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I ALGUNAS OBSERVACIONES DE CARACTER INTRODUC- TORIO. UNA REVOLUCION DE TRASCENDENCIA, HISTORICA EN LA CIVILIZACION GRIEGA_ PLATON EN EL MOMENTO FINAL DEL CHOQUE DE LA NUEVA CIVILIZACION DE LA ESCRITURA (CON LA CULTURA TRADICIONAL DE LA ORALIDAD. Elpredominio de la oralidad en la culeura griega hasta el siglo V ‘yl cambio decsiva de la técnica de la comunicacién en la primera ‘mitad del siglo 1 La cultura griega, en sus distintas expresiones, con la poesfa a la cabeza, se fundamenté, como es sabido, desde la edad homeérica has- tad siglo-va.C., de manera predominante en la oralidad, tanto en Jo concerniente a la presentacién del mensaje al piblico cuanto a su twansmisién y, con ello, a su conservacién. La introduccién de la escritura alfabética y su utilzacién por par- te de los griegos aparece en el siglo Vil a.C. Al comienzo, sin embat- go, la escritura fue utlizada casi en forma exclusiva para objetivos de indole practica, para textos de leyes y decretos, para catalogaciones, para las indicaciones sobre las tumbas y para datos grabados sobre los sepuleros, como también para disposiciones testamentarias. Sélo en un segundo momento la escritura se coneretizé en forma de libro. De una cultura analfabera no se pasé a una cultura alfabetizada sino en forma lenta y muy compleja: en primer lugar, aprendieron aescribir ya leer s6lo pocas personas en razén de su profesién, tenién- dose, asf, lo que bien puede considerarse una forma de alfabetismo de corporacién. Después, comenzaron a aprender a escribir y a leer -29- algunas de las personas mds cultas, credndose asf una situacién de semialfabetismo. Finalmente, a partir del iltimo tercio del siglo V y sobre todo con la primera mitad del siglo 1v a.C., se puede afirmar que la cultura griega se encontraba ya alfabetizada en gran medida. Los primeros textos puestos por escrito fueron los poéticos, comen- zando por los de Homero, tal vez entre el afio 700 y-e1.650.2.C. Pero, al principio, estos textos escritos eran soportes de la oralidad, es deci, instrumentos de los cuales se servian los rapsodas para aprenderlos de memoria y luego recitarlos,estando as bien lejos de tener un pabli- co de lectores. Las opiniones de los estudiosos estan algo divididas, tanto res- pecto de los tiempos cuanto de los modos segiin los cuales la cul- tura de la escritura logré sus victorias decisivas. En efecto, como con razén se ha advertido, el estudioso de hoy dificilmente sabe valorar Ja consistencia y trascendencia de ciertos documentos y testimonios, cen cuanto los juzga con una mentalidad nacida y crecida en la cul- tura de la escritura, estando, entonces, inclinado a atribuir al des- cubrimiento de documentos escritos o de inscrumentos para escri- bir no ya el peso que podian tener solamente en una cultura en la que todavia predominaba la oralidad, sino el peso y la relevancia que pueden tener en una cultura de la escritura ya adquirida y bien con- solidada. Havelock ha precisado, con razén: «La clave del proble- ma no radica en el empleo de caracteres escritos ni en el de objetos para la escritura ~que es lo que suele atraer la atencién de los estu- diosos-, sino en la disponibilidad de lectores; y ésta depende de Ja universalizacién de las letras. El rauma dela leceura—por emplear un término moderno— ha de imponerse en el nivel primario de esco- larizacién, y no en el secundario, Hasta época tan tardia como la pri- mera mitad del siglo v, las pruebas, a nuestro entender, parecen demostrar que los atenienses, si es que aprendian a eer, lo hactan en la adolescencia. Este nuevo conocimiento se superponia a una for- macién previa de tipo oral ~y lo mds probable es que no se apren- dicra mucho més que a escribir el propio nombre (lo primero que apetece escribir), y que la ortografia fuese muy vacilante, En Las ‘nubes, que data de 423 o algo después, hay una escena en que se des- ctibe una escuela de chicos encabezada por el arpista. En el pasaje -30- no hay referencia alguna a las letras, destacdndose la recitacién. Est esctito en vena nostalgica y, puesto en relacién con la afirmacién del Protdgoras, en el sentido de que los nifios aprendian a lee: en la escuc- la, cabe deducir de él que en las escuelas fticas la implantacién gene- ralizada de las letras en el primer nivel se produjo a principios del tiltimo tercio del siglo V. Esta conclusién esté en linea con el hecho de que la alfabetizacién general se consiguiera al final de la guerra, como sefiala Las ranas en 405. De hecho, esta tiltima ieza de con- viocién deberfa servir para recordarnos que la Comedia antigua, cuan- do introduce el empleo de documentos escritos en alguna situa- cidn teatral, lo hace pata darles la consideracién de novedad, ya cémica, ya sospechosa, y hay pasajes en la tragedia en que se cap- tan las mismas insinuacionesy." ‘Anno pocos de estos documentos deberemos retornar més ade- lance, en la medida en que Platén, como veremos, hace referencias precisas a los mismos. Nos apremia particularmente poner de relic- ve en forma preliminar la tesis que ya hemos sefilado y que habre- mos de replicar paso a paso, a saber, que precisamente en la época de latin estaba concluyenda aguella transformaciin cultural gue cambié Ta historia de occidente y que hay que comprender corresiamente si se guiere comprender al mismo Platin. ‘No poces estudiosos tenderin, por lo menos desde un cierto pun- 10 de vista, a datar con anterioridad ral revolucién; pero, como ya he ‘manifestado, ellos valoran ciertos elementos desde una éptica inco- recta y, en particular, no tienen en cuenta el hecho, muy importan- te, de que, por un cierto perfodo de tiempo, las dos culturas se entre- lazaron de varias manera, y de que la mentalidad oral continud sobreviviendo y superponiéndose por largo tiempo con a cultura de aesctitura, Oddone Longo subraya con acierto lo que sigue: «Aun admitiendo, como hacen algunos, un nivel més bien elevado de alfa- 1. EA. Havelock, Preficio « Plan, waduccin de Ramén Buenaventura, Madd: Visor, 1994, 52 (< Prftce to Plato, Cambridge 1963). Los pases de Aristsfanes alos que se hace referencia son Las nubes, 9615s y Las ranas, 11145 el passe del Protigoras citado es 325e s. Para los pastes de ls cémicosy de lor trgicos vése Havelock, op. cit, 65, notas 14 y 15, ~31- betizacién, sobre todo en ciertas dreas urbanas, sigue estando firme que para cada comunicacién escria se requiere, por un lado, de un emisor equipado con la suficiente capacidad de escritura y, por el otro, de un destinatario en condiciones de leer sin excesivas dificul- tades: una coincidencia que en modo alguno se habri verificado en la mayoria de los casos. Convendré admitir, por tanto, junto aun circuito restringido de comunicacién escrita