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% LA ESPARA ARABE convirtié en mibi por contagio con el pronombre de segunda persona, 1tibi) ; pero otros fenémenos, como ob ‘dénde’ (latin ubi) 0 como la -d de serad ‘sera? (latin vulgar sere habet), no son tan raros en esta época, y se encuentran también en los dialectos del norte. La palabra yana ‘puer- ta’ es el tinico ejemplo de supervivencia del latin janua, expulsado de las demés variedades del latin vulgar por la palabra porta; pero en portugués subsiste un descendiente de janua, el diminutivo janela ‘puertecita’ (0 sea ‘ventana’. Mis que descubrir faciles analogias entre el mozrabe y el portugués (nohte, por ejemplo, pronunciado NoJTE, esti més cerca de noite que de noche) 0 con el catalan (la pronunciacién lengua, por ejemplo), zpor qué no ver los “arcaismos” del mozirabe como testimonios del parentesco profundo de todo un racimo de lenguas? Ciertamente, un portugués que Tea la jarcha “,Qué faréi, mamma?”, podrd decir: “Tsto no esta escrito en castellano, sino en mi lengua, tal como era hace ocho o nueve siglos”. A los hablantes de castellano tiene que resultarnos arcaico (graciosamen- reaico, habra que decir tal vez) todo eso que se lee en las jarchas: fillolo ‘hijito’, yermanellas ‘hermanitas’, dolche ‘dulce’, amare, bechare ‘hesar’, rayo de sole, corachén, bono ‘bueno’, adormes ‘duermes’, allos ‘ojos’, nomne ‘nombre’, fache ‘faz’, ‘cara’, etc. Pero pronunciemos, a base de los datos conocidos, la frase mozirabe bechare la dolche fache del fillolo, y después la frase italiana (de hoy) baciare la dolce fascia del figliolo, y entonces el mozarabe habra quedado situado de otva ma- nera, limpio de arcafsmo. | bri VI EL NACIMIENTO DEL CASTELLANO. Los reinos cristianos del norte Los frabes cambiaron en muy poco tiempo el rostro de Espafia; pero los parientes del rey Rodrigo, y los miembros de la nobleza visigoda, par- tidarios suyos, que precipitadamente huyeron a las montafias de Asturias, muy cerea del Cantébrico, no vieron con agrado ese cambio de rostro. Los siglos en que brilla el genio constructor de los musulmanes fueron, para los escritores de los reinos cristianos en la Edad Media espafiola, los de “la destruycién de Espaiia”, El primer nombre que se destaca en el pufiado de magnates que huye ron al norte es el del semilegendario Pelayo, triumfador de les moros en Ia batalla de Covadonga, al este de Oviedo, el aiio 722 (por cierto que uno de los cabecillas del ejército derrotado por Pelayo era el arzobispo don Oppas, ya mencionado en la pag. 72). Debe haber sido una accion bélica de poca importancia, pues los érabes, desdefiando esa faja canti- en que no habfa eiudades que valieran la pena, continuaron su avan- ce y penetraron en Francia, hasta que fueron detenidos por Charles Martel (batalla de Poitiers, 732). A Pelayo se le tiene por fundador del reino astur-leonés. Su yerno Alfonso (Alfonso I, rey de Asturias de 739 a 757), sacando partido de ciertos pleitos que estallaron entre Grabes y bereberes, Janz una acometida que abareé Ia cuenca del Duero y la del alto Ebro, exterminé las escasas guarniciones enemigas, quemé las siembras, arras6 los poblados y regresé a la zona de Oviedo Hevandose a los habitantes cristianos, que habian empezado a arabizarse.* * Bata “despoblacién” de Ta tierra fue na ticten militar que se practios mucho. Serva pra crear un “desirto estatégic", una tierra yorma, sin goatee y sin culties, incapez de "mantener a nadie, La suerte de la “poblacidn elvd", durante langos sgles, no es difiell de ims ina. La mayor parte de los mozivaher eran cristianos, peso estaban do tal modo Integrados {ls vida drabe, quo la reconquista de ceda ciudad por les crstianos del norte venia a ser desastroa eas! para ello como para los moros. Fueron tiempos atroces. En 776 un mon- je asturiano, Ilmado “el Besto de\Lighana”, eseribid noe comentaroa sobre el Apocalip Sls, Tibeo en quo te pintan Tne Iuchas de In iglesia primitia contra sun enemigos do dentro ¥ de fuera mediante vislones, imégencs y eaconas fantiticas y, con el mismo lenguaje slmbé. Tico, se anunclan Jochas in més tersbles, pero también el tlunfo final. Para el Beato de Lithana, hombre de su tiempo, la lucha apocalipticn encarnaba en las batallas muy concretas contra fos mores “infiles". Durante los siglo siguiontes se hicieron eopias de esos coment 3 2 NACIMIENTO DEL CASTELLANO En el siglo siguiente, Ordofio I (850-866), cuya corte estaba en Ovie- do, pudo reconquistar de manera mas firme los territories situados al sur mediante una “repoblacién” sistemética. Repoblé asi la ciudad de Leén, como dice una de las primitivas crénicas latinas, “en parte con sus gentes y en parte con gentes trafdas de Espafia”: sus gentes eran los habitantes de Asturias y de la vecina Galicia, regiones en que casi no estuvieron los moros; y las gentes “traidas de Espaiia” eran simplemente los mozira- bes, los cristianos a quienes poco a poco se iba “rescatando”: para esos reyes primitivos, “Espafia” era un pais extranjero, La corte asturiana acabé por trasladarse a Leén hacia el afio 920. Pero en 988 las murallas de la ciudad fueron arrasadas por Almanzor, cuya contraofensiva Ileg6 poco después, con fuerza abrumadora, hasta Santiago de Compostela. La segunda y definitiva “repoblacién” de Leén tuvo lugar en 1017. Este reino de Leén se consider6 siempre no ya el continuador, sino el heredero directo del visigético. Nunca dejé de regirse por las leyes del Fuero Juzgo, y sus monareas —a algunos de los cuales les dio por Ia- marse “emperadores”— se esforzaron por reproducir en Le6n algo de la afiorada grandeza de aquella Toledo adonde nunca regres6 el rey Ro- drigo. (Ya en Oviedo, segiin dice una noticia, los sucesores de Alfonso I habian engrandecido su corte “con basflieas, palactos, bafios y triclinios”, © sea edificios nobles, como los que los reyes godos habian heredade de los tiempos romanos.) No es extrafio que el reino de Leén haya sido lin- slifsticamente conservador. Los documentos que nos han Hegado de los primeros siglos estin escritos en un latin “de notario” bastante irreal, pero permiten entrever ese carfcter conservador de la lengua vulgar. Pue- de decirse que en el Leén repoblado por Ordofio I con su gente y con Flos, sobre todo en el reino de Leéa: son “los Beetos", manuseritor adornsdos oom miniatures dleskforadas y espléndias, generalmente obra de artistas monirebes, Dentro de le tradeién europea medieval, los Betios ofrecen, entre otras anomalias la elecein tlaina del Apocalip Sst en_cantreste con las concilios carolingios que declararon spécrfo este libro final del Nuvo Testamento, la iglesia spefiola habta efirmado su autenticidad ya en el siglo ve. La perduraciin de lot Beatos es muy significative. La historia do le rocanquita cristiana esté Gntreverada de visions apocaliptice, de cabalgatas misterioets en las nubes, de. guererae Celestisles que scuden a socarrer a Toe crisianos. Santiago se aparece en un esballo Blau fimo y personalmente mata infinidad de moros en la batalla de Cleijo (844). Por esos mines ‘fos, ef obispo de Inia Flavia (la actual Padeén, cerea de La Corufa) encuentra a la del mar el sepulero pétreo del Apéstol, milagrostmente Iogado desde Jerusaén. — Ta hay que tener en cuenta el marco europeo de las Cruzadas, que tuvieran lugsr durante casi des pari de 18, ea oe ee anata a sal spate de Gn tan tspafioles no parteiparon en elles, pero vvieron en esos sgloe una eepesie de crvaads perma: tent. Le presencia nmediata de lor motos es toma frectents en ls ineratre medieval de Ts peninsula, (Hay, por ejemplo, un nutrido grupo de romances lamadee “frontarizes" parque narran escaramuiae 0 incidentes ocurrdos en Ia camblante frontera entre moree y custlanss.) LOS REINOS CRISTIANOS %3 gallegos y mozérabes no hubo problemas de comprensién: la lengua que hablaban todos ellos era practicamente la misma. Navarra, el otro reino cristiano de los tiempos primitivos, tiene orige- nes un tanto més oscuros. Habia sido desde la época romana un territorio de lengua vasca, donde el ‘inico enclave de romanidad era la modesta ciudad de Pampelone (Pamplona). No muy solicitada por los moros, esta regién Iegé a constituir en el siglo 1x un reino embrionario que abar. caba también la vertiente pirenaica francesa, algo més romanizada, El reino de Navarra comenzé a sobresalir en el siglo X gracias a la anexién de La Rioja, reconquistada de manos de los érabes, Entre los reyes neva: ros se sefiala Sancho el Mayor (1027-1035) por sus esfuerzos de conso- lidacién. Mientras tanto, al este, en otra franja pirenaica asimismo poco roma: nizada, se habia constituido el pequefio reino de Aragén, subordinado a Navarra. Los reyes primitivos de Aragén reconquistaron a su vez algunas rras, y uno de ellos, Sancho Ramirez ({ 1094), rompié la subordina- én a Navarra, Las importantes reconquistas de Huesca (1096), Bar- astro (1100) y Zaragoza (1118) fueron ya empresa del reino de Ara- g6n, aun cuando entre los reconquistadores siguiera hahiendo gentes navarras. Se puede decir que la lengua de estos reconquistadores era mas “‘ruda” que la de los Jeoneses, ya que Len habia sido mas roma- nizada. Pero, de hecho, el aragonés antiguo se parece bastante al leonés antiguo: ninguno de los dos dialectos se ha alejado mucho del latin vul- gar visigético, Tampoco debe haber habido muchas diferencias entre el habla de los navarro-aragoneses y la de los mozlirabes con quienes se iban topando. Antes de evocar los origenes del reino de Castilla, conviene decir unas palabras sobre Catalufia y Portugal. Catalufia tuvo, desde el principio, tuna suerte aparte. La reconquista no fue emprendida por ningtin “rey” catalén, sino por Ludovico Pio, hijo del emperador Carlomagno (comien- os del siglo 1x). Catalufia quedé dividida en “condados” dependientes de Francia, pero que fueron emancipandose hasta el grado de que en el siglo xr los condes de Barcelona intervenian en la politica francesa. En ese mismo siglo xn se ere6 el reino de Portugal, que anteriormente habia Sido un “condado” subordinado a los reyes de Leén. Afonso Henriques (Alfonso I de Portugal), hijo del ‘ltimo conde, que por cierto era de origen francés, se corond rey en 1139, En su reconquista de Lisboa (1147) le ayudaron, no leoneses ni gallegos, sino cruzados ingleses en su camino a Tierra Santa. % NACIMIENTO DEL CASTELLANO El reino de Castilla La palabra Castilla viene de castella, plural de castellum, que en tiem- pos visigéticos no significaba ‘castillo’, sino ‘pequefio campamento mili- tar’ (diminutivo de castrum), 0 sea un campamento rudimentario, un cuartel, o hasta la finca de algin colono arriesgado (en mozérabe, cl sen- tido de castil es completamente pacifico: ‘casita de campo’). Ast como el nombre de Leén recuerda el acuartelamiento permanente de una legién (Legionem,) encargada de controlar a los insumisos cdntabros, asi el de Castilla recuerda las pequefias fortificaciones que los romanos mismos, y luego los visigodos, y més tarde los leoneses, tuvieron que construir para tener a raya a los descendientes de esos céntabros tan rudos como orgullosos. Cualquier idea de castillos monumentales est excluida en es- tos tiempos primitivos. En la época visigética, la regién de Cantabria no habia sido literal- mente nada mas que el punto de confluencia de tres de las viejas provin- cias o divisiones administrativas romanas: la Galecia, 1a Tarraconense y Ja Cartaginense. En los primeros tiempos de la reconquista, los reyes astur-leoneses no vieron en esa zona sino su frontera oriental, dividida en unos cuantos “condados” que les estaban sujetos. (Precisamente, 12 designacién colectiva Castella aparece por ver primera en un documento leonés del siglo 1x.) Puede decirse que los condes castellanos del siglo x reprodujeron Ia actitud que sus antepasados edntabros habian tenido diez siglos antes: pelearon contra los habitantes de la antigua Galecia, ya en- tonees reino de Leén; contra los de la antigua Cartaginense, o sea el terri- torio ocupado por los moros y los mozarabes, y contra los de la antigua ‘Tarraconense, o sea el reino navarro-aragonés. Contra todo el mundo pe- learon. Por lo demés, rechazaban tercamente el Fuero Juzgo (que seguia rigiendo no sélo en Leén, Aragén y Catalufia, sino también entre los mo- zhrabes), y se aferraban a su costumbre de resolver los conflictos judi- ciales mediante “albedrios” 0 arbitrajes. Se dice que a fines del siglo x los castellanos quemaron en Burgos todos los libros que contenian el Fuero Juzgo. La tiniea ayuda que buscaron fue la de los vascos, duziios a la sazén de un territorio mucho més extenso que el actual. (Los kabi- tantes del pais vasco y del primitive condado de Castilla vieron siempre muy por encima del hombro a los demas espatioles.) Refirigndose a los tiempos de Fernén Gonzilez. (+ 970), el mas famoso de los condes de Castilla, dice a mediados del siglo xnt el Poema en que se exaltan sus hazafas EL REINO DE CASTILLA 98 Entonge era Castilla un pequefio tinedn: era de castellanos Montes ¢’Oca moj Por cuenta propia, aunque reforzado por los vascos, Fernén Gonzélez expuls6 de Burgos a los moros, avanzé un poco més por el sur, y legé por el este hasta los no muy altos montes de Oca, “mojén” o limite entre sus conquistas y La Rioja recién adquirida por Navarra. Era en verdad “an pequetio rincén”, pero ya era algo. Desde Burgos, esos castellanos que “durante siglos fueron unos revoltosos” —como dice, en latin, un snimo cronista hacia 1150— se dedicaron sobre todo a destruir sus 3s de obediencia con los reyes de Leén.