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La gota que derramó el vaso fue el alza imparable de los combustibles desde fines de febrero,

que según los expertos impactó al ya creciente costo de los alimentos. El precio del galón de
gasolina se disparó alrededor de un 40%, según las estimaciones oficiales y del mercado. «Eso
es alarmante para Panamá, que no está acostumbrado a eso», apuntó a The Associated Press
Rolando Gordón, profesor de Economía en la Universidad de Panamá. Aludió a que
históricamente este país de más de cuatro millones de habitantes y con el dólar estadounidense
como moneda de circulación legal siempre estuvo a salvo de los fenómenos inflacionarios de
otros países de la región.
Ahora también surgen reclamos para que se bajen los precios de los medicamentos, se ponga un
alto al desabastecimiento en las farmacias de la entidad de Seguridad Social y se mejoren los
salarios.
En el fondo, dice el analista político Miguel Antonio Bernal a la AP, las protestas también tienen
que ver con un «hartazgo» social hacia lo que considera despilfarros en la administración de los
dineros públicos y de los recurrentes escándalos de corrupción en últimas décadas.
También menciona la «histórica» desigualdad, pese a un país de servicios que opera el canal
interoceánico y con una capital llena de rascacielos.

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