pesquisa de rasgos compartidos por las lenguas de la especie humana. Por su parte, Noam Chomsky, lider indiscutible de la segunda corriente, desde su cuartel del M.LT., ha clamado y reclamado la inutilidad de escudrifiar tanta estructura superficial y mejor ha decidido sumergirse en los abismos estructurales mds profundos del inglés, con la esperanza de alcanzar su es- tado inicial: el dispositivo de adquisicién universal e innato, capaz de cons- truir cualquier gramética, a partir de unos cuantos y degradados insumos empiricos. En realidad, la diferencia fundamental entre ambas escuelas no est dada por el tamafio de sus respectivas muestras, sino por el grado de abstraccién- concrecién del andlisis. Asi, mientras que Greenberg y sus seguidores se conforman trabajando con universales sustantivos (categorias), Chomsky y los suyos plantean, ademis, la imperiosa necesidad de identificar universa- les formales (reglas y restricciones).!7 Y otro tanto se puede decir con res- pecto a la ponderacién de los Cuasiuniversales 0 tendencias estadisticamente eae ues mientras el equipo de Stanford subraya estas tendencias plumén de los universales absolutos, su contraparte de Mas- sachusetts los mira con extremo recelo, Las discrepancias sefialadas no son c: i . formacién y préctica profesional de eae eens ei ae el estique de las ciencias antropolégicas, poseedor de un conocimiento em pirico de gran cantidad de lenguas y dotado con una enorme intuicién lingistica. El otro, formado bajo la rigurosa t Pecans fi : _ formacionalst, bien armado con la herramienta dey ae eel excedente neuronal bien sinaptado. El primero, acostumbrado a leet Una 17 Sobre esta distincién ver Chomsky 1965. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 21 gramética por semana, como si fueran novelas policiacas. El segundo, im- buido en las paginas racionalistas de Descartes y de los graméticos de Port Royal. Con estos antecedentes, el ejercicio lingiifstico de ambos cientificos no pudo ser de otra manera: Greenberg, por fuerza, tuvo que construir su aparato teérico a partir del conocimiento empirico de Jas lenguas; mientras que Chomsky, por su parte, debié probar su sofisticado ingenio generativo- transformacional con la lengua que tenfa mds a la mano, esto es, el inglés. Todo lo anterior significa que, si en el primer caso el huevo antecedi6 a la gallina, en el segundo los acontecimientos sucedieron a la inversa y la galli- na precedi6 al huevo. Dicho lo cual, podemos inferir que mientras que el trabajo de J.G. nos dice mucho de los artificios estructurales a los que re- curren, concretamente, las lenguas naturales, el de N.Ch. nos ilustra bien acerca de los artificios conceptuales a los que recurren, en abstracto, los lingiiistas. Sin embargo, ante estas posiciones no hay que aventurar juicios mani- queistas, pues ambas escuelas —tanto desde el punto de vista tedrico, como del metodolégico— resultan conciliables. Y tan es as{ que, de hecho, desde fines de los 60's y a través de los 70's sucedié que, una vez superado el radicalismo inicial de las escuelas, los trabajos de las dos facciones empe- zaron a converger. Esto significé que, por un lado, los seguidores de Greenberg sintieron la necesidad de contar con un sistema conceptual cohe- Tente que diese cuenta cabal de sus hallazgos empfricos més significativos; y que, por el otro, los generativistas reconocieran la importancia de extender sus trabajos a otras lenguas, sobre todo al percatarse de que ciertos univer- sales —por ejemplo, los implicativos— no pueden ser inferidos a partir de una muestra unimembre. Fue precisamente durante esa €poca, que el propio Greenberg externé su interés por los sistemas de numeracién. Por principio de cuentas, reconocié que su misma existencia es un rasgo universal de las lenguas naturales.!8 Y a continuaci6n, en un artfculo titulado “Generalizations about numeral systems” examiné las caracteristicas de los ntimeros cardinales en las cons- trucciones atributivas, poniendo especial énfasis en los alcances de los dife- Tentes sistemas, las operaciones aritméticas de que éstos se valen, el ordena- Miento de sus elementos en las expresiones compuestas, las caracterfsticas 18 Una opini6n contraria es vertida en Crump 1990. 