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Notas para un barroquismo modernista

José Antonio Ortuzte Alba

El barroco surge de un conjunto local de historias en común, Espinoza y la literatura


del barroquismo modernista también son parte de una fuente en común. Hace parte del
movimiento cultural llamado Barroco un complemento al o hacia el ethos andino. Los
obstáculos del barroco giran sobre las incomprensiones soterradas también como el
teatro. Se llama ethos al modo de ser que practica sobre los usos y costumbres. En ese
sentido, se encuentra el carácter colonial de la literatura del siglo XVII. Está el de Sor
Inés de la Cruz y de Juan de Espinoza Medrano, apodado el Lunarejo. La Colonia cobra
vida en la propia historia a decir del crítico boliviano Leonardo García:

[…] la vigencia del pasado colonial en nuestra historia no se encuentra


solamente en las estructuras sociales y políticas de la [América Latina] moderna,
es más profunda de lo que a veces se piensa (GARCÍA PAVÓN, 2000: xiv-xv el
corchete es mío).

Asimismo, este tema toca la narrativa del realismo mágico (RAE: 2014) y confluye
en las condiciones barrocas de países hispanoamericanos por su periodicidad. Los
sistemas de producción o modelos de regularidad agrarios y seminómadas hilvanan con
el modelo. En el barroco hispanoamericano, como movimiento, se hilvana producción
cultural. Se habla de “la colonia” (Op. Cit.: xiv). Entonces, ¿es la literatura de Juan de
Espinoza Medrano una síntesis de la literatura latinoamericana barroca modernista? Con
su Apologético a favor de don Luis de Góngora representa la escritura más canónica del
siglo XVII colonial. Para Mabel Moraña, mexicana y crítica colonial, Juan de Espinoza
Medrano ha sido:

[u]n mestizo, apodado el lunarejo, nació en el Cuzco. Ha escrito su excepcional


Apologético a favor de don Luis de Góngora […]. Los textos más importantes
de la literatura americana del siglo XVII aparecen como productos
excepcionales por su fidelidad a las formas canónicas […]” (MORAÑA, 2006:
28, el subrayado es de Moraña).
La literatura latinoamericana tiene a nivel de producción cultural una explicación
compleja en la distinción de los tiempos históricos. El ‘realismo mágico’ es el medio de
aquella producción cultural. Principalmente se pronuncian las exuberancias del
continente a través de la verosimilitud de su narración. La obra bibliográfica de
Espinoza Medrano compara el modelo latinoamericano del Barroco con las sociedades
abigarradas. Lo abigarrado trata de ser homólogo a la Colonia. Así este ensayo se
compenetra en tres partes que sistematizan las notas coloniales barrocas modernistas.
Con ‘El barroco americano’ cobra pertinencia estética la construcción latinoamericana
de los siglos XVI y XVII. Y la ‘Modernidad barroquista: lo criollo’ resalta la dimensión
local abigarrada de la Colonia. Y finalmente ‘Notas criollas de la Colonia’ entrelazan
las de Sor Juana Inés de la Cruz y Juan de Espinoza Medrano.

1. El Barroco americano

Los estudios de Latinoamericana no fueron lamentablemente integrales con lo


cultural. Las investigaciones del siglo pasado desconocieron las herencias del mito o la
tradición partiendo de los reduccionismos. Ante esto, surge un gran número de
problemáticas que se señalan en los siguientes párrafos. Por razones diferentes fue
insuficiente estudiar las anteriores formas de la dimensión cultural de América Latina.
Es decir, cae en crisis el planteamiento de los “enfoques desarrollistas” con una versión
obstinada de lo moderno (Cf. MORAÑA: 2006: 25). Por otro lado, el “sociologismo”
(Op. Cit.: 25) genera un exceso de pirotecnia teórica sin vínculos con la tradición
cultural. Surgen ciertas problemáticas de los países latinoamericanos reclamando
estudios específicos sobre sus confines culturales. A mediados del siglo XX, se escuchan
voces académicas latinoamericanas de ‛colonialismo’, ‛dependencia’, ‛cultura popular’ y
‘conciencia’. Fueron parte del asidero de pensamiento en la historia latinoamericana.

Surge, en ese sentido, la necesidad de buscar articulaciones con cierta tradición cultural
latinoamericana. Se indagan los modelos –puros y eurocéntricos– a nivel estético e
ideológico:
En efecto, se busca en esta etapa de la historia continental al menos una de las
vertientes de la tradición cultural del continente. Es solamente a partir del estudio
de esas raíces propias que puede rescatarse y comprenderse la singularidad
conflictiva de la cultura latinoamericana, nacida tanto bajo el signo de la
violencia y los intereses del dominador, como de la creatividad y resistencia del
dominado (: 25).
El Barroco, como la relectura de estudios ideológicos, conforma un “código
expresivo” en la interpretación de articulaciones hegemónicas (Cf.: 52). Es parte de la
sociedad virreinal, las castas, etcétera y su asimilación en otras formaciones sociales. A
nivel local de la Colonia se lo considera un paradigma cultural. No se puede entender el
conflicto sui géneris de América Latina sin los vestigios de raíz del Barroco americano.