que funcionaba sola- mente en éreas sociales y geogrsficas limitadas, la supervivencia y la reproduccién de las técnicas de transmisi6n propias de la oralidad, con el efecto de una verdadera estratificacién. Y, al mismo tiempo, habré que admitir una produccién de ideologia que, en su cardctet interiormente problemdtico y contradictorio, es sintoma notorio de.un desarrollo social y cultural tocalmente desigual. El ateniense medio, escasamente familiarizado con el uso de la escritura, conti- nuard reconociendo por largo tiempo en Ia memoria oral su propio instrumento de conocimiento y de comunicacién. Esto mismo es lo que aparece, de manera muy eficaz, en un fragmento del Cratilo (122k): “No, por Zeus, no conozco las letras y no sé escribir; ce lo diré en forma oral, porque lo tengo bien en la memoria’. La condi- ccidn que se realiza en un complejo cultural como el griego es, pues, Ta de una convivencia de las dos técnicas, que a veces entran en com- petencia y a veces operan en colaboracién. La transmisin de n cias a través de mensajes escritos puede sustituirse por la transmisién, oral, pero puede también asociarse a ella; no es extrafio que, para mayor seguridad, la transmisién se opere simultineamente a través ‘de ambos canales. La convivencia o colaboracién de las dos tecnolo- sgfas es uno de los resultados posibles de la confrontacién que se esta- blece entre ellas; en este caso, hay una relacién de subsidiariedad de una técnica respecto de la otra (y podemos tener tanto una escritu- 1a subsidiaria de la oralidad, cuanto una oralidad complementaria de la escritura)»? Recordemos que s6lo hacia la mitad del siglo V a.C. se introdu- jo en Atenas el libro cientifico-filoséfico en prosa de Anaxégoras, y 2, 0. Longo, Tcnche dele comsnicacione nell Grecia ance, Napli 1981, 59-60. -3- aque precisamente ese libro abrié la historia del mercado libreto de textos filoséficos: Platén nos da testimonio de que el mismo podia adquitirse en el mercado incluso a un muy médico precio. Fueron sobre todo los sofistas y los oradores los cue difundie- ron la prictica de la publicacién de sus escritos, con Protigoras y sobre todo de manera definitiva con Isécrates. Turner escribe: «Muy pro- bablemente Isécrates siguié el ejemplo de Protgoras y utilizaba la voz de un discipulo, dado que, como repite a menudo, carecia de requisitos esenciales como energfa y el saber impostar la voz. Pero estos /agoi se ponen también en circulacién en varias enpias a partir de una lista de distribucién: diadidomai es la palabra usada por Is6- crates. De su discurso Contra los sofistas, que es citado en la Antido- sis, dice “una vez escrito, lo puse en circulacién’. La formulacién més completa aparece mds de una vez en otro lugar: “distrbuir entre los interesados”, El procedimiento tiene alguna semejanza con el de un estudioso moderno que envia separatas de sus libros; ni siquiera la motivacién es diferente. Isécrates, a propésito de la publicacién original de sus obras, dice: “cuando estas obras fueron excritas y pues- tas en circulacién, conseguf una amplia reputacién y atraje muchos discipulos”. En otra parte se dice que algunas de sus obras eran lei- das en Esparta»," ‘Téngase presente, en todo caso, que la cultura oral, con su res- pectiva técnica fundada sobre todo en la memoria, no fue superada sino lentamente; muchos padres, en efecto, continuaron imponien- 5, ple Soe 26 1. 20 Trebor eA des ioe Vy IVC om: GC lo, Lira ede y bord and nine Aten Gated 15) ec nde on Snes Cor Mal Alan 199540 (8 Guy a Fe eed esta Cex anlar aeons Gude ier, Ror bat 975 ena cen Bes Ue [acc 1909/1990 20, Dela aed [Po oni 7 ine te thi 20 ara a Larch corn og gh pec ree esi asgeippea Georg Non 1 ya Rac Van Hook ll) © Pe od ariel Lb 209, 2299313) Harel London 19281965 eas peor a me pal ee a cere, Dog ec ae Siny no eum Mane smd Heri Mai Cro 1979190 do a sus hijos la obligacién de aprender de memoria los poemas de Homero, como muy bien lo permite comprender el siguiente pasa- je de Jenofonte: ~V ti, Nicerato, ide qué ciencia te sientes orgulloso? Mi padre —respondis-, que se preocupa de hacer de mi un hombre de bien, me ha consttefido a aprender de memoria todos los versos de | Homero; y aun ahora podria yo recitar de memoria La Iada y La Odisea por entero. Pero olvidas dijo Antstenes— que también todos los rapsodas saben cstosversos de memoria. ~2¥ cémo no habria de recordarlo, si voy casi cada dia a escucharlos? 2 conoces una riza més necia que la de los rapsodas? ~Por cierto que no -respondié Nicerato-, no ereo que yo la conoaca. ~Es evidente ~observé Sécrates-: porque no comprenden el signifi- ‘ado de las cosas que recitan. Té, en cambio, has entregado mucho dine- ro Stesimbroto, a Anazimandro y a muchos o:r0s, afin de que no se te cescapara nada de lo valioso de esos poemas Sélo teniendo esto bien presente se podrin comprender didlo- {gos como el Jon, y particularmente muchas partes dela Republica, ast como la vehemente polémica de Platén respecto de Homero y de los modos como se comunicaba su poesia. Se trata, pues, de tomas de posicién que, como veremos, resultan desconcertantes para el hom- bre de hoy. 5. Jenofonte, Ranquete (Symposion) IIL, 5-6. Traduccién segin el vexo griego de Xenefonts Opera Onna recognevit brevigue adnotatione critica itrasit E.C. Marchant, ‘tomo TI, Oxford 21990 (15¢ reimpr). Para una versén en espaol puede vere Jeno- fonte, Recuerdos de Séerater, Econimico, Banquet, Aplogla de Sdrae,ntroduccién,ta- ducciones y notas de Juan Zaragoza, Madrid Gredos, 1993. ~34- La posicin de Platdn en el momento del pasaje definitive de la cultura de la oralidad a la cultura de la eseritwra El punto clave que es preciso adquiir para una relectura correc- ta de Platén se encuentra justamente, como decia,en la comprensién adecuada de las implicancias y consecuencias de la revolucién cultu- ral que estaba en curso, particularmente en su momento final. En aaquel momento, se estaba pasando a modes de pensar de espresarie com pletamente distintos de los del pasado, a una relacidn diferente con los ‘hombres y las cosa. Pero lo que resulta particularmente dificil de comprender, al ‘menos en un primer intento, es la posicién particular asumida por Platén, la que resulta aparentemente contradictoria, Por un lado, él demostré la necesidad de abandonar la cultura oral poético-mimé- tica; por el otro, defendié la oralidad, poniéndola axiolégicamente por encima de la escritura yafirmando incluso la tesis ce que el flé- s0fo debe reservar para la oralidad las cosas que para él son de mayor valor. Ademés, por un lado, eriticé firmemente la escritura, por los motivos que veremos, pero, por el otro, se expresé como un attis- ta de la escritura, y de entre los més grandes ~y no sélo en el émbi- to delacultura gricga-, y