2 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANog de las bases, los principios de organizacion general de bsepintiie y lasin. taxis de las expresiones numéricas. De dicho examen, ¢ autor extrajo 54 generalizaciones, de las cuales 48 corresponden a los t6picos arriba mencio. nados, 5 mas tienen que ver con series numerales contextuales y la restante con la cuestién de la difusi6n. ee Paralelamente, dentro de las filas de la G.G.T. se gestaron publicaciones sobre e] mismo tema. Caben mencionar, al menos, Grammars for number names, editado por Corstius Brandt y The linguistic study of numerals de James R. Hurford. Al respecto, resulta particularmente interesante el trabajo de William R. Merriefield, “Number names in four languages of Mexico”, incluido en el primer titulo. Este analiza los sistemas de numeraci6n del tarahumara, ch’ol, otom/ y mixteco, para reducirlos a gramaticas tripartitas, consistentes de lexicén, sintaxis y reglas morfofonémicas. El resultado es un tanto-cuanto ecléctico, pues conjuga la ventaja de la notacién tagmémica, con la capacidad productiva de las reglas generativas-transformacionales. Y una conclusién fundamental de dicha exposicién es que, mientras que las gramiticas de todas las lenguas, sin excepcién, deben ser capaces de pro- ducir un ntimero infinito de expresiones, las de los sistemas de numeracién hablados s6lo producen un numero finito. Hasta aqui se han tocado, esencialmente, tres criterios de clasificaci6n: el geografico, el genético y el tipoldgico. Sin embargo, desde fines del siglo pasado, mediante su trabajo en la costa noroccidental americana, Franz Boas se percaté de que lenguas contiguas, no relacionadas genéticamente, tendfan a compartir rasgos en diferentes niveles de la estructura. El cientifico esta- dounidense explicé este hecho mediante el fendmeno de la difusién y sus discipulos Alfred Kroeber y Roland Dixon elevaron dicho razonamiento al rango de exégesis, cuando, a principios de siglo, clasificaron las lenguas de California y estudiaron sus sistemas de numeracién. Fue as{ como se exten- dié el acta de nacimiento de un cuarto criterio clasificatorio: el areotipolé- gico, esto es, una ensalada de geografia y tipologfa, aderezada con difusién, tendiente a definir areas lingilfsticas independientes de toda consideracin genética. ; No obstante lo anterior, las similitudes estructurales fueron medidas con distinto rasero por Sapir —otro de sus avezados alumnos— quien mejor retoméd el argumento de la herencia y encamin6 sus esfuerzos a descubrir y explicitar relaciones genéticas profundas. De esta manera surgié la famos@ FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 23 controversia Boas-Sapir, misma que, desgraciadamente, con el tiempo ha sido reducida a la simplicidad, pues si bien es cierto que la ponderacién del origen comin y la difusién variaba en ambos cientificos, ésta no legaba al ridfculo extremo de que cada cual quisiera explicar todas las similitudes con uno u otro expediente exclusivamente. En realidad, el meollo de la diferen- cia era que, por una parte, Boas estaba convencido de que a cierta distancia temporal era imposible distinguir los préstamos de los reflejos; mientras que, por la otra, Sapir crefa poder disecar aquellos rasgos provenientes de la difusién y aquellos heredados. A final de cuentas, el fiel de la balanza se incliné a favor de Sapir y el grueso de las investigaciones se orient6 al esta- blecimiento de nuevas familias. Dixon y Kroeber, incluso, desertaron de las filas del difusionismo y su primera clasificacién areal de las lenguas de Cali- fornia, se transformé en una clasificacién genética. El] boom del origen comtin, en Estados Unidos, culmin6é en 1929 con la reduccién de la legen- daria clasificacién de Powell, de 58 familias de lenguas indigenas nortea- mericanas a solo 6 supergrupos, por parte del propio Sapir. Posteriormente, con el acceso de Bloomfield al primer plano de la escena lingiifstica, el inte- rés por los aspectos histéricos, tipolégicos y difusionistas, se