¿Qué es el Barroco? En una definición precisa es “el arte de indios o, al menos, de


mestizos […]” (: 28). En sus inicios fue un modelo implantado de la Metrópoli política
en las Indias para la estabilización, en este caso, de la monarquía española. Su fin fue un
dominio ideológico y cultural. De ahí surgieron otros discursos de resistencia, por
ejemplo, el de la marginalidad criolla.

2. Modernidad barroquista: lo criollo

El modelo Criollo es una reinterpretación del ‘Barroco americano’ (: 25). Se trata, a


decir de Mabel Moraña, sobre el:

[d]iscurso de la marginalidad criolla y su […] desmontaje de la sociedad


virreinal en sus contradicciones y conflictos, utilización del discurso crítico y la
polémica como fijación de la identidad criolla, dinamización del concepto de
patria como ideologema protonacional, representación de la cotidianeidad y
sectores populares, integración de elementos de la cultura indígena en diálogo
con las formas canónicas peninsulares […]” (: 59-60).

El Barroco, como proceso cultural, requiere de nuevas relecturas sobre las


reivindicaciones en cuanto a su literatura y estudios culturales. No fue paralela la
condición del movimiento Barroquista a la del abigarramiento. Se permite la aplicación
del modelo Barroquista en la relación de la dominación del colonizador. Y se desarticula
con los tiempos históricos del abigarramiento. Es la definición más cabal del
Barroquismo. El “‛barroquismo’ se asocia a una condición intrínseca de América Latina
exuberancia geográfica, volubilidad política, por ejemplo” (: 52). Deriva de aquella
condición el Barroco. En las excentricidades se asocia la conexión realista de la
geografía latinoamericana. Por qué el Barroco hispanoamericano es considerado
actualmente un paradigma cultural de lo Criollo Desde sus inicios se denomina como el
“período de estabilización virreinal” (: 27). Fue un producto cultural del estado. Tiene
fases de traslación de los modelos estéticos metropolitanos hacia las Indias. Sobre todo,
fue permanente en la primera etapa de la Colonia. Este período tiene una dinámica muy
tensa entre los modelos estéticos europeos en el Nuevo Mundo. En la literatura existen
muchas voces que reivindican la obra de sor Juana Inés de la Cruz o la obra de Juan de
Espinosa Medrano. Sin embargo, muchos “hispanistas sobre todo extranjeros” (: 28)
menosprecian al Barroco hispanoamericano.

3. Notas criollas de la Colonia

Comienzan las notas con La obra de Sor Juana Inés de la Cruz. Quien “[…] ha sido
juzgada durante mucho tiempo como un capítulo desprendido de la historia literaria
española, accidentalmente situado en el contexto de la Nueva España” (: 28). Luego
concluyen con las de Juan de Espinoza Medrano.

Porque adquiere un discurso cultural a la vez marginal con respecto al de las


metrópolis coloniales así están llenas las notas barroquistas coloniales. Porque se
produce un proceso llamado “fenómeno de retorno” un efecto discursivo de la
marginalidad criollo-barroca (Cf.: 31). Iniciado el siglo XVII, cerca del año 1620, se da
un surgimiento del “espíritu criollo” en la producción cultural de las colonias españolas
(Cf.: 32). La decadencia de la Metrópoli tiene efectos en la movilidad sociocultural de
las Indias. Después del período de estabilización virreinal “el barroco adquiere así la
dimensión de un verdadero paradigma cultural, formalizado y cultivado de espaldas a la
realidad colonial” (: 30).
La sociedad criolla es la constitución de una nueva subjetividad hispanoamericana:

[El] ‛criollismo’ […] se manifiesta como el nuevo régimen indiano […]. Los
estudios de historia social lo remontan en general al resentimiento de los
conquistadores y primeros pobladores ‛americanizados’ que se sentían mal
recompensados por la Corona” (: 32).

Y se caracteriza el Barroco como complemento del abigarramiento boliviano. Se


caracteriza para elaborar una definición del Barroco. Y por otra parte se da en forma
complementaria a partir de sus formas o composición. La composición de
abigarramiento es básicamente heterogénea según la especificidad de los países
latinoamericanos. Las fusiones del Barroco son un tipo de variables estético-sociales.

El discurso de Espinoza Medrano subyace en un presupuesto fundamental de lo


abigarrado. De ahí surge la pregunta sobre lo propiamente abigarrado. Lo abigarrado
transita puesto entre los conceptos más complejos de las realidades, espacialmente,
insubsumibles. Son inconstantes e ingenuas de esta densidad política. Se trata de aportar
algo en común que sea difuso.

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