* No descuidaron ningiim me- dio, pero los medios sangrientos parecen haber sido los predilectos. Las raiciones, muertes y venganzas de esos tiempos, arregladas y debida- jente hermoseadas, dieron materia para los primeros poemas épicos de astilla. El trato con los moros era otra cosa: en este caso si se valieron 8 castellanos de recursos diplométicos: uno de los condes, Sancho Gar- ia (j 1017), recibia a los embajadores de Almanzor en un salén amue- blado con alfombras y almohadones arabes —seiial visible, por otra par- fe, de un repudio al arcaizante ceremonial visigético practicado por la te leonesa, ‘Tras la muerte (violenta) del iiltimo de los condes (1029), Castilla cay en Sancho el Mayor de Navarra, que se la dej6 en herencia a su jo Fernando al mismo tiempo que le dejaba Navarra al otro hijo, Gar- cia, Fernando no fue ya conde, sino “rey” de Castilla (Fernando I). Los leoneses, naturalmente, no lo reconocieron como tal, y el conflicto se re- solvié por las armas. Fernando derroté en 1037 al rey de Ledn (cufiado suyo), y asi pasé a ser rey de Castilla y de Leén; afios después asesind + Le sdlospostrores mentveron vito el recuerdo de eso plein He aque comienso ‘de un romance juglaresco: z rac asclanes y Ieoneses tienen grandes divsiones, Eeonde Fernin Genziler y el buen rey don Stncho Or sobre el partir de las terras” ahi pasan malas recone. ‘ritense de hideputas, —ijos do padres taidor s, deriban Hot mentones, reguascusntos en In carte sone; ‘aquellos benditos monjes gh.mo et i dl rey el to, hermano del conde “inenlas por quinee dias, que no pueden por més, none. Que ee vayan 2 los pradoe ‘de Carione. el conde non dari, none. ¥ al rey partb de Leone: al vado de Carrone. 96 NACIMIENTO DEL CASTELLANO a su hermano Garefa y anexé La Rioja a Castilla (batalla de Atapuerca, 1054). Tal fue el comienzo de la hegemonia de Castilla. Pero la unién de Le6n y Castilla no fue definitiva hasta 1230. Fernando I, por ejemplo, le dejé Castilla al hijo mayor y Leén al segundo (1064). Entre tanto hhubo otros Fernandos, y Alfonsos, y Sanchos, que prosiguieron le doble lucha de los origenes: contra los vecinos cristianos del este y el oeste, y contra los opulentos moros del sur. En tiempos de Alfonso VI (1072. 1109), Rodrigo Diaz de Vivar, experto en el arte de pelear (que es0 sig- nifica Campeador: campi-doctor ‘doctor en materia de campos de bata. a’), tuvo entre sus tareas la de expulsar navarros de las tierras caste- llanas. Este mismo Rodrigo Diaz, llamado mio Cid o quizd mis bien meu Cid por los mozérabes —sidi, en drabe, significa ‘mi sefior’—, les quité Valencia a los moros en 1094; pero, muerto cinco afios después, su viuda Jimena tuvo que devolverla a sus antiguos ocupantes.* Muchas de las empresas militares de estos tiempos no buscaban la reconquisla, sino el saqueo. Alfonso VII (1125-1157) llegé a emprender incursiones de- predatorias en ciudades arabes tan meridionales como Cidiz y Almeri El hecho es que los castellanos vinieron a ser, poco a poco, los reconqui tadores por excelencia: en 1085 Alfonso VI se aduefié de la gran ciudad de Toledo, y en 1212 Alfonso VIII, ayudado por franceses y navarro- aragoneses, abrié para Castilla las puertas de la riquisima Andalucia de- rrotando a los almohades en la batalla de las Navas de Tolosa (Jaén). Toledo, capital de Castilla a partir de 1087, fue durante mucho tiempo una ciudad eminentemente mozfrabe, tan bilingiie como Cérdoba o Jaén, thes Tee ROO: yop eae eens ee erm ae ne eee epee eee eee reece ern ee eae aa ease Pa ea ant ne ar ae ie ee gee re eee EL REINO DE CASTILLA 7 donde continué rigiendo el Fuero Juzgo y donde los documentos notaria- Jes continuaron escribiéndose en arabe, no por un permiso especial, sino por Ja simple fuerza de las cosas. Quien impuso el uso del romance en esa clase de documentos fue el rey Fernando TIL (1217-1252). Aprove- chando el debilitamiento de la Espafia andalusi tras la batalla de las Navas de Tolosa, Fernando ocupé Ubeda (1233) y la préspera y opulen- ta Cérdoba (1236), y afios después Jaén (1246) y Sevilla (1248). A su uerte, casi no les quedaba a los moros sino el reino de Granada, con ‘Malaga y Almeria. Hacia esos afios, por cierto, estaba en construccién la Alhambra, (Fernando III es santo de la iglesia catélica por razones muy istintas de las que Ievaron a los altares a su casi contempordneo Fran- ‘isco de Asis.) La historia de Ia lengua castellana no puede entenderse bien sin el es- bozo de historia politica que precede. Las acciones bélicas de Castilla han ido comparadas con una cufia que, martillada desde el norte (Amaya, Tuego Burgos), fue penetrando més y més en el sur (Segovia, Avila, ‘oledo, etc.), empujando a la vez hacia este y oeste. Los afios que van del conde Ferndn Gonzélez al rey Fernando III alteraron radicalmente I mapa politico de Espafia, y alteraron también en forma casi paralela su mapa lingiifstico. El engrandecimiento territorial de Castilla se hizo expensas de Asturias-Leén y de Navarra-Aragon, y sobre todo a base de las tierras quitadas a los moros. La-expansién de la modalidad lin- iifstica castellana significé la ruina del leonés y del aragonés y la absor- jin del mozdrabe. También desde el punto de vista lingiifstico fue el astellano una cufia que empujé con fuerza hacia abajo y a los lados, asta crearse un espacio anchisimo, totalmente desproporcionado a su ‘ial insignificancia. 1 La Primera erénice general, obra de Alfonso X (hijo de Fernando TI), cuenta Ja sec Beracién de Gérdoba con scents trunfsles, En 997, eomo parte del botin genado en Santiege i= Compostela, Alnanzor se habia levado Tas earpanas do la iglesia “por dechoora del ue- lo cristiano, ¢ estuieron en la meaquita de Gérdoba e sivieron { [al] en lugar de iimpa. Tas"; pero des siglo y medio despacs, en cuanto de Cérdoba, el rey Fernando “Seo fornar aquellas cempanas mismas e Ucvalas a la iglesia de Santiago de Galicia; © la ile fle Santiago, revesida dellas, fue muy alegre; e ayimtaron otras eaquiliellas que 01 Bion, Ios romeros que venian ¢ las ofan, eabfan la renin della, slabeven por end luntades a Dios”. (EI muckacho que navza It historia de Don Giferys mientras los titres fle Macse Pedro la ven representando, dice que el rey moro de Sensuete, al saber que Don jafcros so levaba a Melisendra, “mand Togo tocar alarma, y miren con qué pries, que yt 4a ciudad se hunde con el won do las campanae que en todas lay torres de las menqutss han” [y aqui Meese Pedro hace sonar en efecto unas cttopanssl. "120 10! —dljo a est Saxin Don Quijote—: en esto de las campanas anda may impropio Maese Podro, porque entre Maar no se usan eampanss, sino atabales y un género de dulminas que perecen nucstras shirimias y esto de sonar caropanas en SaneteGa sin dda quo ee un gran dieparat.”) 96 NACIMIENTO DEL CASTELLANO Advertencias sobre pronunciacién Antes de mencionar las peculiaridades del castellano frente a las demas hablas iberorromances, sera iti] hacer algunas observaciones en cuanto a Ja pronunciacién de ciertos sonidos que existieron en la Edad Media y que han dejado de existir o han sufrido alteraciones en espatiol moder- no, debido a cambios que ocurrieron sobre todo entre 1a segunda mitad del siglo xv y los comienzos del xvi. (De manera excepeional, y como simple curiosidad, se ponen aqui los modernos signos fonéticas de esos sonidos.) hz actualmente la h de herir y de alheli es muda, equivale a cero; en castellano antiguo era un sonido en toda regla: esas palabras se pronun- ciaban JERIR y ALJELi, aunque no con la j “dura” del centro y norte de Espafia, que se articula con el velo del paladar, sino con la j “suave” de gran parte del mundo actual de habla espafiola, més © menos equiva- lente a la h del inglés house, 0 sea con el sonido del jadeo (h aspirada, signo fonético [h]). xt las palabras zabén ‘jabén’, quexa ‘queje’ y box ‘boj? se pronuncia- ban SHABON, KESHA y BOSH, con sh inglesa (signo fonético (3], igual a la ch francesa moderna (la antigua ch francesa era como la nuestra). El sonido su no se ha perdido en el espafiol de los judios sefardé También 1a x de muchos indigenismos mexicanos —aunque no la x de México— sigue pronunciandose su: Uxmal, Xalitla, etc. g (ante e, i) y j: las palabras gentes y consejo se prommciaron en un primer momento DYENTES, consDYo (la D forma un solo sonido con la ¥: signo fonético [8]); pero ya en la Edad Media comenzé a desapare- cer el elemento p, quedando sélo una ¥ reforzada o prolongeda, seme: jante a la que se les oye a argentinos y uruguayos cuando dicen yo 0 ‘yegua (signo fonético [#]). En castellano medieval se escribia yentes y conseio ademas de gentes y consejo. La diferencia entre [8] y [2] es Ja que hay entre el inglés John, gentle y el francés Jean, gentil. La pala- bra hijo [hizo] no rimaba con dixo [dio]. ¢ (y también c ante ¢, i) : braco, cerca, Gid (o simplemente cerca, Cid) se pronunciaban BRATSO, TSERCA, TstD (la T forma un solo sonido con la st signo fonético [8])- z: la pronunciacién de azada era apsapa (signo fonético [2]). El ele- ‘mento indica que la z de azada es la contraparte sonora de la ¢ sorda de cerca: al pronunciar la d, la Iaringe vibra, como puede comprobarse tocando con los dedos Ia garganta; esta vibracién produce “sonoridad”, ADVERTENGIAS SOBRE PRONUNCIACION 9 cosa que no ocurre al pronuneiar Ja ¢, (En italiano actua una sola grafia para los dos sonidos: pazzo se pronuncia PAtS0, pero ‘azzurro se pronuncia ADSURRO.) 5 y ss, entre vocales, eran originalmente sonidos distintos (y contra- puestos): no era lo mismo oso (del verbo osar) que osso (cl animal, la- tin ursus) : oso y rosa no se pronunciaban con Ia s actual (Ia s de saber), sino con la sonoridad que hoy tiene la s de rasa en italiano y de rose en francés y en inglés. Esta s sonora (signo fonético [2] no se oye en es- pafiol actual sino “por accidente”, en voces como rasgo y desde. En cam- io, oss0, fuesse y asst se pronunciaban con nuestra s actual (signo fo: tico [8]). La s de oso era zumbante, la ss de osso era silbante. U: esta doble letra es el signo que se adopt6 en nuestra lengua para representar el sonido romance cuya historia ha quedado esbozada en la pag. 48. (En otras lenguas se adoptaron otros signos: lo que en castella- no es -alla, es -aglia en italiano, -alha en portugués, -aille en francés.) Aunque hay indicios de que ya en'la Edad Media se deca a veces yama en ver de llama, lo mejor sera leer sistematicamente la Il medieval con el sonido de la elle “espafiola” que sigue oyéndose en el norte de Espafia yen zonas de Sudamérica (signo fonético [1]). v: en el auténtico romance castellano, esta letra nunca represent6 el “sonido labiodental que se oye en el italiano vivere y el francés vivre “(sonido reelizado entre los dientes superiores y el labio inferior, signo | fonético [v]).