diluyé en fa- vor de otras técnicas analiticas y de los nuevos estilos descriptivos de las gramiaticas.!9 Parecfa que el estudio de la difusién ya estaba liquidado, cuando allende el Atlantico retofié la idea. Efectivamente, dentro de las “Tesis de 1929” del Circulo de Praga, quedé claramente asentado que: Al trazar el mapa de los hechos lingiifsticos 0 etnogrdficos, es preciso tener en cuenta que la expansién de los hechos considerados no abarca el parentesco genético de orden lingiiistico 0 étnico, y que a menudo ‘ocupa un territorio més extenso.20 Esta premisa fue preconizada por los dos miembros més ilustres del Cir- culo: Trubetzkoy y Jakobson. Ambos afirmaron, insistentemente, que cier- tos hechos lingiifsticos concurren en lenguas de diferentes familias, pero geogréficamente adyacentes. Y para distinguir a las agrupaciones emanadas. 19 Una excepcién del perfodo bloomfieldiano que viene al caso mencionar, es el trabajo de Virginia Dosch Hymes “Athapascan numeral systems”, realizado en los fos 50's, pero muy a la Dixon-Kroeber de principios de siglo. 0 Trnka et al. 1980, p. 57. 24 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANos de dicha comunién, acufiaron el término Sprachbund, nocién, ésta, de clara fundamentacién areotipolégica. Consecuentemente, Jakobson convocé al estudio de la distribucién geografica de rasgos y propuso comenzar con un atlas fonémico del orbe. Con la persistencia propia del convencido, repitié el lamado durante 30 afios, en diferentes foros. Seguramente, la tltima arenga fue durante su conferencia “Importancia de los universales del lenguaje para la lingiifstica” que dicté en Dobbs Ferry, N.Y., en abril de 1961. En esa ocasién dijo: Necesitamos trazar con la mayor urgencia y de modo sistematico los mapas a escala universal de la distribucién de propiedades lingiifsticas estructurales: los rasgos distintivos inherentes y prosédicos, y sus tipos de concurrencia y concatenacién, los conceptos gramaticales y los princi- pios de su expresién. La tarea mas facil y que debe emprenderse en primer lugar serfa prepa:ar un atlas fonémico del mundo.2! A continuaci6n afiadié que la seccién lingiifstica del Center for Communi- cation Sciences del M.LT., ala que él pertenecfa en esas fechas, estaba de- seosa de iniciar los trabajos preparativos para dicho atlas, empero el Proyecto nunca se materializ6, seguramente porque el apoyo institucional se orienté en favor del nuevo estilo explicativo de la gramatica que, por aquel entonces, sé estaba refinando en el seno del susodicho tecnolégico. De esta manera y por segunda ocasién, el interés por la lingiifstica areal se vio rele- gado por el surgimiento de flamantes concepciones te6ricas, Pero la revolucién chomskiana tampoco pudo archivar el expediente y, una vez més, la estafeta de la difusion regres6 a las manos de un grupo de lingiiistas estadounidenses quienes, con renovados brios, se dedicaron a su estudio. Para muestra bastan algunos ejemplos: Aoki, en 1963, comparé la reduplicacién del Nez Perce con la de sus vecinos; Troike, en 1964, estudi6 los préstamos nahuas al coahuilteco; Jacobsen, en 1966, defini6 al washo con criterio areotipolégico; Pinnow, en 1969, examiné el intercambio léxico entre el tsimshian y las lenguas que lo rodean; Rigsby, también en 1969, estableci6é la-distribucién areal de términos de flora y fauna en la costa noroccidental. Luego, en 1976, fue publicado un trabajo de mayor enver- gadura: An areal-typological study of American Indian Languages north of 21 Jakobson 1981, p. 62. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 25 Mexico, de Joel Sherzer. En éste, el autor establecié un marco de 62 rasgos fonolégicos y 33 morfoldgicos, y verificé la existencia o ausencia de los 95 rasgos en las lenguas de las 11 areas culturales en que fue dividido, con an- terioridad, el territorio al norte del Rio Bravo. De forma que, al mapear los resultados, Sherzer pudo distinguir los rasgos que cubren la totalidad del 4rea, de los que tienen una distribucién centralizada, de los regionales, y de aquellos que caracterizan a algunas lenguas en particular. Posteriormente, entre 1982 y 1986, Campbell, Kaufman y Smith-Stark aportaron evidencias para definir una gran drea lingtifstica en Mesoamérica. Finalmente, en 1987, Thomas C. Smith-Stark esboz6 un proyecto para la realizacién de un atlas tipolégico de las lenguas indoamericanas y lo present6 en el marco de las Jornadas Lingiifsticas que se efectuaron en la E.N.A.H. ese mismo afio. De los antecedentes histéricos hay que inferir dos cuestiones importantes. Por una parte, el hecho de que la difusi6n s{ puede desempefiar un papel re- Ievante en la vida de las lenguas. Y por la otra, que el mejor conocimiento de dicho fenémeno debe ayudar al pleno entendimiento de lo que es un area lingiifstica, a precisar su definicién y a aquilatar su importancia. Por principio, se debe aceptar que durante el devenir de las lenguas se dan dos procesos simulténeos de cambio. El primero, divergente en relacin a las lenguas madres. Y el segundo, convergente con respecto a las lenguas vecinas. Evolucién y difusién, respectivamente, son los mecanismos con que se explican tales cambios. Para dar cuenta de la dindmica evolutiva se ha invocado, de una manera u otra, a la formula del minimo esfuerzo para un méximo rendimiento. Y en cuanto a la etiologia de la difusi6n, se ha recurri- do al argumento de los préstamos introducidos en las lenguas, de otras con- tiguas, por hablantes bilingiies. Los elementos prestados pueden ser léxi- cos, en una primera instancia, pero atin en ese caso conllevan informacién fonética, fonémica, morfol6gica y/o sintdctica de las lenguas donadoras. De manera que, al tiempo, el impacto de la difusién se puede apreciar no sélo en los vocabularios de las lenguas receptoras, sino también en sus formas sonoras y en sus estructuras gramaticales. Incluso, se llega a presentar la situacién de lenguas vecinas que comparten un ndmero significativo de ras- gos estructurales, teniendo muy poco léxico en comin. {Por qué unos Tasgos en ocasiones viajan de lengua en lengua, y los mismos rasgos en otra oportunidad no lo hacen? ,Por qué unos rasgos se diseminan sin ton ni son en el espacio, mientras que otros se difunden ordenadamente delimitando 26 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANOS 4reas? {Por qué el proceso no funciona con la misma intensidad sobre los diferentes niveles lingiifsticos, durante diferentes épocas, ni hacia los distintos puntos cardinales? Probablemente sea debido a que existe una dependencia multifactorial en la que jntervienen tanto la naturaleza de los rasgos y las caracterfsticas formales de las lenguas involucradas, como las condiciones lingiifsticas propiciatorias del tréfico de préstamos, mismas que van de lo geografico a lo politico, pasando por lo social, lo econémico y lo cultural. Sin embargo, la realidad es que tales interrogantes todavia no se pueden responder cabalmente y que, por lo tanto, justifican analizar con mds detalle la cuestién. Como arriba se apunté, los préstamos pueden conformar el punto de par- tida para todo el proceso de difusién. El intercambio léxico, sin duda, es un fenémeno que se presenta indiscriminadamente en todas las comunidades lingiifsticas que entran en contacto directo, aunque en ocasiones se produce por intermediacién de terceras. En consecuencia, los préstamos constituyen pruebas fidedignas de relaciones hist6ricas entre dos 0 més lenguas; a dife- tencia de los cognados, que son evidencia de relaciones genéticas. No obs- tante, entre los lingiiistas existe un prejuicio muy marcado hacia los présta- mos, pues se les considera como algo de menor categoria que los cognados. Con toda seguridad, las raices de este menosprecio se remontan hasta el siglo XIX, cuando el esplendor de la filologia opacé a todos aquellos hechos lingiifsticos que no olieran a origen comtin. En consecuencia ha habido muy poco interés por estudiarlos y no se ha aprovechado su potencial para ras- trear contactos hist6ricos entre los pueblos. Los préstamos léxicos, en materia de numerales, pueden limitarse a un solo término basico, comprender a varios de ellos, o abarcar series comple- tas. Al respecto, cabe sefialar que los ntimeros més elevados son los que més frecuentemente se toman en préstamo. O dicho al revés, los primeros ndmeros casi nunca pasan de una lengua a otra. Este hecho da lugar a la generalizacién 54 de Greenberg la cual sefiala que si cualquier término formativo es tomado en préstamo, entonces todos los términos formativos mayores también lo son. Por supuesto, los términos prestados pueden pat- ticipar de la productividad del sistema de la lengua receptora por lo que también suelen aparecer en némeros derivados. Esto se puede ejemplificar 22 Greenberg 1978. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 27 con el colorado de Ecuador (barbacoano) y el quichua del oriente de Ecuador (quechuano): Colorado? Quichua 2 1 Manga shuj 2 Palucd ishqui 3. Pemanga quimsa 4 Jumbalucé chuscu 5 Mantecé pichea 6 — Soctacé sucta 7 Canshi canchis 8 Poza pusaj 9 Ishku iscun 10 Chunga chunga Segiin se observa, el colorado tomé prestados del quichua los términos del 6 al 10. Es interesante sefialar que, incluso, al 6 le afiadié el sufijo -cd (gd después de n) que caracteriza a sus cinco términos propios. El origen quechuano de los préstamos queda fuera de toda duda, ya que se presentan casi sin variacién en todos los miembros de la familia, desde el inga septen- trional, hasta el més meridional quechua de Santiago del Estero. Y como también se sefial6, dichos préstamos quichuas se combinan con los términos colorados para formar numerales mayores, tal y como se muestra a conti- muacién: 21 Palucé chunga mangé 2(10)+1 Un proceso idéntico ha venido ocurriendo, desde el momento del primer contacto hasta la fecha, entre las lenguas europeas y las americanas. Por esta raz6n, es relativamente frecuente encontrar préstamos rusos, ingleses, espa- fioles, franceses y portugueses, en los sistemas aborigenes de numeracién. Sobra mencionar que la procedencia de dichos préstamos est determinada por la nacionalidad de los wasi'chus, kaxlanes, iraras y demas hombres 23 Costales 1956. 24 Orr y Wrisley 1965. 28 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANog blancos que han interactuado con los indfgenas del continente durante més de quinientos afios, independientemente de sus intereses coloniales, comerciales, evangelistas o cientfficos. Algunos ejemplos dela introduccién, de voces provenientes de lenguas europeas en los sistemas de numeracién indoamericanos, son los siguientes: Eskimo 1000 __tesitsag, del ruso ‘tisiat” Nisenan?® 1000 __tawsen, del inglés ‘thousand’ Mixteco”” 1100 ki ii sidndi. del espafiol ‘ciento* Caribes 49 bién wen nefuu, del francés ‘neuf? Tupi2? 21 vinte mocoi cembyra, del portugués ‘vinte’ Mas los préstamos no son siempre la mera integracion, en unas Tenguas, de unidades léxicas Provenientes de otras lenguas, pues —cuando los con- tactos son mds intensos— Puede suceder que las lenguas receptoras mejor opten por traducir literalmente de las lenguas donadoras, Los efectos de dicha traduccién, en las lenguas Teceptoras, se evidencian en la formacién de compuestos seménticamente isomérficos con Tespecto a los modelos que 25 Thalbitzer 1911, 26 Uldall y Shipley 1966, 27 Daly y Holland 1977, 28 Fleming 1966. 29 Greenberg 1978. °° Comunicacién personal de Femando Nava, FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 29 Un ejemplo de calco, sefialado por Doris Bartholomew,3! es el del nimero 1000 en algunas lenguas mexicanas. Los orfgenes de este caso se temontan al siglo XVI, cuando los espafioles introdujeron al pafs su sistema de numeracién decimal. En este sistema, como es bien sabido, la tercera potencia de la base se expresa con la palabra ‘mil’. Dicho término, en sus andanzas por la Nueva Espajia se encontré con la voz néhuatl ‘mil-li’, que significa sembradio (milpa). La coincidencia formal de los dos vocablos —aunada a la influencia del sistema decimal espafiol sobre los vigesimales indigenas— provocé que, al menos en tres ocasiones, el término néhuatl fuera calcado por otras tantas lenguas indigenas para expresar el ntimero ‘mil’, tal y como abajo se indica: Popoluca de Oluta 1000 tuk kama ‘uno milpa’ Cora 1000 seibfira'a ‘uno milpa’ Otomt oriental 1000 nda mahuahi ‘uno milpa’ Otro ejemplo de