el corpus de escritos que ha dejado tuvo una historia de influencias que, desde ciertos puntos de vista, no tic- ne parangén. El problema que emerge de todo esto, por lo tanto, se plantea ‘como verdaderamente notable. No pocos estudiosos lo han entendido mal; y también algunos cstudiosos recientes, entre los més agudos y preparados en la investi- gacién sobre la técnica de la comunicacién, lo han resuelto en forma errénea. Turner, por ejemplo, no dudaba en afirmar que, en la criti- caa la escritura, Platén estaba librando en aquel momento «una bata- lla de retaguardiav:¢ y muchos han compartido este juicio. En este libro procuraré no solamente critica sino también inver- tir este juicio: més alld de ciertas afirmaciones que pueden sonat, sin duda, como defensa de un pasado que ya no podia retornar, Pla- 6, Tames, op. cit, 44 (< 24). ~35— t6n, con una sensibilidad finisima, agudizada precisamente por el momento culminante de la revolucién cultural, ha madurado extra- ordinarios conceptos de avanzada, con intuiciones geniales que lle- vvan en germen algunas verdades que sélo maduraron, como veremos, en el siglo Xx, a través de la hermenéutica. Para pensar de manera dialéctica esta tesis mia considero parti- cularmente itil instaurar un didlogo denso con Havelock, por las razones que precisaré enseguida. Un giro importante, aunque muy parcial, openado por Havelock en los estudios platénicos En 1963, Havelock publicé su libro mds exigente, que ha ejer- cido una gran influencia y que, en su género, ha hecho época, con seguidores fervientes de la tesis que presentaba y con no menos fer- vientes criticos. Yael titulo que dio al libro, Preface to Plato, ha traido consigo dis- cusidn, porque resulta ser inadecuado: en efecto, el libro contiene ‘mucho mds y, al mismno tiempo, mucho menos de lo que promete. Contiene més, por el hecho de que presenta con agudeza y efi- cacia las caracteristicas estructurales de la culeura griega arcaica fun- dada en la oralidad y particularmente en la oralidad poético-mimé- tica, 0 sea, que ilustra aquella forma de cultura contra la cual Platén inicia una verdadera batalla. Pues la férrea condena platénica de la poesia, y particularmente de la de Homero, tal como esté conteni- da en la Reptiblica, no se comprende correctamente sino en la pti- caen la que la presenta Havelock. Contiene menos, en cuanto presenta a Platén mucho més que dimidiatus, en funcién de una serie de presupuestos tedricos que no fundamenta en absoluto, y que resultan verdaderamente inadecua- dos y; sobre todo, histéricamente infundados’” 7. Cabesefialar que la edicién iraliana leva con usta raxén el eeulo Culture orale civil dellasersure da Omero a Plane, Roma-Bati 1973, *1995 (con intoduccién de B. Genii y traduccion de M. Carpitell). 36 E] autor es un experto en la tecnologfa de la comunicacién en el mundo antiguo y utiliza con seguridad y elegancia métodos toma- dos de las ciencias psicoldgicas, antropoldgicas y sociolégicas, esta- bleciendo y desarrollando, asf, toda una serie de problemas que filé- logos ehistoriadores de la cultura clésica han ignorado csi por entero en el pasado y que contintian ignorando atin. Latesis de Havelock es la siguiente: no se puede comprendet a Platén si no se lo coloca de manera precisa en el particular momen- to histérico-cultural en que vivi6, 0 sea, en aquel momento en que Ia cultura de la escritura lograba el predominio sobre la cultura de la ‘oralidad poético-mimética. Mas atin: segiin Havelock, Platén fue jneluso un «profeta» de la nueva cultura: segiin él, su método dia- Ikctico y la problematica conexa de las ideas resultan depender pro- piamente casi in foto dela cultura de la escricura. El ataque y el vacia- miento que Plat6n lleva a cabo respecto de la estructura y de los fundamentos de la cultura de la oralidad poético-mimeética, y la con- secuente introduccién de las nuevas estructuras y de los nuevos fun- damentos del pensar, habrfan sido imposibles sobre una plataforma diferente que la que se habfa logrado con la culeura de ia escrivura Cito algunos pasajes que ilustran bien esta tess y ayudan a com- prender las posiciones que asumié, ya en sentido positivo, ya en ne- gativo. Justamente en el prélogo del libro se afirma claramente: «Los resultados de la alfabetizacién no se manifestaron plenamente en Gre- cia hasta el advenimiento del periodo helenistico, cuando ~por ast decirlo adquirié fluider el pensamiento conceptual y st vocabulario alcanaé cierto grado de normalizacién. Platén, que vivié en pleno centro de esta revolucidn, fue su heraldo y se trocé en su profeta».* {Cul fue, entonces, la causa del despertar de los griegos de aque- Ila forma de trance hipnético conectada con la oralidad poético-mimé- tica, y cudl la causa del nacimiento de la auto-consciencia y del nue- vo modo de pensar? Havelock escribe: «La respuesta fundamental debemos buscarla en las cambios experimentados por la temologia de la 8, Havelock, Preficio, 11. =37- comunicacin. Los signosexrites, viniendo en ayuda de la memoria, per- ‘isian que el lector se desentendiera en buena medida de toda la carga emocional inherente al proceso de identificacién —tinico capas de garan- sizarel recuerdo dentro de los limites del registro acistico~. Con ello que- daba disponible ciertacantidad de energia ps{quica, que ahora podia consagrarsea la revision y reorganizacién de lo escrito; lo cual no se percibia ya sélo como algo escuchado y sentido, sino como algo sus- ceptible de convertirse en objeto. Se hizo posible, por asi decirlo, vol- ver a mirat, echar un segundo vistazo. Y esta separacién del yo y la palabra recordada puede a su vez explicar el creciente uso, en el si- glo V, de un mecanismo que suele considerarse caractristco de Sécra- tes, pero que puede haber sido de uso general como defensa contra la identificacién poética y como contribucién a que todo el mundo rompiera con ella. Me refiero al método dialéetico [...}»2 La teoria de las ideas se torna, consecuentemente, en una «nece- sidad histéricay"* mediante la cual, el srepresentar imégenes» propio de la cultura de la oralidad poético-mimética era sustituido por un ‘pensar coneeptos» que no podia fundarse sino en la nueva forma de cultura creada por la alfabetizacién. Fue, pues, la cvolucién general de lacvilizacién griega, conectada con el pasaje de la oralidad a la escri- ‘ura, la que sbizo inevitable el advenimiento del platonismov." En suma: se pasaba del lenguaje de la oralidad poctico-miméti- «a, fundado por la memorizacidn de los expedientes y las fSrmulas y basado en las imagenes, en los eventos y las situaciones, en las cua- les el acontecimiento real predomina estructuralmente sobre el con- cepto, al nuevo lenguaje que sustitufa la sintaxis de las imagenes por la de los conceptos. ¥, segtin Havelock, semejante histérico pasa- je habrfa sido hecho posible solamente por la tecnologia de la alfa- betizacién.” 