* Ciertamente abunda la v en los textos antiguos, pero lo que representa es una “variedad” de la b. En efecto, el sonido labial “tiene dos realizaciones: cuando va al comienzo de palabra en contacto con cierias consonantes se pronuncia con los labios bien cerrados, por "ejemplo en boda y en tromba (b “oclusiva”, signo fonético [b]), y cuan- ddo va entre vocales se promuncia con los labios flojos 0 semiabierios, por “ejemplo en caballo (b “fricativa”, signo fonético [b]). En la escritura © La o del latin clésicn era como la actual w inglesa: sivre se pronunciaba wiwsnt. Pero “tanto exa como In b intervcilien de enballes, ennaban, te, se hicieron v labiodental en l latin vulgar do todo el imperio romano, aad en Te mal romanizada vane pirenalco-canté brica: al castellano y eu vedino dialectal del otro lado de los Pisineos, o sea el gascta, la satituyeron por b labial. (Hay que observar que también el gaveSn sustiiuyS por h aspirada | | f do ferire, ius, ote. En Tos dos casos, y en los dos rincones gengrsfioas,influyé evden femente el mismo sustrso prerromano: wase antes, pig. 18) Se equivocan, pues, quiencs so de auea™ disinta de Ix “b de burro”. Ni siguiera Ios 7, al hablar Ini, proninciaban oivere con 9 Tebiodentaly sno | que lo hacfan a Ta espafiola, Io cus] dio pie pura que sus ealegas europeos les tomaran el pelo: “Beati Hisponi, quorum vivere ext bibera™ (Dichosoe lon expaioles, cuyo vitir es Beber’. ara un italiana, pata un francés, ete, Is diferencia entre viere y bibere es tan clara como Ja que hay entre terdo y derdo; los Kispanchablantes, en cambio, no hacemas diferencia de promunelacién entre vest y basto, 100 NACIMIENTO DEL CASTELLANO medieval, que se mantuvo en parte hasta bien entrada Ia época moderna, la corresponde a la primera xealizacién (bailar, bellota, ambos . y también baho ‘vaho’, bor ‘voz’, bolar, combidar, ete.), y la v correspon- de a la segunda realizacién (ave, avia ‘habia’, cantava, nuevo, cavar, ca- vallo... , 0, como solia escribirse més a menudo, aue, auia, canta, ete.). Asf, pues, las antiguas grafias bivir, bolver y bever son més cohe- rentes, mas “légicas” que las modernas vivir, volver y beber, donde aca- démicamente se ha copiado el vivere, el vélvere y el bibere latinos. La “cufia” castellana Hace 1,001 afios Castilla era un “pequefio rincén”, El castellano era un pequefio dialecto arrinconado en la mal romanizada Cantabria, La ma- yor parte de la peninsula, sin excluir la poroién que seguia en poder de los rabes, heblaba fundamentalmente una misma lengua. Existian, por supuesto, diferencias dialectales (los catalanes decian ya muchas cosas de manera distinta de como las decian los asturianos), pero en todas par- tes, desde la Evora mozérabe hasta La Corufia, Gerona y Alicante, se decta ferir. Sélo en el rinc6n dialectal de Cantabria la gente decia herir. No sabemos si la pronunciacién “incorrecta” y “salvaje” de ferir como herir exa la de todos aquellos que constituyeron el micleo inicial de Cas- tilla, pero ciertamente era la pronunciacién de los menos cultos, la de Ta gente apenas semi-romanizada a quien se le dificultaba esa promuncia- cién que la inmensa mayorfa de la poblacién peninsular habfa hecho suya desde hacfa muchisimo. (De manera angloga, los filipinos nunca pudie- ron pronunciar la f espafiola, sonido que en los hispanismos del tagelo se sustituye por p: el nombre oficial de Filipinas es Pilipinas.) Quienes dicen hoy caird en vez. de caeré, tasi en ver. de taxi, giiélvamos en vex de volvamos o refalar en ver de resbalar, dan muestras de algo que se Hama “incultura lingiifstica”. (Y los lingitstas, a diferencia de los profesores empefiados en civilizar a sus alumnos, no ponen la menor inflexiéa de desprecio al emplear ese concepto téenico.) Pues bien: los compatrio: tas del conde Fernin Gonzalez eran hombres de una incultura lingiiistica en verdad notable. La pronunciacién de la f como h no era sino una de las “incorrescio- es” del dialecto castellano.* Todos los hispanos, incluyendo a los mo- * Este rasgo, al flo més aalinte o “tipico” de Ta cufia castellana, debe haber sido sums- ‘uesio que quienes ponian le lengue pot ecrito siguieron aferrados « la f LA “CURA" CASTELLANA 101 zhrabes, pronneiaban la g de genesta y la j de januarius (que dieron en gallego-portugués giesta y janeiro; en leonés y aragonés genesta/giniesta ¥ genero; en catalin ginesta y giner; en mozirabe yenesta y yenair) : sélo esos incultos castellanos la perdian y decfan, descuidadamente, iniesta y enero, Todos habfan convertido en sx el grupo intervocilico -se- de pala- bras latinas como piseem ‘pez’ y crescit ‘erece’ (portugués peixe, arago- nés pexe, leonés crexe, catalin creix, mozdrabe créshed) ; s6lo los caste- anos decian rs: pece, crece. Todos habfan Iegado a resultados como ollo, olho, uello, ull (latin éculus, latin vulgar oc’lu), 0 como vello, velho, viello, vell (latin vétulus, latin vulgar vetlu 0 vec'lu), 0 como fillo, filho, fill (latin filius): s6lo los castellanos decian ojo, viejo, hijo. Todos conservaban la ¢ de palabras latinas como noctem (gallego noite, leonés nucite, catalén nit, mozarabe nohte), como factum (gallego feito, arago- nés feito/feto, catalén fet), 0 como multum (portugués muito, catalén molt) ; s6lo los castellanos decian noche, hecho y mucho. En la siguiente lista, que prescinde del gallego-portugués, del catalén y del mozrabe para s6lo tomar en cuenta el Ieonés y el aragonés, los vecinos inmediatos al oeste y al este (a la izquierda y a la derecha), pue- de apreciarse ecqueméticamente la “singularidad” del castellano: farina, ferir, fox... farina, herir, hoz. . farina, fort, fae genero/yencro, yermano . . . enero, ermano . |. genero, germano/yermano + oTexe, pexe ++ axada rmuger, oveja. | | 1 muller, ovela espejo + exillo * Uamar + olamar chama/sama. |... . Mama + flama Shorr... 5 Morar + plorar pilomba ss paloma... paloma/pslomba Pelt, feito 1! echo, hecho... . peito, feito/feto ariesta, Téiego » arista, Hiigo ariesta, Iéfiego pueyo, ello. poyo, ojo. pueyo, ollo/aello “calta” durante siglo, aun cuando la pronunciaclin fuera de h agpzada. Después, el norte, © sea Castilla la Vieja, dajd de asprar esa A (o soa que In euprimis), mientras ol sur, la zona de reconquista eastellana més reciente, seguia aspvindola. En el siglo xvi, Burgos y Valladolid pronunciaban embra y umo, y Toledo ¥ Céxdoba jombra y jumo. Hor, jembra y jun fe dicen en Andalucia y en el espatal rual de gran parte de Amética, 7 1a vieje sustiu sigue funcionando hasta en juerte yen perjume. Hoy, sin embargo, de nada le sive a la sspiraciin de Is h eu eattellanitimo abolongo: la Academia espafla no admitré en su Dic- cionario semejantes “vulgarismos" sino cuando no heya mis remedio, porque jelar acaba por no ser To mismo que (hJaler, ni juerga lo mismo que (iJuelge i. | oe NACIMIENTO DEL CASTELLANO carraira/carreira. 2... carrera... ss carrera vello a Mieeejo fest Sac viello alla Seer, 8,2 majuelo |. |. malluolo Gade ey Sole i Cuenca, Huesca... osc Salta a la vista esa “singularidad” del castellano, esa como “voluntad de Hevarle la contra” al habla de los vecinos de izquierda y derecha. Cla- ro que hay coincidencias (contaminaciones tal vez): el castellano coin- cide con el arazonés en el caso de carrera, y también en el caso de palo- ‘ma; pero sila b leonesa de palomba y de lombo no existe en castellano, st existe la b leonesa de ambos (aunque en los origenes se dijo igualmente ‘amos, como en aragonés) ; la forma lamer predominé sobre lamber, pero Tamber se sigue diciendo en muchas zonas de habla castellana. En el caso de Uamar, Hama y Morar, el castellano se parece al leonés (¥ al gallego- pottugués) por haber reducido a uno solo los sonidos latinos cl-, fl- y pl- (que el aragonés dejé intactos) ; pero la solucién no fue la misma, A pro- pésito de arista (en contraste con la ariesta leonesa y aragonesa), con- viene observar que en textos castellanos viejos suelen encontrarse formas como siella y castiello, eliminadas muy pronto por silla y castillo. Por otra parte, a diferencia del leonés y del aragonés, que vacilan eutre puorta, puerta y puarta, entre amariello y amariallo, el castellano prefie xe muy decididamente puerta y amarillo. En leonés y aragonés hay esas como tiampo, piadra, duano/duafio ‘dueio’ y cuamo ‘como’ (en castellano Megs a decirse cuemo). El dialecto castellano fue, en verdad, una cufia que escindié lo que habia sido una masa bastante compacta de madera (materia) lingiiistica. Y, si se tiene en cuenta que en los siglos x y xt el mozfrabe era el ro- mance hablado por el mayor mimero de espaiioles, se comprenderé mejor la trascendencia lingiistica de la reconquista castellana. Podemos seguir el avance de esa cufia viendo el mapa adjunto. La vatiedad especificamente castellana del iberorromance sélo existia hace 1,001 afios (aunque muy soterrada) en la zona marcada con el nime- x0 I, La zona II representa el avance consoguido por esa variedad caste- Wana hasta fines del siglo xn. No es que en toda Ja zona Il se hubiera impuesto ya entonces el castellano sobre el leonés, el aragonés y el mo- zérabe (ni que hubiera habido una literatura escrita inconfundiblemante en castellano), pero la castellanizacién se hallaba més o menos adelan- tada, La zona III es la del avance de los castellanos y de su idioma du- ante el siglo xm, el siglo del gran reconquistador Fernando TIT. El reino ‘Mondgiedo ayo Evora wedtjoz 1280) v NACIMIENTO DEL CASTELLANO sraira/earreira carrera Toe eae + viello lato +++ + malluolo onca tse s ss Cuenca, Huesca: | | Vosca a vista esa “singularidad” del castellano, esa como “voluntad {a contra” al habla de los vecinos de izquierda y derecha. Cla- coincidencias (contaminaciones tal vez): el castellano coin. aragonés en el easo de carrera, y también en el caso de palo. In 6 leonesa de palomba y de lombo no existe en castellano, «i eonesa de ambos (aunque en los orfgenes se dijo igualmente en atagonés) ; la forma lamer predominé sobre lamber, pero gue diciendo en muchas zonas de habla castellana. En el caso ama y Uorar, el castellano se parece al leonés (y al gallego- 2or haber reducido a uno solo los sonidos latinos cl, fle y pl- onés dejé intactos) ; pero la solucién no fue la misma. A’ pro- ista (en contraste con la ariesta leonesa y aragonesa), con. af que en textos castellanos viejos suelen encontrarse formas Y castiello, eliminadas muy pronto por silla y castillo. Por 2 diferencia del Ieonés y del aragonés, qne vacilan ontre “@y puarta, entre amariello y amariallo, el castellano prefie. ‘idamente puerta y amarillo. En leonés y aragonés hay cosas piadra, duano/duafio‘duetio’ y cuamo ‘como’ (en castellano ‘e cuemo). ) castellano fue, en verdad, una cufia que escindié lo que ‘ masa bastante compacta de madera (materia) lingiifstica. en cuenta que en los siglos x y x1 el mozitabe era el ro 2 por el mayor niimero de espafioles, se comprenderé mejor ia lingiifstica de la reconquista castellana, eguir el avance de osa cufia viendo el mapa adjunto, La vcificamente castellana del iberorromance sdlo existia hace junque muy soterrada) en la zona marcada con el niime. I representa el avance conseguido por esa variedad caste. es del siglo xm. No es que en toda la zona II se hubiera ntonces el eastellano sobre el leonés, el aragonés y el mo- > hubiera habido una literatura escrita inconfundiblemente + pero Ia castellanizacién se hallaba més o menos adelan. Iles la del avance de los castellanos y de su idioma du. ‘tm, el siglo del gran reconquistador Fernando III. El reino Mondghedo vega ‘. Santiago oko v ee elesn Sanfuan y dela Pera