calco semAntico, diferente al anterior por el hecho de que aqu{ no interviene el espafiol, es el que se presenta a continuacién y que co- rresponde a las lenguas néhuatl (yutonahua) y huasteco (mayense), que se hablan en el limite de los Estados de Veracruz, Hidalgo y San Luis Potosi, cerca de la costa del Golfo de México, al oriente del pafs: Nahuatl de la Huasteca32_ 400. se tsontli ‘uno cabello’ Huasteco33 1000 hum xi ‘uno cabello’ Como se puede observar, una vez més, el nahuatl proporciona el modelo, aunque en esta ocasi6n se trata del ntimero 400, se tsontli, que literalmente se traduce como ‘uno cabello’. La importancia de dicho nimero en los sis- temas vigesimales, es que representa la segunda potencia de la base 20. Pero como anteriormente se sefial6, ante el embate del espafiol, el 400 tuvo que ceder su lugar al 1000. Esto explica porqué, en el huasteco, el calco hum xi, ‘uno cabello’, est4 relacionado con el nimero 1000 y no con el 400. 3! Bartholomew 1980. 32 Celestino 1981. 33 Thomas 1897-98. 30 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANOs Y eso no es todo, pues cuando los contactos entre las lenguas se prolon- gan en el tiempo y Hlegan a un grado maximo de intensidad, el proceso de difusién puede empezar a incidir en los rasgos estructurales del sistema. De esta forma, las lenguas receptoras ya no s6lo acusan recibo de impacto sobre sus vocabularios, sino también suelen hacerlo en los niveles fonolgico, morfoldgico y/o sintactico. Empero, la cuestiOn no es tan sen- cilla, pues se problematiza con el hecho de que algunas lenguas parecen més proclives a contagiarse de algunos rasgos de sus vecinas, mientras que otras ‘oponen mayor resistencia. Ademés, la ponderacién de las repercusiones es- tructurales ha sido motivo de divergencias entre los lingiiistas de las diferen- tes escuelas, habiendo desde quienes aceptan el surgimiento de lenguas mixtas, hasta quienes le confieren una minima importancia a la cuestién. Desde un Rivet hiperdifusionista, hasta un Sapir implacable cuando se traté de valorar los efectos estructurales del proceso: Es bien sabido que los mitos, las ideas religiosas, los tipos de organi- zaci6n social, los métodos industriales y otros aspectos de la cultura via- jan de un lugar a otro y adquieren gradualmente carta de naturaleza en culturas que antes lo desconocfan. Se sabe asimismo que las palabras pueden difundirse en igual medida que los elementos culturales, que también los sonidos pueden pasar de idioma a idioma, y que otro tanto suele ocurrir con los elementos morfolégicos. Podemos dar un paso més, y reconocer que ciertas lenguas han adoptado con toda probabilidad, rasgos estructurales extraiios, debido al contagio sugestivo de lenguas vecinas. Sin embargo, basta examinar de cerca los casos en que se ha dado este fendmeno para comprender un hecho de gran importancia, 4 saber, que casi siempre se trata de adiciones superficiales que no llegan al nticleo morfolégico de la lengua. Mientras los testimonios histéricos directos con que contamos no nos ofrezcan ejemplos realmente convin- centes de una profunda influencia morfolégica debida a la diseminaci6n de rasgos estructurales, haremos bien en no confiar demasiado en las teorfas de la difusién.34 A pesar de que en aquella ocasién Sapir se lanz6 a fondo, la verdad €s que no pudo finiquitar la cuestién por completo. En consecuencia, al corer de los afios han resurgido las voces mesuradas de quienes se han ubicado 34 Sapir 1980, pp. 233-34. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 31 entre los dos extremos, de aquellos que sin alinearse en las filas del hiperdi- fusionismo, no han dejado de sefialar objetivamente los hechos, ni de insistir en la relevancia de su estudio. Con respecto a los sistemas de numeracion, hay que hacer notar que la di- fusién puede provocarles dos tipos de cambios estructurales importantes. En primer lugar, la alteracién de los mecanismos de produccién de los niimeros compuestos. Y en segundo, la modificacién de los diferentes tipos de bases de los sistemas. La primera perturbacién se puede ilustrar con tres lenguas de la costa oc- cidental