9. Op. ct, 196, Cursiva nuesra, 10. Op. ct, 246, 1, Op, ct, 261. Carsiva nuestra, 12, Véase op. cit, 180, 269. -38- Los grandes mérits del libro de Hlavelock _y sus limites etructurales El mérito principal del libro de Havelock consiste propiamente en haber puesto en perfecta evidencia el problema fundado en la nece- sidad de leer Platén en el dmbito de aguella revolucién cultural de tras- cendencia histérica, aun si las soluciones que propone pata este pro- blema han sido ampliamente redimensionadas y corregidas. Como ya he dicho otras veces ~y como asimnismo otros estudio sos han puesto bien de relieve-, el hombre contemporineo puede darse cuenta, probablemente més de lo que ha sido posible en el pasa- do, de qué es lo que podia estar aconteciendo en aquellos tiempos, en analogéa con lo que estd sucediendo hoy en dia. En aquel entonces, la escritura triunfaba sobre la oralidad; hoy, en cambio, es justamente la misma escritura la que est siendo derro- tada por una forma diferente de cultura, fundada particularmente en Ja imagen, en la tecnologfa de la computacién y en un nuevo tipo de oralidad, muy distinto del antiguo, y que bien puede deaominarse la coralidad de masas», «oralidad de los mass-median Bruno Gentili escribe con raz6n: «También nosotros vivimos cen una época de criss culeural provocada por el advenimiento de nue- vos instrumentos y nuevas técnicas de la comunicacién; y precisa- mente en virtud de esta nueva situacién se ha impueste la exigencia de profundizar tedricamente sus aspectos formales y sus ineviables consecuencias en el plano antropolégico y social. La reacién ambi- gua de Platén con la escritura parece revivir hoy, de manera casi idén- tica, a propdsito de la computacién y de los medios electr6nicos: les tenemos aversién pero, al mismo tiempo, los utilizamos como ins- trumentos titiles, més atin, indispensables, tanto para la composicién cuanto para la conservacién y difusién del saber, al punto de que quien no esté en condiciones de utilizar un procesador dectrénico se arciesga a transformarse a su vez en un analfabero tecnolégico». Gen- tili concluye citando una poesia del Diario pésrumo de Eugenio Mon- tale intitulada En el aio Dos Mil (Nel Duemila), que expresa perfec- tamente el sentido de amenaza provocado por las innovaciones tecnolégicas para la libertad del hombre: =39- Estdbamos indecisos entre Ja exultacin y el temor ante a noticia de que el ordenador iba a reemplazar la pluma del poeta. En mi caso, no sabiéndolo usar, recurtiré a fichas que recojan los recuerdos, para después juntarlas al azar Y¥ ahora qué me importa sila inspiraci6n se apaga: ‘conmigo esté acabando una era.” El libro de Havelock, que centra de lleno la cuestién de fondo para entender a Platén, tiene su principal defecco en el mérodo que utiliza, de carécter fuertemente wreduccionistay: hace depender el naci: miento y la evolucién de las formas de pensamiento de las tecnologias de la publicacién, de la comunicacién y de la conservacién. Las tecno- Jogfas los instrumentos materiales condicionarfan estructuralmen- tey de manera global el espfritu humano. Se trata de un reduccio- nismo que bien podsfamos llamar «cientificista-tecnolégico. El problema que se plantea es el siguiente: cha sido realmente ast que sla creciente alfabetizacidn abrié camino a la experimentacién en el terreno de lo abstractor,'*0 el proceso se dio, en cambio, como resultado del nacimiento de necesidades espirituales en el sentido abs- tractivo y dialéctico, las que requirieron la aplicacién y la difusién de la escritura?"* O, de todas maneras, :no ha habido acaso un dina- mismo de cardcter sinergético entre la alfabetizacién y los experi- mentos de abstraccién? Veremos que los hechos demuestran justamente esto, ignoran- doa Havelock. 13, B. Gena “Prefisione” al volumen de G. Ceri, Plone seiolog della com ‘manicecione, Milano 1991; nueva edicin ctualizaday ampliaa, Lecce 1996, 8.9. Ta ersén en espafiol de la poesia de Monale fue vomada de: E. Monte, Diario pds ua: 65 poema yore, od ilinge con taduecin de Marta Angels Cab, Barcelo- ‘na: Ediciones de la Rosa Cubica, 1999, 61 14, Havelock, op. cic, 180. 15. Véase G. Cer,“ pasaggio dal cultura ore alla cultura di communica sone srt nel di Parone", en: QuaderniUrbinas 8 (1969), 131 -0- La ortica plasbnica de la excritura, que Havelock descuida totalmente Havelock no solamente sostiene la tesis de que fue propiamen- tela escritura la que tomné posible y hasta necesario el placonismo, sino incluso que el corpus de los escritos platénicos constituye la divisoria de aguas del pensamiento griego y, en su género, un prinum en la his- toria de la especie humana. En una obra publicada en forma péstu- ‘ma, Havelock escribe: «La gran divisoria de aguas en la historia del pensamiento te6rico griego, sea que se considere la naturaleza 0 el hombre, coincide no ya con el periodo de la actividad socrética (esta seria una hipétesis absurda en el plano histérico), sino con la primera mitad del siglo tv a.C., cuando un hombre oriundo de Ate- ras, combinando el arte literario nacido en su ciudad, es decir, el arte dramatico, con la empresa iniciada intelectualmente en Jonia y reci- bida por Sécrates, introdujo en el mundo griego, como también en. el de sus herederos culturales, un consistente corpus de escrivos des- tinados a lectores, el primero en su género en Ia historia de nuestra especie». Pero entonces, :cémo puede un hombre que, con sus escritos, ha cambiado la historia de la cultura griega y la de sus herederos cultu- rales, someter justamente los escritos a una’ ‘critica? Exel Rede yenel excursus dela Carta VII, Platon afirma incluso; Como veremos, ‘que acerca de ciertas cosas (aquellas que eran paral de mayor valor, 0 sea, los fundamentos de su sistema) no solamente no existia hasta ese momento un escrito suyo, sino que tampoco habria de haberlo en el futuro.” Havelock deberia haber analizado estos textos con gran atencién y haber brindado una interpretacién de los mismos en conexién con su tesis de fondo. Pero, por el contratio, los descuida in toro, 16. ELA. Havelock, Alle origin della floofia greca. Una revision tric, intro- ‘duccidn con tevisin y nots cargo de: Cole, prefacio de B. Gentli traduccién de L.Lormiento, Roma Basi 1966, 20 (< The Prepltonic Thinkers of Grece A Revsonist Histor). 