Gerona! ° Huesca (1096) Laid? Bereetona aw ° ma : Ea Seria zarsuous Zamora Segovia OM“ 1118). “Tarragona @ (1085) MedInaceli (Cuadalajara wv j Sf Tepe wv 2 eet 7 ° Salamanca Menorca (1286) Q Kn oem) QD ies 1238) e (1085) ° Matiid 5 alr) 81077) ee gee a ccarian077 pee “Gutnes Totede 1065) HBSS tenia ae : ° Citeces Se CC c288) Buia) EN) fe ce tora weber Goda Rea Lote (1280) m ueghing 1268) @ Condo fg oD cee) S 0236) fio) va Sevilla Huelva Se fo Granada pies Malaga - LAS “GLOSAS” DE SAN MILLAN Y DE SILOS 103 de Granada, arabe todavia, ha quedado en blanco, al igual que los terri- torios del gallego-portugués al oeste, del vasco al norte y del eataliin- valenciano-balear al este. Las zmas marcadas con el niimero IV son las que el castellano les “‘comi6” al leonés, al aragonés y al mozérabe du- rante los siglos x1v y xv. Las que tienen el niimero V son las que toda- via hoy conservan el dialecto asturiano-leonés y el aragonés, 0 vestigi al menos. La fecha que Hlevan algunas ciudades es la de su reconquista por los cristianos. Tracemos una linea de Astorga a Huesca (pasando por _ Burgos), y después otra de Zamora a Zaragoza (pasando por Osma), y Iuego otras, cada vez més al sur, y veamos (imaginando una pelicula en cémara lenta) o6mo el nicleo original, el de gris més oscuro, se va exten- diendo de arriba abajo y ensanchéndose a la vez a izquierda y derech: asi fue la reconquista, y asi fue la expansién del castellano. La recuperacién de un lugar no significaba, por supuesto, su castella- nizacién instanténea. Los habitantes de Medinaceli, de Calatrava o de Jaén podrén haber pasado del dominio musulmén al cristiano en cuestién de semanas 0 de dias, pero no anochecian hablando mozérabe para ama- never hablando castellano. La enfia lingiiistica no pudo tener la violencia | de la cufia politica, Asi, por ejemplo, hacia el afio 1200, en el “fueron” © estatuto municipal de una poblacién situada al norte de Toledo se leen cosas como tella en vez de teja, y cutello en vez de cuchillo. Parecen voces Teonesas y aun portuguesas, pero no son sino voces mozérabes que no se habian “puesto al dia” en més de un siglo. Si la reconquista militar pudo ser répida en muchos casos, la castellanizacién no lo fue de ninguna manera. Las “glosas” de San Millén y de Silos Las muchas personas que hoy, en todas partes, tienen la buena (0 a | veces mala) costumbre de leer con lipiz. 0 pluma en mano, y de vez en cuando, ademés de subrayar cosas, escriben algo al margen o al pie de ja pagina, contintian una préctica que parece existir desde que hubo escri- tura y lectura. Naturalmente, el contenido de las anotaciones variaré de anotador a anotador. En la Edad Media se practicé asiduamente esta cos- tumbre. Muchas de las copias manuscritas de clisicos latinos se nos han conservado con “glosas” o “escolios” (el manuscrito podré ser del si- glo 1x, y las glosas del x1). Pero en esos tiempos, debido al estado de Ta cultura, y muy especialmente a la desproporcién entre el pequefio 104 NACIMIENTO DEL CASTELLANO niimero de letrados y 1a gran masa de iletrados —y es bueno recordar que en esa Europa no habia mas “letras” que las Jatinas—, los glosado- res y escoliastas hacian en todas partes mas 0 menos lo mismo, que solfa ser lo mis clemental, lo mas urgente: las glosas que més abundan son Jas que explican una alusidn, o traducen una frase complicada a latin és sencillo, o aclaran una significacién que ha ido volviéndose oscura. Les manuscritos medievales proceden en su inmensa mayoria de monas- terios, donde al lado de un scriptorium (monjes que copian o redactan cosas) hay un studium (alumnos o novicios a quienes se adiestra). Las glosas se esoribian en la lengua del pasaje glosado, o sea en latin. Pero en Espatia hubo, ademés, otra cosa. De varios Iugares de Lein —de la propia ciudad de Leon, y de Carrién, Sahagtin y Zamora— nos han Megado documentos latinos con glosas en arabe: evidentemente, los inte- resados en leerlos y entenderlos bien eran mozarabes bilingties. Y, sobre todo, de dos lugares cercanos a Burgos, el monasterio de San Milla y el de Santo Domingo de Silos, nos han Ilegado sendos manuscritos cuyas glosas, caso extraordinario, estén en espafiol. Las de Silos se Haman “glo- sas silenses” y las de San Millin “glosas emilianenses” (Aemilianus > Eniliano > Millén). El mannscristo de San Millén contiene sobre todo unas homilias 0 sermones de San Agustin, y el de Silos un Penitencial, especie de “‘recetario” de penitencias para los distintos pecados o los dis- tintos grados de maldad de un pecado. (Es curioso observar que el cepi- tulo més abundante en glosas es el que trata “de las diversas clases de fornicacién”. Se ha sugerido que el glosador era un estudiante de latin, no precisamente un monje; hien podemos imaginar que era un novic joven.) Las glosas emilianenses y silenses datan mas o menos de hace “1,001” afios, y dieron asi pretexto para la hechura del presente libro.* % Reouérdese To que digo en el Pxélogo (pig 9). Fue 1a sefora Beatrice Trucblood, ex peta en el arte de “producit” libros de Iujo, quien, al saber que en Espaia ee estaba con Temorando el milenario de muestra lengua, conebié Ia idea de dedicar uno de Toe productes dle taller a ese ema y me pidi6 quo cscribira el texto. La primera edictin de Los 1007 tos de lz lengua expafola, adornada con varios contenares do ilostraciones e.imprace en papel pesado, fao ropalo do una instiucién bancaria para sus clientes en la Navidad de 1979. (Poco antes te habia publieado en Burgos algo intuledo Castile: Libro del milenario de ta lengua, que 20 he podido ver.) El mantscrto de San Millan eo conserva en Ig Real Academia dela Historia (Madrid); aldo Silos fuo a dar « la bibliotoca del Museo Britinico (Londres). Menénder Pidal, que eileS y coments sabiam imprescindibles Origenes del espaol, euponia que fueron eseritas en la segunda maitad del siglo x. Segin Corominas, las emianenses son de mediados del siglo x (hacia 950) y las silenses de Ta segunda mitad de exe siglo (entre 950 7 1000). Pero sogin Lapesa, unas y otras “datan del siglo x 0 comin te del x1” Se conocen otres manustits ziofanos y leonees de los silos x y xt en que hay ‘loses romances al lado de una gran mayoria de gloss Istines, (En el manuserto do San ‘Millan hay, ademés, dos glosas en vasco.) LAS “GLOSAS” DE SAN MILLAN ¥ DE SILOS 105 Veamos un ejemplo caracteristico de glosa. En el manuscrito de Silos, el texto latino prescribe en cierto ugar que algo se lave con un poco de agua. Si el texto hubiera dicho pauca lavetur aqua, no habria habido nin. guna necesidad de glosa: cualquiera habria entendido esas tres palabras; pero el latin es alli un tanto attficioso, y las tres palabras son “refina. das”: modica abluatur limpha (como si dijéramos “sca abluido con una médica linfe”). Entonces, el glosador pone debajo de cada tmna su respec: tiva traducciéa: poca, labatu siegat, y agua. Descontando las peculiarida- des de la escritura, estas palabras petmiten formar la frase sieyat labado con poca agua (sieyat es “sea*). Se ha supuesto que los glosadores de San Millan y de Silos contaron con la ayuda de un diccionatio ya hecho. Es posible. En todo caso, po- niendo en orden alfabético Tas glosas se obtiene un pequefio voeabulario latincromance, del cual vale la pena ver unas muestras. (Pongo primero las palabras latinas, con su traduceién a espafiol actual, y después las glosas, con algunos comentarios; E es glosa emilianense; S, glosasilense.) abducta ‘raptada, evade’: levata $ (seguramente hay que leer levada; levar, antepasado de Uevar, es normal en castellano antiguo). uotiens ‘algunas veces’: ulyuaaudus beoes E, Darbari ‘bérbaros’: gentile, paganos, mozlemos S (tres tradueciones de una lara co una a las pa el eosdor, Brbaros son los anos al exis beneficia ‘los favores, ‘los servicios’: elos serbicios E (el articulo los esté toda- via muy cerca del latin ios). ceracterem Snare, sf: seingaleE (evidentemente hay que ler sefle: atin no se ha inventado la f, y el glosador se ingenia para poner por escrito ese sonido, desconocido en latin). Me ern ga combats “en quemado!s Herat sogt (como el laa sogt quo ants ‘commotiones ‘conmociones’, ‘movimientos': moveturas E (seguramente move. duras) ammétur ‘sea condenado’: desonoratu siegat 8. divident se ‘se separardn el uno del otto’: partirsan E (‘“partirse han"). elfinitur ‘se derrame, se vert: verferdn Gia ea erubescere ‘avergonzarse"] non erubescunt: non se bergu[n}dian E (en la es critura esti muy cerca el latin verecundia; la promunciacién seria “non so > bergonzan”, o quizé “non se bergofian”; una glosa de Silos dice wergoina, © sea vergoiia). exclidere ‘excluir’, ‘separar’, ‘dejar’: separare, laiscare $ (atin no se ha adop- tado la excritura laixare, con — stf, sonido inexistente en latin; laixare se hizo lexar, y luego dexar). cexteriores ‘exteriores': de fueras E. 105 NACIMIENTO 1L CASTELLANO fémora ‘muslos': campas $ (hay que leer seguramente cambas, palabra afin a ‘gambas y a jambas; en castellano antiguo se dijo camas, tal eomo se dijo amos por ambos) fenum ‘heno, hierha’: jerba E (cs seguro que la promunciacién es ierba y no ‘yerba, pues en este segundo caso el glosador hubiera escrito gerba) ignorans ‘ignorando’: non sapiendo $ (escritura latinizante; el glosador dice sabiendo, pero “no se atreve” a escribirlo). invalid ‘débiles’, ‘enfermos': débiles, afltos $ (atin affictus ‘afligido’). inveniebit ‘hallar®’: ajlarat E (sobre aflar véase antes, pag. 50). {nvioem ‘de uno 2 otro’: uno con alo S. justficare] non justificabuntur ‘no se justificarén’: non se endrezardn E. lapous ‘caido’: eadutu S (se us6, en efecto, la terminacién -udo para participios de verbos de la segunda conjugacién) Iibenter ‘de buen grado': woluntaria E (habré que entender volunteriamientre véace la iltima palabra de esta lista), negare] si quis negat ‘si alguien niega’: [st alguien] non quisiéret dare S. paupéribus ‘a los pobres’: @ los misquinos S. periurium ‘perjurio’: mentira S. ‘péculum ‘la cope’, ‘la bebida’: la bebetura $ (0 sea la bebedura) praccipitare] non preccipitemur ‘no seamos derribados': nos non haigamus E. puniuntur ‘sufren pena [de muerte]’: muertos fuerent S. revértere ‘revert’, ‘volver: retornare 5, sollictisimus ‘estemos preocupados’: ansiosu segamus E (0 sea seyamos an- siosos) sponte ‘voluntariamente’: de voluntate S, strilis ‘estEril’: infecunda, sine fruit S. terribilem ‘terrible’: paboroso, temeroso E. Violenter ‘viclentamente’: juertemientre $ (es el adverbio que se lee en el pri- mer verso del Cantar del Cid). En cierto lugar, el texto latino de San Millén refiere o6mo se van pre- sentando ante el principe del infierno diversos diablos que le dan cuenta de las fechorfas que han perpetrado. El primero dice: “Yo provoqué (sus- citavi) guervas y derramamientos de sangre...”; y el segundo: “Yo provoqué (suscitavi) tempestades, hundi (submersi) embareaciones ...” Pues bien, el glosador emplea tres formas distintas del pretérito, y tra- duce respectivamente lebantai, lebaniaui y trasiorné. Fs claro que esta multiplicidad de formas no corresponde a la realidad; y, puesto que el slosador ya sabe escribir trastorné, bien hubiera podido escribir asimismo lebanté (la forma lebantaui est4 calcada del latin, y lebantai es més latin vulgar que romance). Esta vacilacién es significativa. Una y otra ver. hay que tomar en cuenta la atraceién irresistible que sobre el glosador ejercfa el imén de la lengua eserita: de ahi sus formas latinizantes. Al escribir LAS “GLOSAS” DE SAN MILLAN ¥ DE SILOS 107 siéculos tenia en mente la palabra saecula (séeula), tan repetida al final de las oraciones litiirgieas; de haber habido una tradicién de eseritura en lengua vulgar, seguramente habria escrito sieglos, como también habria escrito las bodas en vez. de las votas (latin vota: véase antes, pag. 50). La escritura de los glosadores es de algiin modo comparable con la de los anglohablantes y francohablantes escolarizados que autométicamente uti- lizan una ortografia “histérica” muy alejada a menudo de la realidad actual de la lengua. (Si se atendiera a Ia pronunciacién real, no se escri- birfa en inglés knight ni sword, sino nite y sord. Y, de hecho, hay ya modernizadores que se atreven a escribir tonite en vez de tonight, y thru en vez de through.) 