estadounidense: el pomo (pomoano), el wintun (huintuano) y el maidu (maiduano). El territorio que ocupan dichas lenguas est ubicado en Ja zona norte del Estado de California, aproximadamente entre los paralelos 380 y 419, desde la costa del Pacifico hasta las inmediaciones de la Sierra Nevada. Dentro de dicha demarcacién, justo por encima de Sacramento y a todo lo ancho del estado, existe una banda continua de dialectos de las tres Jenguas que usan sistemas prospectivos en la formacién de algunos de sus numerales. Tales sistemas —como se verd més detalladamente en el capitulo 3— funcionan tomando como punto de relacién para la construccién de néimeros compuestos, la base o miiltiplos de la base siguiente en la cuenta; a diferencia de los retrospectivos, que se remiten a la base o miiltiplos de la base anteriores. Esto se entiende mejor si se analizan los siguientes ejem- plos, tomados de cada uno de los seis dialectos que conforman dicha banda: Pomo (central) 70 namilka-wi-duoko-hai_ 10-+4(20) Pomo (nortefio) 70 na-kowali-ta-te 10-+4(20) Pomo (oriental) 70 hadagal-ai dola-xai_ ~—- 10-»4(20) Wintun (surefio) 70 Lematin-emukai 10-+4(20) Maidu (noroccidental) 70 matsok-ni tsdye-ma 10+ 4(20) Maidu (noroccidental) 17 peni-maiduk-wokd 220 Maidu (sureiio)?5 17 penem maiduk 220 Al disecar las distintas expresiones del ntimero 70, se descubre que en todos los casos estan presentes las races de los ntimeros 10, 4 y 20. Este hecho obliga a dos posibles interpretaciones, a saber: se le restan 10 al pro- ducto de 4 por 20; o bien, se cuentan 10 hacia el producto de 4 por 20 (por 35 La fuente de los seis dialectos es: Dixon y Kroeber 1907. 32 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANos r 20). En realidad, para el presente propésito no supuesto, después de 3 po eae cual de las dos interpretaciones sea la correcta, pues en ambos casos la composicién de 70 toma como punto de relacin al producto de 4 por 20, o sea, al siguiente maltiplo de la base. Sin embargo, lo seguro es que se trate del segundo caso, ‘diez hacia cuatro veintes’, pues, por una parte, el pomo ya ha sido analizado en estos términos anteriormente; y por la otra, porque tanto el maidu noroccidental como el surefio proceden de este modo para formar, incluso, sus expresiones numerales menores de 20, como es el eco de los 17 que significan ‘dos hacia veinte’ (después del 15, que tam- bién funciona como base), pero de ninguna manera, ‘se le restan dos a veinte’. Lo poco comin de este rasgo y el hecho de que en miles de kilémetros a Ja redonda existen unicamente sistemas retrospectivos —incluso en otros dialectos de las mismas lenguas—, son argumentos suficientes para aseve- rar que las caracteristicas prospectivas de los sistemas sefialados, son pro- ducto de un proceso de difusi6n. El segundo tipo de cambio estructural —la modificaci6n de las distintas bases de los sistemas— se ejemplifica con dos lenguas centroamericanas: a jicaque (jicaqueano) y el miskito (misumalpano). De la primera de las Jenguas quedan algunos hablantes en la regi6n central y en el norte de Hon- duras, en lo que son los actuales Departamentos de Francisco Morazdn y Yoro. El jicaque de El Palmar, hoy extinto, se hablé en el Departamento de Atlantida. La segunda se habla desde el vecino Departamento de Col6n, to- davia en Honduras, hasta la costa norte del Departamento de Zelaya, ¢0 Nicaragua. Tanto el jicaque como el miskito, tienen la particularidad de for- mar los niimeros 7, 8, y 9, con la ayuda de 1, 2 y 3, tal y como se observa 2 continuacién: Jicaque (El Palmar)3¢ — Miskito 37 pfani : kumi 2 pmate eae 3 abrucua yumpa 4 urubana aksuk 36 Thomas 1897-98. 37 Heath y Marx 1953. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 33 5 pevebane matsip 6 peve-dro matlalkabi 7 ashafaffani matlalkabi pura kumi 8 ashafamata matlalkabi pura wol 9 ashafaabruca matlalkabi pura yumpa 10 commeavu matawolsip Las formaciones sefialadas implican, de hecho, la existencia de una base de suma 6 en ambos sistemas de numeracién. Dicho rasgo es muy raro. Hasta donde se ha podido comprobar, no se encuentra en ninguna otra de Jas lenguas centroamericanas, mexicanas 0 sudamericanas.3* Entonces, zc6mo explicar su presencia en estas lenguas? Aqui, de entrada, se pueden aventurar dos respuestas tentativas. La primera, simplemente seria que el rasgo constituy6 una innovacién de cualquiera de las lenguas implicadas y que luego se difundié a la otra. La segunda, més arriesgada, supondria bus- car por el norte del continente otros sistemas con rasgos senarios y, de en- contrarlos, ver la posibilidad de relacionar a las lenguas poseedoras de tales sistemas con el jicaque, pues como es bien sabido, la filiacién hokana de esta lengua fue planteada desde los afios 50’s.3? Con este objeto se revisa- ron todas las fuentes disponibles y la pesquisa condujo a un solo lugar: California. Efectivamente, alrededor de la bahia de San Francisco y al orien- te de la misma, existen, cuando menos, tres lenguas penutianas que, en al- gunos de sus dialectos, presentan la misma caracteristica. La primera es el maidu nororiental que tal y como fue registrado por William Shipley, medio siglo después de Dixon, no ofrece ningtin problema de interpretacién: syttim pénem sépym éyjim méwykym Ubon 38 Dick Ibarra Grasso, en el capitulo VIII de Lenguas ind{genas americanas, sefiala la existencia de sistemas senarios en algunas regiones del continente, pero desgraciadamente no ofrece ningiin dato concreto que apoye su afirmacién, 39 Greenberg y Swadesh 1953. 40 La fuente de éste y los siguientes cuatro dialectos es: Beeler 1961. 34 LOS SISTEMAS DE NUMERACION INDOAMERICANOS, sajéokom s4j¢okonasyttim sdj¢okonapénem sdj¢okonasépym mastokom Sowrds Las otras lenguas son el miwok y el costanoan, especfficamente el dialec- to de Saclan, para la primera, asf como los de Santa Clara y Niles, para la segunda.*! Como se puede advertir, estos sistemas no sélo son interesantes por su composicién senaria, sino también porque toman prestados el 1, 2 y 3 del miwok de Bodega, para con ellos formar el 7, 8 y 9: Miwok Miwok Costanoan — Costanoan (Bodega) —_(Saclan) (Sta. Clara) (Niles) 1 kénne luthri emhém himé'n 2 ‘6ssa ohuothro ootin uthn 3 teléeka tolocothro capén kapa'n 4 hiya oisa catodsh kétwa'rj 5 kenékkuh supa mooshéor —_misir 6 pattitak jesmuhi shakén siké'n 7 seeléowih _keneheke kennétch —_kenétis 8 ‘6ssuwah osocasi osatis osdtis 9 Kénnekotok __telekaka tellektish —_tel&ktis 10 kietih usiusius wesh wis As‘ las cosas, cabria la peregrina suposicién de que en un pasado remoto los antepasados de los jicaques, en California, tomaron prestada la estructu- ra senaria de los penutianos para formar 7, 8 y 9. Posteriormente emigraron hacia el sur, hasta llegar a Honduras. Una vez allf establecidos, difundieron, a su vez, esta particular forma de contar entre los miskitos. 41 Cabe sefialar que los sistemas senarios que se presentan en Beeler 1961, por lo que toca al costanoan, se limitan a la rama nortefia. Sin embargo, en Callaghan 1990 también se ofrecen evidencias de cuenta senaria para los dialectos surefios de esta lengua. FUNDAMENTOS PARA LA CLASIFICACION DE LAS LENGUAS 35 Aunque esta conjetura peque de endeble, antes de descartarla hay que considerar estos otros argumentos: Primero, que cada vez est4 mejor esta- blecida la filiaci6n hokana del jicaque.4? Segundo, que California constituye el ombligo de la familia hokana. Tercero, que otros miembros de esta fami- lia también emigraron hacia el sur, como es el caso de los chontales de Oa- xaca y tal vez el de los yurumangui de la costa occidental de Colombia. Cuarto, que en la misma regi6n centroamericana est4n perfectamente identi- ficados otros grupos que emigraron del norte, como son los subtiabas y los pipiles, cuya relacién con los tlapanecas y los nahuas, respectivamente, que- da fuera de toda duda. Empero, si después de calibrar los datos y los argumentos ofrecidos se llega a la conclusi6n de que la hipétesis no est bien fundamentada, y que con tales pruebas tan circunstanciales no se puede fallar en favor de una relacién de contacto hist6rico entre los sistemas senarios de California y los de Centroamérica, ante dicha eventualidad, incluso, ambos casos valen —

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