17, Véase Fedo, 2746 ~ 2786; Carta VI, 340b ~ 345¢(particuatmente 3416). -4a- Podemos dar una explicacién de este hecho haciendo uso de cier- tos criterios y de algunas metdforas de cardcter epistemolégico. La crftica que hace Platén de la escritura constituye un verdadero hecho contrario» que no se adecua al cuadro categorial del paradigma her- ‘menéutico de Havelock. Para hacer que los ehechos contratios» pue- dan entrar en un determinado cuadro categorial no hay otra po: lidad que la de alisarlos cuanto sea necesario: en tal caso, los hechos resulean «arti-iciados», «re-hechos» mediante convenientes recons- trucciones concepruales. Como veremos, Havelock se comporta exac- tamente de esta manera; pero, en este caso, el estudioso se ha com- portado en forma extrema: podriamos decir que ha edes-hecho» el hecho, es decir, que lo ha eliminado drésticamente, considerindolo como inexistente. Pero, por el contrario, veremos que Platén, justamente en cuan- to es un gran escritor, no solamente fue consciente de ser el mas gran- de escritor de su época, dando pruebas de ello en los hechos y en la teorfa, sino que, precisamente en aquella fase de pasaje de una cul- tura a otra, descubrié que el nuevo gran instrumento de comunica- cién mediante la escritura, junto a sus ventajas, implicaba tambien des- ventajas, en cuanto introducfa algunos elemento: que podian tornar ineficaz y hasta dafiina la comunicacién. En particular, comprendié en qué sentido y en qué medida el escrito no es «autdrquico» en abso- luto, por qué tiene necesidad de «ayuda» para una recepcién adecuada y completa de sus mensajes. Pero sobre esto deberemos extendernos ampliamente. Havelock no explica por qué Platin desmantela la oralidad poético-mimética afirmando al mismo tiempo que la ordlidad estd ‘axioligicamente por encima de la escritura En conexién con la critica de la escritura, Platén presenta una sis- temiética defonsa de la oralidad, que considera esencial para la comu- nicacién de los mensajes filosdficos, por las razones que veremos. Por otra parte, considera la escritura como una forma de «juego» muy ~2- bella, pero, con-todo; siempre_un juego, en oposicién a la «serie- dad» que caracteriza, en cambio, a la oralidad dialéctica. ‘Ms que nunca, en el contexto del discurso de Havelock se impo- nfa la explicacién de este hecho, en conexién con una interpretacién adecuada de la critica de la escritura. En efecto: el problema se presenta muy complejo. No he tratado Iasolucién del mismo en anteriores obras, sino que la presento aqut por vez primera. La oralidad tiene formas diferentes, que no pueden reducirse por entero, como lo hace Havelock, a la epoético-miméticay, aun si éta resulta ser la mas difundida. En efecto, en el émbito de la oralidad serd preciso distinguir: a) la oralidad poético-mimética, que es la for- ma més antigua y también la mds difundidas 4) a oralidad que lla- ‘maremos dialéetica, que nacié y se afirmé con el surgimiento de las investigaciones filos6ficas y cientificas;¢) por fin, la oralidad que podrlamas definir como retériea, en cuanto fue defendida e impuesta por los oradores, 0 sea, por los maestros de la elocuencia puiblica. Platén polemizé de manera muy fuerte contra la primera forma de oralidad, la «poético-mimética», pero bajé al campo de batalla también contra la tercera forma de oralidad, propia de los oradores, que se asociaba a la ensefianza de los sofistas (Protdgoras y Gorgias), y puso en la mira a ret6ricos como Lisias y al mismo IsScrates.* La oralidad que Platén creyé capaz de comunicar los més gran- des mensajes, en particular los filosdficos, Fue la «oralidad dialéctica», que Sécrates habia puesto en primer plano y que él hizo suya, esta- bleciendo sus propios escritos sobre la base de ese mismo método. Por lo tanto, no se puede afirmar, con Gentili, que Platén «no se daba cuenta de que la cultura cuestionada por él iba intimamente ligada a la tecnologia de la comunicacién oral. El hecho de que Pla- 1t6n proclamara explicitamente su preferencia por el discurso oral sig- nifica slo, en realidad, que él no podia comprender todas las impli- caciones histéricas de la diferencia entre las dos tecnologias de la comunicacién oral y escrita, en un momento en que estaba tenien- 18, Ademés de lo dilogos Protdgoray Gorgas, vase Fedo, pisim. a do lugar el paso de una a otra. De ahi su contradictoria posicién de retaguardia en defensa de la oralidad y contra el uso de la escritura, ala cual sin embargo confiaba él la transmisién de su pensamiento dialéetico».” En efecto: Platén no apunté ya hacia la coralidad poético-mimé- ticar, sino hacia la woralidad dialéctica», y considerd que justamente sta forma de oralidad se escapaba por entero tanto de ls peligro en los que incurria la oralidad podtico-mimética (y la retbrica), cuanto tam- bin de los peligros en los que incurrta la escritura, que, a ratz de sus caracteristicasespectficas, podia conducir también a que fallara toral- | mente la comunicacién de sus mensajes, particularmente sise wataba de os mensajes tltimos de la filosofla. 10 se pone bien en claro esta distincién entre las distintas formas de oralidad, en particular entre la «poético-mimética» y la «dialéctican, se presenta una realidad por la mitad, con todas las con- secuencias que ello implica. Por lo tanto, dedicaré los préximos dos capitulos a estas formas de oralidad, a fin de mostrar cémo el nacimiento y el desarrollo de la Filosofia no se explican sino en fuuncién de la oralidad dialéctica, que no partié de la escritura sino que, més bien, llegé ella. La problemdtica de la poesta y de la mitologia Naturalmente, el planteo metodolégico de Havelock trafa con- sigo una identificacién total de la poesta y del mito con la cultura de la oralidad poético-mimética, y, consecuentemente, la negacién de que en Platén, que invirtié los métodos y contenidos de aquella cultura, la poesta y el mito pudieran tener alin importancia alguna. Sin embargo, como veremos, Platén se presenta como autor de una nuewa forma de poesia, como el nuevo poeta que supera y une, en una sintesis superior, la comedia y la tragedia. Ademis, recupera el 19. B. Gentil, Poesia y publin en a Grecia antigua, traduccisn de Xavier Riu, into- Penuadors regs. Una hisera de a lofia ele Ansigedad, edcién dvigida por Joi Coté y Antoni Martinez Riu, con ta- ducein de Carle G. Komes,J.R. Bumantl,Pedeo von Haslberz y Eduardo Pi 10,3 vols, Barcelona: Herder, 2000 [reedicin corregida~y aumentada en un cept Jo- de arealizadaoriginalmente en Asuncidn del Paraguay, en 1952, sobre a base dela 3+ edicin de los tomo Ly I, Leiptg 1910-1912, y sobre la 18/2" edicién del tomo Il, Leiprg 1908). Jee to, Jaeger precisa: «La ciencia [..] no sabfa enfrentarse con el pro- blema de la educacién del hombre —que en la época de Lessing y de Goethe representaba todavia una meta suprema-, enfocindolo en su dimensidn antigua y plat6nica, como la iltima sineesis de todo lo spiritual y como fuente del sentido més profundo de la existencia ‘humana. Un siglo antes, Juan Jacobo Rousseau habia sabido acercarse mucho més al estado platénico cuando declaré que la Republica no ra, como pensaban quienes sélo juzgaban los libros por sus titulos, tuna teoria del estado, sino el mas hermoso estudio sobre educacién que jamés se hubiese escrito».