2Estén escritas en “nuestra lengua” estas glosas? No, evidentemente. Las gentes de Fernan Gonaillez —salvo los aliados vascos— hablaban el rudo dialecto castellano, pero no lo escribian porque no sabian escribir. Sélo en los monasterios se escribfa. Ahora bien, el de San Millin estaba a fines del siglo x en territorio navarro, y el de Silos estaba en territorio recién reconquistado y depend{a culturalmente del de San Millin. La Tengua de las glosas silenses es la misma que la de las emilianenses: es Ja Iengua navarro-aragonesa en su etapa arcaica, una lengua muy afin a la mozérabe. Ni siquiera las formas de fueras, muertos y fuerte pueden tomarse como tipicamente castellanas, puesto que la diptongacién en we se da también en navarro-aragonés al ledo de uo y wa, y en las glosas mismas se lee wamne al lado de uemne ‘hombre’. Otras formas tipica- mente aragonesas (ademés de wamne/uemne) son clamar, aflar, aplecar ‘allegar’ (conservacién de los grupos latinos cl, fl, pl), laixar, cambas, fruito, muito, sieglo, feito, spillo y conceillo. Merece destacarse una de las glosas emilianenses a causa de su exten- sin y de su carécter, por asf decir, “gratuito”. San Agustin termina un sermén con Ia doxologfa habitual: pide el socorro de Jesucristo, a quien pertenece “honor et imperium cum Patre et Spfritu Sancto in saécula saeculorum, Amen”. La timica palabra necesitada de glosa seria im- perium; pero el glosador, en vex de limitarse a poner alli ela mandatione (“Ia mandacién”), no sélo tradujo todo el remate, sino que lo alargé por su cuenta: +, cono ajutorio de nuestro dueno, dueno Christo, dueno Salbatore, qual dueno yet ens honore, e qual duenno tignet cla mandatjone cono Patre, cono Spiritu Sancto, enos siéculos delosiéculos. Fécanos Deus omnfpote[n]s tal serbitjo fere kke denante cla sua face gaudioto segamus. Amén, 108 NACIMIENTO DEL CASTELLANO (0 sea: “con el auxilio de nuestro sefior, el sefior Cristo, el seffor Sal- yador, el cual sefior esta en el honor, y el cual sefior tiene el imperio con el Padre y con el Espiritu Santo en los siglos de los siglos. Haganos Dios comnipotente tal servicio hacer, que delante de su faz. gozosos seamos”. , simplificando esto filtimo, tan torpemente dicho, “Que Dios nos conce da gozar de su rostro”.) * En resumen, las glosas silenses y emilianenses “hermosean”, por un lado, la lengua vulgar de la cual pretenden ser expresién; y, por otro lado, de ninguna manera pretenden ser expresién del dialecto de Castilla, el més arrinconado y minoritario a fines del siglo x, el més certil, el que menos tratos podia tener con la escritura, Los verdaderos castellanos no hableban ese romance “‘decente” 0 “presentable” de las glosas, con su clamar, su feito y su conceillo: hablaban bastante “peor”. O, si se cambia de punto de vista, el castellano de esta época —no repre- sentado, sino apenas implicado en las glosas— era ya mucho “mejor” que esa lengua arcaica y vacilante. La difusién del castellano estaba em- pezando apenas. Mal hubiera podido escribirse lo que todavia no se habie impuesto sobre la lengua romance de la inmensa mayoria, Los caracteres del castellano no comenzaron a registrarse por escrito sino en la segunde mitad del siglo x1. Lo cual no quiere decir que la antigua lengua se hubie- ra resignado ya a morir: todavia en 1200, como se ha visto, los toledanos decian tella y no teja, eutello y no cuckillo; no habfan asimilado afin nuestra lengua. ‘Nuestra lengua, hace 1,001 afios, era una de las variedades dialectales del romance hispano que se hablaban en el norte cristiano, desde La Co- rufia hasta Lérida. Para ponerla en su lugar, o en su contexto, hay que acudir a los estudios que varias generaciones de lingiiistas han consa- grado a ese norte peninsular, paraiso de dialectélogos —Galicia, Astu: ias, Zamora, Leén, la Montafia, La Rioja, los valles pirenaicos de Aragén y Navarra—, donde suelen encontrarse todavia diferencias de habla no ya entre regién y regin, sino entre aldea y aldea, por poco que las se- * Cono = con elo; ena = en ela: enos = en elos (contracciones do proposiién y antcule como las modernas aly del); — ojutrio es latino casi crudo (adjutoriam ‘ayuda, ‘aux f fs ‘est con Ihonore es vor femenina, como éalore, colore y otras (la es Itiniamo de tsorltura; Ia pronuneiactin real era onere); — Deus omnipotelnls esti completamente en It Ts escritura de gaudiosos] es latina; hay que pronunclar geguramente gozosos, cou 1k — Dimaso Alonso, autor de un breve articulo sobre este “primer vagi engua, encuentra signficativo el hecho do que, mientras el primer texto escrito en francés fl primero en itallano de cardter mereantl, el primero en expe EL CAMINO FRANCES 109 pare una montefia 0 un xfo. El castellano, por decirlo asi, “se salié de su lugar” y se derramé por Espafia. A eso se debe que tres cuartas partes de la peninsula carezean del variado dialectalismo del norte, parecido al de ciertas zonas de Francia y de Italia. Los dialectos septentrionales de Espafia, contemporaneos del castellano, miembros de la misma familia, y més prestigiosos que 61 hace 1,001 afios, son ahora sus parientes pobres, El camino francés La “invencién” 0 “hallazgo” del sepulcro de Santiago en el siglo xx tuvo consecuencias importantes. La ciudad de Compostela se convirtié muy pronto en lugar de peregrinacién al que aoudian grandes multitudes procedentes de la Europa occidental. Durante siglos, el sepulcro del Apés- tol rivaliz6 con el de Cristo, (Es verdad que la peregrinacién a Tierra Santa no era facil.) La fama de Santiago de Compostela esté atestiguada por Dante en el canto XXV del Paradiso y por Chaucer en el prélogo de los Cuentos de Canterbury. Después de trasponer los Pirineos, los pe- regrinos seguian por San Sebastian, Guernica, Bilbao, Laredo, Santander y Oviedo hasta la punta de Galicia, —eamino arduo por montafioso, pero ‘l tinico posible si se querian evitar encuentros desagradables con los moros. Acudian peregrinos de todas partes, pero, como es natural, predo- minahan los franceses, y por eso el camino de Santiago vino a lamarse “el camino francés”. ‘A fines del siglo x, 0 sea por los afios en que se escribieron las glosas de San Millan y Silos, el aguerrido Almanzor les habfa demostrado a los, reyes cristianos del norte que el duefio de la situacién era el califa de Cordoba, y su mejor demostracién habfa sido Ia toma y saqueo de Com- postela. Como el atractivo de estas peregrinaciones religioso-turistico- comerciales era enorme para ln Europa de entonces, la ocupacién del sepulcro de Santiago por los “infieles” bien hubiera justificado una “in- tervencién” de las incipientes potencias europeas, o sea una cruzada como las que empezaron a lanzarse contra Jerusalén en el siglo x1. Pero no fue necesario. Los resultados de las deslumbrantes campafias de Almanzor fueron efimeros. Unos cuantos afios después, la reconquista cristiana avanzaba a grandes pasos; Leén volvia a ser zona segura, y el rey de Navarra, Sancho el Mayor, con los “averes monedados” de los moros (dinero arrebatado como botin de guerra), decidié construir puentes para un nuevo “camino francés”, més al sur, no sélo garantizado contra per- 10 NAGIMIENTO DEL CASTELLANO ances funestos, sino también més ameno y descansado, por Pamplona, Logroiio, Burgos, Leén y Astorga. Espafia, parte de Europa en cuanto provincia del imperio romano, si- guid siéndolo durante la época visigética, pero qued6 aislada al ser ocu- pada por el Islam. Fue gracias a las peregrinaciones compostelanes como empezé a reintegrarse a esa Europa que entre tento habia cambiado mu- cho de rostro. Y el contacto con la Europa cristiana se hizo sobre todo a través de Francia. Sancho el Mayor fue el primer “afrancesado”. Des- de el punto de vista religioso-politico, la institucién més avanzada y dinémica de Europa era la orden cluniacense, fundada en Cluny (Bor- gofia) el afio 910. Los monjes cluniacenses, que dependian directamente del papa, iban a ser més tarde el instrumento ideal del enérgico Grego- rio VIT (1073-1080) para su empresa reformadora, modernizadora y unificadora. Ya en 1022, poco antes de que Sancho ascendiera al trono, Jos cluniacenses habian fundado un primer monasterio en Leyre, cerca de Pamplona, donde estaban las tumbas de los reyes de Navarra; pero fue Sancho quien les abrié Jas puertas de Espafia, y Navarra la primera regién espafiola en que se sustituyé la arcaica liturgia visigética por la liturgia romana, 0 europea, difundida por los cluniacenses. Sancho en- pled buena parte de sus botines de guerra en la fundacién de monasterios. Fernando I de Castilla, hijo suyo, siguié el ejemplo, y con la misma clase de “averes monedados” pagé nuevas fundaciones. Alfonso VI, hijo de Fernando, impuso el rito romano en Leén y Castilla, y colocé en la sede arzobispal de Toledo a un monje francés. (Sin embargo, como hemos vi to, el rito visigético no pudo ser desterrado de Toledo en muchisimo tiem- po.) La Espafia cristiana se llen6 de obispos provenzales y franceses, 120 de los cuales, Jéréme de Périgord, gran bebedor, fue amigo y compafiero de armas del Cid. La influencia francesa, visible ya a fines del siglo x1, se ejerci6 vigo- rosamente durante los dos siglos siguientes en muchos aspectos de la vida, aparte del estrictamente religioso. Se construyeron iglesias espléndidas, de estilo roménico, cobre todo en las ciudades por donde pasaba el ca- mino de Santiago. Cada monasterio era un centro de cultura, y en las fandaciones cluniacenses se daba gran importancia al seriptorium y al studium. Navarra fue el primer reino espafiol en que se europeizé la es critura: se abandoné la letra visigética —Ia letra en que estin escritas las glosas emilianenses y silenses— y se adopté la gética francesa. (La letra ch es galicismo. Antes de la influencia francesa, los notarios no si- bian cémo escribir el apellido Sfnchez, y escribian cosas extrafias, como EL CAMINO FRANCES m1 Sangiz 0 Sanggec.) Todo el norte de Espaiia cayé bajo la seduecién de Francia. Los muchos “franeos” (franceses y provenzales) que entraron no tuvieron que adaptarse penosamente a Espafia. Formaron a menudo verdaderas “colonias” a lo largo del camino de Santiago, y en la Nava- 1ra del siglo x1v atin conservaban su lengua. Mas aiin: hay documentos en lengua vulgar, escritos en regiones tan meridionales como Guadala- jara, que estén Ienos de palabras y giros provenzales. Los “francos” pudieron exhibir ostentosamente sus gustos, sus costumbres, sus modas y su lengua, y en todo fueron imitados. Muchas veces la influencia fran- esa se confunde con una influencia catalana: Catalufia habfa estado siempre mAs orientada hacia Europa; su arquitectura roménica es muy anterior a la del resto de Espai Desde el punto de vista lingiistico, las peregrinaciones de Compostela y la entrada de los eluniacenses trajeron varios resultados. El més impor- tante fue que se depuré la latinidad de los documentos espafioles, con Io cual se derribé el puente cada vex més falso que el degenerado latin de notarios y de clérigos ignorantes ponfa entre la lengua culta y la vulgar. Al poner de manifiesto la distancia que habia entre el latin de los letra- dos y el romance de los iletrados, y al requerir estudios serios para do- minar el primero, los cluniacenses viniezon a fomentar, de rebote, la prictiea de poner por escrito también el segundo. Otro resultado fue la entrada al castellano de muchas yoces extranje- ras, procedentes del francés propiamente dicho (lengua de oil), del pro- venzal (lengua de oc) y del catalin, Estos extranjerismos constituyen un grupo parecido al de los germanismos (pigs. 69-70), pero mucho mas nutrido, y més variado también, Hay, por una parte, un