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Universidad Autónoma de Baja California

Facultad de Ciencias Humanas

Sexualidad Humana

Educación sexual y educación de la sexualidad

Angelica A. Flores Lara

1170135

Mexicali, B.C, 23 de febrero de 2022


Principales componentes entre Educación Sexual y Educación de la Sexualidad

Desde las primeras etapas de la vida y, principalmente desde la familia,


comenzamos a recibir la influencia social que condicionará nuestra manera de ver y
estar en el mundo en tanto que hombres y mujeres, es el contexto en el que nos
desarrollamos que arma la visión que tendremos a todo lo relacionado con la
sexualidad y el sexo. Después entramos al espacio de la escuela, como escenario de la
escolarización, contribuye a la reproducción y a la legitimación de una mirada
androcéntrica sobre el mundo y sobre las personas. (Pellejero & Torres, 2011)

Educar en sexualidad implica tanto ofrecer conocimientos para la prevención de


embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, como formar en valores,
sentimientos y actitudes positivas frente a la sexualidad (Faur, 2007). Uno de los
mayores errores que existen en cómo se está impartiendo en las escuelas la materia de
educación sexual, es no solo que no enseñan lo antes mencionado, si no que también
limitan la visión de lo que el sexo, identidad de género, apegos y relaciones en general,
pues siendo específicos en el entorno mexicano generalizan que lo único correcto y
digno de hablar son las relaciones e individuos cis heterosexuales.

Es por eso que se debe de partir de comprender los conceptos clave de manera
correcta, pues el imaginario colectivo social ha distorsionado todas estas definiciones.
El concepto sexo, desde la sexología, va más allá de los genitales; hace referencia a
toda la estructura corporal. Resulta preciso remarcar que si bien los genitales son muy
importantes, cuando no determinantes en la vida de las personas, son sólo una parte del
cuerpo. La sexualidad se podría definir como el modo(s) o manera(s) que cada persona
tiene de vivir su propio sexo, entendiendo éste como algo que va más allá de la mera
genitalidad. Son nuestras vivencias como personas sexuadas que somos, nuestras
sensaciones con sus modos (masculino-femenino), con sus matices (homosexual-
heterosexual), y sus peculiaridades. Todas las personas somos sexuadas y además no
podemos no serlo, o mejor dicho, nos vamos haciendo sexuadas a través del proceso de
sexuación. (Pellejero & Torres, 2011)
La sexualidad en general es considerada como una construcción social,
relacionada con las múltiples e intrincadas maneras en que nuestras emociones, deseos
y relaciones se expresan en la sociedad en que vivimos, donde los aspectos biológicos
condicionan en parte esta sexualidad, proporcionando la fisiología y morfología del
cuerpo las condiciones previas para esta construcción1. La sexualidad de cada uno de
nosotros emerge y existe en un contexto cultural, influenciada por múltiples variables,
tales como: psicológicas, edad, socio económicas, sexo biológico, rol de género,
etnicidad, por lo que es necesario un amplio reconocimiento y respeto de la
variabilidad de formas, creencias y conductas sexuales relacionadas con nuestra
sexualidad. (Montero, 2011)

López (2005) afirma que la educación sexual en la escuela ha sido un fracaso.


Considera que, entre otros motivos, se debe a que los responsables del Ministerio de
Educación temen plantear con claridad y decisión estos temas. Expone que la
sexualidad en nuestra cultura está sujeta a miedos, ignorancias y creencias infundadas
que afecta a padres, madres, profesorado y políticos, donde todo lo relacionado con el
sexo se generaliza, existiendo distintos modelos coexistentes; educación genital,
información sexual, educación para la salud. (Pellejero & Torres, 2011)

La dimensión biológica de la sexualidad es crucial en distintos ámbitos, como


son la procreación, donde el impulso sexual tiene gran importancia pues está dirigido
tanto a la satisfacción inmediata, como a la procreación, o la respuesta sexual. Mientras
el sexo psicológico o identidad sexual, es la identificación con un sexo; el sentimiento
de masculinidad o feminidad (y sus subcategorías), el conjunto de características
sexuales que hacen diferentes a unos de otros, las preferencias sexuales, las actitudes
ante el sexo y del que a veces no se está de acuerdo con el sexo biológico, o con el
genital. Suele estar unido a la identidad de género. (Boluda, 2016)

La dimensión social, hace referencia a la influencia del grupo de iguales, la


familia, la religión, la socialización primaria y secundaria, el nivel de instrucción, la
religión, etc., sobre la sexualidad. Cada sociedad entiende de forma diferente la
conducta sexual humana, cada cultura tiene su propia cosmovisión, en unas los
aspectos morales y éticos son muy restrictivos, imponiendo normas y leyes muy duras,
otras más permisivas, en algunos casos se habla incluso de represión sexual. (Boluda,
2016). Es el conjunto de estas tres dimensiones las que conforman la salud sexual, pues
entre todos integran los aspectos somáticos, emocionales, intelectuales y sociales del
ser sexual, pues se busca dar el conocimiento de maneras positivamente enriquecedoras
y que realcen la personalidad, la comunicación y el amor, por más cursi que suene.
Referencias

Boluda, R. M. Z., & Izquierdo, M. I. G. (2016). Salud sexual y reproductiva (Vol.


50). Pp. 47-52. Universidad Almería.

Faur, E. (2007). La educación en sexualidad. El monitor de la educación, 11, 1-


3.

Montero V, Adela. (2011). Educación sexual: un pilar fundamental en la


sexualidad de la adolescencia. Revista médica de Chile, 139(10), 1249-
1252. https://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872011001000001

Pellejero Goñi, M. L., & Torres Iglesias, B. (2011). La educación de la


sexualidad: el sexo y el género en los libros de texto de educación
primaria. Revista de educación.

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