+ Como es evidente, la tesis de Havelock ya habfa sido formulada, Pero mientras Jaeger se habfa unido al asf llamado etercer humanis- mo», posicién hace tiempo ya obsoleta, el tratamiento de Have- lock, levado a cabo con modernisimos métodos de ciencias de la comunicacién, de psicologia y sociologia, dice mucho més al hom- bre de hoy, aun teniendo limites iguales y contrarios a los de Jaeger. La Repuiblca, entonces, fac en su tiempo un libro totalmente revo- lucionario: proponia una nueva forma de educacién, la filasdfica, en reemplazo de la tradicional, fundada en Ta poesta Pero To novedoso de Havelock consiste propiamente en haber hecho entender a) las nazones histdrico-culeurales por las cuales la poe- sig habla tenido un monopolio casi absoluto hasta la época de Plato; b) sos fandamentos culturalesy antropoligicos, relacionadas con la teenolo- ‘gla de la comunicacién mediante la oralidad, sobre los que se apoyaba tal monopolio; c) las innovaciones revolucionarias que proponta Platén 1) sus fndamentes. En consecuencia, la demostracién de la enecesidad del platonis- ‘mo» se impone como verdad histérica, y justamente sobre esto debe- mos discutir de manera detallada. 4, Op. cx, 592, -54- Enos griego, a poesta comunicada mediante la aralidad cera la fuente de los conocimientos histbrcos, polttcos, ‘morales y tecnolégicas de la comunidad Uno de los principales problemas que debe afrontar el hombre de hoy para comprender a Platén y el aleance revolucionario de sus propuestas respecto de a cultura helénica tradicional consiste en dar- se debida cuenta de que, para los gregos, la poesla era algo totalmente distinso de lo que ella es pana el hombre moderna y contempordneo, Se trata, en efecto, de un fenémeno espiritual estrechamente relacio- nado con situaciones histSricas particulares e irrepetibles. Havelock escribe: «{...] los poetas en general y Homero en par- ticular eran tenidos por fuente de instruccién en lo tocante ala ética yalos conocimientos administrativos, y eran, por consiguiente, autén- ticas instituciones en el seno de la sociedad griega. Condicién que, poras{ decirlo, recibiarespaldo del Estado, porque de ls poets se obte- ‘nia una formacién con la que contaban los mecanismos sociales y politi- os para su mds eficaz funcionamiento, {...] Plat6n adopta, entre sus contemporineos, una visién del poeta y de su poesfa que resulta total ‘mente ajena a nuestro modo de pensar. Nosotros partirzas del supues- to de que el pocta es un artista y de que sus productos son obras de arte. Platén, en ciertos momentos, parece pensar lo mismo, como cuando compara al poeta con el artista visual, el pintor. Pero esta com- paracién no la plantea en el Ambito estético. De hecho, no exagera- remos mucho si afirmamos que la nocién de la estéticaen cuanto sis- tema de valores eventualmente aplicables a la literatura o a la composicién artistica jamds se toma en consideracién. Platén escti- be como si nunca hubiera ofdo hablar de la estética~o del arte-, cempefidndose en tratar de los poetas como sila fncin de &tos esr bara en proparcionar enciclopedias métricas al piiblico. El poeta es fuen- te, por un lado, de informacitn esencial, y por otro de formacién moral, también xencial. Histéricamente hablando, su predicamento se extien- de incluso a la transmisién de ensefianzas técnicas, Es como si Pla- 1t6n esperase que la poesfa desempefiara todas las funciones que noso- ‘ros dejamos, por una parte, para la ensefianza religiosa ola formacién moral, y, por otra parte, para los libros de texto, los manuales y las -55— historias, las enciclopedias y las obras de referencia. Trétase de un ‘modo de concebir la poesia que, en efecto, ni siguicra da lugar a plan- tearla tal como nosotros la entendemos. Ni por un momento se tie- re en cuenta la posibilidad de que la poesfa sea un arte sometido a sus propias reglas, y no una fuente de informacién ni un sistema de adoctrinamiento».> Por tanto, la poesia antigua era el inico vehicula importante de comunicacién de conacimientos histbricos, politica, morales y también tecenolégicos, es decir, una especie de cenciclopedia social» que contenia todo el saber formativo del hombre: «De ahi que se apelara a ella para ‘memorizar y preservar el aparato social, cl mecanismo de gobierno y Ja educacién de los futuros lideres y gestores sociales, por decitlo en términos platénicos, [...] El verso también era esencial para el siste- ‘ma educativo del que dependfan la continuidad y coherencia de la sociedad entera. Todo lo piiblico dependia del verso, rodas las tran- sacciones que se atenian a las normas gencrales. Dentro de la socie- dad, el pocta era, ante todo y sobre todo, escriba, experto y jarista; su condicién de artista y hombre de espectéculo quedaba muy en segundo plano».* ‘También esta tesis de Havelock ha sido ancicipada particular- mente nada menos que por Vico, a quien el autor ignora por com- pleto, pero a quien conviene traer a colacién, porque se trata de anti- cipaciones verdaderamente notables. Vico escribe: «Si los poemas de Homero son historias civiles de las antiguas costumbres griegas, ellos serdn dos grandes tesoros del derecho natural de las gentes de Gre- ciav.7¥ ademés: «Los poemas de Homero encierran dos grandes teso- 10s del derecho natural de las gentes de Grecia. Pero, sobre todo, por este descubrimiento, se le afiade una alabanza brillantisima: la de haber sido Homero el primer historiador que nos ha llegado de todo el mundo gentils por lo que ahora, sus dos poemas deberdn elevarse 5. Havelock, op. cic, 42s. Cursive nace, 6. Op. cit, 98. Cursiva nuestra. 