niimero notable de términos referentes al mundo eclesidstico, como preste ‘sacerdote’ y arcipreste, calonje y canonge (de donde viene canonjta), deéin, monje, fraire (después fraile) y hereje. Otros se refieren al mundo feudal y caballeresco: lingje, homenaje, usaje, mensaje, ardiment “énimo, valor’, barnax “hazaia’ (francés antiguo barnage), coraje ‘valor’ y corajoso (courageux), lisonja, tacka, fonta, 0 sea honta con h aspirada (francés onte ‘deshonor’), duc y duque, y palafré o palafrén, Otros —comenzan- do con las palabras jornada, viaje, hostal, mesén y argén o argent ‘dine- 10’, flagrantes galicismos— reflejan el contacto cotidiano de las dos cul- turas: los espafioles dejaron de decir lunada o pernil y comenzaron a decir jamén; dejaron de decir acedo y lo cambiaron por vinagre. Son galicismos las palabras vianda ‘comida’, pitanza y manjar, al igual que jardin, vergel y ruisefior (y jaula) ; también lo son doncel y doncella, ba- uz NAGIMIENTO DEL CASTELLANO jel, fol ‘loco’, follia ‘locura’, salvaje, jaydn “gigante’ (francés géart), ‘matino ‘mafiana’, el adjetivo ligero, el verbo trovar (en sus dos sentidos: ‘encontrar’ y ‘hacer versos’) y los adverbios tost “en seguida’ y de volonter ‘de buen grado’, Si los galicismos de origen latino se hubieran roman- ceado en Espafia directamente del latin, los resultados habrian sido muy distintos: por ejemplo, vascellum no habria dado baxel (bajel), sino baciello y bacillo; vidticum no habria dado viaje, sino viazgos ménachus no habria dado monje, sino mongo, o tal vez. muengo, 0 quia muénogo, (Paradéjicamente, la palabra espafiol, 0 sea el nombre mismo de nuestra lengua, es un extranjerismo. La explicacién de la paradoja no es dificil. Eran los extranjeros quienes vefan a Espafia como un todo, En Espafia misma no habia “consciencia de Espafia”: se decia “soy navarro”, “soy leonés”, etc., pero no “soy espafiol”. Adems, como vimos en la pag. 92, “Bspaiia” era para los reinos cristianos una nacién ajena. Si la palabra Hispaniolus se hubiera usado, habria dado como resultado espafiuelo, La palabra espaiiol es un provenzalismo.) Hubo todavia un tercer resultado: la impresionante pérdida de la e final de muchas voces, que quedaron, de golpe, igualadas a las france- sas 0 a las catalanas respectivas: val ‘valle’, mont, grand, part, ete. El espaol de los siglos x1 a xu da la impresién de haberse catalanizado: abundan formas como huest, noch, deleit, aduxist ‘adujiste, condujiste’, com ‘come’, dix ‘dije’, diz ‘dice’. A causa de la pérdida de la e, nave se hizo naf, nueve se hizo nuef y todo se hizo tot (como nef, neuf y tout en francés). En un texto del siglo xnt se leen cosas como af ‘ave’, bef ‘bebe? y “non ris, ca miedo of” ‘no ref, porque tuve miedo’ (of es ove ‘hube’). Por la pérdida de la e, los pronombres enclitices quedaron reducidos a los sonidos m, t, s, 1: nom dixo ‘no me dijo’, ques pone ‘que se pone’, una feridal dava ‘le daba’. Peor atin: de nim’la dan ‘ni me la dan’ se pasé a nimbla dan, y de yor'lo do ‘yo te lo doy’ se pas6 a yollo do. Finalmente, la influencia francesa parece haber fortalecido ciertos ras- gos morfolégicos propios del espatiol medieval; asi el uso del auxiliar ser con verbos intransitivos: es nacido (ha nacido), eran idos (se habian ido), serdn entrados (habrin entrado) ; asi también el empleo “frasecl6- ico” del participio activo, por ejemplo “todos sus conocientes” (‘todos Tos que lo conocfan’) y “merezientes érades de seer enforcados’ (“mere- ciais ser ahorcados’). VI LA CONSOLIDACION DEL CASTELLANO El mester de juglaria La literatura castellana se inicia con el Cantar de mio Cid, que refleja, centre tantas otras cosas, las luchas de Castilla contra leoneses y aragone- ses por un lado, y contra los almorévides por el otro, El Cantar no nos ha Uegado completo. Se inicia en el momento en que el Cid, desterrado de Castilla por Alfonso VI, abandona “sus palacios” (su casa) de Vivar, ya la salida del pueblo se vuelve a “catarlos” (a miratlos) y lora ante el especticulo de la desolacién: los ucos (las hojas de las puertas, del latin ostium) sin cafiados (sin candados) ; las aledndaras o perchas, des- nudas de las prendas que de ellas se colgaban y de los halcones y adores (azores) que sobre ellas dormfan: De los sos ojos tan fuertemientre lorando tomava la cabega i estivalos eatando, ‘Vio puertas abiertas ¢ ugos sin caiiados, alcindaras vétias sin pielles e sin mantos essin falcones e sin adiores mudados. Sospiré mio Gidea mucho avié grandes cuidados ... Sesenta fieles guerreros (sesenta pendones, o sea lanzas) han decidido acompafiarlo en el destierro, y la primera jornada de camino ha Meva- do a estos hombres, cansados, a la vista de la ciudad de Burgos. Los ve- cinos, hombres y mujeres, salen a Ja calle o se asoman a las ventanas (finiestras) para ver el especticulo, y lorando de compasién se dicen tunos a otros: “jQué Mistima que el rey no esté a la altura del vasallo!”” Bien quisieran ofrecerle alojamiento, pero la célera del rey los tiene aga- trotados: han recibido de él una carta archi-auténtica en que les prohibe todo gesto de hospitalidad para con Ruy Diaz: quien desobedezca perderé sus posesiones (averes), perder los ojos de la cara, perderé ignomini samente la vida. Se esconden, pues, No tienen valor para mirar al Cid cara a cara. El Campeador se encamina (adelifi) a la posada. Los due- fios han atrancado la puerta: han tenido que hacerlo (assi lo pararan), us ns CONSOLIDACION DEL CASTELLANO pues temen al rey. 2Se atreverd el Cid a quebrantar esa puerta? En vano sus hombres dan voces a los posaderos. Ruy Diaz avanza entonces en su caballo y, sacando un pie del estribo —sus hombres lo estarén observando en silencio—, asesta una “herida”, un golpe fuerte y sonoro, a la puerta cerrada. En eso aparece una muchachita como de mueve afios, que con intrépido candor se dirige al Cid —{Oh t6, que en buena hora cefiste espada!”— para explicarle lo que pasa. Imposible abrirle: imposible darle acogida: las érdenes del rey Alfonso no son ninguna broma. ;Qué ganaria mio Cid con la ruina de los honrados vecinos de Burgos? Siga, pues, su camino. Tiene a Dios de su parte: El no lo abandonaré.. .. Pero el texto original no es dificil, y vale 1a pena leerlo, porque es bellisimo: ‘Mio Gid Roy Diaz por Burgos entr6ve, fen sue conpafiasessaenta pendones. Ena Io ver mugiores¢ vrones Durgeses e burgesas por las finiestras sone, Plorando de los ojos tanto avién el dolore—, de las aus bocas todos dizfan una razone: i “{Dios, qué buen vassallo! Si oviesse buen sefiore! Conbidar le ien de grado, mas ninguno non osavaz el rey don Alfonsso tanto avié le grand sei. ‘Antes de la noche en Burgos dél entré su ‘con gran recabdo ¢ fuertemientre seellada: que a mio Gid Roy Diaz que nadi nol diessen posada, € aquel que gela diesse, sopiesse (vera palabra) que perderié los averes’ © més los ojos de la cara, © aun demas Tos cuerpos ¢ las almas, Grande duelo avién las yentes cristianas; azcindense do mio Gy x nol ouan deir nad El Campeador adelifé a su posada, teas eg a poy al in ga, jor miedo del rey Alfons, que assi lo pararan: ue i non la qucbrantisy que non gala bricsen por nada Los de mio Gid_ a altas vozes lamans los de dentro. non les querién tornar palabra. Aguijé mio Gid, a la puerta se llegava, sa06 el pie del estribera, una feridal dava: non se abre Ia puerta, ca bien era gerrade Una niin de moef aos a ojo se paravaz “Ya Campeador —jen buena cinxiestes expada!—, el rey lo ha vedado: anoch dél entr6 su carta con grant retabdo © fuertemientre seellada, EL MESTER DE JUGLARIA ns Non vos osariemos abrir nin coger por nadas si non, perderiemos los averes e las casas, eam demés los ojos de las caras. Gid, en el nuestro mal vos non ganades nada; ‘mas el Criador vos vala con todas su vertudes santas”. Esto la nifia dixo ¢ tornés pora su casa... Estos versos nos dicen ya mucho, asi por el lado de la representacién de las cosas como por el lado de la emocién humana: muestran a la ver tun estado lingitistico y un ideal poético. Y, lo que es mas importante, estén escritos en espaiiol. El hispanohablante que se ponga a leer el Cantar va a necesitar explicaciones, por supuesto, pero no va a tener grandes di- ficultades para entenderlo —y para gozarlo, porque en sus casi 4,000 ver- 808 hay no pocas bellezas. Se comprende el entusiasmo de quienes han visto en 61 uno de los monumentos literarios de Ia Edad Media europea. En una segunda lectura, un verso como “De los. sos ojos tan fuerte. mientre Horando” nos dice algo que no carece de importancia: la costum- bre de que los héroes oren con tales extremos, fuertemientre, es una “costumbre literaria” tomada de Francia; esos paroxismos de Ianto son los del héroe de la Chanson de Roland. Més atin: la expresion “Ilorar de los ojos” no pertenecia a la lengua hablada, sino que es traduceién del giro épico franeés plorer des oilz, o sea un puro galicismo literario. Los oemas épicos franceses —la Chanson de Roland y otras chansons poste- riores— influyeron decisivamente en la concepcién y en la expresién del Cantar de mio Cid: Es inimaginable qué pudo haber sido éste de no haber existido tan aventajados modelos, Seguramente ya en vida del Cid habia empezado a difundirse —y tno s6lo en los reinos cristianos del norte, sino también entre los mozara- bes— la noticia de sus trabajos y cuitas, de sus empresas y triunfos, © sea su “leyenda”. (Personajes tan modernos como Pancho Villa y el Che Guevara también comienzan'a ser “leyenda” en vida.) Los difundi- dores por excelencia de la leyenda del Cid fueron los juglares, especie de artistas ambulantes, o “de feria”, que, entre otras habilidades para inte- esar o divertir a la gente (tocar un instrumento, cantar, hacer juegos de manos, decir chistes), tenian la de contar, en verso, toda clase de nuevas, noticias estupendas nunca antes ofdas por el piblico. Si las noticias eran ya conocidas, los juglares tenfan que buscar la “novedad” por otros me- ios, digamos el agrandamiento de la realidad,’ la adicidn, de nuevas | proezas, un mayor refinamiento de estilo. Estos relatos en verso, estos “antares”, no’eran cosa inmévil, de una pieza. Pasaban por constantes us CONSOLIDAGION DEL CASTELLANO “refundiciones”. No se escribian, sino que se recitaban (o seguramente se canturreaban) de memoria, No estaban destinados a un pitblico “cul- to” o “cortesano” —puesto que no lo habia—, pero si a un piblico “seio- rial”, el mas interesado en los temas politicos, y el que mejor podia apreciar y pagar el arte de los juglares, el “mester de juglaria”. (Cuanto ‘mejor fuera el juglar, tanto mejor comfa.) Se sabe que hubo cantares juglarescos sobre las agitadas pendencias de castellanos y leoneses, y en especial sobre Fernin Gonzélez, pero se- guramente nunca se pusieron por escrito. De los cantares sobre el épico cerco de Zamora y sobre los desventurados Infantes de Lara no quedan sino vestigios, gracias a que en el siglo xitt fueron prosificados por escri- tores que, muy poco “cientificamente”, los vieron como auténticos docu- ‘mentos hist6ricos y los incorporaron a les erénicas. Uno de los canteres asf prosificados fue justamente el del Cid, pero éste tiene la singularidad de habernos Hegado, ademés, en su forma pottica juglaresca. Un tal Per Abbat (0 sea Pedro Abad) escribié en 1307 todo lo que de él recor- daba, y, por rara casualidad, el cuaderno en que lo hizo ha legado casi integto a nuestros dias, También se nos conserva fragmentariamente un cantar de Roncesvalles, del siglo xu, adaptacién castellana (aunque con rasgos de tipo aragonés) de alguna de las refundiciones de la Chanson de Roland que por entonces corrian en Francia, y que constituye la primera muestra de la gran boga espafiola de los temas carolingios (Carlomagno, Roldén y los Doce Pares, ete.). Pero, por regla general, los cantares com- puestos de fines del siglo xt a comienzos del xut pueden darse por per- didos. El Cantar nos presenta un Cid ya muy novelado. Menéndez Pidal creia que el