Si queremos menos pandemias, detengamos el tráfico de fauna. Según la ONU, el
comercio de fauna silvestre es el tercer negocio ilícito más rentable en el mundo y deja beneficios de alrededor de 23 millones de dólares al año.
Traficar fauna es importar enfermedades
A los animales domésticos se los vacuna regularmente y hay un sistema sanitario que los controla, y aún así pueden transmitir enfermedades, como la gripe aviar (detectada en Hong Kong) y la gripe porcina (China). Más complicada es la situación con los animales silvestres, portadores de microorganismos que pueden ser patógenos, pues causan enfermedades en la especie que los porta y también pueden ser transmitidos a otras especies animales, como la nuestra. La pérdida de biodiversidad es la consecuencia directa de este tipo de prácticas que van en contra del medio ambiente, provocando desde la aparición de plagas (cuando los que los depredadores de las especies que se convierten en plaga se vean eliminados), hasta la destrucción de áreas vegetales muy extensas debido al efecto de dichas plagas; también hay que recordar que el suelo, el agua y el aire también dependen de la biodiversidad del planeta.
Otra de las consecuencias importantes, es que al
introducir especies salvajes en otros países, estos animales pueden alterar la vida silvestre autóctona convirtiéndose en depredadores o introduciendo enfermedades, parásitos. La fauna y flora autóctona no está preparada para estos invasores y se crea un desequilibrio natural a veces irreparable.