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José Woldenberg / México, campe6n mundial ~éQuién va a ganar e| Mundial?, me preguntaron,-México, por supuesto. Respondi.. José Woldenberg| (05 junio 2014) ~éQuién va a ganar el Mundial?, me preguntaron -México, por supuesto. Respond, Y ante la cara de incredulidad del interrogador, agregué: y si no, no pasa nada. Sigo sosteniendo mi respuesta. La unica manera de gozar -y sufrir- el Mundial es tomando partido por un equipo. ¥ optar por uno distinto al tricolor resulta no solo impropio sino imposible. Porque irle a Bosnia-Herzegovina 0 Nigeria seria muy retorcido; a Brasil, Espafia, Alemania o Argentina, demasiado oportunista, y a Camertin © Australia, extrafio. El deporte permite y fomenta un patrioterismo epidérmico -que dentro de ciertos limites- no hace dafio a nadie. Cuando afirmo que México sera el campeén no estoy expresando una certeza, menos atin el resultado de un analisis 0 de una sesuda reflexién. Se trata de un deseo, de una ilusién, de un ensuefio. Porque el asunto asf lo demanda. Se trata de un juego y el acercamiento al mismo debe ser Iidico, emocional, ganoso. Como el del nifio que imagina que un dia sera Cristiano Ronaldo o Memo Ochoa, y no hay por qué ser el aguafiestas que llega con la desalentadora noticia de que solo uno entre 2 millones de aspirantes logra destacar en un equipo de primera divisién No se trata, por supuesto, de ser optimista 0, peor atin, falsamente optimista. Sumarse a las filas de esos que ven el futuro de manera favorable, luminosa, me parece lamentable. Y execrables son los que pontifican que hay que “pensar positive" porque nuestras vibras influiran en el seleccionado nacional. Esas paparruchas son dignas de videntes y merolicos. Se trata de dejarse envolver por el ambiente, de ir a los partidos como quien acude a una fiesta esperanzado, como quien se apresta a tomar un avién que lo transportard a unas felices vacaciones. Algo extraiio ha sucedido, y no solo entre nosotros. Ahora resulta que las opiniones sobre el deporte deben ser ponderadas, analiticas, prudentes, racionales. Algo que reiteradamente se encuentra ausente cuando hablamos de los asuntos importantes. Una transformacién radical impulsa a decir tonteria y media sobre politica, economia, relaciones familiares 0 libros; pero a comportarse seriamente ante el futbol. No soporto la gravedad y la flema en la contemplacién del deporte. Lo que lleva invariablemente a convertir un descalabro en el campo en una tragedia. Comentaristas y aficionados que ante una derrota reaccionan como si vieran a un nif atropellado por el ferrocarril, Gritan, lloran, gesticulan, como si una maldicién estuviera frente a sus ojos. No sobreactian, creen que algo grave ha sucedido, que la vida se ha vuelto més siniestra, que los resortes de la Patria se han carcomido y que, por ello, la cipula de la Catedral est4 a punto de desplomarse. Tampoco soy capaz de tragar los andlisis barrocos, de profundos conocedores, que hablan o escriben y pontifican de futbol como si nos develaran las claves del genoma humano o las leyes de la termodinémica o la de la transmigracién de las almas. Hay un nuevo tipo de narrador televisivo y radiofénico, ya no el relajiento del pasado, el que se divertia y nos divertia inventando gracejadas, y era consciente de que narraba las peripecias de un espectaculo, de un festejo, de un juego; ahora hay quien ofrece una conferencia erudita, solemne, una catedra de balompié, Porque hay muchas formas de acercarse al futbol. Los apostadores profesionales 0 amateurs se asoman alos ntimeros en Las Vegas. No les importa quién gane o pierda, ellos quieren ser los vencedores. Se les escapa la dimensién Iidica del asunto por avaros, logreros, ambiciosos. Otros, los enajenados mentales, dirfa Celia Cruz, piensan -es un decir- que en la cancha se juega el honor, la dignidad o vaya usted a saber qué de la Nacién, de la Patria. Cuidese de ellos en los dias por venir porque mucho dafio suelen hacer. Por ello, hay que acercarse al juego con espiritu juguetén. Le va uno a México porque si, porque “aqui nos tocé vivir’, diria Cristina Pacheco, porque uno es mexicano, pero sobre todo, porque es la Unica forma de imprimirle una cierta tensién tragicémica al Mundial. Es una manera de inyectarle pasion a un recreo, de distraerse por el gusto de distraerse, de volver a la nitiez, de fingir que importa -y mucho- la anotacién de un gol £Y si México no gana? No pasa nada. No seré ni la primera nila ditima ocasién. Al cabo la esperanza no tiene memoria y renace una y otra vez como si su cumplimiento fuera posible, De eso trata el Mundial: de encender una ilusién, pero que si sucede... Uf, no nos la vamos a acabar. © Derechos Reservados C.I.C.S.A. 2014

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