texto que se nos conserva, aunque copiado tardfamente, se remon- taba al afio 1140, Criticos mis modernos piensan que el texto de Per Abbat representa Ia leyenda del Cid tal como habfa cuajado mis de se- senta afios después, o sea a comienzos del siglo xm. (En las Mocededes del Cid, cantar del siglo xtv, el Cid es personaje ya totalmente novelesco, y bastante alocado por cierto.) La forma de los cantares juglarescos espafioles debe mucho a la de las viejas chansons francesas. Sus tres aspectos principales son: 1) el verso, que es de tamafio irregular y va dividido en dos porciones no simétrieas: vversos eomo “tornava la eabeca — i estivalos eatando”, con mitades del mismo néimero de silabas, son la excepcién; 2) la “tirada” (laisse en francés), conjunto de versos de una misma rima y de extensién muy va- riable: una tiene casi doscientos versos, varias pasan de los cien, mien- aT EL MESTER DE CLERECIA ur tras que otras tienen sélo tres o cuatro (los verses citados corresponden a tres tiradas: “De los sos ojos tan fuertemientre lorando . ..”, “Mio Cid Roy Diaz por Burgos entréve . ..” y “Conbidar le ien de grado mas nin- guno non osava....”); 3) la rima, que sirve de amalgama a cada tirada, ¥ que es “asonante”: a diferencia de Ia rima “consonante”, donde hay igualdad completa de sonidos a partir del acento de cada palabra, como béllo, cuéllo y cabéllo, la asonante sélo tiene igualdad en las vocales, a partir también del acento: érbol rima con £ég0, espacio y cuidddos (asonancia en é-0) ; razén rima con Alfons, eché y pavér (asonancia en 4). Y hay que mencionar un rasgo estilistico de la rima juglaresca, Cinco de los siete versos de la tirada que comienza “Mio Cid Roy Diaz...” no riman de manera natural, sino artificiosa: entréve es un arcaismo desusa- do ya en tiempos del Cantar, y la -e de sone, dolore, razone y sefiore es también una afectacién de arcaismo. (Esa como patina de antigiiedad era, evidentemente, uno de los atractivos de los cantares.) El Cantar de mio Cid nacié en la regién que queda entre Medinaceli (Soria) y Calatayud, muchfsimo mas aragonesa que castellana en los si- glos sat y xin. Esta zona del alto Duero habia sido durante decenios una de tantas frontoras movedizas entre moros y cristianos, teatro de avances, y repliegues, de “algaras” y “rebatos” (Medinaceli no pas6 definitiva- mente a poder de los cristianos hasta entrado el siglo xi). Asi, pues, la lengua original del Cantar es el aragonés. Per Abbat, en 1307, habla ya castellano, y, como es natural, de manera automética e inconsciente caste- Maniza a cada paso el texto. Deja la forma aragonesa, plorar, cuando dice que los de Burgos estaban “plorando de los ojos”, pero la castellaniza en “tan fuertemientre lorando”. Como resultado de esta castellanizacién, ‘a menudo las rimas se estropean. Hay una tirada con cuatro asonancias distintas: en é (fuert, fuent, alén), en 6 (Carrién, noch), en t-e (nuves) ¥ en de (Corpes). La restauracién de las formas aragonesas originales a por resultado una rima uniforme y correcta en é-e (fuorte, fuonte, aluonde, Carrione, noite, nuoves, Corpes)- El mester de clerecia Al mester de juglarfa se contrapone, a partir més 0 menos del afio 1230, el “mester de clerecia”, ‘oficio de clérigos’, arte de hombres que tienen trato con libros. En el siglo xm1 se compusieron el Libro de Apolo- io, el Libro de Alexandre y el Poema de Ferndn Gonzélez, andnimos us CONSOLIDACION DEL CASTELLANO los tres. En el siglo xt floreci6 Gonzalo de Berceo, el primer poeta espa- fiol de nombre conocido. El autor del Alexandre pregona, al comienzo del poema, la superioridad de su mester sobre el mester de los juglares: Mester trago fremoso, non es de joglaria, mester es sen peccado, ca es de elerezia, fablar curso rimado por la quaderna via a sillavas cuntadas, ea es grant maestria Mester “sin pecado” quiere decir ‘sin defecto’, sin las torpezas de los juglares (los cuales seguramente ignoraban qué cosa es silaba). Ahora hay verdaderas rimas (consonantes) ; ahora hay estrofitas regulares, de cuatro versos cada una, que eso es quaderna via; ahora los versos tienen sus silabas bien “‘cuntadas”: catorce exactamente, siete en cada mitad del verso; es el verso “alejandrino”, el empleado en el Roman d’Alexandre francés, El Poema de Fernén Gonzélez debe haber tomado su materia del viejo cantar juglaresco, pero también deja ver la influeneia de varias chanscns francesas. El Alexandre —el producto més largo del mester de clerec‘az diez. mil versos— es traduceién y adaptacién de dos poemas franceses sobre ese personaje. La fuente inmediata del Apolonio, que cuenta | azarosas aventuras de Apolonio rey de Tiro, parece ser también francesa. Las fuentes de los poemas de Berceo son siempre latinas, algunas proce dentes de Francia, sobre todo para los Milagros de Nuestra Sefiora —su obra més extensa—, y otras procedentes de Espafia, cobre todo para sus poemas hagiograficos.* Mas modesto que el poeta del Alexandre, Berceo no hace alarde de su “maestrfa”. Por el contrario, al comienzo de la Vida de Santo Domingo de Silos anuncia: Quiero fer una prosa en romin paladino, en qual suele el puchlo fablar a su vezino; ca non so tan letrado por fer otro latino, bien valdeé, commo creo, un vaso de bon vino * Gonzalo de Berceo celebré a dos santos espafiles antiguos, Sen Lorenzo y Sa xy a dos mis modernas, San Milén, fundador del momasterio en que él resin aunque él ‘monje sino simple elévige’, y Stato Domingo, fundador del no muy Tejano mena terio de Silow La primera eusrteta de la Vide de San’Millén de lo Cogolle (San Emilano “el do la Cogulla”) dice que el lector, en coo pooma, “veri a. d6 envian los pueblos su avr", vaca n qué sonasterio tan llustze manden los ristianos sus tibutos y sus limomas —manera ‘sre de solietarfondos. (Entre Beco y las gloses do San Millin y de Silo hay eile vn siglo y modio do distenci, pero jeimo ha cambiado el cuadro lingistico en tan corto Tayo!) EL MESTER DE CLERECIA ns Al comienzo del Martirio de San Lorenzo dice también: “Quiero fer la passién de sefior sant Laurent / en romanz, que la pueda saber toda Ja gent”, Escribe en romance y no en latin porque quiere que toda la gente lo entienda, sf, pero también porque se sabe incapaz de hacer lo que tantos clérigos, y sobre todo monjes, habfan hecho en Ia Europa del si- glo x1 y segufan haciendo en el xm: espléndidos poemas en latin culto. Frente a esos “letrados”, el elérigo Berceo se siente un simple juglar. Hay al final del manuserito del Cantar del Cid unos versitos que empie- zan: “El romans es leido, / dadnos del vino...”: pedir vino era la formula juglaresca para solicitar paga (no sélo de vino vive el hombre). Asf Berceo cree que bien valdra un vaso de buen vino eso que él hace. Por momentos parece que nos llega en sus versos Ia imagen auténtica de la lengua en que el pueblo hablaba con su vecino. Para decir que algo no vale nada, los mexicanos decimos, entre otras cosas, que no vale un cacahuate. Siempre han existido expresiones de este tipo, y quizé en to- das las lenguas. Una muy usada en Espafia es “no valer un higo”. Berceo debe haber tomado de labios del pueblo giros pintorescos como “non valié [no valia] una kava”, “non li valié todo una nuez foradada”, “non lo pregiava todo quanto tres cherevias” (la chirivia es 1m naho de calidad inferior), y “non valién sendos rabos de malos gavilanes”. Xl y los otros poctas del mester de clerecia despliegan todo un abanico de designacio- nes populares del desdichado, del miserable, del pobrecillo: aciago, aoja- do, astroso, malastrugo, maljadado, fadamaliento, fadeduro, mesquino, mesiello (< latin misellus, diminutivo de miser ‘miserable’) y otras més,. inclusive la palabra pobre, tenida por muy vulgar, impropia del lenguaje heroico (el Cid no dice “Antes fui pobre”, sino “Antes fui minguado”, © sea menguado, ‘disminuido’). A diferencia de los juglares, que tratan de levantar el tono de voz, los clérigos tratan de acerearse al pueblo, yy puesto que es Ja primera vez que hay en romance un lenguaje poético escrito, tienen que haber sido conscientes de que esas palabras eran pro- pias del lenguaje hablado. Pero este “‘popularismo” tiene un amplio reverso, En la introduecién de los Milagros de Nuestra Seiora cuenta Berceo cémo se encontré de repente (“yo, maestro Gongalvo de Berceo nomnado”) en un prado leno de arboles —“milgranos e figueras, peros e manganedas”—, donde habia “fuentes claras corrientes, / en verano bien frias, en ivierno ealientes”, y flores y canto de aves, tan delicioso todo que, aligerdndose de ropa (“de ropiella” dice 61), se tendié “a Ia sombra de un érbol fermoso”; y prosigue: 120 CONSOLIDACION DEL CASTELLANO BI prado que vos digo avié otra bondat: por calor nin por frio non perdié su beltat; siempre estava verde en su entegredat, non perdié la verdura por nulla tempest... Estas tltimas palabras, nulla tempestat, no estaban ciertamente en labios de cualquier hijo de vecino: son un latinismo puro; significan que el pra- do no dejaba de estar verde en ‘ningiin tiempo (del afio)’. Berceo latiniza copiosamente su expresién: dice flumen, leticia y exaudir, palabras que necesitan traduccién (‘rfo’, ‘alegria’, ‘escuchar’); dice cosas como con- vivio, exilio,ileso y tributario, que hoy no necesitan traduccién, pero que para el vulgo de entonces eran tan incomprensibles como las otras; Iega a meter en uno de sus poemas el superlative dulcissimo, forma que ya el latin vulgar de todas partes habia ubandonado (y que apenas en el si- glo xvi se reintegraria verdaderamente a nuestra lengua), y no vacila en decir “plus blanco” en lugar de “mds blanco”. Cierto que este plus lo mismo puede ser latinismo que galicismo, pues Berceo imita no silo 1 vocabulario latino, sino también el francés, En el segundo verso de la cuarteta que acaba de leerse, 1a palabra beltat es galicismo (lo espaiiol era hermosura) ; Berceo no dice joglaria o juglaria, sino jongleria, a la francesa. La palabra entegredat, en el tereer verso, tampoco era la del pueblo: es un semicultismo, a medio camino entre integridad (integri- tatem) y enteridad o entereza; asi también, aunque la gente decia ya vengar, Berceo dive vendegar, donde se transparenta mucho mejor el vin- dicare latino. Hay que tener en cuenta que los poemas del mester de clerecta, desti- nados a la lectura, suponian lectores que algo entendian de latin. (pues 2dénde, si no en textos latinos, podia la gente ensefiarse a leer?). En el momento de circular entre sus no muy numerosos lectores, estos poemas remediaban de algin modo Ia escisién entre “cultura superior” y cultura del pueblo (recuérdese lo dicho en la pig. 57). Habia ya una pequefia clase “media”: gente eapaz de leer, no en latin, pero si en romance. Espafia fue ajena al florecimiento literario latino de la Europa medie- val, que tuvo su méximo esplendor en el siglo xu, sobre todo en Francia, Inglaterra y los pafses germénicos (y en ese florecimiento hay que incluir 1a poesfa latina de los bulliciosos goliardos, sélo posible en paises en que empezaba a haber una “poblacién estudiantil”, de lo cual Espafia estaba lejos atin). Por otra parte, el siglo xm espafiol se nos muestra prictica- EL MESTER DE CLERECIA Sra mente desnudo de obras literarias escritas en lengua vulgar (los poemas juglareseos no eran literatura eserita), mientras que la literatura en len- gua vulgar era ya muy rica al otro lado de los Pirineos. Los dos “retra- 0s” espafioles son resultado indirecto de la invasién musulmana, Cata- Iufia fue la primera regién peninsular en que hubo literatura, porque fue Ja que menos tuvo que lidiar con los moros y 1a que més en contacto habia estado con Europa, y en particular con Provenza. A Catalufia siguié Ia zona de Navarra-Aragén, que alcanz6 cierta estabilidad social antes que Leén-Castilla, y que desde el siglo x1, con Sancho el Mayor, habfa venido ceuropeizdndose gracias a sus estrechos contacts con Francia. Las hablas espafiolas, como hemos visto, se tifieron de colores franceses