7. G.B. Vico, Gena nuea, introduecién, traducciéa y nota de Rocio dela Villa, Madiid: Tecnos, 1995 (< Pincpi di sienza nuoea [174], edicién a cargo de E. Nico- lini, Milano-Napoli 1953, reeditado en Milano 1992). Se cita remitiendo ala nume- racién de prrafos, comin aa edicién espailae italiana), El parse ctado es XX [156] =56— alalto rango de ser dos grandes tesoros de las costumbres de la anti- gua Grecian’. Una vez mas es preciso decir, sin embargo, que, mds alld de las geniales intuiciones de Vico, esta tesis se impone en é plano histéri- ‘coy cientifico sélo mediante la técnica y la pericia metodol6gica con Ja cual la presenta Havelock. Y exactamente en este punto radica su gran mérito. La memoria como eje de sustentacién para la comunicacién ‘y conservacién de la poesta en la cultura de la ovatidad Hasta el siglo y (y, en gran medida, también en el 1v) se publi- caba, transmitia y conservaba la poesia, en general, mediante la memo- ria. De aqui surge la gran importancia que tena Mnemosyne, diosa de la memoria, madce de las musas. Y se recordaré, como bien se ha observado ya desde hace tiempo, que el concepto antiguo de «memo- ria» cubria un érea seméntica muy amplia, o sea, el aprender de me- moria, el conservar de memoria, el traer a la memoria, el documen- tary probar mediante la memoria. La memoria era el verdadero ee de sustentaciin de la culrura de la oralidad poétca. La enunciacién poé- tica en la antigua Grecia se proyectaba, comunicaba y mantenia en funcién de la diosa Mnemosyne. Havelock explica con eficacia: «{Cémo se conserva esta expresién cn las sociedades prealfabéticas? No cabe eludir la respuesta: en la ‘memoria viva de los hombres, que primero son jévenes, y luego vie- jos, y luego mueren. De un modo u otro, la memoria social colecti- ‘va~persistente y fiable- constituye un requisito previo absoluro, en el plano social, para que una civilizacién mantenga en funcionamiento su maquinaria, Pero zeémo hari la memoria viva para retener una cexpresidn lingifstica tan claborada sin resignarse a que ésta vaya cam- biando en las sucesivas transmisiones de generacién en generacién, perdiendo asi fijeza y autoridad? Atin hoy, nos bastard con hacer 8, Vieo, op. ct, XXV-XXVI [902-904]. 57 circular un simple mensaje por una cadena de personas para com- prender que la tarea de preservacién nunca pudo corresponder a la pprosa. La sinica teenologta verbal capaz de garantizar la conseruacion la estabilidad de lo transitido consista en la palabra ritmiea habil- ‘mente arganizada segin modelos mésricosy verbales lo sufcientemente sinicos como para retener la forma. Tales la génesis historic, la fons origo, a causa originaria del fendmeno que ain hoy denominamos “poesfa”. Si tenemos en cuenta lo radicalmente que ha cambiado la fancién de la poesfa ~y no sélo ella, sino también la situacién cul- tural-, nos serd posible comprender que Platén, cuanto se refiere a 1a poesfa, no estd hablando de lo que nosotros entendemos por tal. [...] Platén trataba la poesia como si éta fuese una especie de biblioteca Teferencial, 0 un enorme tratado de ética, politica y estrategia militar, porque tenia en mente su funcién inmemorial en las culeurasorales, dan do ast westimonio de que ésta seguia siendo la fuuncién de la poesta den- 10 de la sociedad griega de su tiempo. Por encima de cualquier otra cosa, la poesta es una herramienta didéctica que sirve para transmi- tirlatradicién»? Y he aqui de qué manera esta tradicién era apoyada pot la memo- «La memorizacién de la tradicién poética siempre dependerd de 1a recitacion constante y reiterada. No cabe acudir a ningii libro, ni memorizar a partir de ningtin libro. De modo que la poesta slo existe J silo alcanza efectividad en cuanto herramienta educativa cuando se interpreta. La interpretaci6n del arpista en beneficio del discipulo no cconstituye més que una parte del procedimiento. El discipulo puede olvidar con el tiempo. Su memoria viva tiene que se reforzada a cada momento por la presién social. Dado un contexto adulto, esto se cumple en la representacién privada, cuando la tradicién poética 9. Havelock, op. cit, 54. Cursiva nuestra. Como se ha visto, Havelock asume y desarroll a tesis de Milman Parry (presentada entre 1928 y 1935) acerca de la es- ‘uucturaformulara del verso homérico, de acuerdo a la cul el verte homérco estaba ‘compuesto segin un esquema métrico que hacia posible formula vesos scesivos con secciones méiticasintercambiables y con todo un repertori de combinaciones varia bles, exrcturadas siempre segin partes métrcaintecambisbles, Véase A. Parry (comp), The Making of Homeric Vere. The Collected Paper af Milman Parry, New York-Oxford 1987 (publicaisn original: Oxford 1971), ~58- se repite a la hora de comer, en los campamentos militares, en los banquetes y en el ritual familiar; pero también en las representacio- nes piblicas, en el reatro y en el mercado, Las recitaciones de padres y personas mayores, de nfs y de adolescentes, se suman a las rei- taciones profesionales dadas por los poetas, los rapsodas y los acto- res. La comunidad tiene que conspirar consigo misma, de modo inconsciente, para mantener viva la radicién, para fortalecerla en la memoria colectiva de una sociedad donde esta memoria no es sino Ja suma de las memorias individuales ~que han de cargarse y vol- ‘verse a cargar continuamente-, en todos los niveles de edad».'* Una vez mds, el mismo Vico anticipé y formulé correctamente este nexo entre poesfa y memoria. Leamos en secuencia algunos tro- 20s de algunas Degnitt muy significativas: «Que los caracteres poé- ticos, en los cuales consiste la esencia de las fabulas, nacieron por necesidad natural, incapaz como era de abstraer las formas y las pro- piedades de los sujetos;y, en consecuencia, éste debie de ser el modo de pensar de pueblos enteros [...]». «Hlabiendo sido -ales los carac- teres poéticos, sus alegorfas poéticas [...] necesariamente deben con- tener slo significados histéricos de los primeros tiempos de Grecia» «Tales historias debieron conservarse de modo natural en la memo- tia de los pueblos (...]: pues, como nifios de las naciones, debieron tener una memoria asombrosa». «Que por necesidad natural (1, las primeras naciones hablaron en verso heroico. En lo que hay que admirar también a la providencia, que, en el tiempo en el que atin fto se habfan descubierto los caracceres de laescritura vulgar, las nacio- nes entre tanto hablaban en verso, el cual, gracias a metros y ritmos, agilizaba su memoria para conservar mds ficilmente sus historias familiares y civileso." 10, Havelock, op. cit, 55. Cursiva nuestra IL. Vico, op. ct, VI {816}, VIII [818], IX [819], XOX [833]. Véase respecto de este punto el ensayo de G. Cert, “G. B. Vico e Vinterpretazioneoraisea di Ome- 10, en: AA. VV, Onli. Gulbura,leterasra iors. Ati del Convegno Internasionale (Urbino, 21-25 de julio de 1980), Roma 1985, 253-252, -59- La émnimesis» como fundamento de la creacién y comunicacién de los enunciados pocticos en el dmbito de la oralidad En esta técnica comunicativa, la memoria necesita de un sopor- te ulterior a saber, del de la «mimesis» 0 «imitacién», que Havelock cxplicé de manera verdaderamente convincente, aun cuando més tar- de terminé siendo victima de su mismo descubrimiento. En particular, Havelock comprendié muy bien que la «imitaciém», por lo que concierne al enunciado poético, entra en juego en cuatro ‘Planes de modos muy complejos, verdaderamente sorprendentes para el hombre moderno. En realidad, para nosotzos, sélo uno de estos planos conserva significado y validez. Pensaremos, en efecto, que la obra de vimitacién» puede tener un sentido preciso en el caso del actor, que debe introducise en el ropa jedel personaje que interpreta; tornarse semejante a él, a fin de repre- sentarlo y expresarlo-de manera adecuada. Pero, en realidad, segiin Platén, también ef poeta, en el acto mismo de crear el personaje, acta por «imitacién» suya. En Ia actualidad, esto podré parecernos ver- daderamente muy extrafio. Sin embargo, en sus andisis, nuestro fl6- sofo hace referencia a una determinada situacién histérica. La teorla que Arist6fanes pone en labios del poeta tragico Aga- t6n, teoria que refleja el sentido originario del concepto de vimita- cidm», es una bella confirmacién de esta tesis: Llevo las vestimentas segin los pensamientos: pues un poeta debe caracrerizarse segtin los dramas que escribe: ‘ys en sus dramas pone personajes femeninos, debe vestir su cuerpo con tales ropajes.