y provenzales en los siglos xr. La “tarea”” que se imponfa a los espafioles del xu era trasplantar a su tierra una literatura europea floreciente, y el modelo més ala mano era el francés. Hacen asi su entrada en Espafia los mitos cél- tioos (el rey Arturo y los caballeros de su Tabla Redonda, Perceval, Lan- zarote, Tristén; la biésqueda o “demanda” del Santo Grial), la guerra de Troya, la leyenda de Alejandro de Macedonia, la de Apolonio de Tiro, la de Barlaam y Josafat (cristianizacién de la de Buda), la del purgato- rio de San Patricio, las muy populares de Santa Maria Egipefaca y San Alejo, los milagros de la Virgen, la Danza de la Muerte, las “disputas” del agua y el vino, del clérigo y el caballero, del alma y el cuerpo. La mayor parte de estos variados “temas” tuvieron su plasmacién literaria espaiiola en el siglo xi, Si hacia el afio 1200 no habia précticamente nada que leer, hacia el afio 1300 los lectores hubieran podido tener acce- s0 a una pequefia biblioteca. A fines del siglo xm habia ya una literatura escrita en nuestra lengua, asi en verso como en prosa. A la variedad de temas se afiadia la de “géneros”; por ejemplo, se hacian ya obras de tea- tro —que se han perdido, salvo un fragmento de Auto de los Reyes Ma- 0s. Siguié habiendo poesia juglaresca, pero la mayor parte de Jo que se escribié en adelante fue “mester de clerecia”, aunque no estuviera en verso, 0 aunque el verso no fuera el alejandrino ni estuviera dispuesto “por la quaderna via”, Lo que se escribié fue sobre todo obra de “letra- dos”, de hombres ya alimentados de literatura. A comienzos del siglo x1t, la gente se sobrecogia al escuchar 1a muy cruenta historia de los Infantes de Lara, o se entusiasmaba con las haza- fias del Cid y su mesnada (con la escena, por ejemplo, en que Alvar Fétiez mata a treinta y cuatro moros, y la sangre, corriendo a chorros por la espada y por el brazo, cae del codo al suel por el cobdo ayuso la sangre destellando”, 0 sea ‘destilando’). A comienzos del siglo x11 se 1 CONSOLIDACION DEL CASTELLANO oye una voz muy distinta, la de un “escolar”, un joven amigo de los li- bros, que gusta de los viajes y de las mujeres (las “duefias”), que cabe Jo que es una forma poética refinada (“acabada”) y que alegremente quiere que otros ojgan sus ideales de cultura (odrd es “oird’; razén es ‘discurso’) Qui triste tien su eoragén, Denga ofr esa razén? odré razén acabada, feita d'amor, bien rimada, Un esoolar la rimé que siempre duefias amé; tas siempre ovo crian: en Alemania y en Franci mor} mucho en Lombardia ppora aprender cortesia... (en realidad, la palabra cortesia no nos vino de Milén, sino de Provenza). EL mismo espafiol annimo que hacia 1150 dijo que los castellanos fueron siempre unos revoltosos (“Castellae viri per sécula fuere re- belles”), aio también que el dislectohablado por ellos resonaba como frompeta con acompafiamiento de tambor (*illorum lingua reson: i Gyuibai take"). os vein ate eat cs esses dal eta Mamado Razén de amor, no corresponden ciertamente a esa descripeién. E] dialecto primitivo se est amansando y civilizando; no es ya un hablar desaforado y estent6reo, sino una lengua apta para la expresién pauseda y la reflexién serena. El castellano est maduro para ser el idioma cfi cial de la mayor parte de Espaiia. El hecho de que el castellano haya pasado de la condicién de diale:to a la de lengua (y lengua literaria) va asoeiado con un fendmeno igual: mente importante: los castellanos viejos, los de Burgos y la Burcha, deja- ron de ser los “duefios” exclusivos de su lengua. De los muchos espatio- Tes que Ia hablaban en el siglo xm, s6lo un pequefio porcentaje descendia de los antiguos y “auténticos” castellanos. Y aqui entra majestuosamente en escena Alfonso X el Sabio, rey de Leén y Castilla de 1252 a 1284, La obra de Alfonso el Sabio Hijo y sucesor de Fernando IIL, el 16 definiti de indo III, el que unié definitivamente las coro- nas de Le6n y Castilla, el que Ievé Ia reconquista cristiana hasta la fron- tera misma del reino de Granada, Alfonso X careci6 de acometivided LA OBRA DE ALFONSO EL SABIO 13 guerrera y de astucia diplomética. Vio frustradas sus aspiraciones all trono imperial germénico y sufri6 sublevaciones hasta de su propio hijo, Sancho “el Bravo”. Se dijo que, de tanto observar los movimientos de la esfera estrellada, no pudo ver bien las cosas que sucedian en la tierra. Nadie se acordaria de él si no fuera por el papel decisivo que tuvo en la evolucién de la lengua y de la cultura. La ciudad de Toledo no fue ya, en sus tiempos, una “base militar”, un punto de partida para las correrias contra los moros: fue una “corte” estable, que da la impresién de haber estado formada, no por militares y politicos, sino por jurisconsultos, historiadores, hombres de ciencia y poetas, presidida por un monarea pacffico y amante del derecho, de la historia, de la ciencia y de la poesia. La antigua sede de los reyes visigodos, reconquistada en 1085, habia quedado convertida dos afios después en capital de Castilla; pero el pres: tigio de que goz6 a partir de entonces —y durante siglos— no le vino de es0, sino que fue continuacién del estado de cosas anterior a la recon- quista, La cultura de Toledo, fruto de una ejemplar convivencia de mo ros, judios y mozdrabes cristianos, fue aprovechada sisteméticamente por os reconquistadores. Ese Toledo, al que acudian sabios y estndinsos de toda Europa para aprender de los 4rabes, dio su prestigio a la monarquia castellana, y no viceversa. Entre el saber oriental y el ansia occidental de saber se crearon entonces canales de transmisién, el més importante de Jos cuales fue la “escuela de traductores” fundada por Raimundo, arzo- bispo de Toledo de 1125 a 1152. En esta escuela o taller, mientras unos traducian, quizé oralmente, del érabe y del hebreo al romance, otros se encargaban de poner esas traducciones en el latin internacional de la épo- ca, pues las obras traducidas se destinaban a una clientela europea, avida de Ieerlas y muy dispuesta a pagarlas. ‘Andando el tiempo, otro arzobispo de Toledo, Rodrigo Ximénez de Rada, Iamado “el Toledano”, dio un paso mas: ayudado por los colabo- radores y traductores del taller, escribié una historia de Espafia en la que aproveché, al lado de las fuentes tradicionales (San Isidoro, por ejemplo), las obras de varios historiadores arabes. Esta compilacién, re- dactada también en latin e intitulada Historia gothica (1243), habia sido precedida por varias otras crénicas de Espafia, escritas igualmente en latin; pero ninguno de sus predecesores habia enriquecido el relato con la visién, tan importante, de los historiadores musulmanes. Al Indo del Toledano hay que mencionar a Lucas de Tuy, lamado “el Tudense”, que escribié en latin una historia “universal”, Chronicon mundi (1236). 14 CONSOLIDACION DEL CASTELLANO Alfonso X aproveché sabiamente tan buenos ejemplos. A semejanza del arzobispo Raimundo, supo rodearse de un nutrido grupo de colaborado- res, ¥ no tinicamente espafioles (moros, cristianos y judfos), sino también franceses italianos; a semejanza del Toledano, que hacia 1235 habia sido preceptor suyo y de su hermano el principe Fadrique, emprendié la composicién de una historia de Espaiia, Ia Primera crénica general; y a semejanza del Tudense, se ech6 a cuestas la tarea de escribir una historia universal, la General estoria. Pero Alfonso comprendié que los tiempos estaban maduros para una innovacién trascendental: el “romanceamien. 0”, que desde la época del arzobispo Raimundo habia venido siendo mero suministro de materiales para los redactores de la prosa latina, se convistié ahora en un fin: la Tengua romance dejé de ser andamio para convertirse en edificio. Y aunque todavia siguieron escribiéndose libros en latin, los escritos en romance adquirieron, gracias a él, su carta defi. nitiva de ciudadania. Alfonso X fue el creador de la prosa espafiola* Detengémonos, para comenzar, en el Libro de Calila e Dimna. A co- tmienzos del siglo anterior, el instrumento para la difusién de los “cues ‘os frabes” habia sido el latin (recuérdese lo dicho en la pag. 76 sobre Pedro Alfonso). Ahora, el instrumento es el castellano. Fl Calila es tra duecién de la traduecién arabe (siglo vim) de una vasta coleccién de “ejemplos” (anéedotas, cuentos o ap6logos seguidos de moralejas) de ori. gen hindi. Al mismo tiempo que Alfonso —aiin no rey— se encargeba de esta tarea, su hermano el infante Fadrique hacia otro tanto con un libro anilogo, el Sendebar, igualmente de origen hindi (la traduccién se llamé x ima tas admit toda suerte de mations, En prin Ign, el rey n0 toms enalments Ie plaoe para corr lw mils y miles de peeedy eee S,28 ts 5 fe paced cordnadn, supervisory pelt: el a ne sais et aus tale de Io Hinde Alfonso el Sao. Ea ecend oss SE ® Haductre” habia rade siempre seta, y ov naar que le one doe ayo ey fecsoado tenn an Rien pra ta heal! conn le componcs Te eet Pe Tednein. En trerIugat, do eta “ecu” claan sllendo Sort ned at hot redacados oneal: ds taduccions de fe ible ns dee Se ats de a Valsts latina gue sempre fla “otal dee gla nee ee sopolaciony de sentence morln waduids del debe tn hes eae ede oe cla Ubr de os cen cates o Dichr de sia) Fock Baces door) + Portas de os orden Sete te be Ce los aun no enn fcha excl, deben ser ttores terete genie ave so el Lapa Ga80) yt Lio Cale Dione 100 Per ee A ‘ep anew 1250 lie radon Anal toledanos, wn Meee separ ede Fi {sho de ot rere) yum meal de cof, Lae dlr sundae ade, ibe repem Per sto misnon aces tudo, conto Lace de Ue ee oe ee Sine del lneaio do ‘Ter Senn enengads tr cl als anc for ees ramos un inl Alerchy ectaerignainetie ea porenal (Geran, eee Sa egdenade o han vita yor prinera ver on le sche ada Sale oo Shag 1 Genera eta de Allon cl Sah no cad seen a LA OBRA DE ALFONSO EL SABIO ws, i fi i rsidades] de las muge- Libro de los engafios e los assayamientos [perversid rea). Vale la pena leer uno de lee cusntos del Cale, 20 po ie seo el antepasado de la {abula de la lechera—, sino por la simple'sa- tisfaccion ap etnies! tan “hecha” la rosa espafiola en ee et *hé- roe” del cuento no es un fraile, sino un “sant6n” oriental; ahora diriamos un derviche.) Dizen que un religioso avia cada dia limoma de be de un pester rico: cn o mile marie de con de comer E cami lpn bs sts cone Tess glen elon ce ju owl ne 2a gn a jor sa ae em ents ean a vel [ta ve] mtd a ny emer Hn ese do sets end gue ot nea a or nt noe Ge compe gr ln der aay © cpr sem iin» eb do is sa eee cui all gu a cian moran bien quatrocientas cabras. Desi [después] dixo: “Vender las he © comprar per Igoe cot wc por Cd quao cae um ves» ry © a ot ni cr are pare he be arin ows els le ans Si nas pat dla es Ie etme agp gun (le = square muy noble cm Semper dae eau elcome eta mug 2 foci ep nage 2086 © eet un ip sey emp (bun Se tunic © pn fh yn reco eh Fou sutbroy ecient be (lo ehaar) de sess [ema Aor sje de tn cl eaige oe enefanimin ae robs ier etn vara gu ep mo may mal a a at © tars en iden em © iv cm la en a ooo tein en la ede Tecan, qr drone a lela ten bres ees. No estaré de més advertir que, para Alfonso X y su époe, el Cali ¢ Dinna no era un Ibro de simple pasatemp, sino una obra tan sida tan til (a su manera) como el Lapidarioo tratado de mineralogie tau eido un af antes, Las elensasdrabes que mis paren babe interesado al sey eon la eosmografia (Libros del saber de stronomia) la astzole ta (Libro de las eruzes). Traduccin del drabe es también el marviloso Libro del axedrez, de los dados ¢ de las tablas, tan aresico y a le vex tan modern, con esas desripiones exacts de las distatas maneras de da jaque "El noveno juego, dar le xaque con el cavallo blanco en Ia tex cera case del afi pieto,¢ entrard el rey prito en Te teoera casa del roque blanco. El dezeno juego, dar la xaque con el roque blanco en su casa, e entrar el rey pret en la segunda cata del eavallo Blanco.” etostera—, y sobre todo con esas ilustracfones que, a la manera de los

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