™ 12, Aristéfanes, Las Tzmoforias [Thesmoforiazowsai, ve, 148-152 (eaduecién en base al texto grego publicado en Avstyphonit Comoediaerecognoverunt brevique adna- ‘atiome critica insraserant EW. Hall, WM. Geldars, Oxford *1990 (17* reimpr |: para luna versin en espatol de esta obra puede verse Te comedias de Aisin, edicién de [Luis M. Macfa Aparicio y Jess de la Villa Plo, Madsid: Ediciones de la Universidad ‘Auténoma de Madd, 1987), ~~ ‘También ef auditorio, aunque no solo, enira en el complejo juego dena partcipacin intensa, que implica una verdadera videntificacién ‘emotivas con lo que esd narrando cl poeta y recitando dl rapsoda. Y esta «identificacién emotivay con los contenidos de los men- sajes podticos por parte de los oyentes tiene lugar de dos modos dife- rentes 0, mejor dicho, en dos diferentes planos: en primer lugar, en plano del aprendizaje pox parte del joven que estésiendo educado en el Ambito de aquella cultura; en segundo lugar, en el plano de la reereaciin y de la diversin del adulto, en diferentes momentos, que yan desde el simposio en los expectdculos ofiecidos pot los rapsodas pasta la participacién en la ejecucién de las tragedias. El mensaje poético, por tanto, era realizado en todos los niveles ‘como «un estado de total compromiso personal y, por consiguiente, cde comple idensificaciin emotiva con la substancia de la expresin poe- sizada cuya memorizacién se requiere del individuo ...] Hay que poner- seen la situacin de Aquiles, hay que identificarse con su ofensa yy con su célera. Quien escucha tiene que transformarse en Aquiles, y Jo mismo hace quien recita. Treinta afios mds tarde, el escucha cra capaz de repetir aucomdticamente lo dicho por Aquiles y lo que el poeta comentaba al respecto, Tan enorme capacidad de memoriza- cién pottica s6lo podia adquirirse a cambio de una pérdida total de laobjetividad... Los atagues platinicos iban en verdad arigidos contra todo un procedimiento educacional, contra toda una manera de vivir.” ‘Una vez mds, con intuicién genial, Vico capté tambien este pun- 0, Para dl, los pueblos eran al principio como nifios. Y cen los nifios Ja memoria es muy vigorosa; de ah{ que su fantasia sea vivida en exce- s0, pues ésta no es sino memoria dilatada o compuestar. ¥ he aqui el punto clave: «Los nifios tienen una gran facilidad para imitar, y ast “observamos cuinto se divierten al imitar lo que son capaces de apren- der». ¥ la conclusidn es la siguiente: «Esta dignidad demuestra que en su infancia el mundo era de naciones potticas, pues la poesia no ¢s sino imitacién». 13, Havelock, op. ct, 56. Cursiva nuestra 14, Vieo, op. cit L [211] LIT [215s]. Cursiva nuestra, at Por tanto, la poesia (y, en particular; el epos homérico) es sus- tancialmente «imitacibny. Y aqu( llegamos al corazén del problema que Platén enfrenta frontalmente. La critica radical de Platin a la oralidad pottica fandada cen la «mimesiss de la forma El ataque frontal de Platén a la poesia se articula sobre todo en la primera parte del libro tercero y es retomado y profundizado més tarde en el libro décimo de la Repsiblica. Las erfticas presentadas en libro tercero se concentran sobre todo en la forma de la enuncia- cin poética, mientras en el libro décimo contemplan directamente los contenido’ mismos. Por lo que concierne a la forma, Platén divide los enunciados poéticos en tres grupos: a) los del relato indirecto, 4) 10s del relato directo hecho por via de imitacién, ¢) los que conjugan los dos tipos de relato, procediendo en parte de manera indirecta yen parte directa. ‘Al segundo grupo pertenecen todas las composiciones teatrales, trdgicas y cOmicas. El ejemplo tipico del tercer grupo lo constitu- yen los poemas homéricos, en los cuales la imitacién prevalece en ‘gran medida por sobre la narracién. Platén considera incluso que jus- tamente Homero ha sido «el primer maestro y el jefe de escuela de todos nuestros buenos poetas trdgicosy."° El relato directo, y en gran medida también el mixto, justamen- te en razén de la simitacién» en la forma y en el contenido, provo- ‘aan graves dafios, tanto inrelectuales como morales. Por qué motivo? Porque la «imitaciéno lleva exactamente a la «identificacién emo- ysen consecuencia, también a la asimilacién a los modos de ser \y de pensar de ls personajes con los cuales poco a poco te nas identifica, asimilacién sobre cuyos resultados hablaremos. He aquf lo que puntualiza Platén por lo que conciemne a la forma: 15. Repibic, X 595d. are: -~Cuando uno habla vstiendo las ropas de otto, zno diremos aciso que procuraré adaptar, tanto cuanto pueda, su: modo de expresarse al perso- naje que anuncia como interlocutor del discurso? Lo diremos, ciertamente. -¥ entonces, adaptarse a otro en el timbre de voz o¢n el aspecto, no es acaso imitar a quel cuyas ropas se estdvistiendo? ~i¥ con esto? Por lo que parece, al hacer esto, Homero mismo y todos los otras ppoctas construyen su narracién sobre la base dela imitacia.9* Como es evidente, Platén destaca aqui exactamente lo que Aris- téfanes pone en labios del poeta trdgico Agatén en Lar Tesmoforias, pero con un juicio valorativo inverso. En efecto, segdin Platén, los mensaje poéticos del epas y dela tra- dia implican la presentacin y, por tanto, la consiguiente imitacién Gina gaan canted de modelos, qyentapeocicrn aNd? dels personalidad y la dispersan en una multplicidad desordenada y con- tradictoria que corrompe las costumbres. El dice, explfciramente: {0 no has advertido acaso que la imitacién, cuando se la prosigue ‘mucho més allé de la edad de juventud, se consolida en forma de cos- tumbre y de nacuraleza, tanto por lo que respecta al cuerpo, cuanto a la ‘yor, cuanto al modo de pensar?” Ciertamente, laimitacién podria tener también efectos positivos, pero sélo cuando la identificacién emotiva que ella provoca acont ce en el encuentro con personajes valiosos, que obran de manera vi tuosa, con coraje y sabidurfa. Pero es justamente esto lo que el

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